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Biología

El batracio fiel

Los machos de una especie de sapo se aparean solamente con dos o tres hembras, un comportamiento inusual entre los anfibios

Macho de T. taophora cuidando la puesta en la playa de Sununga en Ubatuba, en el litoral paulista

Fábio de Sá/Unesp

Los sapos se reproducen habitualmente en charcas: los machos atraen a las hembras cantando, y ellas depositan entonces sus huevos de los cuales eclosionarán los girinos o renacuajos, larvas que dependen del agua para desarrollarse. En la mayoría de las especies, los renacuajos de una charca conviven con una multitud de medio hermanos por parte del padre, fruto de las visitas de una serie de hembras al territorio del macho. Científicos del campus de Rio Claro de la Universidade Estadual Paulista (Unesp) esperaban toparse con ese patrón habitual cuando estudiaron las poblaciones de una especie conocida en Brasil como sapo-bode (Thoropa taophora), que se reproducen en pequeños cursos o lonjas de agua sobre las rocas, entre el bosque y la playa en el municipio costero de Ubatuba, en el estado de São Paulo. Pero se llevaron una sorpresa.

“Los renacuajos en etapas diferentes de desarrollo eran hermanos también por parte de madre, lo que sugería la permanencia de las hembras en la charca durante el transcurso del período reproductivo que se extiende por 10 meses”, dice el biólogo Célio Haddad, coordinador del grupo de la Unesp. “Es la primera especie de anfibios con este comportamiento, que también se observa en otros grupos de vertebrados, tales como reptiles, aves y mamíferos”. Los zoólogos no hallaron renacuajos de un mismo macho en las lonjas de agua vecinas, lo que confirma la idea de que cada uno defiende su porción de agua y, por lo tanto, se mantiene fiel a sus parejas reproductivas.

A lo largo de 53 noches, se grabaron filmaciones que revelaron otros comportamientos peculiares de esta especie, que los distingue del resto de las rtestantes. “Los machos se disputan agresivamente las lonjas de agua, abrazando al contrincante y procurando sacarlo del territorio propio mediante movimientos circulares que se asemejan a los de una lucha de sumo”, relata el biólogo Fábio de Sá, autor principal de un artículo publicado el 12 de agosto en la revista Science Advances. “Al mismo tiempo, el sapo-bode pincha al rival con unas púas que posee en la zona del pulgar”.

“Los rasgos de la especie parecen relacionarse con la escasez de charcas: la playa donde realizamos el estudio mide alrededor de 300 metros y la atraviesan solamente ocho lonjas de agua pequeñas, cada una dominada por un macho, con espacio para apenas dos o tres hembras”, dice Haddad. La necesidad de luchar por el control del terreno explica el tamaño mayor de los machos –7 centímetros (cm)– frente a los 6 cm que miden las hembras. En otras especies, las hembras suelen ser mayores.

Para el biólogo Glauco Machado, de la Universidad de São Paulo (USP), experto en arácnidos con sistemas reproductivos similares, existen tres factores coincidentes que pueden impulsar a las hembras de T. taophora a quedarse en una única franja de agua. “El macho está en un buen sitio, se ocupa de cuidar a su prole y ella prefiere no correr los riesgos de tener que desplazarse”, propone Machado.

Proyecto
Diversidad y conservación de los anfibios brasileños (nº 13/50741-7); Modalidad Proyecto Temático; Programa Biota; Investigador responsable Célio Fernando Baptista Haddad (Unesp); Inversión R$ 5.143.599,76

Artículo científico
DE SÁ, F. et al. Unexpected reproductive fidelity in a polygynous frog. Science Advances. n. 6, eaay1539. 12 ago. 2020.

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