Hace unos días una fotografía de un peculiar corzo saltó a escena. La cuenta de Instagram de Taxtrophy posteó una imagen, realizada por el usuario @pando_2.0, en la que aparecía un espectacular macho con un trofeo fuera de lo común. En la publicación ya se apreciaba que se traba de un corzo descomunal, pero había algo más.

La separación entre ambos cuernos era anormalmente grande, casi desproporcionada y pronto muchos usuarios manifestaron que se trataba de un montaje. Para muchos era totalmente imposible que un corzo con esas características fuera real. Pues bien, no solo era real, sino que Jara y Sedal ha tenido corroborado en primera persona la existencia trofeo después de su abate. Esta es la historia de un corzo único y sorprendente.

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La publicación sobre el corzo en el Instagram de Taxtrophy. ©Instagram

Un corzo monstruoso

Los talleres de taxidermia son lugares mágicos. En ellos se devuelven a la vida a los animales más increíbles y Taxtrophy, con Diego Cabello de los Cobos a la cabeza, se ha convertido en un auténtico lugar de culto para los trofeos grandes. Cómo no, allí fue a parar este singular corzo después de ser cazado.

Nosotros hemos tenido la oportunidad de tenerlo entre las manos, minutos después de terminar su cocción, y es de esos animales que te dejan sin palabras. Sus cuernas de 30 centímetros de largo y su peso, que ronda los 849 gramos aún húmedo, son sus imponentes credenciales. Se trata de un trofeo descomunal, perfecto. Sus seis puntas sobresalen perfectamente simétricas y el grosor de sus bases es de esos con los que soñamos todos los cazadores. 

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Momento del pesado, con un resultado de 854 gramos con precinto y todavía húmedo. ©JyS

Una envergadura fuera de lo normal

Si analizas las imágenes en las que se ve al corzo vivo, lo primero que te llama la atención es la separación entre ambos cuernos. La explicación es tan lógica como sorprendente y nos la ofrece Diego Cabello de los Cobos en el vídeo que puedes disfrutar a continuación: «tenía el pivote izquierdo y parte del cráneo fracturados». Este macho campaba con la cabeza rota y su cuerno izquierdo tan sólo estaba unido por una pequeña parte de hueso y la piel.

El motivo de la fractura no tiene nada que ver con el disparo ni nada parecido y todo apunta a que fue en alguna de las batallas con otro corzo cuando sufrió semejante traumatismo. «Esto nos hace pensar cómo sería el corzo rival, para ser capaz de hacer tanto daño a este monstruoso corzo», apuntó sorprendido Diego, mientras contemplaba el trofeo entre sus manos. En cuanto la posible puntuación que alcanzará este animal una vez seco, Diego también lo tiene claro: «este es un corzo que superará tranquilamente los 200 puntos, es una salvajada de trofeo».

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En caso de que el cazador de semejante corzo hubiera querido homologarlo, habría un pequeño problema. Todas las variables que se utilizan para conocer la puntuación del animal son perfectamente calculables (longitud, peso, volumen y belleza) menos el apartado de la envergadura. Al tener el hueso partido, la separación máxima entre los dos cráneos es superior a la que tendría el animal sin presentar ninguna lesión. «En mi opinión, para calcular la envergadura de este trofeo y hacer una homologación oficial habría que intentar reducir la lesión a cero hasta conseguir la apariencia natural del animal sano. La norma dice que no se puede manipular un trofeo, ni siquiera pegarlo, pero en este caso es posible que solo con algo de fuerza podríamos encajar el pivote en su sitio».

Un gigante de tres años de edad

Otra de las curiosidades que se han descubierto después de cocer el cráneo del corzo es su edad. Diego aprovechó para conservar y analizar su mandíbula inferior. En este caso se trata de un animal de tres años nada más. «Es impresionante encontrar un trofeo de estas características con esa edad. No sabemos si en años venideros este macho hubiera sido todavía más grande…». 

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Detalle de la mandíbula inferior del corzo. ©JyS