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Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades

Martha Santillán. Globalización, Pueblos Indígenas y Aculturación

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pueblos

Introducción

 

Los efectos de la globalización lejos de aportar al desarrollo sustentable y sostenible para los pueblos indígenas del mundo han ocasionado la aculturación y la vulnerabilidad de su identidad cultural. El estilo de vida de los pueblos originarios se fundamenta en la solidaridad, colectividad, en procura de una relación horizontal – armónica entre los seres humanos y la naturaleza. Sin embargo, esta forma de vida se ha visto amenazada por factores externos basados en el sistema capitalista.
Muchos de los pueblos se han desarrollado entre su sistema de vida tradicional y moderno, lo que no ha sido un fenómeno inofensivo para las nuevas generaciones, pues es evidente la pérdida de su identidad y más aún la tergiversación de su forma de vida, cuando su interés por el capital le induce a migrar a costa de mucho sacrificio y a cambio de “lujos materiales”, que no hacen sino alimentar el sistema capitalista de mayor consumo, contraviniendo su propia filosofía de vida que se basa no “en el vivir bien” sino en el Sumak Kawsay o “Buen Vivir”, que implica un desarrollo integral.
Al fenómeno de la globalización que influye fuertemente en el imaginario de la sociedad en general, se suma la falta de atención gubernamental al sector campesino – agrario al que la mayoría de indígenas se deben. La competencia desleal entre agricultores subsidiados de los países desarrollados y aquellos que no reciben atención estatal en los países en vías de desarrollo ocasiona que el fenómeno de migración sea mayor, con sus posteriores consecuencias.
A través de este ensayo se revisará la implicación del fenómeno globalización en la sociedad, enfocada especialmente en los pueblos originarios, así como el entorno nacional que ha ocasionado la pérdida parcial de su identidad. En este documento se da a conocer las posibles “ventajas” y desventajas de este sistema y se propone algunas medidas alternativas para evitar que el fenómeno de la globalización ocasione la pérdida total de las identidades de los pueblos originarios.

 

El Fenómeno de la Globalización

 

El término mundialización o globalización, más allá de los concepto “es un fenómeno complejo”, que se caracteriza por la expansión del capitalismo desde sus orígenes mercantiles en Europa, durante los siglos XIV y XV, y en este sentido es un modo de organización económica y social profundamente desigualador (Vilas).
A decir de CEPAL, el actual proceso de globalización es incompleto y asimétrico, y se caracteriza por un importante déficit en materia de gobernabilidad. El documento de la Comisión Mundial sobre la Dimensión Social de la Globalización también coincide en que “el poder de los gobiernos se desplaza a las empresas transnacionales y a las instituciones financieras internacionales”, por lo que se genera una dinámica determinada por el carácter desigual de los actores participantes. Y sobre todo porque estos grupos no son regulados por ningún otro organismo superior (Globalización, 2004).
En cuanto a la vigencia del fenómeno globalización en el mundo, los autores distan del año. Hay quienes creen que la globalización tuvo lugar desde la invasión de los españoles a América. En el documento de Comisión Económica para América Latina, CEPAL, “El carácter histórico y Multidimensional de la Globalización” se precisa que el proceso de internacionalización se remonta al surgimiento del capitalismo en Europa a fines de la Edad Media (CEPAL, 2002).
CEPAL añade que los historiadores modernos reconocen tres etapas, la primera tuvo lugar de 1870 a 1913 y se caracterizó por una gran movilidad de los capitales, mano de obra y el auge comercial; la segunda etapa de integración global comprende entre 1945 a 1973 y se caracterizó por el desarrollo de instituciones internacionales de cooperación financiera y comercial, y una limitada movilidad de capitales y de mano de obra. En el último cuarto del siglo XX se consolidó una tercera fase de globalización que se caracterizó por la gradual generalización del libre comercio, la creciente presencia de empresas transnacionales y por una notable tendencia a la homogeneización de los modelos de desarrollo.
La promesa de la globalización para los Estados fue de “desarrollo”, sin embargo, ha ocasionado asimetrías entre Estados y al interior de los Estados, pues sus principales artefactos son las grandes empresas transnacionales y su objetivo central no es el ser humano sino el capital financiero.
Por ello, el debate sobre la globalización se ha convertido en un debate sobre la democracia y la justicia social en el seno de una economía globalizada. El desequilibrio entre la economía y la sociedad está trastornando la justicia social y, el desequilibrio entre la economía y el sistema de gobierno está socavando la rendición de cuentas democrática (Globalización, 2004).
De acuerdo con la CEPAL, la globalización trajo consigo también “la posibilidad de intercambios de bienes, ideas y conocimientos, por encima de las fronteras”. Las Tecnologías de la Información y Comunicación, TICs han permitido la sensibilización respecto de los derechos humanos y las identidades y como consecuencia de ello se ha configurado una verdadera conciencia global. Y, aclaran que con conocimiento de causa, la sociedad civil actual cuestiona las desigualdades ligadas a la pobreza, la discriminación, la degradación medioambiental, entre otros.
No podemos negar que la globalización trajo consigo algunas ventajas, eso sí, para unos más que para otros. Hay quienes han tomado ventaja de este sistema globalizador y son los países desarrollados que toman decisiones unilaterales de acuerdo a su conveniencia, decisiones que más adelante son impuestos a los países en vías de desarrollo.
Es impresionante conocer como el afán de mantener el poder y la hegemonía político – económica ha conducido a los Estados “del primer mundo” a cometer atropellos en contra de la humanidad. Tal es el caso de la economía de guerra, en donde en nombre de la paz cometen todo tipo de atropellos. Las decisiones de la Organización Mundial del Comercio están tomadas para beneficiar a unos pocos en perjuicio de un gran número de países y cuyas decisiones son tomadas de manera unilateral.
En las sociedades actuales solo quienes alcanzan un nivel de educación superior calificado llegan a conocer estas atrocidades. El uso de la tecnología, para muchos puede parecer signo de modernidad, mientras que para los países desarrollados es una manera de sostener su hegemonía y mantener enrolados, en el sistema capitalista, a los países en vías de desarrollo.
El panorama mundial es claro. La globalización ha generado riquezas para unos pero persiste la pobreza, la exclusión y la desigualdad en los países en vías de desarrollo. La integración regional y las alianzas estratégicas entre comunes permitirá tomar un nuevo rumbo de verdadero progreso, en donde se priorice al ser humano antes que al capital financiero.

 

Pueblos Indígenas y Aculturización

 

Según el Convenio 169 de la OIT, son indígenas aquellos que descienden de las poblaciones que habitaban el país en el momento de la conquista o la colonización, o del establecimiento de las actuales fronteras nacionales.
De acuerdo con la autora Ethel Alderete, el mayor número de personas indígenas vive en Asia (más de 150 millones), y le siguen América Central y del Sur con más de 40 millones. Estos pueblos tienen elementos fundamentales basados en principios filosóficos, entre los que destaca la armonía con la naturaleza y el hecho de compartir una orientación comunitaria, lo que conlleva al principio del Sumak Kawsay o Buen Vivir (Alderete, 2005).
Esta visión holística de los pueblos originarios difiere de la orientación más materialista e individualista de las sociedades occidentales. Los fenómenos migratorios y de mundialización han ocasionado que la vida de muchos indígenas transcurra entre el mundo moderno y el tradicional.
En el caso ecuatoriano, la dispersión geográfica de los pueblos indígenas se dio a partir de la década de los ’60, cuando el sector campesino y rural sintió el impacto de la alteración del mercado laboral e incrementaron masivamente la migración campo – ciudad. La competencia desleal entre agricultores subsidiados de los países desarrollados y de aquellos que no reciben atención estatal en los países en vías de desarrollo ocasionó que el fenómeno de migración sea mayor. El Estado se desvinculó de los programas de desarrollo rural, mientras tanto que el capital nacional y transnacional se acrecentó.
La diáspora indígena originó el fenómeno de la aculturación de los pueblos originarios, que trajo consigo consecuencias perjudiciales que menoscaban el bienestar comunitario de este sector social. Etimológicamente la palabra aculturación significa “recepción y asimilación de elementos culturales de un grupo humano por parte de otro”, concepto que a su vez exalta el carácter dinámico de la transmisión cultural (Academic UPRM, 2012).
El estilo de vida indígena se ve afectada por ejemplo, cuando motivados por el afán de ponerse a la par de sus pares “culturizados” migran, en su mayoría, a las grandes urbes de los países anglosajones, “en busca de mejores días” y detrás de ese concepto está anclada la filosofía de la acumulación del capital a toda costa, donde el concepto de desarrollo está estrechamente relacionado con la satisfacción únicamente material.
En este contexto, la Comisión Mundial sobre la Dimensión Social de la Globalización afirma que “la globalización ha acabado con los modos de vida tradicionales y con las comunidades locales, y representa una amenaza para la diversidad cultural” (Globalización, 2004).
Por testimonios de migrantes indígenas se conoce que si los pueblos indígenas no encuentran la capacidad de desarrollar relaciones interculturales, el contacto cultural resulta en conflictos de identidad. Este choque cultural se origina ya sea fuera de su país o en su propio país, cuando sus territorios son invadidos por foráneos que no tienen la visión holística del mundo que todavía mantienen algunos pueblos indígenas (armonía entre el universo de lo material con el universo espiritual) que difiere de la orientación más materialista e individualista de las sociedades occidentales.’
Por eso, a los gobiernos permisivos y a las grandes empresas transnacionales no les importa destruir el medio ambiente o vulnerar el hábitat de los pueblos originarios, pues su objetivo principal es sumar al capital. Las políticas, los programas y las medidas elaboradas por los gobiernos de turno eran inadecuadas. Hace algunos años, en el Ecuador se cometían constantemente este tipo de atropellos, pues los grupos políticos y de poder se aliaban a las grandes empresas transnacionales, generando grandes pérdidas no solo económicas sino también medio ambientales.
En los últimos decenios se evidencia, en cierta forma, la atención a los pueblos indígenas en los organismos internacionales dedicados a promover los derechos humanos, es decir en resoluciones, convenios e iniciativas aprobadas por la OIT y las Naciones Unidas. Pero la brecha entre la formulación de buenas intenciones y la acción es enorme.
Por esta razón es prioritario que los Estados con alto índice de migración, planifiquen, ejecuten y evalúen acciones propositivas que promuevan el desarrollo endógeno, encaminado a minimizar la migración y sus efectos negativos en la sociedad.

 

Pueblos Indígenas y Agricultura

 

En los años 60 del siglo pasado, tomó auge el tratamiento de los temas de desarrollo, un término que para el mundo occidental significa el progreso económico mientras para los pueblos indígenas la palabra “desarrollo” o “Wiñana” se traduce como “crecer”, un crecimiento que no implica únicamente en el aspecto económico sino también de forma integral.
En el caso ecuatoriano, es en aquellas décadas que muchos campesinos e indígenas migraron del campo a la ciudad, en busca de trabajo, puesto que la agricultura dejó de ser rentable. Las políticas sociales y económicas no eran dirigidas al sector agrícola y campesino del país. Es así como surgen las primeras migraciones internas que más adelante se ampliaron hacia el exterior, fenómeno al que la Alderete denomina “diáspora indígena”.
Las políticas de libre comercio impusieron condiciones de desigualdad extrema. La consolidación de la liberalización agrícola ha provocado la disminución de los precios internacionales, el éxodo rural masivo, pauperización, hambrunas, crisis alimentaria. Las grandes transnacionales de la industria agroalimentaria tomaron ventaja de esta situación, generando pobreza a miles y miles de campesinos (Salgado, 2004).
Desde 1980, el FMI y Banco Mundial imponen a los Estados del Sur deudas bajo condiciones extremadamente crueles y alejadas del ámbito social. La OMC obliga a los Estados a privatizar las empresas públicas y las mutuales de producción agrícola, presionando a reducir la intervención pública estatal en el desarrollo de la agricultura (Salgado, 2004).
La mundialización liberal del sector agrícola amenaza a empobrecer a la mayoría de campesinos del mundo y condenar a 1000 millones de ellos a un éxodo acelerado – en menos de 10 años- hacia las periferias urbanas, generando incremento en el desempleo y franjas de miseria en las grandes urbes. De esta manera se origina la mundialización de la miseria.
De los 7 mil millones de seres humanos que cuenta el planeta, 2 mil millones sufren graves carencias en micronutrientes, mientras que 800 millones de personas de los países en desarrollo, sufren de subalimentación. El empobrecimiento extremo afecta a centenares de millones de campesinos desprotegidos (Salgado, 2004).
Más de 2700 millones de personas, es decir cerca de la mitad de la población del planeta se ocupa a la actividad agrícola, de ellos, 500 millones disponen solamente de un instrumental manual, es decir que son campesinos subequipados, que a escala mundial, compiten en desigualdad de condiciones con aquellos que generan productos subsidiados (Salgado, 2004).
Ante estas circunstancias las posibles alternativas que permitirán equiparar las diferencias entre campesinos son negociar acuerdos internacionales que fijen un precio promedio y establecer la compra de cada producto en los mercados internacionales, así como la cantidad y el precio de exportación; promover, al interno de cada país, reformas agrarias y legislaciones que garanticen el acceso a la tierra y la seguridad de su tenencia.

 

Conclusión

 

Ante la crisis del capitalismo y la poca valía que las sociedades otorgan a los derechos sociales, es necesario generar políticas de desarrollo que permitan a las poblaciones indígenas fortalecer sus potencialidades y compartir códigos básicos de la modernidad, sin que ello conlleve la pérdida de su identidad.
También es necesaria una verdadera democratización de la agricultura y que la tierra cumpla su verdadera función social, es decir, producir para la alimentación del pueblo y después rubro de ingreso mercantil.
El mundo requiere una mayor coherencia entre las políticas económicas y sociales. Hay que considerar que son los procesos locales los que están produciendo cambios en la forma de vivir y pensar de los seres humanos. Son esos cambios los que permitirán elevar la calidad de vida de los ciudadanos y su relación con el entorno y sobre todo, contribuirá a mejorar el ambiente del que tendrán que vivir las futuras generaciones.
Kofi Annan, ex Secretario de la ONU advierte que “Necesitamos reforzar la solidaridad y la responsabilidad internacionales, junto con un aumento del respeto de las decisiones adoptadas colectivamente… La interrogante es saber si basta con exhortar a los Estados o si se necesita, también, una reforma radical de nuestras instituciones internacionales. Mi propia opinión es que los Estados miembros tienen, por lo menos, que examinar a fondo la arquitectura actual de las instituciones internacionales…”.

 

Bibliografía

 

Academic UPRM (25 de noviembre de 2012). Obtenido de http://academic.uprm.edu/sruiz/3121/id12.htm
Alderete, E. (2005). Conocimiento Indígena y Globalización. Quito: Abya Yala.
CEPAL (2002). El caracter histórico y multidimensional de la globalización.
Globalización, C. M. (2004). Por una Globalización Justa, Crear Oportunidades para todos.. Ginebra.
Salgado, W. (2004). Globalización, Agricultura y Pobreza. Quito: Abya Yala.

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