Fumanchú en Querétaro -Blog

Voces del Tepetate

20/06/2022

El mago presenta a la asamblea -luneta, palcos y gradería, la estampa de los reyes, reinas, sotas, caballos y ases de una magna baraja: la parte por la mitad; ésta en otra: ésa, en otra más pequeña -en compulsiva campaña contra quirománticos y tahúres del orbe que no duerme, hasta quedar con un mazo confitado, cuyas cartas sostiene entre el pulgar y el índice… De pronto, no se sabe si despechada y en venganza, una espontánea histérica, la asistente le dispara con la pistola, a quemarropa: el chino esquiva el disparo, con lo primero que encuentra –el dragón alado de un jarrón de la dinastía Ming; entre las esquirlas humeantes, extrae el casquillo, limpiamente incrustado en el centro femenino de la porcelana.

Vocifera uno de la concurrencia, reta, intima: ¡Chino, explica tus trucos…!

Con una reverencia en el Teatro de la República, al son del gong, en amable y enigmática sonrisa accede al pedido -¡los Constituyentes del 17, en medio del gran silencio, ahí pararon oreja…! De pronto, en lo alto de la galería, interrumpe la histeria de un grito aterrador: ¡No haga eso, señor…! Y tras un pequeño alboroto, un suicida se precipita desde el balcón de gayola, y cae junto al alarido de las damas, un hombre sobre las butacas… Cuando acuden a ver quién ha caído, se encuentran con un fantoche… Fu-Man-Chú, iluminado por un relámpago, inmutable bigote de emperador mandarín, ha acabado la explicación de sus trucos en el escenario.

Empieza a tronar el cielo; el relámpago ilumina la escena… Con un grito general, se va la luz del recinto y abre paso a un aguacero que martillea el techo del Teatro. Tras minutos confusos, emergente de hoyos negros, vuelve la luz y con ella retorna el agua, en ira precipitada que desborda los escalones; asciende por la luneta, ante la conmoción de asistentes que, sin pensar encaraman en las butacas. El demiurgo palmea sus manos y no desciende, ni retrocede la inundación: está seco el escenario. ¡Blasfemias. Risas. Aplausos. ..!

Afuera, sobre las torres de la ciudad, un límpido firmamento luce sus primeros astros.

Florentino Chávez Trejo