Crearon una línea de juguetes sustentables y ahora los venderán afuera

Bo-Tito Ecoguardián nació hace ocho años. Se trata de un robot creado con plástico posconsumo, bajo las premisas de reducir, reciclar y reutilizar. El emprendimiento tiene génesis bien santafesina -arrancó en Carmen (departamento General López)- y fue escalando hasta emplear a casi 60 personas (entre trabajadores directos e indirectos) y desembarcar con oficinas en Buenos Aires. Pero el objetivo es aún más ambicioso: vender licencias de comercialización y fabricación a otros países de América Latina. 

El juguete está hecho con envases plásticos y tapitas recicladas, una muestra clara de que el negocio de triple impacto y la economía circular no sólo son rentables, sino capaces de consolidarse, crecer y cruzar fronteras. “Es un objeto icónico, atemporal y sin género. Todos en algún momento deseamos tener un robot que nos ayudara en alguna tarea o que nos simplificara algo. Y, segundo, no tiene armas, tiene todas funciones amigables. De hecho, hasta está siendo usado como muñeco de apego para personas de la tercera edad”, confió a Punto biz José María Rodríguez, al frente de la marca junto a su pareja Daniela Czajkowski. 

El proyecto nació bajo la premisa de "querer dejarles algo especial a sus hijos" y como forma de educar a la comunidad a través del juego para empezar a usar el descarte como materia prima. Actualmente llevan recicladas unas 60 toneladas de plástico, que se traduce en cientos de miles de juguetes fabricados en casi una década. ¿Cómo obtienen la materia prima? De diversos proveedores: donaciones espontáneas de la gente -coordinan la logística para reducir la huella de carbono- y trabajan también con cooperativas y centros de reciclado. 

“Botito tiene la característica de un juguete nuevo, entonces el material no puede estar maltratado. Para eso capacitamos a los centros de reciclado”, afirmó Rodríguez. Con la pandemia, creció también la demanda y actualmente la cartera de productos se amplió: robots de tamaño pequeño (entre 30 y 40 centímetros y siempre en disponibilidad), Boti Truck (camiones hechos con bidones de la industria láctea), robots gigantes (del tamaño de una persona), Boti Kit para armar, Boti Pet, y el Boti Race (juego de mesa hecho con papel mineral que es fotodegradable y que aborda temáticas de seguridad vial y cuidado ambiental). 

Hay diferentes tipos de robots y los precios pueden variar, por ejemplo, entre $5.000 y $10.000. Y el Boti Truck ronda los $30.000. Todos los productos los podés conseguir en la tienda virtual de Bo-Tito Ecoguardián o bien por contacto en redes sociales. “Siempre tratamos de organizarnos con la entrega de forma de reducir la huella de carbono y el costo no varía”, remarcó el emprendedor. Todos los juguetes están hechos a partir de tapas y envases de plástico (de plástico que no sea PET). 

"Minipyme" y nuevos mercados 

Si bien Bo-Tito empezó como un emprendimiento entre Daniela y José María, quienes hace más de una década se dedican al diseño, el proyecto tomó una mayor dimensión, sumó personal -6 empleados que trabajan en la planta de embalaje en Carmen y otros 50 de manera indirecta-, nuevos productos, y hasta se dedican a brindar capacitaciones y talleres a empresas y escuelas. Pero también esta "minipyme" -como la definió Daniel- cruzó las fronteras de Argentina. Ya comenzó a probarse el producto en la Isla de Pascua, con el plástico reciclado del lugar, para venderlo como un recuerdo a los turistas. 

“Entre los objetivos a mediano plazo de la marca está la expansión de fronteras. Por el momento sólo se comercializa en la Argentina, pero ya comenzamos a vender licencias de distribución, comercialización y fabricación en Uruguay, México y Chile. Está en etapa de prueba en los tres, aunque calculamos que para fin de año o el primer semestre de 2024 arranque", precisó.