Un señor al que le cortaron la cabeza siguió viviendo sin ella. Perdió cuatro de sus cinco sentidos, pero mantuvo el tacto. Usando solo este sentido, logró identificar diferentes objetos que tocaba, aunque se sorprendió al darse cuenta que uno era una piedra verde y dulce. Este hallazgo lo llevó a explorar más la ciudad usando su sentido del tacto.
Un señor al que le cortaron la cabeza siguió viviendo sin ella. Perdió cuatro de sus cinco sentidos, pero mantuvo el tacto. Usando solo este sentido, logró identificar diferentes objetos que tocaba, aunque se sorprendió al darse cuenta que uno era una piedra verde y dulce. Este hallazgo lo llevó a explorar más la ciudad usando su sentido del tacto.
Un señor al que le cortaron la cabeza siguió viviendo sin ella. Perdió cuatro de sus cinco sentidos, pero mantuvo el tacto. Usando solo este sentido, logró identificar diferentes objetos que tocaba, aunque se sorprendió al darse cuenta que uno era una piedra verde y dulce. Este hallazgo lo llevó a explorar más la ciudad usando su sentido del tacto.
Acefalía, de Julio Cortázar restituía un nuevo sentido, el señor se encaminó
vagamente hacia el este o hacia el oeste, pues de eso
no estaba seguro, y anduvo infatigable, esperando de un momento a otro oír alguna cosa, ya que el oído era lo único que le faltaba. En efecto, veía un cielo pálido como de amanecer, tocaba sus propias manos con dedos húmedos y uñas que se hincaban en la piel, olía como a sudor y en la boca tenía gusto a metal y a A un señor le cortaron la cabeza, pero como después coñac. Sólo le faltaba oír, y justamente entonces oyó, y estalló una huelga y no pudieron enterrarlo, este señor fue como un recuerdo, porque lo que oía era otra vez tuvo que seguir viviendo sin cabeza y arreglárselas las palabras del capellán de la cárcel, palabras de bien o mal. consuelo y esperanza muy hermosas en sí, lástima que En seguida notó que cuatro de los cinco sentidos se le con cierto aire de usadas, de dichas muchas veces, de habían ido con la cabeza. Dotado solamente de tacto, gastadas a fuerza de sonar y sonar. pero lleno de buena voluntad, el señor se sentó en un banco de la plaza Lavalle y tocaba las hojas de los BIOGRAFÍA árboles una por una, tratando de distinguirlas y Julio Cortázar (Bruselas, 1914 - París, 1984) Escritor nombrarlas. Así, al cabo de varios días pudo tener la argentino, una de la grandes figuras del llamado certeza de que había juntado sobre sus rodillas una «boom» de la literatura hispanoamericana, fenómeno hoja de eucalipto, una de plátano, uno de magnolia editorial que, en la década de 1960, dio merecida foscata y una piedrita verde. proyección internacional a los narradores del Cuando el señor advirtió que esto último era una continente. piedra verde, pasó un par de días muy perplejo. Piedra En la década de 1960, Julio Cortázar se convirtió en era correcto y posible, pero no verde. Para probar una de las principales figuras del llamado «boom» de imaginó que la piedra era roja, y en el mismo la literatura hispanoamericana y disfrutó del momento sintió como una profunda repulsión, un reconocimiento internacional. Su nombre se colocó al rechazo de esa mentira flagrante, de una piedra roja mismo nivel que el de los grandes protagonistas del absolutamente falsa, ya que la piedra era por «boom»: Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, completo verde y en forma de disco, muy dulce al los mexicanos Juan Rulfo y Carlos Fuentes, los tacto. uruguayos Juan Carlos Onetti y Mario Benedetti o sus Cuando se dio cuenta de que además la piedra era compatriotas Jorge Luis Borges y Ernesto Sábato, dulce, el señor pasó cierto tiempo atacado de gran entre otros. A diferencia de Borges, Cortázar sumó a sorpresa. Después optó por la alegría, lo que siempre su sensibilidad artística su preocupación social: se es preferible, pues se veía que, a semejanza de ciertos identificó con las clases marginadas y estuvo muy insectos que regeneran sus partes cortadas, era capaz cerca de los movimientos de izquierdas. de sentir diversamente. Estimulado por el hecho abandonó el banco de la plaza y bajó por la calle Libertad hasta la avenida de Mayo, donde como es sabido proliferan las frituras originadas en los restaurantes españoles. Enterado de ese detalle que le