Es cualquier acción o reacción, sin importar su grado o intensidad, que implica provocación y ataque. No se limita a actos físicos, sino que puede ser de tipo verbal como los insultos e incluso no verbal como gestos y ademanes.
La agresividad, al igual que la ansiedad, es una reacción más que se puede tener ante estímulos y situaciones que nos afectan y es un comportamiento normal y necesario para la supervivencia.
Cuando una persona no tiene la capacidad de controlar sus impulsos y permite que sus reacciones agresivas afloren de manera indiscriminada tiene efectos negativos.
Estos efectos negativos afectan a la misma persona y a quienes lo rodean. Una persona agresiva encuentra alivio con el miedo y la sensación de poder que le puede llegar a dar ese miedo sobre los demás. Una persona agresiva busca imponer su punto de vista, sus razones (validas o no), sus derechos, y encontrar solo su satisfacción sin importarle los demás.
La agresividad se ejerce con violencia. No es solo con acciones físicas como las peleas y los golpes, se puede ejercer con palabras, gestos y cualquier otra acción que genere miedo, culpa, o vergüenza en los demás. Hasta el tono de voz puede ser una expresión de agresividad.
La agresividad es una reacción que puede llegar a ser expansiva y devastadora. Quien reacciona agresivamente, destruye.
Existen además factores que pueden hacer que la agresividad sea patológica, como es el consumo de alcohol y drogas, además de en general estimulantes del sistema nervioso central, o factores emocionales como neurosis, depresión, trastorno bipolar, etc.
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Psicomérida, Especialistas en Psicología