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«Tú no eras así». Relato de una historia real.

Os voy a contar una historia de una chica que acudió a consulta porque se encontraba perdida, sin rumbo. Además de distintas facetas suyas que presentaban importantes conflictos, la que más le afligía en ese momento era su faceta amorosa. No terminaba de encontrar a un chico que encajase dentro de lo que ella pensaba que era importante tener en una pareja.

Me comenta que hace poco le llegó un mensaje por Facebook de un chico con el que estuvo unos meses, hace ya más de 4 años.

Por resumir un poco la historia, la relación terminó porque ella se enteró que el chico, desde el principio de la relación, estuvo manteniendo relaciones con otras chicas y la engañó en varias ocasiones, no respetando el acuerdo que tenían. Ella, al principio, vio indicios y, aun así, decidió darle un voto de confianza, pero, posteriormente, descubrió mensajes de texto que probaban que él la engañaba y ella decidió mandarle un mensaje y terminar la relación. Para cerrar esa etapa, ella decidió eliminarlo de todas sus redes sociales y bloquearlo de WhatsApp. Él decidió acatar su decisión.

Tras varios intentos de agregarla a sus redes sociales durante esos cuatro años y ella rechazarlo, él decide enviarle un mensaje, en el cual le comenta que cree que ella tiene una concepción equivocada de él y que ella “no era así”, que no entendía qué había ocurrido.

Claro, ella, afligida y enfadada comenta en sesión que no entiende a qué viene ese mensaje tras todo ese tiempo sin contacto alguno y porqué no quiso hablarlo cuando lo dejaron. Necesitaba explicaciones.

Entonces formulamos varias preguntas, entre ellas las siguientes: “¿Qué crees que el chico pretendía conseguir con esa afirmación y con este mensaje? ¿Él te conocía como para saber cómo eras realmente? ¿Qué te aportarían ahora, en este momento de tu vida, esas explicaciones?”

En muchas ocasiones tratamos de darle explicación a cosas que no la tienen para tratar de comprender la realidad y poder encajarla dentro de nuestros esquemas cognitivos. Queremos entenderlo todo para encasillarlo, porque eso es lo que hace nuestro cerebro para aprender conceptos y aprender de nuestras experiencias. Lo que nuestro cerebro no lleva tan bien es ACEPTAR sin comprender.

Si, así como suena, ACEPTAR la realidad tal cual es. No hay una explicación lógica o coherente por la cual ese chico ha decidido que ahora era el momento de tener esa conversación. Ni a ella le iba a servir de mucho preguntarle y escuchar sus razones, porque ya no las necesitaba. No necesitaba a esa persona en su vida y reabrir una herida era algo a lo que ella no estaba dispuesta. No le quedaba más alternativa que aceptar los hechos tal cual se dieron.

En ocasiones reabrimos ciertas heridas para tratar de conseguir una explicación lógica a lo ocurrido, o con la esperanza de que algo haya cambiado y, en la mayoría de las ocasiones, lo que acaba ocurriendo es que le damos oportunidad a la otra persona de que nos siga engañando, porque quizás esa persona lo que necesite es un chaleco salvavidas o simplemente un poco de atención.

No quiero decir con esto que no puedan existir las segundas oportunidades y que la gente no cambie. Pero en este caso, si empiezan juzgándote y reclamándote, invalidando tu experiencia, es muy probable que esa persona siga por el mismo camino por donde dejasteis la relación.

Parte de nuestro autocuidado consiste en protegernos de situaciones y personas que nos hagan daño. Está bien recordar las cosas buenas que tuvo esa relación, pero no olvidemos lo que hizo que se acabase. Nuestro bienestar emocional depende de nosotros y de cómo gestionemos las situaciones que nos van aconteciendo. Es muy importante conocer y definir nuestros límites, además de respetarlos y hacer que las personas de nuestro entorno también los respeten.

 

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