Lección de Anatomía del profesor Tulp, de Rembrandt.
Lección de Anatomía del profesor Tulp, de Rembrandt.

La noticia dio la vuelta al mundo en 2018. Un preso de una cárcel en había sido hallado inconsciente en su celda durante una inspección de rutina. Inmediatamente, el joven de 29 años fue revisado por dos médicos de guardia. El examen concluyó que no presentaba signos vitales. Horas después llegó una médico forense, quien coincidió con sus colegas y emitió un tercer informe que declaraba el deceso del preso. Ordenó su traslado a la morgue. Fue allí que el sujeto comenzó a dar signos vitales. Se escucharon ronquidos y se vio movimiento. De prisa, el hombre fue llevado de urgencia a un hospital. Los tres médicos habían fallado: el joven seguía con vida.

CERCA A LA MUERTE

Si bien las autoridades no informaron sobre las causas que rodearon este caso en concreto, lo que ocurrió con el joven español puede ser explicado bajo los parámetros de la muerte aparente, también conocida como

“La catalepsia no es una enfermedad, es considerada un tipo de muerte aparente. En ciertos escenarios la persona escucha, puede percibir algún estímulo pero no responde. Generalmente, son consecuencias de enfermedades que dañan al sistema nervioso. Las personas que la padecen pueden haber sufrido anteriormente desórdenes psiquiátricos, crisis de ansiedad o pánico, padecer de Parkinson, entre otros”, sostiene el doctor José Luis Pacheco, responsable del curso de Medicina Legal y Patología Forense de la Facultad de Medicina Humana de la Universidad San Martín de Porres.

El especialista forense aclara que una persona con catalepsia no detiene ni suspende sus signos vitales, sino que estos disminuyen, a tal punto que pueden parecer imperceptibles. Esto explica que una persona pueda ser declarada como muerta. Sin embargo, en este estado no se presentarán fenómenos cadavéricos como la lividez, la rigidez o el enfriamiento, características exclusivas de la muerte.

Andrés Santiago, subdirector de la Escuela Profesional de Medicina Legal y Forense de la Universidad Complutense de Madrid menciona en una entrevista a EFE que en la actualidad es casi imposible que un especialista forense pueda equivocarse al certificar una muerte aparente como real.

“Puede que con un estetoscopio no detectes los latidos del corazón o que haya una depresión respiratoria, por ejemplo, a causa de determinados fármacos o puede que tenga una epilepsia que le genere una situación de catalepsia…pero cualquier médico sabe identificar los fenómenos cadavéricos cuando aparecen”, apunta el especialista.

ENTIERRO PREMATURO

“Ser enterrado vivo es, sin la menor duda, la más terrorífica de las vivencias que jamás haya caído en suerte a un simple mortal”. La angustiante sentencia le pertenece al escritor estadounidense , quien sacando provecho del miedo al enterramiento en vida que rondaba en el siglo XIX publicó en 1844 El entierro prematuro, un cuento dedicado enteramente al estado de catalepsia. Ahí nos regala una extracto delicioso, que bien podría resumir lo que significa caer en ella.

“Sabemos que hay enfermedades en las cuales acontece un cese total de las funciones vitales y, sin embargo, dicho cese es simplemente la suspensión, para darle su justo nombre. Es solo una transitoria pausa en el incomprensible mecanismo. Transcurrido cierto periodo, algún invisible y misterioso principio pone en movimiento de nuevo los mágicos piñones y la maravillosas ruedas. La cuerda de plata no quedó desprendida para siempre, no quedó roto irreparablemente el vaso de oro. Pero entretanto, ¿dónde estuvo el alma?”, escribió Poe.

A lo largo de la historia se explica que el miedo a ser enterrado vivo a causa de una catalepsia u otra muerte aparente estuvo generalizado en Europa, en los siglos XVIII y XIX, a tal punto que se desplegaron métodos para evitar equivocaciones. Un artículo de la BBC cuenta sobre la creación de hospitales para muertos en los cuales los cuerpos inertes quedaban en observación hasta que empezaran a descomponerse. En Alemania, hay registro de casas comunitarias para los muertos, donde se mantenían los cadáveres en un ambiente caliente, hasta que por fin la putrefacción confirme el deceso. Y los velatorios también fueron usados por muchos años para tal fin. Tener el cadáver cerca por uno o dos días para ver si presenta signos vitales. De hecho, la etimología de velatorio proviene de velar y este del latín ‘vigilare’, cuyo significado literal es ‘vigilar’. Aunque es necesario precisar que, con el pasar de los años, la religión le ha dado otro fin al rito funerario.

El doctor Pacheco señala que en la actualidad la medicina forense certifica una muerte a partir de tres aspectos: que no se presente signos en el sistema nervioso central, el sistema cardiovascular y el sistema respiratorio.

Los especialistas indican que transtornos como la catalepsia aún pueden ocurrir –además de otros muy similares como esquizofrenia catatónica–, pero la posibilidad de ser enterrados vivos es casi nula. Aún así, como ocurría en siglos pasados, el miedo a que ocurra esto sigue alimentando nuestra imaginación. Por varios años los seguidores de la banda argentina Sui Generis creyeron que “Y rasguña las piedras”, uno de los temas más conocidos de la agrupación, fue creado en homenaje a una novia de Charly García que supuestamente tenía catalepsia. En 1993, el propio cantante desmintió tal rumor con una frase épica: “Boludeces, es un mito. Ni catalepsia ni nada”, dijo exaltado.

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