Nunca cortes lo que puedas desatar

Como bien decía Aristóteles, «no se puede desatar un nudo sin saber cómo está hecho». El problema es que, a veces, llegar a saber cómo está hecho el nudo requiere tiempo, esfuerzo y valor. No siempre es fácil tomar la decisión de sentarse a mirar el nudo, mirarse a sí mismo y preguntarse cómo se ha podido llegar a enredar tanto una simple cuerda. Es más sencillo pensar que se ha enredado sola o que nos la han enredado otros y que, por tanto, no es responsabilidad nuestra pararnos a perder el tiempo pensando cómo deshacer el nudo que le impide respirar. Sería tan fácil dejarla así y mirar hacia otro lado hasta olvidarnos de que existe. O, más fácil aún, coger las tijeras y… ¡problema resuelto!

Lo que no tenemos en cuenta es que una cuerda que se rompe nunca podrá volver a su estado inicial. Podemos intentar repararla haciendo más nudos aún, más nudos como aquel que no quisimos aprender a deshacer. Quizás nos sirva durante un tiempo, pero no será otra vez la cuerda que teníamos al principio, nuestra cuerda.

Por esto, a veces es importante ser valientes, asumir nuestra responsabilidad y valorar si nos merece la pena esforzarnos por deshacer el nudo, por complicado que sea, antes de cortarlo y que no haya vuelta atrás.