COMO UN ADORADOR

COMO UN ADORADOR
Continuación de nuestra serie: ¿CÓMO DESEA PASAR A LA HISTORIA?

Al ir finalizando estas nuestras entregas, leemos en Filipenses 4:20:

«Al Dios y Padre nuestro sea gloria por los siglos de los siglos. Amén»

El apóstol Pablo inicia esta su epístola con acciones de gracias y finaliza con otro acto de adoración. El ser agradecido es parte de la adoración. Nosotros, las criaturas, si podemos bendecir al Creador, como está escrito: Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo (Efesios 1:3), en el antiguo Testamento también se nos exhorta a bendecir a Dios, como leemos en Salmos 34:1: Bendeciré a Jehová en todo tiempo; su alabanza estará de continuo en mi boca y también: Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre (Salmo 103:1). Esto es una correspondencia, porque Dios nos bendice y nosotros le bendecimos, es como que le buscamos porque nos buscó primero, le amamos porque nos amo primero en Cristo Jesús; pero si debemos tener claro que hay diferencia entre ambas.

Cuando Dios nos bendice siempre nos añade algo que no tenemos, que necesitamos y que no podemos adquirir por nosotros mismos; pero cuando le bendecimos no podemos añadirle a Dios algo que no tiene, pues él es todo suficiente; o algo que necesita, porque es en él en quien estamos completos los salvados; o que no puede adquirir por sí mismo, porque es todopoderoso. Cuando le bendecimos es en reconocimiento de las bendiciones con las que nos ha bendecido. El Salmista los expresó muy bien: Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios (Salmo 103:2); y, por su lado, el apóstol Pablo expresó: (…) que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo (Efesios 1:3, entre paréntesis añadido).

Conviene preguntarnos, ¿por qué le bendecimos, agradecemos y/o adoramos? Por la salvación, por la gracia que nos ha transformado a tal punto de querer imitar a nuestro Padre en la generosidad para bendecir a otros y al Reino (ese es el orden de ideas que viene trayendo el apostol), pero en lo que va a decir también debemos elogiar a nuestro Señor Jesucristo, en el versículo 22 el apóstol Pablo reporta unos saludos, y son saludos de ‘los hermanos que están conmigo’, dice Pablo, puede ser los demás que le acompañaban en la prisión o los hermanos que aunque estuviesen libres estaban con Pablo en la predicación del evangelio, aquellos que ‘cobrando ánimo en el Señor con mis prisiones, se atreven mucho más a hablar la palabra sin temor’ (Filipenses 1:14) y reporta saludos de una familia, muy particular y es ‘la familia del Cesar os saluda’ (Filipenses 4:22), no hay evidencia que el Cesar se haya convertido al cristianismo (si hasta se duda de Constantino y que su supuesta conversión solamente fue una maniobra politica de este para crear lo que hoy conocemos como el catolicismo romano). Tampoco hay evidencia de que su esposa o sus hijos. Pero existía una práctica común en aquellos tiempos y era que todos los pertenecientes de una casa llevaban el nombre del pater familia, hoy diríamos el apellido que son solamente los los hijos y la esposa tiene el derecho de agregar a sus apellidos el apellido de casada, pero es un derecho; en cambio, en aquellos tiempo eran la esposa, los hijos, los sirvientes libres y los esclavos. Es probable que esta casa del cesar hayan sido sus mismos esclavos que se convirtieron al evangelio.

Está es otra razón para adorar a nuestro gran Dios y Salvador, que su nombre bendito se impone en donde no lo quieren. Se cuenta que el equipo de Charles Swidoll solicitó permiso en la extinta unión soviética para predicar el evangelio, en un anfiteatro, en donde otros daban charlas del comunismo, del evolucionismo, en donde Stalin dictaba sus charlas a sus jóvenes. Después de varios intentos y respuestas negativas les concedieron el permiso, colocaron una gran manta con la leyenda: JESUCRISTO ES EL SEÑOR, ahí en la cuna del evolucionismo, en donde tanto se magnificó al hombre y se negó y aún maldijo a Cristo, ahí en las mismas narices de Stalin, como en el año 61 después de Cristo, que en el mismo palacio, del gran enemigo de Cristo, en las catacumbas, entre los pasillos, en las mismas narices del César, de aquel que exigía se le declarase: El Cesar es el señor, se predicaba a Jesucristo como el Señor que otorga salvación y vida eterna (Romanos 10:9; Filipenses 2:11).

Y tambien se le bendice por su gracia (versículo 23). Empezó Pablo su epístola con la gracia y termina la misma con gracia. Una despedida llena de gracia, de amor, de parabienes. La gracia comúnmente se ha definido como le regalo de Dios inmerecido por el hombre y eso es cierto, pero sin olvidarnos que es la influencia de Dios en la vida del hombre y que se ve en su diario vivir. O sea que la gracia de Dios no vino y se fue sino que vino para quedarse, para ayudarnos en la vida cotidiana para vencer los pesos que aún hay en nosotros y que quieren mantenernos al ras del suelo. Por cierto, sería una buena serie esta.

Mientras tanto, ¿Caminamos caminante?
Suyo en Cristo Jesús, su hermano y amigo, Erick Solís Girón.

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