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PRETISIONHS DE UN NUETO MUNDO 41
gar, asegnra que: ''más allá del Océano, hay tierral j mar-
gene! de otro Mando."
Y más posteriormente aún, el franciscano inglés, Eoge-
rio Bacón, apcUlidado el "Doctor Admirable'* (1), y con él
el dominico alemán Alberto el Grande (2)^ ambos florecidos
en el siglo xra, creían que del otro lado del Océano habían
países desconocidos, supuesto que se decía que en tiempos
lejanos loa navegantes Fenicios habían atravesado el Océa-
no Atlántico, que habían poblado las islas Canarias y ha-
bían continuado navegando hasta abordar á la costa de la
Florida, cerca de Cuba.
Según testimonio de autoriíados historiadores, el At-
lántico ha sido cruzado frecuentemente por los antiguos: de
allí surge la probabilidad de que América era conocida des-
de época remota por los pueblos antiguos que surcaban los
mares cuando había facilidad de comunicación entre los
Continentes del Antiguo y Nuevo Mundo, que en aquellos
remotos tiempos se hallaban casi unidos por la gran isla
Atlántida. v
(1) Rogerio Bacón, fué uno ^de lo» sabios más ilustreí de su tiempo.
Él ha sido, se puede decir, el precursor de la aviación, cuestión que tanto
preocupa hoy la atención del mundo, pues profetizó la navegación aerea
con motor. Escribió, al respecto, en una de sus numerosas obras las si-
guientes líneas: t Se fabricarán instrumentos para volar, por medio de los
cuales el hombre, sentado ó suspendido del centro, hará mover algún re-
sorte ó manivela, para producir la agitación en las alas artificiales, como
las aves.» El proyecto de máquina voladora que ideó, mediante sus espe-
ciales conocimientos de física y química, es hoy tenido como base del apa-
rato que construyó otro inventor, Blanchard, cuyas experiencias se verifi-
caron en 1782. Rogerio Bacón presentía juiciosamente que el piloto debía
volar sentado, para actuar sobre el mecanismo, motor de las alas; su re-
sorte se ha convertido en motor á vapor, gasolina, eléctrico, etc.
(2) El célebre dominico Alberto el Grande, vulgarizador incansable de
las doctrinas aristotélicas, que estudió con igual lucidez la filosofía, la físi-
ca, la metafísica y todas las lenguas y dialectos de su época, ha derjado, en
w^9 obras, principio! que hoy se aceptan como baae de la aerostaci^B,
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