Page 50 - El Señor de los Anillos
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la abras a nadie hoy, aunque traigan un ariete.
        Frodo fue a reanimarse con una tardía taza de té. Apenas se había sentado,
      cuando se oyó un golpe en la puerta principal. « Seguro que es Lobelia otra vez» ,
      pensó.  « Se  le  habrá  ocurrido  algo  realmente  desagradable  y  ha  vuelto  para
      decírmelo. Puede esperar.»
        Siguió tomando té. Se oyó otra vez el golpe, mucho más fuerte. Frodo no le
      dio importancia. De repente la cabeza del mago apareció en la ventana.
        —Si no me dejas entrar, Frodo, haré volar la puerta colina abajo —dijo.
        —¡Mi  querido  Gandalf!  ¡Medio  minuto!  —gritó  Frodo,  corriendo  hacia  la
      puerta. ¡Entra! ¡Entra! Pensé que era Lobelia.
        —Entonces te perdono. La vi hace un momento en un cochecito que iba hacia
      Delagua, con una cara que hubiese agriado la leche fresca.
        —Casi me ha agriado a mí. Honestamente, estuve tentado de utilizar el Anillo
      de Bilbo. Tenía ganas de desaparecer.
        —¡No lo hagas! —dijo Gandalf sentándose—. Ten mucho cuidado con ese
      Anillo,  Frodo.  En  realidad,  en  parte  he  venido  a  decirte  una  última  palabra  al
      respecto.
        —Bueno, ¿de qué se trata?
        —¿Qué sabes tú del Anillo?
        —Sólo lo que Bilbo me contó. He oído su historia; cómo lo encontró y cómo
      lo usó en el viaje, quiero decir.
        —Estoy pensando qué historia —dijo Gandalf.
        —Oh, no la que contó a los Enanos y escribió en el libro —dijo Frodo—. La
      verdadera historia. Me la contó tan pronto como vine a vivir aquí. Me dijo que tú
      lo  habías  importunado  y  al  fin  te  la  contó  y  que  entonces  era  mejor  que  yo
      también  la  supiera.  « No  tengamos  secretos  entre  nosotros,  Frodo» ,  me  dijo
      Bilbo. « Pero no la repitas. De cualquier modo, el Anillo me pertenece.»
        —Interesante —dijo Gandalf—. ¿Qué pensaste?
        —Si  te  refieres  al  invento  ese  del  « regalo» ,  bueno,  te  diré  que  la  historia
      verdadera me parece mucho más probable y no pude entender por qué la alteró.
      Nada propio de Bilbo, al menos; el asunto me pareció raro.
        —Lo mismo a mí, pero a la gente que tiene estos tesoros, y los utiliza, pueden
      ocurrirles  cosas  realmente  raras.  Permíteme  aconsejarte  que  seas  muy
      cuidadoso  con  el  Anillo;  puede  tener  quizás  otros  poderes  además  de  hacerte
      desaparecer a voluntad.
        —No entiendo —dijo Frodo.
        —Yo tampoco —respondió el mago—. Sólo que anoche me puse a pensar en
      el Anillo. No tienes por qué preocuparte, pero sigue mi consejo y úsalo poco a
      nada.  Al  menos  te  ruego  que  no  lo  uses  en  casos  que  puedan  provocar
      comentarios o sospechas. Te repito: guárdalo en secreto y en un sitio seguro.
        —¡Cuánto misterio! ¿Qué temes?
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