Sánchez se sirve de la desescalada para agraviar a los católicos

Sánchez se sirve de la desescalada para agraviar a los católicos
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El plan de desescalada por fases del Gobierno socialcomunista, ese que supervisa un equipo de expertos que se han convertido en fantasmas dada la negativa de Pedro Sánchez a hacer públicos sus nombres, esconde algunas perlas reveladoras del carácter sectario de un Ejecutivo que, aprovechando la crisis sanitaria, ha decidido agraviar a millones de católicos, impedidos por decreto a ejercer su derecho a la libertad religiosa. Es un ataque más, muy sibilino, por cierto, de un Ejecutivo decidido a impulsar su agenda de ocio laicista.

Y, como muestra, un botón: en fase 1 (la que ya disfruta buena parte del territorio nacional), se permite asistir a un concierto o espectáculo con 200 personas, pero se prohíbe hacer una celebración religiosa al aire libre. Es decir, que se podrá disfrutar de un concierto musical, pero no se podrá hacer una procesión en la calle. Ni 200 personas ni ninguna. Se podrá, eso sí, producir y rodar una obra audiovisual, pero una celebración religiosa estará prohibida fuera de la iglesias. Turismo en grupo hasta 10 personas, sí; rezar fuera de un templo, no. Ni en grupos de 5.

Es obvio que la discriminación y el agravio comparativo no responde a criterios sanitarios, sino ideológicos. A golpe de BOE, Pedro Sánchez restringe la libertad religiosa de millones de españoles con el descaro propio de un cínico. De tapadillo, utilizando de forma torticera el Boletín oficial del Estado, el presidente del Gobierno ha decidido utilizar las fases de la desescalada para castigar a quienes profesan la fe católica, relegados de forma injusta y gratuita.

Por supuesto que lo fundamental en estos momentos es garantizar la salud de los españoles, pero eso no significa que pueda limitarse la libertad religiosa de millones de personas sin justificación. Si se puede asistir a un concierto con un máximo de 200 personas, el presidente del Gobierno tendrá que aclarar las razones por las que está prohibido que 200 personas asistan a una celebración religiosa al aire libre. No hay ninguna razón que lo justifique. Bueno, sí: el laicismo radical de un Ejecutivo que prosigue su ofensiva contra los católicos.

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