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Evitar juzgar podría ser “la mejor forma de caridad”

A veces pensamos que sabemos lo que estamos viendo, pero nuestra comprensión es limitada

No hace mucho, una niña de tres años estaba viendo una película con su familia. Con una expresión de asombro en su rostro, dijo: "Mamá, ¡ese pollo es raro!"

Su madre sonrió. "Cariño, eso es un pavo real". (De Jean B. Bingham, "Traeré la luz del Evangelio a mi hogar", Liahona, noviembre de 2016, págs. 6–9.)

A veces pensamos que sabemos lo que estamos viendo, pero nuestra comprensión es limitada, ya sea sobre pollos, pavos reales o personas. No conocemos la historia completa de la vida de nadie, y no sabemos casi nada acerca de muchas de las personas con las que interactuamos a diario.

Todos sabemos lo frustrante que es ser juzgado injustamente o erróneamente. La verdad es que nadie está calificado para emitir juicios finales sobre nadie más; nuestras propias deficiencias y nuestra falta de comprensión perfecta nos descalifican de eso. Además, ninguno de nosotros está listo para el juicio "final" de todos modos. Todos estamos en ese proceso. 

Si nos enfocamos en las diferencias y las fallas percibidas en quienes nos rodean, eso es lo que obtendremos: diferencias y fallas. Pero si tratamos de ver lo que tenemos en común, lo que compartimos, entonces tenemos una mayor probabilidad de conexión y comprensión. Y hay mucho que tenemos en común: todos compartimos esta tierra como nuestro hogar, todos buscamos la felicidad y la paz, y todos prosperamos en el amor y la conexión. Comparado con eso, nuestras diferencias son bastante menores.

 

Se ha dicho que "la mayor forma de caridad puede ser retener el juicio" (ver "Traeré la luz del Evangelio a mi hogar"). Todos necesitamos amor en lugar de juicio, compasión en lugar de dureza, comprensión y aceptación en lugar de condena. Y aunque nuestras percepciones y nuestros juicios no son perfectos, hay alguien cuya percepción y juicio son perfectos: Dios.  Él ve a Sus hijos con amor y compasión. Él ve nuestro potencial glorioso. Imagina lo que podría pasar si sinceramente tratamos de ver a los demás de esa manera.

Puede parecer obvio, pero los pavos reales no son pollos, y cada persona es maravillosamente única.   Si retenemos el juicio, el tiempo suficiente, para vernos como realmente somos, abriremos puertas de amistad y entendimiento, felicidad y paz.

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