El año pasado os anotamos aquí que la nueva temporada de Borgen era una de las series nórdicas a las que seguir la pista: tener de regreso una de las mejores series de la pasada década, de la mano de Netflix a la coproducción, nos puso en alerta.
Probablemente, habría sido fácil para Adam Price realizar una cuarta temporada de Borgen sin más. Y, posiblemente, los que fueron fans de la serie original de la DR1 habrían celebrado igual revisitar la política danesa con su emblemática Birgitte Nyborg y los periodistas en su órbita. Pero para ser justos con su historia y personajes tras su final en 2013, la excusa para traer de vuelta Borgen tenía que tener sentido. Y lo han conseguido. Además, lo hacen con el añadido de poder disfrutarla sin haber visto las temporadas previas.
Ni el mundo es el mismo de hace una década, ni tampoco lo es Birgitte (Sidse Babett Knudsen). Tanto física como mentalmente está en otro lugar. Tiene más de 50 años y los primeros síntomas de la perimenopausia empiezan a aparecer, pero eso tampoco conseguirá detenerla. Sin una pareja ni familia que le esperen en casa tras su jornada laboral, como ella misma afirma ahora puedo ser yo por fin.
Acaba de ser nombrada Ministra de Exteriores en el nuevo gobierno de coalición danés cuando una empresa instalada en Groenlandia encuentra petróleo: un nuevo reto que afrontar en su carrera política y vital que la pondrá a prueba.
Siempre fue una política carismática e íntegra con unos ideales muy claros, pero el paso del tiempo la ha hecho también más cínica y astuta; y parece estar dispuesta a mover su propia brújula moral y atacar a los que considera sus posibles rivales ante la posibilidad de perder su posición y poder. ¿Dónde estará el límite?
Tampoco se ha detenido el tiempo para Katrine Fønsmark (Birgitte Hjort Sørensen), otro de los puntales de la serie. Con una vida personal mucho más asentada que en el pasado, aquella joven e intrépida periodista que llegó a ser jefa de campaña de Birgitte vuelve ahora al mundo del periodismo en calidad de Jefa de Informativos de la TV-1: la misma cadena que la vio crecer y su segundo hogar.
Las responsabilidades y exigencias corporativas que comporta el nuevo cargo frente a sus trabajadores y empresa, reencontrándose con antiguos compañeros de trabajo –y hasta jefes como Torben (Søren Malling)– que pasarán a ser ahora sus subordinados, pondrán a prueba a Katrine en su cometido de devolver los informativos y cadena a su posición líder.
Desde la misma secuencia de créditos Borgen – Power & Glory se vislumbra más oscura que la serie original. Y lo es no tanto por el entramado geopolítico de fondo, como por la tensión e incertidumbre que generan las nuevas dinámicas de poder que ostentan Birgitte y Katrine y ese no saber cómo responderán ante los escollos que se irán topando a lo largo de la temporada: desde el impacto de su imagen pública en redes a sus choques con compañeros de partido o empresa.
En medio de tanta tensión, resulta de agradecer la presentación de un tercer personaje en la ecuación: Asger (Mikkel Boe Følsgaard), el recién nombrado Embajador del Ártico. Nuevo en el gabinete de Exteriores de Birgitte y en la serie se convierte en el eje emocional del espectador y hasta en alivio cómico en alguna que otra ocasión.
Seguramente el juego de espejos que aporta de sus protagonistas femeninas resultará más gratificante y atractivo entre los que vieron antes ‘la serie madre’, pero os aseguramos que se dan detalles suficientes a lo largo de los 8 episodios como para poder disfrutar de esta entrega de Borgen como si fuera una miniserie, sin haber visto las temporadas previas. Y si os gusta, siempre podéis retomar la original aunque sea en retrospectiva. No os arrepentiréis.
Un buen guion que te mantiene enganchado en todo momento junto a unas interpretaciones magnéticas del cuadro femenino protagonista hacen de Borgen – Power & Glory una de las series candidata a estar entre lo mejor del año. En No Submarines, seguro.
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