Estad Quietos…


El alma de nosotros los humanos es fácilmente «inquietable»… fácilmente «afligible», ¿no es cierto?

Hay diagnósticos que nunca quisiéramos escuchar a nuestros médicos decirnos…¿no es cierto?

Hay penosas y complejas escenas familiares que nunca quisiéramos presenciar.

Hay crisis económicas que nunca quisiéramos atravesar.

Hay traiciones que nunca hubiéramos querido descubrir.

Pero para el hijo de Dios…para el creyente…para aquel que ha depositado toda su confianza en Jesucristo, aún en medio de las tormentas de la vida, hay una frase que suena desde el tercer cielo, de labios del mismísimo Señor y está en el Salmo 46:10…

«Estén quietos, y conozcan que yo soy Dios.»

Y quietos quiere decir eso: «tranquilos»…»sin aflicción»… ¿no es cierto?

Y «conozcan» quiere decir eso: «sepan»…»tengan por seguro»… ¿tengamos por seguro qué?… pues que él es Dios, y él tiene el control del universo en sus manos…nadie más.

Esto es, literalmente, mucho…muchísimo para el alma humana… alma nuestra que fácilmente se abate.

Cualquiera sea la aflicción que estés atravesando, nunca olvides que Dios te ordena (perdón pero…no te lo sugiere…te lo ordena):

«Estad quietos, y conoced que yo soy Dios…»

Tanto está Jesucristo en control del universo, del planeta tierra, de sus habitantes y, por ende, de tu propia vida, que…mira cómo termina este versículo:

«…Seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra»

Pase lo que pase…al final de este atribulador mundo, él va a ganar, y con seguridad, sus hijos ganarán con él.

«Estad quietos, y conoced que yo soy Dios…»

¡Ten un gran día, hoy!

n.r.

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