Reseña: «Duck» de The Aristocrats, el gran trio instrumental regresa en gloria y majestad con todo el groove y virtuosismo. (2024)

Por: Jerson Ricardi

The Aristocrats lanza en este 2024, su nuevo álbum conceptual titulado “Duck”, después de cinco años desde ‘You Know What…?’ del 2019 y ‘The Aristocrats with Primuz Chamber Orchestra’ del 2022, un trabajo de nuevas versiones con orquesta. El caos musical característico aquí, es más ruidoso que nunca, no obstante, logra diferenciarse a todo lo demás en su catálogo. Está mezclado por Forrester Savell (Twelve Foot Ninja, Dead Letter Circus, The Butterfly Effect) y contiene ilustraciones de personajes originales del animador de cine Lance Myers (Space Jam, Anastasia, Quest For Camelot). Disponible en formatos de edición estándar y de lujo, así como en vinilo, editado a través de BOING Music y distribuido por Hostile City Distro/MVD en Norteamérica. Narrativamente, «Es la historia de un nativo de la isla antártica, con patas palmípedas que huye de un policía pingüino hasta la ciudad de Nueva York… donde le aguardan considerables desventuras y peligros».

Iniciamos con “Hey, Where’s My Drink Package”, e inmediatamente, nos ataca Minemann con un sólido groove. El resto de la banda se suma, y Govan se encarga de la melodía ajustada en las bases armónicas por Beller. Un track de siete minutos entretenido, con matices espontáneos, y ritmos entrecruzados que se disfrutan. “Aristoclub” nos da más potencia, más energía, y más rítmica de manera instantánea. Las melodías se mantienen al frente, la intensidad constante, y la fuerza inevitablemente imponente. Las gamas de colores musicales se van intercambiando, ofreciendo una verdadera multitud de texturas directas. “Sgt. Rockhopper” no da respiro, y ataca con todo, llevándonos a una serie de compases incontables. Entre cortes fascinantes y riffs ajustados, las eufonías viajan a través de mesetas sonoras infinitas que solo este trío puede lograr. El desafío, es mantenerse mentalmente de pie después de escuchar todas estas cuantiosas disonancias.

“Sittin’ With A Duck On A Bay” entreteje variados cambios de ritmo y compás, fusionando climas y escalas exóticas. Las atmósferas se intensifican en ambientes experimentales mientras la historia se va contando con precisión. Imposible perderse. “Here Come The Builders” toma prestado para su introducción ‘La mañana’ de Edvard Grieg, y se mezcla con sonidos de construcción en una ciudad. De forma repentina, aparece el ensamble tocando jazz con su estilo propio descomunal. Las acentuaciones se despliegan por doquier, con las tonalidades esenciales y características. “Muddle Through” nos envuelve un poco en otro espacio, dándonos otros timbres, pasajes, e ideas. Pareciera ser un día diferente para nuestro personaje, en una travesía musical inmensa que libera todo tipo de sonoridades compositivas. Definitivamente una secuencia de polifonías prodigiosas que se congregan en una serie interminable de contrastes vehementes.

“Slideshow” no decae, y atraviesa una graduación imponente de estructuras tonales con misceláneos tipos de creatividad. Es, una sinfonía con ciertos movimientos conformes a la continuidad del guion que se va dibujando en la imaginación. Un enjambre de acordes que resuenan ascendentemente a medida que avanza. Ahora, llegando casi al final, “And Then There Were Just UsDuck’s End”, no nos deja atrás en la exploración sonora. Más o menos consonante, se desatan prácticamente nueve minutos de ésta solemne odisea artística. Parece ser que hay más espacio para la improvisación, los solos, y las bases atmosféricas. El cuento va llegando a su fin, y las sucesiones compuestas lo predicen. Por eso, “This Is Not Scrotum” nos comparte desde el principio un preámbulo misterioso y con suspenso cerrando así una magistral obra incandescente. Participan aquí más instrumentos, prácticamente, una orquesta para sumar a la percepción de lo que se cuenta. Una banda sonora que describe al detalle, los movimientos de una serie de eventos puramente trascendentales. 

Con esta performance instrumental, el nivel de inspiración, y virtuosismo en ascenso, se puede considerar a este trabajo como uno de los mejores del año. No importa el tiempo de creación, si el resultado alcanza estos resultados tan desafiantes y estéticos. En todos los aspectos se logran alturas casi inalcanzables de excelencia, que demuestran el ingenio vertiginoso expuesto. La espera de este material ha sido desmedidamente compensada, teniendo en cuenta su armado y producción. Una ambición adquirida en lo narrativo, lo filarmónico, y en las exploraciones inventivas con nuevos e incesantes arreglos. Es una frenética y ávida escalada instrumental, que viaja notablemente en medio de todos los personajes involucrados, sus crónicas, y la música que los acompaña representativamente épica y acertada.   

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