El alcantarillero que se enfrentó a la empresa de los mil millones
Unas trescientas personas de toda España tenemos especialmente marcado este miércoles en el calendario desde hace meses. Este miércoles, día 23 de septiembre, del año 2015; permítanme que lo repita, 2015, el Tribunal Supremo de este país delibera acerca de la sentencia de la talidomida.
Repetía lo del 2015 porque han pasado un dictador, un cambio de régimen, dos reyes, seis papas, siete presidentes del Gobierno y diecinueve ministros de Sanidad, pero sobre todo sesenta años, desde que ese medicamento que una farmacéutica alemana comenzó a comercializar en España, asesinara a 3.000 bebés y provocar serias malformaciones (en el mejor de los casos) a otros tantos.
A toda esa retahíla de cargos, y a Grünenthal, que sólo en el año 2014 ha facturado 1.154 millones de euros, y a toda su red de influencias que llegan hasta las más altas esferas del Gobierno alemán, se enfrentó un hombre prácticamente solo. Ese hombre es de Alcantarilla, se llama Pepe Riquelme, y forma parte de esa raza de héroes anónimos que probablemente nunca tendrá una calle en su pueblo ni un homenaje de sus vecinos, aunque probablemente lo merezca más que el 90% de los personajes y a veces incluso personajillos (en algunos casos afines a dictaduras, en otros, como me recordaría mi querido amigo y compañero Luis Alcázar, simplemente delincuentes) que nombran nuestros callejeros. Pero ese es otro tema.
Permítanme que hoy, aprovechando esta tribuna en la que de vez en cuando les vengo a saludar, le haga yo este humilde homenaje. Y creo que hoy es el mejor día, porque no dudo que, si mañana gana una batalla en la que ha invertido más de 20 años de su vida, de sus esfuerzos, de sus pensamientos y de sus renuncias, la mayoría de ellos de manera silenciosa, no le faltará quien le aplauda, quien le diga que siempre confió en él, incluso oportunistas que surgen de la nada al olor del dinero que puede llegar de la mano de un triunfo judicial.
Hoy es un día para darle las gracias por todo lo hecho hasta ahora, porque, independientemente de lo que digan los jueces, él ha luchado por algo que es justo, ha protegido a las víctimas y ha pedido justicia para los afectados sin desfallecer ante reveses de toda clase. Justicia. Palabra tantas veces usada en vano y en este caso, créanme, no hay una que se ajuste mejor.
Riquelme eligió los mejores capitanes para su batalla, como su inseparable Rafa Basterrechea, o el abogado Ignacio Martínez. El resto tratamos de no estorbar demasiado. Y así hablaron de talidomida en el Parlamento Europeo, le regalaron un uniforme de fútbol al Papa, o llenaron de guillotinas el Congreso de los Diputados o La Moncloa. Con mucho ingenio y nada de dinero. Y es que queriendo se llega a todas partes, aunque te encuentres puertas cerradas, como las de San Esteban pues pidieron entrevista en julio y no han obtenido ni siquiera respuesta. Se ve que la agenda de Pedro Antonio está más ocupada que la del Papa. Igual con una sentencia favorable aparece un hueco.
He leído por ahí que la talla de un hombre se puede medir por el tamaño de sus adversarios. Si es así, Pepe debe ser el hombre más grande de España. Un hombre al que toda la gente de bien, hoy, sin esperar a mañana, debería darle las gracias.
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Teresa | Miércoles, 23 de Septiembre de 2015 a las 10:24:11 horas
Es una pena ke ignoren estas cosas y les den paso a cosa tontas ya podria darle verguenza a los altos cargos y por lo menos ayudar pero este pais no esta por la labor de la ayuda al mas pobre suerte pepe un abrazo
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