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‘Comunicándome con Bimba’

Los que tenemos perro —o los que hemos sido elegidos por  ellos, que nunca se sabe— somos conscientes de que hay dos cosas de las que no podemos escapar: llevar rastros pilosos en nuestra ropa continuamente y recibir el obsequio de cuando en cuando de una buena ración de babas en forma de lametón.

De manera casi automática, hemos consensuado con razonamiento humano que la segunda acción, el repasarnos cara y otras partes de nuestra anatomía con sus lenguas es una muestra de amor de mascota. Vamos, que nos están besando. Y esta explicación, facilona, no siempre responde a la realidad. Hay otras.

En primer lugar, tenga o no tenga mascota, ha de saber que cuando el chucho saca la lengua a pasear se está comunicando con nosotros. Ellos, que no dependen tanto de la vista como nosotros, obtienen la mayoría de la información a través del olfato y utilizan su lengua para leer o transmitir información. Nos chupetean y así obtienen datos de las hormonas que excretan nuestras glándulas sudoríparas. Por ejemplo, si estamos tristes o alegres. Y por supuesto, reconocernos.

Pero también la utilizan para pedir, por ejemplo comida. Son acciones innatas (fruto de la evolución) o aprendidas en su calidad de animales sociales. De cachorros —en su estado menos doméstico— reclaman a su madre la ración proteica lamiéndole el hocico. Además, como no pueden digerir la carne, es la mami quien se la ofrece regurgitada (digerida). Con los lamidos, los peques estimulan esta acción. Estos requerimientos son extensivos también a la demanda de juguetes. Es una de sus muchas maneras de exigir nuestra atención.

Además, de recién nacidos, reciben sus primeros cuidados higiénicos a base de lametones de las madres, que eliminan de su piel restos de la placenta —lo que les ayuda a respirar— y luego otros desechos orgánicos. Es decir, lamer ayuda a establecer vínculos afectivos y transmite protección. La boca es, pues, su principal canal de comunicación.

Pero también puede tratarse de un símbolo de sumisión. En la manada, el perro alfa recibe en forma lamidos de cara el sometimiento del resto. O sea, que puede tratarse de un gesto que confirme nuestro dominio sobre el cánido.

Otro significado es la ansiedad. Cuando están estresados —bien por una separación física o porque sufren dolor— nuestros amigos peludos muestran una tendencia a prodigar lametones a diestro y siniestro.

Sean expresión de cariño, reclamo, curiosidad o ansiedad, en lo que no debe albergar ninguna duda es que no se tratará nunca de una invitación sexual. Los perros jamás comienzan sus preámbulos amorosos con un beso.

Laura Castillo Casi, enfermera y periodista