Ricardo Alfonsín, Juan Manuel Casella, Hipólito Solari Yrigoyen, Aldo Neri y otros referentes del alfonsinismo respaldaron la elaboración de un documento crítico para ser debatido al interior de la UCR en la reunión que mañana se inicia en Córdoba. A diferencia de los directivos de la cúpula del partido que defienden espacios y cargos en el Estado, la movida está profundamente ligada a lo ideológico y la preservación de la identidad “progresista” de la UCR.

Posadas (Jueves, 23 de febrero) Con la consigna: “Radicalizar la UCR” un grupo de dirigentes de la provincia de Buenos Aires, entre los que se encuentran Ricardo Alfonsín y Juan Manuel Casella, impulsaron la elaboración de un  documento crítico con la conducción del partido para debatir en la reunión partidaria  a celebrarse en Córdoba desde mañana.

Más de un centenar de dirigentes se reunieron ayer en el Comité Nacional tras una convocatoria en  «defensa» de la UCR, la preservación de su identidad histórica, de sus valores y la ratificación de sus políticas permanentes en materia de distribución del ingreso, enseñanza pública, relaciones internacionales, derechos humanos y garantías éticas por parte de los gobernantes, en clara reafirmación de su condición progresista«.

Los dirigentes alertaron sobre el peligro de que el partido quede «absorbido» por el PRO, convertido en una de sus líneas internas, pierda poder de «influencia» en la sociedad por carecer de «posturas claras» sobre «los temas centrales de la sociedad» y que quede «extinguido por el fracaso, circunstancia que se produciría si el gobierno de Cambiemos termina siendo derrotado electoral o políticamente». Sobre este punto, plantearon la necesidad de que la UCR pueda «aplicar y difundir su sentido crítico para prevenir y corregir los errores cometidos desde el Gobierno», como forma «adecuada de contribuir a su éxito».

La envergadura del encuentro se desprende de sus participantes y adhesiones. Estuvieron además de Casella, Miguel Bazze, Juan Octavio Gauna, Miguel Ponce, Pedro Calvo, Mabel Bianco, Alberto Conde, Gustavo Grispun, Pascual Capelleri, Guillermo Moreno Hueyo, Fernando Armagnague, Marcelo Canay, Roberto Conde, Luis Menuci, Jorge Cobos, Juan Portessi, Juan José Cavallari, Eduardo Zimmerman, Víctor De Martino y Juan Manuel Moure, entre otros apellidos que sond e por sí referencia del alfonsinismo. Además, se contó con las adhesiones de dirigentes históricos como Federico Storani, uno de los mayores propulsores de la alianza con Macri en Gualeguachú, Aldo Neri, Raúl Galván, Roberto Bereciartúa y Angel «Pini» Elías.

A diferencia de los directivos de la cúpula del partido que defienden los espacios y cargos en el Estado, la movida está profundamente ligada a lo ideológico y la preservación de la identidad “progresista” de la UCR. Un cruce entre Ricardo Alfonsín y el presidente formal del comité nacional,  José Corral, es paradigmático en este sentido. El intendente de Santa Fe dijo, en el calor del debate, que «pelearán en el Gobierno los puestos que crean que pertenecen al radicalismo». Ricardito no dudó en exponer ese pragmatismo y le respondió: «Yo le diría acordate alguna vez Corral de pelear por las ideas de los radicales y también de poder opinar en las decisiones del Gobierno». Precisamente, ya en reuniones anteriores en el mítico Centro Cultural Ricardo Rojas se puntualizaba: “no estamos hablando de cargos. El tema es político, es ideológico, metodológico”.

Radicales en la encrucijada

Este grupo tiene decidido plantar bandera en la reunión de mañana y pasado en Córdoba, a la que no fueron invitados pero irán de prepo. Pero su mirada está puesta en el encuentro en el Comité Nacional previsto para abril.  Se enfatiza en el documento que «los radicales estamos en una encrucijada. Podemos quedar atrapados en una sumatoria de partidos para apoyar el éxito de un gobierno, éxito que deseamos y al que queremos y debemos contribuir; frente al riesgo de no actualizar nuestras posiciones y así no aportar a ese gobierno la fuerza de las ideas elaboradas y consensuadas colectivamente que caracterizó a la UCR”.

Las diferencias metodológicas son más que de estilo. Hay un malestar creciente entre los ucerreístas por la práctica de los DNU del Presidente que, entienden, va a contramano del mandato popular por una mejor calidad institucional en la política. Pero si critican el ninguneo al Congreso, mayor es la irritación por la marginación de la UCR en la toma de decisiones. Critican en ese sentido, más que al PRO y al Presidente, a la cúpula del partido, especialmente a Corral y  Ernesto Sanz, que denuncian, se toma atribuciones que nadie le delegó.

En las observaciones ideológicas, se apuntan desde el affaire del Correo hasta el señalamiento de las presiones al Poder Judicial. «No hay jueces independientes –afirman-  hablar de Justicia independiente es un eufemismo. No cambiamos en nada la Justicia». Y no se refieren a los jueces sino a las prácticas de los operadores como Simón Rodríguez o el tano Angelici.

También aparecen en los señalamientos, nombramientos de carapintadas en cargos nacionales estratégicos como Centurión en la Aduana, o cuestionados como Arribas en la Agencia Federal de Inteligencia. En lo que hace a la gestión, marcan con preocupación la administración de Aerolíneas Argentinas, la destrucción de sus rutas abiertas a los “low cost”.  Cuestionan también, que «el gobierno tiene un alto porcentaje de funcionarios que viene del sector privado que están entrenados básicamente en maximizar la rentabilidad, eso está bien para el sector privado, pero el sector público es distinto precisa de una sensibilidad política y una sensibilidad social». Casella dijo que la jugada apunta a lograr «activar al radicalismo para lograr un cambio de rumbo del gobierno«.

En el documento, los radicales enfrentados con la cúpula sostienen que su intención es «preservar la identidad y la vigencia del radicalismo», reseñan que «la UCR se ha convertido en un partido sin voz, sin opinión conocida, sin comunicación con el pueblo» y observan que «Cambiemos fue una coalición ganadora, que no se convirtió en una coalición de gobierno», para proponer que el centenario partido «debe confirmar que nació como la causa de los desposeídos».

De todos modos, su intención no es romper, ni con el partido, ni con Cambiemos. Reconocen a Cambiemos «el mérito» de «impedir la continuidad de un modelo autoritario y corrupto que pretendía eternizarse en el poder sin respetar límites». Alfonsín, al iniciar la asamblea, puso eso de relieve para evitar malos entendidos. Aseguró que Cambiemos sirvió «para impedir que vuelva a ganar el Frente para la Victoria», pero añadió que «gobernar es mucho más que evitar los riesgos republicanos», para luego opinar que la alianza con el PRO «tiene un defecto de nacimiento: no hubo un acuerdo programático» que a su entender se «puede resolver con la creación de un mecanismo o un ámbito de discusión» entre las fuerzas políticas que la integran.

El ex vicegobernador de Santa Fe y actual legislador nacional Jorge Henn, resumió las tensiones de la UCR en Cambiemos que, aún los propios rebeldes tratan de disimular, cuando el PRO ingresó a la liga mundial de los partidos políticos de derecha. Entonces, fustigó: “el radicalismo debe irse ya de Cambiemos”