Fiesta Litúrgica: 3 de mayo
Santo, apóstol y mártir, uno de los Doce escogidos por Jesús. Hijo de Alfeo, es apodado «el menor» para distinguirlo del otro Santiago, hijo de Zebedeo y hermano de Juan. Aparece en noveno lugar en todas las listas de los apóstoles (Mt 10, 3; Mc. 3, 18; Lc 6, 14; Hch 1, 13).
San Pablo lo llamó «el hermano del Señor», (Gálatas 1,19) – una manera de designar a los parientes más cercanos de la familia. Según algunas fuentes, Santiago habría sido un primo hermano de Cristo, el hijo de Alfeo que era el hermano de San José. Santiago tuvo un hermano que fue también discípulo de Jesús: San Judas Tadeo.
En los Hechos de los Apóstoles se narra cómo en la Iglesia de Jerusalén era muy estimado. Se manifiesta como hombre profundamente conocedor del Antiguo Testamento, entregado a la oración, al amor a los pobres, paciente y con el temple del hombre justo y apostólico, por lo que no es de extrañar que se le apodara «el Justo».
Es el autor de una de las primeras Cartas «católicas» del Nuevo Testamento, es decir, las que no estaban destinadas a una Iglesia particular, como Roma, Éfeso, etc., sino a muchas Iglesias. Se trata de un escrito sumamente importante, que insiste mucho en la necesidad de no reducir la propia fe a una declaración verbal o abstracta, sino en expresarla concretamente con buenas obras. Entre otras cosas, nos invita a la constancia en las pruebas gozosamente aceptadas y a la oración confiada para obtener de Dios el don de la sabiduría, gracias a la cual llegamos a comprender que los verdaderos valores de la vida no están en las riquezas transitorias, sino en saber compartir las propias capacidades con los pobres y necesitados (Sant 1, 27).
De este modo, la carta de Santiago nos muestra un Cristianismo muy concreto y práctico. La fe debe realizarse en la vida sobre todo en el amor al prójimo y particularmente con el compromiso con los pobres. Este es el trasfondo con el que se debe leer también la famosa frase: «Así como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta» (Sant 2, 26). Así es que insiste, sobre todo, en la necesidad de probar la autenticidad de la fe por medio de las ‘obras’, haciendo fructificar ‘la Palabra sembrada’ en el corazón de los creyentes (Sant 1, 21).
Santiago estuvo presente en una de las apariciones de Cristo, después de su Resurrección (1 Cor 15,3-8). Gozaba de gran autoridad en Jerusalén, prueba de lo cual es que San Pedro le manda anunciar su liberación (Hch 12, 17). Es mencionado en la Carta a los Gálatas como una de las “columnas de la Iglesia” (Gal 2,9). (Provigil) Cuando los Apóstoles se reunieron en Jerusalén para el primer concilio (año 51), junto con Pedro, Pablo y Bernabé tomó la palabra y su propuesta, inspirada por el Espírito Santo, fue aceptada por los apóstoles (Hch 15, 13-21). Líder de la comunidad, es quien quedó a cargo de la Iglesia de Jerusalén cuando la dispersión de los apóstoles por el mundo, y fue su primer obispo.
La tradición dice sobre su muerte que el sumo sacerdote Anás II le ordenó renegar de Jesús, pero Santiago, que estaba en lo alto del templo, aprovechando la concurrencia se puso a predicar el Evangelio. Al escuchar esto los fariseos y escribas se llenaron de furor y uno de ellos lo empujó desde lo alto. Santiago no murió enseguida, sino que fue apedreado mientras rogaba a Dios de rodillas por sus asesinos. Se dice que, como tardaba en morir, fue golpeado en la cabeza con una maza.
Su fiesta se celebra el 3 de mayo, junto con la del Apóstol San Felipe. Se le representa con un libro por haber sido autor de una epístola del Nuevo Testamento, y también con ornamentos episcopales por haber sido el primer obispo de Jerusalén.
Recordando al Apóstol Santiago, haremos bien en leer su carta que nos exhorta a ponernos en las manos de Dios en todo lo que hacemos, pronunciando siempre las palabras: “Si el Señor quiere” (Sant 4, 15). De este modo, nos enseña a no planificar nuestra vida de manera autónoma e interesada, sino a dejar espacio a la insondable voluntad de Dios, que conoce el auténtico bien para nosotros. (Alprazolam) Así, Santiago sigue siendo un maestro de vida para cada uno de nosotros.
Fuentes: ACI Prensa
Vatican News
Los Apóstoles de Cristo Rey
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