“Hierro con hierro se aguza; y así el hombre aguza el rostro de su amigo.”

Proverbios 27:17 RVR1960

Los seres humanos estamos cargados de defectos propios de nuestra personalidad y modos de conducta que no necesariamente favorecen nuestra integración en la sociedad. En nuestra niñez, al interactuar solamente con miembros de nuestra familia, creamos costumbres y hábitos que pueden ser consentidas en el marco familiar, pero que pueden ser inadecuadas en otros ámbitos. Al iniciar la escuela, y a medida que crecemos e interactuamos con otros a diferentes niveles, ajustamos nuestra proyección conductual, sin que necesariamente cambien nuestros defectos o malos hábitos.

Quien mejor nos puede ayudar en ese sentido es un amigo. En proverbios vemos: Hierro con hierro se aguza; y así el hombre aguza el rostro de su amigo. De la fricción entre metales se puede lograr afilar herramientas. Cuchillos, machetes, tijeras, serruchos, todo utensilio o herramienta puede ser afilado dependiendo de sus características y se emplean limas acorde a la forma de estas. De esta fricción, se logra mejorar y potenciar las funcionalidades y desempeño. Esto mismo se obtiene cuando mediante la conversación y trato con un amigo, de manera sincera, se corrigen y rectifican nuestros errores. Se emplea el término ‘limar asperezas’ y quizás viene a tono, puesto que la crítica constructiva y oportuna de alguien que nos estima posibilita que nuestros defectos puedan ser corregidos, si escuchamos con humildad y afecto. Por otro lado, una conversación amena y franca nos lleva a afilar nuestro ingenio también, amplia nuestros horizontes e incorpora nuevos conocimientos.

Se dice que los amigos que son la familia que escogemos, y es importante que seamos capaces de escogerlos cuidadosamente. Rodearnos de personas cristianas, sabias, temerosas de Dios, obedientes de la Palabra, que nos aprecien y digan con amor lo que necesitamos escuchar, para cambiar nuestro carácter para bien y ser de edificación también para los que nos rodean. Por otro lado, tenemos ya un amigo fiel en Cristo y un código de conducta en las Sagradas Escrituras, el cuál si seguimos adecuadamente, no solo mejorará nuestra relación con los demás, sino que nos dará salvación y vida eterna.

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