La mirada fragmentada del fundamentalismo.
Me ha parecido encontrar una lección oculta en las actuaciones de algunos personajes de la vida política en Perú, todas ellas casualmente mujeres. Primero debo dar alguna referencia sobre ellas.
Elena Iparraguirre. La llamada Camarada Miriam (71 años), número 2 de la organización terrorista Sendero Luminoso, esposa de su principal cabecilla Abimael Guzmán. Condenada a cadena perpetua por crímenes de terrorismo. Nunca olvidaré su imagen por televisión en 1992, blandiendo un pequeño mástil con banderita de escritorio, y exclamando como una posesa que a su Presidente Gonzalo nadie lo toca.
Martha Chávez. Alta dirigente de la corriente fujimorista (65 años), o la derecha populista en Perú. Fue Congresista, Presidenta del Congreso y candidata a la Presidencia de la República por el partido fujimorista en 2006. Es una conocida negacionista, llegó a decir que los estudiantes de la Universidad La Cantuta, asesinados por un grupo paramilitar en 1992, se podrían haber “auto-secuestrado”. Trató de justificar como un caso casi normal la conducta de otro congresista fujimorista, sancionado por acoso sexual contra una aéreo azafata a fines del 2018.
Rosa Bartra. Más joven que las anteriores (44 años), también congresista fujimorista en la actualidad, fue Primera Vice-Presidenta del Congreso y Presidenta de una importante Comisión de Investigación del caso de corrupción conocido como Lava Jato. También es muy conocida por una defensa cerrada del fujimorismo, y también ser una negacionista muy mediática. Pocos días antes que el referéndum diera hasta un 90% de aprobación a las ideas del Presidente Vizcarra, ella no tuvo mayor ocurrencia que declarar: “El nivel de desconexión de Vizcarra con el país es increíble” (Perú21, 6–12–18).
En mi modesta percepción (y en la de muchos) son tres casos de muy altas dirigentes políticas que evidencian una mentalidad fundamentalista, apasionadamente intolerante hacia las ideas ajenas, y que consideran como verdad absoluta las posturas de sus líderes y las de su grupo extremista.
Se asocia el fundamentalismo a la creencia muy arraigada, fanática, de que mis ideas son las únicas correctas, ideas que pueden originarse en el pensamiento iluminado de su líder, o en una lectura demasiado literal de la Biblia o el Corán, o basarse en el Libro Rojo de Mao Tse-tung. Si bien puede y debe aceptarse que el método científico proporciona verdades sobre hechos verificables y externos al ser humano, sería muy desacertado creer que la interpretación de las intenciones o motivaciones humanas pueden asumirse como verdades absolutas.
Un ejemplo simple sería lo que afirma la ciencia sobre la composición del agua, en base a moléculas de hidrógeno y oxígeno (H2O). Se acepta como verdad científica porque existe abundante evidencia al respecto. No vamos a encontrar a un experto serio que diga lo contrario.
Sin embargo hay otras esferas de la realidad, en las cuales no podemos pretender que haya una sola verdad, porque esa realidad está sujeta a juicios interpretativos. ¿Por qué busca un gobernante prolongar su mandato legalmente establecido? ¿A qué se debe que unos estudiantes habrían desaparecido? ¿Por qué se realiza una consulta popular o referéndum? Estas preguntas van a producir diferentes respuestas, y muy pocas veces habrá alguna de tipo unánime. Se requiere el juicio experto de un Juez íntegro o de una autoridad reconocida, para establecer la interpretación más válida, y las evidencias que sustentan esa interpretación. Algunos discutirán incluso la validez de esas interpretaciones.
Lo que ocurre con el fundamentalismo es que aplica criterios de verdad indubitable a temas religiosos, ideológicos o políticos, donde no es recomendable aplicarlos. En un extremo, el fundamentalista se convierte en negacionista, porque hasta las cosas evidentes son negadas. Eso se nota claramente en las frases glosadas de Martha y Rosa.
Cuando una mentalidad fundamentalista llega a gobernar un país, es frecuente que se transforme en un gobierno totalitario, que niega a los demás sus libertades fundamentales. Ha ocurrido muchas veces en la historia. Y el costo ha sido millones de víctimas en campos de concentración o en guerras sangrientas.
¿Cuál es el esquema que conduce al fundamentalismo? Una explicación convincente nos dice que lo más probable es que haya una mirada fragmentada en la consciencia fundamentalista. Una visión integral de la realidad nos permite conectar sus diferentes esferas pero a la vez diferenciarlas, no disociarlas. Por ejemplo, integrar el mundo de la ciencia, de la moral y del arte. Integrar también el mundo de la materia, la vida, la mente, el alma y el espíritu. Son distintos modos de comprender y aproximarse al mundo, y sin embargo tienen una íntima conexión entre sí.
La ciencia no debe impedir que seas un persona sensible y compasiva. La espiritualidad o la religión no debe impedir que tengas una visión científica y racional allí donde eso es pertinente. En cambio, la visión fragmentada subordina a una sola dimensión, por ejemplo la mental, las demás esferas de la realidad. El fundamentalista quiere aplicar su visión parcial y fragmentada de la realidad, a todo lo demás. La lección sería estar prevenidos contra esta peligrosa forma de relacionarse con el mundo.
