Un barrio dividido por sus cotidianos: Las facultades imponen su agenda en la zona entre Parque Saavedra y Plaza Rocha

franco coscarelli
4 min readJul 5, 2022

Los vecinos de ambas instituciones tienen opiniones divididas, entre antiguos y nuevos residentes la idea de vivir cerca de un lugar que aglomera a tantos estudiantes varía. Un vistazo al contexto y modos de vida que rodea uno de los focos juveniles más grandes de la ciudad.

Los vecinos del barrio que conforman el Bachillerato de Bellas Artes y las facultades de Artes y Trabajo Social tienen un modo de vida distinto al del resto de la ciudad. Durante la pandemia la nueva normalidad se transformó en la antigua normalidad del barrio, antes de que estas dos instituciones englobearan tantos estudiantes, o siquiera estén abiertas.

Hoy en día todo volvió a como era antes del 2020, y la tranquilidad vivida durante los 2 años de aislamiento y distanciamiento social se acabó. Para muchos este es el lugar donde estudian y se divierten, teniendo en cuenta la cantidad de opciones recreativas con las que cuentan cerca de las facultades, bares, recitales y espacios verdes. Pero, para muchas otras personas este es el lugar donde viven y poco pueden hacer contra el hecho de convivir con un foco juvenil tan importante.

La dinámica de los días de semana es frenética, las clases en las facultades y en el secundario empiezan temprano, el flujo entrante de gente es acompañado del tráfico y el recorrido de la línea 275 que transita las calles de la zona. Es ininterrumpido el caudal de jóvenes entre las dos sedes de Artes, una en la diagonal 78 y 62, la otra también sobre la diag. 78 pero entre 8 y Plaza Rocha. Es como un arroyo que corre constantemente los días de semana y se seca los sábados y domingos. Este cuerpo de agua conformado de gente en lugar de líquido tiene algunos diques creados por las colas de espera para ingresar a distintos negocios que generan los mismos estudiantes y algunos vecinos. Alrededor de este arroyo metafórico se asientan las tribus de comerciantes y vendedores. Librerías, fotocopiadoras, kioscos, pan relleno, no falta nada para la vida universitaria.

En diálogo con los vecinos de la zona se denuncia una situación de resignación. La mayoría de los entrevistados son personas mayores, ya cansadas del bochinche de la juventud y rendidas al destino que les tocó. Complicaciones para estacionar el auto durante el día, veredas infestadas de gente, jóvenes descansando en las entradas de sus casas y los eventuales espectáculos callejeros o cortes de calle producto de la cercanía a las facultades.

Pablo, un vecino de 35 años que vive en el barrio hace 10 años, contó su experiencia: “Al principio estaba chocho, las guitarreadas, el movimiento de gente, las actividades que proponían las facultades, era buenísimo. Pero ahora ya estoy cansado, no los aguanto más. La verdad no soporto más salir a hacer un mandado y tener que esquivar gente, ni te cuento el día que tengo que imprimir algo”.

Las opiniones como las de Pablo son las más numerosas. El hartazgo de los vecinos es lo normal en el barrio. Por fuera de los estudiantes que viven cerca de sus centros de educación, que están más que felices de su situación, hay quienes les agrada vivir en un lugar tan lleno de vida. Aunque son pocos los que opinan así, está el ejemplo de Marcela, que reside en el barrio desde antes del retorno a la democracia, quien le encanta “que los chicos estén al sol, en la calle, los sonidos de la música que hacen en Artes, las manifestaciones de Trabajo Social y la feria que organizan los jueves. Al verlos agradezco que la facultad sea gratuita, y la cantidad de chicos que se ven es un constante recordatorio de eso”.

Al final de la charla recordó el Distrito Militar que funcionó durante la dictadura en la manzana de 10, 63, 9 y 62, donde ahora están la Facultad de Trabajo Social, el Bachillerato de Bellas Artes y la Sede Fonseca de la Facultad de Artes. “Siempre estoy agradecida del cambio que trajo las facultades en este barrio. Por más dolores de cabeza que dé la actualidad barrial de esta zona, fue un cambio más que bienvenido pasar de tener un regimiento militar en la zona a solo quejarse de unos chicos en las calles.

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