telexmag
2 min readAug 2, 2023

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Palabras laudatorias en una noche que no tiene nada de singular. el epíteto de mi mismo no es nada más tibio que el propio agua. voluble, plano, disuelto en algo, como cuando jugábamos a bucear y encontrar cuevas con animales de ocho patas, con pico como pájaros pero volando sumergidos y ocultos en la oscuridad. como fosfenos recuerdos de abnegación no encuentro ni gota en el cemento. solo un agalbanado ruido, abandono que deja a medio crecer toda planta provista de pétalos. y yo creo que es irremisible, que el "yo" ya no aprende, no crece, no brota, que si un tropismo lo lleva al abismo no hay cambio. como un «clochard» por un barrio de lenguas extrañas, que busca y vaga por algo obscenamente mejor a lo que ha tenido cerca, ahí adentro, en su cama. desabotonando cada rastro de ternura en la vida cotidiana. y en las hermosas mejillas de los cristales de los autobuses encuentro luces de farolas y sombras de la luna. escribo atento, analítico y ajeno, en un insincero intento de volver nómada a la tristeza. denuestando los eléboros, agrediendo las señales de tráfico, me como acentos, vomito coletillas y colillas. hago, dejo de hacer, retomo y tomo una cerveza. tomo un tomo, leo, acoto, cortejo. juego en junio, jorobo este texto.

Jaleo y jaleo, casi sin reír, me encuentro un búcaro y lo estallo en pedazos de cristal negro. Los pego en forma de manzana porque el pecado se parece al pegado.

Auxilio sonidos sordos, así como gritos, solo para no escucharme. Y me llamas, y me dices al oído, tímpano, martillo y cientos de huesecillos, y los haces vibrar. Y me haces olvidar la tipografía de tu boca.

«Desafía un cielo que una vez más propone las cartas sin abrir, entabla una lenta, interminable cópula con un cielo que exige obediencia y desorden. La postura canónica desdeñada por caricias que desnudan de otra manera los ritmos de la luz en el mármol de la piel, que ciñen esas formas donde se deposita el tiempo de los astros y alzan a sexo, a pezón y a murmullo. Erotismo al término de una moral y una historia, rampas de los observatorios de las sábanas donde las vastas curvas de senos y de muslos ceden sus derroteros de delicia a una mirada que posee por transgresión y respeto, y que salta a lo innominable desde sus catapultas de tembloroso silencio mineral de océanos de pieles. Así como olas batiendo contra el entendimiento de dos naturalezas indistintamente desapegadas.»

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soy un eufemismo llamado "suedehead", quiero ver Beirut.