El otro día recibí un email que me sorprendió. Era una nota de prensa de una empresa con la que no trabajo para que por favor la publicara en algún medio. El primer pensamiento que tuve fue: ¿quieren que les pase una propuesta para contratar servicios de comunicación? Luego pensé que tenía que ver con información para el blog en el que colaboro… pero la información no encajaba.

Así que bueno, expliqué cuáles son los contenidos que me interesaban para proponerlos al editor y que puedan tener cabida. Aún así, la respuesta fue para mi punto de vista de nuevo sorprendente: “bueno, yo te voy enviando cosas” (espero que tengan que ver con lo que necesito).

Es importantísimo tener muy claro cuáles son los contenidos que le pueden interesar a qué medio y a qué periodista dentro de ese medio. Por favor, no enviemos notas de una convención sobre lo último en TI al redactor de deportes. Puede que tengamos suerte y se lo envíe a quien corresponda, pero dependemos más de la buena fe del receptor que de otra cosa.

Cuidado con enviar porque sí, porque ya bastantes emails manejamos todos cada día como para llenar la bandeja de entrada con otros que nada tienen que ver y además van a terminar en la papelera.

El problema, es que la próxima vez que se reciba un email de este tipo, a lo mejor, ya no es sólo el email el que termina en la papelera, sino que automáticamente se incluye al remitente en una lista digamos negra que filtra los mensajes y claro acaba en la carpeta correo no deseado y no en la bandeja de entrada.

Así que un consejo, tengamos muy claro a quién enviamos el qué.  Para eso, una base de datos actualizada, un contacto directo con periodistas, el conocimiento del medio, de las fechas de cierre, del contenido que se publica y de la periodicidad de publicación son fundamentales.

¿Qué opináis sobre los envíos masificados? ¿Y de los contenidos? ¿Se envía lo más adecuado?