martes, mayo 21 2024

Los trolls que amo y desearía que llegaran al cielo antes que yo. by Úna Fingal

O de esas criaturas dedicadas única y exclusivamente al arte de tocar las narices al personal por simple deporte. Sí, es esta una práctica extendida entre adictos a jorobarle el día a uno, pertenecen a la religión de Los Misioneros del Caos cuyo principal mandamiento de fiel observancia es: «Joderás al prójimo».

Hábiles y entrenados suelen ocultarse a la vista. Es decir pasan entre nosotros con la mayor impunidad, mezclados entre el más común de los mortales. Podría ser cualquiera. Así pues, deberíais desconfiar hasta de la abuela que cuenta los céntimos para pagar el pan delante vuestro.
¿Cómo trabajan? Eligen una entidad y bajo ella vandalizan al ingenuo usuario internauta, le minan la moral con ataques a su trabajo, discusiones incendiarias en los foros, hostigamiento general, se apropian de perfiles de famosos y se hacen los amos, señorean entre los bibliotecarios de la Wikipedia impidiendo colaboraciones, se enrocan en blogs haciendo la vida imposible a sus seguidores, los escritores les resultan especialmente suculentos y se dedican a increpar su obra e ideario con afán. ¿Cómo? Entrando a degüello contra las opiniones más sensatas y contra los trabajos más buenos. Se lo cargan todo y generan irritación constante porque inventan, mienten, tergiversan, lesionan, destrozan, ensucian… Son garrapatas capaces de succionar sin descanso el ingenio y la creatividad para soltar a cambio detritos (mierda en castellano), con el objetivo de convertir la belleza en lodo infecto. Se nutren del cabreo y la desolación.
¿Consiguen alguna satisfacción? Es difícil de saber, quizás se dedican a esto por vocación, por resentimiento contra la humanidad, por rareza, por soledad, por afición… El caso es que existen y desean llevarte con ellos a su infierno particular. Puedes eliminarlos que ya aparecerá otro. Al final, el trato continuado se convierte en costumbre y el día que no aparecen los echas de menos. Entonces te planteas sino se habrá establecido una relación de amor—odio entre el troll y tú, y la sensatez te devuelve a la realidad, dispones el cursor sobre la opción bloquear y piensas un segundo: «Sal de mi vida troll hijoputa, así te salte el puto ordenador por los aires», y por fin le das al bloquear con una fuerza desmedida, como si fueses a provocar una explosión nuclear. Luego respiras feliz y en paz, y por un instante te sientes en el mismo cielo, o la nada, o el limbo, pues sabes que allí has dejado al tan amado troll, y con buen ánimo regresas a la tierra dispuesto a proseguir tu andadura particular por la enredada jungla virtual.

Libros de Úna Fingal:

Novedades: https://www.unafingal.com/copia-de-inicio

https://sapphirusliber.wordpress.com/

http://isabellaso7.wix.com/unafingal#!books/cnec

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