Cierro los ojos y recuerdo estos días. Recuerdo aquel 24 de diciembre cuando nos reuníamos en familia y festejábamos Noche Buena; el 31 de diciembre, cuando nos alistábamos para arrojar un cubo con agua a la calle, y brindar con Cidra o Champagne por el nuevo año; mientras otros daban vueltas a la manzana en sus barrios para que se les dieran futuros viajes al extranjero.
Tuve una vecina que cada fin de año se daba su recorrido a tal punto que después de varios intentos, hoy comparte con su hijos las navidades.
Dice mi abuela, que arrojar el agua a la calle se lleva lo malo del año que concluye, al igual que quemar los famosos muñecos, confeccionados por los propios miembros de las familias. Ese es un momento hermoso y divertido. Mi experiencia es esa, nos reunimos los vecinos, nos abrazamos, y nos deseamos lo mejor para el año entrante.
También, recuerdo que este mes es especial para consolidar el amor entre parejas. No hay nada mejor que dormir con tu otra mitad, entre la cálida colcha, y despertar en un nuevo amanecer, seguros de amarse por siempre.
Las cenas se tornan más románticas y placenteras, los ojos destellan felicidad y los labios están deseosos de un apasionado e intenso beso.
Los amigos no quedan atrás, ellos comparten cada día y también hacen de las suyas para no olvidar los buenos momentos.
El puerco asado, el arroz congrí y la yuca con mojo es la combinación perfecta, de estos días, en la cocina cubana. En los patios de los hogares preparan con antelación la parrilla para elaborar el puerco, y todos quedamos impregnados del olor que ambienta el entorno.
Pero lo más bello de diciembre es la unidad familiar; el momento feliz que se pasa con las personas que más quieres en la vida, las horas de bailes y risas y la satisfacción de estar vivo otro año más.
Por eso deseo un feliz año nuevo, mucha salud, paz y alegría para los corazones de todos: mi familia, amigos y por qué no también, a los desconocidos.