El tag de la filosofía del amor

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(Comienza el vídeo yendo a la estantería a buscar en la enciclopedia EDAF la definición de amor y leyéndola. Canción «Breakin’ Up Is Hard To Do» de Neil Sedaka + imágenes del vídeo con la actuación de Neil Sedaka cantando y su primer plano)

Amor: «afecto por el cual busca el ánimo el bien verdadero o imaginado, y apetece gozarlo»

 «Breakin’ Up Is Hard To Do» (Neil Sedaka)

Diccionario enciclopédico EDAF, 1, a-baj, Madrid, 1972, p. 411

INTRODUCCIÓN

Cuando era pequeño y más joven que ahora era muy enamoradizo: me enamoraba cada dos por tres…

(vídeo buscando en la estantería un álbum de fotos antiguas y pasando algunas de sus páginas + imagen del vídeo de mi amigo Javi tocando la darbuka y otro vídeo antiguo mío en Plaza de España – Efecto de vídeo cómic)

…en parvulitos de 4 y 5 años, en la escuela, en el instituto, en los campamentos de verano, en las clases de idiomas, en la universidad… Siempre tuve mis personas favoritas, admiradas, deseadas, anheladas, pensadas. En la adolescencia llegué a ser bastante cursi: pensaba en mis amores mientras escuchaba canciones de amor americanas de rock and roll: Neil Sedaka, Everly Brothers, Bobby Vee

(Imágenes de actuaciones de los artistas citados)

 Bobby Vee – Take Good Care Of My Baby

Ofrenda a Venus (1518-1520). TIZIANO, VECELLIO DI GREGORIO. Copyright de la imagen ©Museo Nacional del Prado

Así que me tocó pensar mucho en el amor… ¡qué remedio! Era una constante víctima de los enamoramientos, los cuales yo vivía con gran intensidad pues en el fondo se trataba de excesos -el amor, como dice Aristóteles, es una especie de «exceso de amistad»-: obsesiones que me hacían idealizar a la persona amada en cada época.

Aristóteles, Ética a Nicómaco, traducción de Julio Pallí Bonet, Editorial Gredos, Madrid, 1985, p. 374 (Libro IX, 1171a 10-15)

Cuando terminó mi primera relación más o menos seria (aunque todavía no era más que un pendejo inmaduro) un amigo cercano me dijo algo así como que -creo recordar-: «las relaciones tan jóvenes suelen acabar en fracaso». Recuerdo que rechacé de inmediato su diagnóstico de lo que había ocurrido: no podía yo entender como un fracaso la vivencia tan intensa de aprendizaje acelerado que había supuesto mi relación. Es más: me prometí mantener, después del necesario duelo, la amistad con la ex-pareja en cuestión: alguien con quien tanto había aprendido no podía dejar de ser mi amiga. Me negué a considerar nuestra ruptura un mero fracaso: habíamos vivido momentos únicos que jamás íbamos a olvidar.

Hubo más experiencias: una de ellas fue como un amor cósmico inevitable, una fuerza de la naturaleza que no podía ocultarse, un torbellino que todo lo podía y que me arrastraba con él. Suena un poco exagerado, pero yo lo viví como si se tratara de algo no distinto a la misma fuerza de la que habló Empédocles, esa amistad que mantiene unido todo el universo (alternándose con ese odio que todo lo separa).

Empédocles de Acragas, 348, en G. S. Kirk, J. E. Raven y M. Schofield, Los filósofos presocráticos. Historia crítica con selección de textos, versión española de Jesús García Fernández, Editorial Gredos, Madrid, 1999, p. 409

Con los años iban llegando más experiencias: en una especie de delirio de lucidez llegué a pensar que el amor consistiría, como cuenta Sócrates que le contó la extranjera Diotima de Mantinea, en una suerte de ascenso del alma hacia lo divino: las diversas bellezas que nos vamos encontrando en nuestro caminar por el mundo son como peldaños en una escalera que nos lleva a la cumbre, a la sabiduría, al conocimiento puro y desinteresado de la belleza.

Retrato de Jadwiga Łuszczewska como Deotymy – De Józef Simmler (1855) – http://www.pinakoteka.zascianek.pl/Simmler/Index.htm, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=2254254

Amor” (en Platón), en José Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía, Tomo I (A-D), Editorial Ariel, Barcelona, 1998, p. 134
Platón, Banquete, traducción de M. Martínez Hernández, en Platón, Diálogos III, Gredos, Madrid, 1997, pp. 262-264 (210a-211e)

(lectura a la luz del fuego de algunas líneas del discurso de Diotima)

Y es que en los ojos de la persona amada, si se mira bien, pueden verse los ojos de todos los amores, pasados y futuros; es decir: puede verse algo así como la misma idea platónica de Belleza.

Ibídem

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TIPOS DE AMOR

Indudablemente, cuando hablamos de amor, no solo nos referimos al amor pasión: hay muchos tipos de amor. Se ama a la persona de la que estamos enamorados, sí, pero también se puede amar a nuestros padres, a nuestros hermanos, a nuestros abuelos, a nuestros amigos: se trata de la misma palabra, pero no es el mismo sentimiento. Puedo amar el poder, el dinero o la gloria. También amarme a mí mismo. Puedo amar a Dios, si creo en él. Amo el vino, la cerveza, el jamón. También amo a mi equipo deportivo, si es que me gustan los deportes de equipo; amo mi país; mi profesión, mi oficio, mi actividad: las amo tanto que realizo con sumo cuidado mi tarea. Soy un peluquero minucioso, amo a mis clientes, deseo que salgan de mi peluquería más felices de lo que entraron, satisfechos de haber elegido mi negocio, más guapos, más cómodos, más relajados, sintiéndose mejor.

(imágenes grabadas en Japón: partido de baseball y saludo al público, peluquería con peluquero minucioso, paisajes…)

André Comte-Sponville, Ni el sexo ni la muerte, tres ensayos sobre el amor y la sexualidad, I: El amor (introducción), traducción de Alicia Capel Tatjer, Paidós, Barcelona, 2012, pp. 26-27

Como señala el filósofo André Comte-Sponville, hay, al menos, tres nombres griegos principales para designar el amor: erosphilia ágape.

Ibíd., p. 28

El eros es el amor pasión que sentimos cuando estamos enamorados, pero en el sentido más fuerte y verdadero, cuando estamos «pillados» o «enchochados». Eros es deseo y carencia: deseamos lo que tenemos mientras no lo tenemos. El amor erótico, el amor-pasión, tiene la peculiaridad de alimentarse más de la ausencia que de la presencia: según una caprichosa contradicción, el deseo se apaga en cuanto es satisfecho y no renace hasta después de pasado un tiempo dedicado a otros asuntos en ausencia del objeto deseado. Por eso podemos decir que eros se alimenta tanto de la presencia del objeto amado como, sobre todo, de su ausencia, pues es necesario que nos distanciemos de nuestro objeto amado para que el deseo pueda volver a renacer.

Luc Ferry, Sobre el amor. Una filosofía para el siglo XXI, traducción de Núria Petit Fontserè, Paidós, Barcelona, 2012, p. 59

Philia, otro de los nombres griegos del amor, consiste en la alegría de amar: amar es alegrarse, como dice Aristóteles. Philia sería, según el filósofo Luc Ferry, «la alegría que nos da la simple existencia del otro. Es la alegría sin ningún motivo, por decirlo así, o en todo caso sin más motivo que la existencia y la presencia del ser amado». Se trata de una forma de amor gratuito, exenta de cualquier cálculo: al contrario que eros, se alegra esencialmente de la presencia del objeto amado: es la presencia misma del otro como tal (de nuestro hijo, de nuestro amigo, de nuestros padres, de nuestro trabajo, de nuestro país…) la que nos da alegría.

Aristóteles, Ética Eudemia, traducción de Julio Pallí Bonet, Editorial Gredos, Madrid, 2000, p. 500 (Libro VII, 1237b)

El tercero de los principales nombres griegos del amor es ágape. Con los otros nombres hemos designado lo que amamos y nos falta (eros); o lo que somos, lo que hacemos, lo que son nuestros amigos, de cuya presencia disfrutamos, lo que no nos falta (philia). Este tercer nivel del amor es en el que hicieron hincapié los cristianos: aquello que ha sido traducido por «caridad». Se trataría de un amor libre de cualquier codicia, de cualquier egoísmo, cuando quiero al otro exclusivamente por su propio bien y ya no por mi propio bien. Se trataría algo así como un amor liberado del ego: un amor sin egoísmo, sin posesión, sin pertenencia. En la teología cristiana, ágape va muy lejos: en principio, llega hasta el amor al enemigo: un sentimiento que me permite seguir reconociendo, a pesar de todo, al hombre que hay detrás de cada monstruo posible, y a tratarle humanamente, aunque nos opongamos a él.

André Comte-Sponville, Ni el sexo ni la muerte, tres ensayos sobre el amor y la sexualidad, traducción de Alicia Capel Tatjer, Paidós, Barcelona, 2012, p. 84
Ibíd., p. 100

Como señala Comte-Sponville, estos tres tipos de amor (eros, philia y ágape) no constituyen tres esencias separadas: se trataría, más bien, de «tres polos» de un mismo campo, el campo del amor, o tres momentos, pero dentro de un mismo proceso, que es el «proceso de vivir». Nuestras historias de amor evolucionan entre uno u otro de estos tres polos.

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EL AMOR, HOY

El filósofo Luc Ferry ha señalado que hoy, el amor, se ha convertido, al menos en el mundo occidental, en «un nuevo principio del sentido de la vida».

Luc Ferry, Sobre el amor. Una filosofía para el siglo XXI, traducción de Núria Petit Fontserè, Paidós, Barcelona, 2012, pp. 56 y ss.

Con el tiempo, el matrimonio por amor ha ido sustituyendo al matrimonio por interés. En realidad, el matrimonio por amor es un invento europeo relativamente frecuente, que se hizo posible tras la Revolución Industrial: los movimientos del pueblo a las ciudades por parte de la clase obrera permitió a las mujeres salir de la tutela sofocante del pueblo y tener, por primera vez en su vida, un salario. Pudieron, entonces, empezar a elegir al compañero que su corazón les dictara. La burguesía tardó más tiempo en realizar este cambio, por razones de conservación del patrimonio: solo hasta después de la Segunda Guerra Mundial se impondrá el matrimonio por amor en todas las clases sociales. En nuestra monarquía española, por ejemplo, hemos podido ser testigos hace pocos años del casamiento del Rey de España con una persona plebeya, no perteneciente a ninguna familia real, por causa del amor.

La dinámica del amor parece continuar imparable: el matrimonio homosexual sería la continuación natural de un movimiento que pretende desconectar totalmente el matrimonio de sus motivos tradicionales (biología, linaje, economía) para basarlo exclusivamente en el amor. El amor, pues, se ha convertido, en el único principio en el que se basa la familia. Ni siquiera hace falta ya casarse para hacer una familia, pues existen las «parejas de hecho». Esto ha provocado, según Ferry, el desarrollo de un amor inmenso y de nuevo tipo hacia los hijos, que no tiene precedentes en la historia. Todo esto está suponiendo una verdadera revolución: la revolución del amor.

A lo largo de la historia, hemos considerado sagradas determinadas figuras tradicionales; figuras por las cuales se ha muerto y matado en masa. Esencialmente, las tres «causas sagradas» han sido Dios, la Patria y la Revolución. Hoy en día, al menos en Europa, nadie parece dispuesto a morir por Dios, por la Patria o por la Revolución. Hoy lo sagrado, tras un proceso de deconstrucción, se ha desplazado, constituyendo un nuevo fundamento del sentido de la vida en la Europa de hoy. Así, afortunadamente, ya no estamos dispuestos a morir por entidades abstractas: ni Dios ni Patria ni Revolución. Los únicos seres por los que estaríamos dispuestos a morir o a arriesgar nuestras vidas son aquellos que el amor ha sacralizado: ya solo estaríamos dispuestos a morir por personas, por nuestros seres queridos y, por extensión, por nuestros prójimos, seres humanos anónimos que ya no nos dejan totalmente indiferentes. Nuestros proyectos políticos actuales están ahora orientados hacia las generaciones futuras, hacia el bienestar de nuestros sobrinos, de nuestros hijos, de nuestros nietos. Pues nunca como antes en la historia se había querido tanto a nuestros allegados ni, por extensión, al resto de personas, por una suerte de empatía cuyo origen ha nacido en la familia moderna. Obviamente, las injusticias no han desaparecido. Pero los progresos son evidentes: para un número cada vez mayor de individuos, la amistad y el amor se están convirtiendo, poco a poco, en un nuevo principio fundador de nuestra visión de la existencia y de los valores espirituales a partir de los cuales nos comprendemos a nosotros mismos y tomamos nuestras decisiones más importantes.

Así que, ¡que viva el amor!

 BAUSA – Was du Liebe nennst

Baby, gib mir mehr von dem, was du Liebe nennst
Auch wenn es keine Liebe ist, ich liebe es
Hilf mir zu vergessen, was war
Ich park’ mein Herz bei dir heute Nacht, yeah