Miércoles, Mayo 8, 2024

Ciclo de conferencias UFRO/UACH: Benjamín Arditi expone sobre política y populismo en la teoría de Laclau

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Este martes 27 de julio a las 16.00 horas se desarrollará la Conferencia Magistral del reconocido Académico Benjamín Arditi sobre “Post-hegemonía, política y populismo en la teoría de Ernesto Laclau”. Pueden seguir la actividad por redes sociales.


El Doctorado de Comunicación que imparten la Universidad de la Frontera, cuyo director es Carlos del Valle y la Universidad Austral de Chile, a cargo de Rodrigo Browne, continúan con su ciclo de conferencias titulado “Más allá de lo identitario, imaginarios, narrativas y post-hegemonía” . La tercera conferencia será desarrollada por  Benjamín Arditi. El académico es Doctor en Ciencia Política por la Universidad de Essex y profesor de Teoría Política en la UNAM. Sus publicaciones recientes incluyen ¿Democracia post-liberal? El espacio político de las asociaciones (2005), así como numerosos trabajos sobre lo político, el posliberalismo, la poshegemonía y las transformaciones de la izquierda. Es colaborador de las revistas Contemporar y Political Theory, Parallax, Telos y Latin American Research Review.

Según el coordinador del programa, Mauro Salazar, los diálogos buscan fomentar preocupaciones transdisciplinarias, atravesar fronteras desde la “contra-Universidad”, y abrir espacios de experimentación crítica que son parte del flujo curricular del Doctorado. En el caso de Arditi su trabajo -hace más de una década- abrió un amplio campo de cuestionamientos a la teoría post-marxista. Quizá una de las preocupaciones centrales del autor son las analogías entre populismo, política y hegemonía en la teoría de Ernesto Laclau. Pese a que los aportes del autor han ocupado posiciones de avanzada en la revisión crítica y situada del post-marxismo, subraya Salazar, la noción de hegemonía en el debate chileno aparece más abierta a un cuestionamiento epocal como contra-hegemonía o an-hegemonía en el caso del filósofo chileno Willy Thayer (Revista Papel Maquina, 16, 2021). Aquí la hegemonía -y su eventual plenitud o positividad- como semántica monumentalista del poder tiende a ser homologada a toda reificación de la formas visuales, culturales, políticas y estéticas. Y sin mediaciones la hegemonía sería el soporte técnico de toda política de la representación sugiriendo una concepción identitarista con la razón imperial,  restituyendo una “lógica de la necesidad” de tipo neoliberal. 

En cambio, en el análisis situado de Arditi hay una temporalidad en juego, pero no en el sentido de discontinuidad entre pasado y presente, sino como un desplazamiento conceptual centrado en la “política viral” y la “política de la multitud”. Hegemonía sería un concepto clave en la óptica de una teoría del discurso y permitiría reconstruir el itinerario político e intelectual del marxismo europeo. La trayectoria del concepto dentro de esta tradición nos llevaría a entender aquello que Laclau y Mouffe llaman “democracia radical” como “imagen de pensamiento” para una política progresista, pero sin la metafísica de la célebre “última instancia” de Althusser. Un punto crucial de las tensiones que desarrolla Arditi con relación a Laclau y Mouffe es que advierte una tendencia unificante en la revolución democrática y el “lugar vacío de Claude Lefort respecto a la política hegemónica. A la luz de tal progresión democrática, la hegemonía iría de menos a más. Aquí Arditi “se pregunta si una explicación incremental como ésta no constituye una forma inconfesa del telos de la intensidad (2011)”. La preeminencia de esta forma histórica de la política se iría expandiendo progresivamente a lo largo de la modernidad -según el autor de La política en bordes del liberalismo (2013). Si la democracia radical acelera tal expansión, hegemonía y política van en el tren de una convergencia asintótica, al menos mientras se mantenga en el marco de la revolución democrática. En suma, “la brecha entre una y otra categoría comienza a cerrarse y a copar el espacio social en la medida avanzamos hacia una democracia radical”.

Pero existe una “lógica de la necesidad” que es una embestida crucial de Arditi contra Laclau y Mouffe que devela la propia “necesidad histórica” tan cuestionada por la teoría hegemónica de ambos autores. Ergo, qué sucede si la hegemonía como forma de la política se transfigura en política a secas: la hegemonía pasa a ser la forma universal de la política o por lo menos de la política democrática. Tal universalismo de los autores de Hegemonía y Estrategia Socialista (1987) termina confundiendo el debate. Las articulaciones de tipo hegemónicas podrán ser contingentes, según Arditi, pero la forma hegemónica termina siendo una “necesidad”. Con ello los autores han desplazado el concepto y la práctica del plano óntico al ontológico. La hegemonía sería “algo” que ataña al ser mismo de la política. Aquí está el quid de la crítica más penetrante contra los autores de Hegemonía y Estrategia Socialista (1987)    

Pese a las advertencias de Beasley-Murray (2010) sobre la escisión entre hegemonía y Estado, en el caso chileno la vocación hegemónica del campo crítico como “poder constituyente” tiene como centro gravitacional alcanzar un “Estado social de derecho”. Dicho esto, las reflexiones de Benjamin Arditi y Alberto Moreiras -con distintos expedientes- se mueven en la perspectiva de una democracia post-hegemónica (e infrapolítica en Moreiras que busca eludir todo vocabulario hegemónico-imperial, en sintonía con algunos trabajos de Sergio Villalobos-Ruminott). Tales materias son parte de las actividades de la Universidad de la Frontera y la Universidad Austral, y representan una corriente fundamental que abre problemas cruciales y preguntas muy penetrantes en una dirección más sustancial, y no solo sustantiva. Y ya lo sabemos, una práctica hegemónica puede devenir en un “teoría de la exclusión”. Eso fue en lo global la racionalidad homogeneizadora de la Concertación por 20 años -a riesgo de abundar en una leyenda negra. Lejos del fetiche, fue el propio autor de la Razón Populista (2005) el que en varias conferencias nos llamó a recordar -de modo “no periférico”- cómo Sarkozy invocaba en plena campaña la necesidad de fundar un “gramscismo de derechas”, aludiendo al carácter precario de toda representación y a la contaminación de los significantes. Y quizá al vértigo oligarquizante que debe enfrentar una política hegemónica, cuestión que los teóricos de la post-hegemonía y la infra-política conocen exhaustivamente. De allí la absoluta pertinencia del debate.   

Cabe asumir que no es fácil retratar la revuelta chilena en “clave hegemónica”, sino como alegorización de la violencia del realismo y la teoría de la gobernabilidad. No hubo petitorio delimitado, los significantes políticos mutaron, aunque existieron  tópicos más estables como NO + AFP, o metáforas políticas del tipo “hasta que la dignidad se haga costumbre” y el significante “Plaza Dignidad” como punto de inflexión (ellos/nosotros). Y una traza no homogénea que acumuló una insatisfacción de demandas desde  el año 2006 que activó un movimiento sin rostros, vanguardias, ni partidos entre pueblos y hegemonías múltiples. Y más que un movimiento meramente reivindicativo el 2019 fue una diferenciación de antagonismos “sin sutura” frente a la política institucional -vaciada de espacios estriados o campos de disputa-. En suma, el 2019 no ofrecía un petitorio negociable, sino un mosaico insurreccional excedido de relatos, pero sin un discurso de vocación hegemónica. En suma, el riesgo es inminente, porque hay filiaciones entre usos de la hegemonía, la plaga neoliberal (objetos e imágenes a la que alude Willy Thayer) y las tecnologías del miedo donde la hegemonía ocuparía el lugar de la “razón imperial” (parafraseando a Karmy-Bolton). Pero esto último, que es necesario admitirlo, tampoco puede ser inscrito, sin más, en una estricta “lógica de la necesidad”, ni en la reducción de los significantes políticos al campo del peticionismo: ello implicaría negar la dislocación como categoría que impide la traducción de demandas e identidades en las luchas populares. Quizá hay que insistir en las relaciones cortocircuitadas (pero también fluidas) entre hegemonía y post-hegemonía, evitando exégesis, monumentalismos, fetiches, lecturas obesas, o una descripción conservadora de la hegemonía -al precio de asumir sus desgastes y limites en las nuevas subjetividades políticas. Eso es parte del ciclo de conferencias UFRO/UACH. Con todo en las primarias de la izquierda chilena el pasado 18 de Julio, lejos de la lírica a favor o en contra de lo “post” (y pese a las distancias o cercanías con el candidato Daniel Jadue) volvimos a recordar una vieja tarea política, a saber, “lucha hegemónica”. 

Las redes para seguir la actividad:

Youtube (Benjamín Arditi): https://youtu.be/BI6qLaeSw5E

Martes 27 de Julio, 16.00 hrs (Chile)

Youtube  (Alberto Moreiras): https://youtu.be/NzVCt_Oq9ks

Viernes 30 de julio, 16.00 hrs (Chile)

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