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Bolivia, el inicio de un largo drama

“La caída de Evo ha sido saludada alborozadamente por muchos que sueñan con volver a la Bolivia de antes, de señores e indios. Por su parte, los partidarios de Evo los doblan en número y son aymaras”

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Un factor decisivo para la caída de Evo Morales fue su insistencia en reelegirse por cuarta vez, luego de casi 14 años en el poder. A pesar de que realizó el que es reconocido como uno de los gobiernos más exitosos del mundo, en su desempeño económico y social, una parte significativa de la sociedad boliviana rechazó la maniobra de desconocer el referéndum que él mismo había convocado y le dijo no a sus pretensiones reeleccionistas. Derrotado en las urnas, recurrió a la leguleyada de alegar que no permitirle ir a la reelección violaba sus derechos humanos, lo que poco después fue avalado por las instancias constitucionales bolivianas. Fue demasiado. La molestia del pueblo boliviano dio lugar a la formación de un amplio frente opositor encabezado por Carlos Mesa, su rival histórico en la disputa por el palacio presidencial. Mesa término constituyéndose en el punto de convergencia de muchos descontentos con muy poco en común entre sí, que expresan la compleja diversidad de Bolivia. Finalmente el pronunciamiento de la policía del ejército consagraron el golpe de Estado.

¿Intentó Evo Morales quedarse en el poder por codicia, por hambre de poder, por encubrir hechos ilícitos? El tiempo lo dirá. Pero hay otro elemento fundamental; sus partidarios no encontraban nadie capaz de reemplazarlo en el poder. Bolivia es un país atravesado por múltiples conflictos de carácter nacional, étnico, regional, clasista, religioso, y Evo consiguió conciliar por más de una década intereses contrapuestos.

Es bueno recordar que cuando tomó el poder el año 2005, y hasta el año 2008, la Media Luna del oriente boliviano, formada por los departamentos de Santa Cruz, Pando, el Beni y Tarija se declararon en rebeldía, impulsando una propuesta separatista porque no aceptaban ser gobernados por un indio. No fue un conflicto retórico. Aproximadamente 30 bolivianos perecieron en los enfrentamientos y Evo Morales tuvo que arreglárselas para conciliar intereses enfrentados; como los de los indígenas defendiendo sus tierras ancestrales y la integridad de la naturaleza en contra de los empresarios extractivistas. Por otra parte, tenía que lidiar con los conflictos étnicos y regionales. El altiplano boliviano está habitado mayormente por collas y es rico en minerales, mientras al otro extremo la franja oriental de Bolivia es habitada por una población mayoritariamente mestiza y blanca y es un territorio rico en hidrocarburos.

Es esa minoría la que tradicionalmente gobernó Bolivia y no se resigna a aceptar los cambios en la realidad social del país producidos en esta última década. ¿Cómo logró Evo conciliar intereses tan diversos? Para lograrlo tuvo que hacer concesiones a los distintos sectores de interés y la concesión hecha a cada grupo lo enfrentaba con el grupo que defendía los intereses opuestos. De esa manera las concesiones a los grupos burgueses extractivistas lo enfrentaron con los indígenas que constituían su base social, a pesar de las enormes conquistas históricas que entregó a las mujeres y varones indígenas y mestizos de Bolivia, comenzando por el reconocimiento de la naturaleza plurinacional del Estado de Bolivia y de su condición multicultural, reconociendo 22 lenguas originarias, lo que lo constituye en el país con mayor cantidad de lenguas oficiales en el mundo. Esto por supuesto no hacía ninguna gracia a la burguesía santacruceña, una de cuyas bellezas participó en el concurso miss universo, y convirtió su presencia en una cruzada para tratar de demostrar al mundo que no todos los bolivianos eran indios.

Evo Morales, con apenas estudios secundarios, demostró un olfato político excepcional para poder conciliar tales diferencias. Es un caso muy parecido al de Lula, obrero metalúrgico sin educación formal que impulsó una serie de cambios históricos, en Brasil. La caída de Evo ha sido saludada alborozadamente por muchos que sueñan con volver a la Bolivia de antes, de señores e indios. Por su parte, los partidarios de Evo –hay que recordar que el asentamiento urbano de El Alto rodea las cumbres de La Paz– los doblan en número y son masivamente aymaras. Una terrible consigna se escucha en las movilizaciones: “¡Ahora es la guerra!”.

Bolivia enfrenta un porvenir absolutamente incierto. Carlos Mesa aparece en este drama como el tonto útil que ha desatado fuerzas que lo rebasan ampliamente, las que han quemado la wifala, el símbolo más sagrado del pueblo indio. Algo así como orinar las reliquias más sagradas del cristianismo.

Confiemos que no sea el preludio de retorno de los militares, tan caros a la historia de Bolivia.

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