"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





sábado, 2 de diciembre de 2023

Metrópolis, de George Grosz

 


Ciudad o campo de batalla. Angulaciones. Amontonamiento. Abigarramiento. Planos verticales y horizontales que se cruzan. Secantes. Tangentes. Vértice que tanto converge como separa. La ciudad como una llamarada que no cesa. Intensidad sanguina en que hasta las luces y las sombras son rojas.  La ciudad como una extensa trinchera de agitación y tráfico. De carreras desbocadas ascendiendo hacia el beneficio monetario o despeñándose por el abismo de la miseria. El rojo quema, el rojo persigue, el rojo crea fachadas y pavimentos y vehículos y cuerpos. El cielo es rojo. El aire es rojo. La mirada es roja. La sangre es lava. Rojo sortilegio el de la luna. La guerra continúa lejos de Berlín pero la urbe feliz y confiada no puede detenerse. La urbe pujante y excitante es el paradigma del triunfo del mito y del poder del oprobio. La sangría riega, mientras tanto, campos y poblaciones a un lado y otro de las fronteras, pero sus efectos visibles no llegarán hasta el final de la contienda. Será después cuando el pintor dibuje el excremento social de esta. Los mutilados, las viudas que se prostituyen, los rentistas, los mendigos, los oficiales cargados de medallas, los puteros, los beodos, los bandidos callejeros, los huérfanos harapientos, las queridas de los orondos funcionarios o comerciantes, los paniaguados del estraperlo que se hacen ricos con las guerras, los clérigos que bendicen un mundo desastroso en nombre de otra vida inexistente fuera de esta, los desesperados, los famélicos, los parados laborales, los obreros que no saben si van o vuelven. La ciudad como tablero de ajedrez cuyas fichas se desplazan transgrediendo las propias leyes del juego. Transversalidad de las vidas. Una farola suple al ojo del dios. Y arrastra al espectador, al que no deja permanecer impasible. A imitación de un dios padre la altiva farola también separa a los elegidos de los condenados. A muchos de estos incluso los ha arrojado ya a las tinieblas. Émula de la balanza de la justicia humana, es decir, destinada a ser injusta, se pretende modélica, capaz de distinguir pretenciosa el bien del mal. La ciudad de la convivencia echa un pulso con la ciudad de la confrontación. Centro versus barriadas. Satisfacciones contra frustaciones. Clases contra clases. Vorágine de una fauna humana de rostros severos y dominantes, donde el macho impera. Todos comparten el mismo efecto: la locura.



Nota. El cuadro Metrópolis se encuentra expuesto en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid. Óleo realizado por George Grosz entre 1916-1917.

Otra entrada sobre Grosz:

https://laantorchadekraus.blogspot.com/2009/02/georges-grosz-entre-la-ciudad-si-y-la.html


28 comentarios:

  1. Uno que salió por patas de Alemania y que los EEUU, lo recibió con los brazos abiertos, lo que suele hacer con las cabezas que son reconocidas.
    Saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Previsor, anticipándose a los acontecimientos letales.

      Eliminar
  2. Había una serie en TV: Mirar un cuadro. Pero aquí tenemos una manera de explicar un cuadro, que casi hace que ni tengamos que mirarlo, o que lo veamos de otra manera.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, es una mirada con proyección todo lo imaginativa que se pueda, y que cualquiera puede efectuar el ejercicio.

      Eliminar
  3. La muerte siempre ocurre lejos... hasta que llama a tu puerta. Cuando eso ocurre todos los que la provocaron ya se encuentran lejos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Algunos de los que la provocan también perecen víctimas de la propia criatura maligna que alimentaron.

      Eliminar
  4. Si la Metrópolis de Grosz es desasosegante no te cuento la película Metrópolis de Fritz Lang que resulta además inquietante y perturbadora en extremo. Diez años de diferencia entre una obra pictórica y la película.

    Ander

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues sí, Ander, Metrópolis es premonitoria, tanto en la orientación de Grosz como en la de Lang, todavía con más ojo clínico y proyección.

      Eliminar
  5. Es una obra que no se puede mirar y quedarse indiferente. Realemnte atrapa y nos abduce a esa sensación de devastación y rabia.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cuando hace muchos años la descubrí en el Thyssen me deslumbró. Desde entonces me interesé por el expresionismo.

      Eliminar
  6. Pues sí que has hecho una descripción precisa detallada y entusiasta del cuadro. Con esa farola que es la única wue guarda la compostura . la segunda parte del texto parece una descripcion de lo que no se ve, lo que se trasluce.
    incluso a la derecha de la farola se ve algo más de positividad hay alguna cosa que no es roja ni esta en llamas. indica que vamos hacia allí. Aunque un árabe que lee hacia la izquierda pensaría que vamos hacia el caos.
    abrazoo
    Gsbiliante

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Los artistas suelen pintar para que interpretemos más allá de lo que en principio ellos reflejan. Eso depende también más de unos estilos que de otros. Muchos espectadores solo verán en el cuadro una especie de caos y el dominio de un color; otros una disposición geométrica; otros la caricaturización de los viandantes, etc. Todo el conjunto provoca una indagación superior, muy vinculada a un tiempo histórico que no es solo el político sino el de las transformaciones culturales y sociales de una sociedad. Ignoro si un árabe lee un cuadro como un texto escrito.

      Eliminar
  7. He podido verlo hace un par de semanas in situ. Me sigue impresionando, pero no logro descifrar por cuenta propia, lo que verdaderamente nos quiere decir el pintor. Cierto es, que hay un libro donde explica la composición del cuadro y el porqué del mismo. Nada que ver con lo que me había imaginado.
    salut

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Independientemente de la intención y significado directo del autor está -en este cuadro y cualquier otro- lo que nosotros, los espectadores, percibamos. Los artistas saben que el ojo ajeno proyecta su visión, y creo que ese es el gran triunfo del arte. Naturalmente no todo lo que reluce es un arte así. Los realismos socialistas o nazis, y cierta parte de la iconografía cristiana, eran más reduccionistas y lineales.

      Eliminar
  8. A guerra é uma loucura colectiva...a certa altura, perdemos a perspectiva e o instinto de sobrevivência torna-se mais forte...
    Interessante o texto e confesso que não conhecia o quadro...
    Beijos e abraços
    Marta

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En internet viene información sobre la obra de Grosz y este cuadro concreto, que se haya en un museo español, fue un descubrimiento para mí hace tiempo. Que Grosz pintara una alegoría de la urbe moderna en unos años en que los europeos se desgarraban en campos de batallas (Primera Guerra Mundial) no se libra del eco del caos, tanto en forma como en volúmenes y colores. Obrigado, M.

      Eliminar
  9. Por experiencia propia te puedo señalar que cuando se traspasa una idea a una tela, siempre se deja o queda una parte más o menos importante de total dominio de interpretación del espectador. Según mi modesta concepción, allí radica lo grandioso del arte, que es capaz de traspasar el momento histórico para sorprendernos años después….Tu interpretación la encontré genial. Felicitaciones Fackel, para escribir algo así se necesita algo más que creatividad.
    Abrazos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y esa misma opinión se puede tener de una obra escrita, por ejemplo. Se ve que tienes conocimiento del terreno creativo. A mí el arte me hace siempre volar. No me importa errar. Son mis sueños. Gracias, Tatiana.

      Eliminar
  10. ¿Un Bosco contemporáneo?
    De todas las interpretaciones posibles, la única buena es la personal, in situ y al momento de recibir el impacto de su visión, luego todo son conjeturas mediatizadas y ya no valen.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sin duda El Bosco es más imaginativo y soñador, aunque caricaturizaba maravillosamente a los personajes parareales y ficticios del todo. No me cabe duda que la experiencia de haber estado un tiempo en la guerra mediatizó la visión crítica de Grosz.

      Eliminar
  11. Muy interesante, desconocía tanto al autor como su obra (ya he visto tu post anterior), nunca es tarde para investigar cosas interesantes. Muy guapo el cuadro, salvando las distancias me recuerda a alguna de las viñetas futuristas de Moebius, con el toque lisérgico/expresionista/futurista incluido.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Lo bueno del arte que merece la pena y refleja un tiempo y un espacio es que perdura en tiempos posteriores. También tiene valor nuestra capacidad receptiva. Estilísticamente se ve que hay influencias de estilos en boga por aquel tiempo, pero Grosz lo remata a su manera.

      Eliminar
  12. La ciudad engendra la locura, no tengo dudas de ello. Por eso estamos cada día peor como seres humanos.

    Saludos,
    J.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Un concepto adulterado de ciudad, no tendría por qué ser así, pero en esto se ha devenido.

      Eliminar
  13. Molt bona interpretació d'aquesta obra. Arriba molt, aquesta bogeria que descrius.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Siempre me pareció una locura real en su momento y premonitoria a la vez para aquellos lugares donde aún no hubiera llegado.

      Eliminar
  14. Fáckel:
    es un cuadro perturbador. Tras leer tu entrada anterior, miré por internet y di con el cuadro del que hablas ahora. Tan abigarrado, tan caótico, tar perturbador, ya digo.
    Salu2.

    ResponderEliminar
  15. A mí me impactó la primera vez que lo contemplé en directo.

    ResponderEliminar