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El catarismo y la cruzada albigense



¿Qúe es el catarismo?


El catarismo fue un movimiento religioso de carácter gnóstico que se extendió por Europa entre los siglos XI y XII, especialmente en el sur de Francia. Sus bases provienen del gnosticismo y del maniqueísmo y predica una visión radical del mundo, según la cual el universo está formado por 2 mundos o mitades opuestas: una espiritual (el cielo) y otra material (la tierra). Para ellos el mundo físico no es de Dios, sino que proviene del diablo, lo que les llevó a rechazar cualquier clase de atadura hacia lo material y a vivir una vida asceta. Los cátaros creían que el pecado original había surgido en el cielo, de la mano de los ángeles que junto a Lucifer se rebelaron contra Dios. Estos ángeles ocuparon la Tierra y crearon una copia falsa del cielo, gobernando a los seres humanos bajo el engaño de que el pecado original fue cometido por Adán y Eva. Según el catarismo, Dios enviaría un ángel a la Tierra - Jesús - para transmitir la verdad, pero estos ángeles caídos le darían muerte bajo su disfraz de gobernantes, militares y sacerdotes.


Según los cátaros Jesús no era hijo de Dios sino un ángel, un ser hermano de la humanidad, ya que bajo su creencia los seres humanos eran ángeles en espíritu. La doctrina cátara consideraba que todo era un conflicto entre el bien el mal (lo espiritual y lo material), y que los hombres debían buscar la pureza, la cual (pensaban) podía alcanzarse mediante la reencarnación. Las almas reencarnarían hasta alcanzar un autoconocimiento que les revelaría la divinidad y les permitiría escapar del mundo material.


Para este cometido se debía practicar el ascetismo y evitar la corrupción del mundo. Quienes lograban esto eran conocidos como "perfectos", sujetos considerados herederos de los apóstoles y cuya habilidad más destacada era la capacidad de eliminar el pecado. Para ellos, la Iglesia Católica era una prueba del mal en la Tierra, por lo que fueron considerados como herejes e iniciarían los esfuerzos por convertirlos o erradicarlos.}


La cruzada contra los cátaros


El catarismo se asentó en el sur de Francia durante el siglo XII, y contó con la protección de los señores feudales vasallos de la corona de Aragón. Los primeros cátaros propiamente dichos habrían aparecido entre 1012 y 1020 en Limosín (Francia) y desde 1022 la Iglesia Católica tomó acciones para eliminarlos. Sin embargo, ganaron gran influencia en Occitania y prevalecieron gracias a la influencia de la nobleza. En 1147 el papa Eugenio III envió legados y predicadores a estos territorios para detener el crecimiento del catarismo, sin obtener muchos éxitos. A esto le siguieron las misiones de 1178 y 1180 en Tolosa (esta última de carácter armada) que no lograron extinguir el movimiento.


Cuando Inocencio III llegó al papado se adoptaron medidas severas, optando en principio por una conversión pacífica. La estrategia falló y se agravó cuando los obispos locales ignoraron la autoridad de los legados. El clímax del conflicto llegó cuando un legado excomulgó al conde de Tolosa, siendo asesinado poco después por uno de sus soldados. Esto desencadenó una cruzada y el papa decretó que quien combatiera durante 40 días contra los herejes sería perdonado de sus pecados. En la cruzada participó prácticamente toda la nobleza del norte de Francia.


En 1215 el catarismo fue declarado herejía en el IV Concilio de Letrán, y sus practicantes fueron condenados a diversos castigos: desde capturas hasta ser quemados en la hoguera. Los conflictos entre los cátaros y la Iglesia se mantuvieron durante varios años más, y la cruzada acabó finalmente con la firma del tratado de París de 1229, mismo año en el que se creó la Inquisición para eliminar definitivamente el movimiento, lo cual lograría con éxito entre los siglos XIII y XIV. Esto también supuso un duro golpe para la nobleza que apoyó al movimiento, cuyas tierras fueron confiscadas y su autoridad eliminada.

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