Belleza y bestialidad

Juan Anselmo Leguizamón
6 min readMay 8, 2016

Anotaciones sobre el libro de poesía “Frías Catábasis” de Julio Salgado (Paradiso, Buenos Aires, 2016). Presentación en Santiago del Estero, 2 de mayo de 2016.

¿CUÁL ES EL QUID DE LA CUESTIÓN? La escena: la locomotora clavada, enterrada al pie de la barranca del río, símbolo de un poderío moderno, detenida en esa barranca donde aguarda la memoria de la carne y su encanto salvaje.

Catábasis, descenso: Memoria rota, dispersa, descenso a la memoria, a escarbar en la ladera del río. Desentierro, exhumación. Juego de entierro y desentierro. El deseo desenterrado, la exhumación de un deseo ultraterreno, tras la muerte, que trasciende la muerte: catábasis. Polvo enamorado de Quevedo. Excavación.

Memoria salvaje de un cuerpo infinitamente amado que se escapa, fruta prohibida que se escapa y solo deja un rastro de perfume -hasta “el sol escapa” en el poema.

“Todo lo olvido cuando no lo escribo”. Se escribe para recordar en frío lo que fue caliente. Memoria alucinada de un deseo radicado en el vientre, en la memoria muda del cuerpo.

Dice, declara, que hay un motivo obsesivo: es una mujer, resumida en una cabellera y un perfume, la mujer que se huele. Hay en los textos la insistente aparición de un cuerpo. “Ah Lucinda si me prestaras tu cintura en la cocina.” En el fondo de las artes poéticas hay un cuerpo, tocable, no virgen, “lo virgen no sirve para nada”. No es un cuerpo etéreo sino con tetas, mucosas, olor, cabellera, real como una naranja.

Pág. 67, esa cabellera.

Querer conversar con ella sin escribirle, sin la mediación de la letra, sin las distancias de la esquela. El deseo de mirar, pensar y oler inmediatamente. Es como una picadura el deseo, un veneno de abeja, una toxina es el deseo. El poema está ritmado con una esquela, el poema flora de una larga esquela, de esa distancia del tiempo y el espacio.

¿QUÉ ES LA POESÍA? Cada libro de poemas tiene su ley, no hay leyes universales, con cada libro se dice una y otra vez lo que la poesía es. Aquí el poema, el ser del poema, su fatalidad o destino: Poema memoria, sólo existe mezcla y modificación de lo mezclado. Querer también la amnesia como calmante, como acallador de una herejía consumada o acaso no del todo consumada.

Pensamiento del poema-geometría, de agrimensura, de registro catastral versus el poema-pintura hecha de mezclas de mezclas (Empédocles), collage modernista, dark, hay Jackson Pollock (tapa del libro), un expresionismo naturalista erotizado. Hay un amante oscuro, nocturno.

El olor de una naturaleza muerta ¿olor a una mujer u olor a pintura, a óleo o a letra, a tinta de poema?

Movimiento del texto al dibujo, sus fantasmagorías, un paisaje del deseo a pulso onírico y sexual. Mapa alucinado del paisaje, lleno de las entradas y salidas secretas del monte (y del poema, el poema-monte, montuoso en su forma).

Un poema que es 1 poema para leer de un tirón, como un todo, como recorrer una pintura y como un poema -sendero con sus desvíos, detenciones, vagar por el monte.

“La letra que describía cuidadosamente lo que relataba se convierte en un espacio teñido por el Caos.” La poesía mensaje emerge del caos, sin hacer relato, discurre como azaroso hilo de agua. La poesía no es literatura, es tatuaje, jeroglífico, teñidura de lo real. No puede sustraerse al caos, todo texto donde emerja el caos se transforma en poesía.

La herida, la cicatriz, el lenguaje del poema brota de ahí, la herida es la verdadera autora del poema. Ejecutar el poema es ejercer una sabiduría de la herida.

“¿Podemos decir lo que queremos?” Se pregunta el poema a sí mismo. Hay un supuesto Plan (poético) para ordenar todo el Caos en la página 51.

Poema-sendero. Poema-río. Poema-tren. Río, sendero y tren. Con textos injertos a manera de calmantes, de otros autores, de otra gente, como ramas de las que agarrarse para no perderse en la corriente o en los senderos. ¿Injertos de razón? ¿Razones? ¿Alguna razonabilidad? Conjeturas.

El poema tren como máquina, un funcionamiento, cuya locomotora cae y se clava en el río. El río de la memoria alucinada oxida los hierros de la máquina, ¿de la razón, de la literatura, del relato? Desarma, rompe la máquina de la razón y la lleva encantadoramente a volver al río, a descender por el sendero al Caos de la memoria, a ese cuerpo perdido allá en Frías desde que el poeta se fue (“¿por qué no has venido conmigo?”) el poema máquina a ser poema río o sendero que bordea, borda, besa, puntea un cuerpo amado en el monte exuberante hecho de paisaje, carne, animalidad, sol y salar, secreto y herejía.

Los pasajeros en los trenes y las aeronaves, de la modernidad, al igual que en el monte los animales están, al fin y al cabo, acechando lo incierto. Sin precisar su aventura. Los animales que somos a pesar de las aeronaves en las que vamos.

Somos monos siguiendo una “música que nos incrimina y desorienta”, la palabra música del poema. Monos jugando con los palos del lenguaje. Festín prometido o añorado del poema. El lenguaje entra en fiebre por ello/ por ella.

El poema lo pinta todo, mejor dicho lo tiñe al tren, la razón y la palabra con el tinte de la cochinilla.

El poema río va a dar al salitral, al saladar, va a caer en un hechizo más profundo, intermedio entre lo seco y lo mojado. Palabras como nudos entre lo seco y lo mojado, lo masculino y lo femenino, día y la oscuridad, atardecer de la edad, la razón y la sinrazón. Lira tensa del deseo entre la cordura y la locura.

Poema: flor alucinógena que hace ver lo otro.

Final: Deseo de borrón y cuenta nueva. De olvidar y empezar de nuevo. ¿A vivir de nuevo? Volver a la inocencia del lenguaje que nombra por primera vez el mundo, sin esa mezcla de mezclas, deseo del origen, lo primigenio, del génesis paradisíaco. Decir las cosas como si fuese el primer día.

Aplicar la saliva del olvido, como se hecha saliva en una herida, o se traga saliva.

¿PARA QUÉ ESCRIBIR? Del poema-memoria al poema-olvido, como sanación: se escribe para olvidar, secar el cauce del río de la memoria, acabar con el tormento, dejar de atormentarse. Se escribe desde la herida, la autora del poema, para hacer secar la herida, no cerrarla, queda abierta pero seca, como el cauce de un río que ya no es.

Final con encubrimiento, salvación en el mito homérico, se cae en los brazos de Homero, se mitologiza, se huye, al final se escapa de Frías hacia Homero, para aquietarse y guarecerse en ese mega mito del origen de la poesía. Un poema que arranca con una detención, un tren clavándose en la vera del río (págs. 11–12) donde se origina el Caos de un deseo desatado con la muchacha de la cabellera (pág. 14)

Al final capitula ante una eminencia griega del poema, va del caos al texto sin resurrección (sin anábasis) Comienzo y final griegos. La contemplación estética o la memoria estética del amor y el dolor de lo pasado como tabla de salvación o mástil.

Juan Anselmo Leguizamón. Santiago del Estero, mayo 2016.

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Juan Anselmo Leguizamón

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