El peligro de contraponer fe y ciencia


Si Dios es, en última instancia, el autor de su palabra, la Biblia (cf. 2 Ti 3,16; 1 Ts 2,13; 2 P 1:20-21), y también lo es del universo (cf. Gn 1,1), debiéramos esperar una inevitable armonía entre la interpretación correcta de los datos bíblicos y la interpretación correcta de los datos científicos. No entiendo, por tanto, el innecesario antagonismo que algunos religiosos han creado entre la fe cristiana y la ciencia. Dios no se contradice a sí mismo ni la verdad se opone a la verdad. Si afirmamos tener una fe racional, ¿por qué muchos creyentes temen abrirse al diálogo con otros saberes y ciencias? Como cristianos, debemos abogar por una fe racional (que coopera con la razón y se interesa por el conocimiento de otras disciplinas científicas) y una razón que, reconociendo sus propios límites, se eleva por encima de lo empírico y se deja estimular por la fe, para contemplar una realidad que la sobrepasa. Quienes contraponen fe y ciencia, además de parecer ignorantes, solo consiguen desprestigiar el mensaje cristiano.


Como escribió San Agustín (s. IV-V):

“Generalmente, los no cristianos saben algo sobre la tierra, los cielos… a través de la razón y la experiencia. Es lamentable y peligroso que un incrédulo oiga hablar disparates respecto a estos temas a un cristiano que, presumiblemente, está interpretando la Sagrada Escritura; y deberíamos adoptar todos los medios para evitar una situación tan vergonzosa, pues al oírle delirar sobre estas cuestiones… apenas podrá contener la risa… Si hallan que un cristiano está equivocado en un tema que conocen bien y le oyen sostener sus necias opiniones acerca de nuestros libros, ¿cómo creerán lo que afirman esos libros en asuntos como la resurrección de los muertos, la esperanza de vida eterna y el reino de los cielos, si piensan que sus páginas están llenas de falsedades sobre hechos que ellos han aprendido de la experiencia y a la luz de la razón?”.


Me temo que el temor de San Agustín se materializa en nuestro tiempo con demasiada frecuencia. Si nuestras opiniones como creyentes, en asuntos no fundamentales para el evangelio, provocan el ridículo y demuestran nuestra ignorancia ante los incrédulos sobre hechos científicamente probados, estaremos incentivando que sean reacios a escuchar el precioso y poderoso mensaje del evangelio.


Yo estoy convencido de la plena autoridad y veracidad de las Sagradas Escrituras, pero sé que, si mi interpretación de la Biblia no coincide con los hechos probados por la ciencia, la culpa es de mi mala interpretación de la Biblia, no de la ciencia ni de la Biblia misma. A fin de cuentas, es la Escritura la que tiene autoridad final, no mi entendimiento limitado y personal sobre ella.

Acerca de José Daniel Espinosa Contreras

José Daniel Espinosa Contreras (B.Th., M.Th.) nació en Jaén (provincia andaluza), en 1993. Se graduó en Teología por la Facultad de Teología de las Asambleas de Dios de España en La Carlota (Córdoba). Máster Universitario en Teología por la Universidad de Murcia. Masterando en Teología Dogmática por el Centro de Investigaciones Bíblicas (CEIBI). Fue formado por la Universidad de la Laguna (Tenerife) en un curso de «Religiones en España». Sirve a Dios en el ministerio pastoral desde el año 2018, en un pequeño pueblo del sur de España, Torredelcampo. Es profesor de Historia del Nuevo Testamento en la Facultad de Teología A. D. (Córdoba) y de la Epístola a los Hebreos en la Escuela Evangélica de Teología (EET), y colabora como docente de la asignatura de «Fenomenología e Historia de las Religiones» en el CEIBI (Centro de Investigaciones Bíblicas). Autor de «¿A quién adoran los cristianos? Historia y teología de la Trinidad en el culto cristiano» (2017) y «Evangelización en un mundo posmoderno» (2021). Escribe como articulista en Protestante Digital y en otros medios digitales. Está felizmente casado con Natalia y es padre de dos hijos.
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