Revista Universitaria 122

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argumento

La

realidad supera la ficción Se triplica la producción en los últimos años, crecen las audiencias y se fidelizan. Surgen festivales especializados, se exhiben obras de chilenos en el Moma de Nueva York y en el Centro Pompidou de París. Ganan decenas de premios en festivales internacionales, todos hablan de sus creadores, es la nueva “niña bonita” del cine chileno: el documental. Por RODRIGO MORENO DEL CANTO, Facultad de Comunicaciones

BETTINA PERUT E IVÁN OSNOVIKOFF. La dupla es autora de La muerte de Pinochet (arriba) y Noticias (a la derecha).

E

n octubre del año 2011, en medio del Festival Internacional de Cine de Valdivia, Maite Alberdi, ex alumna de Dirección Audiovisual UC, estrenaba su primer largometraje llamado El Salvavidas. Tal como decía el título, la cinta narraba los días de “el Mauri”, un salvavidas del litoral central, a través de quien el público podía observar las clásicas escenas de playa que todos hemos vivido: la niña perdida, las mujeres conversando día tras día de las mismas historias, los jóvenes planeando la salida nocturna, el bañista imprudente, etc. El tono coloquial de la cinta, su humor, su ritmo -que lograba reflejar fielmente el letargo monótono del veraneo, pero al mismo tiempo transmitía la sensación de que todo pasaba a la vez sin dar respiro-, provocaron reacciones positivas en el público, el cual de manera muy entusiasta interrogó a la joven directora una vez concluida la función. La pregunta recurrente fue si lo que acababan de ver era un documental o una ficción, a lo que Maite contestó: “Es una película”. Unos días después, la cinta ganaba el premio del público en este, el festival de cine más importante del país.

¿PELÍCULA O DOCUMENTAL?

EL SALVAVIDAS. De Maite Alberdi, ex alumna UC, muestra escenas de playa cotidianas, pero que vistas en el cine parecen película.

Esta podría ser solo una anécdota, pero no es así. En el contexto actual, en que el documental está cada vez más presente en las salas comerciales y amplía sus fronteras desde la academia, se puede oír una y otra vez la pregunta acerca de sus límites, de sus formas de narrar y de lo

mucho “que se parece a las películas”. Lo que llama la atención es que esta discusión ya no se realiza en las salas de clases, sino en el almuerzo del domingo o en una conversación entre amigos. Incluso, es común que personas asistan a las multisalas a ver documentales sin tener plena conciencia de que están yendo a ver uno, ya que para muchos este género siempre trae consigo un aire serio, árido, complejo y un ritmo lento, por lo que se sorprenden cuando descubren que esa cinta que tal vez los entretuvo, interesó y hasta los hizo reír, es también un documental. Existen casos emblemáticos, como fue en su momento hace casi 15 años, la cinta Buena Vista Social Club, de Wim Wenders y, más recientemente, Bowling for Columbine, de Michael Moore; An Inconvinient Truth –la cinta del cambio climático con Al Gore–, o Inside Job, que contó con Matt Damon para narrar la última debacle financiera de Wall Street. Todas fueron estrenadas en multisalas que atrajeron a un público mucho más amplio que el que agota las entradas de los festivales dedicados al género. Una sorpresa parecida se genera cuando vemos que algunos directores tradicionalmente ligados a la ficción han estado siempre cerca del documental. Es así como el mismo Wenders nuevamente llegó a las salas nacionales en diciembre de 2011 con su película 3D, Pina (sobre Pina Bausch) o los filmes de Martin Scorsese y Werner Herzog que agotaron las entradas varios días antes: Living in the material world (biografía de George Harrison) y Cave of forgotten dreams (sobre las cavernas con las pinturas rupestres más antiguas de la humanidad), respectivamente.

EL DESPERTAR EN CHILE El cine documental vive un auge y esto no es solo una percepción provocada al observar los afiches en las multisalas o ver los ciclos que se anuncian en televisión; hay cifras que lo avalan. En el caso chileno, el aumento de documentales realizados en los últimos 10 años ha sido exponencial, tal como lo demuestra el estudio “Estado de la distribución y comercialización del documental chileno entre 2000 - 2010”, realizado por Chiledoc. Mientras en 2000 se estrenaron 10 largometrajes, en 2010 la cifra se triplicó llegando a 30 estrenos en salas, festivales o muestras. Incluso, se podría afirmar que la misma organización Chiledoc ha tenido un rol relevante en el auge que se vive actualmente. Creado en 2010 por Paola Castillo y Flor Rubina, contó con apoyo del Fondo del Audiovisual y desde esa fecha ha potenciado la “distribución y comercialización de obras locales mediante instancias de formación a productores, difusión masiva de contenidos y alternativas de financiamiento, establecimiento de relaciones directas con distribuidores, agentes de ventas, representantes de fondos, festivales y espacios de negocios”, tal como describe su sitio web www.chiledoc.com. Otro agente fundamental ha sido Cinema Chile, que desde su creación el mismo año 2010, ha perseguido “difundir, promover y apoyar integralmente al sector audiovisual chileno en los principales festivales y mercados nacionales y extranjeros”. La entidad surgió como una iniciativa de la Asociación de Productores

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