Hacia donde construir caminos

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Y TRAS ESTA BARBARIE SOCIAL, ¿HACIA DÓNDE CONSTRUIR CAMINOS? Reflexiones para pensar la realidad juvenil en un mundo que requiere vientos de cambio.

“Mientras en una democracia, haya una espada omnipotente, esa democracia no vive sino de la misericordia interesada del amo enchamarrado que se la dispensa; y, vivir así, no es vivir, es agonizar en la infamia, esperando la hora en que la espada del amo caprichosa, quiera cortarle la cabeza…”

José M Vargas Vila http://theturkish.files.wordpress.com/2013/03/banksy_bang300_300x400-1.jpg

La revista latinoamericana de comunicación Chasqui en su edición número 60 de 1997 narra cómo el 18 de enero del mismo año hacia las 10 de la noche cuatro jóvenes conversaban en la calle cuando de repente dos patrullas de la policía municipal de Guadalajara se lanzaron tras ellos. Uno de los policías dispara directamente al cráneo de Saúl Valenzuela un joven de 17 años, quien murió instantáneamente, Raúl su hermano cuenta que cuando se dieron cuenta de que bajaron a detenerlos salieron a correr hacia sus casas cuando de repente escuchó dos disparos y vió a su hermano desplomarse, al llegar a su casa que se encontraba cerca su amiga Claudia le reclamó al policía que disparó pero otro le respondió golpeándola con la culata de su rifle. Tras la denuncia de los hechos los dos policías implicados resultaron no ser los responsables, misteriosamente el culpable del disparo se escapó de los dormitorios de la policía. Esta es solo una muestra de nuestro contexto en donde la incertidumbre, la precarización en las condiciones de vida y el declive de las instituciones en la sociedad nos obligan a pensar la realidad no solo de la población en general sino particularmente de la condición juvenil y cómo los diferentes mecanismos de participación política de los jóvenes tienden a ser marginales o subalternos ya que no obedecen a las lógicas tradicionales de participación. Esto implica que una de las estrategias institucionales para abordar esta situación sea la represión y la violencia como prácticas de control social las cuáles toman forma en la medida en que la juventud es vista ante todo como un problema social lo cual ha generado dos consecuencias nefastas para la realidad juvenil; primero, ante la opinión pública se moviliza la idea del joven como un peligro para la sociedad y segundo, se justifica la inoperancia estatal frente al hecho de no cumplir su deber para garantizar mejores condiciones de vida para esta población. Por su parte las investigaciones que han hecho el análisis sobre la visión política del joven contemporáneo en América latina y en Colombia han logrado establecer que en cuanto a la relación entre los jóvenes, la política y el estado, existe una marcada desconfianza frente a las políticas estatales dentro del sistema de participación ciudadana. Esto se puede corroborar por ejemplo con una investigación realizada por el programa de investigación en cultura política de la Pontificia Universidad Javeriana1, a través de esta investigación se logra establecer que en la actualidad bajo los procesos de globalización en sus relaciones sociales y relaciones con el estado los y las jóvenes se encuentran inmersos en una serie de paradojas como el 1 Programa javerianos por la justicia y por la paz, proyecto “cultura y participación política en jóvenes universitarios javerianos: una mirada analítica desde jóvenes para jóvenes. Página 20.


perfil apolítico que se les acuña contrastado con lo que la realidad manifiesta, ejemplo de ello es el informe sobre el panorama social de América latina hecho por la CEPAL entre el 2004 y el 2008 el cual muestra un promedio de 13 puntos porcentuales de diferencia entre votantes jóvenes y adultos que acuden a las urnas, pero si se le compara con mecanismos no convencionales de participación como por ejemplo protestas no autorizadas, apropiación de espacios públicos, manifestaciones artísticas y culturales, procesos de comunicación alternativa entre otros, muestran un grado de aceptación mayor que en este caso alcanza un 29% de participación. Si se tiene en cuenta esto se entiende efectivamente que los jóvenes son actores políticos de nuestra sociedad, lo que sucede es que han aparecidos nuevas formas de asumir los escenarios y las prácticas de participación política. “En la búsqueda por hacer valer sus derechos, los y las jóvenes han plasmado cierta diversidad y heterogeneidad que se expresa en formas particulares o propias de resolver problemas que se le presentan en su entorno político, social y cultural” 2. Al detenernos y analizar lo anteriormente mencionado se puede evidenciar que se han transformado tanto las dinámicas sociales y las relaciones entre los individuos con el estado que ya se desbordaron todos los espacios de participación ofrecidos por la institucionalidad. En esa medida es que las prácticas políticas alternativas empiezan a ser subalternizadas ya que operan como una lucha por el reconocimiento y el respeto de su condición social como jóvenes, los cuáles se han dado cuenta que el estado no está cumpliendo su función social lo cual genera una ruptura con los hilos que se entretejen entre la institucionalidad y los jóvenes como parte de la sociedad civil. Por lo tanto es natural que surja una oposición y confrontación con las tradicionales formas de inserción en la esfera política ya que la forma que adquiere la democracia institucional no reconoce la política sino en términos de lo profesional, de aquellos que viven a expensas de esta actividad como un negocio y los espacio de identificación política se restringen a las urnas y al aparataje institucional. La desconfianza frente a estos mecanismos obedece a que son directamente asociados con la corrupción, el clientelismo, el engaño, los intereses económico de por medio, situación que en términos generacionales ha traído conflictos identitarios y de aceptación entre las tradicionales y nuevas maneras de apropiación sobre la realidad social y política de una sociedad. Si bien lo anterior es una muestra clara del declive institucional no quiere decir que la población juvenil se haya quedado quieta esperando que el estado responda con su obligación social por el contrario han reconfigurado su manera de relacionarse con las instituciones y han encontrado la forma de participar activamente de las dinámicas sociales y políticas desde la organización alternativa y la participación impulsada por ellos mismos como por ejemplo los movimientos estudiantiles, sociales, culturales a través del arte, la música, la radio comunitaria, incluso las manifestaciones estéticas que están creando otras formas de hacer

política, y que además se resisten a las condiciones de desigualdad, injusticia,

subordinación y exclusión no solo de ellos sino también de otros sectores sociales con los cuales se han organizado, estableciendo alianzas y nuevas formas de lucha. Con los planteamientos que hace Pierre Bourdieu junto a Loic Wacqant en el texto por una antropología reflexiva sobre la correspondencia que hay entre las estructuras sociales y las estructuras metales se puede establecer que en la actual relación 2 “Juventud, comunicación y cultura. Reflexiones sobre comunicación alternativa”. Garcés Montoya Ángela; Línea de investigación Comunicación y Culturas Juveniles; Universidad de Medellín, 2007. página 38.


entre los jóvenes y las instituciones hay una mediación fuertemente política puesto que se entrelazan mecanismos simbólicos de dominación y resistencia a esa dominación. Se ejemplifica cuando el autor plantea que “ las clases y otras colectividades sociales antagónicas se encuentran de contínuo atrapadas en una lucha encaminada a imponer la definición del mundo más acorde a sus intereses particulares” (Bourdieu, Wacqant; 1995: 22). A través de esa lucha contra la institucionalidad los jóvenes ponen de manifiesto su capacidad para hacer uso de la razón y tomar decisiones conscientes, mediadas por intereses y necesidades que les permiten ejercer el poder cuando actúan y confrontar al estado que también se moviliza, por ello es que “la violencia simbólica aporta en sus diversas formas a la reproducción y transformación de las estructuras de dominación” (Bourdieu, Wacqant; 1995: 22) quiere decir que efectivamente hay relaciones políticas y de dominación en juego todo el tiempo las cuales se reconfiguran según el contexto socio histórico establecido en determinada época, para nuestro contexto contemporáneo el papel de los jóvenes se ha encaminado a generar oposición a los mecanismos hegemónicos del poder lo cual los convierte en un blanco dentro de la guerra social y política que se libra en nuestro continente. Como resultado de esas relaciones, los espacios convencionales de socialización y participación como la familia, la escuela, la religión se han modificado y han sido desplazados en gran medida por otros elementos muy cuestionables algunos ya que son producto de los intereses del mercado pero que han sido de gran impacto en los individuos y la sociedad en general, como por ejemplo las industrias culturales o el consumo fetichista. Lo plantea Habermas en su texto historia y crítica de la opinión pública cuando afirmaba que “en la medida en que la cultura cobra forma mercantil (…) es reclamada como objeto de sazonada discusión, objeto sobre el cual puede la subjetividad llegar a acuerdo consigo misma” ( 1981: 67) de allí que esa construcción de subjetividad en relación con la cultura pase por la socialización con los demás sujetos que comparten esa misma realidad, puesto que para darle un sentido valido el individuo somete a deliberación sus expectativas en los diferentes espacios culturales. En esa medida “son intereses psicológicos también los que guían al razonamiento que prende en las formaciones culturales públicamente accesibles: en la sala de lectura y en el teatro, en museos y conciertos” (Habermas, 1981: 67). De una u otra manera los jóvenes se encuentran inmersos en una gama amplia de espacios de comunicación a partir de los cuales pueden hacer parte de una esfera pública lo cual permite tener espacios de participación cultural, política y también de construcción de subjetividades. Por ejemplo a través de las llamadas subculturas juveniles, la apropiación de las calles como espacio público permiten la manifestación política y el desarrollo de sus producciones culturales, como ha sido a través del arte callejero, la música, la apropiación del espacio y construcción del territorio, el mundo virtual, la estética como elemento que va ligado a una manera de entender, asumir y sobre todo dotar de sentido su realidad. Sin embargo es preciso aclarar que esta realidad es producto de un contexto histórico y estructural mediado por el mercado, de allí que algunos referentes identitarios en los jóvenes tiendan a ser contradictorios cuando son movilizados por la lógica del consumo. Esto conlleva a plantear que la cuestión juvenil no se puede asumir como una condición ante todo etaria o esencialista que se sitúa al margen del contexto socio histórico, es necesario leer esta cuestión juvenil como una ligazón que va anclada a una estructura social total, es decir que a pesar de que tienen una historia propia también hacen parte de la historia de los demás y comparten las mismas condiciones que se reflejan sobre el grueso de la población, es decir; salud, vivienda, educación, trabajo, vida digna, allí es precisamente donde cobran sentido las manifestaciones políticas de tipo colectivo que se puedan unir a unas luchas más generales que la simple connotación juvenil.


Sin embargo, es necesario anotar cómo esta gama de expresiones de los jóvenes que luchan por ser reconocidos y respetados como sujetos sociales han traído consecuencias desgarradoras para la realidad, pues hoy en día es más que evidente que en nuestra sociedad “el rumbo de la democracia se ha escrito con sangre y se ha hecho indeleble a través del miedo y la represión”. Recordemos casos en Colombia como los de los jóvenes Oscar Salas, Julián Andrés Hurtado, Jhony Silva, Nicolás Neira, los casos de los Falsos positivos, el grafitero Diego Felipe Becerra entre muchos más, en una lista que pareciera interminable y que se extiende por todo Latinoamérica. Jóvenes asesinados por el Estado y cuyo propósito fue en unos casos simplemente vivir, en otros luchar para expresarse, pensar de manera reflexiva y propositiva su realidad, exigiendo algo que se supone es inviolable como el respeto a la vida, a la dignidad humana, al territorio, a la libre expresión, a la integridad colectiva. Con esto se puede abordar cómo las distintas formas de administrar violencia históricamente se han transformado junto a las sociedades, mientras que el poder de los reyes en la edad media y la primera modernidad era el poder de hacer morir y dejar vivir en una especie de práctica ritual en donde la guillotina y la voluntad del soberano decidía quien vive y quién muere, con la aparición de los estados modernos y los derechos civiles la situación se modifica ya que son las leyes quienes determinaran la manera de administrar violencia sobre la población. Es por ello que el poder actual de los estados refleja sobre los individuos el control sobre las libertades civiles al usar la lógica del hacer vivir y dejar morir mostrando cómo funciona el poder del estado en una sociedad envuelta en una guerra permanente. Encontramos un ejemplo claro en la ONU que un organismo llamado a proponer alternativas viables para salir de la crisis mundial cuando señala en el informe sobre el estado de la población mundial sus objetivos para el milenio y aparece un planteamiento que utiliza una metáfora bélica refiriéndose a la juventud “Las batallas por los objetivos del milenio se están peleando en las ciudades de los países en desarrollo, los jóvenes estarían o estarán en primera línea, el éxito depende en la medida en que las ciudades, los países y la comunidad internacional puedan darles apoyo y fortaleza”, en las estrategias para la guerra se sabe que los soldados del frente de batalla son los más aguerridos y luchadores pero a su vez son los más sacrificados y en este caso los jóvenes son los que están en primera línea en la lucha que el capitalismo ha declarado y efectivamente están pagando con sus vidas la posibilidad para que este modelo de sociedad se mantenga, esto deja serios cuestionamientos sobre la visión que tienen estos organismos internacionales frente a la juventud, sobre cómo los estados administran estas políticas planteadas y la manera en que se están abordando las problemáticas sociales contemporáneas. Esto nos ubica en un panorama preocupante ya que los casos de violencia y represión citados anteriormente no obedecen a hechos aislados o algunos accidentes lamentables, esto hace parte de una lógica de control social auspiciada por los ejércitos regulares e irregulares también con la complicidad de miembros poderosos de la sociedad civil, el Estado y de los grandes medios de comunicación. Junto a esto es sumamente alarmante la tolerancia con que la sociedad asiste diariamente a este tipo de acontecimientos, la impotencia de los familiares, victimas, amigos que no encuentran respaldo ni justicia, la forma lamentable como la cultura de los derechos humanos se torna ineficaz frente a esta problemática. De allí que se legitime la violencia legal e ilegal, mediante vínculos discursivos que generan miedo y temor en la gente legitimando un discurso autoritario, de limpieza social, que abiertamente le ha declarado la guerra a la juventud y además promueve una manera “correcta de ser joven”, interpretación que implica creer que ser joven de determinada manera; pobre, moreno, tatuado, con piercing, mal hablado, de cabello largo, con aspecto cholo o indígena, entre otros; implica etiquetar al


joven como delincuente, mal viviente y asesino en potencia; se refuerza con esto un imaginario que atribuye a la juventud el rol de enemigo público al que hay que reprimir y castigar a como dé lugar. Al estudiar la violencia, la inseguridad, la delincuencia sin un contexto socio-político se hace ver a los sectores especialmente marginales como los responsables directos de esta situación desplazando la responsabilidad directa del estado y de las instituciones sobre los sujetos lo cual crea un ambiente favorable para la criminalización, la represión, justificando las medidas emprendidas contra la juventud. Finalmente estas acciones se consideran la solución a los problemas estructurales de nuestra sociedad, aunque como veremos a continuación las causas de la crisis no están precisamente en la población juvenil. Al abordar el contexto de la realidad latinoamericana vemos que está marcado por 3 elementos fundamentales que se han visto reflejados sobre la condición juvenil; primero la incertidumbre que rodea todas las esferas de la sociedad contemporánea al no existir un punto de anclaje sólido que nos permita abordar el futuro con claridad y confianza; como lo planteó Zigmunt Bauman nos encontramos en un momento de la historia de la humanidad en donde gran parte de la población entre los 20 y 40 años no tiene alguna certeza sobre lo qué va a pasar con su futuro; el segundo punto explica el primero y es la creciente precarización de la situación económica y social de la población en general debido a la reestructuración del modelo económico, lo que implica procesos de exclusión social y empeoramiento de las condiciones de vida, debido a la ruptura del pacto entre capital y mano de obra que medianamente se mantuvo a través del llamado estado de bienestar en algunos países; y tercero el declive institucional que frente a la reestructuración capitalista ha servido principalmente para desmantelar su función social y actuar como un facilitador del capitalismo incidiendo notablemente en el agotamiento de la seguridad social y el interés púbico en beneficio del capital. Tenemos ejemplos concretos que evidencian el impacto de estas medidas sobre la población juvenil en nuestro continente como en el caso de Argentina, el Salvador, Colombia, México, en donde la población juvenil en condiciones de pobreza alcanza un 50%, en donde un 40% no estudia ni trabaja evidenciando que lo que hay es desprotección social y reina la informalidad en una nueva lógica que incide en la aparición de lo que Rossana Reguillo denomina trabajos 3D por sus siglas en inglés; dangerous, disliked y discomfort; es decir peligrosos, desagradables e incómodos. Cuestión que genera una imposibilidad de manifestarse con certeza sobre su propia realidad; a esto se le añade la inclinación como sociedad a creer en eso que se denomina “la solución individual a problemas sistémicos” pues esta etapa del capitalismo posindustrial nos está llevando a depositar la posibilidad del desarrollo social en la capacidad individual. Esto nos permite recordar las palabras del gran poeta Gonzalo Arango cuando nos dice “el asesino también es víctima del sistema” y sin ánimo de justificación alguna vemos como muchos jóvenes se ven abocados a asumir esa realidad de violencia y sobrevivir a cualquier costo, por ejemplo en el municipio de Creel en el estado norteño de Chihuahua en México, donde existe una gran presencia del narcotráfico el cual ha creado un poder dominante sobre el estado, se recluta a los jóvenes más pobres de la región como sicarios ya que pesa más el poder de las armas y la muerte y sus códigos de interacción que lo que puede ofrecer la educación y sus capitales simbólicos y sociales. Los narcotraficantes han construido un poder para-legal que les permite actuar abiertamente en donde el estado en medio de su colapso no le queda más que ser espectador de oídos sordos, por ejemplo han aparecido las llamadas narcomantas o narco-mensajes donde dicen entre otras cosas “ joven soldado mexicano, si te interesa trabajar en un grupo armado comunícate con el teléfono (…) nosotros si cuidamos de ti y de tu familia, y no te damos de comer sopas Maruchan como en el ejercito. Comunícate”. En esta medida la necesidad de


sobrevivir tiene más peso que educarse y vivir con mejores condiciones ya que ante la necesidad si no los mata la guerra los mata el hambre y en ese punto ya no hay temor puesto que lo único que estos jóvenes tienen para perder es su propia vida. Finalmente y como punto de reflexión frente a la condición juvenil contemporánea es preciso destacar como se están configurando los espacios de participación social y política de las juventudes contemporáneas, vemos cómo se están dando acciones de organización en toda la región latinoamericana gestionadas por los distintos movimientos sociales que confluyen, se entremezclan, se retroalimentan a partir de la defensa de causas no sólo de la condición juvenil sino también de Factores que afectan a toda la población del continente. Cuando las distintas manifestaciones culturales de diversos sectores son capaces de producir discusión y controversia frente a una situación común esto “lleva al desenclaustramiento del público. Por exclusivo que fuera el público, nunca podría llegar a echar tras de sí el cerrojo convirtiéndose en un clan; porque se entiende a sí mismo y se encuentra dentro de un público más amplio” (Habermas, 1981: 75) quiere decir que las reivindicaciones de los pueblos latinoamericanos deben incluir mucho más que luchas locales, fragmentarias y parciales. En esa medida las luchas que dan los jóvenes también requieren trascender su propia condición juvenil. Tenemos ejemplos como los movimientos de oposición frente al modelo neoliberal o el ALCA en donde la lucha trasciende la condición generacional o la oleada de gobiernos de tipo progresistas que han hecho que los jóvenes salgan a la luz para acompañar estos procesos de transición integrando las luchas locales y particulares a unas luchas más generales, o el uso de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones que permite abrir las fronteras y superar la visión de gueto que se asumía en muchas organizaciones juveniles. Todo esto incide de manera notable potenciando los espacios de participación política y social integrando a una lucha social todas las potencialidades que los jóvenes pueden ayudar a desarrollar de cara a la transformación de la realidad latinoamericana y del mundo. Es por ello que resulta importante volver los ojos sobre esta población y reconocer todos los aportes que pueden realizar a un proceso de transformación social, puesto que la juventud más que ser un problema de edad o actitud es un engranaje más de la historia colectiva que se está construyendo en el continente y que apunta a la construcción de un mundo realmente democrático donde prevalezca la dignidad humana y sobre todo se acabe la lógica deshumanizante que trae consigo el proyecto capitalista.


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