Apuntaciones sobre el habla antioqueña en Carranquilla v3- Nestor Villegas Duque

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35. BARAJUSTAR - intr. - Bravear («Hace tiempos», I, 2°,663).

36. BARRER - tr. - Ganar todo el dinero en el juego, aniquilar («Hace tiempos», 1,1 °, 658). - «Barrió con todos».

37. BOGAR - tr. - Es beber seguidamente y no sorber ni beber de un sorbo, como lo apuntan algunos («La Marquesa de Yolombó», 3°,409).

38. BOMBIAR - tr. - Fumar, echando bombas de humo. Lo trae Martín Alonso («En la Diestra de Dios Padre»,1.641).

39. BOTARSE - r. - Casarse mal una mujer («La Marquesa de Yolombó», VIl, 489).

40. BRACIAR - tr. - Sustraer o llevarse lo ajeno. En Santo Domingo vale obtener provechos ilícitos («Frutos de mi tierra», XXVIII, 190).

41. BURLETEARSE - r. - Burlarse (Epistolario, 2.085).

42. CABECIAR - intr. - Romper la corriente de un río, vencerla. Refiriéndose a los peces, dice un personaje de Carrasquilla: «Por qu'esos sí son los malditos que saben cabeciar contra la corriente!» («Hace tiempos», I,6°, 720).

43. CACHAQUIAR - intr. - Darlas de majo, cortejar («Grandeza», 2°, 235).

44. CALAVERIARSE - r. - Casarse mal(«Frutos de mi tierra», XXV, 146).

45. CANDELERIAR - tr. - Hacerle compañía a otro en sus amores o coqueteos, alcahuetear («Hace tiempos», III,10°, 1.110).

46. CANTIARSE - r. - Dársela de donairoso en la marcha.

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47. CANTIARSE LA RUANA - tr. r.- Llevar al hombro uno de los ángulos o puntas de la ruana («En la Diestra de Dios Padre», 1.641).

48. CARACOLIARSE - r.Enfurruñarse («Grandeza», 1°,220).

49. CARAJIAR - intr. - Hacer tonterías («Hace tiempos», III,2°, 999).

50. CAVILOSEAR - Cavilar («Dominicales - Estudiantes»,2°, 1.716).

51. CICATEREAR - tr. - Cicatear. Se usa en Chile (Epistolario, 2.093).

52. COFIAR - r. - Poner o ponerse una cofia («Frutos de mi tierra», 29°, 127).

53. COJINCOJIAR - intr. - Cojear mucho («Salve Regina»,1.142).

54. COLGANDEJIAR - tr. - Colgar, suspender («Entrañas de niño», 3°, 1.184).

55. Comer - tr. - Se usa con un significado de frustración en casos como los siguientes: «Este descomedido,tan

desconsiderao!

Comé

muda

nueva!»

(Al muchacho se le había ofrecido un vestido). («La Marquesa de Yolombó», 15°, 538). - «Este Repollo! Ya no querés sino a Eloicete. Comé que te dé colaciones y pasas de las que traje» («Hace tiempos», II, 2°, 841). -En Venezuela existe un uso semejante (V. Martín Alonso«Enciclopedia del Idioma»).

56. Compurgar - tr. - Satisfacer los pecados o culpas con una pena o sufrimiento. Usase también en México, el Perú y el Río de La Plata («Dimitas Arias», 2°, 1.310).

57. CONFISCAR - tr. - Reprender, castigar («Hace tiempos», III, 2°, 996).

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58. Covar - intr. - Cavar. - Debe recordarse que en Asturias (España) cova vale cueva y que en Colombia covader vale cavadura, acción y efecto de cavar («Hace tiempos», 1,10°, 809).

59. CRINEJEAR - tr. - Trenzar el cabello («Grandeza», 5°,312).

60. CRUJIAR - tr. - Cujear, azuzar («Hace tiempos», I, 2°,668).

61. CULEQUIAR - intr. - Moverse y andar con inquietud. Calentar y cuidar al hijuelo («Hace tiempos», I, 10°,809).

62. CURRUCUTEAR - intr. - Arrullarse las palomas, enamorar («Frutos de mi tierra», VIl, 61).

63. Champurriar - tr. - Mezclar un licor con otro o dos o más líquidos distintos («Hace tiempos», III, 691).

64. CHICAR - tr. - Achicar en el sentido de extraer el agua de un pozo, etc. («Hace tiempos», I, 6°, 719).

65. CHILGUETEARSE - r. - Salpicarse, recibir chisquetes «Hace tiempos». III, 6°, 1.056).

66. CHIQUEAR - tr. - Mimar («La Marquesa de Yolombó»,11°. 504).

67. CHIRRIAR - r. - Chirrear. - Gastar, dilapidar («El Padre Casafús», 7°, 1.285).

68. CHOCOLIAR - intr. - Lagrimar. - No es entristecerse, como dice Malaret en su Dicc, de Amer.(Epistolario,2.110).

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69. CHUPAR - tr. - Sufrir una reprimenda o castigo («En la Diestra de Dios Padre», 1.648). 70. CHURRETIAR - in- tr. Tener diarrea. Vale lo mismo en el Ecuador y el Perú («En la Diestra de Dios Padre»,1.648).

71. CHUSQUEAR - in- tr. Decir cosas graciosas. En Andalucía (España) vale dar bromas, engañar a otro, burlarse.

72. DEBAJIAR - tr. - Poner a uno debajo en el aprecio, tenerlo en menos («La Marquesa de Yolombó», 7°, 467).

73. DESBADAJAR - tr. - Quitar los badajos («Tranquilidad filosófica», 1.613).

74. DESBECAR - tr. - Quitarle a uno una beca. En Castilla vale destetar («San Antoñito», 1.683).

75. DESENGARILLAR - tr. -Desbaratar,deteriorar, moler, desarreglar (Carta a Justiniano Macía, de Octbre. De 1896, publicada en «El Espectador» Dominical de 22 febrero de 1959).

76. DESENTIESAR - r. - Aflojar («Dimitas Arias», 2°, 309).

77. DESENTRESIJAR - tr. - Extraer, sacar («Prefacio de Francisco Vera», 1.620).

78. DESENTUCARSE - tr. - Aligerarse de obligaciones («Grandeza», 5°, 315).

79. DESGUAZAR - - tr. Despedazar, asolar, murmurar. Como despedazar se usa en Cuba y Venezuela («Dominicales - Copas», 1.782).

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80. DESJARETAR - tr. - Abrir, agrandar. - «... se metió los dedos en la boca y se la desjareto cuasi hasta las orejas ...» («Dominicales - Copas», 1.781). - En Colombia también se usa en el sentido de desvergonzarse, desbocarse. 81. DESPACHAR - - tr. Romper, quebrar («Hace tiempos», I, 3°, 688).

82. DESPATOJAR - - tr. Mejorar la letra o caligrafía («Hace tiempos», II, 6°, 903).

83. DESPENSIONARSE - r.- Despreocuparse («Hace tiempos», I, 5°, 719 y 725).

84. DESPERCUDIR - - tr. Despejar, hacer las cosas con soltura («El Zarco», 5°, 1.437).

85. DIABLEJEAR - in- tr. Diablear de un diablejo («El hijo de la dicha», 1.592).

86. EMBEDOYARSE - tr. r.- Entontecerse («El Padre Casafús», 7°, 1.280). En el oriente de Caldas se ha usado en el sentido de matar a una persona: «Se lo embedoyaron», lo mataron.

87. EMBEJUCAR – - tr. Envolver o fabricar alguna cosa con bejucos («Hace tiempos», III, 2º, 1.000).

88. EMBELLECARSE –r- Fascinarse, encantarse, entusiasmarse, entregarse (“En la Diestra de Dios Padre”, 1.649. “La Marquesa de Yolombó”

89. ENBRONQUECER – tr. Hacer la voz ronca, áspera (“Resurrección” l.889).

90. EMBRUNAR - - tr. Oscurecer, ennegrecer («Dominicales-Campesinos», 1.774).

91. EMPALAGOSIAR - in- tr. Empalagar («Hace tiempos», II, 9°, 939).

92. EMPENDEJARSE - r.- Entontecerse («La Marquesa de Yolombó», 7°, 469). 805


93. EMPETACARSE - r.- Hartarse («Palonegro», 1.635).

94. ENCABARSE - r.- Conseguir novio o novia («Hace tiempos», III, 3°, 1.018).

95. ENCACHUMBARSE - r.- Hacer cachumbos o ensortijar el pelo («Hace tiempos», II, 4°, 878).

96. ENCATAR - tr. Hacer cata, guardar («Hace tiempos», II, 4°, 949).

97. ENCIMAR - Dar encima de lo estipulado, añadir («Hace tiempos», I, 2°, 663).

98. ENFLECAR - - tr. Adornar con flecos («La Marquesa deYolombó», 11°, 505).

99. ENGANDUJARSE - r.- Acicalarse, emperejilarse («Hace tiempos», III, 5°, 1.042).

100.

ENGOROBETARSE - r.- Torcerse, combarse («Dimitas Arias», 2°,

1.312).

101.

ENGUARALARSE - r.- Enredarse («Frutos de mi tierra», XXVIII, 197).

102.

ENGÜETARSE - r.- Alegrarse, encantarse («Hace tiempos», I, 6°, 737).

103.

ENJUNECERSE - r.- Enfurecerse («Hace tiempos», I, 2°, 663).

104.

ENJURAR - - tr. Injuriar («Hace tiempos», 1,6°, 742).

105.

ENMADRIGUERARSE - r.- Encovarse («El ánima sola»,1.654).

806


106.

ENMORRALAR - - tr. Echar algo en el morral («El gran premio»,

1.627). 107.

107 ENNAGUARSE - r.- Afeminarse («Hace tiempos», I, 6° 724).

108.

ENQUIMBARSE - r.- Endeudarse («Hace tiempos», I, 9°, 783).

109.

ENRAZAR - - tr. Engendrar («Hace tiempos», I, 8°, 768).

110.

ENRODAR - - tr. Poner ruedos a la falda de las mujeres («Hace

tiempos», II, 7°, 916).

111.

ENSARTAR - - tr. Engañar («Ligia Cruz», 4°, 1.404).

112.

ENTATABRARSE - r.- Remontarse, volverse rústico («Rogelio»,

1.525).

113. con

ENTERRAR - in- tr. En la noche, cubrir algunos tizones del fogón ceniza

114.

(«Dimitas Arias» 5°, 1.324).

ENTOTUMARSE - r.- Turbarse, entontecerse («Hace tiempos», III, 5°,

1.037).

115.

ENTRAPICHARSE - r.- Amancebarse («La Marquesa deYolombó», 3°,

406).

116.

ENTUCAR - - tr. Sobrecargar las baterías de un molino.Como

enredarse, preocuparse («Grandeza», 5°,318).

117.

ENTUNARSE - r.- Pincharse, punzarse («Hace tiempos», II, 7°, 918).

807

r.,


118.

ESPUMARAJAR - - tr. Echar espumarajos. Algunos diccionarios, como

la «Enciclopedia del Idioma» y la «Enciclopedia Sopena», traen espumarajear («Frutos demi tierra», II, 15). 119.

ENZAMBARSE - r.- Degradarse («La Marquesa de Yolombó»,XIV,

537).

120.

FLECHARSE - r.- Salir precipitadamente («El Padre Casafús», 10°,

1.295).

121.

FOGUIARSE - r.- Fatigarse mucho («Dimitas Arias», 2° 1.309).

122.

FRANCESEAR - in- tr. Hablar francés («Hace tiempos»,III, 8°, 1.085).

123.

GAROSIAR - intr. Glotonear («La Marquesa de Yolombó», 15°, 540).

124.

GAZNATEAR - in- tr. Hablar como entre el gaznate, sin claridad («Hace

tiempos», II, 2°, 841).

125.

GROJIAR - in- tr. Estar de gorja, festivo; bromear («Grandeza», 4°,

420).

126.

GUABINIAR - in- tr. Bailar la guabina, cantarla (Epistolario, 2.980).

127.

GUACHARAQUIAR - in- tr. Hablar mucho y recio (Epistolario, 2063).

128.

GÜENIAR - - tr. Gustar («La Marquesa de Yolombó», 21 °, 602 «Hace

tiempos», 10°, 803).

129.

GÛERTIAR - in- tr. Trabajar en la huerta («Hace tiempos», I, 7°, 759).

808


130.

GULUNGUIARSE - - tr. Oscilar, columpiar, colgar («La Marquesa de

Yolombó», 14°, 532 - «Simón el mago»,1.672).

131.

GURREAR- tr.Pedir, mendigar (Epistolario, 2.107).

132.

HIDROPICARSE - r.- Volverse hidrópico. Usase en Honduras («La

Marquesa de Yolombó», 11 °, 501).

133.

HOJARASQUIAR - in- tr. Remover la hojarasca (Epistolario. 2.178).

134.

IDIAR - - tr. Imputar («Hace tiempos», 1,10°, 802).

135.

INFUSCARSE - r.- Ofuscarse («Hace tiempos», II, 1°, 822).

136.

INJUSTICIAR - in- tr. Obrar con injusticia («Hace tiempos», 1,1°, 655).

137.

INQUISITORIAR - - tr. Someter a proceso de inquisición («Entrañas de

niño», 3°, 1.185).

138.

JINCHIR - - tr. Hartarse, comer («Frutos de mi tierra», XXVIII, 187). En

Puerto Rico dicen jinchera por hinchazón.

139.

JONJOLIAR - - tr. Mimar, cuidar («Frutos de mi tierra»,3°, 28).

140.

JOTIAR - - tr. Distribuir en jotos, cargar («Bien puede jotiarla para que

se ponga más melindrosa») (Se trata de cargar una chiquilla) («Hace tiempos», III, 2°,1.003).

141.

JULLERIAR - in- tr. Mostrar galanura y presunción (Epistolario, 2.134).

142.

LECHAR - - tr. Ordeñar («El Zarco», 5°, 1.461).

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143.

LONGANICIAR - in- tr. Comer fritada («Hace tiempos»,II, 2°, 282). En

ios siglos XVI y XVII existió el verbo longanizar, con el significado de llenar embutiendo, a semejanza de los que hacen longaniza. 144.

MACHUCAR - - tr. Expresar una cosa rápida, somera y

desordenadamente («Hace tiempos», III, 4°, 1.023).

145.

MALUQUIARSE -r.- Indisponerse («Hace tiempos», I,10°, 785).

146.

MARCAR - - tr. Enmarcar, encuadrar («Dominicales-Campesinos»,

1.775).

147.

MATAPERRIAR - in- tr. Vagabundear («Dimitas Arias», 4°, 1.321).

148.

MAZAMORRIAR - in- tr. Sacar oro en batea, por lavado de las arenas

(«Hace tiempos», 1,1 °, 657).

149.

MERENDAR - - tr. Tomar una colación antes de ir al lecho por la noche

(«Grandeza», 3°, 267).

150.

MIJEAR - - tr. Tratar a los demás de m'hijo, con mucha confianza

(«Dominicales-Campesinos», 1.775).

151.

MOSQUEARSE - r.- Moverse, darse por aludido («Dominicales-

Estrenos», 1.769).

152.

MUDARSE - r.- Tomar otra ropa o vestido, aludiendo, de preferencia, al

exterior y al mejor o más nuevo o más limpio («Hace tiempos», I, 6°, 743).

153.

NEGRIAR - - tr. Tratar a una persona como si fuera un negro, hacer

relaciones con los negros («La Marquesa deYolombó», 14°, 636).

810


154.

PATONIARSE - r.- Cansarse de caminar («La Marquesa de Yolombó»,

14°, 536).

155.

PAVIAR - - tr. Acechar y asesinar por sorpresa («Hace tiempos», II, 11°,

974). –

156.

PELAR - - tr. Azotar («Hace tiempos», I, 6°, 732). Vale también mostrar

(«La Marquesa de Yolombó», 14°,527). Como reflejo significa cometer error o pifia.

157.

PERECIDIAR - - tr. No dar o dar muy poco, cicatear («Hace tiempos»,

1,10°, 810).

158.

PERRIAR -in- tr. Vagabundear, hacer pilatunas («Dominicales -

Mineros», 1.720). En Aragón (España) existe perrear, con igual sentido. 159.

PESTAÑEAR - in- tr. Dormir («Frutos de mi tierra», II,24).

160.

PICONIAR - - tr. Chismear, denunciar, comunicar («Hace tiempos», II,

7°, 918). En Aragón (España) existe piconear, en el sentido de zaherir.

161.

PINTURIAR - in- tr. Gallardear, farolar («Esta sí es bola», 1.577).

162.

PIQUIAR - - tr. Dar besos o picos («La Marquesa de Yolombó», 19°,

582). En Guatemala existe el mismoverbo con los significados de chismear y dar besos. En Colombia suele usarse también en la primera deestas acepciones.

163.

PISPIAR - tr. Lanzar miradas amorosas, enamorar («Frutos de mi

tierra», XVII, 117).

164.

PORDEBAJIAR - - tr. Humillar a una persona, tenerla en menos

(«Frutos de mi tierra», III, 29). 811


165.

PULSAR - - tr. Conformar (V. Vocabulario) («Dimitas Arias», 1°, 1.306).

166.

QUEJUMBREAR - r.- Quejarse, lanzar quejumbres («ElZarco», 4°,

1.427).

167.

RASPAR - in- tr. Extremar, llevar hasta lo más, apurar una fiesta, etc.

(«Hace tiempos», III, 5°, 1.045).

168.

RASTROJIAR - in- tr. Andar por el rastrojo en busca de algo («Hace

tiempos», I, 9°, 780). En su Diccionario trae Martín Alonso este mismo verbo, con el significado de pastar el ganado o andar rebuscando entre losrastrojos.

169.

RECURSAR - r.- Hacerse a recursos («Dimitas Arias», 2°, 1.309). En el

siglo XV se usó este verbo en un sentido judicial: entablar un recurso. 170.

RECHIRRIAR - in- tr. Chirriar repetidamente («Resurrección»,

1.889).

171.

RECHUPARSE - r.- Movimiento reflejo, defensivo de la bestia caballar

de bríos, cuando se le toca el muslo o debajo de la cola. Por extensión, esquivarse («Dominicales-Copas», 1.779).

172.

REGOLVER - - tr. Devolver («Frutos de mi tierra», XXVI,170).

173.

REPISPARSE -r.- Ponerse pispo, hermosearse («Hace tiempos», III, 5°,

1.039).

174.

RESTAR - in- tr. Adeudar en parte («La Marquesa de Yolombó», 15°,

540).

175.

REVENTAR - - tr. Lucir, gastar, usar («Esta sí es bola»,1.573 - «Hace

tiempos», I, 6°, 727). 812


176.

176

RISOTEAR - in- tr. Reír estrepitosamente, abiertamente («Hace

tiempos», I, 5°, 713).- Lo registra Martín Alonso en su Diccionario, con igual sentido.

177.

RUCIAR - Rociar («Grandeza», 3°, 268).- Usase en Navarra (España),

con igual sentido.

178.

RUMBAR - - tr. Despedir o arrojar. «Lo rumbaron del empleo», dice la

gente, Abundar. («Por allá pagan muy buenos jornales y rumba la plata el 25 de cada mes, qu'es el día de los pagos» («Hace tiempos», I, 4°, 697) En Salamanca (España) vale vivir con esplendidez.

179.

RUÑIR - - tr. Roer («El Zarco», 4°, 1.427). Se usa también en Puerto

Rico, Venezuela y México.

180.

SACAR - - tr. Rebullir, sacudir («Frutos de mi tierra»,XXVI, 167).

181.

SABUQUIAR - - tr. Rebullir, sacudir («Frutos de mi tierra», XXVI, 167).

182.

SANCOCHAR - - tr. Causar irritación de la piel por calor o frote

(«Dimitas Arias», 2°, 1.310).

183.

SAPEAR - in- tr. Hacer en cuclillas movimientos como de sapo

(«Miscelánea-Candelaria», 1.920).

184.

SAPOTIAR - - tr. Probar, gustar los alimentos, sin comerlos propiamente

(«Hace tiempos», 4°. 872). Malaret, en su Dicc, de Amer., lo trae como un colombianismo y con el significado de manosear, tentar.

813


185.

SARGENTIAR - - tr. Bandearse, ingeniarse, industriarse («Frutos de mi

tierra», II, 23).

186.

SASTREAR - in- tr. Hacer oficio de sastre («Hace tiempos», III, 3°,

1.017).

187. SEÑOREAR -

in- tr. Tratar,

conversar con

señora («Dominicales-

Estudiantes», 1.716).

188. SESGUERETIAR - in- tr. Sesgar («Hace tiempos», I, 6°, 719).

189. SINVERGÜENCIARSE - r.- Perder la vergüenza («Hace tiempos», i, 2°, 673).

190. SOCAVONEAR - - tr. Hacer socavones («Hace tiempos», II, 5°, 884).

191. SOPERIAR - - tr. Curiosear, chismear («La Marquesa de Yolombó»,15°,541).

192. TALLAR - Molestar, desacreditar («Frutos de mi tierra» VIII, 65). (tr.).

193. TAMBAR - - tr. Engullir, tragar («El Zarco», 6°, 1.468).

194. TANTANEAR - in- tr. Producir ruido como de tan-tan («Estrenos», 1.776).

195. TAPARSE - r.- Enriquecerse («Hace tiempos», III, 7°,1.066).

196. TIRAR - - tr. Dar, regalar.- Como reflejo y con acusativo de una prenda de vestir, vestirla rápidamente: «No bien termina tan eficaz desinfección, se tira las sayas y el pañolón callejeros y vuela al señor Cura» («El Zarco», 6°, 1.469).

197.

TIRARSE A una persona - - tr. Burlarse de ella, mortificarla,

desacreditarla, perjudicarla («Frutos de mi tierra», VIII, 66). 814


198.

TOSER - - tr. Molestar, mandar, abusar de uno («La Marquesa de

Yolombó», 5°).

199.

TRISCONIAR - in- tr. Triscar, criticar, murmurar («Hace tiempos»,

1,10°, 804).

200.

TROMPETIAR - in- tr. Hablar recio, cantar («Hace tiempos», II, 10°,

967).

201.

TUTIAR - in- tr. Jugar tute («La Marquesa de Yolombó»,8°, 477).

202.

VERDEAR - in- tr. Hacer o hablar cosas verdes («Hace tiempos», II, 11°,

981).

203.

VIRAGUAR - - tr. Percudir, manchar («Hace tiempos»). (Suárez, «El

Sueño de Cuba»).

204.

VOZARREAR - in- tr. Hablar fuertemente y con voz ronca («Grandeza»,

6°, 340).

205.

ZAMBEAR - - tr. Tratar a una persona como a zambo («Hace tiempos»,

II, 11°, 969). Tiene un uso semejante en el Perú.

206.

ZORROSTRIQUIAR - - tr. Zamarrear («Hace tiempos»,1,1°, 654).

207.

ZURRUNGUIAR - in- tr. Rasguear la guitarra, el tiple u otro instrumento

de cuerdas («Hace tiempos», II, 2°,838).

208.

ZUEQUEAR - in- tr. Andar en zapatos como con zuecos («Ligia Cruz»,

4°, 1.404).

815


209.

Además de los verbos anteriores, anotamos los tres siguientes, con los

cuales hemos dado accidentalmente en otras obras, distintas de las de Carrasquilla:

210.

AFLIGIR - - tr. Aflojar o disminuir la tensión de un esfuerzo o situación

(Julio Posada, «El Machete», pág.194).

211.

EMPAREJAR - - tr. Castigar o zurrar por igual (Rendón, «Pecados y

Castigos», pág. 16).

212.

ENÑUSGAR - - tr. Arrugar la cara (Rendón, «Crónica del Corpus

Christi», pág. 317).

ADVERBIO

Para mejor información acerca de este tema véanse las páginas que le consagra don Luis Flórez en su obra Habla y Cultura Popular en Antioquia. Sobre el particular, nosotros consideramos pertinentes las siguientes notas:

ADVERBIOS DE TIEMPO AHÍ MISMO - «... se asomaron al platanal, y ai se toparon un muchachito, puestecito en la mata de malva, como el niño Dios, tiritando de frío el angelito. Ai mismo lo cogió y lo envolvió Cristina en el delantal...» («Hace tiempos», i, 10°, 809). Como se ve, significa en seguida, en el momento mismo. Con el mismo ejemplo e idéntica observación lo trae Flórez, obra citada.

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AL CABUELRATO - Bastante después.- «Entonces al cabuelrato se levantó Pachita y lo repartió» (Julio Posada, «El Machete»).

A LO QUE - «Siguiendo la norma de frases como al tiempo o a la sazón que, al momento o al punto que, decimos en Bogotá: «A lo que salÍa lo vi», «Cójalo a lo que asome», «A lo que va creciendo se va empeorando». En Aragón se ha dicho y se dice lo mismo, y es probable que de allí nos haya venido... = Como se ve a lo que denota o simple coexistencia entre dos hechos, o inmediata anterioridad del uno con respecto al otro, o paralelismo en las modificaciones de dos atributos» (Cuervo, Apunt. 364).- En Antioquia es de gran frecuencia: «De presto se recordó; se enderezó, y a lo que vio a Peralta le dijo muy fanfarrón y arrogante...» («En la Diestra de Dios Padre», 1.646).

A PROPIA HORA - En esa hora. «La busqué por toda la casa y no la topé... A propia hora salí a buscarla» («La Marquesa de Yolombó», XVIII, 573).

AL ROMPE - AL ROMPIS - Al instante, en el acto.- «No se lo vaya explicando así al rompis, porque yo no he dicho ni una palabra sobre el grandor o pequeñor de Elias Cuenca» («Grandeza», 2°, 242).

A NADA - Al instante, momento después.- «Cuando a nada vuelve y se quita el disfraz, bañaíto en sudor» («Frutos de mi tierra», XII, 93).

ANTERIOR - «Este adjetivo se emplea a veces como adverbio entre campesinos y vulgo urbano: «anterior se usaba el calabozo». Lo mismo ocurre con diario»: «por aquí pasan cuatro o cinco jaulas diario», «llevaba gente diario», «usté diario vive cayendo». Cadavid, 124, recoge también este adjetivo con el mismo valor de diariamente» (Flórez, ob. citada).

ANTESDEAYER - «Esta es la forma usual correspondiente a las académicas anteayer y antier» (Flórez, obra citada).

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AÑISIMOS - «Si eso fue hace añísimos, cuando mandaban los rojos!» («Frutos de mi tierra», IV, 39).

A UN RATÍSIMO - Bastante después.- «A un ratísimo voltea a ver el Señor y le dice: ...» («En la Diestra de Dios Padre», 1.640).

CON LA TARDE - CON LA NOCHE - En el habla popular se oye el empleo clásico de con, en lugar de por, para significar duración de tiempo, en complementos como con la tarde, con la noche: «Venía el Martes Santo, con la tarde y con tal pueblo» («El Zarco», 6°, 477).- «Con la noche llegamos a la mina de «El Criadero» («El Zarco», 6°, 1.476).

DENDIANTES - Este compuesto adverbial del antiguo dende de la edad de oro de la lengua con el adverbio antes, es de uso muy corriente, sobre todo en el habla campesina.- «Pa qué no me dijo dendiantes?» («Frutos de mi tierra», XV, 108).

ENTONCES - ANTONCES - ANTOCES - ANTOS - «En los relatos populares se utiliza este adverbio como muletilla» (Flórez, ob. citada). «Antonces es un dicho muy afrentoso -repone el Zarco muy afligido-» («El Zarco», 3°, 1.418).- «Me lo tomé... y como si l'hubieran echao a l'acequia. Antonces mandaron por ño Luna, qu'era el médico d'esos laos» («Dimitas Arias», 2°, 1.309).- «Antós era mi padrecito el hijo de vusté» («El Zarco», 2°, 1.408).

ENTUAL - ENTUALITO - Significa en seguida o inmediata anterioridad.- Sobre este adverbio debe recordarse lo que dice Cuervo en el N° 394 de sus Apuntaciones: «Del uso frecuentísimo de en para señalar el tiempo (en ese momento, en aquellos días, en el siglo pasado) se origina el anteponer esta partícula o adverbios que sin ella tienen tal significación: endespués, enantes, endenantes, enenantes». Se ve que actualmente ha pasado a ser antual y entualito.- «No ve qu'entual llegan mi hermana y César?» («Frutos de mi tierra», XXVIII, 188).- «Entualito se coló a la iglesia de Santa Bárbara. Ai lo topa» («La Marquesa de Yolombó», 4°, 425).- «Virgen Santa! Hasta matagente será 818


eso! = - No lo diga ni por chanza! Entualito verá» («La Marquesa de Yolombó», 7°, 463).

ENTUAVIA - Este adverbio, del más bajo y sencillo lenguaje, del habla viviente del pueblo rústico, es común en Antioquia. Dice sobre él el sabio Cuervo: «... el vulgo usa en España y en varias partes de América entodavía, entuavía (Trueba, El gabán y la chaqueta, VIII; López Silva, Migajas, p. 22). Y Rodríguez Marín apunta en la nota N° 18 de la parte I, cap. XXIX, de su edición del Quijote: «Repara Clemencín que Cervantes suele acumular el aun al todavía, uno de los cuales pudiera bien omitirse». Dícelo Cervantes como los andaluces, quienes de tanto juntar los dos adverbios, han hecho una sola palabra de entrambos: entoabía». - «Eso será mi papá y los grandes; pero yo y este sernos muy macheteros en tuavía» («Hace tiempos», II, 5°, 890).

«HARÁ UNOS, con expresiones de tiempo da idea de aproximación: hará unos tres años, hará unos veinte días» (Flórez, obra citada).

LUEGAMENTE - En seguida, después.- «Y antós, le di quereme sin contra; y, luegamente, lo rescaté y nos casamos» («La Marquesa de Yolombó», 21 °, 601).

MAS HOY, MAS MAÑANA - El uso de esta locución, en lugar de bien hoy, bien mañana; muy pronto; por tarde hoy o mañana- es frecuente en el pueblo:«... dizque no contesta porque viene, más hoy, más mañana!»- («Ligia Cruz», 4°, 1.390).- «Este muchacho hay que sacalo d'ese monte, más hoy, más mañana» («Rogelio», 1.525).- «... todos creían que se moría más hoy, más mañana» («Dimitas Arias», 2°, 1.311).

NUNCA - Deja de significar jamás y se usa en lugar de no para dar mayor energía a una negación: «... ello más bien sería conveniente, pero agora nunca sería fácil» («El Zarco», 4°, 1.431).

OSCURO - Por una elipsis esta voz toma valor adverbial de tiempo, significando antes de amanecer, muy temprano, en frases como éstas: «Anuncia si'apretó la caña antier, 819


escuro, escuro, y no topó ni rastros de los guespedes» («En la Diestra de Dios Padre», 1.639).

SIEMPRE - Del variado uso de siempre -muy del habla antioqueña- vale hacer resaltar dos cosas interesantes:

1°. Dice Malaret en su Diccionario de Americanismos, al incluir a siempre, que en Colombia, Guatemala, México, Panamá y Puerto Rico, este adverbio vale «positivamente, con seguridad. Siempre me iré hoy». Eso es asi. Como ejemplo podemos hacer esta cita: La madre Rumalda le dice al Zarco que ella y mano Higinio no son sus padres, sino que ellos lo recibieron de unos hombres, como encomienda, una noche de luna, y que lo criaron. Y dice el Zarco: «Pero vusté y Taita Higinio siempre saben quien son mis padrecitos!... = - No, mi Zarquito, lo inoramos por completo» («El Zarco», 6°, 1.428). Es muy claro que aquí vale siempre por seguramente. 2°. En «El Sueño del Puente de Bosa», Tomo XII, pág. 220, tratando el Señor Suárez del «Uso de siempre en proposiciones adversativas: siempre me voy por más que llueva», escribe: «Tengo apuntes sobre este uso de siempre, cuya clave puede comprenderse exponiendo a granel varios ejemplos que permitan rastrear alguna norma. Siempre que compongan el tabernáculo, harán cosa de provecho, dice Ponz, empleando siempre por sí. Flórez escribe que aunque un pueblo es pequeño, siempre se considera principal, y allí «siempre» significa sin embargo. Laguna observa que aunque la envidia no puede huirse «todavía» causa más bien gloria; donde todavía equivale a siempre. En la Ley 43 del título 6 de la Partida Io se lee: «Castamiento son tenudos los clérigos de vevir todavía». Herrera enseña que las olivas sembradas en cierto tiempo prenden, aunque «siempre» tienen menuda la rama. De dos pueblecillos dice Trueba que así pequeños, «siempre» tendrá cada uno cincuenta vecinos. = Véase en todo esto la equivalencia de si, siempre, todavía, y su elasticidad para contraponerse a ciertas ideas adversativas. «Todavía» es de «todos modos» y recibió idea de tiempo a fuerza de esa contra posición; llueve todavía, es decir, llueve de todas maneras y a pesar de la demora; no ha llegado todavía, esto es, no obstante el tiempo corrido, «siempre» no llega. Tal vez la razón más honda de estos 820


accidentes será que el si castellano y el si latino provienen de un et anterior, equivalente a «cuando», de manera que la idea de coexistencia sirvió al espíritu para expresar condición o causa: si truena me asusto; cuando truena. Cosa que hoy mismo reaparece en el uso actual de nuestro romance: cuando no reconozcas ese deber, cúmplelo por decoro. Idea que se infiere en todas las frases equivalentes a «aunque», «dado que», «puesto que» y las demás que encabezan el acervo de las proposiciones adversativas».

Respecto de lo anterior, veamos estos ejemplos:

Dice el Cura: «Usted sabe, don Jerónimo, que a los pueblos mineros no los sacan de las minas. Y la plata viene a quedar en manos de comerciantes y vivanderos. = - Pero siempre será muy rico su curato, señor Cura... = - Eso creen, don Jerónimo, porque el curato es grande, pero no hay tal riqueza...» («Hace tiempos», I, 6°, 730).- Este siempre equivale aquí a sin embargo, es decir, a una idea adversativa.

«...que todos tres me hacen mala cara... = -Oíle las cosas a este muchachito! = - Ya oí, m'hija. Entripaos que Dios nos manda, en castigo de nuestras culpas. = - Asina será, Higinio. Pero siempre me parece que se han güelto muy malucas. No jue eso lo que yo u vusté les enseñamos. = - Asin'es, m'hija; pero qué van a hacer las pobres, si sus maridos les inculcan esas maldades? = Siempre es de malucas que son» («El Zarco», 3°, 1.421).El primer siempre equivale a no obstante; idea adversativa. El segundo equivale a de todos modos; también idea adversativa.

«Si le alegas por las Zamudios, no nos deja ir a la tertulia que van a dar el martes. = Siempre van, rechonchona. Ya dije. Ya dije que las llevaba» («Grandeza», 6°, 342). Vale no obstante este incorrecto siempre. Idea adversativa.

Siempre vale a veces como un adverbio de modo. Véase este ejemplo: Y exclama en la cocina mana Jacinta, cuando llegan los peones con hambre: «¡Madre mía de Balvaneda! pero estarán trózaos de necesidá... = - Siempre algo, mana Jacinta, responden algunos con displicencia» (Rendón, «Inocencia», Cuentos y Novelas, Colecc. Pop. de Clásicos 821


Maiceros, pág. 67). Este siempre bien puede valer ciertamente, efectivamente, indicando el modo de estar, aunque en el fondo hay un sentido claramente afirmativo.

«Siempre. Se usa a menudo, como en Bogotá, con el sentido de algo, un poco: «este pueblo siempre es viejito»; «su familia es numerosa? - Siempre es regular»; «¿qué tal está la feria? - Eso siempre está como pesadón» (Flórez, obra citada).

TANTAS - La expresión las tantas, que suele usarse con valor adverbial, indicando hora avanzada del día o de la noche, no deja de presentarse en el habla antioqueña: «Ma Higinio se les une y el terceto se prolonga hasta las tantas de la mañana» («El Zarco», 6°, 1.485).- «...pero, según voz y fama, la descuerada se prolonga hasta las tantas de la noche...» («Hace tiempos», 6°, 719).

TIEMPISIMOS - «Eso hace tiempísimos y Miguel lo ha visto dos veces y Elisa una mera, porque han ido allá» («Hace tiempos», II, 3°, 853).

Las frases adverbiales de tiempo tan pronto como..., tan luego como, se emplean frecuentemente sin como, así como también la frase en tanto que, sin el que.

ADVERBIOS DE LUGAR Aá - Por síncopa ha quedado reducido el adverbio allá a estos dos sonidos, en el habla del pueblo bajo: «Pero no te igo que tuá la jamilia tamos aá en El Cucaracho?» («Frutos de mi tierra», XXIX, 194).- Es usado principalmente por los negros.

Ahí - Como en toda la América, es muy frecuente el uso anticuado de este adverbio en lugar de allí: «A los Rodas les hicimos uno... les cogimos un pedazo de río con un tapao doble...! Fue mucho el oral que cogieron ai los señores Rodas» («Hace tiempos», I, 6°, 719). Ai - Pronunciación anticuada y vulgar de ahí. 822


En su Diccionario Gramatical dice Martínez Amador que este adverbio «no tiene doble forma, como aquí y allí y por eso hay mayor vaguedad en su significación». Es precisamente lo que sucede en estos ejemplos:

«Ella no me ha dicho nada; pero entiendo que está en tratos d'hechicería con la tal Águeda Cabarca. Ai me ha contado toda la cencía d'esa carateja» («Hace tiempos», I, 4°, 701). Tal vez en este caso equivale a sencillamente, llanamente, como quien no quiere la cosa. En la frase «eso costará por ai, por ai diez pesos», equivale a poco más o menos. Esta idea de aproximación se observa también en relación con el tiempo: «murió por ai al amanecer». «Pasó por cada, por ai a las nueve largas» («La Marquesa de Yolombó», I, IV, 419).

«Yo le doy ai la comida» («Hace tiempos», I, 4°, 702). En este caso quizás vale solamente, escasamente, como puedo.

Un poco parece que valiera en lo que dice Tobías Castellanos, en «La Marquesa de Yolombó», 19°, 580: «Pes yo medio sé echar ai, serrucho y martillo».

«Ai iremos viendo» («Hace tiempos», I, 6°, 740), parece que significa poco a poco iremos viendo.

A un poco se le hace a uno que equivale en esta frase de «Hace tiempos», I, 6°, 739: «Ellos siempre han sido ai medio perros en otras cosas».

«Casi no podía gañir el pobrecito de puro cansao qu'estaba, ai como pudo les gritó...» («En la Diestra de Dios Padre», 1.639).- No hay duda de que aquí significa difícilmente.

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«Los dijuntos parecían gusenos de cosecha, y ni an los enterraban, sino que los hacían una montonera, y ai medio los tapaban con tierra»- («En la Diestra de Dios Padre», 1.645).- Claramente se advierte que aquí vale apenas.

En «Me confundo ai callao mi boca» («Hace tiempos», I, 6°, 739), tiene, al parecer, el valor de estando o viviendo.

Ai toma a veces el valor de un adverbio de tiempo: «Al subir a la placita viene Camilón de La Mayoría. = - Ai sí, pues! -exclama el insigne inspector-. Ya se completó la trinca con el duende mayor» («Hace tiempos», II, 10°, 963).-Claramente se puede sustituir por ahora. Dice también Martínez Amador (obra citada): «Hoy no se se usa ya, y es lástima, este modo adverbial en sentido despectivo de «pocomás o menos»; «un hombrecito por ahí» (Rivadeneyra); «Gobernador de una ínsula, y no de las de por ahí, sino la mejor que puede hallarse (Quijote, I, 52). En Antioquia sí persevera el uso de este modo adverbial por ahí, así como en todo el país. Además es muy frecuente oír esta frase: -«Ese es un hombre ai». En «Hace tiempos», III, 8°, 1.088, se lee: «... el chiquiteo es un ñatico ai que no tiene figura de nada». En «Palonegro», pág. 1.634, se ven estas Ifneas: «No si acuerda que l'última vez que vino mi sia Rosana, er'ai un calzonsingente?». Y el mismo Carrasquilla, en su Epistolario, pág. 2.094, escribe: «Nada he hecho que valga la pena ni para el cuerpo, ni para el alma, ni por lo bueno ni por lo malo. «Un cuerpo ai!, como decía Manuela Duque, un buche con ojos rodando por el mundo».

Oportuno, sobre el adverbio que comentamos, es lo siguiente que se encuentra en la obra «El lenguaje y la vida», de Charles Bally, part. II, cap. 2°, pág. 176, trad. de Amado Alonso: «Análogamente, en la mayor parte de América y de España (Excepción: las Antillas, Andalucía, Extremadura y León) los grupos vocálicos ai, eí, oí, aú, tendían a la diptongación, cambiando el acento a la vocal más abierta: balbáino, máistro, áura (ahora), aí (ahí), aúja (aguja), leído, Elóisa, baúl, baraúnda, etc. La tendencia estaba tan arraigada que hasta poetas como Meléndez Valdés y Lista acentuaban caldo, leído, réir en posiciones destacadas del verso. Esto sucedía a fines del siglo XVIII y sobre todo 824


durante todo el siglo XIX. Pero estas pronunciaciones no se generalizaron en la lengua literaria, y en la lengua oral de las gentes, tomando como mejor pronunciación la afirmada en la literatura, reaccionaron «con acción voluntaria y reflexiva, y corrigieren la tendencia, primero en las dos Castillas y norte de España, y más tarde en los distintos países americanos».

¡Al ESTA, PUES! - Esta frase exclamativa, de todo momento en el habla, bien puede valer algo así como ¡pero vean, pues!.- «¡Ai está, pues! -exclama la Cecilia-. Ni doña Estefa de la Selada se escapó» («Entrañas de niño», 3°, 1.180).

¡Al SOS! - Otra expresión exclamativa que debemos anotar, tratando de ai, es la bastante frecuente ¡ai sos!, ai sos, camisón rosao!, que vale ¡aquí estás!, ¡he aquí!, o algo semejante.- «El baile del torbellino / ha de bailarse versiao. / Aentro los de corrosca / y ¡ahí sos camisón rosao!» (Bernardo Arias Trujillo, «Risaralda», 9°).

ALLÁ - Sin tener la frecuencia del allá claramente adverbial usado con referencia a un tiempo pasado o futuro indefinido («Allá en mi juventud», «Allá verás que nada sucede»), es común oír emplear allá con una significación imprecisa de cosa sugerente, tenue o confusa, y por esta frecuencia en el habla antioqueña lo hacemos figurar en estas páginas. Al detenerse uno ante este vocablo, con semejante sentido, comprende por qué se ha dicho que el adverbio es el adjetivo del verbo. En realidad, hay casos en que uno casi vacila entre cuál es su mayor valor, si el adverbial o el adjetivo, y recuerda la adjetivación de ciertos adverbios, como cuando se dice «un hombre así es capaz de todo». Véanse estos ejemplos: «Anoche en la merienda, se pusieron a grojiar delante del viejorro, como ellos usan; y Rufino que allá medio chusco, le dijo a Esteban: «Vé qué lástima!» («Hace tiempos», I, 5°, 708). Aquí está allá incorporado en un predicado, pero se destaca su carácter adverbial. «Estos di'aquí son medio hocicudos, medio lanetas, con el pelo allá como amuhanas o pardusco» («Hace tiempos», I, V, 706). Aquí el carácter adverbial es muy claro, pero con significación de idea remota, que no le es extraña, lo cual se ve, por ejemplo, en «Allá por épocas lejanas». 825


Aparece Lola... «Y avanza, muy misteriosa, con un manoteo y una cosa allá que nunca había visto» («Hace tiempos», II, 4°, 874). En este caso el valor adjetivo de allá, tan unido a cosa, llama la atención, pero el complemento con un manoteo es adverbial y así lo es con una cosa allá, de manera que su carácter adverbial de modo se percibe, aunque se pudiera suplir por el adjetivo indefinible, por ejemplo.

«Tan célebres, tan dulces, con esa elegancia de maneras y esa cultura, que sólo se adquirían por educación doméstica, por ejemplo y por herencia, y esa cosa allá de las personas de alto nacimiento y alcurnia» («Grandeza», 2°, 235). Resalta el carácter adjetivo de este ejemplo. «Además, el sermón del Padre Casafús fue muy alegórico y en un estilo allá parecido al Apocalipsis...» («El Padre Casafús», 2°, 1.299). En este caso se ve fácilmente que allá pudiera sustituirse quizá, o por el adjetivo impresionante, o por el adverbio lejanamente. Pero es indudable que el carácter adverbial es el más saliente.

El Señor Cuervo aclara completamente estos aspectos de allá en sus «Diccionario de Construcción y Régimen», del cual tomamos solamente estos renglones:

«De aplicarse a denotar lo remoto de un lugar (allá en Castilla) viene su empleo para dar a entender lo distante que uno se halla de alguna opinión, gusto o modo de proceder. «Eso allá se ha de entender, respondió Sancho, con los que nacieron en las malvas». «El Señor tendrá allá sus razones».

«Denota el interior de la persona de quien se habla como lugar remoto y al cual no tiene uno acceso. «Y lo que determina allá en su mente».

«Usase también con respecto a la persona que habla, cuando ésta mira lo que pasa, por decirlo así, en los senos más profundos de su alma: «Allá en mis adentros».

«Empléase para significar alguna singularidad o rareza de la persona de quien se habla: «El es allá medio filósofo». 826


b)

A veces denota algo que, como si estuviera lejano, no se distingue con claridad ni se

puede definir: «Concibiéndote como una mujer allá de no sé qué materia ni de qué forma».

c)

Otras veces es despectivo, mirándose un objeto, que por lo distante no nos interesa,

como de poca estimación. «Parece que adivinabais que la tal visita no había de seros muy agradable. Figuraos que es allá don Martín de Marsilla, que no os puede ver».

ALLÍ - «Con este adverbio se quiere indicar a menudo cercanía, real o imaginaria, en contraposición a allá, que se siente como indicador de lugar muy distante: «Estuve allía en Barbosa» (Flórez, ob. citada).- En verdad este uso tiene por objeto darle mayor fuerza a la idea de cercanía.

AONDE - Vulgarismo corriente por adonde.- «Ya sé aonde se va por ese camino» («En la Diestra de Dios Padre», 1.645).

DE PARA ADENTRO - «Expresa internamiento, dirección hacia el interior: «de Puerto Antioquia par'adentro» (Flórez, ob. cit.).- Es uno de los casos sobre el uso superfluo de la preposición de, a que se refiere Cuervo en el No 383 de sus Apuntaciones: «En el habla popular bogotana es muy común hacer lo mismo con otros complementos y aun con adverbios, añadiéndoles el de que tiene expresiones análogas: «Venía de para arriba, cuando ella iba de para abajo».

DI'AI - En su «Diccionario General de Americanismos» escribe Santamaría: «De ahí. m. adv. temporal que, en la conversación familiar, equivale a «después», dejando de ser adv. de lugar. Toro Gisbert cita como caso argentino el siguiente, que es típico amerindohispano: «Le escribí una carta.- ¿Y de ahí? - Nunca me contestó...». Vulgarmente se pron. diái (de ahí). Puede tener también sentido enfático jactancioso, como cuando decimos: «Lo dije, ¿Y de ahí?, es decir, sé lo dije, lo sostengo y qué me puede suceder por esto?, sentido en el cual también , se dice: «¿Y luego qué?». Común 827


en el habla familiar y vulgar. Con la significación de después, luego, en seguida -como lo anota don Luis Flórez- es sumamente frecuente en el habla antioqueña, y es curioso que en la obra toda de Carrasquilla sea muy difícil, si no imposible, encontrar un ejemplo. En algunos casos bien podría ser este di'ai un caso de elipsis en las frases de ahí en adelante, di ai pendelante: «... y que se morían los cuerpos, y volvían las almas a otros, y después a otros, y seguían la misma fiesta hasta el día del juicio; que di ai pendelante las ponían a voltiar en rueda en redondo del infierno por secula seculorum amen» («En la Diestra de Dios Padre», 1.650).- A su turno escribe Malaret en su Dicc, de Amer.: «¿Deay? - Am Central y Ecuad. Después. ¿Y deay? se pregunta al que interrumpe una relación, para que la prosiga. Variante: ¿Ydiay? - Dehái, con acento en la a, significa «en seguida», «después», «a continuación». Frase usual entre escolares cuando se trata de enumeraciones. El deay es contracción vulgar «de ahí».- Pero, siendo una contracción vulgar de ahí, la idea de lugar la conserva a cada paso: «¿Y de dónde las sacaste, negra? = - ¡Aja! Pues di-ai de la barbacoa» («La Marquesa de Yolombó», 7°, 463).- Entre los negros la contracción es aún mayor: «Esos libros quizque se fueron perdiendo, pero uno solo se escapó y vino a manos de un ayudao; y d'ai sacó el invento de componer los libros sin agarrar pluma...» («La Marquesa deYolombó», 7°, 470).

HASTAI - HASTAI CON, PARA - MAS BUENO QUE HASTAI - Estas tres locuciones, eminentemente ponderativas, son sumamente usadas, con valor interjectivo o exclamativo, no solo por las clases bajas, sino también por las altas.

«Este sí es el muchacho -pensaba entre mí, mientras abría la boca pasmado-. ¡Hast'ai! ¡Qué tal que se ajuntara con Frutos!» («Simón el mago», 1.672).

«Y sí que tienen cosas bonitas en el vestido... ¡Hastai!» («Frutos de mi tierra», X, 78). «Todos estos horrores, unidos a los muchos comentarios... fueron acumulando en mi cabeza una balumba de miedos y recelos, que hasta ahí...» («Entrañas de niño», 1°, 1.163).

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En algunos casos este hastai tiene un claro sentido adverbial de cantidad: «¡Esta sí es la niña más ocurrente! -decía el criado, tostado de risa. = ¡Hastai! -dijo Carmen» («Frutos de mi tierra», XXVIII, 187). No se puede negar su equivalente de mucho.

Otras veces vale por un adjetivo ponderativo: «¡Hasta ai viver! - Pues aprovechémonos» («En la Diestra de Dios Padre», 1.639). ¡Maravilloso viver!, quiere decir indiscutiblemente.

«HASTA Al CON LA ESCOPETA», «HASTAY PARA MENEARSE como mana Jacinta», escribe Rendon en «Inocencia», mostrando el uso de hasta ai, seguido de las preposiciones con y para. Por otra parte, con el adverbio más, la conjunción que y hastai se forman frases comparativas muy ponderativas y exclamativas, al tenor de más bueno que hastai: «... empezó a cantar más contento qui'hastay» (Sofía Ospina de Navarro, «Oyendo a un paisa», «Gente maicera», pág. 190).

ONDE - donde. - Es arcaísmo. «... y yo desde el alar onde me tendieron...» («Dimitas Arias, 2°, 1.311),

PALANTE - Hacia adelante, para adelante. - Vulgarismo semejante al asturiano palantre, de igual sentido. «Palante, amita, y no tenga ningún recelo, que su Mercé es más caliente y más resuelta que cualquier blanco!» («La Marquesa deYolombó»,7°,472).

POR AQUÍ - «Denota en ciertas frases un lugar cercano, conocido y fácilmente accesible: «¿Dónde queda esa mina? - Poraquí en San Pedro» (Flórez, obra citada). Como en el caso anterior de allí, observamos que también este por aquí da mayor énfasis a la idea de cercanía.

PUAI - Este vocablo, resultado del amalgamiento de pu y ai, con desaparición de la r, es una unidad léxica y fonética del habla vulgar. Cabe aquí transcribir estas líneas de las Apuntaciones Críticas del Señor Cuervo (N°. 771): «La r final desaparece en la costa 829


septentrional de Colombia, como en Extremadura y Andalucía, volá, queré, decí, coló. Po (por) aparece aislado en algunas partes (po la tripa, po aquí) (en Aragón); entre nosotros dicen pu aquí, pu allá». El carácter de adverbio de lugar de ai no aparece claramente definido muchas veces, en cuanto a cercanía o lejanía, como se observa en estos ejemplos: «Fíjese bien, Gorgonito, pa que no queden pajitas puai tiradas» («Hace tiempos», I, 8°, 770). - «Un día d'estos le sale puai en el monte, en figura de mujer bonita» («Hace tiempos», 1,8°, 768).

La tendencia a la simplificación fonética del bajo pueblo lo ha reducido a veces a pai: «... dende ese día le saca la caja y pai se lo pasa sestiando qui'ni vaca!» («Frutos de mi tierra», XXIX, 195).

ADVERBIOS DE CANTIDAD A LO DESGUALETADO - «Expresa abundancia: «da agicultura a lo desgualetado» (Flórez, obra citada).

DE VICIO - Esta locución adverbial no tiene generalmente en Colombia el significado que trae el Diccionario Académico, sin necesidad, motivo o causa, o como por costumbre, sino el de sobra o en abundancia: «Si Castañeda me lo decía cada rato: vea m'hija: tenemos de vicio para darnos gusto y levantar los retoños» («Esta sí es bola», 1.566).

HORRIBLE - Este adjetivo hace a veces el oficio de adverbio de cantidad, con clara pérdida de su conciencia etimológica, como en este caso: «¿Le duele? - Horrible, señor». Vale muchísimo.

HORROR - Tiene también sentido adverbial este vocablo en casos como el siguiente: «Si es un horror lo que me quiere esta atembada» («Grandeza», 3°, 264). Equivale a muchísimo.

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JORNADA - «Se usa con el valor aproximado de «un día de camino, cinco jornadas de distancia»; «hay una jornada de Anorí a Amalfi», «a tres jornadas de aquí» (Flórez, ob. citada). - La jornada, a pie o a caballo, es generalmente de ocho a diez leguas.

LA MAR - Es el camino adverbial «a mares», «la mar de». «Canté la mar y me tomé un lote doble» («Grandeza», 3°, 259). Claramente vale mucho.

LO MAS - «Con el sentido aproximativo de «principalmente» observamos el uso de este giro entre campesinos de Santa Rosa: «qué pastos cultivan por aquí? - Lo más es micay» (Flórez, ob. citada). Es muy del habla antioqueña este giro.

Otro uso muy generalizado de este giro es el que vale por sumamente. «Ahora está lo más galana con el vestido azul que le hizo Lola»-(«Hace tiempos», II, 9°, 944).

MAS O MENOS - Este giro galicado es de la conversación diaria, «en el sentido de «poco más o menos», «unos», o en sentido dubitativo, significando incertidumbre y perplejidad» (V. Martfn Alonso, Dicc. Gram.). «Sé, más o menos, dónde han enmarañado el nido» (Epistolario, 2.149).

MUCHO MAS GRANDÍSIMA - Dice Bello en el N°. 228 de su Gramática: «Lo que debe evitarse como una vulgaridad es la construcción de la desinencia superlativa con los adverbios más, menos, diciendo v.gr. más doctísimo, menos hermosísimo. Ni es de mucho mejor ley su construcción con muy, tan, cuan». Por donde se ve cómo se acrecienta la vulgaridad al formar el superlativo, no sólo con la forma orgánica, sino con doble forma perifrástica, mediante la agregación de mucho. «... y echó a ventiase ... con una cosa ai que si'abre y se recoge, asina como hacen las chapolas con las alitas; pero mucho más grandísima y más linda» -(«La Marquesa de Yolombó», 14°, 531).

MUY CON SUPERLATIVOS - Siendo hiperbólica el habla antioqueña, no podía faltar en ella, aunque no en manera extraordinaria, lo que Cuervo llama el incorrecto maridaje de muy con un superlativo (V, Apuntaciones N° 251). «... era el dueño del fundo y de 831


una arboleda muy grandísima que le rendía muchos caudales» («Hace tiempos», I, 7°, 755).

Y observa el señor Cuervo: «Porque nadie vaya a figurarse que somos ciegos admiradores de los antiguos maestros del habla castellana, citaremos algunos textos sacados de sus obras y censurables por opuestos a lo arriba sentado: «tengo fresca leche y muy sabrosísimo queso» (Cervantes, Quijote, Part. I, cap. XI). «Tú tienes, Laura, un amante / Muy finísimo y constante» (Calderón, «Saber del mal y del bien», jonr. II).

Sobre este tema dice el señor Suárez lo siguiente, entre otras cosas, en «El Sueño del Mediodía», Tomo XI, pág. 130: «Nadie tilda expresiones como «perro muy chiquito», «Buen muy grandote», ya porque las admite la costumbre, ya porque el tamaño de pequenez o de grandor consienten grados de más y de menos. Pero si tales expresiones son lícitas, por qué ha de ser culpable decir «muy grandísimo», siendo así que en este caso no se olvida la lógica al reconocer grados diversos en lo muy grande? Y sobre todo, señores míos, que ahí está el pastor Eugenio, en la novela de Cervantes, justificando el empleo del superlativo precedido de «muy», una vez que el tal lunático, después de presentarse ante la asamblea de viajeros, persiguiendo la fugitiva cabra, los convidó en su majada con fresca leche y «muy sabrosísimo queso». = «...permítanme redondear mi idea, agregando que Timoneda, al hablar de Lamia y de Flora, dijo que ésta era «muy honestísima», forma que se lee también mucho en Mateo Alemán y en las Guerras de Granada de Ginéz Pérez de Hita, aunque ahora no tengo tiempo para citar los lugares. Además, los autores místicos, en los transportes de su devoción, no dejan de dar forma superlativa a palabras que lógicamente no las admiten, como «omnipotentísimo», «benditísimo», que usa el Padre Lapuente, espejo de todos los escritores castellanos en punto de sencillez y ternura. = «En fin de reflexiones, lo que a mí se me alcanza respecto de grados de comparación es que los antiguos se inclinaban a prodigar los superlativos mucho más que los modernos. Esto se entiende después de la edad adulta del lenguaje, porque en tiempos anteriores, el superlativo era reemplazado con las partículas «muy», «más», «menos», «tan», precediendo al adjetivo ordinario, como lo nota el maestro Flórez en el epitafio del Rey San Fernando de Sevilla. En esa inscripción se lee «muy 832


honrado, el más leal, el más verdadero, el muy franco, el muy esforzado, el más sufrido, el muy omildoso, porque «nuestra lengua (dice Flórez) no usaba entonces los superlativos de «ilustrísimo», «justísimo», que propone el epitafio latino, sino al modo de los hebreos, el positivo, con la partícula «muy», o «más» (España Sagrada, 2, 6).

Y en «El Sueño de la Hormiga», Tomo VI, pág. 152, el mismo Señor Suárez observa sobre este mismo tema: «En punto de superlativos tanto Isla como otros autores suelen agregar a aquella desinencia la partícula muy, como en «muy grandísimo», práctica que sin apelación reprueban los maestros. Así será, así tendrá que ser; aunque a uno no se le alcance por qué puede decirse muy grandote, muy pequeñito, y no puede decirse grandísimo: filetes muy tenues entre los varios significados de encarecimiento. Cervantes dijo «muy sabrosísimo queso».

Entre lo mucho que se pudiera citar acerca de este asunto, no sobrarán estos dos renglones de Santa Teresa: «Así el alma, que por su culpa aparte de esta fuente, y se planta en otra de «muy negrísima agua y de muy mal olor» (Primeras Moradas, II).

MUY EN ELLO - Con el adverbio muy existe este modo adverbial, que incluímos aquí, para hacer resaltar su muy frecuente uso en Antioquia. No sobrará recordar que ello es de los neutros que experimentan algunas veces la transformación adverbial. (V. adverbios de modo).- «Un tal Adriano Cuevas determinó floriame, muy en ello» («Hace tiempos», I, 2°, 666).- «Juimos a sembrar, muy en ello, siquiera colecl-tas y aliños».- («El Zarco», 4°, 1.480).

OTRA VUELTA - Otra vez. Uno de los muchos arcaísmos conservados por el pueblo. «Y persínese otra vuelta pa que se le pase la vena qui'ha tenido toíto el día» («Hace tiempos», I, 8°, 770).

PILAS, A PILAS, EN PILAS, POR PILAS - Cualquiera de estas formas adverbiales vale en abundancia y la última es la más socorrida: «Han cogido naranjas por pilas».

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Malaret, con escasa información, trae solamente, como costeñismo, en pila, de igual significación. ¡PUU! - En su interesante obra dice don Luis Flórez acerca de ¡puu!: «En todas las localidades donde estuvimos pudimos observar que en la conversación espontánea se refuerza frecuentemente el sí con que se responde a muchas preguntas, con la forma ¡puu! (variante que se oye a veces: ¡uuu!)» - Es decir, el autor le ha encontrado un valor adverbial de afirmación.

De otro lado, Cadavid, en su libro «Oyendo conversar al pueblo», apunta que esta exclamación tiene el significado de «muchísimo», o sea de un adverbio de cantidad.

A nuestro modo de ver, ambos autores tienen razón, pero especialmente el último. Quienes hemos oído desde la infancia esta exclamación siempre la hemos entendido más bien como afirmativa de cantidad. Es su más hondo y general sentido. Algunas veces presenta el valor de un adverbio de modo, como lo veremos en uno de los ejemplos siguientes. Lo que pasa es que sus matices adverbiales son varios, y de no muy clara determinación en todas las veces, porque ellos se derivan de la intención y motivo del diálogo.

Sentido adverbial de afirmación: «¿Pero siempre dieron con las tres limetas de chilines y los dos tarros de cóndores y morrocotas? = ¡Puh, mi padre; ellos no perdieron su trabajo!» («El Zarco», 6°, 1.461).

Sentido adverbial de cantidad: «Cómo tendrán de novios estas señoritas; no, Tiodorete ... = -¡Puú! Todos los colegiales grandes se mueren por Herminia...» («Hace tiempos», II, 3°, 855).- Aquí vale muchos, así como mucho vale también en el caso siguiente: «¿A usted le duele esa herida? = -¡Púu!, mi doctor». Por lo fácil que es el cambio por sí, aparentemente es de afirmación, pero la intención es expresar exclamativamente mucho.

Sentido adverbial de modo: «Siempre nos facilita esa sumita, no es cierto? = ¡Sí! ¡Puu! Al momento» («El Zarco», 6°, 1.466). Equivale a gustosamente. De gran frecuencia son 834


esta pregunta y esta respuesta: ¿«Usted me hace este favor? -¡Puu, mi señora!». Lo que vale, con mucho gusto.

TAN SIQUIERA - La tendencia ponderativa del habla hace muchísimo más frecuente este modo adverbial que el simple siquiera, en su doble significación de cantidad y de modo.- «Tan siquiera que mamacita no me rumbó ni me hizo ojos» («Entrañas de niño», 8°, 1.212). Vale por lo menos.- «Pues si fuera así, mais mais, pero quién sabe cuántas cosas tan medrosas tendremos que padecer antes d'entregar los aniseros! Tan siquiera mi niño Eloy está bien confesaito» («Hace tiempos», 111,2°, 1.124). Equivale a por lo menos. - «Qué iba a soñar yo! = - Ni una nochecita? = - Tan siquiera una! («El Zarco», 6°, 1.479). Equivale a ni siquiera.-«Que, aunque tan siquiera le había amagado la gota, estaba tristón y desganado» («Prefacio de Francisco Vera, 1.261). Aquí también vale ni siquiera.- Como se ve, este tan siquiera se emplea bastante en lugar de ni siquiera, como una negación implícita, y con supresión de la conjunción ni, práctica censurada por Bello (V. llamada en el N° 1.072 de su Gramática).

Y TODO - Esta locución, de uso general, es socorridísima en Antioquia, en forma de diminutivo muchas veces. Vale también (V. Notas de Rodríguez Marín en su edición del Quijote, Tomo I, 176, 9). - Martín Alonso, en su «Ciencia del Lenguaje y Arte del Estilo», pág. 202, dice que «notaremos como curiosidad en el lenguaje familiar, la locución adverbial y todo que significa hasta: Gonzalo tiene una casa con jardín y todo». El Diccionario Académico dice que vale «hasta, también, aun, indicando gran encarecimiento». Esta circunstancia quizás explique la mucha frecuencia de ella en el habla antioqueña. Flórez, en su obra citada, apunta que con esta expresión «se abrevia una enumeración; a veces destaca enfáticamente lo relativo al sustantivo que antecede, otras es simple muletilla». - «La pobre hija, tan enferma y todo, tiene que madrugar tanto los domingos» («El Ángel», 1.175).

ADVERBIOS DE MODO 835


A CADA NADA.- A cada instante.

A COMO - En el habla popular se hallan a cada paso construcciones de este tenor:

«No hubieron más juras, a como yo pensaba, y no pude completar pa la muda» («La Marquesa de Yolombó», 14°, 530).

«Achiquitarse a como yo me dé la gana» («En la Diestra de Dios Padre», 1.640).

«Si achiquitan en la coca a como les da la gana» («Simón el mago», 1.669). «... él me engatusó a como quiso, y me dejó» («El Ángel», 1.757).

Este uso hace pensar que la preposición a, con un carácter que puede llamarse ablativo, según los gramáticos, y a que viene desde los orígenes de la lengua, entra en la formación de modos adverbiales, para denotar, entre otras relaciones, la de modo, v.gr. a todo correr. En el caso contemplado, que se presenta cuando como lleva envuelto su antecedente así, la preposición a delante de como podrá explicarse como una equivalencia de ese antecedente: «Es qu'ese niño Tiodoro a com'es de divertido es de confiscao» («Hace tiempos», III, 7°, 1.068). - «Es qu'ese niño Tiodoro así com'es de divertido es de confiscao».

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CONDICIÓN A CONDICIÓN - Este modo adverbial es de uso frecuentísimo entre campesinos y gentes sencillas. Con la condición es el más usual entre las gentes de habla corriente. Con condición lo traen los clásicos (Quijote, Part. I, Cap. XXV). El Diccionario oficial trae de condición. Las frases poner en condición y tener en condición son anticuadas. «... pero eso sí! es a condición de no contarle a nadie las estupideces de este loco, y que yo quiero favorecerlo» («Dominicales-Copas», 1.782).

A CUENTA DE - Es de gran uso en Antioquia este modo adverbial. - «Es que a usted todo lo que sea de casa le parece perfecto. = - Pues más bien! Por algo me parecían ... No a cuenta de gracia» («Hace tiempos», 1,3°, 688). - «A cuenta de señoras, primero fruncen de necesidá que coger un atao de ropa y una pelota de jabón y agarrar pa la quebrada» (Pendón, «Sol», Cuentos y Novelas, Colecc. Pop. de Clásicos Maiceros, pág. 197).

A LA BRAVA - «Por las malas»: hacer algo a la brava. A la mala se usa como el giro anterior. A los trompicones; a la ligera. Leer a todo taco, en voz alta. (Carrasquilla; «del auto de fe pasamos al chocolate, servido aquella tarde a todo taco», pág. 1.216). A la fresca, tranquilamente. A la carrera, a toda carrera, se utilizan como en el español general. Dormir a pierna suelta, profundamente» (Flórez, ob. citada).

AL TANTO - Equivale a del mismo modo, otro tanto, así mismo. Dice el Señor Suárez que es el mismo sentido que le da el Padre Mariano (V. «El Castellano en mi tierra», y «El Sueño del Diccionario», Tomo X, pág. 127). - Toro y Gisbert, en su Pequeño Larousse, lo trae con el significado de por el mismo precio. «Gracias, amigo, y ... al tanto me ofrezco» («La Marquesa de Yolombó», 4°, 413). - «El torete pintado, la Chapola y la encachada, dos novillonas que al tanto habrá y todas tres cabezas del colino de Juan de la Rosa» («El Zarco», 6°, 1.462).

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AL ULTIMO - Usase en lugar de a lo último o por último. - «Al último dejó los sones y se alzó la saya, pa sacar bien los pies y zapatiar bien ligero» («La Marquesa de Yolombó», 14°, 531).

A NADA - Al instante. -«... cuando a nada vuelve y se quita el disfraz» («Frutos de mi tierra», XII, 93).

ANDARINAMENTE - Andando, andando. - «Endomíngase el empleado a la carrera, y, andarinamente, toma, camino de Sanjulián» («Dominicales - Mineros», 1.721).

A SEGÚN, ALSIGUN, ALSEGUN - A CONFORME - En el N°. 393 de sus Apuntaciones escribe el Señor Cuervo: «Al-barda sobre albarda es el a según que usa el vulgo, juntando con según, que por sí solo expresa conformidad, el a de a medida, a proporción, a lo que dicen. = Vulgaridad antigua que se encuentra en Juan del Encina (Teatro, p. 387) y en Gil Vicente («A según eso soy yo nada»: tomo III, pág. 28), y conservada también por los judíos españoles (Alegría de Purín, título)». Bien sabido es que según es una preposición, pero se adverbializa y sobre este cambio dice la Academia: «si decimos, como en La Celestina, 12: «Enhoramala acá esta noche llegamos; aquí nos ha de amanecer según el espacio con que nuestro amo lo toma», enunciamos una oración de relativo en la cual el vocablo según desempeña oficio de preposición; pero si suprimimos el relativo que y su antecedente espacio, y decimos «según nuestro amo lo toma», tenemos convertida la preposición según en adverbio conjuntivo modal, y la oración de relativo en una adverbial de modo» (V. Gramática, 416, a).

«A SEGÚN mi'han contao, como que no cayó más que por esos laos y los de San Juan» («Hace tiempos», II, 7°, 921). - «A según me han contado Cipriana, Eustaquia, ña Pacha y Patimocho, la cosa quizque pasó asina ...»(«El Zarco», 6°, 1.461).

Cosa semejante puede decirse de a conforme, que se oye en el lenguaje del pueblo, porque conforme, tomado como adverbio, «denota relaciones de conformidad, 838


correspondencia o modo, y equivale más comúnmente a con arreglo a, al tenor de, en proporción o correspondencia a, o de la misma suerte o manera que». Además rige las preposiciones a, con y en, frases como conforme a, conforme con y conforme en.

«Todo lo arreglé a conforme se lo expresé» («Hace tiempos», I, 2°, 664). - «Qué me ha de parecer, niña Elisa? Un señor de toda cuenta, a conforme me lo figuraba» («Hace tiempos», II, 9°, 946).

También se oye bastante en el pueblo la expresión asigún y conforme, con valor de las castiza según y conforme, de según que, de duda o de ya lo veremos.

«Eso si; peru'al sigún y conjorme: si se les metí una cortada bien jonda se mueren ...»(«Simón el mago», 1.670).

ASI... - De muy frecuente uso es este adverbio, construido con un sustantivo y seguido de puntos suspensivos, en oficio claramente adjetivo, para aminorar el valor o el significado de tal sustantivo. «Aquí habrá cuatro o cinco familias que tengan gusto y hábitos de educación; lo demás es gente así...» («Hace tiempos», I, 7°, 747). - Aquí vale adocenada. - También anda por todas partes la expresión figurada familiar así así, con el significado de no bien del todo.

ASI NADA MAS - «Locución irónica igual a: tan fácilmente. Usted cree que así nada más hace uno dinero. Usase también en Perú y PRico (V. Malaret, Dicc, de Amer.). Vale también medianamente: «Cómo sigue el enfermo? - Así nada más».

ASI NO MAS - Así, así, tan fácilmente, sin esfuerzo; o medianamente, si se trata de la salud. En el primer caso equivale a así nada más; en el segundo, a así así. El primero lo recoge Malaret como de la Argentina, Colombia, Chile y Honduras (V. Cadavid Uribe, ob. citada). - En el Perú se usa así mismo en el sentido de tan fácilmente o así como así, como en Colombia: «El Cura me ha dicho que no tan así no más se sale de la pobreza» (V. Malaret, Dicc, de Amer.). 839


ASI SERA - Como en Bolivia, Puerto Rico y Río de La Plata, «muletilla que se oye a los campesinos en respuesta a lo que se ignora o no se quiere decir. Lloverá hoy? -Así será, señor». - «Sus trabajos van a ser muchos. - Así será, señor» (V. Malaret, Dicc, de Amer.).

ASINA MESMO - Anticuado. - «Asina mesmo lo hicimos, y si nos ajuntamos con la familia de mi compadre Nicomedes» («El Zarco», 6°, 1.480).

A TRAGUITOS - Con intermitencias y en pequeñas cantidades. - «Mejor juera que me paviaran de una vez; que me tiraran al río, a tener que padecer esta muerte a traguitos» («El Zarco», 8°, 1.512).

BIEN - Este adverbio suele usarse como adjetivo.- «Ya sé que estás muy entronizado y con mucho compadrazgo y metimiento con toda la gente bien» (Epistolario, 2.146).

BONITO - Muy frecuentemente este adjetivo es usado como adverbio: «Allá quizque están muy en grande y viviendo muy bonito» («Ligia Cruz», 4°, 1.387). «Se ha manejado tan bonito con nosotros» («Ligia Cruz», 4°, 1.389).

No hay que olvidar - dice el Señor Suárez en «El Sueño de Cuba», Tomo III, pág. 191, que los vocablos fácil, alto, recio, firme, claro son muy usados como adverbios.

CASUALMENTE - Muy usado por justamente y no por impensadamente. - «Pues si me da la gana sí se la doy (la plata): casualmente que la gané con mi puño!» («Frutos de mi tierra», XIX, 128).

DE BAMBA - «por casualidad» (Flórez, ob. citada).

DE DEVERAS - De veras (V. Cuervo, Apunt. N° 383).

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DE FILO - Resueltamente, peligrosamente, con el filo.-«Lo atacó de filo (con el machete)».

DE PARA ABAJO - Para abajo (V. Cuervo, Apunt. N° 383).

DE PARA ARRIBA - Para arriba (V. Cuervo, Apunt. N° 383)

DE PU'ENTERO - Totalmente.- «... toitico'staba desqua-zao go arrancao de pu'entero» («Dominicales-Copas», 1.782).

DEL GUASCAZO - Completamente, de una vez.

DEMÁS - Muy usado este adverbio en Antioquia con el significado de seguramente, no sobra, desde luego, con todo gusto: «Vaya por allá para que vea. = - Voy demás, Albania» («Grandeza», 4°, 295).- «Se cada demás; con Fructuoso o con otro» («Hace tiempos», III, 4°, 1.028).- «Y no tendremos que acusarnos? = - Demás, Eloicete. Ai nos regañará el padrecito Alejandrino» («Hace tiempos», III, 3°, 1.018).- «Pero eso sí; nos hace rebaja. = - Ah! La muda pal casorio? Muy bueno, ño matica. Demás que les rebajo». («Hace tiempos», I, 10°, 800).- Cuando se usa en exclamación suele significar reproche, algo como imposible que no!, eso tenía que suceder! (V. Cadavid Uribe, ob. citada).

ELLO - Un uso que resalta en el habla antioqueña es del neutro ello, que, deponiendo su oficio reproductivo, se transforma en adverbio, con el significado de en verdad, realmente, en efecto. Bello anota este uso en el N° 972 de su Gramática y observa que pertenece al estilo de la conversación.- «Ello más bien'és maluco dejarlas como dos ánimas» («Dominicales- A la plata», 1.794).- «No sea boba, mi siá Adela, que esta vidurria es ello más bien algo fregado pa toítos los cristianos» (Epistolario, 2.118).«Agarraron después una escoba y unos trapos; le sacaron el avispero, y ello más bien quedó medio decente» («En la Diestra de Dios Padre», 1.645).- «Y qué hay de él? Diz

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que está muy horrible, no? = - Ello siempre está algo necio» («Frutos de mi tierra», XXVIII, 185). Se ve muy claro el valor de realmente, en verdad.

EN ATISBA - Prefiere el habla este giro a en atisbo.- En Colombia se emplea atisba por vigía, atalaya.- «Le vemos bajar las gradas del atrio y hombres y mujeres están en atisba» («Hace tiempos», III, 5°, 1.043). EN CUADRO - Por lado y lado.- «Ai tiene él y sus hermanos dos pedazos, di'a legua en cuadro, que trabajan hace mucho tiempo» («Hace tiempos», 1,4°, 699).

ESCONDIDO - De la frase adverbial en escondido, a escondidas, al escondido, es muy frecuente que se emplee en el país y, principalmente, en Antioquia, el solo vocablo escondido, sin cambio de género ni de número, es decir, como un adverbio: «Y nos les tuvimos que venir escondido» («Frutos de mi tierra», XV, 106).- «Escondido de nosotros han echao vonversas» («La Marquesa de Yolombó», 18°, 572).

LIGERO - «Este adjetivo se usa a menudo como adverbio de modo: «Vayase ligero», «apure ligerito pa que vamos arriba». (Con el ligero se quiere indicar más aprisa). Según Montoya el giro apure ligero es muy usado por el pueblo, y trae el ejemplo «apure ligero que nos cogió la noche» (pág. 410)» (Flórez, ob. citada).

LINDO - El adjetivo lindo suele emplearse como adverbio, así como en la Argentina y el Uruguay: «Le trabajé lindo, y vine a parar en amigo confidente» («Grandeza», 6°, 333).

LO MAS - Esta expresión, con valor de muy, es de extendido uso en Antioquia: «Ahora está lo más galana con el vestido azul que le hizo Lola...» («Hace tiempos», II, 9°, 944).«Israel izque ha resultao lo más guapo, y ai lo tienen de fefe» («Hace tiempos», 1,1 °, 742).- «Estoy lo más bien».

MAIS MAIS - Expresión adverbial que se oye en Antioquia, muchas veces apocopada, mai mai, con valor de sin más ni más, de cualquier manera, tan fácilmente: «Esas cosas 842


de religión no eran así no más para que las fuera entendiendo, así de pronto, y mais mais el primero que las oyera».- («El Padre Casafús», 7°, 1.281).- Carrasquilla la escribe a veces con z: «No hay que entregarse así maiz maiz» («Frutos de mi tierra», XVIII, 122). Hay veces que esta expresión vale menos mal; vaya, vaya; pase, pase; «¿Qué tristeza nos va, dar si nada dejamos atrás? = - Pues si fuera así, mais mais; ¡pero quién sabe cuántas cosas tendremos que padecer antes d'entregar los aniseros!» («Hace tiempos», III, 2°, 1.124).- No estará por demás recordar que la vos mais es anticuada y que valía como adverbio comparativo y como conjunción adversativa.

MAL QUE MAL - Malamente, aunque sea mal, con todo y ser mal.

MALUCO - Es este otro adjetivo que se emplea bastante con valor adverbial, en el sentido de desagradablemente: «Cecilia y Mariana siempre dijeron maluco de mí» («Entrañas de niño», 3°, 1.183).- «No me atormente tan maluco, Ro-sendito!»(«La Marquesado Yolombó», 15°, 543).

MAS BIEN - Es socorridísimo este giro, pero no solo en el sentido adversativo que le da el Diccionario Académico de antes bien, sino «al estilo del adverbio francés plutot, empleado por Jovellanos» y no muy bien aceptado por el P. Mir. (V. Martínez Amador, Dicc. Gram.).- «La cosa con Grandeza como que es en serio. = - Más bien, señora» («Grandeza», 2°, 237).- «Pues le salió el sueño, niño Rosendito -dice la lagarta de Petrona, muy insinuante y aduladora. = - Como que más bien sí» («El Padre Casafús», 10°, 1.295).-«Y se ha casado usted? = - Pues más bien que sí» (F. Gómez, «Un Zarathustra maicero»).- «Pero usted sí cree, mi Padre? = -Más bien, señora. Muchísimos d'esos laós aseguran que lu'han visto» («Hace tiempos», III, 6°, 1.052).

MUY SI SEÑOR - Como si tal cosa.- Malaret, en su Dicc, de Amer., registra esta locución propia de la Argentina, Chile y Guatemala, y con un significado igual construida con el verbo quedarse. No hay duda de que puede construirse con otros verbos (v.gr.: «estaban muy sí señor»), y a veces es frase adjetiva, con muy diversa significación, según el sentido de la oración, como la de entonado, encantado, 843


entusiasmado, etc.-«... y por allá, junto al granero, había sobre una horqueta un bongo di arepas, di arroz, tan blancas, tan esponjadas, tan bien asaítas, que no parecían hechas de mano de cocinera d'este mundo; y muy sí señor un tercio de dulce que parecía la mismita azúcar» («En la Diestra de Dios Padre», 1.638).

NO MAS - Vale a veces solamente: «Usted no quiere comérsela delante de mí. Eso es todo! -le dije caviloso-. Pruebe no más!» («Entrañas de niño», 10°, 1.245).- En algunas, pues, como en «hágalo no más». Puede signficar muchas otras cosas, como lo anota Malareí en su Dicc, de Amer.-«No más salió, fui a acostarme» («La Marquesa de Yolombó», XVIII, 373). Aquí significa apenas. Suele usarse el diminutivo nomasito: «Vea: d'este achaque pende el otro; y nomasito le resulte... adiós fiebres!» («Hace tiempos», 1,6°, 721).- «...pero que no más me fortaleciera un poquito, iba a mandar por un componedor muy hábil» («Dimitas Arias», 2°, 1.312).

PERSONAL - El adverbio personalmente se oye recortado en el bajo pueblo: «... que él, personal, no lo lleva a su casa» («Hace tiempos», 1,10°, 803).

POR LO REGULAR - «ordinariamente» (Flórez, ob. citada).

POR SUPUESTAMENTE - del habla más vulgar.- «El y yo tratábamos como siempre diamigos pero si porsupuestamente, él tenía su intención por dentro que nos agarráramos de las plumas del buche, pues nos agarrábamos»- (Julio Posada, «Machete»).

POR SUPUESTO - Este modo adverbial es de cada instante. En la mayoría de las veces el antioqueño no dice ciertamente, naturalmente, ni con mucho gusto, sino por supuesto.

PRECISADAMENTE - Precisamente.- «Mandó en su testamento que su mortaja fuera de limosna, que le hicieran bolsico, y que precisadamente le metieran en él la baraja y los daos» («En la Diestra de Dios Padre», 1.645).- «Aquí precisamente en Morrolargo, 844


que es un patio d'indios donde destapamos sepulturas muy ricas, nos quedamos mucho tiempo» («Hace tiempos», I, 7°, 758).

A PUNTA DE - A fuerza de.- «Todo ha sido a punta de buena natilla y de buen buñielo» («Hace tiempos», I, 6°, 733).

SIN CARIDAD - Profusamente, con despilfarro.- «... han gastao madera sin caridá» («Hace tiempos», 2°, 9°, 949).

SOBRETODAMENTE - Es este otro de los adverbios del pueblo muy bajo: «Si Su Mercé vive como ratón en despensa abastecida: a qué querés boca y, sobretodamente, mañana go el otro día se vuelven a encabar» («La.Marquesa de Yolombó», 18°, 578).

SOLO EN GRIMA - Completamente solo.- «... y nos volvemos p'al monte a entatabrarnos los dos solos en grima sin el muchachito» («Rogelio», 1.525).

ULTIMADÁMENTE - Este anticuado adverbio es de algún uso entre gentes sencillas: «Ultimadaménte el documento quería decir qu'era muy cierto». («En la Diestra de Dios Padre», 1.650).- «... yo quiero ultimadamente que Su Divina Majestá me conceda la gracia...» («En la Diestra de Dios Padre», 1.641).

VOLANDO - «pronto, aprisa»; «se engorda volando» (Flórez, ob. citada).

ADVERBIOS DE AFIRMACIÓN MUCHO QUE SI - Este modo adverbial, que el Diccionario Académico trae como afirmativo, equivale a mucho (4a acepción), es decir a sí, ciertamente mucho; lo emplea frecuentemente el pueblo antioqueño en sentido de burla y de negación en el fondo: «... sos una infame, una calumniadora. = - ¡Mucho que sí!...» Entonces ¿por qué me propuso tres veces que me saliera de la casa de don Jerónimo?» («Hace tiempos», 1,10°, 737).845


«Ni Cristo con su peonada de bienaventurados, ni el diablo con sus presidios, ni los genios andariegos del monte darían con esta caverna. ¡Mucho que sí!- No bien intenta el yantar sale una viejecita, muy remendada y zurcida»-(«El gran premio», 2°, 1.628).

MUY VERDA - Es muy frecuente que este vulgar solecismo valga ciertamente: «... los blancos, mientras más pobres, son más caballeros y más decentes». «Muy verdá, Cantalicia; por eso nos agallina tanto la pobreza» («Hace tiempos», I, 2°, 669).- En otros casos verdá es un predicado modificado por el adverbio muy: «Peralta entendió muy bien entendido el relato, y muy contento se puso, y muy verdá y muy buena que le pareció la inguandia» («En la Diestra de Dios Padre», 1.651).

ADVERBIOS DE NEGACIÓN ABSOLUTAMENTE - Con valor de no.- «Usted hizo ese daño - Absolutamente. Yo no lo hice».

NADA - Se usa mucho en forma pleonástica para reforzar la negación, tal como acontece en Venezuela (V. Malaret, Dicc, de Amer.).- «Me dijo mano Juancho que no le gustaba nada esa niña Marín» («Hace tiempos», I, 6°, 740).- «Yo no estoy bravo nada, hombre» («Frutos de mi tierra», XXII, 142).

NI BAMBA - Socorrido giro de negación.- «Precisamente lo mismo que ella sentía respecto de su hermano; pero ni bamba de decirlo como Bernabela!» («Frutos de mi tierra», XXVI, 171).

NI NADA - «Es un giro expletivo las más de las veces: «en la casa no hay bestias ni nada, y Augusto no se preocupaba por conseguirlas ni nada» (Flórez, ob. citada).«Ellos no se han vuelto a acordar ni de fiestas, ni de comer, ni nada» («Frutos de mi tierra», XII, 94).

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NI POR NADA - De ninguna manera, de ningún modo.-«Ni por eso ni por nada. No estoy triste ni tengo por qué estarlo» («La Marquesa de Yolombó», 13°,520).

ADVERBIO DE DUDA CASO Acaso.- Entre el pueblo bajo sufre la féresis de la a :”Y tú no brindas Paquito? = Caso me han enseñado todavía –repuse…” (Entrañas de niño” 8°, 1213.

ADVERBIOS COMPARATIVOS CONTRIMAS-V. Vocabulario.

MAS MEJOR - El modo adverbial conjuntivo «a más y mejor» ha quedado reducido a más mejor en el habla popular: «Esu'es una luminaria, más mejor que las di'una iglesia en salve» («La Marquesa de Yolombó», 14°, 531).- Debemos agregar que es muy del uso popular construir el adverbio más con mejor, bien este es el comparativo orgánico del adjetivo bueno, o cuando, como adverbio, es el comparativo de bien, reforzándolo en este caso, con tendencia superlativa, en lugar de mucho, o muy, o de él mismo, mediante la conjunción que (mejor que mejor), o de tanto, solo o seguido de que: «Hoy amaneció más mejor».

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PREPOSICIONES —A—

Es muy frecuente entre campesinos y gentes sencillas cometer el error de anteponer a según y conforme, el a de a medida, a proporción, a io que dicen, siendo así que uno y otro vocablo expresan por sí solos conformidad, como lo dice el Señor Cuervo en sus Apuntaciones, en donde él mismo advIerte que esta vulgaridad es antigua (V. Adverbios). Entre aquellas mismas gentes también es de mucho uso la preposición a con conforme, condición y como (V. Adverbios).

«Con el sentido de ponerse a se utiliza a veces ponerse y: «por la noche se ponen y rezan el rosario». En los giros amantes a los gallos, amante a la cacería, amante a la música, aparece la preposición a en vez de la más usual y general de: amante de. También se oye decir cerca a por cerca de. En lugar de por está a en la frase «cambian maicito a dulcesito», cambian maíz por panela. Dejar a utilidad es construcción propia de campesinos para referirse a la costumbre de dar unos a otros vacas en compañía: «le dejó las vacas a utilidad». En la conversación se omite fácilmente la preposición a: «uno los años lo van venciendo (= a uno). A veces se remplaza a +/ infinitivo por al + infinitivo: «Al no haber más» (Flórez, ob. citada).

Es muy popular el uso de la preposición a en casos como este: «... sacó del escaparate un terno color de algarroba, a listas diagonales más claras...» («Frutos de mi tierra», 1,4).

También es muy frecuente el uso de la misma preposición a en casos como el que sigue: «... corría de casa en casa, de arriba a abajo» («Grandeza», 2°, 229).

Es curioso encontrar en el lenguaje campesino el uso de la preposición a en lugar de con, construyéndola con algunos verbos, como dejar»... las indinas hormigas no dejaban maticasa a vida» («El Zarco», 6°, 1.480). 848


Siguiendo la tendencia del castellano, es frecuente que la preposición a se anteponga a verbos y sustantivos, con un sentido expletivo o intensivo, lo que es, en ciertos casos, preferido por el habla: «Largo Valencia, dende que volvió del Tacamocho, nu'ha hecho sino aponderarnos a este muchachito» («Hace tiempos», I, 2°, 823).- «... y no hubo un cristiano que se acomidiera a hacele acostar siquiera» («Frutos de mi tierra», XII, 95).Como americanismo trae el Diccionario de la Academia a acomediarse y comedido.

Quizá sobre anotar la omisión de la preposición a delante del acusativo de persona o cosa personificada, tan general en los países de habla española y tan contraria al idioma: «No abrás la puerta: los (se refiere a los condenados) que vayan viniendo los entras por el postigo chiquito» («En la Diestra de Dios Padre», 1.649).- «Pero el que caiga en mis manos le enseño a trabajar o me reviento» («Dominicales-Titanes», 1738).- Hay casos en que esta omisión es demasiado patente: «Usté bien sabe que este muchacho trabaja y nos ayuda lo mesmo que un grande. = - Sí, pu! Ese se le ve...» («El Zarco», 3°, 1.424).

Por concurrencia de vocales se suprime la preposición a en frases como ésta: «Si cada vez que toman, juera uno enfadase» («Frutos de mi tierra», XXVI, 169).

— CON —

Sabido es, por demás, que esta preposición entra en la formación de complementos circunstanciales referentes a la acción del verbo y que estas circunstancias son varias, entre las que sobresale la de compañía, unión o concurrencia, cooperación, etc. Expresa así mismo el modo como se verifica la acción del verbo, o también el instrumento empleado por el sujeto. Acompañándose de un infinitivo puede equivaler a un gerundio, a los concesivos aunque y a pesar de, o, sin infinitivo, entrar en las frases con todo, con todo eso, con todo y con eso. Otras veces vale por una oración condicional, bien con el infinitivo simple o bien con el compuesto. Fuera de esto, «en unión con el relativo que, directamente o con interposición de los adverbios tal y sólo, forma con modos conjuntivos condicionales». Tiene el valor de conjunción consecutiva 849


unida a que en conque y el valor de conjunción copulativa, equivalente a y, en muchos casos en que se emplea el verbo en plural. Finalmente entra en interjecciones, como «¡caramba con el hombre!» (V. Cuervo, Diccionario de Construcción y Régimen; y Martínez Amador, Diccionario Gramatical).

«Observamos su uso en la construcción siguientes: «es primo hermano con Pedro». Lo usual en Bogotá es de: primo hermano de» (Flórez, obra citada).

En el habla popular se oye el empleo clásico de con, en lugar de por, para significar duración de tiempo, en los complementos con la tarde, con la noche (V. Adverbios).

— CONTRA —

Suele decirse contria en lugar de contra:«... y no más me devisó las naguas, se larga contria yo...» («Dominicales-Copas», 1.782). –

-DE-

En su «Diccionario Gramatical dice Martínez Amador: «La preposición que nos ocupa (de) viene considerándose, no sin oposición por parte de algunos gramáticos, como la partícula partitiva por excelencia, que puede prescindir del artículo para denotar una parte de un todo: «il mange du pain», pero «il ne mange pas de pain»; «iI a des amis», pero «il n'a point d'amis». La cuestión carece hoy de importancia en castellano, en que ha dejado de usarse esta forma del artículo partitivo, sustituida por la omisión del artículo»: «come pan», «no tiene amigos». Pero en los albores del idioma se empleaba como en el francés actual». En seguida trae un texto del Cantar del Mío Cid, habla de Berceo y del Arcipreste de Hita e intercala otro texto de Sobremesa de Juan de Timoneda. Y agrega: «Hoy quedan vestigios del artículo partitivo cuando decimos, por ejemplo, «dos de sus amigos», que no tiene el mismo valor que «sus dos amigos», pues 850


en el primer caso suponemos la existencia de más amigos y en el segundo los dos son únicos; también al decir «mandó subir del vino que tenía en la bodega», la frase tiene el mismo valor que «mandó subir del que tenía», etc., esto es, una parte del vino, pero tanto este ejemplo como otros similares, en lugar de denotar una porción de una cosa en general, presuponen una porción de una cosa determinada; no podemos decir hoy «comió del pan» con referencia a un pan cualquiera, sino que hemos de expresar o siquiera sobrentender «de uno determinado»; «del del arcón, del que acaban de traer», etc.».

Pues bien: en el habla de Antioquia se encuentra este de partitivo, como una muestra elocuente del castellano que nos vino de España: «¡Ay, ay, Patroncita! Tengo mucha de la congoja, porque mi acuerdo que mi mamacita era ciega y qu'eramos mendigas y que los daban limosna en la puerta de las iglesias» («Hace tiempos», II, 2°, 844 .- «Tal vez es que tiene mucha de la fatiga con toita la bulla que han hecho hoy esos muchachos»(«Dimitas Arias», 4°, 1.321).-«¿Qué tal amaneció la Niña Preciosa? ¿Tiene mucha de la gana di'una velita?» («Tranquilidad filosófica» 1.610). «Echemos unas totumadas di'agua, comadrita, que tenemos mucha de la sequía» («Hace tiempos», II, 5°, 890).

Parécenos que no sobrará incluir aquí la nota III de Don Rufino Cuervo para la Gramática de Bello: «En algunos puntos de Colombia se oye todavía decir una poca de agua, a la manera que Santa Teresa dijo esa poquita de virtud (Vida XXXIX). Pero esta construcción no era peculiar de poco: admitíanla otras voces de cantidad: muchas de cortesías (Cervantes, Quijote, II, 72); le dijo tantas de cosas (id. ib. 1, 32). Martínez Amador, en su Dicc. Gram., observa que de esta manera se dice también en muchas regiones de España.

En «El Sueño de la Neurastenia», Tomo XII, págs. 257-258, escribe el señor Suárez: «Y atendiendo a los usos de la partícula de, he anotado muchas acepciones que posee ella de sentido partitivo y que hace recordar el uso de la lengua francesa». Y en párrafo posterior agrega: «En el lenguaje ordinario se oye «cómo escribe de fácil», «así de grande», «así de alegre» y otras expresiones frecuentes que presentan la partícula como adecuada a soldar ideas; porque en efecto, la síntesis o aglomeración que efectuaban las lenguas 851


sabias por obras de desinencias, las realiza la nuestra por medio de las preposiciones a y de especialmente».

Finalmente es bueno recordar el uso antiguo de demasiado de antes del adjetivo: «Hay algunas tan demasiado de perfectas a su parecer, que todo lo que ven les parece falta...» (Santa Teresa - Vida, cap. Vil).

Otro uso asaz interesante de la preposición de, muy extendido en el habla popular antioqueña, es su asociación con la preposición a en frases de esta índole: «Mandé hacer de a harto». En esta frase se debe recordar que «hacer admite muchos complementos con de en diferentes sentidos, como hacer de madera, de gracia, de balde, hacerse de nuevas, de pencas, etc» (V. Cuervo, Apunt. N° 411). Pero lo más importante es la presencia de a.

Martínez Amador, en el diccionario que citamos tantas veces, anota, refiriéndose a de: «Puede esta partícula pre-ceder a otras preposiciones, que forman un todo lógico con el sustantivo, pronombre o adverbio regido por ellas; y en tal caso es de la preposición que establece la verdadera relación sintáctica entre la voz anterior y dicho todo lógico... Pueden así construirse con de las preposiciones mencionadas (entre y por) y, además, según la Academia, hacia y sobre: ... Pero de puede también preceder a la preposición a: «de a seis maravedía la vara» (Isla, Fray Gerundio, I, 1, 4); «dos hombres de a caballo, dos de a pie» (Quijote, I, 32); «disparate de a folio», «hocico de a cuarta»; el uso popular la une a otra, como en o con: «vengo de en casa de fulano»; «se apartó de con ella». Este empleo tiene sus precedentes nada menos que en Santa Teresa.

«Contésteme de a bien bueno y de a harto» (Epistolario, 2.142). «... pero yo voy a procurar no entristecerme de a mucho» (Epistolario, 2.087).

«... tampoco le conviene di'a mucho» («Hace tiempos», III, 7°, 1.068).

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Adviértase la diferencia que hay entre mucho y de a mucho. Esta expresión entra en frases negativas y refuerza la negación. En cambio la expresión de a nada, en las mismas frases negativas, como exclamación, es afirmativa de encarecimiento, al modo que en no sin queda destruida la negación.

«Pero ya ves: ayer compré pava del último invento. Tres papeles de mi vida! (Y se quita el canotier y lo soba y lo contempla, con mucho gesto y mucha chiquillada). Pero no me luce de a nada!» («Grandeza», 1°, 215).

«¡Pero no'staba gorda di'a nada, María Santísima!» («El Padre Casafús», 10°, 1.295). Vése que no son iguales los casos de estas expresiones de modo con los de los complementos determinativos en frases como ésta: «Ai tienen él y sus hermanos dos pedazos, di'a legua en cuadro, que trabajan hace mucho tiempo» («Hace tiempos», 1,2°, 699). Como lo anotamos en su lugar, la partícula de, a la manera de para, entra también en la formación de frases interjectivas o exclamativas: - «¡De la cosa más linda!» E invasora, como dice el sabio Cuervo, suele anteponerse en frases o proposiciones, también exclamativas, concernientes a hechos que están a la consideración de los que hablan y sobre los cuales hay una conclusión que parece anunciada por el mismo de: «¡De que se muere, se muere!». - «¡De que se cae, se cae!».

«Vea, m'hijito -me dijo-: es muy cierto qui'hay brujas... ¡puuú...! ¡De que las hay, las hay! pero... ¡nu'hay que creer en ellas!...«(«Simón el mago», 1.670).

«¿Y qué opina usté d'ese diablo tan buscao? = - Pes... de qu'está, está, niño Nicanor» («Hace tiempos», I, 102, 801).

«Tan genial es del castellano el empleo de la preposición de para significar modo o manera, que en el lenguaje familiar y vulgar se antepone a complementos que de suyo tienen significación modal» (Cuervo, Apuntac, N° 383).- «Yo no sé si ña Melchorita sería loca de por entero» («Hace tiempos», I, 10°, 807). Y en el mismo N° 383 continúa 853


el Señor Cuervo: «En el habla popular bogotana es muy común hacer lo mismo con otros complementos y aun con adverbios, añadiéndoles el de que tienen expresiones análogas... Aun delante de expresiones que ya llevan el de, encajan otro: «Eso no lo dijo de deveras...». Ocurre igual cosa en el habla popular antioqueña: «¡De más de que alcanza, don Julián! -exclama mamá-, Su mercé come mucha arepa todavía («Hace tiempos», II, 10°, 956).

En «El Sueño de la Canalización, Tomo X, pág. 236, escribe el Señor Suárez: «Lo del «antes de que «después de que», con o sin partícula, tiene en San Francisco, en la página 132 de las Cartas, un apoyo que dice «De la India os escribí muy largamente de mí, antes «de» que partiese para los Macazares, donde se hicieron dos reyes cristianos». Antes «de» que, se dice en este lugar, como dice don Juan Valera que «las más importantes verdades se reconocen por instintos antes «de» que se demuestre por medio del raciocinio la certidumbre de ellas». Uno que otro ejemplo podría citarse así, aunque el R.P. Arcila tiene razón para censurar la partícula, siguiendo al Señor Cuervo, al Señor Gagini, y al uso general español expresado por la Biblia, al traducir antequam y postquam, y por los refranes que empiezan por aquellos adverbios, expresados siempre sin «de». En el lenguaje corriente de Antioquia es de uso «antes de que» por «antes que», «con tal de que» por «con tal que»:

«¡Con tal de que la sierpe no resultara haciéndose de mi alma!» («Grandeza», 7°, 347).

«Se los llevó la Virgen «antes de que pecaran» («La Marquesa de Yolombó», 3°, 407).

También dice el pueblo antioqueño «de aposta»: «Y lo que más me duele es que lo hace «de aposta» («Grandeza», 5°, 314). Así mismo suele decir «de gratis»: «Me chocaba el hombre, así «de gratis» (Epistolario, 2.126).

«Extremadamente de grande, dice Nieremberg, lo que hace recordar el «demás de bueno» de Antioquia, escribe el Señor Suárez en «El Sueño de Marruecos», Tomo VI, 854


pág. 262, donde se encuentra el siguiente párrafo sobre esta partícula pleonástica: «Bajando luego al uso vulgar, allá sí que campea el de pleonástico, como en toda vez de que, con todo de que. En boca de la gente se oyen dichos como mal hecho de que me maltraten al niño, el enfermo está ya de mejor: y hasta en buenos autores se observa esta propensión, v.gr. en la España Sagrada (28) cuando dice: «A este capricho añadió otro, de que el rey pidió al papa incar-dinase a Manresa». No hay duda, pues, de que la sobra de la partícula en los tres dichos censurados por el Señor Cuervo debe ser evitada, aunque no tuviera más inconveniente que el censurarla el maestro de los maestros, pero séanos lícito mirar esa redundancia como especie de accidente idiomático, llamado quizás a privar en el lenguaje cis marino».

También escribe el Señor Suárez en «El Sueño de la Canalización», tomo X, pág. 240: «Permíteme observar siquiera el hecho general de que esa preposición es difícil por carta más y por carta menos, porque unas veces sobra y otras falta. En boca del pueblo y aun de los periódicos se ve, v.gr., no obstante «de» que ya llovió, qué milagro es «de» verlo, una vez «de» que no quiere ayudarme. Caso que sea cierto «de» que se vaya. Otras veces la tal partícula se calla en el lenguaje comercial, como caja plumas, dos varas cintas, tres docenas sombreros. Y hasta en libros antiguos tan castizos como los «Viajes» de Quirós topa uno con expresiones de este corte: «Vistiéronle un calzón y una camiseta tafetán amarillo». = Uno de los usos raros de la partícula es el que ocurre con los verbos «servirse», «dignarse». El primero es más fácil respecto del origen de la acepción de tener a bien, porque servirse es agradarse, de manera que «sírvase de escucharme» equivale a «complázcase en escucharme o «de» oírme». El dignarse sí es más oscuro: ¿cómo llegó esa palabra a denotar lo mismo que servirse a tener a bien? Ya otra vez anotamos este fenómeno y probamos a explicarlo con un pasaje de Gumilla, en que dice que no hay negro que se «digne» y humille a servir a los indios; donde se ve que dignarse vale tanto como rebajarse, por lo cual se usa especialmente respecto de personas elevadas que al valernos y oírnos se bajan a nosotros. También en el Padre Juan de los Angeles, clásico de primera, cuyas obras incluyó el señor Menendez Pelayo en la biblioteca continuada de Rivadeneira, hay un pasaje rarísimo que se explica tal vez de aquel modo: «En la parte superior de nuestra alma tocamos en la deidad de Dios y con 855


humildad indignados estribamos en ella»; allí la palabra indignados vale acaso como abatidos o humillados».

DENDE - Frecuentísima en el habla vulgar y «común en las obras de la edad de oro, en el mismo sentido que desde» (V. Cuervo, Apunt. N° 455). -«Dende que la hubieran visto asomase a la ventana...» («Hace tiempos», 1,1°, 656).

DONDE - El uso de donde como preposición, al modo del francés chez, está muy comentado por el Señor Cuervo en el N° 458 de sus Apuntaciones. Como lo dice él, este empleo, común en Galicia y en la provincia de León, está hoy muy extendido en gran parte de América, y no es de las cosas que afrentan, aunque algunos autores, como Baralt, lo hayan proscrito. Además, ya ha sido acogido por la Academia. En Colombia, y particularmente en Antioquia, este uso es ordinario, de todo momento: «Me ha dicho que vuelva donde Su Señoría...» («El Padre Casafús», 2°, 1.298).-«Donde Tita y Nolasco siempre voy» (Epistolario, 2.112).

EN - Esta preposición, como lo anota Flórez en su obra citada, se usa con el verbo adorar, en frases como ésta: «Adoraba en Amito; era Amito su religión» («Salve Regina», 1.151).

ENTRE - De cuando en cuando se ha oído el uso de la preposición entre aplicada al tiempo, y con el signficado de mientras: «¿Qué iba a hacer yo con esos granitos de oro? La cuestión era tener comida pa una semana «entre» caía trabajo» (Camilo Botero Guerra, «Un héroe de la dura cerviz», «Gente Maicera», 29).

No es tan inexplicable este empleo. En él se ve cómo las formas idiomáticas brotan del pueblo. Léase esta nota que se encuentra con el N° 450 de las Apuntaciones del Señor Cuervo: «La preposición entre se usa aplicada al tiempo, para indicar el espacio comprendido entre los dos extremos de la línea señalada por una acción: Ínter agendum = dum agis; y de ahí el paralelismo de dos cuando la una se comprende en los límites de la otra; así se explica interim, interea (elemento en el compuesto mientras) en latín, 856


Ínter en castellano, antarena, entre, mientras, en sánscrito. Por lo que hace a nuestra lengua, se dice entre año, entre semana, entre la cena, entre tantas ocupaciones. «Pónese a comer, y entre comer riñe Elicia con Sempronio» (Celestina, Acto IX, argum.). De aquí entre tanto, entre tanto que, equivalentes de mientras, mientras que: «Hallábase entre tanto el Marqués de Vélez en Adra» (Mendoza, Guerra de Granada, lib. III). = ... Entre tanto / Que los abuelos jugaban, / Ellos jugaban también» (Moratín, El viejo y la niña, acto I, esc. 1).- El uso más general es en casos como éste: «Entre más trabajo, más pobre». Recuérdese, además, que mientras significa durante el tiempo en que. PARA - Usase bastante la construcción para lo que, con el fin de denotar la relación de una cosa con otra y con el significado de menosprecio o poca importancia de lo que sigue: «Pa lo que a él se le da, con todas las inguandias que saca en un momento de la cabeza!» («Hace tiempos», I, 4°, 699).

En su oficio de establecer dos relaciones son muy frecuentes frases como éstas: «Para más son las negras esclavas, que para algo sirven»- («La Marquesa de Yolombó», 2°, 397).- «Pes pa más son ustedes, compadre Simeón» («El Zarco», 6°, 1.465).

Un oficio intensivo de para se observa en frases de este tenor: «Esu'es la cosa pa más linda que se haberá visto en este sitio» («La Marquesa de Yolombó», 14°, 531).- «Pero sí que tiene un habla pa más sabrosa» («Frutos de mi tierra», XV, 107).- «Eso sí es lo para bien bonito» (Rendón, «Inocencia», Colección Popular de Clásicos Maiceros, página 49). V. en «Interjecciones» el uso de para en interjecciones vinculadas a la frase.

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CONJUNCIONES

BUENO - No hay comarca nacional ni extranjera que supere a Antioquia en el uso de bueno como conjunción. Parece que fuera cosa obligada de su lenguaje familiar.«Bueno, hombre, Castor: como yo estoy comulgao y soy hermano de la Virgen del Carmen...» («El Zarco», 5°, 1.447).

COMO QUE - Este es un giro sumamente extendido. Respecto de él, comentando los dos sentidos que le da Bello al elemento como, de mero afijo y de conjunción continuativa, en el N° 1.237 de su Gramática, Martínez Amador (Diccionario Gramatical) dice que tiene amplio uso en muchos países de América, donde es una abreviación de parece que. Igual cosa sostiene Charles Bally en «El lenguaje y la vida», con la observación, además, de que esa construcción perifrástica es de valor expresivo y agrega algo subjetivo a la idea indicada por el verbo. «A usted siempre como que le gustan las porquerías» («Hace tiempos», I, 4°, 694).-«Usted como que no ha escrito nada, mi negrita, por atender a la conversación» («Hace tiempos», III, 4°, 1.033).«Como que más bien estuve perecosito» («Grandeza», 3°, 259).

CONQUE - En «El Castellano en mi tierra» dice el Señor Suárez: «Es expresión admirativa, usada mucho en Bogotá, para encabezar una frase, no de pregunta sino de narración, «Conque se cayó la casa»; hace recordar el principio aquel del sermón citado por el Padre Isla: «Conque, en fin, hasta los reyes mueren». «Lenz la llama «partícula enfática», en asocio de pues, sí, ¿verdad?, ¿no?. (V. Martínez Amador, Dicc. Gram.). «Conque déjese de esas preocupaciones, y sepa que la fiesta salió muy lucida y que todos estuvieron muy contentos y muy atendidos» («Ligia Cruz», 3°, 1.380).

CUANDO - Se oye en el habla antioqueña, con relativa frecuencia, -sin que sea privativo de ella- un uso curioso de cuando, en el que esta palabra se torna en una conjunción ilativa, muy semejante a pues, asi que, conque. En este uso cuando se 858


despoja de sus atributos, pero conserva un cierto sentido temporal que pudiera expresarse por ya o por la frase ha llegado el momento de que. Se encuentra este empleo de cuando en las expresiones cuando nos vamos, cuando nos fuimos, equivalentes a vamonos ya, conque nos vamos, conque nos fuimos. Este cuando denota premura, y a veces tanta, que suele recurrirse al significado metafórico del pretérito del verbo con que se construye el dicho conjuntivo. Por todo esto, bien podría incorporarse entre las llamadas por Lenz «partículas enfáticas» a las cuales nos hemos referido en la anterior apuntación sobre conque. «Cuando nos vamos yendo, potranquitos» («Hace tiempos», II, 5°, 891). Nótese que este cuando podría suprimirse, pero entonces se perderían el sentido conjuntivo y el de afán, que lleva consigo. Adviértase también que el redundante yendo, como sucede en la generalidad de los pleonasmos, como que reforzara la acción inmediata del verbo.- Discuten la madre y la hija y dice ésta: «-Pues me largo agora mesmo. = - Cuando se largó» -contesta- la madre. («El Zarco», 3°, 1.425).- «Que sea como dices: me han pasado cosas atroces! = - Cuando nos las vas contando» («Frutos de mi tierra», V, 48).

CUANTO Y MAS - La locución conjuntiva cuanto y más es de muy poco uso, como sí lo es cuanto más. Sin embargo, se oye de tiempo en tiempo: «... no tanto por la falta que Damián iba a hacerles, cuanto y más por la extrema pobreza» («San Antoñito», 1.685).Sobre ella dice Martínez Amador en el Dicc. Gram.: «Las locuciones cuanto más, cuanto y más y la corrupción familiar cuantimás, tienen valor conjuntivo de comparación, pues equivalen a «con tanto más motivo», y contraponen lo que se va a decir a lo que se ha dicho, dando a lo primero idea de ponderación o de encarecimiento».

MAS QUE - Es muy popular la locución conjuntiva mas que, pronunciada generalmente masque, sobre la cual dice Martínez Amador en su Dicc. Gram.: «Seguida de que forma mas una locución conjuntiva muy empleada por los clásicos, y hoy de uso corriente entre el pueblo: «Mas que me maten he de hacerlo»; «Mas que lo fuesen, qué me va a mí?» (Quijote, 1,5). «Más que le pese! -continúa ella en cuerda» («Esta sí es bola», 1.577). «Mas que no lo crea, he estado con usted» (Epistolario, 2.117).- Muy probablemente los andaluces trajeron el manque del bajo pueblo: «Esta no la ablandan 859


en dos días, manque misiá Ernestina le queme mucho carbón: es de la propia nuca del novillo!» («Ligia Cruz», 2°, 1.347).- «Pes niña, ... manque está mal el dicilo, lo que tiene mano Agustín es pecao callao!»- («Frutos de mi tierra», XXVI, 174).- No es raro que manque sea cambiado por la frase mal que: «Asin'es, su mercé, mal que les pese a tanto negro como habemos» («Entrañas de niño», 82,1.216). La expresión conjuntiva de modo y es que se usa muy frecuentemente por el bajo pueblo. «De modo y es, compadre, que vusté no covó ni se topó naíta?» («El Zarco», 6°, 1.465).- Es la unión incorrecta de la frase conjuntiva de modo con la proposición es que por medio de y, no siendo elementos análogos.

NIAN - Pronunciación vulgar de la expresión ni aun. Sobre ésta dice Martínez Amador en el Dicc. Gram.: «Ni puede reforzarse también con la conjunción aun, que pierde entonces su valor primordial de adverbio: «no tengo yo tanto, ni aun la mitad»; y si la primera oración tiene forma positiva, se emplea la locución y ni aun, como se ve en este ejemplo de Hermosilla: «Se ignora quiénes fueron sus padres, y ni aun se sabe siquiera la ciudad en que nació». En ocasiones construímos así una oración negativa, porque suprimimos un primer término, como cuando decimos: «ni aún en los mayores peligros se debe perder la serenidad», que equivale a «no se debe perder la serenidad en ningún caso, ni aun en los de mayor peligro». Observa Bello que «ni aun se aplica a gradaciones tácitas, tanto de menos a más, como de más a menos. En el ejemplo: «no le desenojaron sus ruegos, sus protestas ni aun sus lágrimas», la gradación es de menos a más; en cambio es de más a menos: «ni aun asiento se le ofreció», que hace pensar en: «no se le recibió con agasajo», «no se le saludó cortésmente, ni aun, etc.» (V. Martínez Amador, Dicc. Gram., pág. 1.352).-«Yo nian lo veía, del pesar que me daba» («Frutos de mi tierra», XII, 95).

PUES - Como en algunas partes de México y Chile, se excede tanto el pueblo antioqueño con esta partícula, que causa sonrisa en los extraños. Naturalmente su uso abarca los tres casos de preposición, adverbio y conjunción, pero el abuso es casi todo del pues conjuntivo, como consecuencia e ilativo y, en muchas partes, de valor expletivo, por lo muy abundosa y viva del habla. 860


«Pues ya ve, pues: hasta yo he incurrido» («El Zarco», 6°, 1.463). «¡Aja! ¿pues no sabe, pues?» («Frutos de mi tierra», XXII, 142).

«Mi padre Tiodoro, ¡sí, pues! Está remozado el viejo, y si vieran cómo queda de cuadrao de tiros largos» («Hace tiempos», III, 8°, 1.089).

«Esta sí, pues... -alaba Cantalicia-. ¡Cómo irá a criar esos hijos!...» («Hace tiempos», I, 6°, 718).

«Es chirringa, más que la Magdalena vieja de nuestra parroquia. Pero el manto, ¡sí pues! ¡Qué bordados, y qué flores de lis, y qué cola!»- (Epistolario, 2.095).

Es de tal modo ponderativo y expresivo este pues, que posiblemente no podrá darle el valor que tiene, sino quien sea antioqueño, quien lo haya oído desde la infancia.

La fonética popular suele cambiar este pues en pes: «Pes yo medio sé echar ai, serrucho y martillo -dice Tobías Castellanos» («La Marquesa de Yolombó», 19°, 580).

Hay una exclamación muy antioqueña con el pues consecuencia y es ¡Hoy sí, pues! Es de cada instante y tiene sentido de amenaza, de castigo o de mal presagio: «Hoy sí, pues -chilla la Valderrama número segundo, sin mirar a Quiterita-, Como que amaneció irritado el sargento Pipa, con toda la reyena que jincheron en el banquete» («El Padre Casafús», 6°, 1.277).

En este ¡hoy sí pues!, como en otros matices de él, hay una elipsis y es muy semejante a la expresión «ahora sí», convertida vulgarmente, como dice el Señor Suárez, en «ora sí» y sobre la cual él mismo agrega: «Es exclusivamente elíptica, mediante una especie de tono crespo en que el acento sube, baja y vuelve a subir. Entonces equivale a decir «esa es otra», «esto sorprende», «pareció el disparate», como expresiones de sorpresa, cuando

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la idea natural, en tono ordinario, sería «ahora sí y en otro tiempo no» («El Sueño de Montemar», Tomo XI, pág. 256). Y LUEGO QUE - Como en otras partes, suele oírse en el habla antioqueña este modo conjuntivo: «Libre del escrúpulo, me entró un susto como miedo; pero no era maluco; en vez de quitarme la devoción, más bien me la aumentaba. Y luego que el rosario iba saliendo tan entonado y tan parejo y sin ningún envolate en el cambio de avemarias y padrenuestros» («Entrañas de niño», 3°, 1.185).- Parece indudable que se trata aquí de una frase conjuntiva, semejante a «por lo demás» o «además» (V. Bello, Gramática, N° 371, llamada + +).

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INTERJECCIONES – EXCLAMACIONES

Entre las más frecuentes citamos las siguientes:

¿AH? - Se usa en sentido de pregunta (V. Cadavid Uribe y Malaret, obs. citadas) («Frutos de mi tierra», XV, 105).

¡AH! - («Frutos de mi tierra», X, 79).

¡AHAA! - Su especial entonación, su significado de rechazo o de sorpresa, la hacen muy antioqueña. «Aháa! ... No me quites el gusto con argumentos» («Frutos de mi tierra», XII, 93).

¡AH CARACHO! - («Frutos de mi tierra», XV, 107). ¡AH PENA! - («Frutos de mi tierra», XIV, 104).

¡AH CARAY! - («Frutos de mi tierra», XIV, 104).

¡AHÍ SI HAY PANDEQUESO! - Vale ahí sí hay capacidad, valor, energía, etc.

¡AHISOS! - Exclamación ante una cosa que sucede, generalmente de modo inesperado («Salve Regina», 1.141).

¡AJA! - Se emplea en sentido de aprobación o de objeción. La trae Trueba («La Marquesa de Yolombó», 16°, 544 y 14°, 536).

¡AJAA! - Variedad de la anterior («Simón el mago», 1.669)

863


¡AMALAYA! - «Interjección de deseo, ansia, anhelo» (Padre Roberto Jaramillo Arango, Nota 114 en la Memoria sobre el Cultivo del Maíz, de Gregorio Gutiérrez González).- Es de negación tácita. Malaret dice (Dicc, de Amer.) que se usa en Am.Central, Argent., Colomb. y Uruguay.- «Cuando me pongo a cantar, / ¡Ah, mal haya una vihuela! / Cuando la tengo en la mano, / ¡Ah, mal haya quién supiera!» (A. J. Restrepo, «El Cancionero de Antioquia», copla DCXCV).

¡AVE MARÍA! - («Frutos de mi tierra», II, 17).

¡AVE MARÍA PURÍSIMA! - («Hace tiempos», I, 2°, 664).

¡AY! - («Frutos de mi tierra», IX, 70).

¡AY SEA! - Escritura distinta de ahí sos.- «Una noche, cuando ya la pobrecita se consideraba apuntada en el libro verde... ¡ai sos! Cristo en persona, y mano a mano...» (Epistolario, 2.117).- Muy frecuentemente se escribe en una sola palabra.

¡Ay sos, camisón rosao! - Es una exclamación distinta, que vale he aquí, he aquí lo que se esperaba, o algo semejante. (V. «Locuciones, Frases, etc.»).

¡BAH! - («Frutos de mi tierra», XXIV, 151).

¡BARAJO! - Eufemismo (carajo!)- («El Padre Casafús», 3°, 1.265).

¡CABAL! -Rara.

¡CARACOLES! - («La Marquesa de Yolombo», 19°, 582).

¡CARAJO! - La más frecuente.

¡CARAMBA! - («La Marquesa de Yolombo», 7°, 464). 864


¡CARAY! - («La Marquesa de Yolombo», 15°, 540). ¡CITO! - ¡Pobrecito! («El Zarco, 4°, 1.424).- Es más frecuente juntarla al sustantivo a que se refiere: «¡Cita la querida! Antes no está postrada» («La Marquesa de Yolombo», 25°, 629).

¡COCHE! ó ¡COCHI! - «Es voz para llamar al cerdo; conserva analogía con otro nombre del mismo animal, y entró en el lenguaje de los incas, según Garcilaso, cuando los indios lo oyeron a los españoles» (Suárez, «El Sueño de las Alabanzas», Tomo XII, pág. 127).

¡CUENTA! - Muy socorrida en el lenguaje familiar («Frutos de mi tierra», Vll, 56).

¡CUTUCUTU! - Repetida sirve para llamar las gallinas en Antioquia (Suárez, «El Sueño de las Alabanzas»)- («Frutos de mi tierra», VI, 36).- V. ¡Ura!

¡CHIII! - Sirve en Antioquia para parar los bueyes, «pronunciando despacio y con maña» (V. Suárez, «El Sueño de las Alabanzas»).

¡CHICO! ¡CHICO! ¡CHICO! - Repetida sirve en Antioquia para detener los caballos (Suárez, «El Sueño de las Alabanzas»). V. Ura!.

¡CHUPA! ¡CHUPEN! ¡CHUPEN! - Frecuente.- En «El Sueño del Ferrocarril» dice el Señor Suárez: «Sórbete ese huevo es locución afín de chúpate esa, y de la expresión del General Obando cuando dijo: «Conmigo sí chupan».

¡DEMÁS! - Con mucho gusto, al punto, de sobra («Hace tiempos», I, 4°, 696).

¡DIOS DEL CIELO! ¡DIOS LO LIBRE Y LO FAVOREZCA! - («Hace tiempos», III,6M.056).

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¡DIOS ME LIBRE! - («El gran premio», 1.625).

¡DIOS MIÓ!

¡DITO SEA MI DIOS! («El Zarco», 3°, 1.424).

¡EH! - («Frutos de mi tierra», IV, 40).

¡EL SEÑOR NOS ASISTA! - «Grandeza», 2°, 246).

¡ESO SI! - En esta exclamación el pronombre demostrativo eso ha perdido su significación propia y ha pasado a ser, más que todo, un vocablo en unidad enfática con sí, equivalente a «óigalo bien», «de todas maneras», «en todo eso» o algo semejante («Hace tiempos», I, 9°, 777).

¡ESU'ES! - («La Marquesa de Yolombó», 7°, 471).

¡FIGUREN! ¡FIGÚRENSE! - («Grandeza», 1°, 219).

¡FO! - Usada ante lo fético («El Padre Casafús», 6°, 1.276)

¡GAS! - «Que se oye alguna vez en Antioquia, se relaciona quizá con ¡Eg! ¡qué asco! repetido en los Cuentos de Vivos y Muertos» (Suárez, «El Castellano en mi tierra»). Se oye mucho más de lo que cree el Señor Suárez.

¡GUAY! - («La Marquesa de Yolombó», «A guisa de prólogo», 379).

¡GUS! ¡GUS! - Onomatopeya formada del sonido de los gallinazos («Frutos de mi tierra», X, 77).

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¡HASTAI! - Interjección altamente ponderativa («Frutos de mi tierra», XXVIII, 187). «¡Hastai pa queresen!» («Frutos de mi tierra», 26°, 176).

¡HUÍ! - («Frutos de mi tierra», XXII, 142).

¡HIJUE!-Recortada.

¡HIJUEDIOS! («Entrañas de niño», 3°, 1.179).

¡HIJUELDIABLO!

¡HIJUEPUCHA! - (En el Uruguay Juepucha) («Frutos de mi tierra», XV, 107).

¡HOLA! - («Grandeza», 4°, 289).

¡HOMBRE! - Esta palabra se despoja de su significación para convertirse en un disílabo emocional, hasta el punto de construirse con nombres femeninos: «¡Hombre, Nieves!, saltó él, poniéndose en pie y abrazándola» («Frutos de mi tierra», XV, 105).

¡HOY SI, PUES! – (“Entrañas de niño”, 3°, 1182

¡HUY! - («Frutos de mi tierra», 10°, 79).

¡HUISE! - Usada para espantar gallinas («Frutos de mi tierra», IV, 36).

¡HUPA! - Exclamación familiar para apurar, para llamar la atención. «¡Hupa!, ¿qués'eso? se durmieron todos» (Rendón, «Lenguas y Corazones», Cuentos y Novelas, Colecc. Popí, de Clásicos Maiceros, 131).

¡ JA! ¡JA! - («Frutos de mi tierra», III, 27). ¡ JESÚS, JESÚS! - (Epistolario, 1.248).

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¡JESÚS CREDO! - Viene de que, invocado el nombre de Jesús, se acostumbra empezar incontinenti un acto de fe («Hace tiempos», 1,1°,655).

¡JESÚS MARI'JOSE! - («Hace tiempos», I, 8°, 775).

¡JESÚS MIL VECES! - Igualmente es mexicana. Puede explicarse por la práctica, que menciona Icazbalceta, de algunos ancianos que repetían mil veces el Sagrado Nombre, interponiendo cierta copla piadosa al terminar cada centena» (Suárez, «El Sueño del Señor Vasconcelos», Tomo II, 193).

¡Y HASTA VERTE, JESÚS MIÓ! - («El gran premio», 1.630).

¡JU! - («Entrañas de niño», 3°, 1.183). ¡JUU! - («Frutos de mi tierra», XXIX, 198).

¡LASTIMA! ¡LASTIMA GRANDE! - V. interjecciones vinculadas con la frase.

¡MA! ¡MAA! - Exclamación de negros. Es una abreviación de amo («Hace tiempos», II, 7°, 919). («Hace tiempos», II, V, 891).

¡MAL HAYA SEA! ¡MAL HAYA SEA! - Esta exclamación sí tiene en el habla el sentido español de despecho, de lamento, pero con el verbo ser agregado. Es de creerse que el pueblo hace caso omiso del verbo haya y que, como dice A.J. Restrepo en la nota de su Cancionero, la exclamación española ¡mal haya! equivale a esta otra que se usa todavía más en Antioquia: ¡maldito o maldita sea!». Sí parece lógico que esta última exclamación haya influido para menospreciar el haya de la primera y expresarla o construirla siempre con sea.

¡MARÍA MADRE! - («Hace tiempos», I, 8°, 775).

¡MARÍA SANTA! - («La Marquesa de Yolombó», 15°, 544).

868


¡MI AMO DE MI VIDA! - (Epistolario, 2.102).

¡MIS! ¡MICITO! - Se usan con el gato de manera castiza, como se ve en la «Catomaquia» (V. Suárez, «El Sueño de las Alabanzas»).

¡MOVETE, QUERIDO! - Imprecación, al modo español («Esta sí es bola», 1.571).

¡NI BAMBA! - «Colomb. Expre. equivalente a ¡imposible!, ¡ni lo sueñe!, y otras semejantes. Variante: ¡ni de bamba!» (Malaret, Dicc, de Amer.).- «Bamba viene de la raíz onomatopéyica bamb, temblar, y significa «bambarria», acierto o logro en el juego de trucos o de billar» (Enciclopedia Sopeña).- «Dormir... ¡ni bamba!» («Entrañas de niño», 4°, 1.190).

¡NO DIGA NADA! ¡NO LE DIGO NADA! - Estas frases pierden su sentido ideológico para ser solamente exclamativas (Rendón, «Inocencia»; «El Zarco», 6°, 1.479).

¡NO LE DIGO! - Como las anteriores, esta frase pierde su sentido ideológico en la exclamación («Titanes», 1.740).

¡NO LO PERMITA MI DIOS! - («El Zarco», 6°, 1.464).

¡NO SE DIGA! - («Campesinos», 1.772).

¡OH! - («Frutos de mi tierra», XVII, 118).

¡OJALA! - Escribe el Señor Suárez en «El Sueño del Fuero Eclesiástico»: «Ojalá se nos hubiera ocurrido prohibir...». He allí el sistema ojalatero, en que «ojalá» no significa quiera Dios, en el futuro, sino quisiera, cuando decimos «así fuera todo», consolándonos de males irremediables con otros que sentimos hoy».- En Antioquia es frecuente esta interjección con referencia a hechos pasados: «¿Te salió novio o qué? = ¡Ojalá! Pero tal vez penda del asunto» («Entrañas de niño», 9°, 1.225).- «Desde que llegaron los sentí 869


penetrados. ¡Muy bonito! Hasta trago les daría Salvadora! = - ¡Ojalá!» («Hace tiempos», 111,6°, 1.059). -El pueblo pronuncia muy frecuentemente ajualá u ojualá: «Pero d'estas niñas, ¡hombre!... ojualá nos pellizcaran to los días» («Frutos de mi tierra», IV, 42).

¡OLE! - Es la interjección popular más usada para llamar. Viene de ¡hola!, ¡eh!.- En España se emplea para animar, aplaudir. (V. Cuervo, Apunt., 783).- En el uso más general pasa a ser un simple vocativo, sobre todo, cuando toma el diminutivo: «Y ve, olito, lo que nos dijo de Castor Camilo son cuentos...» («La Marquesa de Yolombó», 15°, 533).

¡PES SI! - ¡PES NO! - ¡PES TAMBIÉN! - («Frutos de mi tierra», XXIV, 195).

¡PIS! - Significa desprecio. Es un sonido («La Marquesa de Yolombó», 9°, 490).

¡PISSS! - El mismo sonido anterior alargado («Frutos de mi tierra», XXIX, 201).

¡PITE! - Repetida es la manera de llamar a las gallinas (V. Suárez, «El Sueño de las Alabanzas»).- La verdaderamente usada en Antioquia es ¡cutu! ¡cutu!.

¡POR DIOS! - («La Marquesa de Yolombó», 15°, 544).

¡POR EL SEÑOR DEL GRAN PODER! - («La Marquesa de Yolombó», 4°, 419).

¡POR LOS CLAVOS DE CRISTO! - («Dominicales-Copas», 1.783).

¡PUES! - V. Interjecciones vinculadas con la frase.

¡PUUU! - Generalmente indica afirmación («Frutos de mi tierra», XIX, 128).

¡SAN JUAN BAUTISTA! - («La Marquesa de Yolombó», 6°, 443).

¡SAN SE ACABO! - («El Padre Casafús», 7°, 1.284). 870


¡SANTA BARBARA BENDITA! («La Marquesa de Yolombó», 4°, 426).

¡SANTA RITA!

¡SI PUES! - (Epistolario, 2.095). ¡SIQUIERA! - Por ¡gracias a Dios!.

¡SON PANDEQUESOS! - Vale ¡son tonterías! - «Es que con el Divino Rostro ¡ son pandequesos! (“Frutos de mi tierra” ,XII, 93

¡TANTE! - V. Interjección vinculadas con la frase.

¡TAQUE! - Expresa golpe.

¡TO! - No se usa en Antioquia.- Es sonido castellano para llamar al perro, derivado de «toma», según el Diccionario (V. Suárez, «El Sueño de las Alabanzas», Tomo XII, pág. 127).

¡UJUU! - Sonido para denotar que uno toma cuenta de lo que pasa o de lo que se dice («Frutos de mi tierra», XXVIII, 189).

¡UNJU! - Variedad de \a anterior («Frutos de mi tierra», III, 24).

¡URA! - Dice el Señor Suárez en «El Sueño de las Alabanzas», Tomo XII, pág. 128, que vale así mismo en nuestra tierra para espantar las vacas y que ella y cutu-cutu tendrán que ver acaso con el urriá de Casanare usado en la Etnología del Padre Fabo y ambos, junto con chico, tal vez tengan algún parentesco con arre.

¡AY! - («Hace tiempos», I, 4°, 693).

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¡VÁLGAME! ¡VÁLGAME! - («Hace tiempos», I, 2°, 667, y III, 5°, 1.042).Generalmente el enclítico toma el acento. ¡VÁLGAME CRISTO! - («La Marquesa de Yolombó», 19°, 582).

¡VALIENTE! - Denota extrañeza. Empléase tanto en sentido ponderativo como irónico y despectivo.

¡VIRGEN DE ARMA! - (Epistolario, 2.140).

¡VIRGEN DEL AMPARO! - («Hace tiempos», II, 3°, 852).

¡VIRGEN DEL CARMEN-!

¡VIRGEN DEL CARMEN, MI MADRE! («Palonegro», 1.634).

¡VIRGEN DE LA CUEVA SANTA!

¡VIRGEN DE CHIQUINQUIRA! -(«La Marquesa de Yolombó», 4°, 424).

¡VIRGEN DE LOS DOLORES!

¡VIRGEN DE LAS MERCEDES! ¡VIRGEN DE LAS MERCEDES, MI MADRE! - («Hace tiempos», I, 10°, 792).

¡VIRGEN DE LOS SIETE DOLORES! - («El Zarco», 1°, 1.409).

¡VIRGEN DE LATRINIDAD! - (Epistolario, 2.122).

¡VIRGEN SANTÍSIMA!

¡VIRGEN SANTÍSIMA DE LA VALVANERA! - («Entrañas de niño», 2°, 1.170). 872


¡VIVA! («La Marquesa de Yolombó», 13°, 525).

¡Y HASTA VERTE, JESÚS MIÓ! -Se oye cuando una persona se va para no regresar, o cuando el paisa se toma un trago de aguardiente.

¡Y MUY SI! - («Grandeza», 32, 262).

¡ZAPE! - Para espantar el gato.

873


INTERJECCIONES VINCULADAS CON LA FRASE Apunta el Señor Suárez en «El Sueño de las Alabanzas», Tomo XII, pág. 125: «Cuando la interjección tiene vínculo o relación con la frase; cuando no es meramente una voz desligada, sino que rige o gobierna otras, entonces, por cierta ley idiomática, se suelda con las siguientes por medio de preposiciones o partículas que anuncian. El uso clásico presenta ejemplos y también el popular. = Del primer uso citemos a Timoneda, que dice tal vez en el Patrañuelo, «cuerpo de tal «con» el cobarde», donde la frase interjectiva «cuerpo de tal», en lugar de ir desligada, se junta con cobarde por medio de «con». También en Fernán Caballero hemos leído «caramba» «con» la vieja», en un artículo que no recordamos».

Como toda habla popular, la antioqueña es muy rica en esta clase de interjecciones: «¡Caramba con Santa Ana para cachaca: cuarenta pesos!» («El Padre Casafús», 7°, 1.286).- «¡Ah usted, misiá Ernestina, para triscona!» («Ligia Cruz», 2°, 1.354).- «¡Ah niño este pa ser!» («Hace tiempos», I, 4°,693).- «¡Y qué cosa para más preciosa, mi siá Adela-!» (Epistolario, 2.123).- «¡Hijue pucha!... Pero sí que tiene un habla pa más sabrosa» («Frutos de mi tierra», XV, 107).- «¡Hombre, por María Santísima!» («El Padre Casafus», 4°, 1.269).

¡EL SEÑOR NOS ASISTA! - Es muy frecuente esta exclamación la cual se vincula muchas veces con una frase por medio de con u otro elemento semejante: «¡El Señor nos asista con aquel par de viejorros que vienen de bracero!» («Veinticinco reales de gusto», 1.762).

Otra interjección frecuentemente ligada con la frase es ¡hastai!, sobre la cual escribe el Señor Suárez en «El Sueño de las Alabanzas», Tomo XII, pág. 126: «¡Hasta ay «con la escopeta! «¡hastay» para menearse como mana Jacinta!», dice Rendón en «Inocencia», empleando como interjección «hasta ahí», seguida de con y para».- «¡Hijuepucha! ¡Hastai pa queresen!» («Frutos de mi tierra», XXVI, 176). 874


¡LASTIMA! es otra palabra interjectiva que, en las más de las veces, se vincula a una frase encabezada por que o por otros elementos, como preposiciones, etc.- «Y tanto que se parecía a su madre en lo físico. ¡Lástima de figura!-(«Grandeza», 1°,212).

¡MAS BUENO QUE EL DIABLO! - Es de uso muy extendido esta frase exclamativa. En ella la palabra diablo ha perdido su significado, para adquirir uno convencional altamente ponderativo: «¡Más linda que el diablo!».

¡PUES! - Se relaciona con una frase para «denotar la certeza de juicio anteriormente formado o de cosa que se esperaba o presumía»: «¡Pues cuenta, pues!» («Frutos de mi tierra», Vil, 56).

¡TANTE! - Como muy bien lo apunta el Dr. Emilio Robledo en el Vocabulario de las obras de Carrasquilla, edición Epesa, esta interjección vale por ¡imagínese!, ¡supóngase!.- Quizás las más de las veces está vinculada al anunciativo que, por lo cual en muchos casos se reemplaza por anté que. En muchísimos otros casos se construye con frases encabezadas por distintos elementos gramaticales, como adjetivos, adverbios, preposiciones, etc.- «¡Tanté que la Virgen de los Dolores era la patrona de la mina!» («El Zarco», 6°, 1.477).- «¡Tanté con toíto el miedo que él le tiene a la Pelona!» («El Zarco», 6°, 1.477- «Frutos de mi tierra», XXVI, 175).- Cuando aparece solo, se advierte que tiene fuerza anunciativa: «¡Tanté ponése a confundise por los dichos d'ese taita!» («Frutos de mi tierra», XXVI, 169).

Además:

CONQUE se vincula también a una frase para formar ex presiones admirativas: «¡Conque por fin parecieron! -contesta la abuelita» («Entrañas de niño» 3°, 1.182). La preposición de, como partícula, suele iniciar frases exclamativas de esta clase: «¡Si le viera aquella tienda, compadre! ¡La tiene como un pesebre! ¡Y qué le parece que él mismo ¡dio los papeles pa las tablas! ¡De la cosa más linda!» («Frutos de mi tierra», II, 15). 875


¡AH BUENO QUIEN FUERA RICO! - ¡AH MALHAYA QUIEN FUERA RICO! En estas exclamaciones, fuera de la interjección enlazada con una frase, resalta el uso de quien en frase optativa, con referencia a la persona que habla, del que dice Cuervo en sus Apuntaciones (N° 430, nota 22): Sospechamos que ni gramáticos ni diccionarios mencionan este uso de quien en frase optativa con referencia a la persona que habla; para que conste ponemos ejemplos: «¡Oh Señor!, ¡cómo me has sufrido con tanta paciencia? ¡Oh quién nunca se hubiera salido de tu casa!» (Puente, Me ditaciones, pte. III, XLIX).«¡Ah bueno quién fuera grande para darle bien duro y para saber hartas cosas como Cantalicia!» («Hace tiempos», I, 2°, 668).

876


SUFIJOS

Entre los elementos de que se vale el habla antioqueña para su particularidad, viveza, agilidad y movimiento, sobresalen los sufijos. Todos los del castellano se aprovechan en esa actividad, y con las palabras nuevas que aparecen o se adoptan, no solo se enriquece el léxico, sino que, con el cambio de forma de las existentes, se obtiene un matiz distinto de significación. Como es fácil advertirlo, en el antioqueño hay una inclinación manifiesta a variar los vocablos de su conversación familiar.

Los siguientes son los sufijos que resaltan constantemente en las obras del Maestro: Acá Acó

- Cataca - Calandraco

«Copas», «Estrenos»,

Pag. 1.778 Pag. 1.767

Acho Ada Ado

- Verdacho - Micada - Achajuanado

«Frutos de mi tierra», I, «Hace tiempos», III, 5°, «Frutos de mi tierra», XV,

Pag. 9 Pag. 1.048 Pag. 106

Aje

- Arrendaje

Epistolario,

Pag. 2.074

Ajo

- Tilindajo

«Frutos de mi tierra», 1,

Pag. 4

Al

- Aguaceral

«Hace tiempos», II, 7°,

Pag. 921

Ala

- Servicíala - Botijambre - Chocancia

«Hace tiempos»,1, 4°, «El Zarco», 5°, «La Marquesa de

Pag. 702 Pag. 1.447 Pag. 531

Ambre Ancia

Yolombó», 14°, Ana

Ando Anga

- Pobretana - Cachipando - Cocinanga

«Hace tiempos», II, 1°, «El Zarco», 7°, «La Marquesa de

Pag. 824 Pag. 1.496 Pag. 440

Yolombó», 5°, Ango Angano Ano

- Hilango - Curángano - Antiocano

«Hace tiempos», II, 7°, «Homilía N° 2», «La Marquesa de

Pag. 924 Pag. 1.972 Pag. 515

Ante

- Adulante

«Hace tiempos», II, 2°,

Pag. 842

Anza

- Cocinanza

«La Marquesa de

Pag. 636

- Lambraña

Yolombó», 26°, «Frutos de mi tierra», 1,

Pag. 8

- Petardo

«Hace tiempos», I, 6°,

Pag. 730

Yolombó», 12°,

Aña

Ardo

(+)

(+) Sufijo de origen germánico. 877


Ario Arria

- Atacarlo - Godarria

«Hace tiempos», III, 10°, Epistolario,

Pag. 1.109 Pag. 2.146

Ático

- Filático - Chocolate - Lampazo

«Ligia Cruz», 2°, «Hace tiempos», II, 1°, «La Marquesa de

Pag. 1.352 Pag. 823 Pag. 544

Ato Azo

Yolombó», 15°, Ble

E Eco Eda Ejo

- Bebestible - Novención - Machucadero - Embarrador - Sacadura - Acabe - Moneco - Pomadera - Bonitejo

«El Zarco», 7°, «La Marquesa de «Hace tiempos», II, 9°, «Hace tiempos», I, 3°, «Frutos de mi tierra», II, Epistolario, Epistolario, «Ermita-Medellín», «Hace tiempos», II, 6°,

Pag. 1.488 Pag. 531 Pag. 952 Pag. 682 Pag. 13 Pag. 2.120 Pag. 2.131 Pag. 1.841 Pag. 908

Eja Eleja El a Engo Ense Ento Eño Eo Era Ería Erío Ero (+) Esco Eta Etas Ete Eto Ez Eza (++) l la Icie Icio lco( + ) Ido lento Iga Igo Ijo II Mío Imba In - Ina Ino

- Chaparraleja - Mieleleja - Churumbela - Blandengo - Santarritense - Asquiento - Cabecereño - Abejorreo - Pecadera - Filosofería - Seberío - Escuelero - Marinillesco - Barbareta - Montañeretas - Pendejete - Mancoreto - Manquez - Malcriadeza - Carriquí - Militaría - Blandicie - Manquicio - Sofístico - Cacarido - Tuntuniento - Ciénaga - Líchigo - Arrimadijo - Arrietil - Gorrinillo - Casimba - Arrinquín - Tragantina - Hablantino

«Grandeza», 2°, «La Marquesa de «La Marquesa de «Entrañas de niño», 8°, «Rogelio», «Hace tiempos», 1, 5°, «Hace tiempos», 1, 6°, «Hace tiempos», III, 6°, «Hace tiempos», III, 10°, Epistolario, «Hace tiempos», II, 9°, «Hace tiempos», II, 11°, «Hace tiempos», III, 4°, «La Marquesa de «La Marquesa de «Entrañas de niño», 4°, «Hace tiempos», III, 2°, Epistolario, «Frutos de mi tierra», VI, «Entrañas de niño», 5°, «El Padre Casafús», 5°, «Entrañas de niño», 3°, Epistolario, «Frutos de mi tierra», 3°, «Hace tiempos», I, 6°, «Grandeza», 3°, «Hace tiempos», I, 6°, Epistolario, «Hace tiempos», II, 5°, «Entrañas de niño», 2°, «La Marquesa de «Hace tiempos», II, 7°, «Hace tiempos», II, 3°, «Hace tiempos», III, 5°. «Frutos de mi tierra», 25°,

Pag. 230 Pag. 528 Pag. 392 Pag. 1.219 Pag. 1.615 Pag. 711 Pag. 726

Ción Dero Dor

Dura

(+) De la desinencia griega iscos, combinada con la germánica isk. (++)

Terminación de origen árabe, como en marroquí.

878

Pag. 1.057 Pag. 1.115 Pag. 2.166 Pag. 948 Pag. 980 Pag. 1.027 Pag. 496 Pag. 416 Pag. 1.193 Pag. 998 Pag. 2.106 Pag. 56 Pag. 1.196 Pag. 1.272 Pag. 1.185 Pag. 2.127 Pag. 13 Pag. 723 Pag. 264 Pag. 720 Pag. 898 Pag. 1.175 Pag. 440 Pag. 1.072 Pag. 854 Pag. 1.048 Pag. 156


Inga Ingo Inía Iña Io Ia Ismo Ista Ita Iva Iza Izo Menta Mente Ojo Olo Ombo On Ona Oncho Onga Ongo Or Orio Orrio Orro Oso Ota Ote Ubo Uca

(+)

Uco Ucio Ucha Ucho Udo Ugo Ujo Ul Uncho Ungo Uno Uña Ura Urria (+) Usco Uta Uto Uz Uzo

- Juancingas - Gorringo - Bebecinia - Escupitiña - Balconerio - Pobrecía - Conyugalismo - Socavonista - Medellinita - Disipativa - Longaniza - Yegûerizo - Palamente - Luegamente - Patojo - Cirolo - Bolombo - Matazón - Anchona - Corroncho - Guariconga - Bolongo - Bobor - Sacorio - Cantorrio - Saporro - Capotoso - Judiota - Inglesote - Cuchubo - Miseruica - Machuco - Zarcucio - Hijuepucha - Marucho - Correudo - Salviellugo - Avistrujo - Capul - viejuncho - Zurrungo - Montuno - Mirringuña - Crespura - Zamburria - Morausco - Venduta - Corruto - Guarruz - Chuzo

«Hace tiempos», I, 10°,

Pag. 786

“La Marquesa de Yolombó , “ La Marquesa de Yolombó, “Entrañas de niño, 8°

Pág. 439 Pag 425 Pag. 1.218

“En la Diestra de Dios Padre

pag. 1.651

“Hace Tiempos ll 1°

Pag. 824

“Entrañas de niño 2°

Pag 1.176

“Hace Tiempos” II 5°

Pag 893

“Ligia Cruz” 2°

Pag. 1.355

“Humo

Pag. 1.901

“Hace Tiempos” l, 2°

Pag 670

“Hace Tiempos” ll, 7°

Pag. 922

“Grandeza” 7°

Pag. 362

“La Marquesa de Yolombó,

Pag 601

“Hace Teimpos” ll, 2°

Pag. 998

“Hace tiempos” l, 10°

pag. 786

Epistolario “Hace tiempos”

Hace Tiempos” ll, 10° “Hace Tiempos” ll, 10° “Frutos de mi tierra” XVll Epistolario “Hace Tiempos” lll, 11° Entrañas de Niño” 10° “Grandeza” 5° “Hace Tiempos” ll 3° “Dimitas Arias” 1° “La Marquesa de Yolombó “ Frutos de mi tierra”, 28° Epistolario “Entrañas de niño” 8° “Entrañas de niño” 8° “ El Padre Casafús” 7° “Frutos de mi tierra” V “Hace Tiempos” ll,3° “La Marquesa de Yolombó” “La Marquesa de Yolombó” “Frutos de mi tierra”, l “Grandeza”, 4° “La Marquesa de Yolombó” “Hace tiempos” l, 1° “Hace tiempos” lll, 2° “ Entrañas de niño”, 10° “ Prefacio de Francisco Vera”, “ Grandeza”, 4º, “ El Zarco”, 6º, “Hace tiempos” l, 10° Epistolario “Ligia Cruz” ,4°

(+) Sufijo chibcha, Vale flor, grano 879

lll, 11°

“En la Diestra de Dios Padre”

Pag. 1.223

Pag. 1646 Pag. 956 Pag. 960 Pag. 121 Pag. 2.l36 Pag. 1.123 Pag. 1238 Pag. 310 Pag. 850 Pag. 1.306 Pag. 496 Pag. 186 Pag. 2.078 Pag. 1.238 Pag. 1.219 Pag. 1.280 Pag. 47 Pag. 853 Pag. 603 Pag. 447 Pag. 6 Pag. 290 Pag. 458 Pag. 662 Pag. 1.003 Pag. 1.243 Pag. 1.621 Pag. 284 Pag. 1.473 Pag. 783 Pag. 2.063 Pag. 1.397


880


EL SUFIJO EO Parece que el habla antioqueña tuviera cierta predilección por este sufijo. De tal modo abunda en ella. Y es que indudablemente el hombre de la Montaña encuentra en este sufijo un gran auxiliar para su tendencia expresiva y ponderativa. Como comprobación, tomamos de paso estas líneas: «Aquel risoteo medio lícito, medio clandestino, con la perspectiva del próximo llamamiento, aumenta las delicias y los secretos. Con disimulo nos asomamos a la puerta que da al corredor, a ver cómo pinta la cosa. Por Ahí andan Nicanor, señora y criadas, en no sé qué ajetreos» («Hace tiempos», I, 10°, 811). Y estas otras también: «Tal mandato no empece al fisgoneo por otros lados. Casualmente que Marto nos escuda. Y venga el examen de los vinos, de los encurtidos y el olisqueo a los comestibles y a los postres de Lola, con tanta pasa y tanto floreo de nuevo hilado y de confites» («Hace tiempos», III, 5°, 1.048). Para una demostración mayor de lo dicho, anotamos a continuación los vocablos, repetidos una o muchas veces, que con este sufijo se encuentran en poco mas o menos mil páginas del Maestro( + ) Los vocablos no admitidos por la Academia van en cursiva.

Abejorreo

Ajonjeo

Andorreo

Aceceo

Aleteo

Arqueo

Aguacateo

Andaregueo

Arreo

Ajetreo

Andoneo

Atareo

Babeo

Caviloseo

Escobeo

Bailoteo

Centelleo

Esquileo

Balanceo

cicatereo

Floreo

Balconeo

Clamoreo

Fogueo

Banqueo

Coleo

Galanteo

Barequeo

Colgandejeo

Gangoseo

Bateo

Comadreo

Gimoteo

Besuqueo

Contoneo

Golpeo 881


Bisbiseo

Copeo

gorgoreo

Bobeo

Coqueteo

Hociqueo

Boleo

Corcoveo

Hormigueo

Burbujeo

Correteo

Jaleo

Cabildeo

Culebreo

Laboreo

Cabrilleo

Currucuteo

Longaniceo

Cacareo

Chapoleo

Machaqueo

Cajoneo

Chapoteo

Manipuleo

Cambeo

Chiqueo

Manoseo

Cantorreo

Chismorreo

Manoteo

Capeo

Chorreo

Maquineo

Careo

Dedicatoreo

Mareo

Cariñeo

Deletreo

Mariposeo

Carraspeo

Devaneo

Masamorreo

Carteo

Discreteo

Mastiqueo

Cavileo

Empalagoseo

Matraqueo

Meneo

Regodeo

Tanteo

Menudeo

Relampagueo

Temblequeo

Merodeo

Remeneo

Timbaleo

Miseo

Risoteo

Trapecheo

Musiqueo

Rodeo

Trasteo

Ojeo

Ruaneo

Trompeteo

Olisqueo

Sacristaneo

Ventaneo

Pajareo

Sapoteo

Venteo

Palmoteo

Saqueo

Verseo

Pandeo

Secreteo

Visiteo

Pastoreo

Serpenteo

Voceo

Pereceo

Socavoneo

Voleo

Pordioseo

Tabaqueo

Zangoloteo

Punteo

Taconeo

Zarandeo

Regateo 882


SUFIJO DERA No está por demás advertir que son muy de recibo en el habla y aun hasta preferidos los vocablos con el sufijo

era, vocablos de sentido abstracto y que denotan actos «repetidos y prolongados con tesón y ligereza», fuera de otras significaciones. Ejemplos:

Recadera , moridera, robadera, terronera, viajadera, corredera, barredera, peroradera, andadera, habladera, pasiadera, conversadera, pedidera, sacudidera, subidera, regañadera, bebedera, dañadera, cantadera, moquiadera, patiadera, mentidera, nadadera, rezadera, etc.

OBSERVACIONES SOBRE ALGUNOS SUFIJOS (+) Siguiendo las apreciaciones de la Gramática de la Academia, consideramos de interés los siguientes apuntes sobre algunos sufijos:

ABLE - Es de origen verbal casi siempre y expresa capacidad o aptitud. V.gr. engrillable(95). Vale engallarse.

ACO - ACA - Son despectivos generalmente. V.gr. Arnaco (397), que significa trasto viejo; cataca (1.778), que vale ahorro. Hay adjetivos gentilicios formados con este sufijo, pero en Antioquia no existen de sus poblaciones.

(+) Los números que entre parétesis van al lado de los ejemplos corresponden a las páginas de las Obras de Carrasquilla. 883


ACHO - ACHA - Despectivos. V. gr. mangarracho (1584), que es plátano de calidad común y de preparación muy ordinaria. ADO - ADA - Sufijos muy fecundos. Los sustantivos que resultan de ellos, además de expresar empleo, dignidad, tiempo y lugar, pueden ser colectivos, cual ensauzado (1.036), sembrado de sauces, y denotar, o conducta, como mundiao (1.776), hombre que ha vivido mucho; o cantidad, como carrao (880), que vale montón de cosas; o preparados alimenticios, como tirado (51), que es un dulce de panela alargado y retorcido. Los en ada, adjetivos, significan conjunto, cual pionada (1.647), conjunto de peones; duración; lo que cabe en el primitivo; golpe, como tarascada (922); cantidad, como tutumada (1.642); conducta, como olletada (801), que vale tontería; y estados individuales, como estra- gado (2.093). Entre estos derivados debe citarse un número caudaloso de deverbales, entre los que se cuentan los llamados deponentes, que tienen valor de acción y de pasión, como fregado (657) y tapado (1.066). Este significa cubierto o bien persona que goza de una fortuna.

AJE - Sirve para formar diminutivos y despectivos y puede expresarse aspecto como en añaje (184), vestido que lleva una persona.

AL - Fuera de lo expuesto en los textos académicos denota abundancia, como en mamafal (1.795) o astilla! (689). A veces expresa oficio u ocupación, como en los sustantivos oficial y servicial (1.642). Forma, como lo dice Don Luis Flórez en su ob. cit., topónimos de predios rurales, donde abundan los vegetales o animales indicados por el primitivo. Ver guayabal (964).

AMBA - Es de una derivación pobre. V.gr. cambamba (665), reyerta.

AMBRE - Sufijo de ascendencia latina. Escaso. V.gr. botijambre (1.447) gordo.

ANCIA - Significa acción.- Fregancia (540).

ANDO - Significa cualidad del nombre indicado por el primitivo. Cachipando (1.496). 884


ANGA - De derivación escasa. Despectivo. Casanga (400), cocinanga (440). ANGANO - Muy raro. Despectivo. - Curángano (1.972), cura.

ANGO - De derivación escasa. - Hilango (924), hilacha. ANO - Vale origen o pertenencia. - Antiocano (515).

ANTE - Significa acción. - Cachifloriante (739), fachendoso.

ANZA - Expresa acción. - Cocinanza (636), malacrianza (886).

AÑA - Forma derivados nominales. Cizaña (561), picardía.

ARRIA - Despectivo. - Zangarria (889), trompo malo, deteriorado.

ÁTICO - Indica calidad. - Forástico (1.450), forastero.

BLE - De origen verbal casi siempre. Expresa capacidad o aptitud, con sentido activo, como engrillable (95), engallarse, o con sentido pasivo, como bebestible (1.488). CION - Forma derivados de verbos de la 1a y 3a conjugación. - Confundición (1.644). Denota actividad.

DERO - DERA - Denotan lugar, como machucadero (952), aventadero (699) y peladero (1.400), o también acción repetida, como en abalanzadera (920), vómito repetido, y en embestidera (278), enamoramiento.

DO - Sufijo participial, que denota la acción del verbo que le da origen. - Cantido (531).

DOR - DORA - Pueden expresar lugar, instrumento, oficios, objetos o agentes. Discursiador (1.457). Guerriador (1.456). 885


DURA - Denota acción, instrumento, medio. - Barredura - Sacadura (13), herida que deja la extracción de un diente o de una nigua.

E - Sufijo de muchos vocablos recortados. V.gr. expurgue (767), que dice buscar piojos en la cabeza.

ECO - ECA - Forma sustantivos y adjetivos de significación variada, como cualidades, defectos, estados, etc. -Moneco (2.131), medio rubio; culeco (823), inquieto.

EDO - EDA - Da origen a sustantivos colectivos, derivados generalmente de árboles y plantas. Pomareda (1.841), sembrado de pomarrosos.

EJO - EJA - Despectivo. - Bichejos (1.274), bichos; chaparraleja (230), mezcla desordenada.

ENGUE - Pobre en derivados. Señala cualidades o defectos. Blandengue (456), débil.

ENDA - De formación latina. - Recogimienda (1.495), recoleccción.

ENSE - Expresa acción. - Asistente (105), criado.

EÑO - Significa origen o cualidad y, principalmente, es uno de los más usados para la formación de gentilicios. Cabecereño (726), habitante de las cabeceras de un río; matieño (2.121), gentilicio de Don Matías.

EO - Probablemente el sufijo más fecundo en el habla antioqueña. Forma derivados verbales con significado de acción. - Cajoneo (1.613), dar golpes rítmicos sobre un cajón.

886


ERO - ERA - Uno de los sufijos más usados en el lenguaje antioqueño, como lo comprueba Don Luis Flórez en su obra citada, pág. 82. - Expresa oficio, actividad, árbol, planta, lugar, pertenencia, relación. Atisero (827), el que atisa en las minas; aguadulcero (1.746), el que toma mucha aguadulce.

ESCO - Denota pertenencia o relación, con algo de burla, dice la Gramática de la Academia. - Marinillesco (1.027), con caracteres de las gentes de Marinilla.

ETE - ETA - Denota inferioridad, semejanza, burla. - Carajete (415), tontarrón; montañereta (416), de maneras campesinas.

ETO - ETA - Generalmente diminutivo, a veces despectivo. Cachoreto (2.136), perro pequeño; bebeta (640), embriaguez de muchos; averigüetas (740), fisgón.

EZ - Forma nombres abstractos. - Desocupez (1.644), cabecidurez (1.264).

EZA - Sufijo raro en un habla como la antioqueña, semejante al italiano ezza. Forma nombres abstractos. - Espíendideza (654).

ICO - Forma adjetivos, a veces un poco despectivos. - Denota acción. - Sofístico (13), zalamero.

IL - Expresa pertenencia. - Arrieril (1.175), lo concerniente a los arrieros.

IMBO - IMBA - Forma diminutivos. - Chumbimba (841), fruto de! árbol chumbimbo o jaboncillo; casimba (1.072), casucha.

IN - Sus derivados son diminutivos y tiene a veces fuerza despectiva. - Lambriquín (738), pedazo de papel agujereado; arrinquín (854), arrimadizo; chilín (670), monedita.

INGO - Expresa pequeñez. - Muzingo (53), nombre familiar del gato. 887


IÑO - IÑA - Sufijo gallego. - Piquiña (234), escupitiña (1.218), escupitajo. IO - IA - Expresa sitio de labores, acción, cualidad, conjunto. - Pobrecia (824); hombrerío (2.136); bestierio (851); machería (1.517), virilidad.

ISMO - Expresa sistema, doctrina, calidad. - Angelismo (1.683), de condición angélica; conyugalismo (1.176), vínculo conyugal.

ISTA - Denota doctrina, oficio. - Socavonista (893), el que trabaja en el socavón de una mina.

MENTA - Sufijo frecuente en el habla antioqueña. Forma algunos colectivos. Palamenta (362), conjunto de palas.

OLO - De significación diminutiva y de carácter dialectal. - Matolo (569), moscamuerta.

OMBO - De derivación escasa. - Imbombo (760), tonto. ONGO - ONGA - Forma pocos derivados. - Bolongo (121), rechoncho; guariconga (960), aire musical.

ORRO - De origen ibérico. De empleo muy frecuente para formar despreciativos. Viejorro (1.644).

OSO - De uso muy común para formar derivados de significación activa o abundancial. Chisparoso (1.036), asombradizo.

UCO - Despreciativo. - Machuco (1.238), plato alimenticio como cuchuco.

UCIO - Indica calidad o semejanza, con carácter diminutivo. Calentucio (872), calientito.

888


UCHO - UCHA - Forma diminutivos y despectivos. - Marucha (47), María; Marucho, Mario.

UDO - Indica posesión en grado mayor, estado, y a veces es despectivo. - Cremudo (329), que pertenece a la clase más alta; arrozudo(1.116), el que hace «carne de gallina».

UJO - Despectivo. - Rebrujo (10), desorden de cosas heterogéneas usadas.

UNO - Forma derivados de sitios, animales. - Montuno (662).

URRIA-De origen ibérico.-Angurria (1.217), codicia.

889


ARCAISMOS Circula en el habla antioqueña un numero apreciable de arcaísmos, entre los cuales podemos citar los siguientes:

Abracijo

Ansias

Absortado

Anté que

Abutagado

Apelativo (Nombre)

A cantos

Apertrecharse (conseguir) pertrechos)

Acarroñarse (Corromperse)

Arción

Acatar (advertir)

Ardidoso

Acetar

Ardil

Adevinar

Ardiloso

Adonde (En lugar en donde,

Arrempujar

cuando no hay movimientos).

Asegún

Agora

Asina

Agüelo

Atesar

Alevantar («Grandeza», 7°,

Ayunque (Yunque)

353). Ajuntar

Barajustar

Alquitrabe

Barragán (Esforzado)

Altor

Barrial

Andara

Bastimento

Andé

Bisagûelo

Anguilla

Bordo (Borde)

Borrachería

Convenimos (convinimos)

Bravo

Creciente

Brazada

Croajar

Caminada

Cualesquier (cualquier)

Camino real

Cuantimás

Candela

Cuasi 890


Canso

Culpante

Cañafístola

Cuyo (interrogativo)

Cañafístolo

Chapa

Cañuto

Dar de puños

Cargue

Deligencia

Carriel

Dende (Dendiantes)

Cas

Dentrar

Catar UGuardar)

Desafogar

Catear

Desafuciar

Cazcorvo

Desamen

Celebro (Cerebro)

Desaminar

Cencia

Descargue

Cequia

Descenso (Catarro)

Color (la)

Descurado

Comelón

Despernancarse

Compaña

Dijieron

Concencia

Discípula (Erisipela)

Conocencia

Dizque

Contimás

Doldrá

Doldría

Habemos

Dotor

Hacimiento de gracias

Duce (Dulce)

Haiga

Emprestar

Hecha (Acto, acción:

En ainas (En ainas, no

Herver

tan ainas) Encomenzar

Higa

Endonar

Hojaldra

Entradero

Humar

Escogencia

Indilgar

Escondrijo

Infuscar

Escrebir

Insolvado

Escurana

Inter

Escuro

Intrigamiento

Especies (Espacias)

Istricia (inopia) 891

“en esta hecha”


Falla

Jecho

Feriar

Jerver

Fichuría

Joyo

Fierro

Juagar

Fincar (Hincar)

Lamber

Galanías

Lambido

Ganado (Conjunto de Personas)

La puente

Garrular (Cantar, graznar)

Lejura

Gorjear (Burlarse)

Lisión

Guacamaya

Machucar

Guargûero

Mais (Adv. Comp., y conj.)

Mar (la)

Retorcijón

Mascada

Reuma

Mas que (Aunque)

Rezandero

Medecina

Ruñir

Mercar

Sabidor

Mesmo

Semos

Miñique

Serviciala

Misia

Sos

Mogo (Moho)

Susodicho

Mormurar

Temperado (Refiriéndose a Temperatura)

Mostrico

Tener de

Murir

Tibiar

Ño

Tigra

Onde

Tirá de aquí

Outra vuelta

Tiricia

Pacencia

Topar

Pálparo

Trajiera

Pantasma

Trajieron

Pararse

Troja

Peonería

Trompezar

Pinto

Trompezón 892


Puño (Puñetazo)

Truje

Quien (Cuando reproduce

Trujites

Animales o cosas)

Ultimadamente

Recibir

Váguido

Vapor (Síncope)

Viaraza

Venimos (Vinimos)

Vide

Ventaje (Vendaje)

Vido

Ventajiar

Vusté

Vía (Veía)

Además de estos términos arcaicos, casi todos encontrados en las obras de Carrasquilla, debemos anotar los siguientes, que registra el Dr. Emilio Robledo en su trabajo «Orígenes castizos del habla popular de Antioquia y Caldas», publicado en «Universidad de Antioquia», N°. 126, de Julio, Agosto y Septiembre de 1956, vocablos estos que son el resultado de alteraciones fonéticas comunes a otros pueblos donde se habla castellano: Abajar

Aunque

Arrempujar

Acondutao

Ansí

Asigún

Adevino

Apeñuscar

Balanceo

Agûecar

Añidir

Cañuto

Alcagûete

Apariencia

Carácter

Ajuera

Arguenas

Cargoso

Alfiñique

Arganas

Comedirse

Almitir

Arismética

Conduta

Alquirir

Arquilar

Cuja

Albertir

Arquiler

Culeca-o

Amellar

Arremendar

Custión

Chiminea

Grabiel

Mantención

Debré

Gûeco

Nadie

Debria

Gûelta

Nengún

Defunto

Gûevo

Niervo

Denantes

Gûesped

Ñervo

Desamen

Hendija

Ñeblina

893


Desaminar

Indino

Ñublar

Desculpar

Injundia

Olio

Desgusto

Inorancia

Otavo

Despacioso

Inorante

Parigûela

Desparejo

Irracional

Personarse

Desquebrajar

Inremediable

Previlegio

Díceres

Inreparable

Prior

Dino

Istante

Repunante

Efeto

Instrumento

Retulo

Efetuar

Juerte

Retular

Empollar

Jurgó

Riyó

Emprestar

Lagañas

Ruano

Endenantes

Lata

Saberá

Escrebir

Letor

Salirá

Escuridad

Letura

Satisfacer

Estrumento

Linia

Sigún

Flaire

Mama

Sinificar

Friyendo

Madrastra

Solene

Friyó

Malino

Sepoltura

Sospresa

Trasquilar

Veniste

Temperar

Vacido

Viamos

Tiricia

Vagamundo

Viûela

Tral

Vamos ( Vayamos)

Vitoria

Tusar

Terminamos esta apuntación con los siguientes renglones de Don Luis Flórez, que se encuentran en su obra tantas veces citada, al tratar de este mismo tema: «Formas fonéticas, gramaticales y léxicas ya antiguas en el español general continúan vivas en el habla de muchos antioqueños, campesinos sobre todo... y toda una serie de formas en las que se abrevian grupos consonanticos, se truecan vocales, se aspira la f, se veleriza la u (güeco), se metatizan fonemas (Gabriel), se añaden fonemas por influencia morfológica, al comienzo de las palabras (arrenpujar, desamen «examen»), se igualan o se diferencian

vocales

(miñique, 894

deligencia),

etc».


RIQUEZA DEL LENGUAJE POPULAR

De la riqueza idiomática al servicio del pueblo pueden ser ejemplo los dos casos siguientes:

Vaya usted lo más pronto, aquí, a la casa de Antonio. La expresión lo más pronto puede reemplazarse así:

Vaya usted

rapidito….

ligerito

prontito

volando

en un periquete….(Dominicales – Mineros” 1.721)

en un santiamén…(El Zarco, 8°, 1.503)

en un credo… (Hace tiempos, lll,4°, 1023)

en un Jesús.. (Hace tiempos, ll, 1°, 830)

en un voleo…

en dos voleos…

en un volión…

en dos voliones…

en una carrerita

en un ya

en un instante

en un instantito

en un brinco

en un soplo…(Hace tiempos” ll, 4°,873)

895


Vaya usted

en un salto….

en un dos por tres..(Hace tiempos lll, 5°, 1.050)

en una despabilada...(Hace tiempos lll,2° 1.000

en un abrir y cerrar de ojos…

en un rayo,,, (El Padre Casafús”,4°,1267)

en un momento

en un momentito

en un segundo

en un segundito

en dos trancazos…

en un vuelo.. (La Marquesa de Yolombó” 15°, 539)

en dos zancadas….

en un minuto…

en un minutito

en dos patadas

en tres patadas

Para significar un joven u hombre alto y fornido, se recurre a estas expresiones “Un Gañanote (Dominiales – Titanes, 1739) Un hombre acuerpao Un taitón (“Prefacio de Francisco Vera” 1.618) Un hombrón Un hombrote Un hombre macuenco Un hombrachón (“Los cirineos” 1.706) Un berriondo Un machazo Un caimanazo Un grandulón Un teletón (“Hace tiempos” ll,9°, 950) 896


Un tolete Un gigantón (“Hace tiempos”” LLL,%° 1049) Un muhán (“Hace tiempos” ll,9°,939) Un bracamontón (Epistolario, pg. 2.064) Un balcarrotón (“Hace tiempos” ll, 9°, 940) Un tatabrón Un cipote Una penca Un mocho Un tasajo Una barranca Un trozo Un lempo Un tamaño hombre Un lapo de hombre Un tagarote de hombre Un menco de hombre Un hombre macuenco

897


PALABRAS MAS USADAS

Sería muy interesante conocer las palabras más usadas en un Departamento, como el de Antioquia, pero ello es muy difícil, porque es ilimitada la variedad de los temas de conversación. Con todo, sí nos permitimos hacer resaltar el extraordinario empleo en el habla antioqueña de los verbos colarse, echar y poner.

El antioqueño del pueblo, del taller, de la labranza, de la mina, dice mucho entrar, pero dice mucho más colar: él se cuela a todas partes, a la iglesia, a la casa, a la tienda; y cuela en dudas, en malicia, en celos, es decir, se le cuelan hasta los más sutiles pensamientos y preocupaciones. Indudablemente es el verbo más oído en Antioquia.

Este mismo antioqueño echa conversa, echa cuentas, echa a pensar, echa a decir, echa pacá, o pallá, echa cartas (por escribirlas), echa peleas, echa comedias, echa periódicos y echa hasta una constitución.

Finalmente, este antioqueño mismo pone una tienda, como pone gallinas en su casa, y pone un memorial, como pone casa para su matrimonio o familia.

Vale también destacar cómo el habla antioqueña, entre sus caprichos, tiene el de preferir el uso de unas palabras por otras, v.gr.:

Abierto

por generoso, dadivoso

Acabado

por flaco

Acatar

por advertir

Achaque

por enfermedad

Agallludo

por ambicioso

Agriera

por acedía

Agrio

por jugo de naranja agria

Agarrar

por coger 898


Ajustar (v.g. años)

por completar, alcanzar

Alegar

por discutir

Alegadera

por discusión

Algo

por las once o refrigerio

Aliviado

por bien de salud

Al momento, al momentito

por en seguida

Amangualarse

por coonchabarse

Amarrado

por avaro, cicatero

Angurria

por codicia, ambición

Aparecer

por llegar

Aposta (de)

por adrede

Arriador

por látigo

Asentado

por juicioso, reposado

Aspavientoso

por nervioso, que exagera

Atarugado

por atragantado

Atarugado hasta las orejas

por metido hasta las orejas.

Atenido

por confiado en otro

Atisbar

por mirar, observar

A toda gana

por fuertemente

Asomar

por aparecer, surgir

Avío

por arreo de montar

Azogado

por inquieto

Badulaque

por inútil, perezoso Desvergonzado

Balde (de)

por gratuitamente u ocioso, sin trabajo

Bastimento

por víveres

Beato

por devoto

Berriar

por llorar

Bochinche

por alboroto

Bogar

por beber

Botines

por zapatos

Brete

por trabajo, oocupación, Aprieto.

Bulto

por fardo 899


Bundiar

por vagabundear, trabajr com poco provecho

Burletear

por burlarse

Bueletero

por burlón

Cabeciduro

por terco

Cabo de año

por aniversario

Cachaco

por amable y culto o bien vestido

Cachar

por charlar, especialmente de amores

Cacho

por accidente desagradable.

Cachos

por cuernos

Caedizo

por colgadizo

Cajón

por ataúd

Calavera

por desjuiciado

Calcular

por conjeturar, pensar

Calentarse

por enojarse

Caliente

por enojado o guapo o emprendedor

Camine acuéstese

por venga acuéstese

Canillas

por piernas

Censo

por cansado

Cantaletero

por regañón

Cañero

por exagerado amigo de millaradas, mentiroso

Cargado

por parcializado

Casamiento

por matrimonio

Catear

por tantear

Caviloso

por quisquilloso

Cerrero

por cerril, no domado

Cicatero

por mezquino, avaro

Cismas

por remilgos

Cismático

por melindroso, aspaventero

Cismatiquerías

por remiglos, demostraciones excesivas

Coca

por puñetazo

Cogollo

por clase alta, aristocracia

Cola

por rabo

Colorado

por rojo

Cómico

por comediante 900


Cómoda

por armario

Confiscado

por picarón

Conversa

por conversación

Conversón

por murmurador, hablador

Copete

por clase alta, aristocracia

Copetón

por a medio palo

Creciente (de un río)

por crecida

Creído

por vanidoso

Cristianar

por bautizar

Cuadrado

por apuesto, gallardo

Cuenta, pues!

Por cuidado, pues! Adviértalo

Cuenta (de toda)

por juicioso, honrado trabajador

Cuentero

por chismoso

Culeco

por contento, antojado inquieto

Culequería

por entuciasmo, inquietud

Curia

por esmero

Curioso

por habilidoso, ingenioso, con destreza manual

Cusumbosolo

por misántropo

Chacota

por burla

Chamba

por zanja ancha y honda

Chambón

por inexperto, torpe, inhábil

Chambonada

por torpeza, tontería, desacierto

Chambrana

por baranda

Chandoso

por gozque o perro común

Chantar

por colocar, poner, clavar

Chantarse

por ponerse una prenda de vestir

Chinche

por molesto, trabajoso, melindroso

Chirringo

por muy pequeño

Chocar

por desagradar

Chocho

por envejecido

De pronto

por súbiitamente

Demás

por seguramente, com muho gusto, de sobra

Derecho, derechito

por vertical o recto

Desapercibido

por inadvertido 901


Descarado

por desvergonzado

Descocado

por desvergonzado

Descompostura

por luxación

Desentendido

por descuidado, indiferente

Desgualetado

por mal y descuidadamente vestido

Despensionarse

por despreocuparse

Destino

por empleo, ocupación

Destrozona

por gastadora, dilapidadora

Determinar

por resolver

Dictar

por inclinarse a algo

Difunto

por muerto

Divisa

por vista, paisaje

Embeleco

por empeño fútil o enfadoso

Embelecado

por entusiasmado

Embelequero

por amigo de hacer muchas cosas

Embustero

por mentiroso

Emperrarse

por llorar

Empuercar

por ensuciar

Empuntar

por enviar

Encabe

por noviazgo

Encaramarse

por subirse

Endonar

por dar

Engalanarse

por adornarse, embellecerse

Engatuzar

por engañar, seducir

Enquimbado

por endeudado

Enquimbarse

por endeudarse

Ensartar

por espetar, engañar

Entamborado

por meteorizado

Entendido

por capaz, perito, inteligente, despierto

Enteramente

por completamente, definitivamente

Entero

por conservado

Entripado

por inquietud, turbación

Envolate

por embrollo, concurrencia de muchas cosas

Envolatado

por desorientado, confundido, perdido. 902


Escrupuloso

por asqueado, muy pulcro

Escaparate

por armario

Estirarse

por crecer (un niño)

Estripado

por mal vestido

Extranjero (del)

por del exterior

Fallo de las vistas

por escaso de viista, cegatón

Figurarse

por suponerse

Filático

por extravagante, caprichoso

Filipichín

por Lechuguino

Flota

por fanfarronada

Foco

por bombilla eléctrica

Formal

por atento, amable

Fregar

por molestar

Fundamentoso

por juicioso

Gallada

por acción notable, valerosa

Ganar

por llegar

Gañote

por cuello

Garetas

por cascorvo

Gargantilla

por collar

Garrotera

por zambra

Gatas (a)

por a duras penas en dificultades

Groja

por broma, estar festivo

Guapo

por valiente, esforzado

Guayabo

por efecto de la borrachera

Gûete

por dichoso, alegre

Guindar

por colgar

Hablantinoso

por hablador, hablantín

Harto

por mucho, bastante

Hilacha

por prenda pobre de vestir

Hilachento

por pobre, mendigo

Horrible

por magnífico, estupendo, insufrible

Idiático

por maniático, caprichoso

Ingrimo

por solo

Injuria

por enojo 903


Jarrete

por talón

Jedentina

por hediondez

Jíquera

por mochila

Jullero

por orgulloso

Juma

por borrachera

Juzgón

por murmurador

Lambón

por adulador

Langaruto

por flaco, débil, viejo

Laos

por paraje, región

Lapo

por azote, latigazo

Lapo de agua

por lluvia fuerte

Laya

por modo, clase, manera

Lejura

por lejanía, gran distancia

Leontina

por cadena de reloj

Levas

por mentiras

Lidia

por dificultad, trabajo

Ligero

por aprisa

Liso

por lacio

Machetero

por basto en obras manuales

Malaley

por antipático

Malcriadeza

por descortesía o grosería

Maluco

por desagradable o enfermo

Manguiancho

por tolerante

Manirroto

por gastador

Mantención

por manutención, comida

Mañaniar

por madrugar

Mañas

por costumbres, resabios, habilidades, astucias.

Mañé

de clase un poco baja

Marido

por esposo

Matanza

por empeño

Mechudo

por despeinado

Mediano

por no muy grande, adolescente.

Mentar

por nombrar

Mero

por uno solo, único 904


Mechar

por cortar

Modo- De un modo o de

por de todos modos

otro Molledo

por brazo

Momento (al)

por inmediatamente

Mono

por rubio

Moño

por melindre

Morro

por cerro

Moza

por concubina

Muda

por vestido completo

Mudarse

por vestirse

Muérgano

por despreciab le

Naipe

por baraja

Necio

por molesto

Novelero

por curioso

Ñaña

por consentido, mimado

Ñapango

por mestizo, mulato

Ocurrente

por chistoso, a veces inoportuno

Oración

por el anochecer

Orondo

por tranquilo, presumido

Oscuro

por poco antes de amanecer

Otra vuelta

por otra vez

Pachocha

por lentitud

Paga

por salario o sueldo

Palo

por madera

Palomo

por vestido blanco

Pañar

por recoger, coger

Papelada

por simulación

Papelero

por farsante

Parejo

por igual, al igual o semejante

Particular

por raro

Pasada

por que no está a la moda

Pasaje

por acogida

Partirse

por separarse 905


Parranda

por holgorio

Pasmarse

por sorprenderse

Pasmado

por sorprendido, abúlico

Patente

por claro

Patoniado

por envejecido

Pechugón

por descarado, confianzudo, cínico

Pegarse

por acogerse

Pela

por azotaína

Pensión

por temor, aprensión, inquietud

Pepo

por elegante

Perecido

por mezquino, tacaño

Persuadirse

por convencerse

Perra

por borrachera

Pescuezo

por cuello

Piconiar

por chismear, comunicar

Pinchado

por petulante

Pipos

por indirectas de enojo o resquemor

Poquitacosa

por persona insignificante

Pondebajiado

por estimado en menos, dominado

Por supuesto

por gustosamente, ciertamente

Porra (irse a la)

por irse a la punta de un cuerno

Porra (mandar a la)

por mandar a paseo

Postema

por abceso

Puercada

por porquería, acción indigna

Puerco

por sucio, de proceder indigno

Puesto (muy)

por muy elegante

Puño

por puñetazo

Querido, queridito

por bueno, bonito, amable

Ranciera

por capricho de viejos

Ranchado

por obstinado

Raque

por caballejo

Receloso

por temor

Recoletado

por retirado, tímido

Recoletarse

por retorarse. Esconderse 906


Regodión

por Descontentadizo

Remilgo

por melindere

Reparar

por observar, curiosear

Reparón

por curioso, exigente

Repelencia

por impertinencia

Repelente

por impertinente, antipático

Resabiado

por que hace lo que quiere, indómito

Rezandero

por devoto

Rochelear

por hacedr bullicio, algazara

Rosca

por confabulación, agrupación dominante

Rumbar

por sacar, despedir

Sabroso

por agradable

Sacar (mercancias)

por comprar al fiado

Sacar (a una persona)

por distinguirla por sus rasgos familiares

Seguro (de seguro)

por seguramente

Sinvergûenza

por desjuiciado

So

refuerzo de adjetivos despectivos

Solo en grima

por solo

Soperiar

por curiosear, chismear

Sopero

por curioso, entremetido

Tahur

por jugador

Taita

por padre o abuelo

Talanquera

por cercado

Tamaño

por muy grande, tan grande

Tan siquiera

por siquiera

Tan solamente

por solo o solamente

Tapado

por estúpido

Tarima

por banca

Tema

por tirria

Templar (ir a)

por ir a parar

Tener cara

por osar, atreverse

Tentado

por endiablado

Terrones (meter los)

por atemorizar

Tísico

por tuberculoso, flaco 907


Topar

por encontrar

Tósigo

por cargante

Trabajoso

por exigente

Tragón

por comilón

Trapos

por vestidos, ropas

Triscar

por burlarse

Tuntuniento

por anémico

Tuturuto

por muy viejo

Vagamundo

por holgazán

Velón

por el que pide con la mirada

Ventajoso

por logrero

Ventolera

por capricho, idea fija

Vestuario

por vestido

Vistas

por ojos

Volado

por impulsivo

Zoco

por escoba vieja, inservible

Zurriaga

por látigo de los arrieros.

908


REFRANES, ADAGIOS, PROVERBIOS ALEGORIAS, ETC.

A medida que el lector avanza en la lectura de las Obras de Carrasquilla va dándose cuenta de que, así como abundan en el habla antioqueña las locuciones y modismos, no se ven en la misma forma los refranes, a pesar de que, fuera de la copiosa colección del Maestro Gonzalo Correas, el ilustre Rodríguez Marín juntó más de cuarenta y nueve mil seiscientos en varias publicaciones suyas (V. Martín Alonso, «Ciencia del lenguaje, arte y estilo»), y que hay centenares de libros que los recogen, anteriores a éstas, lo que vale decir que la lengua castellana es riquísima en estas cristalizaciones de filosofía popular con forma un poco literaria.

El destacado gramático antioqueño, don Alfonso Mora Naranjo, en su magnífico escrito «El castellano en Antioquia», dice: «Si tomamos las frases, giros y refranes del Quijote, asunto tan ampliamente estudiado en un gran libro por Enrique de Cárcer, llegamos a la conclusión evidente de que ese sin fin de frases, ese sin fin de giros y ese sin fin de refranes usados por Cervantes, se usan también en nuestro pueblo, tal como se empleaban en aquella época en España, si mucho, con algunas variaciones que en todo caso favorecen nuestro lenguaje porque lo hacen más vivo, más expresivo y más enérgico que el lenguaje español».

Nosotros encontramos este concepto acertado para las frases y los giros, pero no para los refranes. Basta leer a Carrasquilla, a Rendón, a don Efe, entre otros, y, sobre todo, oír hablar al pueblo, para darse cuenta de que este no emplea «el sin fin de refranes usados por Cervantes», sino una parte de ellos.

Encuentra uno muy explicable esto, no sólo porque los primeros pobladores del suelo antioqueño eran personas de muy raros libros, sino porque el pueblo que ha nacido allí es un pueblo que apenas comienza a leer, a hacer su historia, a tener experiencias, a formar su caudal de la ciencia de la vida, cosas estas que se sedimentan en los refranes y 909


sentencias. Este pueblo, en lucha tenaz y dura con la naturaleza, ni ha vivido lo suficiente, ni ha tenido tiempo para hacer suyo el gran acervo español de los refranes, ni mucho menos para compendiar conceptos de valor universal en los moldes de su propia habla. Tardará mucho todavía para que su poderosa imaginación se condense abundantemente en aquellas expresiones o frases de ingenio y gran contenido figurativo, en las que campean la elipsis, «las metáforas, las prosopopeyas, las ironías, las antítesis, los paralelismos, las aliteraciones, las similicadencias» (V. Martínez Marín, Dicc. Gram.). Por eso nosotros sólo hemos podido entresacar de las obras del Maestro antioqueño un número no muy elevado de refranes comunes de la lengua, algunos regionales y un número si mayor de adagios, apotegmas, proverbios y frases doctrinales y sentencias, de los cuales, con los primeros, apuntaremos unos cuantos en las páginas siguientes.

910


REFRANES, ADAGIOS, PROVERBIOS TOMADOS DE CARRASQUILLA —A—

«Abril seco, mayo mojado» («Hace tiempos», 11,11°, 974).

«Al que se agacha se le ve el rabo».

«Solamente el agua no se vuelve atrás» («La Marquesa de Yolombó», 6°, 450).

«Aguasal de güevo perdido que se acabe de perder» («El Zarco», 42,1.432).

«Muerto el ahijado, acabado el compadrazgo» («La Marquesa de Yolombó», «A guisa de prólogo», 384).

«Lo ajeno se tira como si fuera basura» («La Marquesa de Yolombó», 16°, 557).

«Amor no quita conocimiento» («El Padre Casafús», 3°, 1.261).

«El amor no se echa a la olla, sino manteca y cebolla» («Grandeza», 2°, 241).

«Animal que se deja en el rastrojo se lo comen los gusanos» («Esta sí es bola», 1.576).

«No hay como el anís para relacionar a la gente» («Estudiantes», 1.716).

«Arreboles en poniente es aguacero naciente» («Hace tiempos», II, 3°, 859).

«Conviene arrastrar el as, porque si el tres está solo tienen que rendirlo» («Titanes», 1.739). 911


« Ayúdate que yo te ayudaré» («Entrañas de niño», 9°, 1.226).

—B—

«De un bagazo poco caso» («Hace tiempos», I, 2°, 819).

«Barriga llena aguanta trabajos» («Hace tiempos», I, 2°, 664).- «Barriga llena, corazón contento», también dice el antioqueño.

«Las blancas en la cocina y las negras en la tarima» («Hace tiempos», III, 2°, 1.121).

«Blancos son y ellos se entienden» o «blancos son, allá se entenderán» («El Zarco», 3°, 1.424). (V. Suárez, «El Sueño del Diccionario»).

«Sacar la brasa con la mano del gato» («El Padre Casaf ús», 7°, 1.281).

«El que es bueno, no lo es más porque sea rico, ni lo es menos porque sea pobre» («Grandeza», 3°, 255).

«Lo bueno, cuando no se muere, se va» («Frutos de mi tierra», II, 18).

-c-

«La cabra siempre tira al monte» («Dimitas Arias», 1.330).

«Para coger cachacos hay que ir donde hay cachacos» («Frutos de mi tierra», XV, 108).

«Por los gustos se venden los calamacos» («Hace tiempos», II, 4°, 867). 912


«Calzones y sinvergüenzas son la mesma historia» («La Marquesa de Yolombó», 18°, 574).

«El cambio de clima es la mejor quinina» («Hace tiempos», 1,6°, 728).

«Ser candil de la calle y oscuridad de la casa» («Dominicales - La Horca», 1747).- Vale persona que sólo es activa y acuciosa en lo que no le va ni le viene.

«Capacho no es mazorca». Significa que no todo lo que brillaes oro.

«Donde manda capitán no manda marinero» («Entrañas de niño», 9°, 1.226).

«Caranga resucitada no pelecha» («Esta sí es bola», 1.584).

«Caras se ven, pero corazones no» («Hace tiempos», III,1°,994).

«La carga dispareja se cae del lao más pesao» («Hace tiempos», I, 6°, 740).

«Está la carne en el garabato por falta de gato» («El Zarco»,6°, 1.466).

«Lo que no canta el carro lo canta la carreta» («En la Diestra de Dios Padre», 1.642).

«O bien casada o bien quedada» («Frutos de mi tierra», XXIX, 201).

«La cáscara guarda el palo» («A la plata», 1.797).

«Un clavo saca otro clavo» («El chino de Belén», 1.693).

«Si en Sopetrán dan cocos, cómo será en Antioquia» («Frutos de mi tierra», XVI, 115).

«La codicia rompe el saco» («La Marquesa de Yolombó», 11 ,501). 913


«El que no cojea di'una pata cojea di'otra» («Frutos de mi tierra», XXVI, 170).

«El comer y el rascar no tienen sino empezar» («Frutos de mi tierra», XXV, 157).

«Las malas compañías pervierten hasta los santos» («Hace tiempos», 1,10°, 803).

«En conciencias, como en enfermedades, no hay sino casos» («Grandeza», 3°, 269).

«Confesión no llama muerte» («Frutos de mi tierra», XII, 94).

«El que no te conozca que te compre» («Entrañas de niño», 3°, 1.183).

«La constancia vence lo que la dicha no alcanza» («La Marquesa de Yolombó», 1 °, 395).

«Adelante con la cruz que el muerto jiede» («El Padre Casafús»,7°,1.285).

«Cuarenta, as y tres. No la perderés por mal que la jugués!» («En la Diestra de Dios Padre», 1.647).

«No se quema un cuerno en secreto, sin que el olor lo divulgue» («La Marquesa de Yolombó», 21 °, 598).

«El cuero sana y la ropa no» («Hace tiempos», II, 6°, 907).

«Bueno es culantro, pero no tanto» («Hace tiempos», I, 10°, 791).

«Culeca sin gallo no hace más que engüerar» («La Marquesa de Yolombó», 16°, 558).

«Culeca sin gallo no saca pollos» («Titanes», 1.739).

914


«Cura nuevo y era nueva una misma cosa son en las aldeas» («El Padre Casafús», 11°, 1.291).

«A los curas oírles la misa y sacarles el cuerpo» («El Zarco», 6°, 1.464).

— C/H —

«El chillido es libre y el gusto más» (Epistolario, 2.176).

—D—

«Untado un dedo, untada toda la mano» («La Marquesa deYolombó», 18°, 575).

«No sabe el diablo por ser diablo, sino por lo viejo que es» («Hace tiempos», III, 1°,994).

«Desde que el Diablo se volvió cura fue porque el Infierno se acabó».- («La Marquesa de Yolombó», 12°, 516).

«Tanto le hizo el Diablo a su hijo que por fin le sacó un ojo» («La Marquesa de Yolombó», 12°, 501).

«Del dicho al hecho hay mucho trecho» («La Marquesa deYolombó», 16°, 557).

«Difunto enterrado, matrimonio hecho» («Hace tiempos», (“Hace tiempos” lll,3°, 1016)

«Dios no castiga ni con rejo ni con palo» («Entrañas de niño», 8°, 1.224).- Es variación de las de igual valor, Dios castiga sin palo ni piedra, Dios castiga y no a palos. Está incluida esta frase entre las que agrupa Cuervo en el N° 741 de sus Apuntaciones, y de las cuales dice que unas se usan en España o en otras partes de América. En «El Sueño 915


del Ferrocarril» escribe el Señor Suárez: «Allí en los cuentos de Trueba encontramos frases antioqueñas como... «Dios no castiga con palo».

«Cuando Dios no quiere, los santos y el Diablo nada pueden» («La Marquesa de Yolombó», 10°, 494).

—E—

«Lo que se ha de empeñar que se venda» («Entrañas de niño», 8°, 1.215).

«Al enemigo, mostrarle las armas y esconderle las heridas» («La Marquesa de Yolombó», 6°, 459).

«Si la envidia fuera tiña, qué de envidiosos hubiera» («La Marquesa de Yolombó», 6°, 447).

«El espanto sabe a quién le sale» («Hace tiempos», I, 3°, 684).

«Desde que se inventaron las excusas no comen quesito los ratones» («Frutos de mi tierra», XXVIII, 187).

—F—

«De puro fino no canta» («La Sencillez», «En la ciencia», 1.873).

«Cuando uno está de forástico en un pueblo, tiene que saber si pisa bejuco o pisa culebra» («Hace tiempos», I, 6°,735) —G—

«Los gallos muy finos se enredan en las espuelas» («Hace tiempos», I, 10°, 787). 916


«Dijo Dios: «Toma garbo y garabato» (Indica que una mujer vale mucho por garbosa y graciosa, aunque no sea bella» («Frutos de mi tierra», VI, 55).

«Lo que se le da al gato que lo amarren con longaniza!» («La Marquesa de Yolombó», 15°, 543).

«Hasta a los gatos les da romadizo» («Dominicales - Estrenos», 1.770).

«Los gatos no comen chorizo porque les cierran la despensa» («La Marquesa de Yolombó», 3°, 407).

«No hay gavilán que no tenga un cirirí».

«Cuando muere un grande siempre se lleva detrás algún chiquito» («Hace tiempos», III, 7°, 1.080).

«Para un grosero cualquiera es su padre» («El Zarco», 8°, 1.511).

—H—

«Hacha bien encabada no necesita zapatilla» («Hace tiempos», I, 7°, 748).

«A lo hecho, pecho» («Dominicales - A la plata», 1.794).

«Quien lo hereda no lo hurta» («Hace tiempos», I, 11°, 815). «Herradura que suena, clavo le falta» («Hace tiempos», I, 2°, 665).

«A falta de hombres de bien hicieron a mi padre alcalde» («Hace tiempos», III, 4°, 1.029).

917


«El hombre propone y Dios dispone» («Frutos de mi tierra», II, 20).

«Horno frío no asa pan» («Titanes», 1.739).

«Lo que cogen los del hoyo lo recogen los del alto» («Hace tiempos», I, 3°, 67,9).

—I—

«El que inocentemente peca, inocentemente se condena» («Hace tiempos», II, 2°, 848).

—L —

«Lo mismo es lienzo viraguao que gro de Nápoles» («Todo se lo come la tierra») («Hace tiempos», III, 5°, 1.039).

«A llaga fea, tapa de plata» («La Marquesa de Yolombó», 6°, 459).

«Maíz comprado no engorda». «No hay mal que por bien no venga» («Hace tiempos», I, 6°. 728).

«La que ha de pescar marido lo saca de la tinaja o de la olla aguamasera» («La Marquesa de Yolombó», 2°, 400).

«Matrimonio y mortaja del cielo baja» («La Marquesa de Yolombó», 2°, 400). «Mayo es de hambre y noviembre de fiambre» («La Marquesa de Yolombó», 20°, 592).

«Quien nace para medio no sube a rial» («El Zarco», 8°, 1.514).

«Al que entre la miel anda algo se le pega». 918


«No ha de faltar miércoles en la semana» («Grandeza», 6°, 345).- Vale no haber nada que no tenga su contradicción, y es sinónimo de este dicho español: «No hay contento cumplido en este mundo mezquino».

«Mina con mucho oro resulta mica» («Esta sí es bola», 1.583).- Significa «las apariencias engañan».

«Pueblo de minería, pueblo de porquería» («Hace tiempos», II, 2°, 667).- Don Ricardo Palma registra así esta frase como usada en el Perú: «Pueblo minero, pueblo vicioso y pendenciero» (V. Obs. Complet., «Refranes, proverbios, adagios, sentencias, charadas, etc». Aguilar S.A. de Ediciones, Madrid, 1953).

«La tal minería es más vicio que oficio» («Hace tiempos», I, 2°, 676).

«Los buenos modos sacan cimarrones del monte» («En la Diestra de Dios Padre, 1.646).

«La monta no está en saber sino en que lo crean a uno sabio» («Hace tiempos», III, 11°, 1.118). «En el trapo no está la monta» («Hace tiempos», III, 5°, 1.039).

«No está la monta en hacer sino en que se sepa lo hecho».

«El monte siempre es monte» («Hace tiempos», II, 1°, 994).

«Entre rosas y azucenas lo moreno es lo mejor» («Hace tiempos», II, 6°, 908).

«Al mozo sano y sin plata la cama lo mata» («Hace tiempos», II, 1°,834).

«Lo mismo da mugre que jabón» («Ligia Cruz», 1.354).

«Todo el mundo lleva la matadura debajo de la enjalma» («Hace tiempos», I, 5°, 707). 919


—N—

«La necesidad tiene cara de hereje» («Hace tiempos», I, 2°, 673).

«Negro sin amo es como hijo sin padres» («Entrañas de niño», 8°, 1.217).

«Negro no la hace limpia» («Estudiantes», 1.713).

«Cuando un blanco y un negro beben juntos el negro es el que paga» («La Marquesa de Yolombó», 12°, 51 1).

«Los negros somos negros y los blancos son blancos; los negros a la cocina y los blancos a la tarima» («Frutos de mi tierra», XXVI, 169).

«Falta de noticias, buenas noticias» (Epistolario, 2.110).

—O—

«Por muerte de un obispo...» («Hace tiempos», III, 10°, 1.108).

«La ociosidad es la madre de todos los vicios» («La Marquesa de Yolombó», 2°, 399).

«Ojo por ojo y diente por diente» («El chino de Belén», 1.693).

«Ojos de los extraños no alcanzan a ver los daños» («La Marquesa de Yolombó», 11°, 501).

920


—P—

«Matar dos pájaros de la mesma pedrada» («El Zarco», 4°, 1.432).

«Del palo caído todos hacen leña» («Hace tiempos», 1,1 °, 655).

«Palos porque bogas y palos porque no bogas» («Frutos de mi tierra», XXI, 139).

«La paz es don de Dios» («Hace tiempos», II, 6°, 906). «Perro no come perro» («Dominicales - Elegantes», 1.737)

«No hay pícaro sin fortuna» («Salve Regina», 1.136).

«Si llevas a tu casa indios con piojos, se los pegan a todos hasta en los ojos» («Ligia Cruz», 3°, 1.381).

«Mientras más pior, mejor, mi don» (Epistolario, 2.131). «La plata busca la plata» («Frutos de mi tierra», III, 32).

«Por la plata baila el perro» («La Marquesa de Yolombó», 16°, 557).

«Lo mismo es comer en plato de palo que en pala de plata» («Hace tiempos», I, 6°, 731). «Pobre y sin plata la cama lo mata».

«El pobre que no trabaja arriesga a sudar frío» («Titanes», 1.739).

«El pobre siempre jiede» («En la Diestra de Dios Padre», 1.639).

«Todo el mundo es Popayán» (Epistolario, 2.038).

921


«Cuando una puerta de cuero se cierra ciento se abren» («Hace tiempos», 111,5°, 1.039). —R—

«El que tiene rabo de paja no se arrima a la candela» («La Marquesa de Yolombó», 260, 640).

«Como ratón en despensa de rico, sin trampa ni gato en la vecindad». («Entrañas de niño», 8°, 1.211).

«A rey muerto, rey puesto» («Esta sí es bola», 1.56.8).

—S—

«Al que sale le da el viento» («Hace tiempos», III, 5°, 1.041»),

«Lo que no alcanza San Miguel lo alcanza el Diablo» («Frutos de mi tierra», XXII, 144).

«Seguro mató a confianza» (Epistolario, 2.155).

«Sereno di'amor sin trago es como terrón de dulce en seco» («Hace tiempos», I, 6°, 743). «No hay peor sordo que el que no quiere oir» (Epistolario, 1.264).

«La suerte y la muerte no escogen» («La Marquesa de Yolombo», 2°, 400).

«La que nació con suerte dende chiquita le sale» («Hace tiempos», III, 5°, 1.041).

-T-

«En tierra de ciegos el tuerto.es rey» («La Marquesa de Yolombó», 25°, 618). 922


«Los que se crian en trapiche aborrecen el dulce» («Hace tiempos», 11,4, 882).

«La tripa se ancha o se angosta según como lo crien a uno» («Hace tiempos», II, 7°, 912).

—U—

«Usencias no dañan matrimonio; antes lo sazonan» («La Marquesa de Yolombó», 18°, 577).

— V —-

«Vaca ladrona no olvida el portillo» («La Marquesa de Yolombó», 7°, 464).

«Al que tumba vallados viejos, escorpiones le picarán» («La Marquesa de Yolombó», 6°, 459).

«Vejez no apaga amor ni enfría güeso («La Marquesa de Yolombó», 21°, 601).

«El que vende por menos del costo arriesga a perder» («Titanes», 1.739).

«Viejito con muchachito se jumentiza» («El Zarco», 2°, 1.414).

—Y—

«A las yeguitas finas hay que sácalas a la feria, onde den con buenos chalanes» («Hace tiempos», III, 5°, 1.042).

923


Porque son muy del habla de la Montaña, incluímos en seguida los siguientes refranes, apotegmas, proverbios, sentencias, alegorías, etc., tomados de Cadavid Uribe (ob. cit.), de Luis Alberto Acuña («Refranero Colombiano») y de las «Papeletas Lexicográficas» del Dr. Emilio Robledo, entre las cuales enredamos también unos muy pocos encontrados en «De todo el maiz», la publicación de Benigno Gutiérrez.

—A—

«Amor sin beso es como chocolate sin queso», «Amor con amor se paga». «Amor sin plata no dura». «Saber uno por donde va el agua al molino». «Salga el alacrán de casa y pique a quien picare». «Año nuevo, vida nueva». «Árbol que nace torcido nunca su rama endereza». «Es lo mismo atrás que en las espaldas». «Más vale un mal arreglo que un buen pleito». «Ausencias causan olvido». «El que viene atrás que arree». «La que de amarillo se viste a su hermosura se atiene». «El acero viene en barras». «Del árbol caldo todos hacen leña». «Al amigo y al caballo no hay que apretarlos». «Cuanto más amistad, más claridad». «Del agua mansa me libre Dios, que de la brava me libro yo». «Antioqueño no se vara». «Y el alcalde quien lo ronda. «Al que con lo ajeno se viste, en la calle lo desnudan». «Arrieros somos y en el camino nos encontramos». «Del ahogado, el sombrero». 924


«El que a buen árbol se arrima, buena sombra lo cobija». «El que mucho abarca, poco aprieta». «En casa del ahorcado no se mienta soga». «Lo que abunda no daña». «Lo que por agua viene, por agua se va». «Esas son las que arden», dijo el viejito, recogiendo astillas». «Cada águila tiene su sirirí». «El primero, sin agua; el segundo, con agua; y el tercero, como agua» (El primer trago de aguardiente, el segundo y el tercero). «Por mi parte y la del cura, que se coman la asadura». «La avaricia rompe el saco». «El que afloja tiene de indio». «Ataúd verde, mortaja blanca y alma negra» (Alegoría del ataúd).

—B—

«De baños y cenas están las sepulturas llenas». «Lo muy barato resulta caro». «Barriga llena, corazón contento». «De día beata y de noche gata». «Cara de beato, uñas de gato». «Haz bien y no mires a quién». «Blanca por dentro, verde por fuera, uñas de gato, pies de tijera» (Alegoría de la cabuya). «Blanco fue mi nacimiento, colorado mi vivir y de negro me vistieron, cuando ya me iba a morir» (Alegoría de la mora). «Al que es bobo se la velan todos». «A los bobos se les aparece la Virgen». «El que tiene boca se equivoca». «En boca cerrada no entran moscas». 925


«Por la boca muere el pez». «Quien nació para bollos, del cielo le llueven hojas». «No todo lo que brilla es oro». «No hay que creer en brujas, pero que las hay, las hay». «El buey solo bien se lame». «El burro adelante, para que no se espante». «Una cosa piensa el burro y otra el que lo está enjalmando». «Los burros viejos se buscan para rascarse». «El que lo busca, lo busca llorando; el que lo hace, lo hace cantando; y el que lo necesita, no lo ve» (alegoría del ataúd).

—C—

«El que sirve de candelero acaba de novio». «El candelero se vuelve vela». «Quiere que le cuente el cuento del candado? Que ya está acabado». «Quiere que le cuente el cuento del coto? Que usted no lo sabe ni yo tampoco». «Quien se casa requiere casa y costal para la plaza». «Casamiento y mortaja del cielo bajan». «Antes que te cases mira lo que haces». «Cada uno en su casa y Dios en la de todos». «Lo que nada nos cuesta volvámoslo fiesta». «En casa vieja no faltan cucarachas». «Más vale ponerse uno colorado una vez que descolorido toda la vida». «Un caballito muy enfrenado sube a la torre y arrea el ganado» (Alegoría del peine). «Cajita, cajita de buen parecer, que ningún carpintero la ha sabido hacer» (Alegoría del huevo). «El que se ha de condenar, desde chiquito no reza». «No se puede ocultar el cielo con la mano». «La Cruz en el pecho y el Diablo en el hecho». 926


«En cojera de perro y en llanto de mujer no hay que creer». «Después de comer ni un sobre escrito leer». «Al que no quiere caldo se le dan dos tazas». «Compañía, ni con la cobija». «El que no escucha un consejo no llega a viejo». «La costumbre hace ley». «Caballo grande, ande o no ande». «A caballo regalado no se le ve el diente». «Al mejor cazador se le va la pava». «Buen cobrador, mal pagador». «Bueno es culantro, pero no tanto». «Cria cuervos y te sacarán los ojos». «De las carreras no queda sino el cansancio». «Donde manda capitán no manda marinero». «El mal camino, andarlo pronto». «El que al cielo escupe en la cara le cae». «El que calla, otorga». «El que es caballero repite». «El que guarda comida, guarda pesares». «El que menos corre, vuela». «En el camino se enderezan las cargas». «Más vale ser cabeza de ratón que cola de león». «Ningún colombiano orina solo». «No hay cuña que más apriete que la del mismo palo». «Tanto va el cántaro a la fuente, que al fin se rompe». «Las cosas no son del dueño, sino del que las necesita». «En un cuarto muy oscuro tienen a San Juan desnudo» (Alegoría del Machete). «Cuatro andantes, / cuatro manantes, / dos rompecalles / y un tapaculo» (Alegoría de la vaca). «Antes cae un mentiroso que un cojo». «Cala, pero no conserva; bozo, pero no de hombre» (Alegoría del calabozo). 927


«Cuál se mató en la cruz y no es Jesús?» (Alegoría del caballo).

— CH —

«Chiquito, como un gorgojo, come más que cien mulas en un rastrojo» (Alegoría del fósforo). «Chiquito, chiquito, como un arador, se sube a la mesa y al aparador» -(Alegoría del salero). «Cuando chiquita, vestida, y cuando grande, desnuda» (Alegoría de la guadua). «Cuando chiquita, hombre; cuando grande, mujer» (La Vitoria). «Chilinguín y chilingueaba, / que entre las piernas andaba, / pa metelo y pa sacalo, / con las manos lo agarraba» (Alegoría del machete).

—D—

«Cuando el Diablo no tiene que hacer, desbarata la casa y la vuelve a hacer». «Dios le da el pan a quien no tiene dientes». «A Dios rogando y con el mazo dando». «Dios consiente, pero no para siempre». «El que va resuelto a dar, va resuelto a recibir». «Cuando Dios bajó del cielo / a formar las maravillas, / por dentro lo hizo de pelos / y por fuera las costillas» (Alegorías del algodón). «Dios los cría y ellos se juntan». «Dios los cría y el Diablo los junta». «Donde las dan las toman». «Del dicho al hecho hay mucho trecho». «Desde que se inventaron las disculpas nadie queda mal». «Cuando dos se quieren bien, con uno que coma basta». «El que mucho se despide pocas ganas tiene de irse». 928


«El día de gastar se gasta». «A quien Dios no le da dientes el Diablo le da bizcochos». «Dar y quitar, campanitas de fierro, derecho al infierno» (A quien da y quita, Dios le da corcova). «El que da primero da dos veces».

—E–

«Ensillar antes de traer las bestias». «Unos nacen con estrella y otros nacen estrellaos». «No saber uno hacer empanadas, pero sí donde las hacen buenas». «En España yo fui hecha, / formada de mil pedazos, / yo cargo la muerte adentro / y a mí me llevan en brazos» (Alegoría de la escopeta). «No hay enemigo pequeño,,. «Quién es tu peor enemigo? El de tu oficio». «A buen entendedor, pocas palabras bastan». «El que mucho escoge lo peor se lleva». «La excepción hace la regla». «Lo que se ha de empeñar, que se venda». «Los extremos se tocan». «Si de esta escapo y no muero, nunca más al gallinero» (Es el refrán español «si de esta escapo y no muero, nunca más bodas al cielo»).

—F—

«Cría fama y échate a dormir». «Cada cual habla de la feria como le va en ella». 929


«El mejor pagador es el fiador». «El que a feo ama, bonito le parece». «Que vayan fusilando mientras viene la orden» (Dicho histórico). «El frío conoce al desnudo). «Unos cargan la fama y otros lavan la lana». «Fri, que se come, / sol que no alumbra, / sube a las cumbres, / y hasta la flor» (Alegoría del frísol). «De fuera vendrá quien de tu casa te echará».

—G—

«Hasta a los gastos le da romadizo, y a las cucharachastos». «Al que le caiga el guante, que se lo chante». «Gorrín, gorreaba, / tras de la torre andaba, / cuando gorríncaía, / gorrín callaba» (Alegoría de la marrana y sus hijuelos). «Genio y figura hasta la sepultura». «De grano en grano llena la gallina el buche». «De noche los gatos son pardos». «Una golondrina no hace verano». «Después del gusto, que venga el susto». «El golpe avisa». «En gustos no hay nada escrito». «El gordo empalaga». «No hay gavilán que no tenga su sirirí». «El gusto mantiene el cuerpo y el sancocho la barriga». «Al que por su gusto muere, hasta la muerte le sabe».

930


—H—

«Todos somos honrados, hasta que nos cogen». «Al que Dios no le da hijos, el Diablo le da sobrinos (o arrimadijos)». «El que a hierro mata, a hierro muere». «No come huevos por no botar las cascaras». «En el modo de hablar está la seguridad de los dientes». «Nadie sabe lo que cuesta un hijo hasta ponerlo en estado de beber aguardiente». «Hijo de tigre, sale pintado; hijo de chucha, rabipelado». «Hijo de hija, nieto será; hijo de hijo, quién lo sabrá?». «Feliz el que muere hinchado, porque muere sin arrugas». «Hoja verde, palo roñoso, debajo tiene lo que es sabroso» (Alegoría de la yuca). «Hoja verde, flor morada: debajo tiene la pendejada» (Alegoría de la papa). «Cuál es el hijo cruel / que su madre despedaza, / y su madre con gran tasa / se lo va comiendo a él?» (Alegoría del arado). «El hombre, como el oso, mientras más feo, más hermoso». «Hombres y mujeres juntos, ni difuntos». «Hombre prevenido vale por dos». «Hombre de bozo, beso sabroso». «Cada hijo trae su arepa». «Hoy por tí y mañana por mi». «El hábito no hace el monje». «En casa de herrero cuchillo de palo». «El que primero lo huele, debajo lo tiene». «Este huevo quiere sal». «La hebra se revienta por lo más delgado».

— I—

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«Conforme el indio es la maleta». «Conforme el indio es la cobija». «De buenas intenciones está empedrado el infierno».

—J—

«Es la misma jeringa con diferente bitoque». «El que juega pierde y el que bebe se emborracha». «Juntos, pero no revueltos». «La justicia cojea, pero llega». «En juego largo hay desquite». «Juego de manos, juego de villanos». «El ladrón juzga por su condición». «La ley es para los de ruana». «La leche entra por la boca». , . . «La letra con sangre entra». «Loro viejo no aprende a hablar». «Más sabe el loco en su casa que el cuerdo en la ajena». «Donde menos se espera salta la liebre». «Unos cardan la lana y otros cargan la fama». «Cada loco con su tema». «Quien roba a ladrón tiene cien días de perdón». «No es tan fiero el león como lo pintan». «Tras de ladrón, bufón».

— LL —

«El que no llora no mama».

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«En el llano está tendido / aquel matao en la cruz; / el que murió por los hombres, / comprende, que no es Jesús». — M—

«Maestro Mauricio, cada uno a su oficio». «Los machos viejos se buscan para rascarse». «Al que madruga Dios le ayuda». «Cuando uno está de malas, hasta los perros lo mean». «Con maña dijo la araña; pasito, dijo el mosquito». «Uno que madrugó una bolsa de oro se encontró». «Cada macho chunchoso busca su compañero para rascarse». «María va, Marta viene, y en un puesto se mantiene» (Alegoría de la puerta). «Al que entre miel anda algo se le pega». «María larga tendida y su hija bailando encima» (Alegoría de la piedra de moler). «Mujer y mula, la que no patea, recula». «Lo que no mata, engorda». «De músico, poeta y loco, todos tenemos un poco». «La miel no se hizo para la boca del asno». «A grandes males, grandes remedios». «En martes ni te cases ni te embarques». «Aunque la mona se vista de seda, mona se queda». «Los médicos también se mueren». «El que no tiene más, con su mujer se acuesta». «Al mal que no tiene cura, hacerle buena cara». «Bienaventurados los mansos porque los capan parados». «El mundo es de los valientes». «El que aguanta lo más, aguanta lo menos». «Al que se vuelve miel, se lo lamben». «En la mesa y en el juego se conoce el caballero». «La que quiere marrones, que aguante tirones». «Mal de muchos, consuelo de tontos». 933


«Música, miel y ventana, no salen por la mañana». «No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy». «No por mucho madrugar amanece más temprano». «Para muestras, un botón». «El que ha de morir a oscuras, aunque ande vendiendo velas». «De malas en el juego, de buenas en el amor». «Machete, estáte en tu vaina». —N—

«Los niños y los locos dicen la verdad». «Nadie nace aprendido». «Negro, ni el caballo». «Negro, ni buey, porque se pierde a la madrugada». «Negro con saco, se pierde el negro y se pierde el saco». «El que con niños se acuesta, orinado amanece». «La necesidad tiene cara de hereje». «La necesidad tiene cara de perro». «Nadie se muere la víspera». «El mejor nadador se ahoga».

—O—

«Ni ojo en carta, ni mano en plata». «La ocasión hace el ladrón». «Yo me llamo Juan Orozco; cuando como, no conozco». «Después de ojo sacado no vale Santa Lucía». «Amor no se echa a la olla». «La ocasión la pintan calva». «Al ojo del amo, engorda el caballo» «Cada oveja, con su pareja». 934


«Cuatro ojos ven más que dos». «No fue nada lo del ojo y lo traía en la mano». «Obras son amores y no buenas razones». «Lo que ojos no ven, corazón no siente». «Primero está la obligación que la devoción».

—P—

«Pan con pan, comida de bobos». «El que paga lo que debe, sabe lo que tiene». «Ser como las papas y las yucas, que sólo dan echándoles la tierra encima». «Quemarse el pan en la boca del horno». «Cuando la pata se hincha, la sepultura relincha». «Padre arriero, hijo caballero, nieto pordiosero». «Al peor perico, la mejor mazorca». «Es mejor esperar el parto de una muía». «De pedir nadie está pobre». «Ser primero picaro que hombre de bien». «Piedra que anda no cría lama». «El que tiene plata no sabe la alhaja que tiene». «Con la plata la pena se mata». «La plata y la vida de los santos es para contarla». «Bueno es poleo, pero con tanteo». «Al pobre que va para atrás no hay barranca que lo ataje». «Al mejor tirador se le va la pava». «Más arriesga la pava que el que le tira». «Los pájaros tirándoles a las escopetas». «Pollo peletas, donde no te llamen no te metas». «Más vale perder a tiempo». «El perezoso trabaja doble». «Plata no es Dios, ni hambre es comida». 935


«Cuál es la planta bendita, / de tan hermoso primor, / que en la hoja echa la fruta, / y en la fruta echa la flor?» (Alegoría de la higuera). «Clavado de patas y manos / y herido en la cruz está, / no es Cristo, no se parece, / adivina quién será? (Alegoría del caballo). «El penitente parado, / el confesor de rodillas, / tira que tira / y hace cosquillas» (Alegoría de la ordeñadora). «Entre peña y peña, perico suena». «Nada importa la pobreza para el que se va a casar, si es más constante que un coto». «De tal palo tal astilla». «No se le pueden pedir peras al olmo». «Al perro no lo capan dos veces». «El pez grande se come al chico». «Más vale pájaro en mano que ciento volando». «Perro que late no muerde». «Perro viejo late sentao». «A falta de pan, buenas son tortas». «A palabras necias, oídos sordos». «Cada cual tiene su manera de matar pulgas». «El papel puede con todo». «El poder es para poder». «En lo poco se conoce lo mucho». «La pared y la muralla, papel de la canalla». «Las penas con pan son menos». «Lo poco espanta y lo mucho amansa». «No hay pícaro sin fortuna». «Pan con pan, comida de bobos». «Perro no come perro». «Por la plata baila el perro». «Pueblo chiquito, infierno grande». (También las paredes tienen oídos». <EI que peca y reza, empata». 936


.Es pelea de toche y guayaba madura».

937


— R—

«Cuando el río suena, piedras lleva». “En riqueza y santidad, la mitad de la mitad». “La ropa sucia se lava en casa». «En nombrando al rey de Roma y él que asoma». “EI que se mete a redentor muere crucificado». «A río revuelto, ganancia de pescadores». «El que tiene rabo de paja, no se acerque a la candela». «No se puede repicar y andar en la procesión». «Ni raja ni presta el hacha».

—S—

“Donde se saca y no se echa, pronto se acaba la cosecha». “La soberbia es madre de todos los vicios». “La soga revienta por donde la masca la perra». “EI que no sabe es como el que no ve». “El que tiene más saliva traga más hojaldre». :”Ni tanto que queme el santo, ni tanto que no lo alumbre». «Lo que quiere el sapo que lo echen al agua». :”No es lo mismo soplar que hacer botellas». «Seguro mató a confianza». «Sábana blanca, sábana negra, cinco toritos y una ternera» (Alegoría del papel, la tinta, los dedos y la pluma). «Una señorita, muy señorada, con muchos remiendos, sin una puntada». (Alegoría de la gallina). «San Antoñito / tiene un niñito, / ni come ni bebe / y vive gordito». (Alegoría de la mazorca). «La suerte de la fea, la bonita la desea». 938


«Cada sastre alaba su aguja». «Al son que me tocan bailo». «El que a solas se ríe, de sus picardías se acuerda». «Más vale estar solo que mal acompañado».

— T—

«El que tenga tienda que la atienda, y, si no, que la venda». «Sacarle a uno los trapos al sol». «A mal tiempo, buena cara». «El que come tierra, carga su terrón». «A la tierra que fueres, haz lo que vieres». «Cada tejo con su aparejo». «En tierra de ciegos el tuerto es rey». «Más vale llegar a tiempo que ser convidado». «Tranquilidad viene de tranca».

—U—

«Uña de gato, punt'e tijera / blanca por dentro, verde por fuera» (Alegoría de la cabuya). «Cada uno es como Dios lo hizo y a veces pior». «Cada uno tiene su sirirí». «Se afana más el velón que el dueño de la olla». «Nunca te cases con viuda, porque mula que otro amansa siempre resuelta jetidura». «El que va para viejo, va para pendejo». «Por la verdad murió Cristo». «De todo hay en la viña del Señor». «Quien siembra vientos recoge tempestades». 939


«Cinco varitas en un varital, / ni secas ni verdes se pueden cortar». «Varita, varita / de mucho primor, / que abajo echa el grano / y arriba la flor» (Alegoría de la caña de maíz). «La que de verde se viste a su hermosura se atiene». «Vaca chiquita siempre es ternera». «Con la vara que midieres serás medido». «Vaca ladrona no olvida el portillo». «Víspera de mucho y día de nada». «El que se fue a la villa perdió su silla». «En la variedad está el placer».

— Y—

«Primero yo, segundo yo y tercero yo».

¶ —Z—

«Zapatero, a tus zapatos».

«A MANO LIMPIA» - «A CUCHILLO PELADO»

Es interesante anotar la frecuencia en el habla antioqueña de modos de decir, como los siguientes:

«Asido al canto del tablón lanzábase hacia atrás, hacia adelante, colgando la cabeza, «a carcajada limpia» («El hijo de la dicha», 1.592).

«... perrea y diablea «a carcajada tendida»... «(«Mineros», 1.720). 940


«... por subirnos «a codazo limpio» hasta el presbiterio» («Hace tiempos», III, 5°, 1.043). «El negro abre campo «A codo limpio» ...» («Rogelio», 1.516). «Ramón se pone el flux «a cuero limpio» y un pañuelo en el pescuezo» («Vagabundos», 1.742). «...y Pando y la negra Loaiza, «a chillido pelado» dominan los fragores de Armonía con una guabina de cumbre» («Hace tiempos», III, 2°, 1.005). «El Zarco, «a dedo pelado», se ataruga con el migóte de arepa, plátano y quesito» («El Zarco», 4°, 1.427). «De pronto en la puerta: Ina! Ina!, «a grito limpio». «Volean honda «a grito pelado» («Hace tiempos», III, 2°, 1.007). «Ella se iba por esas mangas, y, «a güinchazo limpio», extirpaba cuanta malecilla o yerbajo intruso asomase la cabeza» («A la plata», 1.795). «Con las vociferaciones de los chicos, «Canelo» se exaltaba «a latido limpio» («Hace tiempos», I, 2°, 662). «Los perros cazadores ... devoran «a lengüetazo limpio», con la fatiga de la faena, el caldo revuelto con migotes y frisóles que les han puesto en una batea» («Hace tiempos», I, 4°, 692). «Guido se aparece a la mesa, «a moco tendido»: un amigo le ha dañado la escopeta, hasta dejarla inservible» («Dominicales - Vestes y moñas», 1.732). «... bucean «a nariz limpia», y las buzonas aguantan más dentro del agua que los negros que mejor contengan el resuello» («Hace tiempos», I, 3°, 679). «Quiero alcanzar «a ojo limpio» lo que contemplé tan inmediato» («Hace tiempos», I, 3°, 689). «... «a patada limpia» lo avienta al corredor ...» («Frutos de mi tierra», XXVIII, 191). «... que duerman en la banca «a pierna pelada» («La Marquesa de Yolombó», 15°, 541). «Cuando le parece que tiene niguas, los pone en fila y les repasa a todos los pies, «a pretinazo limpio» («Hace tiempos», 1,6°, 732). «... estás obligado ante el público y más ante tu conciencia, a fajarte unos cuantos libros «a prosa pelada» (Epistolario, 2.172).

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«Negocia después «a regateo limpio», los artículos ordinarios para esos caimanes, que rompían trapo como si cayera del cielo» («Campesinos», 1.775). «... cabalgatas en palos «a relincho limpio», a paso de corcovo ...» («La horca», 1.746). «Desafoga su estragamiento matando avispas «a reniego limpio» («Hace tiempos», III, 2°, 1.008). «... y aquí echa viva al Rey y allí al Principe y allá a doña Bárbara; y manda… que … suban por El Tigre y bajen por El Retiro y El Hoyo, “a viva pelado” “La Marquesa de Yolombó”, 13° 525)

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EJEMPLOS DE ALGUNAS FRASES ADJETIVAS QUE SE OYEN EN EL HABLA DE LA MONTAÑA

«Pero tampoco fue porque tú estuvieras muy camine almorcemos» («Grandeza», 3°, 259).

«Pobre viejo, tan querendón y tan corazón de pollo» («El Zarco», 5°, 1.440).

«Ai se va entablando con el compañerito, y verá qué tan a gusto juegan. Es que usté, como lo hemos criao tan cuzumbo solo ...» («Hace tiempos», 1 1 °, 659).

«Y quién sabía si ese negrito tan zalamero y dientes de quesito era buena compañía?» («El Zarco», 5°, 1 .439).

«Elena, la mayor, tan histeriquienta. tan Dios me lleve y Dios me traiga, que si la acosaban de nada le servía» (Rendón, «Sol», Cuentos y Novelas, Colecc. Pop. de Clásicos Maiceros, pág. 190).

«Un pájaro en este caso, es un mal sujeto, un engañabobos, uno de esos prometedores de quienes dicen en Antioquia que son unos manda potros sin tener yeguas» (A.J. Restrepo, «Cancionero de Antioquia», Nota 45, pág. 203, Editorial Lux).

«No te quede duda: cuando una es tan mujer de su casa, como yo, no se aviene en ninguna otra parte» («Hace tiempos», II, 10°, 957).

«Yo soy Jacinta me mando, exclamaba dándose golpes de pecho...» (Rendón, «Inocencia», Cuentos y Novelas, Colecc. Pop. de Clásicos Maiceros, pág. 87).

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«... aunque hay algunos muy hombres de bien y de muy buena conducta» («Hace tiempos», 1,10°, 803). «Ella, con el santo afecto de hermana, y el mocito, ¡muy si señor, cortejando a la cuñada!» («Ligia Cruz», 3°, 1.368).-Del mismo modo se oye decir: «ese mocito es muy sí señor».

«¡Grosero! ¡Irrespetóse! ¡Falto de rejo! ¡Tirá pa la cama o te sale por un ojo!» («La Marquesa de Yolombó», 15°, 540).

«... me iba a desadobar ese hombre tan hermoso y tan puro a su mama...» (Camilo Botero Guerra, «Un héroe de los de dura cerviz».

«Y no se fíe de gente que anda con uno santo onde te pondré» (Rendón, «Lenguas y Corazones», Cuentos y Novelas, Colecc. Pop. de Clásicos Maiceros, pág. 132).

DIMINUTIVOS La abundancia del diminutivo en el habla antioqueña se puede colegir en estas tres citas, de las cuales la que sigue manifiesta el sentido de burla que toma frecuentemente:

«Y, ahora que mentamos olleta, le contaré que tenemos juececito nuevo, acabadito de salir del cascarón de la Facultad, oloroso a tesis todavía, con la yema en el culito: es el dotorcito Betancur (no sé si se escribe así). Si recuerda a Esteves, el último querindango de Zoraida, haga de cuenta que lo vido: así mismo de rila y de criatura está el tal juececito, y eso que dizque tiene veintidós abriles, que diría Juan José Botero. Achapaíto él, con un hociquito que parece pintao con bolo, un bigotito como de unos cuatro milímetros y con un lunar en un cachete un poquito más gordo que el punto de una i, pero que se negrea como una chaquira. Y no ha de ver, Maciita, que esta criatura tan de mentiras...».

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«Toditico lo sabía Peralta, y nadita que se le daba, sino que seguía el mismito: siempre tan humilde la criatura de mi Dios» («En la Diestra de Dios Padre», 1.643). «Esteban, consígame por Dios, un ahijadito negrito, bien celebrito» (Rendón, Colecc. de Clásicos Maiceros, «Yolombó», pág. 334).

Sobre los diminutivos con los nombres propios, en Antioquia, escribe el Señor Suárez en «El Sueño del Mediodía», Tomo XI, pág. 132: «Este diminutivo ha entrado mucho por allá (según otra vez lo anotamos) en el campo de los nombres propios, que en lugar de oscurecerse se enaltecen así, con la idea de cariño, v.gr., Joaquincito, Ignacito, Carlitos, Manuelito, Andresito, aplicados a personajes insignes en lo eclesiástico y en lo civil. Lo cual no se observa en otras partes, donde el diminutivo está tocado del desprecio que en los días de la Conquista lo acompañó respecto de nombres de indios y etíopes que recuerda la historia, como Felipillo, Enriquillo, Estebanillo, Roldanillo».

«Llega Tilita (diminutivo de Domitila) con tano y Clementico, y según consigna nos entregamos a la lotería...» («Hace tiempos», II, 10°, 958).

Los principales sufijos que aparecen para el diminutivo son: ito, ico, illo, uelo, ino, in, ejo, ete, eto, eta, etas, ajo, arro, orrio, uco, ucho, umbo, imba.

Respecto de ellos dice Cuervo: «Sobre los diminutivos apuntaremos que en nuestra habla corriente no empleamos en el sentido estricto de tales sino en ito (muchachito, palito), a menos que el nombre acabe en to, pues en este caso aplicamos ico (pático, matica). Las demás terminaciones que traen las gramáticas son para nosotros específicas, y los derivados con ellas son nombres de cosas determinadas» (Apuntaciones, 880).

Aunque no con tanta frecuencia como allacito, acacito, se oye emplear el diminutivo aquicito. «... si el camino resulta malo aquicito, más allá vea cómo está de creado y andable» (M.F. Suárez, «Pensilvania», «Gente Maicera», pág.235).

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Nomasito, en estico y entualito son otros diminutivos frecuentes: «Vea: d'este achaque pende el otro; y nomasito le resulte... ¡adiós fiebres!» («Hace tiempos», I, 6°, 721).-«En estico ve bien» («Hace tiempos», II, 5°, 887).- «... qu'entualito nos comimos el fríjol» («Hace tiempos», II, 8°, 890).

El diminutivo se ve en el habla en formas extrañas: «Dígale a doñ'Elisa qu'estamos haciendo unas Dolorositas preciosas, más medianas qu'el Nazarenito que l'hicimos...» («Hace tiempos», III, 5°, 1.037). Hablando de unos novios, se ve en «Frutos de mi tierra», IV, 36: «¡Sí, Pepa! -replicó una morenilla más picante que el aji- ¡lárganos unitos de los tuyos!».- «Y ve, olito (de ole): lo que nos dijo de Castor Camilo son cuentos...» («La Marquesa de Yolombó», 15°,543).

Con el diminutivo se presentan, a veces, frases curiosas: «Tengo dolorcito de cabeza... ¡bastante!» («Frutos de mi tierra», XVIII, 122). Como es muy natural, el habla usa mucho del diminutivo, con fuerza de aumentativo o superlativo: «Todo el entusiasmo y todita la efusión que quepan en mí se los mando, en son de pláceme, envuelticos en miel de cariño, y con todo el condimento de la verdadera amistad» (Epistolario, 2.116).- «... salió muy cambiada de genio y se fue derechito a la cocina» («En la Diestra de Dios Padre», 1.638). (Es más expresivo derechito que derecho).- «El gallo es un gallinero / Qué bien se sacude y canta: /Y el que duerme en casa ajena / Pasitico se levanta» (A.J. Restrepo, «El Cancionero de Antioquia», copla DXXXI). Recordamos finalmente que el Señor Suárez, al anotar las frases antioqueñas que se encuentran en los cuentos de Trueba, agrega: «Allí muchos diminutivos, como nuestros mañanita y horita, o como los de forma familiar Quica y Manucho...» («El Sueño del Ferrocarril», Tomo II, pág. 96).

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AUMENTATIVOS Pocas cosas tan socorridas en el habla antioqueña como los aumentativos, los cuales construye con los sufijos existentes para ellos, on, azo, acho, ote, señalados por la Gramática de la Academia Española, así como también con el sufijo udo, y preferentemente, con medios indirectos, tales las expresiones un señor porrazo, una señora puñalada.

Como lo dice la misma Gramática, el sufijo on aumenta la idea del positivo: azo expresa lo disforme o extremado; y acho y ote, lo monstruoso y ridículo. Exageran también la idea del positivo los vocablos terminados en udo, con significación despectiva algunas veces. Entre estos adjetivos los hay latinos, como cornudo.

Sufijo on - Siguiendo la misma Gramática es bueno observar:

1°. Que el sufijo on facilita la derivación de sustantivos, adjetivos y verbos. Añadido a una parte del cuerpo de persona o animal forma adjetivos de valor aumentativo, a los que equivalen los formados con udo (jetón -jetudo). Forma, además, unos pocos significativos de disminución, o carencia (pelón, rabón). Construye también otros nombres, despectivos en su generalidad, combinándose con los sufijos arro, orro, urro; acho, ancho, ajo, ejo; allo, ello; anco, azo, ero y ete, como abejarrón, coscorrón y santurrón, de abeja, cosque y santo: corpachón y corpanchón, de cuerpo; cerrajón y cepejón, de cerro y cepa; mozallón y dentellón, de mozo y diente; pollancón, de pollo; corazón, de cor; caserón y mocetón, de casa y mozo, ejemplos todos estos traídos por la misma Gramática.

2°. Que puede combinarse con otros sufijos, en su mayoría peyorativos, como un bobarrón, santurrón, bonachón, bravucón, grandulón; otras veces tiene valor atenuado o matiz disminutivo, como en tristón (algo triste).

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3°. Que con verbos forma adjetivos y sustantivos. Con los primeros, a la idea de agente agrega el sufijo la de porfía y obstinación, como conversón; y con los segundos significa acción brusca, lo que sucede, por ejemplo, en sacudión.

Sufijo azo - Este es sufijo aumentativo y despectivo y como tal forma algunos adjetivos: golosazo, marronazo; puede combinarse con on, como en bellaconazo, picaronazo y con ote, como en picotazo. Con otros nombres denota golpe, ladrillazo; tamaño, musculazo; cantidad, ayunazo; calidad, buenazo.

Sufijo ote - Forma ordinariamente adjetivos despectivos, como brutote, los cuales, por excepción en las terminaciones adjetivas en e, pueden tomar forma femenina: barbarota.

NOTA - En el sur de Antioquia y Caldas se oyen bastantes vocablos con los sufijos ote y udo, tales pendejote, abajóte, abrazóte, gordote, buenote, orgullosote, americanote, altóte, anchóte, inglesóte, inmoralote, gruesote, gruesotote, serote, mazóte, muchachote, caballote, cascote, cocorote, chafarote, chicote, bojote, diablote, masacote, filote (de filo), formalote, groserote, judióte, matalote, papelote, sombrerete, corrudo, pasudo, paludo, arrozudo, agalludo, filudo, garrudo, cogotudo, chozudo, puntudo, pajudo, lanudo, canilludo, carnudo, cerdudo, conchudo, confianzudo, dulzudo, platudo, bolerudo, rejudo, posudo, jetudo, macanudo, picudo, chamizudo, etc.

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EXPRESIONES El Señor Suárez en «El Sueño del Lazareto, Tomo IX, página 151, habla de las siguientes expresiones guardadas por los descendientes de los aborígenes, semejantes a las usadas en el castellano, como se ven en su desfiguración:

- Agustina está cansa de médicos.  Compadrito e Dios.  Las jamilias.  Ir de lo lindo una cosa. Cuando prospera.  A no de decir. A manera de.  Mañana en tuel día.  Quita pallá. Quita allá.  Parar en lotra punta. Parar en la cabeza.

FORMAS PERIFRÁSTICAS Y LOCUCIONES VERBALES Con estos títulos y en su obra citada, trae Don Luis Florez dos apartes interesantes.

En el primero anota formas perifrásticas de los verbos ir, venir y ver.

Del verbo ir cita: ¿cómo le va yendo?, nos vamos yendo y váyase ir yendo, expresiones muy comunes del habla popular.

Va a ir y van a ir son modos que se leen en el Maestro: «Se va a ir a la tumba con el secreto» («El Padre Casafús»,11°, 1.298).- «Los trepangos van a ir muy formalitos a echar su voto» (Epistolario, 2.114).

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Con carácter durativo (V. Martínez Amador, Dicc. Gram.) también encontramos en Carrasquilla la forma anda ir diciendo, en la que el verbo andar remplaza a ir, pues la usada para el pronombre usted es vaya ir diciendo» («Entrañas de niño», 9°, 1.225).

Cuando nos vamos yendo es otra forma, de la cual hay un ejemplo en «Hace tiempos», II, 5°, 891: «Cuando nos vamos yendo, potranquitos».

Venir a decir ofrece variedades, como lo observa Flórez: «vengo a decirle», «yo le vengo a decir», «vengo a decir» y «vengo diciendo». En Carrasquilla sólo encontramos la muy usada construcción de venir, con la preposición a, llamada terminativa, y un infinito: «Donte Tita y Nolasco siempre voy. Allá me atraco de puchero y he ido a comer las dos nochebuenas. Por ellos sé muchas cosas de allá, menos la muerte de Lazarito y de Eugenio, que vinieron a contármelas (no Tita y Nolasco, sino informantes indeterminados) a las diez de última» (Epistolario, 2.112).- «Entonces vienen a saber las dos señoras Caballero...» («La Marquesa de Yolombó», 12°, 515).

Hay otra manera de perífrasis con el verbo decir, que se lee en «Entrañas de niño», 9°, 1.225, de acción durativa, porque va con el verbo ir: «Anda ir diciendo». Se lee también en Rafael Arango Villegas, «Asistencia y Camas», 12°, Obis. Compl., pág. 103: «Diga a ver qué es lo que va a decir».

La forma venir a ser, como en «ese viene a ser sobrino de mi papá», no la encontramos en Carrasquilla.

Son muy frecuentes las expresiones venir a ver y venido a ver. «Y venir a ver: tanto potaje y cuidos, para salirles con unas uñas de arepas y no ponerles postrera» («El Zarco», 5°, 1.440).- «Y «venido a ver» que lo que li'hicieron a Su merce, en comparación desto, es como un picao e pulga» («Frutos de mi tierra», XXVI, 170).

La perífrasis ver a ver es muy común y se encuentra varias veces en las obras del Maestro: «Y les dijo a los muchachos que vieran a ver si podían venir al Sitio puel 950


cura» («Dimitas Arias», 2°, 1.310).- Esta perífrasis, se recordará, está comentada, aun como correcta y propia, por don Rufino Cuervo (Apunt. 467).

Así mismo se hallan en Carrasquilla ver que sí, que trae don Luis Flórez, y además, para que lo vias: «... cómo te conformas con un rejo de vieja? = - Pues ahí verá que sí!» («Tranquilidad filosófica», 1.614).- «Pues «pa que lo vias». Ya lo ves que nada me sucedió» («A la plata », 1.797).

Finalmente, se oye otra forma nacida de la ignorancia, que puede verse en «El Padre Casafús», 4°, 1.269: «Pero por si andan diciendo que dizque vos sos rojo y apoyas a los herejes». También puede leerse en «Ligia Cruz», 4°, 1.399: «Es que... «diz que dicen»... que ese doctor Mario,..».

En lo referente a las locuciones verbales, abundan en el habla las que se forman repitiendo el verbo en participio, con el adverbio bien antepuesto, registradas también por el señor Flórez, cuyo aparte es muy recomendable: «Toíio lo guardaron bien guardaíto» («Hace tiempos», I, 8Q, 770).-«Déjelos vestidos otro ratico, niña Melita, pa ve los bien vistos, suplica Beneda» («Hace tiempos», 111, 6°, 1.063).

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REDUNDANCIA ENFÁTICA DE LOS PRONOMBRES

Se oye bastante en Antioquia la redundancia enfática del pronombre de tercera persona, con lo que se le da a la frase una fuerza muy clara:

«Y ai estaba el Enemigo Malo acostao en un colchón, dormido y como enfermoso y aburrido él» («En la Diestra de Dios Padre», 1.646).

«Peralta seguía haciendo la cuenta en los dedos, y a San Pedro se lo llevaba Judas con las bobadas de ese hombre: él se rascaba la calva, él tosía, él le mataba el ojo, él alzaba el brazo y, con el dedito parao, le señalaba a Peralta el cielo; pero Peralta no se daba por notificao» («En la Diestra de Dios Padre», 1.640).

«Maciita, muy querido y formal él, salió a la contesta y dijo...» (Epistolario, 2.132).

«El uno era un viejito con los cachetes muy sumidos, oji-triste él, de barbas rucias y cabecipelón» («En la Diestra de Dios Padre», 1.638).

Igualmente se observa esta redundancia enfática con el pronombre demostrativo:

«...y en cuanto vio al maestro tan cariacontecido y con señales de haber llorado, murmuró, como hablando consigo misma: = - Es'es que est'enfermo» («Dimitas Arias», 1.321).

«Pelié con Tadeo, porque ese me tiene mucha tema, y es muy afrentoso con yo» («El Zarco», 1 °, 1.408).

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DATIVO SUPERFLUO El dativo ético latino, superfluo de Bello y de interés en la Academia es, sin duda, de mayor uso entre el pueblo antioqueño, quizás por su tendencia ponderativa; por el carácter patriarcal de su organización social; por la unidad, falta de clases y «llaneza igualitaria» que le caracteriza; por el cristianismo práctico que posee; y aun por su tendencia a «dar tono familiar y festivo a la oración».

De los muchos ejemplos que pudiéramos dar, bástenos los siguientes:

«Háceme el favor de no llorarme, que no te digo esto por mal».- («Frutos de mi tierra», III, 28). «Me la saca a pasear y a mostrarle todo» («Ligia Cruz», 2°, 1.352). «Pero, eso sí: no se me mueve de onde lo ponga, porque me lo traigo al momento y no lo vuelvo a llevar («Hace tiempos», 1,3°, 684). «Y tienen cara d'isen sin probame los cháncharos?» («Hace tiempos», II, 7°, 924). «Y arrímese ya l'olleta, y haga el cacaíto bien sabroso, y ásese unos biches, a ver si a Higinio le guenea» («El Zarco», 4°, 1.426).

DATIVO LE, LES Suele cambiarse el dativo le, les por la forma acusativa lo, los, la, las, en frases como ésta: «Ni an quería desayunase ni mudase; pero, no más lo piconié que los íbamos pal sitio del Rionegro, se engüetó, y, antós, se tomó su cacao...» («La Marquesa de Yolombó», 15°, 544).

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POSESIVO SU Sin que tenga alguna particularidad en Antioquia, porque es del castellano y, por tanto, de dondequiera que se hable este idioma, anotamos aquí el empleo del posesivo su, no para indicar posesión, sino como elemento de vida y entonación de la frase, y del cual dice Rodríguez Marín, en la nota 1a del Cap. 1 °, Parte 1a, de su edición del Quijote, que significa «cierto apego o correspondencia de la cosa que lleva tal partícula con la persona o cosa a la que se adjunta».

Como el habla antioqueña es decididamente expresiva, se oye a cada paso este uso:

«Y hacía «sus» buenos tiempos que no venía por acá, don Jerónimo... -dice don Emeterio» («Hace tiempos», I, 6°, 730). «En el pueblo siempre hay «sus» cosas malas, pero no hacen así muchos escándalos» («Hace tiempos», I, 6°, 730). Ricarda siempre le lleva «sus» añitos a Nicanor» («Hace tiempos», I, 6°, 740). «... esta botella de vino de San Rafael se la traigo para que se la tome con «su» leche» («Hace tiempos», II, 9°, 946).

CUYO De su uso en las obras del Maestro se encuentran ejemplos como los siguientes:

«Cuyos son los padres de la Reina, que Su Merced no ha podido darme noticia» («La Marquesa de Yolombó», 15°, 547). «Cobrábase en estos despachos el impuesto de los indios, los quintos.- del Rey, o sea el producto de las minas, y todas las otras alcabalas de su Sacra Real, cuyas eran estas Indias» («La Marquesa de Yolombó», «A manera de prólogo», 379).

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«Había dos jueces de toga u Oidores, uno para lo criminal y otro para lo civil, de cuyas sentencias podía apelarse ante el Virrey o ante en Rey mismo» («La Marquesa de Yolombó», «A guisa de prólogo», 379). «Lejos de tornar a España con el riñon bien cubierto, cual lo hizo doña Ana de Castrillón, cuyo nombre lleva uno de los riachuelos...» («La Marquesa de Yolombó», «A guisa de prólogo», 383). «Me perdonará el caballero que yo le pregunte cuya es su gracia y la de esta niña y el chiquito?» («Hace tiempos», I, 7°, 754).

QUIEN Manifestación del Castellano antiguo en Antioquia es el uso de quien como en el tiempo de Cervantes, es decir, como invariable.

«¡Pero vusté y taita Higinio siempre saben quién son mis padrecitos!» («El Zarco», 6°, 1.482).

El Señor Cuervo, en su nota 59 de la Gramática de Bello, escribe, entre otras cosas: «Ambrosio de Salazar en su Espejo General de la Gramática (1.622) califica todavía de inelegante la inflexión plural; pero cada día va haciéndose más frecuente hasta generalizarse. Sin embargo, aun en escritores de nuestro siglo se halla de cuando en cuando quien como plural. «Ha dado de comer a los pocos o muchos naturales de quien ha tenido necesariamente que valerse» (Larra, Vuelva usted mañana); -«Hay entendimiento en quien no cabe un adarme de metafísica» (Menéndez Pelayo, «Heterodoxos», Tomo III, pág. 235; ítem, pág. 219)».

Otro uso antiguo de quien es el referirlo a cosas ni siquiera personificadas:

«- No, mano Eloy; por allá no se ve ni una pava a quien tirarle» («Hace tiempos», I, 8°, 776). 955


«Quien lo oye».- «Frase no interrogativa, sino aplicada, v.gr., a motejar las baladronadas de alguno» (V. Suárez, «El Sueño de los Consejos», pág. 77).- A veces expresa incredulidad o duda.

QUE Usase por América con significado de coexistencia o inmediación, como lo anota el Sr. Suárez en «El Sueño del Diccionario», Tomo X, 128: «Pedro que entra y Juan que sale», uso que se registra mucho en los romances antiguos, y que hace expeditivo el lenguaje». El Diccionario académico no registra este accidente. «Ella que sale y Mina que se dispara para el cuarto» («Frutos de mi tierra», I, 8).

LO «Lo que tiene es que - Piensa ir a la Costa; lo que tiene es que no hay agua en el río» («El Sueño del Diccionario», Tomo X, 184). Es claro su sentido de pero. No es propiamente un americanismo».- Lo que tiene es que son tan desgraciados («Frutos de mi tierra», 23°, 147). La locución lo que es, guardada en el habla americana, como dice el Señor Suárez en «El Sueño del Diccionario», Tomo X, pág. 127, es de empleo muy frecuente en Antioquia con el carácter de frase paralizada. «Lo que es a yo m'hizo perder la Comunión» («El Zarco», 3°, 1.425). «Lo que es a nosotros».

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DEMOSTRATIVOS ESTO, ESO, AQUEL, AQUELLA Y NEUTRO ELLO Es muy frecuente en el habla utilizar la fuerza expresiva de los neutros esto y eso, principalmente en los siguientes Casos interesantes: 1°. La locución adverbial en esto, que se encuentra en los clásicos con significado de coexistencia de tiempo, «ora sea esta momentánea, ora se dilete más o menos»; pero que «en virtud de una de aquellas hipérboles tan naturales y frecuentes en el lenguaje común, pueden pasar a significar inmediata anterioridad o posterioridad» (V. Cuervo, Apunt. N° 363).- «Y en esto salí a mírale».- «En esto voy a saludarlo».

2°. La frase conjuntiva a todo esto, de la cual dice el Señor Suárez en «El castellano en mi tierra» que, en lugar de además, es usada por varios autores, como Enrique Gómez, Alemán, Piedrahita, que lleva implícito el elemento se agrega. «A todo esto han plantado en la playa un bosque muy espeso» («La Marquesa de Yolombó», 6°, 456).«¡Qué horas serán a todo esto?» («Hace tiempos», II, 9°, 939).

3°. La frase afirmativa, exclamativa, enfática en todo caso, eso sí.- «Pero eso si: chocolate de nosotras sí no le das a ese sinvergüenza» («San Antoñito», 1.687).- «Pero eso sí: mi ha de dar una contesta bien clara» («En la Diestra de Dios Padre», 1.640).

4°. Las locuciones concesivas y eso, y eso que, similares a con ser que, aunque, a pesar de, sobre las cuales tiene el Señor Suárez estos renglones en «El castellano en mi tierra»: «En la traducción de Longino y está y eso en sentido de a pesar de, que le damos nosotros, es decir: Llegó pronto, y eso que ha llovido».- «Y vea, niño: estas cosas no las deben conversar sino los mayores; y eso con el señor cura y con misiá Marínacita» («Hace tiempos», II, 5°, 891).-«Y eso que las grandes de María de la Luz preferieron esta noche la casa del Taita Moreno» («La Marquesa de Yolombó», 6°, 450).- «Y eso que a don Julián es el único que él quiere, aquí en la casa» («Hace tiempos», II, 5°, 881).- «Y 957


eso que en aquel entonces no existía el silbante y regocijado gremio de lustrabotas» («El Zarco», 5°, 1.448).

5°. La locución ilativa o consecuencial para eso que, usada para llamar la atención sobre un hecho que no se debe pasar por alto. «Para eso que cuando uno estaba más aburrido llegaban más víveres y no le dejaban a uno ni siquiera poner la cabeza en el chorro» («Hace tiempos», III, 2°, 1.008).- «Y para eso que Higinio no sólo le dispensaba sus picardías, sino que hasta gracia le parecían» («El Zarco», , .4 ).

6°. El modismo para eso, usado en el mismo sentido del Maestro Flórez en «La España Sagrada», al decir del Señor Suárez en «El castellano de mi tierra», y que es lo mismo que si se dijera si ha de ser así.- «Vea: Usté nu'es un cualquiera; usté es un niño de sangre muy noble y que no puede crecer entre gent'inorante y ñapanga y sin pisca de buena crianza, aunque hay algunos muy hombres de bien y de muy buena conducta. Pa eso lo dejaba aquí en esta casa o en la de mano Juancho. Más buenas no pueden ser...» («Hace tiempos», I, 10°,803).

7°. La locución a eso, en frases como estas: «Como a eso de la una entramos en una falda, con casas dispersas a lado y lado...»'(«Hace tiempos», I, 6°, 727).- «A eso cuatro negros con cuatro faroles.- Fiel con sus horqueteros y: Don Pedro en persona ...» («La Marquesa de Yolombó», 14°, 533).

8°. La frase con eso, de valor para que. “ Yo me voy a desocupar temprano, con eso salimos a dar una vuelta” (Cadavid Uribe, “Oyendo conversar al pueblo”)

9°, El valor ponderativo de eso, en lugar de este y ese. Con este uso parece que volviera más a sus orígenes y recuerda el omnia mea de los latinos. Por ejemplo, un antioqueño, al ponderar un caballo, sin duda prefiere decir eso sí es caballo a ese sí es caballo. Y es que el demostrativo ese solamente señala al animal que se tiene al frente, sin agregar nada especial, en tanto que eso no solo muestra el animal, sino que engloba todas sus cualidades y particularidades, raza, etc., etc., es decir, todo lo que es, todo lo que 958


representa. Así se ve en este ejemplo relativo a un caballo de los que se construyen para la explotación del oro en el lecho de los ríos. Ha llovido y la creciente del río parece que puede llevarse el caballo. Y dice Carrasquilla: «A ese tiempo principian a bajar, como navegantes desterrados, mugrientos copos de espuma, yerbajos, grumos de hojas, palos y basuras.- Antes de las cuatro se inic'a el rumor y con él una lluvia, si no muy fuerte, franca y acompasada a pleno sol. Todos nos salimos a los corredores. ¡Eso sí es caballo! Todo aquello, herido por el rayo oblicuo, se ve al través de la lluvia medio irisado, entre amarillento y blanquizco. No sé si salta por encima de la tapa: no sé si la arrastra».(«Hace tiempos», 1,6°, 722).

«Véase este otro ejemplo: «¡Mis padres!... ¡Eso sí era gente!».- («Hace tiempos», I, 7°, 755).

10°. El valor de desprecio de eso, sobre el cual observa Bello en el N° 263 de su Gramática que «tomado fue también del latín la nota de desprecio o vilipendio que asociamos a ese, eso». Y trae, fuera de otro ejemplo, el siguiente de Rivadeneira, cuando este hablaba «de sí mismo y de lo que debió a San Ignacio: «Por cuyas piadosas lágrimas y abrasadas oraciones confieso yo ser eso poco que soy».

«Y ese novio suyo, tan entregado a esos papeles públicos y a esos versos, ¿si será bien religioso y de buena conducta? = - Vea, doña Rosario. Eso es la pura conserva de brevas» («Hace tiempos», II, 5°, 882).

«Al maestro le iba cobrando una malquerencia tan profunda que acusaba a papá de haberme puesto a eso por maestro» («Entrañas de niño», 8°, 1.219).

«Cómo te pones a bramar como una vaca y a volvete un rejo tieso, por un melitar... que ¿quién sabe qué será?... ¡ No creas que eso vuelve!... Y manque vuelva... ¿sabemos qué es lo que quiere con vos?»- («Frutos de mi tierra», II, 18).

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Eso entra en la frase muy socorrida ¿Y eso qué contiene?, usada por ¿Y eso qué significa o qué es?.- «¿Y eso qué contiene, miamo Agustín?». («Frutos de mi tierra», 28°, 188).

11°. Esto suele también tomar un significado de desprecio, aunque con menos intensidad y menos frecuencia: «¡No sea loco, niño¡ -le gritó Marucha al verlo-. ¡Cómo se fue a desvestir acalorado!... ¿Pero qué fue esa determinación?... ¡No salga asi!... No le digo: ¡si esto no tiene cabeza!» («Frutos de mi tierra», X, 80).

«Un día de estos es frase común con significado de tiempo indeterminado y aun remoto. «No te dé cuidado. Un día de estos me pongo vestido de linón blanco...» («Hace tiempos», II, 9°, 944).

Los demostrativos aquel, aquella son muy empleados con franco sentido ponderativo en casos como el siguiente «La cola se le paró; los cachos se le abrían y se le cerraban como los di un alacrán; los ojos le bailaban, que ni un trompo zangarria, de lo más bizcornetos y horrendos; ¡y por la boca echaba aquella babaza y aquel chispero!» («En la Diestra de Dios Padre», 1.647).

ELLO «Ello sí, ello no son frases -americanismos- que aplicamos para afirmar o negar con réplica, que se leen en Trueba, escribe el Señor Suárez en «El Sueño del Diccionario», Tomo X, pág. 127.- En el lenguaje antioqueño son frecuentemente empleadas tales frases.- «¿No está lloviendo muy duro, hijita?- Ello no, señora: ¿casu'es tanto?» («Dominicales-El Ángel», 1.754).

Así mismo de origen peninsular es la frase frecuentemente exclamativa: Ello dirá, cuyo neutro asume el vigor expresivo.- «Ello dirá, - exclama mi taita» («Entrañas de niño», 7°, 1.207). 960


V. atrás «Adverbios de modo».

A CUAL MAS Es tal vez más frecuente en Antioquia que en cualquiera otro Departamento el uso de la expresión a cual más, construida con un adjetivo, expresión popular que fue muy discutida por algunas autoridades, entre ellas el Padre Mir, quien la tildó de afrancesada. Según Martínez Amador, esta locución no ha sido recibida oficialmente y no ha sido incluida en el Diccionario de la Academia, aunque sí en la obra de Cuervo. La locución es aceptable, pero debe tenerse el cuidado de darle al adjetivo el número singular, concordándolo con cual, y de acuerdo con esto, ordenar la frase.

«Esu'es que la gente compone, comadrita -dice Restituto-, y como Isidora y Fidelina y Anselma son «a cual de las tre más idiáticas», metieron, en eso a Gervasio, que cree too lo que le dicen» («El Zarco», 6°, 1.466). *,

«Tenia altar, con su Señor Crucificado, quiteño, de lo más perfeuto, y con la Virgen de los Dolores y Santa María Magdalena y San Juan Evangelista, toos tres de bulto del tamaño de un cristiano grande y «a cual más precioso» («El Zarco», 6M.476).

«El y misiá Rosana'stán bravos «a cual más» («Palonegro», 1634).

«A cual más los dos sacerdotes están más encantados con el discípulo» («El Zarco», 6°, 1.469).

«A cual más «prencipal y acaudalao» («Hace tiempos», I, 2°, 676).

Al tanto me ofrezco.

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AMBOS El pueblo no dice mucho ambos, sino todos dos, o sea la forma afrancesada: «Todos dos tenían sombreritos de caña, y unos bordones muy gruesos, y albarcas» («En la Diestra de Dios Padre», 1.638).- Sin embargo, en Antioquia se dice algunas veces juntos, como es frecuente oírlo en Bogotá: «Y también es algo justo que te acompañe a tí, en ese monte tan fiero. = - Sí, hija, para eso es de juntos» («La Marquesa de Yolombó», 3°, 404).

ORACIONES CONDICIONALES Escuchando el lenguaje antioqueño nota uno cómo son de frecuentes las oraciones condicionales en cuya apódosis aparece la conjunción y en reemplazo del adverbio condjcional. Esto se ve confirmado en las obras de Carrasquilla, de las cuales solo utilizamos estos ejemplos:

«Estuvieras en la calle y yo te enseñaba a respetar. Pero mañana has de salir» («La Marquesa de Yolombó», XV, 541).

«Hubiera sido yo la pelada... y ve: masque estuviera con la lengua afuera; masque estuviera con las tripas en la mano le había bebido la sangre a ese demonio» («Frutos de mi tierra», XI, 90).

«No fuera por el viejo Silvestre, y había de tener el gusto de coger a la puerquita de las orejas y ponerla de paticas en la calle» («Ligia Cruz», 1°, 1.344).

Sobre este punto dice Cuervo en la nota que acompaña el N° 408 de sus Apuntaciones: «La conjunción y suele ligar frases entre las cuales media la relación de causa y efecto u otra igualmente estrecha; v.gr. «No la hagas, y no temerás»; «No te hinchas, y no reventarás»; lo mismo se dice «corre y dile» que «corre a decirle». «Pásalo bien, modera los juveniles ímpetus, come a tus horas, no leas ni escribas, ni hagas nada, no te enfades 962


por nada, y vivirás feliz» (Moratln - Obras Postumas, tomo III, pág. 163). De aquí su empleo en la apódosis de oraciones condicionales, cuando, por omitirse el adverbio condicional, pudiera dudarse cuál es la hipótesis».

De este tipo son las siguientes construcciones:

«El liberto se pasma y luego exclama: = -¡María Santísima, Don Rosendo! A vusté sí se le acabaron los calzones con este langarutico - rabioso. Mío había de ser este arrimao y no le queda güeso sano» («La Marquesa de Yolombó», XV, 540).- (Si mío fuera).

Dice Frutos, enojada con el maestro del niño hijo de su señora: «¡Ah, maldito! ¡Pusiste al niño com'un nazarano! Mío había de ser... pero mira: ¡ti había di'arrancar esas barbas de chivo!» («Simón el mago», 1,667).- (Si mío fuera. Aquí está tácita la conjunción y). Esta clase de oraciones condicionales son muy clásicas: «Más que haga lo que quiera respondió Sancho-: no fuera él pobre, y casárase con Quiteria» (Quijote, Parte II, Cap. XIX).

PLEONASMOS Si la lengua castellana está llena de pleonasmos, con cuánta mayor razón lo estará en el habla de Antioquia, siendo ésta tan enfática, abundosa y señaladamente amiga del encarecimiento.

Interminables nos haríamos si apuntáramos todo lo pleonástico que se encuentra en las obras del Maestro Carrasquilla. Insertamos aquí sólo muy poco:

«El nada me ha dicho, porque'él todo se lo guarda pa dentro. Está lo más bueno pa curita, porqu'es de mucho secreto» («Hace tiempos», 1,4°, 696).

«Anda'ir diciendo» («Entrañas de niño», IX, 1.255). 963


«Caminen levántemen y déntremen pa dentro» («La Marquesa de Yolombó», VI, 446).

«Ai están pegadas las piedras de laja» («Hace tiempos», l,8°,769).

«Yo no estoy bravo nada, hombre» («Frutos de mi tierra», XXII, 142).

«¿Será atrevimiento desigile que nos colemos adentro ,..?»(«La Marquesa de Yolombó», IV, 148).

«Yo sí he bregao por cogerlo (se habla del azogue); pero no he podido ni con astilla ni con cucharlta chiquita» («Hace tiempos», II, 2°, 840).

«Peralta entendió muy bien entendido el rebote» («En la Diestra de Dios Padre», 1.651)

«Pero que mas sin embargo» («En la Diestra de Dios Padre», 1.650).

«¿De modo y manera que yo no debo castigarla tampoco?» («La Marquesa de Yolombó», 19°, 584).

En «El Sueño de los Ausentes», Tomo Vll, pág. 118, trae el Señor Suárez como frecuentes, entre otros, los siguientes pleonasmos:

Brasa de candela

De seca en meca

Ovillo de hilo

Que le va ni qué le viene

Al fin y al cabo

Yente y viniente

Sin más ni más

Corriente y moliente

Losa de Piedra

Así, asá

Arte ni parte

Dice un dicho

Oxte mi moste

Saltar al salto

Sin que ni para que

Ciencia y paciencia 964


En todo y por todo

Cierto y verdadero

Hecho y derecho

Hacer y acontecer

Sin ton ni son

PERÍFRASIS Bastante perifrástica es también el habla antioqueña y la perífrasis se presenta no solamente con significación retórica sino también en las llamadas conjugaciones perifrásticas. . «Nu'hay riesgo que yo go Guadalupe l´echemos la vista encima al familiar» («La Marquesa de Yolombó», 7°, 470).

«¡Pues nu'ha de ver, mi Niña! Está pensando en los huevos del gallo» («Hace tiempos», 1,4°, 701).

«Y venido a ver que lo que li'hicieron a Su Mercé en comparación desto, es como un picao e pulga» («Frutos de mi tierra», XXVI, 170).

JURAMENTOS POPULARES De estos juramentos, llamados también «fórmulas aseverativas con cláusula penal» o «formas imprecatorias de aseveración», hemos encontrado como frecuentes los siguientes:

«¡Qué me trague la tierra si te digo mentiras!» («Hace tiempos», II, 6°, 907). «¡Que si'abra la tierra y me trague, si le digo mentira!» («La Marquesa de Yolombó», 7°, 464).

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«¡Mi palabra que no la hubiera conocido! Tuve que echar mucho ojo para persuadirme de que era Ligia» («Ligia Cruz» 4°, 1.395). ' «Por mi palabra de honor» es la forma completa, tan usada como las dos anteriores.

«Mi verdá, madre Rumalda qui asin'es» («El Zarco», 1°,1.409).

«Protesta unánime contra tan negros presagios: se quitaban el nombre si tal acontecía» («El Zarco», 7°, 1.501).

«¡Lo juro por esta Santa Cruz! ¡Si es mentira, que me caiga un rayo ahora mismo!» («El Superhombre», 1.561).

«Como se, lo digo se los cumplo o no me llamo Joaquín Antonio Colmenares» («El Zarco», 8°, 1.506). «Esto es tan cierto como que le he de dar cuenta a Dios». Este juramento andaluz (Quijote, Parte I, Cap. XLIV) es de uso muy extendido.

NOMBRES SINCOPADOS O RECORTADOS Y DEVERBALES Dice el Señor Suárez en «El Sueño del Diccionario», Tomo X, pág. 122: «Muy cierto es eso, y yo por mi parte apuntaré algunos otros americanismos criollos, como dicen ustedes, por ejemplo, una porción de nombres sincopados o recortados que abandonan la terminación «ion», entre los cuales unos son muy castizos o corrientes en el léxico y otros revuelan por acá esperando salir del purgatorio de la política, por ser algunos de ellos acólitos de esa sacerdotiza. Su lista podría quedar así: confisca, conjura, conversa, contesta, condena, excusa, maquina, procura, recomienda, resigna. Unos son corrientes y

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otros podrán llegar a serlo quizás». En «El Sueño del Libertador», el mismo Señor Suárez agrega también el nombre «cura». Se puede adicionar esta lista de Don Marco con los siguientes: alumbro, fleta, redencia, funcia, confirma, expolio, expurgue, pronuncia, repartida, dejada, explote, salvada, ofusque, desocupez, pido, prédica. Véanse los siguientes ejemplos:

«Pero este año, compadre, sí irá a llevar estos muchachitos al alumbro con música» («Hace tiempos», II, 5°, 891).

«Para que me des una fleta de las tuyas, porque me parece que me ha colado causón del bravo» («La Marquesa de Yolombó», 72, 463).- Dice el Señor Suárez, en «El Sueño del Comunismo, Tomo VIII, pág. 58, que en los señores Juan y Ulloa se encuentran muchos provincialismos antioqueños, como fletación por frotación».

«Mis nueve hijos son pa yo nueve perros cazadores, que me persiguen que ni a una fiera del monte. ¡Con ellos no hay redencia!: soy perdida...» («El Zarco», 8°, 1.512).

«Vi todas las funcias del balcón de Emilia» (Epistolario, 2.095). «Con la funcia que pusieron» («Frutos de mi tierra», XXIV, 152).- Sobre este vocablo dice Malaret en su Dicc, de Amer.: «Venez. Espectáculo, función pública. / Guat. Función o fiesta con comilona». También vale «entusiasmo» en Venez.- Se usa también en Chile.

«Frutoso contaba con qui'usté siempre salería al Sitio para la confirma de las dos ahijadas» («Hace tiempos», III, 5°, 1.040).- «¿No baja hoy Procesa a la confirma de los dos muchachitos?» («Hace tiempos», III, 5°, 1.041).

«Mosquera, con sus expolios en los bienes de la Iglesia, con sus intervenciones en la viña del Señor...» («Hace tiempos», III, 11°, 1.123).

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«Nos sentamos en él, asi como en la manguita de Orofino, y viene el expurgue con el repaso de la doctrina y la enseñanza de nuevas oraciones». (Se refiere a limpiar la cabeza de piojos). («Hace tiempos», 1,8°, 767). «Lee vos el escrito, hijita, que tenes tan linda pronuncia» («En la Diestra de Dios Padre», 1.650).- El vulgo dice más bien prenuncia: «¿Fue que perdió la prenuncia?» («Hace tiempos», 1,2°, 687).

«Me pareció que había llorado, que estaba con el ofusque, que declan en casa» («Entrañas de niño», 2°, 1.176).

«Dende que se fue ha habido mucha desocupez en esta mina» («Hace tiempos», II, 7°, 923).

«Pues bueno, Su Divina Majestá -dijo Peralta muy contento.- Si asina es, voy a hacerle el último pido:...» («En la Diestra de Dios Padre», 1.641).

«...ha hecho prédicas en las tiendas...» (Epistolario, 2.123).

Los nombres sincopados o recortados que no proceden de las palabras terminadas en ion, no son pocos. Veamos estos ejemplos:

«Manuelito el de mi compé Baldomero Fernández y mi comé Josefina González» («Hace tiempos», II, 6°, 917).

«Ai verá cómo no tenemos la culpa ni yo, ni Rufo, ni la Secaleche» («La Marquesa de Yolombó», 4°, 419).

«Y no lo habían vuelto taramba con tanta andrómina como sacaban de la cabeza» («El Padre Casafús», 7°, 1.281).

«¡Corre Vangelista por el dotor!» («Frutos de mi tierra», IV 42) 968


«Cuando les oí mentar numonía... mira, niña, ¡me quedé muerta!» («Frutos de mi tierra», XII, 94).

«... el bronco de su hijo va a casarse con la nieta de mano Milagros...» (Epistolario, 2.129). «Produce esta tierra de Bogotá un «entutunamiento» raro, no sólo en el forástico, que, como yo, viene de la parroquia...» (Epistolario, 2.077).

DE VERBALES Recuerdan los nombres sincopados anteriores los numerosos deverbales que circulan en el habla, de los cuales tomamos algunos ejemplos encontrados entre los muchos que hay en las obras de Carrasquilla:

«Hubo comida con bendición de alimentos y padrenuestros al acabe» (Epistolario, 2.120). «Donde dos o tres días vimos, por la suba del pescao, que la cosa iba a ser tremenda» («Hace tiempos», I, 6°, 719).- En América, especialmente en la Argentina, vale alza de precios.

«No bien seca el embadurne, me da lavatorios con hervido de malva y apio, bien caliente» («Hace tiempos», I, 6°, 721).

«Torna otra vez a las carcajadas y al despatarre» («Hace tiempos», II, 3°, 856).

«Pues en mucho orden ha estado la procesión del alumbro-dice la mística» («Hace tiempos», II, 11°, 980).

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«Rochela, chirigotas, agolpe de muchachos: pero no desmontamos» («Hace tiempos», III, 6°, 1.061).

«Lo suyo ni aun tanto menesta: es mero curte del mal clima y de las calenturas» («La Marquesa de Yolombó», 15°, 561)

«S'hicieran esculque, comu'hacen en las minas, cuando roban oro...» («La Marquesa de Yolombó», 7°, 468).

«Si Jerónimo cree que yo he ganado plata, ¿no se le ocurrirá prestarme, en algún acose?» («Hace tiempos», I, 2°, 670).

«Pues es pa que no se cuelen ni los duendes, ni las brujas, ni los malinos. Yo li'hago rezar a Gorgorito ('oración del huyento, a mi padre San José» («Hace tiempos», I, 8°, 774).

«Me lo acaba de contar Gumersindo, el que está poniendo el doro: esta mañana examiné la imagen...» (el dorado) («La Marquesa de Yolombó», 13°, 520).

«¡Yo estaba feliz con el casamiento! -exclama Cosme.-No sólo porque Cesáreo era el gran partido de estos pueblos, sino para que dejara los entruches con la señorita, y los ataques de santidad» («Ligia Cruz», 4°, 1.392).

«Y si dejaste por allá ese encabe, ¿por qué le trajiste guardapelo a Teresa?» («Hace tiempos», II, 1 °, 826).

«Esta saca va saliendo, mi Niña; no le quede duda» («Hace tiempos», 1,6°, 717).

«Encargos de don Jesús para la sacada de la piel» («Hace tiempos», 1,6°, 719).

«Y cuando ponen cuidado de noche, los días que alcanzan a lavar el sacao, no será porqu'es tan pobre» («Hace tiempos», 1,6°, 717). 970


«Husmeo la desguazada del marrano» («Hace tiempos», l, 6°, 718).

«... pero, según voz y fama, la descuerada se prolonga hasta las tantas de la noche» («Hace tiempos», 1,6°, 719).

«... les cogimos un pedazo de río con un tapao doble...» («Hace tiempos», 1,6°, 719).

«Desdi'anoche supimos los de Santa Ana que unos que ganaron del tope...» («Hace tiempos», III, 5°, 1.041). . «Agustín, el mediano, que corría con el arreglo de escobas para el horno, con pilada y lavada de maíz...» («Frutos de mi tierra», ll,11). ' «... ai está la piedra y el cascajo pal embarrao» («Hace tiempos», 1,8°, 769).

«... cuesta más el cuido que costiar los jornaleros» («Hace tiempos», 1,8°, 769).

«Tal vez por las muchas cosas que me danzan en la cabeza, me quedo como un tronco, sin pensar en escuchas ni en nada» («Hace tiempos», 1,2°, 688).

«Vusté bien sabe, Gorgorito, que yo tengo mucha curia pa embuñigao y blanquimento» («Hace tiempos», 1,8°, 770).

«Qué desmontada más deliciosa» («Hace tiempos», 1,8°, 835).

«Hay si le ha rendido el convite, mi Padrecito, con los tres viajaos» («El Zarco», 2°, 1.413).

«Pero tenia mucha gana de verlas, y como el querer es sinvergüenza, vine primero a darle el traído» (regalo). («La Marquesa de Yolombó», 8°, 478).

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«No hay para qué decir que el cosido y arreglo de ropa corría por su cuenta» («Frutos de mi tierra», II, 17).

«... y anoche, cuando nos acostamos, le oí a la gallineta malaseña su buen cacarido» («Hace tiempos», 1,6°, 722).

«... tal vez no resisto la jinchida del agua» («Hace tiempos», II, 7°.

«El rapaz salta, y poniendo en el rescoldo hasta seis cascarones, se entrega a las delicias de aquella asada que él ha inventado» («El Zarco», 1°, 1.408).

«Por los sustos, güidas y reculeos de los perros, vimos por qué parte le habían levantao» («Hace tiempos», I, 5°, 706).

«No se afane, niño Tiodoro, que siempre caben con apartao regular» («Hace tiempos», II, 3°, 857).

«Pero hay que demorar la argollada (esponsales), porque con todos estos gastos de ahora...! («Grandeza», 5°, 310). «... cada mes recibe la empresa un platal por todo el ganado, el frísol y el maíz que les vende, sin contar lo que recibe por los desmoronos y madera» («Hace tiempos», II, 6°, 907).

«... que vendrá con las canillas encanijadas del carguío («Hace tiempos», 1,6°, 724).

«... y ya ve las historias y las resultas con aquella negra tan fea y tan viejorra» («Hace tiempos», 11,1°, 833).

«Si no ha rezado, ¡machuque aquí lo que pueda, que mi Dios no le exige tanto! = Ni comida, ni lavatorios, ni machuca» («Dominicales - Cura de almas», 1.721).

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Incluimos, además, tomada de la obra citada de don Luis FIórez, esta lista de otros deverbales, entre los cuales hay algunos registrados en las obras del Dr. Emilio Robledo y de Cadavid:

Abierta

Barequeo (extracción del oro)

Agarre (un hombre de agarre)

Buceo (bucear en los ríos)

Ahogada (de mi papá)

Bulteo (manejo de los bultos)

Anegufo (irrigación)

Cacheo (charla)

Apodo (podar)

Carraspeo

Aporque (de la papa)

Caviloseo

Arranque (de hierba)

Corta (de la madera)

Arrastre (el del juego de cartas)

Cuarteo (de la luna)

Aseste (de la escopeta)

Derriba (del monte)

Asoleo (de las bestias)

Derribado (derribo)

Atareo

Desbarate

Atisba (vigía, atalaya)

Descargue

Banqueo (nivelación de un terreno)

Descorche (empezar, iniciar)

Descreste (engañar)

Limpia (de café)

Desentable

Llorido

Deshoja (del plátano)

Machaca (limpieza a medias de un

Desmorono

sembrado)

Destete (de los terneros)

Mazamorreo (explotación de minas)

Desyerba

Menudeo

Desyerbe

Mordida

Dormida

Pasmada (paralización)

Embolate

Reliada

Empradiza

Pepeo (del café)

Empradice (de potreros)

Pilada (del maíz)

Engorde (de cerdos)

Pique (resentimiento)

Enrastrojao (el rastrojo)

Pujido (de un enfermo)

Entable (una instalación)

Quema (de carbón)

Envigao (armazón con vigas)

Quite (esguince)

Escucho (secreto)

Reculeo

Estantillao (armazón de estantillos)

Regañada

Explote (explotación)

Rejeada (tanda de azotes)

Floreo

Remangue (de pantalones)

Gangoseo

Requisada

Graneo (del café)

Resfriada

Guasqueo (trazos en el tronco que

Resultes (de la finca)

va a aserrarse)

Retocada

Leída

Revisada

Levante (potreros y ganado de)

Revoque (revestimiento)

Riega (del frísol)

Tonboneo

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Rompida

Toquido (de la puerta)

Salada (dar sal al ganado, tener

Tope (de topar, encontrar)

mala suerte)

Traquido (crujido)

Saque (lance, esguince)

Tumba (de un monte)

Sesteo (de setear)

Varada (estar sin trabajo)

Socola (de socolar)

Voltiada (cambio de opinión política)

Subienda (abundancia de peces) Tabaqueo (fabricar tabacos en los hogares.

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CONCORDANCIA En el habla antioqueña resaltan muy explicables errores de sintaxis, por ser indiscutiblemente popular y, especialmente, minera y campesina. Pero, con todo, se puede afirmar que no son tan numerosos como los de otros pueblos, y que ello demuestra cómo esa habla, y la de Colombia toda, está bastante sujeta las leyes

De la lengua. En este corto aparte anotaremos algunos de tales errores, principalmente los que más saltan a la vista, advirtiendo que en las otras páginas dedicadas a puntos gramaticales se pueden encontrar más observaciones.

DESORDEN DE LA ORACIÓN Y MALA CONSTRUCCIÓN Algunos ejemplos:

«Andá buscate aquel caviloso y decile que a yo que venga» («Frutos de mi tierra», 1, 13).

«Los calzones jue que Casimira les puso un remiendo que se soplaba por fuera que ni juey» («El Zarco», 1°, 1.408).

«Vaya usté, mija, tráigame a su casa una florecita pal Niño» («Dimitas Arias», 5°, 1.326).

«Se está consumiendo de pura la pesadumbre y la molestia que le acompaña» («Frutos de mi tierra», XXVI, 170).

«Y si es pa que les preste plata más pierden bien el tiempo» («El Zarco», 62,1.465).

«Como lo queremos yo y el pobrecito de su taita» («El Zarco», 6°, 1.476). 975


VERBO «Pes el refresco nome tocó más que dos cosas» («La Marquesa de Yolombó», 14°, 531). «Eso será mi papá y los dos grandes» («Hace tiempos», II 52 890). «¡Pues lo que es tú!» («Mirra», 1.605).- Claro ejemplo de la frase paralizada «Lo que es yo», lo que es nosotros, comentada por Mariana, Don Juan Valera y el Sr. Suárez («El Sueño del Diccionario», Tomo X, pág. 128). «¿«Pa qu'es negárselo mi amo?» («La Marquesa de Yolombó», XX, 601). «Los rezos es muy diferente» («Grandeza», 5°, 313).- Elipsis inadmisible de cosa o asunto. «Ya ve todas las furruscas que han aquí» («Hace tiempos», ll, 5°, 891). «... pero agora qu'estoy ya prevenida, he de tener el gusto de no contestale una palabra, haiga lo que hubiera».-Debe decirse hubiere, porque haya su futuro (V. Cuervo, Apunt. 321). «Y no quiero que te vas, porque te necesito» («El Padre Casafús», 4°, 1.269).- Este error viene desde tiempos antiquísimos. V. Notas de Rodríguez Marín en su edición del Quijote.

«Yo lo que siento es que Maciita va y aprenda a beber». (Epistolario, 2.119). «Pa que me tengan harto miedo esos antioqueños, si va y me muero y los espantos» («La Marquesa de Yolombó», 14°, 530). «Tenga (presentándole unos confites) para que no vele tanto». Es tan frecuente este uso de tener por tomar en frases optativas que, aunque no lo hemos encontrado fácilmente

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en Carrasquilla, lo hemos tomado de Rendón, «Sol», Colecc. Pop. de Clásicos Maiceros, pág. 206).

SUSTANTIVO «Líbrame, mientras tanto, de estas testigas» («Esta sí es Bola» 1 571)

NEUTRO En el bajo pueblo es muy común la frase a lo que. Se los digo - Este es un error frecuentísimo en todas las clases sociales.- «Esto se los digo en mucho secreto» («La Marquesa de Yolombó», XVI, 456). «Con mi paraguas go mi bordón creo que andará hasta la Casa Santa de Jerusalén» («Hace tiempos», 7, 7°, 760). Este error es muy común.

ADJETIVO «Bien dijo el dotor que lo de anoche fue el crisis» («Frutos de mi tierra», 12°, 95). «Vusté que es el cabecilla más buena del pueblo» («El Zarco», 8°, 1.512). «Al último dejó los sones y se alzó la saya, pa sacar bien los pies y zapatiar bien ligero» («La Marquesa de Yolombó», 14°, 531). Es bastante frecuente este uso popular, en el que el articulo el remplaza al articulo lo, remplazo o cambio inadmisible, porque no es lo mismo decir el último y el primero que lo primero y lo último. Cosa muy distinta es lo que sucede con el pasado, el presente y el porvenir, y lo pasado, lo presente y lo porvenir, en cuyo uso indiferente no se produce confusión y hay criterio de autoridad para él (V. Suárez, «El Sueño de las Calendas», Tomo I, pág. 216). Como lo dice el Señor Suárez, «uno de los recursos naturales que tiene la lengua para sustantivar los 977


adjetivos es anteponerles el articulo», y quizás, en virtud de esta facilidad y tendencia, el pueblo prefiere, a veces, el artículo él al neutro lo, delante de algunos adjetivos, para darles un matiz de significación especial, como en el caso siguiente: «Yo no sé, Rosa, si usted había comprendido por las que he pasado. Lo que más me duele es que a usted le haya tocado el amargo: desde que nos casamos se me torció la suerte, y después vino la guerra y todo se trastornó...» («Hace tiempos», I. 2°, 672).

«¡Qué tal son!» (Ellas, las Builes), («Ligia Cruz», 4°, 1.388) Equivale a qué tan perversas son.- «¡Oh, sí, son tales / que vértigos horribles me producen!» (Zorrilla, «El Puñal del godo»).

«Que tal son las cosas de mi Dios» («Hace tiempos», III, 2°, 838).

«... es la tierra pa disfrutar y ganar hasta plata, en cualesquier cosa!» («Frutos de mi tierra», IV, 39).

Con los verbos criar y enseñar y otros semejantes es de uso construir el adjetivo diferente con tan, callando el complemento de modo, en frases como ésta: «A nosotros nos han criado tan diferentes» («Hace tiempos», II, 7°, 912).

«Vea: usté no es un cualesquiera» («Hace tiempos», I, 10°, 803).

«¡Pues quién lo dijo! pior se han puesto...» («El Zarco», 8°, 1.512).

«Tanto como cien no creo que sean» («La Marquesa de Yolombó», 14°, 529). Este uso apocopado de ciento es corriente aun en escritores de nota y en los periódicos más bien escritos.

A pesar de que la terminación ísimo encarece la calidad, son de mucho empleo los casos siguientes:

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«Eso hace tiempísimos» («Hace tiempos», II, 3°, 853). «Si eso fue hace añísimos» («Frutos de mi tierra», IV, 39).

«A un ratísimo voltea a ver el Señor...» («En la Diestra de Dios Padre», 1.640).

ADVERBIO «Mientras duró l'hechura del tapao, no le perdió pie ni patada, hasta que no lo vigió bien en pelo, y lo carculó bien carculao» («Hace tiempos», I, 5°, 708). Innecesario parece anotar lo mucho que se ha generalizado el uso impropio de no con la preposición hasta (V. Cuervo, Apunt. 447,448).

«Se ha manejado tan bonito con nosotros» («Ligia Cruz», 4°, 1.389).

«... que él, personal, no lo lleva a su casa, porque su señora es muy enferma» («Hace tiempos», 1,10°, 803).

«Muy verdá y muy buena que le pareció la inguandia» («En la Diestra de Dios Padre», 1.651).

PREPOSICIÓN «Me choca ese hombre asi de gratis» (Epistolario, a 162). «No vira: No fue de aposta» («Entrañas de niño», 8°, 1.222). «Y no pude persuadirme que esta agua tan mansa sea ese Porce...». («Hace tiempos», III, 9°, 1.092).- Persuadir exige las preposiciones a, de, por, con, en. El uso clásico suprimía la preposición. V. Quijote, Parte I, cap. XXXVI.

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«Esté persuadido que con cariño y buenos modos todo se paga» («Frutos de mi tierra», XXIII, 150). «Va y viene del fogón a las piedras de moler y de las piedras al fogón» («El Zarco», 1°, 1.405). «Me coló un recelo, que ai mismo, entre la granizada revuelta con pantano, nos hincamos de rodillas al pedir misericordia» («Dimitas Arias», 2°, 1.309). «Con tal de que el señor cura no saliera en el pulpito con algún gruñido de los suyos» («Rogelio», 1.519). «Y antes de que se me olvide, muchas gracias por lo traído» («El Zarco», 6°, 1.459). Debe recordarse que antes de tiene apoyo en algunos buenos escritores (V. Suárez, «El Sueño de la Canalización», Tomo X, pág. 236). «Ellos que conocen de pe a pa todos los negros» («La Marquesa de Yolombó», 6°, 449).Supresión de a. «Usté bien sabe que este muchachito trabaja y nos ayuda lo mesmo que un grande. = Sí, ¡pu! Ese se le vé...» («El Zarco», 3°, 1.424). Supresión de a. Al intentar llevarse a unos muchachos para la cárcel Pepa y las Palmas gritan: «¡Eso sí no! Los muchachos no los llevan... ¿Por qué gracia?» («Frutos de mi tierra», IV, 41).Supresión de a. «Quedó de volver temprano y ya ves la hora» («La Marquesa de Yolombó», 6°, 452). «Pero me vi tan arrancado que determiné meterme de iglesiero y de altarero» («Hace tiempos», II, 3°, 865).

CONJUNCIÓN «De modo y es, mana Cantalicia, que no vuelvo mañana o esta tarde?» («Hace tiempos», 1,1 °, 660).- La conjunción y liga dos elementos sin analogía alguna.

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PRONOMBRE «Cuando volví en sí» («Dimitas Arias», 2°, 1.311). «¿No ves que soy yo la que me estoy muriendo por tú?» («Frutos de mi tierra», XXV, 159). «... pero si de retención de insultos se muriera, tiempo haría que a Fidelina se la comieran los gusanos» («El Zarco», 8°, 1.507).

«El ardiloso y falsario sos tí» («El Zarco», 8°, 1.511). A este propósito dice Tascón en su obra citada: «En los tiempos de la Colonia las personas empingorotadas se trataban de vuestra merced y de vos y tuteaban a las de clase inferior, asi que, cuando algún linajudo era tuteado, se daba por ofendido. Por eso aquí y en Antioquia el pueblo, gran conservador de antiguallas, juzga depresivo este trato, cuando lo recibe de individuos de igual categoría» (Se encuentra en obras antiguas como «El Quijote»).

«Con yo van a acabar en esto» («El Zarco», 8°, 1.512).

«Te se cae la corona» («Frutos de mi tierra», XXVI, 165).

«Los otras aquí lóbregas en este monte...» («Palonegro», 1.634).

«¡Pues me largo agora mesmo!... = - Camine, Gervasio, con lososotros, que onde no cabe la mujer no cabe el marido ni caben los hijos».- («El Zarco», 3°, 1.425).

«Figúresen, no entenderlo él, con toda la marrulla que tiene» («En la Diestra de Dios Padre», 1.646).

«Se los advierto, para que sepan a qué atenerse» («Hace tiempos», I, 7°, 752).

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En sus Apuntaciones, Nota 31 del N° 356, dice el Señor Cuervo, a propósito del uso de se los por se lo, que «este vicio es más común en otras partes de América que en Bogotá». En Antioquia es muy frecuente, aun con las como en el ejemplo siguiente: «Si don Jerónico está hoy tan desocupado, puede pasar un buen rato, oyendo a ña Melchorita. = -Allía está en la cocina -dice doña Genoveva-. Ahora se las traigo». («Hace tiempos», I, 7°, 754).- Sobre este las agrega el Señor Cuervo en la misma nota 31: «Un escritor argentino, copiando a Bernal Díaz del Castillo, pone se las donde éste se la: «Como acabé de sacar en limpio esta mi relación, me rogaron dos licenciados que se la emprestase... e yo se las presté».

GERUNDIO «Ostenta zarcillones de dos rosetas y largos tilindangos, broches de guacamaya picando un racimo de corozos, muchas sortijas y un collar de corales de tres hilos» («Rogelio», 1.517).

QUE «Y por eso es que se mantienen tan enfurecidos» («En la Diestra de Dios Padre», 1.651). «Antonces sí fue que se puso malo» («Dimitas Arias», 2°, 1.310). «Esto es que te manda Cheres» («Blanca», 4°, 1.538).

Sobré los casos de que galicado es bueno copiar lo que dice Lenz acerca de ellos: «Galicismos los pueden cometer sólo malos traductores o personas que tienen costumbre de hablar o escribir más francés que castellano. El pueblo, que ignora el francés, no puede cometer galicismo. Quién puede negar... que haya en castellano legítimo una marcada tendencia a usar que adverbialmente en casos donde podría y teóricamente debería usarse con preposición?» (V. Martínez Amador, Dicc. Grm.).

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ARTICULO A excepción de los siete casos en que la Academia lo permite, el artículo se omite delante de los nombres propios de persona. Donde quiera que se hable castellano se desobedece esta regla, y entre nosotros, especialmente en Boyacá y en Antioquia también.

«El Israel izque ha resultado lo más guapo, y ai lo tienen de fefe» («Hace tiempos», I, 6°, 742).

«No solamente rompistes los calzones y t'echates cocas con el Tadeo Murcia, sino qu'hicites otras picardías» («El Zarco», 1°, 1.407). Del mismo modo, no tratándose de naciones de cierta extensión y poderío, los nombres geográficos deben ir sin el artículo, a no ser que determinadas circunstancias lo permitan, teniendo en cuenta que el artículo es innecesario y la tradición no lo autoriza. Por esto, también es interesante observar que en el habla antioqueña suele escucharse el artículo delante de nombres de pueblos y veredas, y no puede negarse que este uso le da cierta gracia a la expresión:

«Unos se jueron por las minas del Anorí, Las Malfias y Remedios; los otros ni se supo pa onde» («El Zarco», 6°,1.479).

«...y en esos días que arreglamos el casamiento, en un viaje qu'hizo a la Villa, a acompañar a ño Valencia, a llevar la remesa del oro, trujo él mesmo La Carmela, a la espalda, desde La Copacabana» («El Zarco», 6°, 1.479).

«...sus padres son gentes de lo primero de algunos de estos pueblos de estos laos, go tal vez de Rionegro, go de La Marinilla, go de la mesma Villa». («El Zarco», 6°, 1.482).

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También se usa el artículo delante de los meses, sin que sea por metáfora y sin complemento limitativo de tiempo o de lugar:

«Asina irá a ser el mayo de fatal» («Hace tiempos», II, 7°, 921).

«Amigo, hombre, patrón -dice el Señor Suárez en «El Castellano en mi tierra»- suelen significar cierto desprecio cuando se usan para llamar, especialmente a personas desconocidas, y así se advierte con frecuencia en los bellos cuadros de la Peregrinación de Alpha. Es raro que el primero de esos términos se ha adaptado a tal significación despectiva desde los tiempos de Homero, pues Aquiles, al dar muerte a Licaón, le trataba de necio y también de amigo; hombre era vocablo que usaba Villamediana en sus epigramas contra Vergel; y patrón recibiría acaso esta acepción del desenfado y tono dominante que empleaban los soldados al tomar el hospedaje forzoso, según puede inferirse de Calderón».

Mas, en el caso que apuntamos en seguida, el artículo les quita a estos vocativos ese carácter peyorativo.

En absoluto, distributivo y genérico divide Lenz el artículo definido. El absoluto indica «un conocimiento efectivo del objeto»; el segundo «un conocimiento virtual» de él; y el último, la representación de la clase determinada por el objeto mismo. Tal vez en esta última categoría pudiera colocarse el artículo que en el habla antioqueña -como en muchas otras partes- suele acompañar a los vocativos amigo, madre, hombre, querido y otros semejantes. En todo caso, el articulo destaca la significación de esos sustantivos y le da cierto valor y fuerza a la expresión. No es el demostrativo debilitado y de vaguedad manifiesta que señalan los gramáticos.

«Entre, el amigo», dice el dueño de la casa al desconocido que llega a su puerta». «Entre, la madre», le dice el enfermo a la enfermera que se acerca a su cuarto. «Entre, el hombre», le dice el abuelo al nietecito que llega a visitarlo.

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«Buenos días, don Segismundo. = - Muy buenos, el hombre (responde el viejo). ¿Usted es el mayor de Miguelito?» («Hace tiempos», II, 10°, 961). «Camine, el querido -agrega, apenas lo determina en la penumbra y en la montonera de enjalmas y trastajos-. No se quede ai metido en esos aparejos que hasta garrapatas se le pegan» («El Zarco», 4°, 1.427).

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GENERO En el lenguaje vulgar antioqueño son frecuentes las alteraciones del género. Veamos estos ejemplos:

«...o tan siquiera traer comida alguna vez pa que llenáramos, ya que pasamos tantos hambres» («En la Diestra de Dios Padre», 1.637).

«Cuando gatiaba parecía mesmamente un ranito» («Hace tiempos», I, 7°, 758). «Si usté sabe onde pone la garza yo sé onde canta el garzo» («Hace tiempos», I, 2°, 663). «Yo había de pelear como Cantalicia; ¡esa sí era galla!» («Hace tiempos», I, 2°, 667). «Es qu'este niño me la tiene jurada, dende hace días, a yo y'a mi muchachita Damiana, qu'es una cordera inocente» («Dominicales -Copas», 1.781). «Tres testigas truje, que no me dejarán mentir» («Dominicales - Copas», 1.781). «... en los tendidos de cachivaches se agrupaban las muchachas campesinas, sudorosas y sofocadas, atraídas por la baratija, mientras las magnatas sudaban el quilo, a regateo limpio, entre los puestos de grano, legumbres y panela» («A la plata», 1.793). «... y más detrás, con la guitarra colgada a un lado como carriel, y que llevaba en las dos manitos un tintero di oro y piedras preciosas». («En la Diestra de Dios Padre», 1.649). «Un mugre que tenía la vieja Rosalía por ai botao». (Se refiere a un marco. Dase el nombre de mugre a una cosa despreciable). («La Marquesa de Yolombó», 16°, 556). «...había que leer libros, muchos libros, para poder una defenderse de estas caimanas de la creme» («Grandeza» 2°, 247). «Corran a lavarse esos pies y esas manos que parecen de aporcadores y a quitarse esos mugres» («Hace tiempos», II, 3°, 855). «Si ese lo cambié hace tiempos por unas aretas» («El antioqueño no dice aretes» («Esto sí es bola», 1.573). ¡«Yo soy pa ellos una tigra y la culpante de su pobreza!» («El Zarco», 8°, 1.512). «Ella sufre mucho con esa enfermedad tan verduga» («Ligia Cruz», 4°, 1.386). 986


«Voy a dale su consuela pa que si'aplaque» («Palonegro», 1.634). «Allá tengo guardados el pisco y la pisca con que me retornó el aguinaldo» («Hace tiempos», 11,6°, 945). «Más abajo... los potrancos y recentales triscadores...» («Medellín - Por más afueras», 1.386). «Y teníamos que casarnos: él cantaba muy lindo y yo también. Eramos el sireno y la sirena, que tenían que toparse» («Hace tiempos», II, 4°, 872). «Es una gurra y está cargada» («Hace tiempos», II, 5°, 893). «Lo ovejos que son sus mercedes» La Marquesa de Yolombó”, 14°, 528). «Eso es llegar y llegar la cargamenta (mercaderías) y las reses para el matadero» («Hace tiempos», III, 7°, 1.067). «Bien dijo el dotor que lo de anoche fue el crisis» («Frutos de mi tierra», XII, 95). «Caramba con Santa Ana para cachaca: ¡cuarenta pesos!» («El Padre Casafús», 7°, 1.286). «Lo que tiene es sífiles malino...»(«Palohegro», 1.635). «No vecino: adulanta y paniaguada no puedo ser ni con los santos» («La Marquesa de Yolombó», 14°, 528). Por fuerza del uso son corrientes palabras como astromelio, higuerillo, bocachico y otras: «...y levantan sus cimeras, arriba de los techos, el sanjoaquín y el astromelio» («Grandeza», 4°, 282). «Ya están preparando los leños, con trapajos aceitados y las frutas de higuerillo, ensartadas en chuzos» («La Marquesa deYolombó»,6°,444). «...Antes de la comida tornan los de la pesca, con las sartas de doradas y jetudos, de sabaletas y barbudos, de bocachicos y picudos y otros varios» («Hace tiempos», I, 6°, 718).

NUMERO Hay plurales disparatados como alféreces («El Zarco», 7°, 1.490). 987


ACENTO FONETICO Este acento es una de las cosas más características del habla antioqueña. El solo basta para distinguir al antioqueño en cualquier parte.

«Constituyen el acento fonético cuatro elementos del sonido, a saber: tono, timbre, cantidad e intensidad, que se combinan de modo especial, no solo en cada idioma, sino en las diversas regiones y aun localidades de un mismo país. Así, decimos acento aragonés, andaluz, etc.» («Martínez Amador, Dicc. Gram).

ACENTO SINTÁCTICO Escribe el Señor Suárez en «El Sueño de Montemar», Tomo XI, pág 255: «Pero lo curioso es que en esta materia tal vez podría introducirse un articulito llamado acento sintáctico, que no está anotado en los autores.

«Voy a apuntar ciertos influjos que posee el tono o acento de las frases para modificar el sentido que tendrían ellas si se pronunciaran de modo llano y ordinario; y para eso pondré algunos ejemplos.

«Al decir «más bonito» sin levantar la voz, la frase denota simplemente comparación; pero si decimos «un sombrero más bonito», elevando el tono sobre la última palabra, significa superlativo o equivalente a «muy». Es uso antioqueño y puede provenir de lo que se observa en el primer capítulo del Quijote, en la frase «vellorí de lo más fino», o finísimo. «Dialogando con un niño dice él: «La misa duró media hora y veinte minutos»; le respondemos: «¿Es decir, que duró casi una hora?»; y él replica: «Sí». Entonces le

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decimos «no», pero haciendo sonar la o como si fueran dos, la una más fuerte que la otra: noo. De esta manera rectificamos y tácitamente decimos al muchacho que no sea embustero, «El indefinido «uno», «una», seguido de un nombre, encarece cuando este nombre se pronuncia más alto que el indefinido, como al decir: «Me dio una cólera, está haciendo un viento». Entonces, si cólera y viento se pronuncian subiendo la voz, equivale a superlativo, o a la idea de que esas cosas son muy grandes.

«La expresión «anda» puede ser imperativo anticuado de andar, equivalente a «quita allá», o «déjate de eso». Ocurre en nuestra tierra en sentido de rectificación, v.gr. cuando al hablar de un avaro se refiere que no quiso contribuir para alguna obra. Entonces si aquel imperativo se pronuncia con acento ondulante, es tanto como decir: «Quita, ¿qué iba a contribuir?».

«Pedro se acerca a Juan para ofrécele paraguas, queJuan desecha. Entonces el primero dice «está lloviendo», pero si afirma la voz sobre lloviendo, de cierta manera, entonces las dos palabras equivalen a un razonamiento y a una censura, como si se dijera: «Reciba el paraguas, no sea usted porfiado». Sobre esto dice Martínez Amador en su Dicc. Gram.: «El acento prosódico puede también adquirir en ocasiones mayor fuerza y pasar a ser acento enfático, sobre todo cuando con un pronombre o con una interjección se expresa toda una oración elíptica. Este acento enfático parece como que duplica la vocal, por ejemplo, cuando en respuesta a «¿quién lo ha dicho?, contestamos «¡él, hombre, él!» (éel), o cuando al oír decir «ya ha llegado», preguntamos con asombro «¿ya?», o a una pregunta que nos parece absurda respondemos «¡no!» (nóo)».

ACENTO PROSÓDICO «El acento prosódico, que «se ha de considerar como uno de los resortes más seguros e importantes del arte de hablar con elegancia y belleza» (Academia), proviene 989


directamente del acento latino en la mayoría de los casos. Las palabras latinas tenían, como regla sin excepción, el acento en la penúltima sílaba, si ésta era larga, y en la antepenúltima si la penúltima era breve... = Las vacilaciones del acento prosódico son harto raras en castellano...; y esta fijeza del acento permite distinguir palabras iguales que sólo por él se diferencian: cántara, cantara y cantará; ... Las faltas de acentuación en labios españoles son rarísimas y arguyen casi siempre ignorancia suma (cf. las pronunciaciones aragonesas hígado, pájaro, medico (Martínez Amador, Dicc.).

«Amigó, hijó, hombré, niñá. = Con la venia de ustedes indicaré - que así en Costa Rica como en Antioquia suele decirse amigó, hijó, hombré, niñá, en forma aguda. Que puede provenir de cierto acento del teatro antiguo. «El Sueño Internacional», Tomo III, pág. 213. = Por influencia tal vez del teatro antiguo, en cuyos diálogos solía hacerse agudo el acento de ciertas partículas y otros vocablos» (Suárez, «El Sueño de la Educación», Tomo VI, pág. 174).

Y el Señor Cuervo en el N° 111 de sus Apuntaciones, dice:

«Conforme al uso corriente popular y literario en España como en América, se pronuncia dígale, díjones, pongámonos; en poetas españoles antiguos y modernos, se encuentra de cuando en cuando dudoló, holguemenós, reforzando notablemente el acento secundario final. Esta práctica, reprobada por la Academia, es comunísima en la República Argentina; en Bogotá está reducida a vamonós».- En Antioquia se observa, sobre todo, en vamonós y valgamé:

«Camina, hombre, vamonós, que ésta hasta a mí me va a enrojar» - («El Padre Casafús», 3°, 1.265).

«¡Valgamé! Antós está de muerte» («Entrañas de niño», 3°, 1.188).

De los diversos grados de intensidad en el acento de las palabras podemos dar este ejemplo: 990


«Mejor hubiera sido que ésa maldita zarcucia se hubiera largado» («Hace tiempos», II, 6°, 904).

«Es muy común en Antioquia acentuar toda-vía (todavía) y separar en la pronunciación esta palabra en dos» (Emiliano Isaza, Gram. de la Lengua Cast.).

El pueblo no pronuncia la conjunción sino en una sola palabra sino en dos: «Cuando a la pobrecita le dieron esos ataques, no fue ella la del pereque si no la señorita Etelvina» («Ligia Cruz», 4°, 1.392).

En la entonación corriente del paisa no es claramente interrogativo cómo no, sino más bien afirmativo, como se ve en este ejemplo tomado de «El Zarco», cap. 6°, pág. 1.483: «¿No es cierto que sí? = - Cómo no, mi Zarquito».

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FRASES INTERROGATIVAS Y EXCLAMATIVAS DE VOCATIVO

El encarecimiento, tan notorio en el habla antioqueña, se hace visible también en el uso de frases interrogativas y exclamativas de vocativo, ciertamente muy clásicas («... y yo digo del que cuando comienza a enhilar sentencias y a dar consejos, no sólo puede tomar un pulpito en las manos, sino dos en cada dedo, y andarse por esas plazas a ¿qué quieres, boca?». Quijote, Part. II, cap. XXII), al modo de los ejemplos siguientes:

«Con un cuarto de totuma, que es cucharón del montañero, va sirviendo una zamba, la frisolada; y otra, con el tenedor de Adán y Eva, va poniendo encima de lo servido el trozo de guagua, el tocino y ése, tembloroso, de la colada, cuajada como natilla. Y... ¡dientes blancos de negros! ¿Para qué os quiero? («La Marquesade Yolombó», 10°, 497).

«Luego viene el cuarto de panela, y... ¡para qué os quiero, dientes afilados! («Hace tiempos», II, 5°, 884).

«Y atisbaba todo disfraz rojo, pero ni rastro de Mefisto. = ¡Y aquí te quiero ver, escopeta!» («Frutos de mi tierra» XVII, 119). Es esta una locución española, que se ve en el Diccionario oficial, pero tiene el valor de las frases que comentamos.

«Cambronadas aprendidas del taita, no os quedéis adentro» («La Marquesa de Yolombó», 18°, 577).

«Y esto diciendo, saca del morral hasta una libra de tocino muy bien cocido y dos pezuñas de cerdo mejor sudadas. ¡Y a partir tocan, machete afilado!» («Hace tiempos», II, 5°, 893).

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«... y por más que el triunfo de su causa no fuera para ella ni sospechoso, embriagóse con tan hermosa realidad, y... ¿dineros, para qué os quiero? Se la hizo de cohetes: tres docenas mandó a comprar...» («El Padre Casafús», 1 277).

«Hasta siete mineros zurrunguean tiples y alazanas, y... ¿para qué os queremos, voces requintadas, en dos bandos?» («Ligia Cruz», 4°, 1.398).

«En este mes no yace ocioso al pie de la Carmela, «el esquiloncito de Las Animas». ¿Para qué os quiero, metal sonoro y badajillo lastimoso? Desde las diez de la noche, llueva que truene, ya está mano Higinio tilín tilín en cada puerta» («El Zarco», 6°, 1.485).

«Recorre los tendidos de cachivaches, y... ¿plata, para qué os quiero?» («Campesinos», 1.774). “Filomena que tal oye, sale, atraviesa la calle, se acerca a una de las ventanas de las Palmas, y... ¿para qué te quiero, boca!» («Frutos de mi tierra», III, 53).

«Ramón se pone el flux a cuero limpio, y un pañuelo en ei pescuezo. ¡Lanza tus dardos de sesguerete, sol piadoso, sobre esas galas que te tienden!» («Vagabundos», 1.742). «Al atarceder son los esparcimientos con Severiana, y luego el rosario ante la Niña, la cena, y... ¡al descanso, cuerpos fatigados!»-(«Tranquilidad filosófica», 1.612).

«Toma la copa, echa en redondo una mirada tribunaria, mira a los novios ciceronianamente, carraspea un poco, y... ¡tente, piquito de oro!» («Frutos de mi tierra», XXIX, 204).

«Los dos (vientos) se encuentran, y... ¡ténganse piedras! Arboledas, rastrojos y sembrados, enredaderas, bejucos y colgajos, se alborotan, se vuelven al revés, en tremebundo zarandeo...» («Frutos de mi tierra», XXVI, 163).

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Tratándose de destruir unos libros y sacar los fotograbados, dice Carrasquilla en «Entrañas de niño», cap. 8°, pág. 1.216: «Lucía y Cecilia de antojan también; pero hay para todos. Traen tijeras, corro yo por las de Vira... y para qué'os quiero, aceros afilados».

FRASES PONDERATIVAS En la tendencia ponderativa del habla antioqueña no podía faltar la frecuencia de las frases que para ese fin ofrece el castellano, mediante la repetición de voces -como sucede en el hebreo y el árabe-, o bien mediante la combinación de sufijos, contraposición de significados o asociación de expresiones correlativas. En estas frases, a veces juego de palabras, las más de sentido francamente adverbial, se utilizan adverbios, preposiciones, conjunciones, gerundios, complementos y proposiciones adverbiales. Vayan algunos ejemplos:

«...agache a un lado, repeche al otro, me adiestro en el valero» («Hace tiempos», II, 1°, 821).

«Haciendo el don Juan, ahora por lo zambo, ahora por lo blanco, cuándo con solteras, cuándo con casadas, y armándole siempre el tiro a toda viuda muchachona, vivió hasta los setenta y siete» («La Marquesa de Yolombó», 3°, 411).

Alegato, aquí, pitazo allá, ahora con dos, ahora con ocho, la gazapera se prende» («Grandeza», 6°, 345).

«... ella se saca la carrera hasta el cogote, y alisa que más alisa, se saca las criznejas y las remata con cintajos» («Tranquilidad filosófica», 1.612).

«Un right-tang se oye; y, a lo largo, a lo corto, de sesguerete, de traverís, marchan y marchan las parejas» («Ligia Cruz», 32,1.367). 994


«Y héteme a mano Eloy, alpargatín alpargateando por las tres casas» («Hace tiempos», I, 6°, 721).

«...dale ella al paraguas de sus faldas meneo delicioso, alzando aquí la exterior, bajándola allá, en travieso señorío...» («El Zarco», 7°, 1.497).

«Andando, andando, triquitraque allá, triquitraque aquí, sopla él en el flautín, rasga Marto y todos cantamos» («Hace tiempos», III, 6°, 1.057).

«Apesta que más apesta, invades la casa de panaderas y dulceras» («Hace tiempos», I, 3°, 679).

«Dolores, la hija, junto a las piedras hace a dos manos, aprieta que aprieta, pelotas de una mezcla de cacao y de maíz, que acaba de moler» («Palonegro», 1.633).

«Martín se riega, arrastra que arrastrarás el ala, ágil y vibradora» («La Marquesa de Yolombó», 17°, 568).

«... arrea que más arrea las palmas agrupadas y las dispersas...«(«Rogelio», 1.520).

«Atisba que atisbarás, se cuela a casa de don Pedro por la entrada lateral» («La Marquesa de Yolombó», 6°, 452).

«Yo, atisba que más atisba; Teodoro, raspa que rasparás el instrumentillo» («Hace tiempos», II, 2°, 838).

«Regando tricófero, despidiendo lumbres, atusa que atusarás el bozo» («Frutos de mi tierra», V, 50).

«Un esquilón tañe y retañe: llama al rosario. Nos levantamos. Minos está patiabierto en medio patio, badajo, badajo viene» («Hace tiempos», II, 1°,829). 995


«Beso va y beso viene sobre ese anillo, y mano va y mano viene con los curas y gentes del acompañamiento» («Hace tiempos», III, 5°, 1.036). «Israel les mide puño y el Tocayo les saca tamaña lengua bizquea que bisquea» («Hace tiempos», 1,10°, 811).

«Bobeo va, bobeo viene, llegamos a la casa» («Hace tiempos, III, 5°).

«Por no macular aquel calzado, se monta en los zuecos, así sea en verano; toma el bordón, y.., bordín bordoneando, trasiega por todas partes, seguida siempre de «Ayacucho» («La Marquesa de Yolombó», 27°, 647).

«Brochazo aquí, pincelada allá, ahora un golpe, luego un retoque, al fin le resulta ahí un mamarracho cualquiera» (Elogio de la viuda sabia», 1.599).

«Mientras sirven aquella sopa vivificante caña va y caña viene» («La Marquesa de Yolombó», 6°, 461).

«...siempre salía el Sevillano, capín, capeando, suerte aquí, suerte allá» («La Marquesa de Yolombó», 3°, 411).

«Cavila que más cavilarás, atiza el fogón, se sofoca, sopla con un cuero y bate el fondo de lejía» («El Zarco», 4°, 1.426).

«Sale como un rehilete, contoneo va, contoneo viene» («Hace tiempos», I, 5°, 710).

«Como los cinco están en fondos, copa va, copa viene» («Estudiantes», 1.711).

«Al momento las dos en la puerta, cortesía va y cortesía viene» (Epistolario), 2.102).

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«Cogía un palo de escoba, un recorte de pañete y unas hilachas; y cose por aquí, rellena por allá, me hace unos caballos de ojo blanco y larga crin, con todo y riendas..» («Simón el mago», 1.666). «Enhebran con pita una aguja de enjalmar, y costurón aquí, costurón allá, pegan con los botines a los pantalones, les hinchan con paja, viruta y hojarasca» («La horca», 1.747).

«Y las señoritas Valderramas, tiraron calle abajo, reventándose de risa, chancletín chancleteando» («El Padre Casafús»,6°,1.277).

«Parodiando e improvisando continúa, chisguete a un lado, chisguete al otro: = - Yo tenía dos guaricongos / Zampados en la quebrada...» («Hace tiempos», II, 10°, 960),

«Estoy dale que dale a las prédicas» («El Padre Casafús», 3°, 1.263).

«Y la conversación dale que le darás sobre el futuro acontecimiento, parece inagotable» («Frutos de mi tierra», IX, 72).

«Papacito, que se rasca de aquí para allá, puja que pujarás, abre tamaños ojos» («Entrañas de niño», 3°, 1.180).

«De novia en novia, brinquito aquí, escarceo allá, al fin se fija en Clara Espinel» («Grandeza», 5°, 303).

«Derrame aquí, derrame allá, botadura de un lado, botadura del otro, baile va, meneo viene, lo craso se va eliminando, lo delgado se va quedando» («La Marquesa de Yolombó», 1°, 390).

«Es tal que se divierte con Celedonio y otros granujas que andan por la vecindad tiznados o enmascarados, embroma que más embroma, tañe que tañerás, entre unos «Me conocen? más agudos que sus pitos» («Grandeza», 6°, 346). 997


«... unas rojas, otras lívidas, todas trémulas, lo envuelven, lo arrollan, y empellón va, pellizco viene, lo echan a la calle» («Frutos de mi tierra», IV, 41). «Despeinadas y flechudas se andaban por todas partes las gallinas, escarba que más escarba, comadreando si Dios tenía qué» («Dimitas Arias», 5°, 1.323).

«Ambas se encantan al ver a José Electo enrolado entre las muchachas de la cantarilla, florea que florea y apunta que apuntarás» («Titanes», 1.740).

«Y flores tras flores, tropiezo aquí y tropiezo allá, ensartó y expuso su prospecto o lo que fuese» («Superhombre»,1553).

«Era de ver a Taita Moreno, hecho un brazo de mar, con ese guión, que él manejaba a estilo medio taurino, medio banderizo, giro de un lado, giro del otro, repecho adelante, repecho atrás...» («La Marquesa de Yolombó», 5°, 429).

«Taita Moreno goza que eso es gozar» («La Marquesa de Yolombó», 8°, 476).

«Si el rionegreño lo entiende, no le va en zaga la tambograndeña. Dan el giro inicial: principia él con paso sencillo: mas luego lo complica en hábiles floreos; describe ella sus vueltas, a veces serena, a veces rauda, modesta a la vez que salerosa; él la persigue; ella le huye; él zapatea musical, hacia adelante, hacia atrás, de sesguerete, de travesía;...» («El Zarco», 7°, 1.497).

«Hombro arriba, hombro abajo; pandeo va, pandeo viene, bailo y canto divinamente, ciñendo el talle cerrero de Teopiste» («Hace tiempos», III, 6°, 1.058).

«Entre pizarra y catón, entre papel y citolegia, se fueron endilgando aquellos cursos, y hoy deletreo, mañana junto sílabas; ora palotes, ya signos, día llegó en que Dimas era ya hombre de escribir...» («Dimitas Arias», 3°, 1.314).

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«...y desde la calle de Fraguas hasta la quebrada del Sapero descendemos en lid, jarretazo aquí, caída acullá, para trepar jadeantes y tornar a la lucha» («Hace tiempos», III, 8°, 1.083).

«Se postra en la cama, lágrima va y moco viene: ay, ay, Petroncita!».

«Mas, quién contuvo los locos? Loquín loqueando, cuando Rubén parecía un conjunto, del puro pánico, vino aquella alza taumatúrgica, aquel vuelo de José de Cupertino» («Grandeza», 4°, 277).

«Aquellas eran las carreras de San Juan manga abajo y manga arriba, de travesía o a la redonda, bajo la gloria del sol o el limbo del nublado; yo, caballero en mi palo; él alborotado, brinco atrás, brinco adelante» («Hace tiempos», I, 2°, 661).

«Tienen hijos, pero viven mátame que te mataré, porque ella es muy celosa y se la juega hasta con la sombra» («La Marquesa de Yolombó», 20°, 594).

«A ciertas horas se ve a doña Bárbara en su bufete moja que moja la pluma alba, mueca va, ladeo viene, ante las nuestras nuevas» («La Marquesa de Yolombó», 8°, 483).

«Para todos hay. = - Tanté, compadrito -contesta la vieja-, qu'entualito nos comimos el frijol. Mi Dios se lo pague. = - Ah, pues si no le cabe lo guardan... = Y muela va y diente viene» («Hace tiempos»).

«... se andaba la puérpera muy campante en la cocina, muele que molerás los cotidianos maíces» («El hijo de la dicha», 1.591). «Y de cuclillas, pandeo aquí, pandeo allá, cruzadas las manos por debajo de las rodillas, sapean a lo largo, a lo curvado, para atrás, de sesguerete, mismamente que unos renacuajos» («Candelaria», 1.920).

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«Pero lo que es plata para la iglesia y para órgano y santos y ornamentos, se la inventan esos profanos, parrandín parrandeando, Diciembre por Diciembre» («Grandeza», 4°, 277)

«Paseo va y cortesía viene; dengue aquí, dengue acullá» («La Marquesa de Yolombó», 10°, 498).

«Esta cae al suelo patatín patatús, aquella se dispara, y, dando grandes voces, empuja la puerta» («Frutos de mi tierra», II, 20).

«Cuando lo veían patojín patojeando, con las niguas en el oscuro» («Frutos de mi tierra», II, 13).

«Y cuando va a partir la prueba, salen a la vez cuatro mendigos, pide que pide» («El gran premio», 1.627).

«Y héteme plato en banco, arepa en mano, engulle que más engulle, entre toda la peonería» («Hace tiempos», II, 5° 893).

«Solevantada por el arrebato, corre a espejo, y, pompón aquí, brocha allí, empolva y tapa los estragos del berrinche» («Grandeza», 2°, 234).

«Siga, pues, poncho aquí, poncho allá» (Epistolario, 2.179).

«Llama a la Daza, una india de Oriente, le hace poner la silleta, monta a su comadre y, a pasito de perro, la acompaña hasta Los Guamos, pregunta va, pregunta viene» («La Marquesa de Yolombó», 4°, 425).

«Trabaja, puja que puja, sorbe que sorbe» («Hace tiempos», 1,3°, 689).

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«Tocayo vuela que ni cohete y alcanza al agresor. Puño va, coca viene, el malaentraña retrocede, hacia la plaza; la tierra brota muchachos y va de rechifla» («Hace tiempos», 1,10°, 796).

«Los fiadores se ofrecen, y, quieras que no, pulla aquí, palabra allá, tienen de firmar la paz y de tragarse el mutuo encono» («Hace tiempos», II, 8°, 935).

«Quito aquí, pongo allá, logro igualarlos» («El Zarco», 1°, 1.407).

«Resorte aquí, resorte allá, levanto de un lado, agacho de otro, compone aquello en un periquete» («Mirra», 1.607).

«Mas si el uno aterra, el otro encanta. Zapato con hebilla, media blanca, calzón rodillero, casaquilla ajustada y sombrero currutaco; rompe que romperás paño fino, y botón por aquí y ribetín por allá» («La Marquesa de Yolombó», 20° 595).

«Los varones, saliva va, saliva viene, retuercen su cabuya en la pierna» («Ave, oh vulgo!»).

«Señala, que señala, tartamudeo ahora, ahora pujido, cuándo desempate, cuándo trastrueque, pasando y repasando palabra por palabra, no cesa hasta que saca en limpio y patente, a fuerza de entenderlo, el trozo que se propone» («La Marquesa de Yolombó», 8°, 483).

«Y soba por aquí y estriega por allá, ahora en el uno, ahora en otro, cumplimos la hidalga tarea de acicalar la piel y las crines de los cinco bucéfalos» («Hace tiempos», II, 2°, 845).

«...pasó todo el día soba que soba y dale que más dale, a la tiza y a la gamuza» («Frutos de mi tierra», IV, 38).

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«Suda que suda, puja que pujarás, consiguen plantarlo en el aposento de la Marquesa» («La Marquesa de Yolombó», 16°, 561).

«...tomaba mi padre un esquilón, remanente de la capilla, y, tilín, tilín afuera; tilín, tilín adentro, llamaba a todo el mundo» («Entrañas de niño», 3°, 1.185).

«Trago va, botella viene, no se quita de las ventanas el emparrandado doctor» («Grandeza», 4°, 288).

«La mano le tiembla, pero, poco a poco, tregua ahora, descanso luego, logra llegar al paso postrimero» («La Marquesa de Yolombó», 16°, 558).

«... salta a la casa, y a dos manos, empecinado, frenético, un chisguete aquí, un choque acullá, vierte, arroja, revuelve en el ollón las botellas, los líquidos, los sólidos de la gran comida» («El Padre Casafús», 10°, 1.295).

«Venga paja y venga viruta, y cuerdas a guisa de tirantes, y bastas que cojan la pretina del cachaco» («La Horca», 1.748).

«Y que sí y que no, y que esto y aquello, y aquí ato un cabo y allí lo suelto, y ahora me explico un hecho o una frase, y caigo luego en mil contradicciones y desempates, hasta que, fatigado, sudoroso y en pleno estado de encalabri-namiento, tiróse de la cama» («El Padre Casafús», 4°, 1.266). -«...juega ella con los brazos, ya en la cintura, ya colgados, cimbrante el talle, ladeando el rostro, mientras revuele etéreo el encaje de su pañuelo» («El Zarco», 7°, 1.497).

«Qué cuándo vuelve a esta tierra? Ay, hijo! Si sólo dependiera de mi gusto y voluntad, tiempo haría que estuviera zancajín, zancajiando, de Egipto a San Victorino, de San Diego al extremo en que se alza esa iglesita de Las Cruces que nos hace recordar la aldea remota y silenciosa» (Epistolario, 2.166). 1002


«En el ángulo del corredor, zancajo adelante, zancajo atrás, agache a un lado, repecho al otro, me adiestro en el valero» («Hace tiempos», II, 1 °, 821).

«Por no macular aquel calzado, se monta en los zuecos, así sea en verano; toma el bordón, y zuequín zuequeando... trasiega por todas partes» («La Marquesa de Yolombó», 27°, 647).

EXAGERACIÓN O HIPÉRBOLE Fuera del acento singular, del abuso de pues, del uso prolijo de los diminutivos y de algunas otras peculiaridades, concurre a caracterizar el habla antioqueña, como elemento principalísimo, la exageración o la hipérbole.

Naturalmente, todos los medios que posee el castellano para lo ponderativo sobresalen en el habla de Antioquia, con la sola excepción, curiosa en realidad, del superlativo orgánico, con ser el de mayor fuerza, que no es el preferido.

Los principales de estos medios, que quizá quedarían mejor calificados con el nombre de apreciativos, propuestos por Lenz, son los que siguen:

1°. Los aumentativos.

2°. Los sufijos, especialmente los postverbales en eo.

3°. Los sustantivos en isimo, como tiempísimos, añísimos, ratísimo.

4°. Los diminutivos.

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5°. La repetición de las palabras, no solo al estilo hebreo o árabe, como al decir casi casi, sino con el auxilio de otros medios, cual el de una conjunción intermedia, como en puja que puja. V. «Frases ponderativas».

6°. Complementos adverbiales ponderativos, como en la frase «calza por lo fino» o como en este ejemplo: Don Eusebio prueba una taza de café y exclama: «¡De lo mejor, Amelita! ¡De lo mejor!» («Hace tiempos», II, 3°, 860).- «De lo más bueno» («En la Diestra de Dios Padre», 1.649).

7°. Frases u oraciones de tipo superlativo o ponderativo, como las siguientes: «Muy bueno que si haiga güido d'esa alcagüetería de colegio» («Hace tiempos», II, 10°, 962).«Pondera la arepa y la masamorra de Sebastiana, que aquello es» («Hace tiempos», III, 1°, 992).- «Ejecución, forma y tamaño realizan el ideal de doña Bárbara: «Chiquito pero con gana» («La Marquesa de Yolombó», 16°, 549).-«Por cierto que nos costó un infierno de plata el tal saco-rio» («La Marquesa de Yolombó», 6°, 448).- «Ella, con el santo afecto de hermana, y el mocito, muy sí señor, cortejando la cuñada» («Ligia Cruz», 3°, 1.368).- «Pero el manto, ¡sí pues! Qué bordados y qué flores de lis, y qué cola!». (Epistolario, 2.095).- «En eso vino la tos ferina que ¡no le digo nada, Juan de la Rosa!» («El Zarco», 6°, 1.479).- «... a cual más puntoso comadre, no diga nada» (Rendón, «Inocencia», Cuentos y Novelas, Colecc. Pop. de Clásicos Maiceros).

8°. Las figuras, entre ellas, principalmente, la hipérbole. Veamos algunos ejemplos:

«¡No le voltiés a ver, ol'Eloy, que es un patojo más gallina qu'el miedo!» («Hace tiempos», 1,11°, 820).

«Le echó casi toda la quebrada de la Trinidad, desde que allá muy arriba. Por eso lo que baja es como un miao de ratón» («Hace tiempos», II, 11°, 841).

«Ojos tan grandes, tan tristes, tan pestañones, que parecen de ternera enferma» («Hace tiempos», II, 2°, 844). 1004


«Un cuartico una uña más grande que el tuyo» («Hace tiempos», II, 3°, 857).

«El día que cumpla lo que dice hay que llamarle el cura» («Hace tiempos», II, 4°, 871).

«Porque antes lavabas el agua y blanquiabas la cal» («Hace tiempos», II, 4°, 871).

«Cuando salimos de la iglesia se paró el sol para vernos» («Hace tiempos», II, 4°, 872). Hablando de los hijos: «Tan feos, señora, que tengo que esconderlos. Hasta pueden creer que no son hijos d'ese muhan» («Hace tiempos», II, 4°, 872).

«-¿Y todavía canta? = - Yo sí, señora. Pero unas canciones tan feas y tan pasadas y con esta voz que ya se me volvió un cascajero» («Hace tiempos», II, 4°, 872).

«Era más limpio que el agua y más higiénico que el jabón» («Hace tiempos», II, 4°, 870). «¡Qué recibimiento! No le sacan custodia porque está en el pueblo» («Hace tiempos», II, 4°, 870). Se trata del recibimiento a doña Tilita.

«Vean -dice el viejo-: Tila y yo hace tiempos que no cantamos juntos y a los cincuenta y tantos años no se pueden hacer muchas filigranas. Es hasta feo que se ponga a cantar un currucutú entre cucaracheros» («Hace tiempos», II, 4°, 872). «Ellos cuentan que usted diz que les da tisanas de agua bendita y les pone cataplasmas de incienso» («Hace tiempos», II, 4°, 882).

Refiriéndose a los cerdos: «Velos tan largos y tan langarutos, pero en esto les dan maíz y se ponen com'unos tambores» («Hace tiempos», II, 5°, 884).

Refiriéndose a la mujer: «Cuando la cogí sabia hasta la silla» («Hace tiempos», II, 6°, 905). 1005


Para ponderar la avaricia de la casa de don Segismundo: «Ya he oído decir que se alumbra con frutas de higuerillo ensartadas en un chuzo» («Hace tiempos», II, 6°, 907).

«Nada se les dificultaba a este par de brujos que hacían hasta miel de abejas» («Hace tiempos», II, 7°, 928).

«Don Ceferino, como toda celebridad, era atrozmente autobiográfico: yo esto, yo aquello; a mí lo uno, a mí lo otro; y del yo no lo sacaban ni con perros» («Hace tiempos», II, 8°, 931).

«Pero esto es como el cargamento de los tres reyes magos -exclama mamá-. ¿Qué son todas las cosas que traes?» («Hace tiempos», II, 9°, 939).

«Es un noviazgo kilométrico» («Hace tiempos», II, 9°, 964).

Hablando del subido: «Y chasquean las tres dentaduras de este condumio de tan poca solidez y tanto alimento. No tiene ese rubio bobalicón y albino del alfandoque, mas desafía los topacios episcopales» («Hace tiempos», II, 10°, 966).

«El que necesita hablar con don Serapio tiene que tocar con piedras de moler para que le conteste» («Hace tiempos», II, 10°, 966). «Y cuando canta con Pando chilla lo más bueno, como si fuera una chicharra entre cucarrones alborotados» («Hace tiempos», II, 11°, 983).

«...estos labriegos de tierra fría no sirven ni para sacar un perro a sus aguas menores» («Hace tiempos», III, 1°, 986).

«Empapelamos esta salita mientras una vieja ñata se persigna» («Hace tiempos», III, 1°, 994).

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Hablando de una altura: «Si algún pobre de estos se cae, hay que recogerlo con cuchara, y les cobran el muerto» («Hace tiempos», III, 1°,995).

Hablando de un roble corpulento que han derribado: «¡No se dejen comer el sebo d'este bolillo de tambora!» («Hace tiempos», III,7°, 1.065). «Ando por ahí' medio retirado, para no parecer muchachito intruso; pero comido por ver de cerca y oír a don Mariano» («Hace tiempos», III, 7°, 1.065).

«Tendrá veintidós años y aún le chorrea el agua del bautismo» («Hace tiempos», III, 7°, 1.068).

«Y se pone a hablar más delgadito que una aguja» («Hace tiempos», III, 7°, 1.071).

«Viene don Leandro con una noticia que nos desbarata. Eso es como el trueno que mata al pollo antes de salir del cascarón» («Hace tiempos», III, 8°, 1.085).

«Y ya Sebastiana dizque aprendió a cocinar con el fogón apagao». (Se refiere a su avaricia). («Hace tiempos», III, 8°, 1.090).

«Si ese hombre ha de probar, antes de casarse, que es decente y caballero, tiene que ir de bordón a la iglesia» («Salve Regina», 1.137). «Aquel ambiente lugareño, donde corrían siempre huracanes de chismes y murmuraciones» («Salve Regina»,1.138).

«El casu'es ningún picón; ¿ondi'ha visto qu'él cuente ni lo negro e l'uña!» («Entrañas de niño», 3°, 1.183).

«...es su cama una tarimilla, su colchón una badana, sus mantas la merita sábana, y esa sin que le tupan el tejido almidones obstructores, si no se asaría que ni un plátano» («Entrañas de niño», 4°, 1.189).

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«Se me volvían los dibujos de la zaraza, los santos y escapularios una chapadanza que hervía como gusanos de cosecha, que aleteaba como un avispero alborotado» («Entrañas de niño», 4°, 1.190). «El sudor se me vuelve granizo por la frente, por la nuca, por todo el cuerpo» («Entrañas de niño», 4°, 1.193).

«Aquello ha quedado como una bala incrustada en mi memoria» («Entrañas de niño», 4°, 1.194). «El caucano es todo un señor equitador, capaz de tenerse en un proyectil disparado» («Frutos de mi tierra», X, 75).

«¡Carcule carga tan manual...! ¡Ahora estos pulpitos de baúles!» («Frutos de mi tierra», XIX, 127).

«Las dos hermanas se lanzan unas miradas, como cuatro escopetas» («Frutos de mi tierra», XIX, 127). «Y venido a ver que lo que l'hicieron a su mercé, en comparación desto, es como picao e pulga» («Frutos de mi tierra», XXVI, 170).

«Es un maniático.. ¡Más necio que una disentería!» («Frutos de mi tierra», XXIX, 198). «¡El ajuar es cosa que uno necesita una semana para verlo!” («Frutos de mi tierra», XXIX, 200).

«Las Samudios se veían allí como pavos reales en corral de pollos» («Grandeza», 2°, 226).

«Ella es capaz de ponerles a estas vendedoras de modas hasta la serpiente del Paraíso; y si tiene la Sábana Santa, la empeña con todo y el cuerpo envuelto» («Grandeza», 3°, 268).

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«En lo demás has sido siempre más vulgar y ordinario que una olla de tamales» («Grandeza», 5°, 314).

«La fiera se queda más fresco que un carbonato» (Refiérese a un hombre disfrazado) («Grandeza», 6°, 345).

«Mi cuñita tiene más aleluyas que un misal» («La Marquesa de Yolombó», 2°, 397).

«Y aquel olor de la raza africana, combatido por tantas mixturas, levanta una hedentina de todos los diablos chamuscados» («Hace tiempos», I, 3°, 679).

Ante una lluvia corta: «Esto es como escupir en una candelada» - («Hace tiempos», 1,6°, 722).

«Yo lo siento desde que asoma al alto, por el olor del aguardiente» («Hace tiempos», II, 4°, 871).

«Tiene más letra menuda qui'un código» («Hace tiempos», II, 6°, 908).

Refiriéndose a un marido: «Pero eso sí: lo cuida más que a una mujer de dieta. Me parece que ninguno en la mina vive más bien alimentao: ella le da la sustancia del rey Salomón, porque... ¡ah vieja!» («Hace tiempos», II, 6°, 908). «...salió de la sacristía dando cada zancajo que se rejaban los ladrillos» («El Padre Casafús», 4°, 1.270). Dice una mujer: «¡Si no me he muerto de la injuria, es porque mi Dios me tiene para obispo!» («Ligia Cruz», 3°, 1.377).

«En la Villa le roban a uno hasta la lengua» («El Zarco», 5°, 1.436).

«Allí amanecen como una patena». (Sin un cuarto ni qué comer). («Estudiantes», 1.715).

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«Tenía tal plaga en los pies que pudría hasta los estribos» («Veinticinco reales de gusto», 1.764). «Ni vivo era, siquiera, sino un malcriado, un perverso, más pesado que un piano» («Copas» , 1.778).

«Es capaz de lamberle a un mendigo» (Epistolario, 2.075).

«Una amabilidad tan hostigosa que se puede envolver en el dedo» (Epistolario, 2.081).

«...¿sí será bien religioso y de buena conducta? = - Vea, doña Rosario. Eso es la pura conserva de brevas» («Hace tiempos», II, 4°, 882).

«Qué se te va a salir... cuando vos, si te ahogás, hay que buscarte agua arriba» («Frutos de mi tierra», XXII, 139).

«Estos marinillos y santureños patimoraos y toda esta canalla de blancuzcos y gurres, no le hacen cara ni a una gallina sarabiada» («Hace tiempos», II, 6°, 905).

«El viejo, con esa risita que tiene, le clava a uno los ojos y se los entierra hasta los hígados» («Hace tiempos», II, 6°, 905).

«Y si quiere que salga al sol y al viento, salgo, y andaregueo por ahí, aunque siga curtido como una cuyabra vieja» («La Marquesa de Yolombó», 16°, 563).

«El Zarco aquí, valga la verdad, es como un diamante en la trompa de un marrano» («El Zarco», 6°, 1.459). «Vengo de Bello más rajao que una yuca» («Vagabundos», 1.745).

«Me dio la mano como desgajando plátanos» («Grandeza», 2°, 245).

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«Para el alma árida e insensible a lo bello, lo mismo es una puesta de sol que la de un huevo» (Epistolario, 2.138). «Para el alma árida e insensible a lo bello... lo mismo es un ramo muy grande de geranios y claveles que un ño Ramón cualquiera» (Epistolario, 2.138).

«En seguida Lola, con su vozarrón de sargento, y con toda la sandunga que les aprendió a Los Tunches cuando estuvieron aquí, representó La Castañera, haciendo todos los papeles y dando cada berrido, que se espantaba el ganado y se rajaban las tapias» (Epistolario, 2.121).

«Se le han ido pegando las palabrotas de su suegro, y echa cada parrafada por esa boca que se afrentan los perejiles» («La Marquesa de Yolombó», 1 °, 386).

«No vengas a hacerte el sencillote. Tienes tú más trastienda que una adreana» («La Marquesa de Yolombó», XX, 607).

«Más necio que una disentería» («Frutos de mi tierra», II, 29°, 198).

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JUEGOS DE PALABRAS Son más frecuentes en otros pueblos, en Bogotá, por ejemplo. Apuntamos algunos encontrados en Carrasquilla:

«Sirve y escancia, ahora la chicha y la horchata, ahora la conserva y la miel, ya el casado o el soltero, ya el surtido de las cosas dulces». (Recuérdese que un casado puede ser la unión de una gelatina y una rosca de pandequeso) - («Titanes», 1.741).

«Si usté sabe onde pone la garza, yo sé onde canta el garzo»- («Hace tiempos», I, 2°, 663).

«Cuando el carriel se me pela / nada en sus antros encuentro; / si está pelado por fuera, / más pelado está por dentro» («Hace tiempos», I, 2°, 673).

«Los mineros son así: primero mártires que confesores. Nadie les adivina si pierden o ganan» («Hace tiempos», I, 5°, 707).

«Lo mismo es comer en plato de palo que en pala de plata» («Hace tiempos», I, 6°, 724). «Paciencia para aguantarle la paciencia a José Joaquín» («Hace tiempos», III, 8°, 1.088). «Lo malo no es envejecer, señor cura... = -¡Eso es lo malo!... La novedad de lo malo» («Entrañas de niño», 8°, 1.215).

«... la blanquería oyó que tenían más de cincha que de enjalma» («La Marquesa de Yolombó», 9°, 488).

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«...y en ellas la carpeta verda y la templada coleta esperando impacientes el revolar de los albures, el crujir de Las Muelas de Santa Polonia, la pintarrajeada ruleta, las hurras del afortunado, los ajos y cebollas del perdidoso» («Frutos de mi tierra», X, 73). «Y mientras más pior, mejor mi don» (Frase con la que se expresa que es mejor que se extremen las cosas para que se defina una situación) (Epistolario, 2.131).

«Cuando don Eusebio le pone azúcar a una tacita de café, dice: «Por eso me gusta que el amarguito del azúcar» («Hace tiempos», II, 3°, 856).

«Por ende... el que se cura... que pida el cura» (Epistolario, 2.157). «Esta vieja ramera debía estar en un presidio! = - No se me venga a mí con ramerías, don Sabas. Con las qui'hay en su casa hay pa tod'Orofino! Si no, pregúntele a doña Ceferina, tan encopetada y tan gamonala, onde tiene escondidos los dos ramos que le resultaron sin estar casada» («Hace tiempos», I, 10°, 787).

«He estado del viernes pacá fellcitao de parriba y de pabajo» («Epistolario», 2.088). «Esos organales los tenemos denunciados hace año y medio, y vamos a ver si les sacamos la estaca o nos estacan ellos a nosotros» (Recordar que estaca es un impuesto). («Hace tiempos», I, 7°, 752).

«Si algún empeñado empeñador acierta a comparecer en los momentos del ensueño, topara a la prendera blanda de corazón como unos algodones» («Frutos de mi tierra», XXVI, 169).

«No se quiebran sino los ricos; los pobres... ¡en pedazos vivimos! Antes nos pueden pegar como se pega loza» («Grandeza», 2°, 233).

«Usté se figura las cosas, y la figura no se la saca nadie de la cabeza. Mejor es así: lo mismo es saber una cosa que figurársela: todo es figura» («Hace tiempos», I, 5°, 713).

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«... dicen no reconocer más moral que la mata de moras» («Hace tiempos», III, 11°, 1.119).

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ELIPSIS De la elipsis, tan frecuente en los idiomas por la tendencia a la brevedad del lenguaje y porque ella es «sencillamente la manifestación de una transacción entre dos velocidades: la del pensamiento y la palabra» (V. Martínez Amador, Dicc. Gram.), transcribimos aquí algunos pocos ejemplos de las más oídas en el habla de Antioquia:

«¡Ah niño este pa ser!. (Hay la elipsis de un predicado, que sólo puede revelar el contexto del diálogo).- («Hace tiempos», I, 4°, 693).

«¡Ah, usted, misiá Trina, para triscona!» (Para ser) («Ligia Cruz», 2°, 1.355).

«Hasta plata tendrá ya Nicanorcito. = - No cosa, mana Cantalicia». (No es cosa que valga la pena).- («Hace tiempos», I, 6°, 720).

«¡Bien haces en fruncirte el pico, animal! Ya se ve: ¿Vos qué?... Para vos lo mismo es, con tal que les lambas» (¿A vos qué se te da?)- («Frutos de mi tierra», I, 6).

«¿Y tuvo cara de largarse hasta allá, acabando de llegar? = - ...Y eso hasta aquí, no más. Por si por la manga nos bajamos y por ai se bajó Nicanorcito». (Es esta una frase o locución de empleo constante en América, en la que se calla el adverbio lejos, y vale muy cerca).- («Hace tiempos», I, 6°, 736).

«¿No es cierto que sí, Leo?» (Se calle el verbo es) («Grandeza», 6°, 331).

«Por las Mercedes será la cosecha». (Por los días de la fiesta de Nuestra Señora de Las Mercedes)- («El Zarco», 4°, 1.428).

«¡Es que vos sos tan pasada! No te he visto bonita sino en el baile...» (Tan pasada de moda)- («Hace tiempos», II, 9°, 944). 1015


«Ah dicha pa estas niñas qu'están figurando desdi'ahora! ¡A uno que le tocó tan simple!» (Un tiempo tan simple) -(«Hace tiempos», III, 6°, 1.063).

«¡Descanse un ratico de tanto trajín, y consuele a este hombre, que está entregao!... (A la pena) - («Ligia Cruz», 4°, 1.386).

«Aquí en esta casa están en la lata: no tienen ni caballo, ni mula, ni vaca tan siquiera; no tienen ni espejos grandes ni tapetes, como en casa. = - Bueno; que no tengamos. ¿Vos qué con eso?» (¿Vos que tenes que ver con eso?) -(«Hace tiempos», 1,1°,662).

«Con decile que me vide en las delgaitas pa que no jalaran con yo pa las galernas de nuestr'Amo el Rey» (Basta con decirle) - («La Marquesa de Yolombó», 7°, 464).

«Pero a la paz de los Alzates no le faltaban gestos, cuándo de mofa, cuándo de furor, ni miradas envenenadoras, ni puños medidos, ni quitadas de acera con empujones a la calle. Las Palmas, como si tal cosa; pero temblando por dentro». (Vivían como si tal cosa no sucediera) - («Frutos de mi tierra», VI, 34).

«Tenía venta, estanquillo o cosa así» (Una cosa así semejante) - («Hace tiempos», 1,1°, 652).

«¡No elevante, mama! Ai compartieron los negros y a yo me dieron sin velar...» (No alevante cosas falsas).- («La Marquesa de Yolombó», 14°, 531).

«Ya caía por qué era visita». (Ya caía en la cuenta).- («La Marquesa de Yolombó», 4°, 424).

«¡Pues cuenta, pues!. (Con que puede suceder una cosa molesta o grave, prevista o imprevista).- («Frutos de mi tierra», Vil, 56).

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COMPUESTOS La lengua castellana es pobre en compuestos, dice el Padre Félix Restrepo en su muy interesante obra «Diseño de Semántica General - El alma de las palabras». Pero, como él mismo agrega, el castellano del vulgo es menos in- flexible. Y es lo que se observa en la obra de Carrasquilla, que es habla del pueblo. Es de advertir que los compuestos vulgares, en buena parte, tienen una existencia muy ocasional, muy efímera, y que sólo permanece un número no muy grande de ellos, entre los cuales, principalmente, los formados de verbo y nombre y de sustantivo y adjetivo.

Veamos algunos ejemplos de compuestos: Aguanegra Alejandroempuña Arrancapapas Bigotipintado Barbadindio Boquicerrao Boquilimpio Braciabierto Cabecipelóon Calzonsingente Cubrecabeza Cueriduro Cuzumbosolo Dientipodrido Espantapájaros Fundilliroto Granerodespensa Indioviejo Irásynovolverás Lambeladrillos Lenguilargo Levantatechos Levantatestimonios Limpiapiedra

Página 1429 294 1,448 41 1.439 1.113 592 1.268 1.638 649 1.427 1.775 753 1.075 1.508 1.642 808 1.445 1.666 796 1.408 1.597 952 667

Cargaleña Caremuñeca Carisoplado Cielorraso Cientoenvara cincodeabril cojincojeando comebofes Cómodadespensa Correquetealcanza Muchachochiquito Panzadeburro Patasagrias Patiabierto Patidulce Patimorado Patiojardín Pintapuertas Poquitacosa Portabuque Quemaleña Quitaveniales Rajaleña Recogeleña 1017

Página 801 1.498 1.319 948 1.609 1.648 1.142 1.008 842 841 742 1.558 1.398 1.660 941 1.448 912 1.555 1.585 199 1.720 1.047 690 1.014


Llevacuentos Maestroescuela Malaentraña Malalengua Malcomido Manguiancho Malcomido Manguiancho Mediacalabaza Metemonos Métomentodo Mojabobos Tierrafría Tomatragos Urdeachaques Ventitantas

666 1.314 1.666 533 1.429 879 1.429 879 1.405 952 828 1.726 1.446 936 1.252 1.411

Robagallinas Robavacas Rompemadera Rostriplácido Sangriligero Sangripesao Sangriligero Semanasanto Taquetaque Tarimacama Tientagallinas Vendeaguardiente Vendecomidas Vendepresas (carnicero) Verdelora

En ciento de estos compuestos encontramos lo siguiente: 1 °. Que son despectivos, en su mayoría....................65% 2°. Que significan cualidades personales, un ........... 9% 3°. Que significan propiedades animales, un .......... 1% 4°. Que tiene sentido adverbial, un .......................... 1 % 5°. Que con otros sentidos u objetos, entre los cuales el de ser nombres de plantas, se encuentra un ........ 24% En cuanto a su composición, se pueden distribuir así: Formados de sustantivo y adjetivo, un ...................... 36% Formados de adjetivo y sustantivo, un ...................... 9% Formados de verbo y sustantivo, un ........................ 27% Formados de dos sustantivos, un .............................. 10% Formados de adverbio y adjetivo, un......................... 1 % Formados de dos adverbios, un.................................. 1 % Formados de dos verbos, un .................................... 1 % Formados por una frase, un ....................................... 15% 1018

668 1.462 1.095 1.719 1.056 1.673 1.055 1.597 916 870 1.667 700 1.516 1.577 1.489


ALGUNAS OBSERVACIONES SOBRE EL HABLA DE ANTIOQUIA Nuestro castellano en Colombia tiene particularidades de importancia. Hay que leerlas en la literatura costumbrista y advertirlas, sobre todo, en el habla de las diversas provincias, como la cundinamarquesa, la tolimense, la san-tandereana, la vallecaucana, la costeña, la nariñense. Si alguno se empeñase en recogerlas y comentarlas haría trabajo largo. En Antioquia las hay en número apreciable, semejantes, por ejemplo, a la frase de advertencia al frente vive Loaiza; a la humillante y minorativa está de botar en dos tusas, que extrema la degradación a que suelen llegar personas y cosas, originada en el medio de que se valían las mamás de campos y poblados para quitar de los pisos las deyecciones que en ellos dejaban los pequeños; la expresión está de pelar, con la que quien recibe un regalo halagador refuerza su gusto o agradecimiento; a la del labriego que, al atardecer, dice ya es hora de largar trabajo o simplemente de largar; o a la del niño que, ante una navaja pequeña, exclama ¡qué migaja de navajita! Leyendo las páginas de Carrasquilla encuentra uno muchas de vieja raigambre española que lo detienen, de las cuales puede ser muestra, fuera de las que agrupamos en el tomo 2° de estas notas, la exclamativa ¡y ver uno!, siempre sin la preposición a, en la que el verbo ver toma las más de las veces un sesgo de amargura o decepción («Ella tiene finca en la Sabana... ¡y ver uno!» - «Epistolario», 2.104); o bien las siguientes, en las que el neutro ello, deponiendo su oficio reproductivo, pasa a adquirir sentido adverbial: «Esta vidurria es ello más bien algo fregado» («Epistolario», 2.118). «Ello siempre está algo necio» («Frutos de mi tierra», 28°, 185). Su valor de ciertamente, en efecto, resalta con claridad. (V. Bello, «Gramática de la Lengua Castellana», No 972).

Y si miramos las frases clasificadas encontramos modismos numerosos, como hacer pistola (que vale echar higos), ni cinco riesgos (que expresa sin posibilidad), correrse unos vidrios (que equivale a tomarse unas copas); frases hechas, cuales no hay tal fergus (no hay tal recurso) y calcular el revuelto (calcular los medios disponibles); proverbios, como animal que se deja en el rastrojo se lo comen los gusanos; sentencias, cual mientras más pior, mejor, mi don (a grandes males grandes remedios); 1019


adagios, como el mejor pagador es el fiador y la cáscara guarda el palo; y refranes, como hijo de tigre sale pintado, las negras en la cocina y las blancas en la tarima y yo me llamo Juan Orozco: cuando como no conozco.

Son muchísimos los vocablos que han sufrido variaciones semánticas, tanto del punto de vista de lo genérico por sinonimia, como de lo concreto por paronimia. Y esas alteraciones se han hecho, según la terminología de los tratadistas, por determinación, generalización, sentido figurado y categoría lingüística. Así, encontramos, por determinación o sinécdoque restrictiva, la palabra corte, que de su amplia significación se muda a ser para el campesino de Antioquia el sitio del rastrojo o monte donde trabaja diariamente; por generalización, el vocablo mugre que, hasta cambiando el género, vale persona despreciable u objeto desacreditado e inútil; por sentido figurado, términos como californias (lejanías), algo (refrigerio) y caballo (valla para remansar un río en la explotación del oro), ejemplos de sinécdoque, metonimia y metáfora; y por categoría lingüistica, el nombre aguadeño, cuando representa el sombrero fabricado en Aguadas, población de Caldas.

Ahora: quien recorra los campos y las aldeas encontrará incontables coplas de estimación semántica y folclórica en todos los órdenes de la espiritualidad sencilla y del sentimiento, como ésta del trotamundos católico:

«Dicen que yo soy el diablo, yo no soy el diablo, no, yo me confesé en Amalfi y oí misa en Yolombó».

O ésta de malaventura:

«Virgen de la Candelaria, La patronade la Villa, se acabó la nochebuena (1) 1020


y no probé la natilla».

(1) manjares navideños

O esta descriptiva

«Cuando mi padre era arriero tenía sombrero castor, ahora que es sacristán

anda con la tusta al sol».

O ésta romántica: «Si la piedra con ser piedra al golpe del eslabón brota lágrimas de fuego ¡que será mi corazón!». (A.J. Restrepo, El Cancionero de Antioquia, págs. 124,120,131,130).

Indiscutiblemente Colombia es uno de los países de la América Española que ha conservado mejor el castellano, y, entre sus Departamentos, Antioquia, al igual de otros, así en su cultura originaria, como en la abundancia del léxico, lo que ha sido reconocido por quienes se han ocupado de estos estudios.

Y llama la atención que esto hubiera sucedido así, porque fue grande el retiro y la sencillez de sus primeros pobladores en dilatado tiempo, con la consiguiente despreocupación y falta de cultivo del idioma. Es verdaderamente prodigioso que los más nobles y brillantes caracteres de éste no se hubieran perdido en tan riguroso enceldamiento, durante el cual hubo muy pocas facilidades par el desarrollo semántico y para el aumento del caudal de voces.

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Más, pese a circunstancias tan poco propicias y respetando aquellos caracteres, en el decurso de los años empezaron a producirse en el habla de la Montaña cambios manifiestos, que tuvieron causas inmediatas y alejadas.

Como las primeras pueden señalarse el hogar, la religión y la pobreza, con todas sus relaciones, tales la casa, la familia, el pueblo, la moral, el dinero, el campo, los cultivos, la mina, la migración, el empeño, el valor, el ansia.

Si nos atenemos a los elementos propios de nuestra lengua, podemos decir que se presentaron algunas peculiaridades, así: en sonidos, solamente el cambio de la II por una y más fuerte que en las otras comarcas nacionales; en vocablos, algunos propios, como güinche; en desinencias, el superlativo y el diminutivo abundantes y en todas sus formas posibles; en figuras de dicción, constante empleo de prótesis, epéntesis, aféresis, síncope, apócope, contracción y metátesis; en sintaxis, el uso de elipsis, silepsis y pleonasmos; en modismos y frases hechas, un número no despreciable, como el de que dan idea los pocos recogidos en uno de estos volúmenes.

En cuanto a las segundas, debemos referirnos a los afluentes de ésos cambios, cardinalmente al americanismo indígena (gulungo, pastorejo, chiliproso), al comarcano o criollo (finca raíz), al procedente de la Península (mozo de fundamento), al haber idiomático general y al neologismo nacido en la Montaña (amagamiento, persuadido (vanidoso), (caneca), todo esto resultado de una nueva vida. No hay que olvidar, como lo recuerda Menéndez y Pidal, que los tres pueblos más influyentes en los americanismos fueron los caribes del Mar de las Antillas, los aztecas y los incas. Muy ampliamente son conocidos los numerosos quechuismos que circulan en nuestro castellano, así como los varios verbos, sustantivos, adjetivos y frases que nos llegaron de las Antillas y México, Por Venezuela deambulan muchos de estos americanismos, según lo apuntan sus comentadores, como Calcaño. En Costa Rica, Honduras, Guatemala y Cuba, escribe el Señor Suárez en «El Sueño de la Armonía Boliviana», Tomo 2°, pág. 113, hay mucha analogía de locuciones, especialmente con el habla de Antioquia, según los vocabularios de Gagini, Membreño, Pichardo y Batres. Y, atendiendo a lo de España, observa el mis 1022


mo Señor Suárez («El Sueño del Ferrocarril», tomo 2°, págs. 94, 95 y 96), en los Cuentos Populares de Trueba se encuentran vocablos como las mañanas por trago matutino, ajá en sentido de objeción, ahupa por upa, gracia por nombre, cócora por cosa o persona importuna, condenado (adjetivo penal), horita, mañanita y frases antioqueñas, cuales mejorando lo presente, pare de contar, mozo de fundamento y otras más.

Los quechuismos que tienen vida en nuestro lenguaje son bastantes, como puede uno comprobarlo con los estudios hechos por investigadores colombianos, tal el doctor Leonardo Tascón en su obra sobre provincialismos del Valle del Cauca. Por las dos comarcas antioqueñas transitan muchos, como paico, pita, chupachupa, guasca, chilca, capio, chócolo, mote, sarazo, motoso, pucha, cata, chácara.

De México nos llegó una cantidad grande de palabras, tales chagúalo, aguacate, chapola, tamal, filote, jiquera, chiripa, chocolate, asoleo, y con esa misma nación y tal vez más son Tabasco nos son comunes verbos deponentes, como apurar, rascar, arrestar y cargar, y bastantes frases, de las que anota el Señor Suárez las siguientes en «El Sueño de las Comas», tomo 10°, 301, en «El Sueño del Ferrocarril», tomo 2°, 94 y en «El Sueño del Padre Nilo», tomo 12°, 414, tomadas de la preciosa obra los Cuentos de Trueba, en cuyas páginas se ve la filiación antioqueña con las provincias vascongadas: «juntarse el cielo con la tierra», «matar el gusano», «bueno como él solo», «ni para un remedio», «le diré cuántas son cinco», «Dios no castiga con palo», «ello sí», «qué caramba», «éstas y las otras», «entre paréntesis», «un día de éstos», «ponerse las botas», «ser una cosa de encargo», «partir para el otro barrio», «dichosos los ojos que lo ven».

De Cuba recibimos algunos vocablos, tal ahumarse (jumarse), y son de allá y nuestros también, entre otros, ahitarse, ahogo, candela, cocada, conqué (el), caedizo, corpiño, güiro, guabina.

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De las otras Antillas tomamos no pocos, de los cuales sólo citamos ají, hiraca, barbacoa, baquía, cabuya, cocuyo, caribe, guajiro, hamaca, hicotea, hobo, huracán, anón. Con el Ecuador y Venezuela tenemos también en común buena cantidad de americanismos, como empecinado, chamón, garrapatero. Igual cosa sucede con Costa Rica, donde, además, su pueblo, como el nuestro, suele hacer aguadas las palabras amigó, hijó, hombré.

El vocabulario general es otra fuente de elementos idiomáticos por formación nominal, recurriendo principalmente a la habilitación, la prefijación, la composición y la derivación. En la primera encontramos, verbigracia, la expresión «Juan Memando» («Dominicales-Camellones», 1.822); en la segunda, desvolantado; en la tercera patimorao; y en la cuarta, fértil en gran manera, el empleo de más de cien su fijos para crear palabras nuevas, con predominio de los sustantivos postverbales, terminados en a, e y más generalmente en o, casi todos originados en los verbos en ar, como la soba, el esculque, el doro.

Concretándonos más en los cambios semánticos del castellano visibles en el habla de Antioquia, debemos hacer hincapié, dentro de lo dicho, en el acento fonético y en la exageración o hipérbole, que son muy suyos.

El acento fonético en general tiene una gran importancia sobre la significación de una palabra o frase, con variaciones incontrovertibles. El Señor Suárez, en este particular, le da el nombre de acento sintáctico en «El Sueño de Montemar», tomo 2°, 255, y escribe: «Voy a apuntar ciertos influjos que posee el tono o acento de las frases para modificar el sentido que tendrían ellas si se pronunciaran de modo llano y ordinario; y para eso pondré algunos ejemplos. = Al decir «más bonito» sin levantar la voz, la frase denota simplemente comparación; pero si decimos «un sombrero más bonito», elevando el tono sobre la última palabra, significa superlativo o equivalente a «muy». Es uso antioqueño y puede provenir de lo que se observa en el primer capítulo del Quijote, en la frase «vellorí de lo más fino», o finísimo. = Dialogando con un niño, dice él: «La misa duró media 1024


hora y veinte minutos»; le respondemos: «¿Es decir que duró casi media hora?»; y él replica: «Sí». Entonces le decimos «no», pero haciendo sonar la o como si fuera dos, la una más fuerte que la otra: noo. De esta manera rectificamos y tácitamente decimos al muchacho que no sea embustero». No se puede decir nada más evidente.

En cuanto a la exageración o hipérbole, se ha dicho de ella, como explicación, que obedece a la influencia andaluza traída por los conquistadores. Ello es admisible, aunque no es de afirmarse que los andaluces hayan sido los de mayor número entre los primeros pobladores de aquel territorio. Pero, así tan sola, no parece explicación suficiente, porque también los andaluces llegaron a Bogotá, Tunja, Popayán, Cartagena, Santa Marta, Santo Domingo, Méjico, La Habana, Quito, Lima, Santiago, el continente todo, y la exageración sólo se quedó en Antioquia en forma sobresasaliente.

Tal vez pudiera explicarse este hecho, allegando otras razones más, también importantes. Es el primero la pobreza. Es verdad que hoy se encuentran en Antioquia algunas riquezas particulares grandes, pero la mayor parte de ellas han sido conseguidas en este siglo y quizás en los últimos cuarenta años, con el desarrollo industrial de la región. A excepción de los poseedores de medios de vida modestos, que no sobreabundan, el común de los antioqueños, tanto los del propio Departamento, como los de Caldas, son gentes sin fortuna. Desde sus orígenes este pueblo ha estado sometido a la escasez, a necesidades apremiantes de las familias, en un suelo poco feraz y demasiado quebrado para poder obtener una agricultura medio reproductiva, sólo beneficiado con algunas minas de un laboreo esquivo y penoso.

En semejantes circunstancias este hombre fue compelido a trocar su lenguaje, aparejado de andalucismo, en arma de lucha, y la palabra, imponiéndose al oyente, vióse obligada a transmitirle a éste un mensaje de orden, de persuación o de ruego. El lenguaje tuvo que desarrollarse y conservarse definitivamente expresivo, como lo afirma Bally al tratar de esta condición social en su obra El Lenguaje y la Vida (pág. 26), «deformando las ideas, abultándolas, cambiándolas y transponiéndolas a otra tonalidad. Los giros más ordinarios de la lengua hablada lo testimonian. Se usa en pleonasmo ridículo en la 1025


expresión: ¡Yo lo he visto con mis propios ojos! Se exagera ilógicamente cuando se dice: ¡Correr como el viento!, cuando se afirma haber comprado una obra maestra por un pedazo de pan, o cuando se dice de una mercadería comprada a bajo precio: ¡Es regalada!, o de otra muy cara; ¡Eso cuesta un ojo de la cara!» = «El espíritu del interlocutor es como una plaza fuerte que se quiere tomar», agrega Bally.

Es la segunda el aislamiento, anotado ya, en el que vivieron hasta por siglos los pobladores de Antioquia, a consecuencia de la falta de caminos, lo que determinó que no se pusieran en contacto con otros pueblos moderadores de aquel andalucismo. Su lenguaje permaneció sin cambios extraños, apenas con los causados por los menesteres primitivos y con un desarrollo silvestre, si así puede decirse, por falta de la corrección y el carácter proporcionado de lo participado y culto.

Es la tercera la índole misma del pueblo antioqueño. Este hombre de la Montaña es emotivo, expansivo, lo que se llama hoy extraverso, es decir, hombre de gran espontaneidad en el habla y que manifiesta sus impresiones. Por otra parte es hombre de empresa, que va por la vida impulsado por una iniciativa y por un apuro familiar, resuelto a vencer todas las dificultades que se le opongan a su éxito. Por tanto, repitiendo y siguiendo la idea transcrita de Bally, utiliza lo ponderativo de su lengua como elemento de lidia, de convicción, y satura su habla de intención dominadora. No se concibe un negociante o industrial, de insospechados alcances, con un lenguaje tímido, justo, moderado, exacto. No: el lenguaje de este adalid andariego de los mercados y las finanzas es decididamente gráfico, vehemente, reiterativo, desbordado y eficaz, y tiene la virtud de poder desdoblar cada vocablo como un abanico multicolor, ante los ojos del comprador o cliente.

Refiriéndonos al diminutivo, reafirmamos que es una de las cosas patentes del pueblo antioqueño, por lo cual es interesante para quien se ocupe de ella. Dice el Señor Suárez en «El Sueño del Mediodía», tomo 2°, 132, que en An-tioquia prevalece el gusto por los diminutivos, y en «El Sueño del Maestro», tomo 5°, pág. 75, observa que en este Departamento «parece que se emplea mucho el diminutivo, pero poco el superlativo; 1026


mientras que en Bogotá el último es tan usado, que se dice «divinísimo» e «infinitísimo». En la página 51 de su Gramática Don Emiliano Isaza afirma esta abundancia del diminutivo y lo indica como particularmente notorio en las poblaciones del Retiro y Yarumal.

Quienes ahondan en los hechos del Lenguaje sostienen que el diminutivo tiene un origen claramente afectivo y esto explica bastante porqué se acentúa en Antioquia, fuera de la posible influencia andaluza. Lo fundamental de este pueblo es la familia, el hogar; y de ahí se deriva toda su actividad, al mismo tiempo que hacia él confluyen todos los sentimientos, emociones y esfuerzos. Es de sencilla observación que los diminutivos son numerosos en lo que constituye y rodea el hogar y que ellos van siendo menos, a medida que los seres y las cosas se van alejando de ese centro.

Pero también es natural pensar que el antioqueño ha empleado el diminutivo, no en forma deliberada, sino puramente instintiva, como una cortesía espontánea, como un medio o recurso de suavidad para facilitar su lucha por la vida, para que le sean franqueadas las muchas puertas solicitadas por sus manos. No un propósito de la razón, sino un estímulo interior de necesidad y vago, ha podido establecer, fuera de lo afectivo y de lo burlón y regocijado, este uso un poco habitual de los diminutivos, especialmente los del sufijo ito, que, como decía el Padre Mir, «significan con amor y bien querer».

Como apuntes de lenguaje en relación con lo sociológico y como demostración del carácter práctico del antioqueño, de su inclinación por el dinero, casi diríamos, en vista de fuerza mayor, de su afecto por él, pueden ser importantes muchísimos ejemplos al tenor de los dos siguientes, que concuerdan con el Refranero de Sbarbi, recordado por el Señor Suárez al tratar estas cosas en «El Sueño de San Javier», tomo 10°, 218:

«Por eso tenemos mucha gana de casalo pronto pa que no ande en bobadas y pecaderas, y aprenda a empuñar el rialito». («Hace tiempos», I, 6°, 720). '

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«Mejor que guarde la platica. Pueda ser que resulte con talento del bueno» («Hace tiempos», III, 7°, 1.068).

No dirían lo mismo las frases empuñar el rial y guarde la plata, porque serian frías y se perderían la expresión y el sentido intencionado de orientación y consejo de las anteriores. Y qué diremos del lenguaje que necesitan algunos personajes antioqueños, como estos dos estampados por Carrasquilla.

«...doña Trina Rojas, viuda, con hijos casados, que vive sola para hacer su real gusto. Es médica y comadrona, corta el pelo, prepara las comidas de boda, da veladas de música y canto, vende cenas y aguardientes; sostiene en su casa una cancha de lotería, tute y ropilla, en que, a más de plata, se apuestan velas y cacao en grano. Negocia hasta con su féretro: sobre las vigas de su sala garito mantiene un ataúd, que vende, con buena utilidad, a cada muerto». («El Zarco», 8°, 1.503).

«Tres pares de calzones hubieron en casa, fuera de los de mi marido; pero, si no es por Petrona, a todos nos comen los perros. Ninguno de los cuatro taitas fue pa ver por mi padre cuando el pobrecito perdió las vistas. ¡ Pero con la muñeca de Petrona son pandequesos! No bien me mandé yo sola, me hice cargo del viejito, y ai lo tengo más cuidao qui'un obispo. También recogí a mis hermanas solteras, y ai las tengo con platica, con sus buenas alhajas y con más ropa las dos solas que todo el señorío del lugar. ¡Con ser que quedé viuda con cinco hijos y en la pura istricia! Pero el que caiga en mis manos le enseño a trabajar o me reviento. Ya ven mis muchachos menores: manque los tres tan medianos, ya pueden mantener mujer y familia: tienen tierra y animales. Casé a mi muchacha; enviudó también... ¡y ai la ven! Más abastecida y más llena que Audonita, ni la más rica. Ai tengo las dos nietas de colegiantes, de media y zapato y rompiendo lujo; y pienso mándalas al mejor colegio de la Villa, pa que aprendan la parte ducativa y vengan a enseñarles orgullo a las ricachonas de aquí. Ai ven a José Eleuto. Ningún gamonal ha sido pa hacer con un hijo lo que hizo Petrona con su José Eleuto. ¡También a verdá que pocos cristianos tienen esa capacidá! Dende 1028


chiquito almiraba a los maestros y a los curas. Lo mandé a La Villa, al mejor colegio de la Universidá de Antioquia, y ya está padotarse de médico. Ai tengo un colino de ganao pa ir a ver el dotorao y pa que compre los fierros y ponga la botica. ¡Ya lo ven! Malo estará el decilo; pero ni entre los mozos del pueblo ni en los forásticos se ha visto ninguno más sabio ni más puesto que mi muchacho. A mis otros hijos, si como no les dio por ai, les hubiera dao, dotores los saco a los cuatro, aunque echara la jiel en el trabajo; que a yo me gusta que mis hijos valgan. Aquí no nos han tenido ni a los Escamillo ni a los Adarves por el cogollo, porque yo y mis hermanas servimos, de jovencitas, en las casas principales, cuando aquí había señorío y plata. Por eso aprendimos a guisar, porque ¡esa sí era la gente que sabía de comida! Y hay algunas que me quieren hacer competencia y no saben hacer un sancocho. Si no es por Petrona, se habían quedao los de ahora sin saber qué es un bocao bueno, ni qué es aseo, ¡qu'es lo pior!. Ai ta la prueba: viene un señor de La Villa, y venga Petrona; viene el Obispo, y Petrona; hay boda de ricos, y Petrona. Petrona los saca de apuros y Petrona les gana el rial. Y a todos mis hijos y mis dos hermanitas les ha enseñao a que no trabajen de balde. ¡Y después dicen que culeca sin gallo no saca pollos!... El gallo de Petrona dende hace diez y seis años es un viejito ciego y tembleque» («Titanes», 1.738).

Del mismo modo que el castellano de todo el país, el habla antioqueña se ajusta generalmente a las leyes fonéticas y morfológicas que rigen el idioma, así en las vocales acentuadas y átonas, como en las consonantes iniciales, intermedias y finales; en los cambios esporádicos; en la derivación, prefijación y composición; en los pronombres; en el verbo; en las partículas. Y es de observar que las alteraciones fonéticas y de forma que existen se manifiestan en todas las clases sociales, disminuyendo, como es natural, de la más vulgar a la más culta, en la que se encuentran algunas, verbigracia, la agregación de la n al acusativo reflejo se como signo de la pluralidad del verbo. Igualmente son castizos en su mayor parte los modismos adverbiales, dichos y refranes que enriquecen el lenguaje del pueblo, en la forma usada en la Península durante los últimos tiempos, o con variaciones que no alteran su identidad mayormente.

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También es de aceptación corriente la casticidad del habla de la Montaña. Algunos la han considerado por este aspecto, como el Señor Suárez en su famoso trabajo «El castellano en mi tierra» y como, parcialmente, el doctor Emilio Robledo en su estudio «Orígenes castizos del habla popular de Antioquia y Caldas», publicado en la revista«Universidad de Antioquia», N° 126, de julio, agosto y septiembre de 1.956. Asimismo son muy conocidas las opiniones de Don Federico de Onis, para quien Antioquia es territorio donde se habla el castellano mejor que en España; de Don Julio Cejador y Frauca, quien encontró la lectura de la obra de Carrasquilla «provechosísima para aprender castellano verdadero», y de Don Miguel de Unamuno, quien afirmó que esta habla «no es dialecto, sino puro español con algunos vocablos arcaicos». No se oye en esta comarca por ejemplo, ni en ninguna otra de Colombia, un lenguaje tan extraño como este refrán de la cantera de Méjico: «no me traigas tus naguales que se achagüisclan las milpas» (Malaret, Diccionario de Americanismos); o un hibridismo, como los de Arequipa, en los que a los vocativos castellanos se les junta el posesivo quechua, verbigracia viditay, vidita mía; o bien concordancias viciadas de indigenismo, como ésta ecuatoriana: «¿qué haciendo ha de mandar botando a la mujer?» (Cuervo, El Castellano en América). Y cuando muchos creen encontrarse con una palabra regional suele suceder que lo que tienen entre las manos es un vocablo, como joto, de la mejor ascendencia española.

Con todo, hay que admitir que esta habla de la Montaña se viste y se mueve con algunos distintivos propios. Entre ellos, y repitiendo varios, podemos citar:

1 °. Su disposición castiza.

2°. La persistencia de algunos arcaísmos, que en otras regiones desaparecieron hace tiempos.

3°. El uso prolijo de los diminutivos.

4°. Cierto abuso de pues.

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5° Una tendencia marcada a variar la forma de los vocablos, mediante los sufijos ordinarios del idioma, con el fin de hacerlos más enfáticos o de darles matices especiales de significado.

6°. Un sello destacadísimo de exageración, no tanto por medio del superlativo orgánico, cuanto por otros medios directos o indirectos, para acomodarse a la naturaleza ponderativa del hombre de la Montaña.

7°. El predominio de determinados verbos, sustantivos y adjetivos y otros elementos de la oración, con exclusión de sus similares o sinónimos.

8°. La presencia de algunos términos, metáforas y locuciones regionales o provincialismos. 9°. Una afirmación del yo, de la autonomía personal, bastante acentuada, es decir, un notorio individualismo.

10°. Un acento prosódico y un acento fonético, con el tiempo, el tono, la cantidad y la intensidad de éste, absolutamente típicos.

11°. Al igual de otros puntos de Colombia y demás países de América, un acervo rico, tanto de americanismos criollos, o sea de palabras y frases formadas en la América Española con elementos castellanos, como de americanismos, indígenas, o sea nacidos del azteca, el quechua, el haitiano, el cumanagota, el mosca y otros varios dialectos de antes del Descubrimiento y la Conquista. (V. Suárez, «El Sueño del Diccionario»).

En alguna ocasión escribimos:

«Atendiendo a la estilística, el habla antioqueña ha sido un valioso fenómeno sentimental, porque es la expresión de un pueblo que comienza a participar en la cultura que se asoma dentro de los lindes de la patria. Lo puramente popular es lo que la caracteriza. Las minorías ilustradas no se valen mucho de sus matices, sino que usan -por 1031


cierto muy correcta y felizmente- la lengua académica. Por estas razones se trata de un habla vulgar tejida y teñida de color como la tela burda, por la clase trabajadora y pobre, por un pueblo fuerte, activo, necesitado, inteligente, imaginativo, negociante, religioso, con algo de mitos y creencias absurdas, y, lo más del tiempo, encerrado y aislado en sus montañas. Por eso hay que ir a buscarla a la roza, al socavón, al taller, a la tienda, al mercado, al camino, donde revientan lo diverso, lo inesperado, lo imprevisto, y donde la exageración y la metáfora cambian vestido y colores, para estudiarla y conocerla. No es todavía un habla instrumento de una cultura, de una dirección del pensamiento, sino instrumento de una vida. Su oficio es biológico, en lo que esta palabra signifique sentimientos y pasiones, relaciones individuales, familiares, colectivas. Es un habla al servicio de urgencias primordiales, de alegrías, de dolores, de deseos. De ahí que se vista diariamente de expresiones nuevas, florecimiento, no del raciocinio, sino de las fuerzas instintivas. «En el lenguaje, más que en cualquiera otra cosa, lo nuevo tiene por campo lo espontáneo».

Este lenguaje es el que pinta al pueblo de Antioquia. En él se refleja toda su vida y en él palpita todo su ser. Es el que ha recogido Carrasquilla en sus obras, aunque con la falta, hasta cierto punto, del habla de los arrieros, y, lo que no hubiera podido llevar a sus páginas, la música, la fonética, el gesto, la mímica, lo que los lingüistas llaman los comentarios del verbo, elementos por demás importantes para caracterizar un habla. La antioqueña, tan reiterativa, tan llena de vida, de sentimiento, de pasión, de afanes y angustias, posee muchas expresiones y acentos indeterminables e intraducibles por escrito, que se escapan a la gramática y que son materia de la ciencia del lenguaje. Constituye ella un conjunto expresivo, que resalta en el castellano de Colombia, y no es osado afirmar que le ha dado a éste, sin deslustrarlo, un matiz inesperado, una vibración nueva, un acento original, una tonalidad desconocida, una emoción distinta, así cuando se viste de galas académicas, como en la Oración a Jesucristo del Señor Suárez, o cuando lleva su ordinario y gracioso vestido montañero, como en las páginas extraordinarias de Carrasquilla.

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INDICE

pag.

Informe del Jurado Calificador para conferir el Premio Félix Restrepo", 1970 ……

4

Breve observación ………………………………………………………………….

8

Vocabulario …………………………………………………………………………

9

Locuciones, Frases - la. Parte ………………………………………………………

501

Locuciones, Frases - 2a. Parte ……………………………………………………...

633

Verbo ……………………………………………………………………………….

761

Algunas observaciones ……………………………………………………………..

788

Verbos de nueva formación o significación ………………………………………..

792

Verbos con prefijo ………………………………………………………………….

793

Verbos sin prefijo …………………………………………………………………..

793

Agregaciones ……………………………………………………………………….

797

Adverbio ……………………………………………………………………………

815

Adverbio de tiempo ………………………………………………………………...

815

Adverbio de lugar …………………………………………………………………..

821

Adverbio de cantidad ……………………………………………………………….

829

Adverbio de modo ………………………………………………………………….

834

Condición …………………………………………………………………………...

836

Adverbios de afirmación ……………………………………………………………

844

Adverbios de negación ……………………………………………………………..

845

Adverbio de duda …………………………………………………………………..

846

1039


Adverbios comparativos ……………………………………………………………

846

Preposiciones ……………………………………………………………………….

847

Conjunciones ……………………………………………………………………….

857

Interjecciones – exclamaciones …………………………………………………….

861

Interjecciones vinculadas con la frase ……………………………………………...

873

Sufijos ………………………………………………………………………………

876

Observaciones sobre algunos sufijos ………………………………………………

880

Arcaismos …………………………………………………………………………..

888

Riqueza del lenguaje popular ……………………………………………………….

893

Palabras mas usadas ………………………………………………………………..

896

Refranes, adagios, proverbios alegorias, etc. ………………………………………

907

Refranes, adagios, proverbios tomados de carrasquilla ……………………………

909

Ejemplos de algunas frases adjetivas que se oyen en el habla de la montaña ……...

940

Diminutivos ………………………………………………………………………...

941

Aumentativos ……………………………………………………………………….

944

Expresiones …………………………………………………………………………

946

Formas perifrásticas y locuciones verbales ………………………………………...

946

Redundancia enfática de los pronombres …………………………………………..

949

Dativo superfluo ……………………………………………………………………

950

Dativo LE, LES …………………………………………………………………….

950

Posesivo SU ………………………………………………………………………...

951

Cuyo ………………………………………………………………………………..

951

Quien ……………………………………………………………………………….

952

1040


Que ………………………………………………………………………………….

953

Lo …………………………………………………………………………………...

953

Demostrativos esto, eso, aquel, aquella y neutro ello ………………………………

954

Oraciones condicionales …………………………………………………………...

959

Pleonasmos …………………………………………………………………………

960

Perifrasis ……………………………………………………………………………

962

Juramentos populares ………………………………………………………………

962

Nombres sincopados o recortados y deverbales …………………………………...

963

Cocordancia ………………………………………………………………………..

972

Desorden de la oración y mala construcción ………………………………………

972

Verbo ……………………………………………………………………………….

973

Sustantivo …………………………………………………………………………..

974

Neutro ………………………………………………………………………………

974

Adjetivo …………………………………………………………………………….

974

Advervio ……………………………………………………………………………

976

Preposición …………………………………………………………………………

976

Conjunción …………………………………………………………………………

977

Pronombre ………………………………………………………………………….

978

Gerundio ……………………………………………………………………………

979

Que ………………………………………………………………………………….

979

Artículo ……………………………………………………………………………..

980

Genero ………………………………………………………………………………

983

Número ……………………………………………………………………………..

984

1041


Acto fonético ……………………………………………………………………….

985

Acento sintáctico …………………………………………………………………...

985

Acento prosódico …………………………………………………………………...

986

Frases interrogativas y exclamativas de vocativo …………………………………..

989

Frases ponderativas …………………………………………………………………

991

Exageración o hipérbole ……………………………………………………………

1000

Juegos de palabras ………………………………………………………………….

1009

Elipsis ………………………………………………………………………………

1011

Compuestos …………………………………………………………………………

1013

Algunas observaciones sobre el habla de Antioquia ………………………………..

1015

Bibliografía …………………………………………………………………………

1029

1042


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