La aventura del pequeño Ismael en el mundo Jurásico.

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La aventura del pequeño Ismael en el mundo Jurásico


Autoras: Maricruz Fonseca Pereira Eimy Guillén Arroyo Sashary Mora Jiménez Jimena Vargas Barrantes


Había una vez, un pequeño niño llamado Ismael, que un día un viaje lleno de aventuras y mucha fantasía comenzaría.



Era una mañana como todas, el sol salió, don Martín, el padre de Ismael, desde temprano a su trabajo se fue. Su madre Sidney como siempre un rico desayuno preparó para que él, su hermana María y David, su hermano mayor, iniciaran el día con alegría en el corazón, pues la comida de su madre les llenaba la barriga y eso les daba mucha emoción. Al terminar de desayunar Ismael los dientes se fue a lavar y un chapuzón con agua y jabón se tuvo que dar, su madre a mudarse le ayudó, pero el pelo él solo se supo peinar.



Pasaron las horas y de un tiempo de juego Ismael pudo disfrutar. De entre todos sus juguetes, los carros se puso a buscar, pues lo que más le divierte es hacerlos sonar. En medio del sonido de la bocina de sus carros, y de los motores al hacerlos arrancar; Ismael un sonido nuevo y diferente escuchó por algún lugar. Aquel sonido lo había sorprendido, pero ¿de dónde vino? Se preguntaba Ismael. Aunque buscaba y buscaba, no lo encontraba.



De pronto, el sonido volvió a aparecer, Ismael de puntillas, para no espantarlo según él, se fue al cuarto de pilas porque por ahí lo escuchó esta vez. Su cabeza medio asomó, y en un charco de agua que había en el piso, pues su madre ese día lavó, una luz brillante vio. Ismael pensó en llamar a su mamá, pero le daba miedo que para cuando volvieran al lugar, la luz brillante del charco de agua ya no fuera a estar. Así que, poco a poco se acercó y en ese momento algo maravilloso ocurrió.



Cuando Ismael logró estar frente a aquel charco de agua brillante, no podía creer lo que sus ojos podían ver. Era como si ese pequeño charco de agua fuera un mundo diferente al que estaba acostumbrado a ver. Ismael pudo ver una tierra llena de montañas, con un cielo y ríos por doquier. Pero, aquella tierra no estaba deshabitada, sino que en ella había una gran cantidad de grandes y extraordinarios dinosaurios. Era tanto el asombro de Ismael, al ver como en un pequeño charco de agua podían estar todos esos dinosaurios, que, en un instante, sin pensarlo, solo por saber qué iba a pasar; levanto lentamente su mano y la sumergió en aquel pozo de agua.



Al meter su mano en el pozo de agua, empezó a sentir el aire de aquel lugar entre sus dedos. Era muy extraño. Entre más y más sumergía su mano, podía tocar las hojas de los árboles y el agua del río. Ismael no podía creer lo que estaba sucediendo. Todo era maravilloso hasta que en un momento Ismael sintió que algo lo jalaba hacia el charco. Era tan fuerte que no podía sacar su mano, sino que más bien poco a poco su brazo, hombro, cuello y cabeza, ya estaban dentro del pozo de agua, hasta que aquella fuerza extraña lo sumergió por completo. Aquel charco que Ismael veía como algo pequeño en el piso de su casa, ahora estando dentro de él, era un mundo mucho más grande que el propio niño, todo lo que había en ese lugar se veía y sentía como si fuera real.



Estando Ismael en aquel lugar extraño, de pronto sintió como si alguien hubiera respirado muy, pero muy fuerte y cerca de él. Ismael volteo su cabeza hacia atrás y ahí estaba, uno de los más grandes dinosaurios mirándolo directamente a los ojos. Ismael estaba atemorizado, pues aquel dinosaurio acercó su enorme cabeza a él y no dejaba de olerlo. Fue hasta que el dinosaurio levantó su cabeza y comenzó a comer de unas plantas que estaban muy cerca, que entonces Ismael se tranquilizó. El niño entendió que aquel dinosaurio probablemente era herbívoro, de lo contrario ya se lo hubiera comido. Entonces pensó en hablar con él, pues si era posible que en el charco de agua de su casa hubiera un mundo lleno de dinosaurios, quizás también podían hablar, bailar o hasta jugar con él.



Pero Ismael no se animaba, aunque sabía que no le iba a hacer nada, el hablar no se le hacía fácil. Por lo que, bajo un árbol se fue a sentar, mientras pensaba como irle a hablar. El dinosaurio incómodo y preocupado lo vio. En su mente pensó que quizás le daba miedo hablar. Por lo tanto, él se le acercó y con una voz fuerte, gruesa y ronca le habló ¡Hola, yo soy Candia1 una iguanodonte, no te haré daño, no me gusta comer ningún tipo de carne, prefiero las cícadas, son unas plantas con sabor a leche, de seguro te van a gustar! - dijo el dinosaurio -



Ismael con ojos saltones, se le quedó mirando fijamente y de pronto una enorme sonrisa apareció, y respondió: “Hola, yo me llamo Ismael, a mí me encanta la leche y no me gusta la carne de cerdo” Desde ese momento, Candia la iguanodonte e Ismael, se hicieron muy buenos amigos. Ismael le contó todo lo que le había pasado a Candia y aunque le gustaba mucho estar en ese lugar, ya extrañaba a su mamá. Candía al ver su carita entristecida le dijo que ella conocía a alguien que tal vez les pudiera ayudar, y así él a su casa pudiera regresar.



Sin esperar más, pusieron sus pies y patas a andar, de camino a la cueva de Bermejo el braquiosaurio empezaron a caminar. Al llegar al lugar, un dinosaurio de patas cortas y cuello muy largo Ismael pudo observar. Candia lo miró y le hizo saber que ese enorme dinosaurio era Bermejo a quien querían ver. Luego de hablar con él y contarle la situación de Ismael, Bermejo 2 le dijo qué hacer. A una gran catarata debían llegar. Estando en ese lugar, una decisión Ismael debía tomar, pero aún no sabía cuál. Al oído a Candia dijo que en el camino ella lo podía ayudar, pero que él la decisión solo debía tomar.



De camino a la gran catarata Candia no dejaba de pensar en cómo ella le podría ayudar a Ismael. En ese momento recordó que su madre Cubero y sus tías Jiménez y Reyes3 constantemente decían que todas las personas tienen la capacidad para hacer lo que deseen, pero muchas veces hay barreras que se los impide, algo así como el papel de los villanos de una película. Al faltar tan solo un poco más de pasos que dar para llegar a la catarata, un triceratops en medio camino estorbaba el paso para poder llegar al destino final. Ismael se atemorizó, porque sabía que a los triceratops si les gustaba el sabor de la carne.



En un instante volteo a ver a Candia, pero ya no estaba. Aunque su amiga no era un dinosaurio carnívoro supo que en ese momento debía distraer al triceratops para que Ismael pudiera seguir su camino. Mientras Candia lo distraía, Ismael corrió para huir del lugar y al fin a la catarata llegó. Algo misterioso pasó y es que del agua de aquella catarata una luz brillante salía como la que vio aquel día en el charco de su casa. En su cabeza pensó que quizás si se metía en el agua podría volver a su amado hogar.



Pero, Ismael estaba preocupado por Candia, no podía dejarla con ese dinosaurio malo. En ese momento supo que Bermejo tenía razón, debía tomar la decisión de irse a su casa y dejar que el Triceratops devorara a su amiga Candia o bien, ir a ayudarla, así como ella lo ayudó a él. Entonces Ismael, tomó la decisión más valiente que jamás había tomado. Agarro un pequeño tronco de árbol que había en el suelo y sin pensarlo se dirigió hacia donde había dejado a su amiga. Al llegar al lugar, Ismael al dinosaurio sorprendió por detrás. En su cola gigante se subió y con el palo que llevaba en sus manos los golpeó y golpeó hasta que la punta del palo se quebró.



Candia vio que del palo salió un líquido de verde y de inmediato supo que era una sustancia venenosa, así que a Ismael gritó: ¡tírale el palo en su boca, dale en la boca! Ismael al escucharla, hizo lo que su amiga le dijo. De repente el triceratops empezó a balancearse de un lado al otro, hasta que al suelo cayó, pero afortunadamente Ismael logró brincar de encima de él antes que lo aplastara. La sustancia venenosa de aquel palo que Ismael tomó para defender a su amiga, lo había matado. En ese instante Ismael y Candia se miraron a los ojos y no pararon de reír por un largo rato.



Luego de la aventura que tuvieron Ismael y Candia se dirigieron a la catarata. Una despedida larga y con mucho sentimiento tuvieron. Pero ya era hora de regresar a casa. En el momento en que Ismael se sumerge por completo en el agua, empezó a sentir nuevamente una fuerza que lo jalaba. Pero de repente ya no era una fuerza, sino que lo que sentía era un cosquilleo en sus pies.



¡Qué

extraño! Pensó Ismael. Sus ojos empezó a abrir y vio que su madre estaba ahí haciéndole cosquillas en sus pies para despertarlo, pues se había quedado dormido con todos sus carros a su lado. Ismael se dio cuenta que todo lo que había vivido fue parte de un fabuloso sueño, pero nunca olvidaría a su querida amiga Candia la iguanodonte, con quien descubrió que todo lo que deseara hacer lo podía lograr. Esto es verdad y no te miento y, como me lo contaron, yo te lo cuento.



Fin


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Las habilidades de interacción deben ser enseñadas por medio del modelaje. Esta técnica consiste en que las personas cercanas al infante, como el padre, madre, hermanos u hermanas, docentes, entre otras, le enseñen cómo iniciar, mantener o terminar una conversación, con el simple hecho de hablarle o de expresarse con el o la menor. Para ello se utilizan las actividades cotidianas como el momento del baño, la cena familiar, entre otras, no es necesario sacar un tiempo extra para enseñarle cómo comunicarse. De esta forma el infante incorpora por medio de la observación y escucha, conductas sociales verbales y no verbales (Candia, 2019, págs. 35,45). Por ejemplo, en el cuento la iguanodonte modeló a Ismael una forma de iniciar una conversación en un ambiente natural.

2

La independencia (habilidad para realizar tareas con el menor apoyo posible), autogestión (toma de decisiones propias) y autodeterminación (confianza y seguridad en las decisiones tomadas), son derechos y capacidades que se deben ir forjando desde edades tempranas para garantizar una calidad de vida futura. Cualquier persona con o sin una condición de discapacidad puede sentirse limitada para poder tomar decisiones por sí misma en su vida. Nuestra función es favorecer siempre los principios de autonomía, respeto, igualdad y libertad. Es importante que sea la persona quien tome decisiones, asesorada y acompañada por quienes la conocen, la quieren y respetan. Ayudarlas a ser libres para tomar las decisiones oportunas en aquello que sean capaces es ayudarlas a crecer y a ser felices (Bermejo, 2021, pp. 5-8). ¿Cómo estimular la toma de decisiones en edades tempranas? Una buena opción sería dejar que el menor elija qué ropa ponerse (se pueden dar opciones de mudadas).


3

Como familia se pueden brindar diferentes tipos de apoyos que busquen disminuir o eliminar las barreras, ya sean estructurales, actitudinales, de comunicación u otras (Cubero, Jiménez y Reyes, 2018, p. 11).


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