Origen y noticias de lugares de gran canaria 1ª parte

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Humberto Manuel Pérez Hidalgo

GRAN CANARIA

ORIGEN Y NOTICIAS DE LUGARES DE

GRAN CANARIA Humberto Manuel Pérez Hidalgo


GRAN CANARIA Humberto Manuel Pérez Hidalgo

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ORIGEN Y NOTICIAS DE LUGARES DE


FUNDACIÓN CANARIA MAPFRE GUANARTEME

Presidente de Honor Fernando Arencibia Hernández Presidente Julio Caubín Hernández Vicepresidente Ignacio Baeza Gómez Secretario Jaime Álvarez de las Asturias Bohorques

Vocales

Sergio Alonso Reyes Carlos Álvarez Jiménez José Barbosa Hernández José Luís Catalinas Calleja Fundación Ignacio Larramendi - Repre. Miguel A. Hernando de Larramendi Rafael Galarraga Solores José Hernández Barbosa José Antonio Hernández Reja Andrés Jiménez Herradón Silvestre de León García Filomeno Mira Candel Humberto M. Pérez Hidalgo Julián Saenz Cortés Matías Salvá Bennasar Juan Francisco Sánchez Mayor Félix Santiago Melián Isabel Suárez Velázquez

Patronos Honoríficos

Manuel Jordán Martinón Juan Antonio Ossuna Torres Santiago Rodríguez Santana Alfonso Soriano y Benítez de Lugo

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Directora General Esther Martel Gil

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Coordinador de la publicación Laura Carvias Carrillo Fotomecánica, maquetación e impresión Gráficas Sabater Diseño y maquetación Mónica Pedrós-elterete ©Texto Humberto Manuel Pérez Hidalgo

© Presentación Julio Caubín Hernández

© Fotografía Nacho González Oramas

Créditos de la obra editorial Fundación Canaria MAPFRE GUANARTEME Calle Castillo, nº 6 35001 Las Palmas de Gran Canaria

ISBN 978-84-92532-42-1 Depósito Legal

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A mis hijos, para que conozcan de la tierra de su padre, donde les crió su madre.


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PRESENTACIÓN INTRODUCCIÓN NOTAS PRELIMINARES GENÉRICOS ANTIGUO RÉGIMEN GRAN CANARIA

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Lugar

Municipios

ÁBALOS SANTA MARÍA DE GUÍA ACUSA ARTENARA AGAETE AGAETE AGAETE, MALPAÍS DE AGAETE AGAZAL, EL GÁLDAR AGUALATENTE Y AGUALATUNTE SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA AGUATONA, LA VEGA DE INGENIO AGUAYRO, ROQUE DE AGÜIMES AGUEDA, BAHÍA DE SANTA SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA AGUILAR, CASA VERDE DE GÁLDAR AGUILAR, CASAS DE SANTA MARÍA DE GUÍA AGÜIMES AGÜIMES AGÜIMES, MONTAÑA DE AGÜIMES AGUJERO, PLAYA DEL GÁLDAR AGUSTÍN, PLAYA DE SAN SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA ÁLAMO, EL ARTENARA ÁLAMO, EL TEROR ÁLAMO, HOYA DEL ARTENARA ALBERCÓN, EL INGENIO ALBERCÓN, EL ALDEA DE SAN NICOLÁS ALBERCÓN DE LA VIRGEN, EL SANTA MARÍA DE GUÍA ALCARAVANERAS, PLAYA DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA ALDEA DE SAN NICOLÁS ALDEA DE SAN NICOLÁS ALDEA BLANCA SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA ALGUACILEJO, EL SANTA MARÍA DE GUÍA ALJORRADERO, LOMO SAN MATEO ALMÁCIGOS, LOS MOGÁN ALMATRICHE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA ALONSO, BARRANCO DE SAN MATEO Y SANTA BRÍGIDA ALTABACA, MAJADA DE AGAETE ALTABACALES, LOS ARUCAS ALTAVISTA, MONTAÑA DE ARTENARA

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MOYA MOGÁN GÁLDAR SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA VALLESECO VALLESECO ARTENARA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA ARUCAS SANTA BRÍGIDA SANTA LUCÍA DE TIRAJANA AGAETE FIRGAS SANTA MARÍA DE GUÍA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA TEROR SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA FIRGAS Y ARUCAS LAS PALMAS DE GRAN CANARIA TEROR MOGÁN Y SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA AGÜIMES AGÜIMES SAN MATEO ARUCAS TELDE ALDEA DE SAN NICOLÁS SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA ALDEA DE SAN NICOLÁS ARTENARA ARTENARA ARUCAS ARUCAS ARUCAS ARTENARA TEJEDA SANTA BRÍGIDA SANTA MARÍA DE GUÍA AGÜIMES AGÜIMES SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA FIRGAS ALDEA DE SAN NICOLÁS Y MOGÁN INGENIO

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ALTILLO, EL AMADORES, MONTAÑA Y PLAYA DE AMAGRO, MONTAÑA DE AMURGA, MONTES DE ANA, CATEDRAL DE SANTA ANDÉN, BARRANCO DEL ANDÉN, CUEVAS DEL ANDEN VERDE, EL ANDREA, HOYA ANDRÉS, SAN ANGOSTURA, LA ANSITE, FORTALEZA DE ANTÍGAFO, ROQUE ANTÓN, SAN ANZOFÉ APOLINARIO, LOMO ARAÑA, CERCADOS DE ARBEJALES, LOS ARCO DEL CORONADERO ARENA, CAMINO Y CUESTA DE LA ARENALES, BARRIO DE ARÉVALO, LLANOS DE ARGUINEGUÍN ARINAGA, BAHÍA Y MONTAÑA DE ARINAGA, CRUCE DE ARÍÑEZ ARÍÑEZ, HOYA DE ARNAO ARRASTRADERO, LOMO DEL ARTEARA ARTEJEVEZ ARTENARA ARTEVIRGO ARUCAS ARUCAS, CRUZ DE LA MONTAÑA DE ARUCAS, PUNTA DE ARVEJAS, LAS ASERRADOR, MONTAÑA EL ATALAYA, LA ATALAYA, LA AUDIENCIA, LA ÁVILA, MORROS Y CUEVAS DE AYACATA AYAGAURES AYALA, CASA Y COSTA AZUAJE, BARRANCO DE AZULEJOS, LOS BAGACERA, LA


SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA AGÜIMES Y SANTA LUCÍA DE TIRAJANA AGÜIMES E INGENIO LAS PALMAS DE GRAN CANARIA ARUCAS VALLESECO MOYA VALLESECO FIRGAS VALSEQUILLO ARUCAS GÁLDAR ALDEA DE SAN NICOLÁS SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA SANTA MARÍA DE GUÍA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA Y SANTA BRÍGIDA GÁLDAR TEJEDA INGENIO AGÜIMES TELDE SANTA BRÍGIDA AGAETE SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA SANTA MARÍA DE GUÍA AGAETE VALSEQUILLO TEROR MOYA SAN MATEO GÁLDAR SANTA BRÍGIDA TELDE SANTA MARÍA DE GUÍA SANTA BRÍGIDA TELDE TEJEDA ARTENARA Y TEJEDA ARUCAS ARUCAS GÁLDAR FIRGAS ARUCAS GÁLDAR INGENIO INGENIO

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BAILADEROS BALLENA, BARRANCO DE LA BALOS, BARRANCO DE BANDA DE … , LA BANDAMA, CALDERA Y PICO DE BAÑADEROS BARRANCO, EL BARRANQUERA, LA BARRANQUILLO BARRANQUILLOS, LOS BARRERA, LA BARRETO BARRIAL BARRIO, EL BARTOLOMÉ DE TIRAJANA, SAN BASCAMAO BATÁN, EL BECERRIL BENTAYGA, ROQUE BERLANGA, LA BERMEJA, CUEVA O CUEVAS BERMEJA, MONTAÑA BERMEJAL, MONTAÑA DEL BERRAZALES, LOS BERRIEL, BARRANCO Y CASERÍO DEL BESUDO, PUNTA DE MORRO BETANCOR, LOMO BISBIQUE, CUEVAS DE BLANCAS Y NEGRAS, CUEVAS BLANCO, LO BLANCO, LOMO BODEGUILLA, LA BOTIJA, LLANOS DE BRAVO, HOYA BREÑAS, LAS BREZAL, EL BRÍGIDA, SANTA BRISTOL, LOMO BRUJAS, CUEVA DE LAS BRUJAS, DEGOLLADA DE LAS BRUJAS, POZO DEL LLANO DE LAS BUEN SUCESO, HACIENDA DEL BUENAVISTA BUENLUGAR BUFADERO, SALINAS DEL BURRAS, LAS BURRERO, PLAYA DEL CABALLERO, CUESTA

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ARTENARA INGENIO MOYA AGÜIMES GÁLDAR SANTA MARÍA DE GUÍA FIRGAS TELDE GÁLDAR GÁLDAR Y GUÍA ALDEA DE SAN NICOLÁS Y MOGÁN ARUCAS SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA SANTA BRÍGIDA SAN MATEO FIRGAS ARUCAS TELDE VALSEQUILLO INGENIO LAS PALMAS DE GRAN CANARIA SANTA BRÍGIDA ARTENARA ARTENARA ARUCAS VALSEQUILLO LAS PALMAS DE GRAN CANARIA INGENIO SANTA BRÍGIDA SANTA LUCÍA DE TIRAJANA ARUCAS LAS PALMAS DE GRAN CANARIA SANTA MARÍA DE GUÍA SAN MATEO TELDE ARUCAS ARUCAS SANTA MARÍA DE GUÍA VALLESECO VALSEQUILLO MOYA ARUCAS INGENIO TELDE INGENIO TEJEDA TELDE AGAETE

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CABALLERO, CUEVAS DE CABALLO, LOMO CABO VERDE CABRÓN, PLAYA DEL CAIDERO, SAN JOSE DEL CALABOZO, BARRANCO Y CASERÍO DE CALDERA, LA CALERO, EL CALETA DE ABAJO CALETA DE ARRIBA CALMAS, LOS PUERTOS DE LAS CALVA, LA CALVARIO, EL CALZADA, LA CAMARETAS, CASERÍO Y HOYA DE CAMBALUD CAMPANA, HOYA LA CANALES, LAS CANARIO, EL CANARIO, RISCO DEL CANARIOS, CUEVAS DE LOS CANARIOS, CUEVAS DE LOS CANDELARIA, LA CANDILES, CUEVA DE LOS CANO, HOYA DEL CANTERA, LA CANTERAS, PLAYA DE LAS CAPELLANÍA, LA CAPELLANÍA, LA CAPELLANÍA, LA CAPELLANÍA GRANDE, LA CAPÓN, LOMO DEL CARABALLO, CUESTA DE CARBONERO, LOMO CARDONAL, EL CARDONAL, EL, LAS HOYAS DEL CARDONES, MONTAÑA DE CARNEDAGUA CARPINTERAS CARREÑAS, LAS CARRETERÍA CARRIL, EL CARRIÓN, EL CARRIÓN, EL CARRIZAL, EL CARRIZAL, EL CASARES, VALLE DE CASAS DEL CAMINO


GRAN CANARIA FIRGAS VALLESECO ALDEA DE SAN NICOLÁS TELDE SANTA BRÍGIDA SANTA BRÍGIDA ARUCAS GÁLDAR LAS PALMAS DE GRAN CANARIA TELDE TELDE ARUCAS TELDE INGENIO SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA TELDE ARUCAS LAS PALMAS DE GRAN CANARIA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA VALSEQUILLO LAS PALMAS DE GRAN CANARIA SANTA BRÍGIDA AGAETE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA VALLESECO ARTENARA AGÜIMES VALSEQUILLO FIRGAS TELDE ARTENARA MOYA VALLESECO SANTA MARÍA DE GUÍA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA GÁLDAR MONTAÑAS DE LA ISLA ARUCAS FIRGAS LAS PALMAS DE GRAN CANARIA AGÜIMES INGENIO TEJEDA TELDE ALDEA DE SAN NICOLÁS AGÜIMES SAN MATEO

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CASA BLANCA CASABLANCA CASERÓN, EL CASERONES, LOS CASERONES, LOS CASILLAS, LAS CASTAÑO, EL CASTILLEJOS, LOS CASTRILLO, HOYA DE LOS CATALINA, BARRIO DE SANTA CATELA, LOMO CAZADORES CEBOLLA CENDRO CERCADO GRANDE CERCADOS, LOS CERNÍCALOS, BARRANCO DE LOS CERRILLO, EL CIUDAD JARDÍN, BARRIO DE CICER, LA COLMENAR, EL COLORADAS, BARRIO DE LAS CONCEPCIÓN, LA CONCHEROS, LOS CONFITAL, PLAYA DEL CORCHO, CUEVA CORRALES, LOS CORRALILLOS, LOS CORREA, LOMITOS DE CORTIJO, EL CORTIJO, EL CORUÑA CORVO CRESPO, BARRANCO, CUEVAS Y LLANO DE CRISTINA, SANTA CRISTÓBAL, SAN CRUCES, CUEVAS DE LAS CRUZ CRUZ, CAMINO LA Y LA CRUZ, LA CRUZ DE PIEDRA CUARTERÍA UNO CUARTO, EL CUASQUÍAS CUATRO PUERTAS, MONTAÑA DE CUERMEJA CUERVO, MORRO DEL CUEVA GRANDE


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GÁLDAR ARTENARA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA TEJEDA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA TEJEDA VARIOS MUNICIPIOS MOGÁN SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA TEJEDA ARUCAS TEJEDA FIRGAS SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA INGENIO ARUCAS SANTA MARÍA DE GUÍA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA AGAETE, GÁLDAR Y SANTA MARÍA DE GUÍA ALDEA DE SAN NICOLÁS ALDEA DE SAN NICOLÁS SANTA LUCÍA DE TIRAJANA FIRGAS ARUCAS MOYA MOYA MOYA GÁLDAR LAS PALMAS DE GRAN CANARIA MOYA INGENIO Y TELDE AGÜIMES TELDE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA TEROR VALSEQUILLO SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA SANTA BRÍGIDA ARTENARA GÁLDAR GÁLDAR SANTA MARÍA DE GUÍA TEROR SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA SANTA MARÍA DE GUÍA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA MOYA

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CUEVA PINTADA, LA CUEVAS, LAS CUEVAS BLANCAS CUEVAS CAÍDAS CUEVERAS DE TENOYA, LAS CULATA, LA CUMBRE/S, LA/S CURA, BARRANCO DEL CHIRA, CASERÍO, BARRANCO Y PRESA DE CHIRIMIQUE, RISCO DEL CHORRERAS, LAS CHORRILLO, EL CHORROS, LOS DATA, MONTAÑA LA DEÁN, LLANO DEL DEHESA DE ARUCAS, LA DEHESA DE TAMARA, LA DEHESA DE TAMARACEITE, LA DEHESA DEL PRADO DE PICO VIENTO, LA DESCOJONADO, PUNTA DEL DINERO, LA CUEVA DEL DOCTORAL, EL DOLORES, LOS DOÑANA DORAMAS, CASERÍO DE DORAMAS, CUEVAS DE DORAMAS, MONTAÑA DE DOS ROQUES DRAGONAL, EL DRAGOS, LOS DRAGUILLO, EL EDÉN, EL EJIDO, EL ENAMORADO, HOYA DEL ESCALERITAS, LAS ESPARTERO, EL ESPIGÓN, EL ESPINO, CERCADOS DE ESPINO, LOMO ESTRELLAS, CUEVA DE LAS FACARACAS, CUEVAS DE FAGAJESTO FARAILAGA FARO, EL FATAGA, CASERÍO Y BARRANCO DE FELIPE, SAN FERIA, PLAZA DE LA FERNANDO, SAN


SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA FIRGAS FIRGAS MOYA ARTENARA TEJEDA SANTA BRÍGIDA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA TELDE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA ARUCAS SANTA MARÍA DE GUÍA SANTA MARÍA DE GUÍA MOYA SAN MATEO TEROR TEROR ARUCAS ARUCAS ALDEA DE SAN NICOLÁS GÁLDAR SAN MATEO GÁLDAR GÁLDAR LAS PALMAS DE GRAN CANARIA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA SANTA MARÍA DE GUÍA SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA SANTA BRÍGIDA SAN MATEO INGENIO INGENIO TELDE MOGÁN TELDE AGÜIMES AGÜIMES ARUCAS TELDE SANTA BRÍGIDA Y TELDE SANTA BRÍGIDA SANTA BRÍGIDA SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA GÁLDAR TEROR

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FERNANDO DE MASPALOMAS, SAN FILIPINAS, LAS FIRGAS FIRGAS, CRUZ DE LA MONTAÑA DE FONTANALES FORTAMAGA FRAILE, ROQUE DEL FRAILES, CUEVA DE LOS FRAILES, LOMO LOS FRANCISCO, CASTILLO DE SAN FRANCISCO, SAN FRANCISCO DE PAULA, SAN FRANCISCO JAVIER, SAN FREGENALES FRÍO, BARRANQUILLO FRONTÓN, EL FUENTES, MONTE DE SIETE FUENTE AGRIA FUENTE DE SANTA MARÍA FUENTE DEL LAUREL FULA, LA FUREL, EL FURNIA, LA GALAZ, CASERÍO Y MESA DE GÁLDAR GÁLDAR, PUNTA DE GALERA, LA GALGA, LA GALLEGO, EL GALLEGO, LOMO DEL GAMONAL, EL GAMONAL, HOYA DEL GANDO, BAHÍA, PENÍNSULA Y ROQUE DE GANDO, TORRE DE GARITA, PLAYA DE LA GATOS, LOMO LOS GAVIA, LA GIGANTE, CUEVAS DEL GOLETA, LA GOLETA, LA GORO, EL GOTERAS, BARRANCO Y CASERÍO DE LAS GRAMA, CUESTA DE LA GRAN PARADA GRANDE, LA CRUZ GUANARTEME GUANCHA, LA GUANCHÍA


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AGÜIMES E INGENIO AGAETE ALDEA DE SAN NICOLÁS ARUCAS ARUCAS, LAS PALMAS DE GRAN CANARIA, TELDE Y VALSEQUILLO LAS PALMAS DE GRAN CANARIA Y SANTA BRÍGIDA ARUCAS ARUCAS SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA Y SANTA BRÍGIDA SANTA BRÍGIDA VALSEQUILLO TELDE TELDE TELDE ARUCAS GÁLDAR SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA ARUCAS ALDEA DE SAN NICOLÁS SANTA MARÍA DE GUÍA AGAETE ARTENARA ARUCAS TEROR ALDEA DE SAN NICOLÁS LAS PALMAS DE GRAN CANARIA INGENIO ARTENARA ALDEA DE SAN NICOLÁS TEROR LAS PALMAS DE GRAN CANARIA TELDE TELDE TEJEDA ALDEA DE SAN NICOLÁS GÁLDAR INGENIO SANTA LUCÍA DE TIRAJANA SANTA MARÍA DE GUÍA SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA SANTA BRÍGIDA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA SAN MATEO GÁLDAR TEROR LAS PALMAS DE GRAN CANARIA FIRGAS

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GUAYADEQUE, BARRANCO DE GUAYEDRA, VALLE DE GÜIGÜI, BARRANCO DE GUINCHO, EL GUINEA GUINIGUADA, BARRANCO GUIRRES, BARRANCO DE LOS GUITARRILLA, LA GURUGÚ, EL HACIENDAS, LAS HELECHAL, EL HERRADURA, LOMO DE LA HERRERA, PASOS DE HIGUERA CANARIA, LA HINOJAL, EL HONDO, BARRANCO HONDO, BARRANCO HONDURA, LA HORGAZALES, MONTAÑA HORMIGUERO, EL HORNILLO, EL HORNILLO, EL HORNILLO, EL HORNILLO, EL HORNOS, MONTAÑA DE LOS HORNOS DEL REY HOSPITAL, EL HOYAS, LAS HOYO, EL HOYO, EL HOYOS, LOS HUESAS, MONTAÑA LAS HUMIAGA, MONTAÑA DE HUMO, MONTAÑA DEL INAGUA INCIENCIAL, EL INGENIO INGENIO, EL INGENIO BLANCO INGLÉS, BAHÍA, LLANO Y PLAYA DEL INGLÉS, CRUZ DEL INGLÉS, HOSPITAL INGLESES, CEMENTERIO DE LOS INGLESES, LOMO DE LOS ISIDRO, SAN ISIDRO, SAN ISLETA, BARRIO Y PENÍNSULA DE LA ITARA


LAS PALMAS DE GRAN CANARIA ALDEA DE SAN NICOLÁS LAS PALMAS DE GRAN CANARIA Y TELDE TELDE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA TELDE SANTA BRÍGIDA TEROR VALSEQUILLO ARUCAS LAS PALMAS DE GRAN CANARIA SANTA MARÍA DE GUÍA TELDE SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA TELDE VALSEQUILLO ARUCAS TEJEDA GÁLDAR GÁLDAR SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA MOGÁN Y TEJEDA ALDEA DE SAN NICOLÁS LAS PALMAS DE GRAN CANARIA VALLESECO SAN MATEO ARUCAS, MOYA Y SANTA MARÍA DE GUÍA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA ARTENARA MOYA VALLESECO MOYA TEROR LAS PALMAS DE GRAN CANARIA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA SAN MATEO SAN MATEO SANTA BRÍGIDA INGENIO AGÜIMES LAS PALMAS DE GRAN CANARIA FIRGAS VALLESECO ARUCAS ARUCAS MOYA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA SANTA LUCÍA DE TIRAJANA

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JACOMAR JEREZ JINÁMAR JINÁMAR, SIMA DE JOSÉ, SAN JOSÉ DE LA LONGUERA, SAN JOSE DE LAS VEGAS, SAN JOSÉ DEL ÁLAMO, SAN JUAGARZOS, LOS JUAN, HOYA DE SAN JUAN, RISCO DE SAN JUAN, SAN JUAN, SAN JUAN GRANDE JUAN INGLÉS, BARRANQUILLO JUAN TELLO JUAN XXIII JUNCAL, EL JUNCAL, PUERTO DE EL JUNCALILLO JUNCALILLO DEL SUR JUNQUILLO, MESA DEL LADERA, LA LAGARES, LOS SIETE LAGUNA, LA LAGUNETAS, LAS LAIRAGA, COSTA DE LAJA, PLAYA DE LA LAJAS DEL JABÓN, DEGOLLADA DE LAS LANCE, EL LANZAROTE LAUREL, BARRANCO DEL LAURELAR Y PINAR DE OJEDA LÁZARO, LOMA DE SAN LÁZARO, RISCO DE SAN LECHUCILLA, LA LECHUZA, LA LENTISCAL, MONTE LEONAS, LAS LETREROS, LOMO DE LOS LEZCANO, BARRANCO DE LOMITO, EL LOMO, EL LÓPEZ, HOYA LÓPEZ, LOS LORENZO, CHARCO DE SAN LORENZO, SAN LUCÍA DE TIRAJANA, SANTA


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SANTA BRÍGIDA ARTENARA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA AGÜIMES ARUCAS TELDE TEROR ARTENARA VALLESECO FIRGAS VALSEQUILLO SANTA BRÍGIDA TELDE VALLESECO MOGÁN TEJEDA INGENIO TELDE INGENIO INGENIO TELDE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA AGAETE TELDE ALDEA DE SAN NICOLÁS SANTA MARÍA DE GUÍA TELDE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA INGENIO SANTA MARÍA DE GUÍA SANTA MARÍA DE GUÍA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA GÁLDAR TELDE, INGENIO Y AGÜIMES LAS PALMAS DE GRAN CANARIA SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA SAN MATEO LAS PALMAS DE GRAN CANARIA SAN MATEO TEROR SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA FIRGAS INGENIO

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LUGAREJO, EL LUGAREJOS LUZ, CASTILLO DE LA LUZ, PUERTO DE LA LLANILLO, EL LLANO BLANCO LLANO BLANCO LLANOS, LOS LLANOS, LOS MACHAS, LAS MADRELAGUA MADRES, LAS MADRID, LLANOS DE MADROÑAL, EL MAGULLO, LOMO MAIPEY MAJADA ALTA MAJADA ALTA, PRESA DE MAJADAL, EL MAJADILLA, LA MAJANOS, LOS MAJORERAS, LAS MALASIO, CUEVAS DE MALTESES, CALLE DE LOS MANCO, LOMO DEL MAR PEQUEÑA MARCIEGAS, LAS MARENTE, CASERÍO MARETA, LA MARFEA, PUNTA Y LOMO DE LA MARFU MARÍA DE GUÍA, SANTA MARÍA DE LOS SANTOS, PASO DE MARÍA RIVERA, LLANOS DE MARMOLEJOS MARTELES, CALDERA DE LOS MARZAGÁN, VALLE DE MASPALOMAS, CHARCA DE MASPALOMAS, FARO DE MASPALOMAS, LLANOS DE MATA, CASTILLO DE MATAASNOS, LOMO MATANZA, LA MATEO, SAN MATÍAS, SAN MATORRAL, SALINAS DEL MATOS, CASAS Y CUEVAS DE MATOS, CERCADO DE


LAS PALMAS DE GRAN CANARIA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA ALDEA DE SAN NICOLÁS TELDE ALDEA DE SAN NICOLÁS INGENIO SANTA BRÍGIDA TELDE VALLESECO ARUCAS TELDE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA SAN MATEO TEJEDA VALSEQUILLO TEROR ARUCAS SANTA BRÍGIDA MOGÁN INGENIO TEROR MOGÁN SAN MATEO ALDEA DE SAN NICOLÁS VALLESECO INGENIO SANTA MARÍA DE GUÍA MOYA SANTA MARÍA DE GUÍA ARUCAS LAS PALMAS DE GRAN CANARIA MOYA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA SANTA LUCÍA DE TIRAJANA ARTENARA Y VALLESECO INGENIO VALSEQUILLO MOYA SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA GÁLDAR SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA ALDEA DE SAN NICOLÁS LAS PALMAS DE GRAN CANARIA MOGÁN SANTA MARÍA DE GUÍA AGAETE SANTA LUCÍA DE TIRAJANA

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MATULA, LA MAYORDOMÍA, LA MEDEROS MEDIANÍAS, EL PLATO DE LAS MEDIODÍA, CUEVA DEL MEJÍAS, LAS MELEGUINAS, LAS MELENARA, PUERTO DE MELERO MELERO, EL MELOSAL, LOMO MESAS, LAS MILLER BAJO Y ALTO MINA, BARRANCO DE LA MINA DE TEJEDA, LA MIRABALA MIRAFLOR MIRÓN, EL MOCANAL, LOMO DEL MOGÁN MOLINILLOS, LOS MOLINO, PUENTE DEL MOLINO DE VIENTO MOLINOS, DEGOLLADA DE LOS MOLINOS, LOS MONAGAS MONDRAGÓN MONDRAGONES, LOS MONJAS, LAS MONTAÑA ALTA - PIEDRAS DE MOLINO MONTAÑETA, LA MONTAÑETA, LA MONTAÑETA, LA MONTE QUEMADO MORISCO, EL MORISCOS, CRUZ y MONTAÑA DE LOS MORISCOS, LOS MOTA, ERA DE LA MOYA MUERTOS, CAMINO DE LOS MUGARETES DEL CLAVO MUJERES, PUNTA MUJERES, RISCO DE LAS MURALLA DE LA CIUDAD NEGRA, MORRO DE LA NEGRO, MONTAÑÓN NEGRO, PLAYA DEL NEGROS, BARRANCO DE LOS


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SANTA BRÍGIDA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA GÁLDAR SAN MATEO AGAETE TEJEDA TEJEDA TELDE AGAETE MOYA TEROR TELDE SANTA BRÍGIDA TELDE TEROR LAS PALMAS DE GRAN CANARIA VALSEQUILLO FIRGAS MOYA SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA MOGÁN TEROR SANTA BRÍGIDA TELDE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA SANTA MARÍA DE GUÍA ARUCAS INGENIO TELDE SANTA MARÍA DE GUÍA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA SANTA BRÍGIDA INGENIO SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA TELDE INGENIO LAS PALMAS DE GRAN CANARIA SANTA MARÍA DE GUÍA ARUCAS AGAETE SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA FIRGAS TEROR TEJEDA ARUCAS ALDEA DE SAN NICOLÁS ARUCAS

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NEGROS, MONTAÑETA DE LOS NICOLÁS, RISCO DE SAN NIDO CUERVO NIEVES, PICO Y POZO DE LAS NIEVES, PUERTO DE LAS NIÑAS, CUEVAS Y PRESA DE LAS NUBLO, ROQUE NUEVE, VALLE DE LOS OSCURO, BARRANCO OSCURO, BARRANCO OJERO, EL OJOS DE GARZA, PLAYA DE OLIVOS, LOS OLIVOS, LOS OSORIO, FINCA DE OVEJERO, CRUZ DEL PACHECAS, LAS PADILLA PAGADOR, EL PAJAR, PLAYA DEL PAJONALES, MORRO DE PALMAR, EL PALMAREJO, EL PALMAS, MONTAÑA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA, LAS PALMITAL, EL PALMITOS, BARRANCO DE LOS PALOMAR, CUEVAS DEL PARDILLA, LA PARRA, LLANOS DE PARRADO, HOYA DEL PARRALILLO, EL PASADILLA, LA PASITO BLANCO PASO, HOYA DEL PASTEL, EL PASTRANA, LA PATERNA, LA PAVÓN, MONTE PEDRO, LOMO DE SAN PEDRO, VALLE DE SAN PEDRO AFONSO, CASERÍO Y LOMOS DE PELLAS, LAS PEÑA, LA PEÑA RAJADA PEÑONES, LOS PERCHEL, PUERTO DE EL PERDIGÓN, LOMO EL


LAS PALMAS DE GRAN CANARIA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA TEJEDA MOGÁN SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA AGÜIMES SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA ARUCAS GÁLDAR TEJEDA TEROR ARUCAS VALSEQUILLO SANTA BRÍGIDA TEROR MOYA Y SANTA MARÍA DE GUÍA ARUCAS LAS PALMAS DE GRAN CANARIA GÁLDAR SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA GÁLDAR LAS PALMAS DE GRAN CANARIA ARUCAS SANTA LUCÍA DE TIRAJANA AGAETE SANTA MARÍA DE GUÍA TELDE ARUCAS COSTA DE GRAN CANARIA SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA MOGÁN GÁLDAR ARUCAS Y FIRGAS ARUCAS TEROR TEROR LAS PALMAS DE GRAN CANARIA TELDE TELDE SANTA BRÍGIDA TEJEDA SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA ALDEA DE SAN NICOLÁS MOGÁN LAS PALMAS DE GRAN CANARIA VALSEQUILLO

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PEREGRINA, CALLE DE LA PERRERAS, LAS PEZ, LLANOS DE LA PIE DE LA CUESTA PILANCONES, PARAJE DE PILAS DE LOS CANARIOS, LAS PILETAS PILETILLAS PINAR, ERMITA DEL PINEDA, CRUZ DE PINEDA, HOYA DE PINILLO, SOLANA DEL PINO, BARRIO DEL PINO, EL PINO, LA ERA DEL PINO SANTO PINO SANTO, CALDERETA DE PINOS, CALDERA DE LOS PINTO, PRESAS DEL PINTOR, CASERÍO Y BARRANCO DEL PISO FIRME PLATA, LA POLEO, LLANO DEL POLVORÍN, EL PORTALES, LOS POZO IZQUIERDO PRESAS, MONTAÑA DE LAS PRIETO, ROQUE PRIMAVERA, LA PUERTILLO, EL PUERTOS HISTÓRICOS, LOS PULGAS, LOMO DE LAS QUIEBRE, LOMO QUINTANAS, LLANOS DE LAS QUINTANILLA, LOMO Y PLAYA DE RAMÍREZ, LOMO DE RAYO, EL REAL, CALLE REHOYAS, LAS REMUDAS, LAS RESTINGA, LA REVENTÓN, CUESTA DEL REY, CUEVAS DEL REY, MONTAÑA DEL RIBANZO, EL RICO, PUERTO RINCÓN, BAHÍA DE EL RINCÓN, EL


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TEJEDA TEROR ARUCAS AGAETE SANTA LUCÍA DE TIRAJANA AGÜIMES LAS PALMAS DE GRAN CANARIA TELDE GÁLDAR LAS PALMAS DE GRAN CANARIA SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA AGAETE ALDEA DE SAN NICOLÁS MOYA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA SANTA MARÍA DE GUÍA VALSEQUILLO TEROR FIRGAS ARUCAS AGÜIMES GÁLDAR SANTA LUCÍA DE TIRAJANA INGENIO Y TELDE SANTA LUCÍA DE TIRAJANA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA TELDE SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA MOGÁN ARUCAS SANTA BRÍGIDA AGAETE, MOGÁN Y SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA VALSEQUILLO GÁLDAR SANTA LUCÍA DE TIRAJANA SANTA BRÍGIDA GÁLDAR SAN MATEO LAS PALMAS DE GRAN CANARIA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA GÁLDAR LAS PALMAS DE GRAN CANARIA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA TEROR INGENIO

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RINCÓN, EL RINCÓN, EL RIQUIÁNEZ, MONTAÑA Y LADERAS DE RISCO, EL RISCO BLANCO RISCO PINTADO RISCOS, LOS ROCHA, BARRANCO DE LA Y LA ROJAS ROMÁN ROMERAL, CASTILLO DEL ROQUE, EL ROQUE, EL ROQUE, EL ROQUE, SAN ROQUE, SAN ROQUE, VALLE DE SAN ROSADAS, LAS ROSALES, ACEQUIA DE ROSA SILVA ROSAS, LAS ROSAS, LAS ROSIANA, BARRANCO, MONTAÑA Y PAGO DE ROSIANA, VOLCANES DE RUEDA, LA RUGAYO SABINAL, EL Y LOMO DEL SALINETAS, LAS SALOBRE, EL SALTO DEL CASTELLANO SALTO DEL NEGRO SÁNDARA, CADENA DE SANTIDAD SANTÍSIMO, EL SAO, EL SARDINA, CRUZ Y HUERTA DE SARDINA DEL NORTE SARDINA DEL SUR, LLANOS DE SATAUTEJO SAUCILLO SAUCILLO, CRUZ DEL ROQUE SCHAMANN SEBADAL, URBANIZACIÓN EL SEBASTIÁN, ERMITA DE SAN SECADERO, EL SECO, BARRANCO SECUESTRO, EL SEQUERO, EL


SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA INGENIO LAS PALMAS DE GRAN CANARIA GÁLDAR SANTA BRÍGIDA TEROR TELDE SANTA MARÍA DE GUÍA SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA SANTA MARÍA DE GUÍA MOYA GÁLDAR SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA SANTA LUCÍA DE TIRAJANA MOGÁN SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA ALDEA DE SAN NICOLÁS LAS PALMAS DE GRAN CANARIA, SANTA BRÍGIDA y TELDE SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA SAN MATEO TELDE ARTENARA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA ARUCAS TELDE INGENIO ALDEA DE SAN NICOLÁS ALDEA DE SAN NICOLÁS MOGÁN MOGÁN VALSEQUILLO SANTA LUCÍA DE TIRAJANA GÁLDAR SANTA BRÍGIDA TEJEDA TEJEDA SAN MATEO Y TEJEDA TELDE AGÜIMES SANTA LUCÍA DE TIRAJANA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA VALSEQUILLO TEROR MOYA TEJEDA ARUCAS SAN BARTOLOMÉ Y SANTA LUCÍA

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SEQUERO, EL SIERRA, BARRANQUILLO DE LA SIETE PUERTAS SILOS, LOS SILOS, LOS SILOS, LOS SILVA, BCO., CASERÍO, LOMO Y PUNTA DE SILVA, CUESTA DE SITIOS, LOS SOLAPONES, LOS SOLÍS, VÍNCULO DE SORIA, CALETA DE SORIA, CASAS, BARRANCO, MESA Y PRESA DE SORRUEDA, LA TABAIBALES, LOMO DE TABAIBAS, LOMO DE TABLADAS, CASERÍO Y MESA LAS TAFIRA TAIDÍA TALAYÓN, MIRADOR DEL TALIARTE TAMADABA, MACIZO DE TAMARACEITE TANASIO, EL TARA TARIFA, LA TASARTE TASARTICO TAURITO TAURO, MONTE Y BARRANCO DE TECÉN TEDERAS, LAS TEGUESTE TEJAR, EL TEJEDA TEJEDA, CALDERA DE TEJEDA, CRUZ DE TELDE TEMISAS TENEFÉ, PUNTA Y SALINAS DE TENERÍAS, LAS TENOYA TENTENIGUADA TEROR TILOS, LOS TIMAGADA TINOCAS TIRAJANAS, CALDERA DE LAS


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ARTENARA ALDEA DE SAN NICOLÁS ARUCAS TEROR LAS PALMAS DE GRAN CANARIA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA TEJEDA ALDEA DE SAN NICOLÁS ARUCAS ARUCAS SANTA MARÍA DE GUÍA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA SANTA BRÍGIDA TELDE VALSEQUILLO VALLESECO MOYA TELDE TELDE SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA SAN MATEO SANTA MARÍA DE GUÍA INGENIO VALLESECO VALLESECO VALSEQUILLO INGENIO AGAETE SANTA LUCÍA DE TIRAJANA VALSEQUILLO LAS PALMAS DE GRAN CANARIA SAN MATEO AGÜIMES MOGÁN ARTENARA SANTA MARÍA DE GUÍA SANTA MARÍA DE GUÍA SAN MATEO TELDE FIRGAS Y VALLESECO ARUCAS VALLESECO LAS PALMAS DE GRAN CANARIA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA FIRGAS Y VALLESECO

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TIRMA, MONTAÑA DE TOCODOMÁN TOMÁS DE LEÓN, LOMO TORRE AMARILLA, LA TORRES, CUEVA TOSCÓN, EL TOSCÓN, EL TRABAJO, BAJA DEL TRAPICHE, EL TRASMONTAÑA TRES PALMAS TRIANA, BARRIO DE TRIBUNAL, EL TROMPETA, LA TRONCÓN, EL TROYANAS, LAS TRUJILLO TUFIA, PLAYA DE TUNDIDOR, BARRANCO DEL TUNTE, MONTAÑA Y POBLADO DE UTIACA VALERÓN, CENOBIO DE VALLE, EL VALLESECO VALSENDERO VALSEQUILLO VARGAS, PLAYA DE VECINDAD DE ENFRENTE, LA VECINDARIO VEGAS, LAS VEGUETA, BARRIO DE VEGUETILLA, LA VÉLEZ, MONTAÑA LOS VENEGUERA, BARRANCO Y CASAS DE VENTANIEVES VERDEJO VERGARA, LOMO DE VICIOSA, HOYA VILLARONA, LA VIRGEN, BARRANCO DE LA VISVIQUE ZAMORA ZARDO, EL ZOILO, BARRANQUILLO DE DON ZUMACAL


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AGÜIMES ANDÉN VERDE ARÍÑEZ BANDAMA, CALDERA Y PICO DE BERRAZALES, LOS CAIDERO, SAN JOSÉ DEL PINAR, EL COLMENAR, EL CUATRO PUERTAS, MONTAÑA DE DESCOJONADO, PUNTA DEL FAGAJESTO FONTANALES GAMONAL, HOYA DEL GUAYEDRA, VALLE DE HONDO, BARRANCO INGENIO, EL JUAN INGLÉS, BARRANQUILLO LAGUNETAS, LAS LUZ, CASTILLO DE LA MAGULLO, LOMO MARTELES, CALDERA DE LOS MAYORDOMÍA, LA MOLINO, PUENTE DEL NUBLO, ROQUE PEÑA, LA PINEDA, HOYA DE PUERTILLO, EL RISCO BLANCO ROSIANA, BARRANCO, MONTAÑA Y PAGO DE SORIA, CALETA DE TEMISAS TIMAGADA VALERÓN, CENOBIO DE VENEGUERA, BARRANCO Y CASAS DE

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BIBLIOGRAFÍA RECURSOS ELECTRÓNICOS

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ÍNDICE DE IMÁGENES


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PRESENTACIÓN

A este su primer libro firmado le preceden otras experiencias, como cuando en los pasados años 70, manteniendo el anonimato, realizó el diseño y textos de la publicación de cromos coleccionables «Municipios de Las Palmas» para el Club Juvenil de la Caja Insular de Ahorros, que luego se insertaría en la revista Aguayro, de la misma entidad, en la cual trabajaba el autor. Su arrinconada vocación de articulista de muchos años atrás afloraba en escasas ocasiones, como cuando en el año 2000 obtuvo el Premio de Periodismo «Pedro Marcelino Quintana» de Arucas. Ahora, cuando ha concluido una intensa vida profesional en el mundo empresarial, y con tiempo para dedicar al placer de leer y escribir, ha rescatado su vieja pasión con esta obra. Humberto, el autor, me pidió que le prologara Origen y noticias de lugares de Gran Canaria, indudablemente por amistad y presidencia, que no por mi valía. Con agrado acepté, y lo primero que destaco es el rigor de procedimiento seguido por él, que clasifica el trabajo como de divulgación, firmemente documentado en una extensa bibliografía para disponer ordenadamente la información histórica de cada lugar. Cuenta el libro, antes de iniciar el capitulado, con un glosario de genéricos que ayudará al lector a entender términos del castellano canario, con su específica aplicación. También apunta una aclaratoria sobre el Antiguo Régimen y las figuras jurídicas que incluyen voces vinculadas a la tierra. Para el lector encierra una cómoda ventaja, porque cada uno de los lugares descritos constituye, en sí mismo, una unidad que tiene principio y fin. Colocados por el común orden alfabético, se puede buscar en cualquier dirección sin perder la esencia de conjunto. El método utilizado es especialmente sencillo, redactado en castellano llano, con una prosa fluida y amena que llama a la lectura y que, aunque densa en referencias, no cansa; al contrario, anima al lector a continuar porque la curiosidad y el interés le han podido.

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Es muy hermoso leer un original de un autor novel, porque, cuando pregunta con expectante ansiedad cuál es la opinión obtenida de su lectura, al responderle que aún no lo has finalizado pero lo leído te ha gustado, inmediatamente ves en sus ojos una sensación de paz que te transmite y te hace participar de sus emociones.


Continúa con descripciones de uso y las vicisitudes que atraviesa en el tiempo partiendo de su estado actual. Es una opción acertada partir del hoy hacia el ayer y no a la inversa, porque nos adentra profundamente en el estudio y nos hace vivir las realidades que, en el tiempo, realizaron la transformación. El libro es, además, una moderna guía para el caminante, para el visitante turístico, para el historiador, para la formación de los estudiantes…, y es un soporte imprescindible en coloquios y encuentros de estudio sobre los orígenes y desarrollo de los pueblos de Gran Canaria. El lector podrá localizar en un mapa los parajes y lugares que conforman cualquier lugar de la isla que desee visitar; y con este libro, podrá además conocer las singularidades de su nacimiento y desarrollo, y los personajes que por él anduvieron con tal precisión, que nos hará beber en la fuente del conocimiento como si hubiéramos estado de siempre allí. Yo personalmente escribí una historia para el programa de la Fundación Mapfre Guanarteme «Rescatando la Memoria» en la que presentaba los recuerdos desde la Atalaya de Riquiánez. Sobre este lugar, el autor, en su magnífico estudio, nos dice que lo conforma un conjunto de accidentes etnográficos que describe con claridad. Luego continúa diciendo que en los repartimientos de 1534 se adjudicaron a la viuda del conquistador Alonso Muñoz veinticinco fanegas en la montaña de Enrique Yánez. Nos describe su situación, sus noticias documentales y cómo surge el nombre actual. Termina describiendo toda la riqueza que encierra. Mi modesta investigación se limitó a preguntar el origen del nombre ignorando el gran contenido que encerraba. Cuando lees la introducción del autor, conoces la razón que le impulsó a realizar este estupendo compendio. Dice: «Un buen día, estando en el Barranquillo de Juan Inglés, me preguntó Tita –su esposa– quién era». Ahí nació el deseo personal de conocer y, una vez satisfecha la curiosidad, pensó: ¿por qué no divulgarlo para que quien lo desee encuentre respuesta a estas preguntas?

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Inicia cada exposición del lugar de referencia con una descripción de su ubicación precisa pormenorizando los cambios producidos en ella. Le sigue la descripción del topónimo y sus orígenes, que nos hablan de la variopinta población que inundó Gran Canaria desde la Conquista y hoy continúa con síntomas más complejos, porque aquella fue integradora y esta forma un apartheid poco satisfactorio.


La historia es investigación, que no invención y fantasía. El autor huye de ambas tentaciones y, cuando algo no figura, es porque no se ha encontrado respuesta al interrogante a pesar de la búsqueda; e, indudablemente, porque no se agotan en un volumen todos los lugares que conforman Gran Canaria. El propio título lo confirma al decir «lugares», lo que evidencia ausencia de totalidad. La cultura se enriquece con un nuevo libro sobre lugares de Gran Canaria de la mano de un novel escritor, concienciado interrogador que está llamado a darnos, en los próximos años, nuevas aportaciones a la historia con estudios como Origen y noticias de lugares de Gran Canaria. Julio Caubín Hernández

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Y esa reflexión se ha concretado en un hermoso estudio que, esparcido en cientos de documentos, ha logrado la cohesión gracias a una perseverante, eficaz y firme voluntad investigadora del autor.


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INTRODUCCIÓN

Un buen día, estando en el Barranquillo de Juan Inglés, Tita me preguntó quién era el tal Juan Inglés y, la verdad, no supe contestarle. Pensé que sería uno de los tantos «Juanes» que salen de parranda la noche del 23 de junio para celebrar su santo, pero lo de «Inglés» ya me confundía aún más por lo extraño, y no podía precisar si era uno de los tantos «Chonys», ese cariñoso nombre con el que se llamó en Canarias a los primeros turistas ingleses que nos visitaron, pensando que todos eran «Johny’s». La curiosidad de los humanos por saber, por «aprehender el conocimiento», es enorme, así que indagué para alcanzar la respuesta correcta. Pero esa necesidad de robar el conocimiento no puede limitarse a un caso concreto. Indagando uno, se encuentra otro, y se van dando saltos de un libro a otro, de una ciencia a otra, hasta que uno se llena de notas dispersas que empieza a ordenar para componer algo así como una pequeña leyenda. Nuestra isla es pequeña en el mundo, pero hasta lo más pequeño es muy grande, tan grande que dentro de ella hay multitud de bellos lugares con hermosos nombres propios que suenan a melodías que han quedado guardadas para su particular historia. Después de tanta búsqueda, de tanto acumular notas, de tanto tirar de información de aquí y de allá, cuando se va aumentando el conocimiento, uno piensa que sería mezquino no transmitir a otros lo recopilado de lo tanto que se ha escrito de nuestros lugares. Este libro no trata de ser un texto técnico de Historia, Ciencias, Economía, Filología, Etimología, ni de ninguna otra materia. Pretende ser algo más simple: la recopilación de una información muy dispersa que, en una amplia bibliografía de estas materias, cita los lugares que figuran en el índice, en el que no están todos los de esta isla o no se incluyen, porque están ya definidos como topónimos genéricos. Sí aparecen los más importantes y de los que he podido localizar alguna información. No obstante, la relación de topónimos existentes en la isla no se agota con el índice. De aquellos lugares de los que no existen noticias escritas o conocidas, he tenido el atrevimiento de componer una hipótesis o ficción, a modo de ensayo, del cómo y el porqué recibió dicho nombre propio para acabar siendo un topónimo, en la única acepción de esta palabra: «Nombre propio del lugar». Y ello siempre tratando de usar los mínimos tecnicismos o, cuando son necesarios, trayendo al caso su significado con una única intención: que no tenga que acudirse a otros diccionarios o glosarios y que sea accesible a la mayor cantidad de lectores. Algo he aprendido durante su escritura, en gran medida por lo que expreso en las notas preliminares; pues huyendo de encontrar lo que significan los topónimos prehispánicos, o de los cambios operados en las reglas ortográficas que pueden distraer del objetivo final, se alcanza con más nitidez el verdadero significado dado al nombre propio del lugar, que no es otro distinto al pretendido por sus primeros pobladores, así sin más, pues es este el que tiene su verdadero valor de identidad. No es mi pretensión por tanto, ni siquiera he tenido la intención de pretenderlo, modificar la historia de los pueblos, sino más bien contribuir a difundir lo que ya es sabido, reproduciendo lo que las distintas fuentes han investigado, clasificándolo en función del lugar, compilándolo y, sobre todo, tratando de que sea ameno al lector. Espero haber acertado. Humberto Manuel Pérez Hidalgo

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Pasa siempre que, cuando uno se encuentra en un lugar cuyo nombre resulta, como tal topónimo, algo enigmático, se enciende y activa la inmensa necesidad de conocer cuál es la razón de su nombre. Y así, cuando se trata de alcanzar una argumentación que dé respuesta al mismo, uno se halla con multitud de noticias en las que es mencionado; noticias que, tratadas aisladamente, pierden interés, pero que, al situarlas en su contorno geográfico, engrandecen aún más su conocimiento.


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NOTAS PRELIMINARES

2.- Dado que muchas transcripciones de la lengua aborigen lo son al castellano antiguo de los siglos XV y XVI, se ignoran las tildes o acentos, y no se consideran las distintas grafías motivadas por los usos antiguos y las modernas reglas gramaticales, especialmente en cuanto al uso de la B o V; la C, S o Z; y la H, J o X, prevaleciendo, por tanto, el término vivo recogido por la tradición oral que ha llegado a nuestros días. 3.- Hay que tener en cuenta el reajuste de las consonantes sibilantes, un proceso de evolución fonética característico del castellano que tuvo lugar en los siglos XVI y XVII dando origen al sistema consonántico actual del idioma español. 4.- Se incluye el significado de un vocablo de la lengua aborigen en el caso de que hubiera sido investigado por filólogos, o la notoriedad que el lugar representaba para la cultura aborigen según los distintos historiadores. 5.- Hay que tener en cuenta que los documentos históricos no suelen explicar el origen de los topónimos o nombres propios de los lugares, salvo excepciones. 6.- Resulta necesario aclarar la costumbre al uso de dar a los barrancos el mismo nombre del lugar, por lo que es habitual que el barranco de una misma cuenca reciba distintos nombres a lo largo de su recorrido, con alguna excepción que confirma la regla. 7.- Salvo que su denominación obedezca a topónimos históricos o con noticias de interés, no se tratan los nombres de las urbanizaciones modernas y de nueva planta que obedecen a criterios eminentemente comerciales del promotor.

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1.- En aquellos nombres de localizaciones que se correspondan con topónimos aborígenes prehispánicos (anteriores a la Conquista), no se mencionan las distintas grafías, antiguas o no, citadas por distintos historiadores y/o investigadores, ya que, por la dificultad de la transcripción al castellano de los términos de una lengua ajena y desconocida para los conquistadores españoles, como es el caso de la lengua guanche, pudieron resultar desvirtuadas.


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Se incluye aquí un glosario de Términos Genéricos, llamadas así las palabras que se utilizan asociadas o no a nombres de distintos lugares, el término específico al que acompañan; ya que forman parte indisociable del topónimo y que en esta tierra son utilizados de forma tradicional para identificar determinados accidentes del relieve geográfico, microclimas, usos agrícolas y ganaderos, y otros muy variados, reproduciendo el significado que se les ha dado por las distintas fuentes consultadas en la bibliografía citada. Algunas de estas palabras no están registradas en el Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española, o al menos no con la acepción pretendida, es decir, con el significado para el contexto en que aquí aparecen. En el caso de que la palabra esté registrada en el mencionado Diccionario de la Lengua y sea de uso en España, se incluye la acepción análoga en cursiva, precedida de las siglas del Diccionario de la Real Academia Española (DRAE). Se incluye también el significado encontrado en el Instituto Geográfico Nacional, concretamente en el Glosario de Términos del Atlas Nacional de España, referido en cursiva y precedido de las siglas del mismo (GTAN).

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GENÉRICOS


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ALBERCÓN Estanque regulador de agua de riego por lo general de planta circular. DRAE: Aumentativo de «alberca»: Depósito artificial de agua, con muros de fábrica, para el riego.

ATALAYA Y TALAYÓN Lugar elevado desde el que se observa una vista amplia. No hace mención a su forma, pero sí a su cualidad: estar elevado y disponer de amplias panorámicas. DRAE: Eminencia o altura desde donde se descubre mucho espacio de tierra o mar. BARRANCO Curso de las aguas pluviales, seco la mayor parte del año. Valles de la red hidrográfica canaria. Aparecen las variantes diminutivas de barranquera y barranquillo. DRAE: Quiebra profunda producida en la tierra por las corrientes de las aguas o por otras causas. GTAN: Avenida de agua de lluvia que corre por una depresión orográfica. Quiebra profunda que hacen en la tierra las corrientes de agua. BLANCO Con este epíteto cromático se conocen muchos topónimos de llanos y lomos. Reciben tal nombre por observarse en el lugar capas de tierras ricas en cal o a poca profundidad. Según el desaparecido profesor Telesforo Bravo, diversos geólogos han emitido distintas opiniones sobre la formación, antes del Cuaternario, de estas cubiertas calcáreas que impregnan diversos suelos, coincidentes todas ellas en atribuirla al efecto de las aguas, si bien difieren en el proceso geológico de cómo se sedimentaron para acabar, como técnicamente se las llama, en la cubierta «calizo-margosa» o «travertinos» que se formaron en suelos de suaves pendientes o llanos. CAIDERO Es un término típicamente canario, equivalente a salto. Se encuentra en las cuencas de los barrancos y durante los inviernos da origen a una cascada perpendicular. CAÑADA Señala la presencia de un barranco pequeño, estrecho si se refiere al relieve, que es la acepción más usada en Canarias; pero también puede significar «lugar de paso de ganado». DRAE: Espacio de tierra entre dos alturas poco distantes entre sí. GTAN: Vía para el tránsito de ganado trashumante. Espacio entre dos montañas poco distantes entre sí.

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ANDÉN Hace referencia a estrechas y largas cornisas, transitables solo para los pastores o montañeros, suspendidos en los grandes acantilados. DRAE: Corredor o sitio destinado para andar. GTAN: Corredor o acera para el paso de peatones.


CASERONES Circunstancialmente aparece también como «casarones». Es un topónimo asociado a yacimientos arqueológicos (La Aldea de San Nicolás, San Bartolomé de Tirajana, Telde…), nombre con el que los conquistadores y colonizadores denominaban un poblado aborigen de casas de piedra seca, de planta circular al exterior y de tendencia cuadrangular o cruciforme al interior, con una perfecta adaptación a las condiciones orográficas, acomodando los muros a las irregularidades del terreno y recurriendo a la excavación parcial del suelo, posibilitando el encajonamiento horizontal en la ladera. También son conocidas como «casas hondas». Ambos términos son recogidos en la documentación histórica de los siglos XVI a XVIII para referirse a las construcciones prehispánicas que aún en esos siglos continuaban siendo utilizadas. CUESTA Designa un camino o sendero de subida. Se emplea para algunas carreteras muy pendientes y también se usa para laderas de barrancos de pendiente muy tendida. DRAE: Terreno en pendiente. GTAN: De modo más particular, ladera abrupta que desciende de un páramo alto a la llanura, especialmente si la superficie del páramo es llana y horizontal. Terreno en pendiente. CULATA, CULATÓN Lugar apartado con respecto a un punto geográfico poblado, frecuentemente un pueblo del que llega a constituir un barrio o vecindad. El segundo término puede entenderse también como un escarpe saliente. DEGOLLADA Equivalente a garganta. Es una zona más baja entre dos realces del relieve y su importancia radica en que facilita las comunicaciones. GTAN: Garganta o collado que une dos valles o barrancos contiguos. FORTALEZA Aunque es más frecuente en otras islas y poco empleado en esta, se refiere a un bloque rocoso, mucho mayor que los roques, y que tiene un remoto parecido con un sólido bastión de aspecto agresivo e inaccesible. GTAN: Masa de rocas que sobresale de una superficie plana. FRONTÓN Risco o corte vertical de un lomo, montaña o mesa. DRAE: Parte escarpada de una costa.

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CARRIZAL Definición coincidente con la establecida por el DRAE: Sitio poblado de carrizos. Carrizo: Planta gramínea, indígena de España, con la raíz larga, rastrera y dulce, tallo de dos metros, hojas planas, lineares y lanceoladas, y flores en panojas anchas y copudas. Se cría cerca del agua y sus hojas sirven para forraje. Sus tallos servían para construir cielos rasos, y sus panojas, para hacer escobas.


GAÑANÍA Explotación ganadera atendida por un pastor profesional llamado “gañán”, que forma parte de una propiedad agraria mayor explotada por jornaleros, donde el estiércol de las vacas es aprovechado como abono agrícola y la fuerza de los animales es utilizada para el arado de la misma tierra. La leche producida es normalmente vendida. DRAE: Conjunto de gañanes. Casa en que se recogen. GRANADILLO, GRANALLIDAR Y GRANILLAR Existen muchos topónimos que responden a alguna de estas voces o derivados y que obedecen a la abundancia de granadillos en su época. Se conoce como «granadillo» (Hypericum canariense) a un endemismo macaronésico del que se diferencian tres variedades: canariense, platysepalum y floribundum. Se diferencia del resto de especies porque carece de glándulas en los bordes de hojas y sépalos. Sus hojas son de estrechamente elípticas a linear-lanceoladas y las inflorescencias poseen numerosas flores, normalmente amarillas. HOYA Es un término que designa una depresión cuya forma es la de un valle pequeño de fondos redondeados o planos, de forma elíptica a semicircular y laderas abruptas en las partes superiores. Sus fondos son fértiles, por lo que son espacios aptos para el desarrollo de la agricultura. Se inscriben entre lomos, y su origen es producto del modelado erosivo y no de la actividad volcánica reciente. DRAE: Concavidad u hondura grande formada en la tierra. Llano extenso rodeado de montañas. GTAN: Espacio considerable cerrado por altura. HORNILLO Lugares que destacaban por la existencia de casas campesinas que disponían de hornos para amasar y hacer pan, así como otros oficios para cocinar. Sin embargo, para otros autores, la denominación puede hacer alusión a la presencia de una concentración de relativas altas temperaturas, producto de la acumulación del calor por la orografía del lugar. LOMO Es una elevación longitudinal cuya cima es curva convexa en mayor o menor medida. Mantiene su altura descendiendo suavemente. Puede ser ancho o muy estrecho independientemente de cuál sea la forma y gradiente de sus laderas. GTAN: Parte de una ladera limitada por dos barrancos paralelos.

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GAMBUESA O GAMBUEZA Término utilizado por los pastores para denominar a los corrales construidos con muros de piedra levantados por ellos mismos.


LONGUERA Aunque no difiere de lo que expresa el Diccionario de la Lengua, en Canarias se concreta algo más cuando se agudiza la dificultad del suelo, al estar dicha porción de tierra, larga y estrecha, acotada por las diferencias de niveles de los terrenos que la bordean; por ejemplo, entre dos barrancos profundos o entre un risco y la depresión del terreno de un barranco, caldera u hoya. DRAE y GTAN; Porción de tierra, larga y estrecha. LLANETES Sucesión de pequeñas terrazas en las laderas de los barrancos. LLANILLO Suele ser una terraza pequeña en las laderas de barrancos. LLANO Esta denominación se reserva para lomos planos, más o menos inclinados, situados entre dos barrancos próximos, o para las terrazas situadas tras algunas montañas. DRAE: Igual y extendido, sin altos ni bajos. GTAN: Llanura. LLANOS Esta denominación en plural expresa una extensión mayor y que generalmente está situada en las proximidades de las costas. Terrazas a mayor altura, en realidad planos inclinados de una relativa extensión, son también denominadas así. LLANOTES Sucesión de pequeñas terrazas en iguales circunstancias que las anteriores o en los contrafuertes de las montañas. MADRE Toma de agua superficial en un cauce del barranco. Matriz de un caudal de agua para riego. DRAE: Cauce por donde ordinariamente corren las aguas de un río o arroyo. GTAN: Terreno por donde corren ordinariamente las aguas de un río o arroyo. MAJADA O MAJADILLA Lugar que, aprovechando el relieve y alguna cerca, se utilizaba para dar refugio al ganado, y que disponía de casas de pastores. DRAE: Lugar donde se recoge de noche el ganado y se albergan los pastores.

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LUGAREJO Es una expresión del castellano antiguo con significado de sitio o paraje, sin sentido despectivo, que estos lugares han conservado en su denominación desde la conquista de las islas, y es recogida en documentos públicos de la época.


MESA Terreno elevado formado por una llanura que acaba en paredes verticales fruto de la erosión. Técnicamente, la mesa se origina por el relleno del cauce de un barranco por una colada de lava y la posterior erosión de las antiguas laderas de este, de modo que aparece un relieve positivo en el antiguo cauce. DRAE: Terreno elevado y llano, de gran extensión, rodeado de valles o barrancos. GTAN: Cima plana de una montaña. Terreno elevado y llano de gran extensión rodeado de valles o barrancos. MINA Es la zona de captación de aguas o de filtración bajo el cauce del barranco que conforma un depósito aluvial (arenas y gravas) con un alto parámetro de infiltración, por donde circulan con mucha facilidad las aguas subálveas originando acuíferos colgados de importancia. DRAE: Paso subterráneo, abierto artificialmente, para alumbrar o conducir aguas o establecer otra comunicación. Nacimiento u origen de las fuentes. GTAN: Paso subterráneo para captar corrientes de agua o establecer una comunicación. Excavación hecha para extraer minerales del subsuelo. MONTAÑA Elevación aislada del terreno, que puede coincidir o no con la presencia de conos volcánicos o de relieves erosionados y residuales. En cualquier caso, una montaña siempre posee un buen volumen, formando parte de ella otras formas que la caracterizan. DRAE y GTAN: Gran elevación natural del terreno. Territorio cubierto y erizado de montes. MORRO Expresión muy frecuente. Suele ser una montaña con una de sus laderas muy escarpada. GTAN: Cabo. PASO En los acantilados puede haber veredas especialmente difíciles de transitar y que en ocasiones solo las cruzan pastores habituados a los acantilados. GTAN: Puerto de montaña. PERCHEL También es llamado erróneamente «parchel». Se conoce con este nombre a las ensenadas, bahías y puertos de mar de carácter eminentemente pesquero. DRAE: Aparejo de pesca, consistente en uno o varios palos dispuestos para colgar las redes. Lugar en que se colocan.

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MAIPEZ O MALPAÍS Terreno volcánico y pedregoso de muy difícil andar y cultivar. DRAE: Paisaje de relieve accidentado, con grietas y crestas agudas, originado por la erosión química en terrenos calcáreos.


RINCÓN Lugar apartado, como escondido de un caserío principal. Similar a Culata o Culatón. DRAE: Escondrijo o lugar retirado. RISCO Es palabra empleada para los acantilados muy bruscos. DRAE y GTAN: Peñasco alto y escarpado, difícil y peligroso de transitar. ROCHAS O ROSAS Son topónimos que tienen su origen en el singular de «rocha» o «tierra rochada», es decir, una tierra que ha sido limpiada de matas y malas hierbas. Una tarea implícita en este término es la de quemar los rastrojos y alimentar con sus cenizas los suelos. DRAE: Acción de rozar la tierra limpiándola de matas. GTAN: Terrenos desbrozados sobre los que se queman los matorrales arrancados para abonar la tierra con sus cenizas antes de la siembra. ROQUE Aguja de rocas que han quedado aisladas por la erosión. También son usados nombres como «puntón», «cabezo» o «peñón» para tipos de formas topográficas similares a los roques. GTAN: Peñón destacado en las barrancadas de la costa. SAO Hay distintas versiones para explicar este término y todas relacionadas con el agua. Maximiano Trapero le da el nombre de Sao a tres barrancos, por lo que podría estar relacionado con barranco, o con agua o corriente de agua. También dice que con ese mismo nombre de «sao» se conoce al sauce canario (Salix canariensis). Alfonso O’Shanahan dice que es un lugar donde hay una charca de agua. SOLANA Hay topónimos que nacen a partir de las características geográficas; por la orientación, en este caso, de las dos vertientes de los barrancos, que marcan una mayor insolación en una ladera que en otra. Con esta denominación se encuentran lugares en distintos municipios de la isla. DRAE: Sitio o lugar donde el sol da de lleno. GTAN: Zona iluminada y calentada por el Sol; en el hemisferio septentrional es la vertiente sur de una cordillera o montaña; en el austral, la vertiente norte.

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PRIETO Este adjetivo sustantivado y asociado a «risco» o «roque» tiene el significado dado por el DRAE de lugar ajustado, ceñido, estrecho, duro y denso, y se encuentra en distintos topónimos de la isla. Se citan los ejemplos de San Bartolomé de Tirajana, San Mateo y Santa Maria de Guía. En todos los casos, la altura entre su ubicación y su plano inferior es bastante sobresaliente en el relieve.


TABLERO Llano elevado en el cauce de un barranco. También es usado para denominar la franja costera intermareal, formada por rocas sedimentadas, en la que abundan los charcos. DRAE: Suelo bien cimentado de una represa en un canal. TOSCA, TOSCAL y TOSCÓN Se usan para denominar los suelos con rocas compactas, duras, de naturaleza preferentemente lávica (procedentes de magmas volcánicos), pero pueden aplicarse a rocas piroclásticas compactadas. Los piroclastos son fragmentos de lava de tamaño, morfología y color variado que se emiten a la atmósfera en las erupciones volcánicas. DRAE: Piedra caliza porosa que se forma de la cal de algunas aguas. GTAN: Roca caliza. UMBRÍA Este topónimo, al igual que el de Solana, nace por las características geográficas, por la orientación de las dos vertientes de los barrancos. En este caso marca una menor insolación en una ladera que en otra. Con esta denominación se encuentran lugares en distintos municipios de la isla. DRAE: Dicho de un lugar: Donde da poco el sol. Parte de terreno en que casi siempre hace sombra, por estar expuesta al norte. GTAN: Vertiente menos iluminada por el Sol, por oposición a la solana. Corresponde a las laderas orientadas al norte en el hemisferio septentrional y a las del sur en el austral. VALLE Recibe este nombre el curso de agua discontinuo en determinados lugares, es decir, los laterales de los cursos de barrancos. DRAE: Cuenca de un río. GTAN: Terreno más o menos llano o cóncavo, rodeado por montañas o por otros más altos.

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SOLAPÓN Es un derivado de «solapa» con el que se identifica el saliente del terreno, normalmente a diferente nivel, dejando en su parte inferior una amplia cavidad. Se puede localizar sobre un risco, una hoya o un acantilado. También se llama así a un echadero, cobijo o guarida.


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ANTÍGUO RÉGIMEN

Se incluyen también determinadas voces muy vinculadas a la tierra y a las aguas en la isla, a la moneda corriente, así como a la genealogía y a la burguesía o Alta Sociedad mencionadas en las noticias encontradas que se dan. Estas aclaraciones son necesarias para comprender dichas noticias, pues inmediatamente a la Conquista, las tierras se entregan como grandes haciendas o cortijos que monopolizan la circulación de los capitales de sus respectivas comarcas y conforman los grupos de poder local, en los que convergen los principales propietarios, escribanos, milicias y el clero. La tierra es el principal bien que sostiene la producción y es también el sistema de acumulación de capitales durante el Antiguo Régimen. El pequeño tamaño de la isla, el limitado espacio de tierras fértiles y el control del agua motivan una progresiva concentración de tierras y aguas, que los propios primeros propietarios «blindan» para que no puedan ser divididos y vendidos, vinculando los bienes en un sistema conocido con el nombre de «Antiguo Régimen», que impide jurídicamente que otras clases sociales puedan acceder a la propiedad. Por esta razón, dado el robo de los archivos del Cabildo General por las tropas de Pieter van der Does en 1599 y la destrucción de archivos por el incendio del Ayuntamiento y Audiencia en 1842, los documentos notariales adquieren un valor importante, así como la aparición de las distintas Leyes de Desamortización y sus consecuencias. Estas son las escasas fuentes de información de los distintos historiadores, que de alguna forma arrojan un poco de luz al acontecer de los desconocidos siglos XVI y XVII.

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He considerado oportuno incluir una breve explicación de las diferentes figuras jurídicas del Antiguo Régimen, relativas a la propiedad de la tierra y sus aguas, y vigentes hasta el s. XIX, por las distintas menciones que se hacen en las noticias de los lugares o en sus topónimos. El Antiguo Régimen en Canarias comprende desde la Conquista hasta la aparición de las Leyes de Desamortización.


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Los apellidos patronímicos son los que proceden de nombres propios. Los más frecuentes en Canarias son los terminados en «EZ» (de España) o «ES» (de Portugal), exclusivos de las genealogías ibéricas que tienen su procedencia en los Visigodos. «EZ» o «ES» significan «hijo de». Por ejemplo, «Pérez» (Pér-ez) es «Hijo de Pero» que en la actualidad es Pedro. Los apellidos toponímicos son los que hacen referencia al lugar donde se había nacido. Eran muy habituales entre los conquistadores o nuevos colonos en Canarias, ya que para crearlos era necesario que quien los llevara saliera de su lugar de origen, se trasladara a otra población y coincidiera en el nuevo lugar con alguien que se llamara igual. AZADA Caudal de una corriente de agua con cuya unidad se podía regar un cultivo. En las islas orientales, su equivalencia con el Sistema Métrico Decimal oscila entre 8 y 10 litros por segundo. Da base a la unidad comercial de la hora de agua, que es igual a 3600 segundos por 10 litros, resultando 36 000 litros. CABILDO CATEDRALICIO En la organización eclesiástica, es la institución encargada de suplir al Obispo por ausencia o vacante. Administraba todos los diezmos del obispado y del culto de la iglesia catedral. Dado que los Obispos permanecían gran parte de su mandato fuera de la isla, sus «dignidades» o cargos adquirían gran influencia y potestad. En el Cabildo Catedralicio destacaban ocho dignidades: Deán, Arcediano de Canarias, Chantre, Tesorero, Maestrescuela, Prior, Arcediano de Tenerife y Arcediano de Fuerteventura. Al mismo tiempo, también estaba compuesto por dieciocho canonjías y doce racioneros que representaban a seis prebendas. El Deán era la máxima figura de dicha institución y segundo en el Obispado Canariensis, después del Obispo. CABILDO GENERAL La unidad básica de administración local era el Concejo Municipal, que englobaba el medio urbano, la Ciudad, y su entorno rural o «tierra», que coincidía con los límites de la isla. En Canarias, el Concejo Municipal se hacía llamar Cabildo General, que desaparecería en 1837 con la creación de los Ayuntamientos Democráticos, para reaparecer con posterioridad, en 1912, por la Ley de Cabildos Insulares.

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APELLIDOS Dada la concurrencia de muchos topónimos que tienen su origen en los apellidos, debe conocerse que hasta el siglo XIX se podía dar el caso de hermanos y hermanas que tuvieran apellidos diferentes aun siendo hijos del mismo padre y de la misma madre. Esto era así porque en esas familias se extendió la costumbre de que cada hijo o hija escogiera sus apellidos.


El funcionamiento del Cabildo tenía lugar por sesiones capitulares en las que participaban el gobernador o juez de residencia, el teniente de gobernador, el alcalde mayor, el alguacil mayor, los regidores, el personero y los jurados. Los tres primeros aportaban un único voto, y no tenían derecho al mismo ni el personero ni los jurados. Era obligatoria la presencia del escribano mayor que daba fe.

CANTONERA Pesador de agua de riego. Obra de fábrica a modo de pequeño tanque con varias salidas y distribuciones para controlar, distribuir y medir el agua. CAPELLANÍA Era una fundación por la que, al fallecimiento del fundador, ciertos bienes pasaban a ser de propiedad eclesiástica y quedaban sujetos al cumplimiento de misas y otras obligaciones de carácter pío, es decir, formaban parte del grupo de los beneficios eclesiásticos. Las 416 fincas con cabida conocida, el 80% del total de las fincas de capellanías, suponen unas 5831 fanegas de tierra. Existían dos tipos: las colativas de sangre, donde los bienes pertenecían a la Iglesia, que se encargaba de administrarlos como apoyo económico para el capellán; y las laicales, cuyos bienes permanecían en poder del fundador, gravadas con el sostenimiento de las misas impuestas por el mismo. CENSO En la antigüedad, las nuevas tierras, al ser conquistadas y reconquistadas (en el caso de la Península Ibérica), eran por lo general propiedad de la Corona, salvo los Señoríos concedidos por la propia Corona. Cuando la propiedad pública era vendida a particulares, se hacía por un sistema de compra-venta llamado «amortización», por el cual los compradores tenían que pagar al Tesoro Real una cantidad fija anual, llamada «censo», que podía pasar de unas personas a otras si la propiedad era vendida a terceros. DRAE: Contrato por el cual se sujeta un inmueble al pago de un canon o pensión anual, bien como interés perpetuo de un capital recibido, bien como reconocimiento de la propiedad cedida inicialmente. La amortización de tierras y viviendas generó una notable alza en el precio de las propiedades que quedaban en el mercado, y una evidente diferenciación entre los bienes a los que podía acceder la población y la élite o clase social dominante. También durante la época del Antiguo Régimen, había una fuerte actividad prestamista y de compraventa de bienes de tierras y aguas, en la que se establecía un sistema de pago aplazado, pagos que también eran llamados «censos», cuyos derechos de cobro podrían ser cedidos a

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CAMPANA Lumbrera de ventilación de una mina de agua.


En el s. XVII, según la fuente consultada, el 74,8% de las viviendas de la Ciudad tenían alguna carga impuesta sobre ellas. El Cabildo Catedral y los conventos femeninos, sobre todo el de San Bernardo de la Ciudad, por los tipos de rentas detentadas, aparecen como los grandes censualistas urbanos del siglo XVII. CIUDAD, LA Los documentos antiguos, cuando hacen mención de la Ciudad, se refieren por antonomasia a Las Palmas de Gran Canaria, que además era la única considerada como tal en dichos siglos. Era el único núcleo urbano de la isla plenamente desarrollado en sus funciones y que respondía, en parte, a los aspectos manejados comúnmente para distinguir una determinada población como ciudad. DATA Son las tierras de realengo concedidas por el Rey, o en nombre del Rey por el Consejo, a un particular. DEHESA Desde los primeros años tras la Conquista, en las Ordenanzas del Concejo de 1531, fue regulado su uso y protección en el título «de las dehesas y guardas dellas». Se denominaban así las tierras rústicas en distintos lugares de la isla pertenecientes a los «propios» del Cabildo General de Gran Canaria, que eran arrendadas para el cultivo o pastoreo. Sobre estas tierras se sustentaba el proyecto de reforma agraria de la segunda mitad del s. XVIII, aun cuando no fueron subastadas a particulares antes de 1836, después de que su titularidad se transfiriera a los ayuntamientos modernos. No obstante, en el s. XVI y siguientes, algunas pasaron a particulares por alguna «merced» realizada por el Cabildo. DRAE: Tierra generalmente acotada y por lo común destinada a pastos. GTAN: Porción de tierra acotada para pastos. DESAMORTIZACIÓN, LEYES DE Después de haberse iniciado en 1798 el proceso de desamortización por Carlos IV, entre 1811 y 1813, las Cortes de Cádiz retomaron la labor de convertir en libre la propiedad «feudal» del Antiguo Régimen, las fincas rústicas y urbanas. Por los vaivenes políticos de las décadas siguientes, el proceso no finalizaría hasta 1851 y sería ultimado definitivamente en 1855. La primera tarea fue desvincular los bienes de la «nobleza» y desamortizar los bienes eclesiásticos y municipales. Ambas acciones pretendían lo mismo: sacar al mercado libre, para que fueran objeto de compra y venta, bienes que el Antiguo Régimen había dejado al margen del mismo.

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terceros, con sus correspondientes «réditos» o intereses, y establecían cargas sobre los bienes, de manera muy parecida al sistema hipotecario actual. La élite social se transformó en censualista, lo que hoy se conoce por rentista. Muchas adquisiciones de bienes entre particulares lo fueron por el impago de los censos de la actividad prestamista.


Este dilatado proceso de remates y ventas no fue continuo, sino resultado de varias desamortizaciones: la de Godoy, ministro de Carlos IV (1798); la de las Cortes de Cádiz (18111813); la del trienio liberal (1820-1823); la de Mendizábal (1836-1851), que comportó la ruptura de las relaciones diplomáticas con Roma; y la de Pascual Madoz (1855-1924). La desamortización no sirvió para que las tierras se repartieran entre los menos favorecidos, porque no se intentó hacer ninguna reforma agraria, sino para conseguir dinero para los planes del Estado, aunque contribuyó a que aumentara el volumen general del producto agrícola, al trabajar los nuevos propietarios tierras que hasta entonces no habían sido labradas por estar en «manos muertas». DULA Turno de riego en los heredamientos de agua. DRAE y GTAN: Porción de tierra que, siguiendo un turno, recibe riego de una acequia. FANEGA O FANEGADA Medida de superficie tradicional basada en el cálculo de siembra de una fanega de trigo en un terreno. El submúltiplo más común es el celemín (1/12). En su equivalencia con el Sistema Métrico Decimal en Gran Canaria alcanza 5503,65 m2, superior a la de Tenerife que alcanza 5242,48 m2. HEREDAD Comunidad de propietarios de agua. DRAE: Hacienda de campo, bienes raíces o posesiones. MARETA Estanque de grandes dimensiones y arquitectura variable. MAYORAZGO Es una de las figuras jurídicas de la «Propiedad Vinculada» (véase) para la titularidad de las tierras y aguas, que cuando se funda cuenta con licencia o facultad del Monarca. MONEDA: MARAVEDÍS, REAL DE VELLÓN, REALES Y ESCUDOS Entre los siglos XVI y XIX existieron monedas de cobre, llamadas Maravedís; de plata, llamadas Reales; y de oro, llamadas Escudos. Hubo monedas de 1, 2, 4, 8 y 16 Maravedís; 1/2, 1, 2, 4 y 8 Reales; y 1/2, 1, 2, 4 y 8 Escudos. El «Real de Vellón» es una unidad de cuenta, es decir, que no existía tal moneda. 2,5 Reales de vellón equivalían aproximadamente a un Real de

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La palabra desvinculación se aplicaba a los bienes de los seglares, y la de desamortización, a los bienes de los eclesiásticos. Se trataba, por tanto, de proporcionar las condiciones necesarias para que aumentara el número de propietarios particulares y, con la aplicación de su trabajo a dichos bienes, creciera su felicidad personal y, con ella, la riqueza nacional.


Dice la fuente consultada que la ausencia de moneda en cantidad suficiente hizo que se acudiera a dos remedios que conferían a la estructura económica un aspecto arcaico: «1) Premiar la moneda de oro, plata y vellón. Hacer que su curso legal expresado en maravedís fuese superior al normal en Castilla, de modo que quien gastase dinero en las islas lo hiciera con valor aumentado, y quien lo sacase fuera perdiese parte de este valor. 2) Obligar a los mercaderes extranjeros a tomar, como precio de sus ventas, mercancías a las que se confería el papel de moneda». En 1521, para que las islas estuviesen mejor provistas de moneda, se ordenó que el Real valiese 48 Maravedís, por lo cual a partir de este momento se distinguen dos reales: el viejo y el nuevo. Esta medida se generalizó en todas las islas y en especial en Gran Canaria. PATRONATO Es una de las figuras jurídicas de la «Propiedad Vinculada» (véase) para la titularidad de las tierras y aguas con el gravamen de una obra pía. Se considera como una institución intermedia, anexa al Mayorazgo pero también cercana a la Propiedad Eclesiástica. PROPIEDAD ECLESIÁSTICA La propiedad eclesiástica generó, como es de imaginar, muchos topónimos en las islas. Se llama así a los bienes que forman la dotación permanente de las iglesias, monasterios, hospitales y otras cualesquiera fundaciones piadosas, como las capellanías y cofradías. A la amortización o adquisición de tierras por estas instituciones, llamadas «manos muertas», se unía el hecho de que les estaba prohibido enajenar, lo que suponía uno de los más graves impedimentos para la prosperidad de la agricultura. La amortización eclesiástica está formada por aquellos bienes que le fueron asignados por la Corona en pago de su colaboración económica en la conquista, y los bienes que recibían por donaciones en todas sus modalidades. Las rentas de los bienes pertenecientes a fábricas (constituidas por bienes inmuebles y otros ingresos de variada naturaleza: censos, granos, animales, etc)., cofradías y ermitas se destinaban tanto a la construcción y mantenimiento de edificios, como a la financiación de los gastos que ocasionaba el culto desarrollado en los mismos. En otros, como los hospitales, sus rentas se destinan a la beneficencia y llegaron a tener, además de casas, 866 fanegas repartidas en 130 fincas en toda la isla. Hay que incluir también las propiedades del clero secular que llegaron a alcanzar 2087 fanegas de tierra en la isla.

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Plata. La principal moneda fue el «Real de a 8» o moneda de 8 Reales, que nació con Carlos I y desapareció bajo el nombre de «20 Reales de Vellón» con Isabel II.


Los Propios eran vendidos a particulares que se obligaban a pagar al Cabildo General de Gran Canaria un «rédito perpetuo y anual», ingresos llamados «censos», que la institución destinaba a hacer frente a los gastos de sostenimiento de médicos, maestros de primeras letras y otros profesionales públicos de la época. PROPIEDAD VINCULADA El objeto principal de la vinculación era evitar la disgregación de los patrimonios obtenidos en los repartos de tierras o en las sucesivas compras y herencias al fallecimiento del propietario. Algunas fuentes jurídicas llaman a esta figura «el monopolio legal sobre la tierra». Perseguía también el ascenso social. Se llama amortización civil el «estanco» de las tierras que constituyen los mayorazgos, vínculos y patronatos. PROPIOS Véase Propiedad Pública. REALENGO, TIERRAS DE Son tierras sobre las que ejercía el dominio eminente o directo el Rey. Una parte de estas tierras va a quedar como baldíos realengos con un aprovechamiento casi exclusivamente ganadero, y otra parte queda, como ocurre con los montes, con un aprovechamiento diverso: pastos de ganados, leña, madera, carbón, etc. DRAE: Dicho de un terreno, perteneciente al Estado. GTAN: Terreno de aprovechamiento comunal. Territorio perteneciente al estado, en la antigüedad identificado con el rey. Se aplicaba a los pueblos que no pertenecían a ningún señorío, ni a las órdenes militares, ni formaban comunidad. REMANENTE Manantial de agua. SANTÍSIMO Hay distintos topónimos en la isla que responden a esta denominación, que obedece a que el lugar estaba compuesto por tierras de la Propiedad Eclesiástica, concretamente de las numerosas Cofradías del Santísimo fundadas con esa dotación. Es por tanto una de las Capellanías que existían en la gran mayoría de las parroquias.

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PROPIEDAD PÚBLICA Engloba un conjunto de tierras de titularidad jurídica no muy clara y que en momentos no exactamente coetáneos se designaron como bienes de propios, de común aprovechamiento, baldíos, realengos, etc., y es la base o reserva para una ampliación del área de cultivos.


TAGEA, ATARGEA, ATARJE O TARJEA Canalización hecha de mampostería ordinaria o excavada en la roca con una sección variable. DRAE: Caja de ladrillo con que se visten las cañerías para su defensa. Conducto o encañado por donde las aguas de la casa van al sumidero. GTAN: Pequeña obra de fábrica para dar paso al agua por debajo de un camino. TANQUE Estanque de capacidad reducida. Por lo general, con planta cuadrangular u oval, y encajado lo más posible en el terreno para evitar las costosas obras de fábrica. DRAE: Estanque, depósito de agua. GTAN: Depósito. VÍNCULO Es una de las figuras jurídicas de la Propiedad Vinculada (véase esta) para la titularidad de las tierras y aguas, que cuando se instituye no cuenta con licencia o facultad del Monarca. Aun no teniendo la licencia del Monarca, a los Vínculos que tenían un elevado patrimonio, en la práctica se los llamó también Mayorazgos. DRAE: Sujeción de los bienes, con prohibición de enajenarlos, a que sucedan en ellos los parientes por el orden que señala el fundador, o al sustento de institutos benéficos u obras pías. Se usa también hablando del conjunto de bienes adscritos a una vinculación.

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SEÑORÍO Aunque esta isla no fue de Señorío sino de Realengo, sí convivió con él el Señorío de Agüimes. Desde el punto de vista fiscal, los señoríos suponían la transformación de los impuestos pagados por los habitantes a la hacienda pública en rentas señoriales percibidas por el titular del señorío, en este caso, el Obispo.


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«… Es de creer que esta isla de Gran Canaria, favorecida por una particular influencia de las estrellas (por las cosas que de ella se ven), ha tenido el primer lugar entre las demás Afortunadas, como se indicó al principio de este libro. En efecto, antiguamente fue tan fértil y abundante de bienes, que bastó para sustentar en tan pequeño espacio de tierra casi sesenta mil almas, sin ninguna ayuda de otro lugar; y los hombres tuvieron tanto valor y astucia, que en muchas cosas militares, a pesar de su rusticidad, se pueden comparar con naciones nobilísimas, según en su tiempo se dirá, no sin admiración». Así da comienzo a su descripción de la isla Leonardo Torriani en 1588. En el texto de Plinio el Viejo donde se relata la expedición mandada por Juba II, rey títere puesto por el Imperio romano en la Mauritania, la isla aparece ya denominada como Canaria. El origen etimológico de este término se suele explicar por los perros o canes que aparecen en el propio relato de Plinio; otros estudios lingüísticos e históricos señalan que el origen de este topónimo está en el antropónimo «Canarii», una tribu bereber. El nombre de Canaria, que con la conquista sería extendido al conjunto del archipiélago, siguió utilizándose para referirse a la isla durante mucho tiempo. No obstante, convivió con la denominación Gran Canaria desde la aparición de esta última en el s. XIV, siendo válidos ambos términos durante siglos. Para explicar el surgimiento del apelativo «Gran» hay distintas versiones. Todas coinciden en que fueron los conquistadores los que añadieron dicha palabra, con una mezcla de temor y admiración, a la vista de la valentía de los nativos de la isla y de los abundantes recursos de esta. La primera referencia a «Canaria la Grande» aparece en la Crónica de Enrique III, alusiva a 1393 pero que data de las primeras décadas del s. XV. Es en Le Canarien, obra escrita en los primeros años del s. XV sobre las campañas de los normandos en las islas, donde aparece por primera vez de forma inequívoca este término aplicado a la isla. La confirmación oficial de esta denominación se da con una disposición de Isabel la Católica, en la que se puede leer como sigue: «… y desde ahora mando que aquesta, mi ínsula de Canaria, sea llamada Grande...». En el período prehispánico, a diferencia de lo ocurrido en otras islas donde se consolidó exclusivamente un sistema de jefatura, en Gran Canaria existieron órganos de gobierno supratribales: el Guanartemato y el Faycanato, en sustitución del consejo de jefes de tribus. El máximo consenso de las distintas fuentes en cuanto a cantones, reinos o principados conforma la siguiente lista: Gáldar, Telde, Agüimes, Tejeda, Aquexata, Agaete, Tamaraceite, Artebirgo, Artiacar y Arucas. Salvo raras excepciones, estos reinos se corresponden con los actuales nombres.

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GRAN CANARIA


Con posterioridad, en el Análisis territorial del poblamiento prehispánico realizado por Antonio Santana Santana, en la bibliografía consultada, con una metodología que utilizaba fuentes muy diversas, como naturales, etnohistóricas, arqueológicas y bibliográficas, se examina la relación entre la distribución de los recursos naturales de entonces y la ocupación del territorio por su población, concentrada en tres entidades importantes (Telde, Arguineguín y Gáldar). El autor llega a la definición de distintos modelos de asentamientos poblacionales o unidades políticoterritoriales de «tribus», donde las cuencas hidrográficas marcaban sus ámbitos de explotación agrícola y pastoril en la isla, y donde el Guanartemato de Gáldar dominaba bajo su control a las tribus del Noroeste y el Faycanato de Telde a las del Sureste, agrupándolas de la siguiente manera: • Agrícolas de vega: Gáldar, Telde, Arucas, Tamaraceite y La Aldea. • Agrícolas de barranco: Arguineguín Bajo y Alto, Agüimes, Agaete, Mogán, Fataga y Tirajana. • De bosque: Tirma y Utiaca. • Pastoriles: Tejeda, Ajódar, Guayadeque y Ansite. Desde el primer momento, dominado el pueblo aborigen, se inicia el proceso de «reconocer» con tierras y aguas a los nuevos colonos. Primero, los delegados nombrados por la Corona para efectuar los repartimientos de tierras y aguas calcularon el caudal de agua necesario para irrigar, en un determinado espacio temporal (medio día o jornal de un regador), una parcela de cañaveral. Se obtuvo así un módulo de repartimiento de tierra de regadío, la fanega, irrigada con su correspondiente caudal de agua, la azada de agua, y siguiendo al efecto una frecuencia de riego denominada dula. Con estas reglas, los delegados regios distribuyeron las tierras destinadas al regadío entre los conquistadores y nuevos colonos, atendiendo a su rango y participación en el proceso de conquista y colonización. Así, en el caso de Gran Canaria, los peones fueron agraciados con la peonía de regadío, equivalente a cinco fanegas o una suerte, con cinco azadas de agua; los caballeros conquistadores recibieron el doble que los peones; y, finalmente, se premiaba con más tierra y agua a los mayores inversores en la economía azucarera, es decir, a quienes construyeran un ingenio de moler cañas.

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El recordado Celso Martín de Guzmán, en su obra Las culturas prehistóricas de Gran Canaria, al hablar de los asentamientos humanos ya apuntó las elementales diferencias biotópicas y las posibilidades mismas del territorio insular, y daba información de las siguientes variables: • Un patrón residencial, en zona fértil, ligado a la actividad agro-alfarera. • Un patrón residencial semiestable y combinado con «oasis» permanentes, ubicado, preferentemente, en las áreas semiáridas, más vinculadas a la actividad ganadera que a la agrícola. • Un patrón residencial de costa. • Un patrón residencial de montaña.


Pero el legislador por Cédula Real de 1480 buscó, desde el primer repartimiento, impulsar el asentamiento estable en la isla, y así, los repartimientos a colonizadores venían condicionados por causas de incumplimiento a tal fin: la obligatoriedad de poner en explotación las tierras recibidas y el carácter de merced de las concesiones regias; el abandono del asentamiento por retorno a los lugares de origen o por marcha a tierras más lejanas; el incumplimiento de la exigencia familiar, por soltería o por multiplicación de residencia; etc., y se limitaba la inversión máxima de los extranjeros, aunque siempre hubo fórmulas o favores para alcanzarla. Al describir las suertes de tierra repartidas, ya comienza a utilizar el topónimo que llega a nuestros días: primero, de los bienes aborígenes directamente repartidos; de abundantes vestigios de dicha cultura, prueba de su pasado esplendoroso; de sus viviendas, con referencias a casas y caserones, la mayor parte de las veces abandonados; de antiguos pueblos, caseríos o lugarejos; de lugares de concentración indígena; de datos constructivos, al consignar aprovechamientos en ellas de «teones» y palos caídos; menciones a cuevas, no solo las habitadas, sino incluso las «de los muertos»; de instalaciones ganaderas, como albarradas y corrales; o de paredones, albercones y acequias. Y del medio natural, como helechales y granadillares, palmerales, lauredales o salviales, tabaibas, cardones, inciensos, escobones, leña santa, poleos, carrizos, espinos y balos, juncos y anea. Habla de las prohibiciones destinadas a proteger la naturaleza, de tierras con brezos, de cortar palmeras, de pinares, mocanes, almácigos y viñátigos, así como de las dehesas y pastos comunales, que también pueden servir para reconstruir los paisajes históricos de Gran Canaria. E inicialmente, tiene claro que no se debe repartir la «sierra», donde estaban nuestros bosques, donde estaban el de Doramas y el Lentiscal. Con estos modelos, Pedro de Vera dispone el nombramiento de una comisión de nueve diputados: por Gáldar, Pascual Tellez, Juan Sánchez de Morón y Diego Ramírez; por Las Palmas, Alonso Jaimez, Diego de Zorita, y Martín Escalante; por Telde, Juan Vélez, Diego Valdivielso y Alonso de Zorita. A ellos se uniría Pedro García de Sto. Domingo, regidor, en quien delega para hacer los repartimientos, dividiendo la isla en tres distritos: el de Gáldar, que comprendía desde el barranco de Aumastel (después Azuaje) hasta las tierras de realengo en La Aldea; el de Las Palmas, desde el Aumastel hasta el límite con Telde; y el de Telde, el resto de la isla, sin incluir las tierras de realengo del Suroeste que se reserva la Corona. Así, las tierras baldías y montes quedaron en poder de la Corona, aunque su aprovechamiento fue comunal y como tales fueron señaladas en Tafira, Tamaraceite, Tasaute, Vega Vieja, Vegueta de Porras, Tasautejo y el Gamonal; y cuando fueron solicitadas, se asignaron como bienes

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Se deduce entonces que los principales beneficiarios de las tierras de regadío fueron la minoría de grandes conquistadores y los genoveses, agentes financieros del proceso de conquista y colonización.


Y para consolidar la conquista, Gran Canaria se organiza y alberga las instituciones representativas en la región: el gobernador, con sus doce regidores (1485); el poder religioso de las siete islas, el Obispado de la Diócesis Canariense (1485); el instrumento represivo que permitía el control estatal sobre población y sobre el territorio, el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición de Canarias (1501); el poder judicial, la Real Audiencia de Canarias (1526); y el Capitán General (1589), siendo el Gobernador de Gran Canaria el que supervisará la infraestructura militar en un Archipiélago acosado por los rivales de la Monarquía española en Europa. Pero desde el primer momento, fue el Cabildo General o Concejo de la Isla, máximo representante del poder municipal, el modelo para la implantación del sistema administrativo castellano en la totalidad del Archipiélago, si bien existía una zona que escapaba a la jurisdicción concejil, la villa de Agüimes, por el señorío concedido. Aparecen las primeras disposiciones legales sobre la gestión y organización del territorio canario, recogidas en el Fuero de Gran Canaria (1494); el sistema de pesos y medidas, así como el valor monetario, que tendrán un carácter propio dando lugar a la llamada moneda canaria; y las estrategias de explotación económica aquí experimentadas. En el siglo XVI, conquistados y conquistadores, con los genoveses financieros de la conquista, unidos a otros arribados que aquí deseaban prosperar, valiéndose también de la mano de obra esclava procedente de la Berbería, en el mejor de los mestizajes, inician sus asentamientos en la isla; en algunos casos, sobre los mismos asentamientos prehispánicos que modifican o destruyen, y en otros, creando nuevas poblaciones. Son voces de estos nuevos lugares que, conservando sus topónimos aborígenes castellanizados o creando otros nuevos, se constituyen primero en parroquias, salvo alguna excepción, Agaete, Agüimes, Aldea, Artenara, Arucas, Firgas, Gáldar, Guía, La Vega, Moya, Lugarejo de San Lorenzo, Tejeda, Telde, Teror y Tirajana. Unas antes, otras después, son las primeras que se escuchan de pagos que, unidos a la Ciudad, la Muy Noble y Leal del Real de Las Palmas, crecerán en el tiempo, tras haber nacido junto a los ingenios azucareros y a los cañaverales, y tendrán sus alcaldes reales. Surgen iglesias, ermitas, palacetes y casas por doquier, que son testimonio de esa prosperidad. Después, debido a las consecuencias de la crisis del mercado del azúcar por la fuerte competencia de las Américas, del patrón del «antiguo régimen» de la propiedad de la tierra que cae en las «manos muertas», y de los continuos ataques de los piratas, la isla inicia un letargo de prácticamente dos siglos hasta que se abren nuevas expectativas: viñedos, cochinilla, vuelta a los cañaverales, comercio de ultramarinos y un incipiente turismo en busca del paraíso y de las aguas termales.

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de Propios al Cabildo, para, con sus censos, satisfacer las necesidades organizativas y de la población. Otras quedarían como de realengo.


Son nuevos tiempos de prosperidad, con un claro aumento de la población, gentes de los pagos que demandan una mayor proximidad en la administración local, y que, luchando primero por la independencia parroquial, alcanzarán más tarde la independencia municipal, para que, después de las reformas liberales de 1836, surjan por división o segregación nuevos municipios en el s. XIX, que potencian conocidos topónimos. Primero serán San Mateo y Valsequillo, en la primera década; después, Mogán, Santa Lucía de Tirajana e Ingenio, en la segunda década; por último, ya en la cuarta década, Valleseco; que se suman a los ya instaurados para conformar la gran isla redonda. Eran los primeros tiempos del Nuevo Régimen, de los modernos Ayuntamientos. Y en cada uno de los municipios, bien junto a los caminos reales, de herradura o pastoriles; bien cerca de los cauces de los barrancos o donde existió abundancia de agua para el riego de las tierras, se oyen voces de topónimos de lugares y lugarejos. Unas, relacionadas con nombres de personas o familias, con el cargo administrativo o profesión, e incluso con una insuficiencia física o defecto caracterizador (antrotopónimos); otras, relacionadas con los aspectos religiosos o simplemente con su advocación (hagiotopónimos); otras, relacionadas con las plantas (fitotopónimos), con los animales (zootopónimos), con el agua (hidrotopónimos), con el relieve (geotopónimos), con el color (cromotopónimos), etc.; y muchos genéricos que, olvidando el diccionario de la lengua, han llegado con nuestra habla a estos días. Es quizás uno de nuestros mayores patrimonios, intangible por tratarse de voces, máxime cuando de alguna de ellas hemos perdido su rastro documental por el expolio o destrucción de las tropas del invasor Pieter van der Does, o por el histórico incendio del Ayuntamiento y Audiencia, o por ser negocio innombrable, o por voluntad de algún «santo inquisidor». Y a pesar de esas sombras, cada una de esas voces contiene en sí misma historias hermosas y tristes, que se han vuelto bellas en su gesta, de una forma de vivir, sobrevivir o subsistir; de un modo de prosperar; de una manera de entender la vida, de echar raíces en la nueva tierra, de admirar la naturaleza; o, simplemente, un modelo de querer a su tierra y a sus gentes. Así es la Gran Canaria. Y así lo sienten sus vecinos, como lo escribió Manuel Melián para su interpretación por Los Gofiones: Te llevo en el corazón, te amo con el alma, vivir en ti es mi razón. ¡Ay mi Gran Canaria!

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Las reformas administrativas impulsadas por Carlos III en el s. XVIII introducirán en los gobiernos locales un singular proceso electoral para la elección, por parte de los vecinos, del alcalde real, dos diputados y un síndico personero.


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A


El topónimo tiene su origen, probablemente, en algún propietario de las tierras con este apellido. En opinión de eminentes tratadistas, los Ábalos o Dávalos proceden de la villa de San Félix Dávalos, en Navarra, donde fueron naturales y heredados. Descendientes suyos pasaron al reino de Aragón para luchar contra los moros, y de aquí a Andalucía, señalándose en el servicio de los reyes como valerosos y esforzados caballeros que participaron en la Reconquista. Un personaje famoso en la antigüedad fue Alfonso Ávalos, marqués del Vasto, general español del siglo XVI, de gran importancia con el rey Carlos I. Este topónimo, que se encuentra también en un lugar de Adeje y en el Barranco de Ábalos en la isla de La Gomera, tiene que corresponder con algún estante en Canarias. Hay una referencia documental a este apellido en esta isla en el s. XVI, cuando el portugués Gaspar Fernández, mercader natural de Lisboa y residente en la isla, cuya presencia mercantil está relacionada con el mercado de esclavos indios brasileños bozales, pues es transeúnte en Brasil, pone en venta, en el año 1546, a dos cautivos jóvenes, un niño de seis años llamado Antón, que vendió por 10 504 maravedís a Francisco Martínez de Ábalos, estante, y una moza de quince años nombrada Catalina, cuyo precio fue de 12 000 maravedís, adquirida por García de Espinosa, también estante en la isla. Durante siglos, parte de estas tierras fueron «tierras muertas», según queda documentado en la desamortización de una finca del Convento de San Bernardo, la «Hacienda de Abalos de Arriba, con casa terrera y dos horas de agua», de trece fanegas, que tenía su origen en la dote de Teresa S. Diego Botino, pagada por Diego Durón. El Convento la había recibido de la capellanía del maestre Diego Durón y, después de su remate, fue vendida el 9 de marzo de 1843 a Francisco Suárez Perera, vecino de Gáldar, por 221 005 reales de vellón. Se ubicaba la finca en el camino que se dirigía a la Montaña de Doramas y junto a la hacienda del capitán Juan de Vitoria. Se señala más claramente el lugar en una partición de 1881, que describe una finca: «… una hacienda denominada Abalos en la que se comprende un trozo con el nombre de María de los Santos situada en el pago de La Dehesa, término municipal de esta ciudad, y tiene todo una superficie de trece fanegadas, dos celemines, y linda al naciente con camino real que va al Paso, al poniente con terrenos llamados de Antón Pérez de la pertenencia a Rafael Tavares, al norte

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ÁBALOS (SANTA MARÍA DE GUÍA) Este caserío, surgido en los imprecisos límites de la antigua Dehesa de Tamara-Gáldar, que fue reduciéndose por datas concejiles, estaría en el lugar entre barrancos aproximadamente donde hoy se encuentra el caserío de Santa Inés, próximo al Paso de María los Santos. El antiguo topónimo lo conserva la Presa de Ábalos, entre la presa de Los Padrones y la presa de Calabozo. En la antigüedad, su extensión tenía que ser grande pero fragmentada por el relieve, según se desprende de los documentos donde se mencionan partes de Arriba, de Abajo y de En medio, que surgen por la división de la finca primitiva, como se verá.


El fundador de la capellanía antes referida es el maestro Diego Durón Ortega (1653-1731), conocido músico de la Catedral de Las Palmas, hermano mayor de Sebastián Durón Picazo. El padre de los Durón era sacristán y músico organista en la iglesia de San Juan de Brihuega, Guadalajara, que se casó dos veces. Fruto del primer matrimonio nació Diego Durón Ortega, y del segundo, Sebastián Durón Picazo y tres hermanas que luego fueron monjas jerónimas en el convento de Brihuega. Toda la familia estuvo siempre muy vinculada con la Iglesia. Diego Durón tiene una gran labor de música sencilla desarrollada sobre todo en la Catedral de Las Palmas desde donde ya no regresó a la Península, según dicen las crónicas, porque, cuando vino, lo pasó fatal en el viaje. A los 18 años se hace cargo de la Capilla de la Catedral de Las Palmas, donde en 1685 se ordena sacerdote, siendo conocido en las historias de la música hispana como fray Melchor de Montemayor. Su personalidad, de carácter más cómodo y sedentario, le lleva a ser querido y respetado, muy al contrario de su hermano y discípulo Sebastián, más arriesgado y de espíritu aventurero dentro del ambiente musical, pues aun siendo también sacerdote, se dedica a la obra profana en el teatro lírico barroco español. Se trata sin duda de un polifonista y policoralista de primera fila, entre cuyas numerosas producciones, cerca de medio millar de obras, existen incluso composiciones de inspiración canaria, en las que los textos encierran un marcadísimo interés folclórico. El villancico representado y cantado «Entre ángeles y pastores» en 1691, así como los llamados «Cuatro tratantes de la plaza», «El alcalde de Tejeda» o «Los muchachos de Canarias». Autor prolífico dentro de la polifonía barroca, sobresalen sus villancicos, compuestos cada año para los músicos de su capilla. Trabajó silenciosamente en la Ciudad durante cincuenta y cinco años, hasta que murió en 1731. Sus villancicos fueron estrenados con la Academia de Ricercare en la iglesia de Santo Domingo, dentro del XXV Festival de Música de Canarias celebrado el 23 de enero de 2009. En la introducción al programa realizada por el compositor y musicólogo Lothar Siemens, se decía de la obra de Diego Durón que «… es un epígono del estilo policoral del Barroco Pleno del s. XVII, que, a causa de la longevidad, se prolonga y adentra en Las Palmas nada menos que treinta años en la centuria siguiente…». Continúa diciendo el introductor que «… Los villancicos polifónicos (…) representan solo una pequeña parte de su ingente producción de villancicos cultos barrocos. Eran las piezas que se cantaban en lugar de los Responsorios en el oficio de Maitines de Navidad, pero también para Reyes, Corpus, Santa Ana, la Ascensión del Señor y otras festividades

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con terrenos denominados Abalos de abajo que corresponden a José María Valdés y otros terrenos llamados de Antón Pérez que administra Juan Pestana y al sur con tierras de herederos de José Guillén y que fueron de Catalina Martín y camino que va al Paso de María de los Santos…».


Diego Durón legó más de cuatrocientas cincuenta obras, que constituyen uno de los tesoros más valiosos del patrimonio artístico-cultural de Canarias. ACUSA (ARTENARA) Topónimo aborigen. Con este nombre se conocen dos caseríos, uno con el epíteto de Seca y otro con el de Verde. La diferenciación entre Acusa Seca y Acusa Verde viene marcada por que el primero está situado en la vertiente sureste y el segundo en la vertiente noroeste, e, históricamente, por la dedicación de sus habitantes, pues en Acusa Seca se dedicaban al pastoreo y cultivo de trigo y cebada en la vega, mientras que los de Acusa Verde se dedicaban al cultivo de hortalizas y ordinarios por su microclima de costa. La fortaleza natural de Acusa es una mesa de brechas y coladas volcánicas, de paredes verticales, ubicada en la vertiente noroeste de la cuenca de Tejeda. La mesa está bordeada, por el lado norte y oeste, por el barranco del Merino y, por el lado sureste, por el barranco Grande. Este hecho le confiere una posición estratégica por el gran dominio visual de casi toda la cuenca de Tejeda y por ser paso natural hacia la costa a través del citado barranco. La Vega de Acusa, así llamada en la antigüedad, si bien constituyó parte importante y vital para los antiguos pobladores, hoy en día no conserva yacimientos arqueológicos destacables. El gran poblado aborigen de Acusa se extiende por diferentes zonas, de norte a sur y de este a oeste, entre las que destaca Los Corrales. Está formado por nueve cuevas distribuidas en dos niveles y localizadas bajo un gran solapón natural al este de la meseta. La mayor parte de ellas son artificiales. En el primer nivel se pueden apreciar restos de muros más recientes para guardar el ganado en lo que probablemente fueron cuevas-vivienda. De todo el conjunto destacan dos cuevas por contener manifestaciones rupestres consistentes en pinturas. Los colores blanco y rojo conforman la decoración de las citadas estancias. Dejando atrás Los Corrales y siguiendo en dirección sur, se encuentra el asentamiento troglodita de Acusa Seca, excavado en la base de un saliente natural. Está conformado por unas cuarenta cuevas, la mayoría de habitación, muy cerca de un granero fortificado. Aparte de las razones geológicas propicias para la elección de este lugar como gran asentamiento, era el único que tenía nacientes de agua permanentes.

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singulares, (…) el compositor imbuido de un espíritu ciertamente teatral, “escenifica” en sus villancicos estampas de fuerte colorido: los hay de negros que vienen a adorar al Niño Dios, pero también de moros, de portugueses, de asturianos, de gallegos y hasta de polacos. Tiene villancicos representados y cantados, auténticos tropos que los convierten en obras de muy larga duración. Y especialmente interesantes son aquellos en que alternan coros de voces con coros puramente instrumentales, tocados bien por heráldicos ángeles, chirimías, bien por adorantes pastores, flautas…».


Entre todas las construcciones de Acusa Seca cabe destacar la Cueva-Ermita, fácil de distinguir del resto por presentar un hueco sobre la puerta a modo de claraboya, en donde, según cuenta la tradición, había instalada una campana. Es probable que esta cueva-ermita tenga su origen en la entrada de los franciscanos que, a mediados del s. XIV, se establecieron en el lugar. Al parecer, primero fue advocación de San Juan y luego de la Virgen de La Candelaria hasta 1675 (véase CANDELARIA, LA), año en el que se decide construir una nueva ermita. Según el cronista, se tienen noticias en el s. XVI del colonizador Gaspar Hernández que ya tiene tierras en el lugar. Dos siglos después, Luisa Antonia Trujillo Figueroa, viuda del Sargento Mayor Alonso Olivares del Castillo, en escritura de 29 de abril de 1705, dice ser propietaria de 97 fanegas de un «Cortijo de tierras labradías con cuevas en la Vega y Montaña de Acusa», que heredaría Pedro A. del Castillo Vergara. Y María Tello, en escritura de 25 de junio de 1717, decía tener 3 fanegas de un «Cercado de tierra labradía denominado la Hoya de Juan Benítez en la Vega de Acusa». En el momento de la división de los bienes vinculados a Luisa Antonia Trujillo Figueroa, el 23 de junio de 1876, la extensión del cortijo antes citado aparece más especificada y se mencionan muchos topónimos del lugar: 24 fanegas y 5 celemines de «Trozada de tierra labradía denominada La Fuentecilla»; 2 fanegas y 8 celemines de una «Trozada de tierra denominada Lomo del Calvario»; 9 fanegas y 8 celemines de otra «Trozada de tierra denominada Barreras»; 36 fanegas y 9 celemines de otra «Trozada de tierra en el Cortijo de Los Llanos de Acusa»; 3 fanegas y 9 celemines de otra «Trozada de tierra en la Montaña de Acusa»; y 19 fanegas y 3 celemines de otra «Trozada de tierra labradía y en su mayor parte de “arrifes” con 4 manantiales que nacen en ella, denominada La Huerta y La Cárcel», que fueron heredados por el Condado de la Vega Grande, padre e hijo. También, con motivo de la desamortización de bienes eclesiásticos, el 23 de octubre de 1805 se sacan a remate, vendiéndose el 21 de diciembre del mismo año, «Dos suertes de tierra de “secano” denominadas “La Quebrada” y “El Corralillo Viejo”, en Acusa», que pertenecían a la Cofradía de San Blas en la ermita de Candelaria de Acusa, por donación testamentaria de Claudina Santos, y que fueron adquiridas por el vecino José Hernández por el precio de 2400 reales de vellón. Igualmente, se sacaron a subasta el 7 de enero de 1842 cuatro trozos del Convento de Santa Clara, conocidos por «Tierras Las Portuguesas», en los lugares de «Tinajas, Tordenos, Lomos-Carcel y Lomitos de Acusa», y que posiblemente pertenecieron a los portugueses asentados en Artenara, Juan y Antonio Báez, que fueron vendidos a Francisco Perera González el 30 de noviembre de 1844.

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En la zona de Hoya del Álamo y Acusa Seca, el poblado troglodita aborigen ha sido reutilizado hasta hace unos años. Varias de las momias encontradas allí están en el Museo Canario: cuatro varones, dos hembras y un niño, todos ellos envueltos en esteras de junco y sacos de pieles de cabra. Otra se la llevó el Dr. Verneau a un museo de París.


AGAETE Topónimo aborigen. En la época prehispánica constituyó un asentamiento poblacional que explotaba agrícolamente los recursos de los cauces de los barrancos de Guayedra y Agaete, con agrupaciones más importantes en el primero, lo que confirma la gran cantidad de yacimientos arqueológicos en la zona. Ya en los tiempos de la conquista de Gran Canaria, sucedida a finales del s. XV, se llevó a cabo una importante incursión a través del puerto de Las Nieves, con el fin de completar la conquista de la zona norte de la isla. Las crónicas de la Conquista hacen referencia al poblado principal del bando o cantón aborigen asentado en el actual término municipal de igual denominación, en la banda de poniente de la isla. El topónimo prehispánico aparece como Lagaete durante todo el período moderno, para retornar posteriormente a su primitivo origen. Las investigaciones arqueológicas realizadas hasta el momento sobre un patrimonio que ha sufrido un deterioro continuado a lo largo de los siglos, atestiguan la riqueza de su sociedad aborigen. Destaca la gran necrópolis del Maipés de Agaete, con más de un millar de túmulos, cuyo trazado reproduce el modelo tumular característico de las áreas de malpaís. El segundo enclave arqueológico se encuentra en el Valle y en Guayedra (véase GUAYEDRA, VALLE DE), donde se han aislado los distintos modelos de ocupación del territorio: hábitat en viviendas de superficie y en cuevas naturales, así como cuevas funerarias y enterramientos tumulares. Por último, otros conjuntos de gran interés son las cuevas de habitación de El Juncal y del Moro, esta con arte rupestre, o la de Bisbique (véase BISBIQUE, CUEVAS DE), con silos o graneros abiertos en la roca. El conquistador Pedro de Vera dispuso la construcción en Agaete de una torre o fortaleza desde la cual someter la resistencia indígena en una maniobra de tenaza que supondría el principio del fin de la resistencia de los canarios. Al frente de esta casa-fuerte se puso a Alonso Fernández de Lugo. Concretamente en el año 1481, la Villa constituyó un enclave crucial desde el cual los castellanos, a través de su puerto natural, el conocido hoy como Puerto de las Nieves, conquistaron la isla. Este puerto fue el elegido por los castellanos para arribar sus flotas y proceder al apresamiento del Guanarteme de Gáldar, jefe aborigen con gran preponderancia política en todo el centro y oeste insular, que los europeos identificaron con un rey por el modo de gobernar. Esta torre fortificada sirvió como base de operaciones y más tarde se la denominó Casa Fuerte o Torre Fortaleza. La citada torre tuvo como primer alcaide a Alonso Fernández de Lugo, futuro Adelantado de Tenerife y La Palma, cuya gesta más importante fue la captura negociada

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En 1866 se sacan a remate los bienes de la fábrica parroquial de Artenara, muchos de los cuales figuraban en este lugar, y cuyos topónimos resultan también de interés: La Longuera, El Pañuelo, los Tonillares, Cercado Colorado, Los Llanotes y Casa de Portillo.


del guanarteme de Gáldar, Thenesor Semidán, quien, posteriormente, fue bautizado con el nombre de Fernando Guanarteme por los Reyes Católicos y ejerció el papel de mediador entre los castellanos y los canarios.

En el repartimiento de tierras, recibió la familia de Alonso las mejores tierras y más ricos manantiales de este valle. Otros de los grandes beneficiados fueron el genovés Antón de Cerezo y su hijo Francisco Palomares. Unos y otros plantaron viñas y levantaron potentes ingenios azucareros. Por real orden del 28 de diciembre de 1493, Alonso de Lugo obtuvo licencia para la conquista de Tenerife y financiación para el primer desembarco, realizado en marzo de 1494, del genovés Francisco Riberol, al que hizo partícipe de los beneficios de dicha conquista. Habiendo fracasado en este primer intento, buscó nuevamente financiación para un segundo desembarco y, en Sanlúcar de Barrameda, llegó a un compromiso con Juan de Guzmán, Duque de Medina Sidonia, garantizándole la mitad del botín en la conquista. Francisco Riberol, habitual del puerto de Sanlúcar, no tardó en enterarse y, dándose por estafado, firmó requerimiento contra Alonso de Lugo, que le fue notificado en la Villa Real de Las Palmas. Para salir del apuro, vendió su propiedad en el valle de Agaete, plantada de caña dulce y frutales, con «cerramientos», «portones», vivienda, molino de pan, cuadras, ingenio, 200 arrobas de azúcar y 40 de confites en el almacén, a un mercader genovés residente en Valencia, quien compró a censo de 650 000 maravedís anuales, en moneda canaria, que pagaría directamente a Riberol. Extendió la escritura Gonzalo de Burgos, notario en Gran Canaria. La buena marcha de la actividad azucarera permitió la rápida repoblación de la zona, debido a la demanda de mano de obra tanto asalariada como esclava y, por otro lado, conectó el Puerto de las Nieves con los mercados europeos, especialmente con Holanda por el comercio del azúcar. A partir del s. XVI, Agaete fue escala forzosa de las naves con destino al norte de Europa. En el s. XVII el asentamiento está tan consolidado que hasta el alcalde real se dedica al arrendamiento de casas. Existe una escritura del año 1656, donde el capitán Alonso Imperial, alcalde de Agaete y rentista de la zona, decía tener cuevas de morada en el cortijo del Carrizal de Tejeda, casa alta en Agaete y tres terreras al lado de la última. Tras este período de esplendor, Agaete sufre una crisis de exportaciones azucareras que dura dos siglos, concretamente hasta el XIX. Es en este siglo cuando vuelve a vivir otra gran época de esplendor comercial, especialmente por la introducción de la cochinilla y el tomate. Además, la construcción del muelle favorece el comercio con el resto de las islas.

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Tras la Conquista, que finalizó en 1483, Alonso Fernández de Lugo fue erigido como alcalde de Agaete y gobernador de esta zona. Fue la devoción a la Virgen de las Nieves, traída por el propio Fernández de Lugo, la que más tarde dio nombre al lugar, Puerto de Las Nieves.


Se trata de un amplio espacio funerario, que ocupa más de un kilómetro cuadrado de superficie, conformado por un número muy elevado de sepulcros en escoria, próximo al medio millar. En la mayor parte de los casos, corresponden a túmulos compuestos por amontonamientos de piedra, normalmente de planta circular o elíptica, si bien pueden observarse algunos de tendencia cuadrangular, coronados en algún caso de un torreón circular en el que se alternan piedras de diferente color. El tamaño y la complejidad estructural de estos edificios sepulcrales varían considerablemente, mostrándose evidentes diferencias entre ellos, lo que pudiera ser reflejo de desigualdades sociales entre los individuos que allí recibieron sepultura. AGAZAL, EL (GÁLDAR) Topónimo aborigen. Este moderno caserío se encuentra situado junto a la carretera de San Isidro a Juncalillo (GC-220). Su nombre aparece ya en documentos del s. XVII, como en el testamento del Maestre de campo y Regidor Perpetuo Gonzalo Cabrejas Bethencourt, de 18 de enero de 1695, donde declara ser propietario de 16 fanegas y 6 celemines que son «3ª parte del Cortijo del Agazal con agua para su riego, derecho de albercón y una casa de alto y bajo y 3 cuevas» y que había heredado, deduciéndose por tanto que el cortijo era de aproximadamente cincuenta fanegas, pues su hermano Juan, capitán, en su testamento de 2 de abril de 1703, declara ser propietario de otra tercera parte. Próxima a este lugar hubo una antigua mina de agua, ya abandonada por agotamiento del barranquillo que la generó en el subsuelo. AGUALATENTE Y AGUALATUNTE (SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA) Topónimo aborigen. Otras fuentes sostienen que es un topónimo aborigen que se ha castellanizado añadiendo la voz «agua». Con estos topónimos se produce una confusión y corrupción. Se trata realmente de dos caseríos. El mayor es el situado al naciente del barranquillo de Las Rosas, que es conocido como «Agualatente»; y el más pequeño, al poniente del mismo barranco, es conocido como «Agualatunte». Según algunas fuentes, el primitivo nombre es «Agualatunte», que en su denominación aborigen castellanizada es una palabra compuesta de dos voces: «aguala» y «tunte», haciendo referencia esta última al poblado aborigen de las Tirajanas que dio origen al nombre del lugar. Estas mismas fuentes consideran que la denominación «Agualatente» es una corrupción del primitivo nombre, posiblemente entendida desde la hipótesis de que de las aguas del ya

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AGAETE, MALPAÍS DE A la salida del pueblo de Agaete hacia el valle, sobre una colada lávica que discurre por el mismo cauce del barranco, puede observarse una de las necrópolis de túmulos más importantes de toda Gran Canaria, conocida como el Maipés de Arriba.


El caserío mayor está situado junto a la carretera, entre El Sequero (véase SEQUERO, EL – SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA) y La Culata (GC-854), al pie de la llamada La Culatilla, donde el relieve da un salto de altitud pasando de los 1192 metros a los 1094 en el caserío, que tiene al oeste el barranquillo de Las Rosas, como se ha dicho con anterioridad, y al este el del Horno de la Teja, que convergen más abajo del caserío al convertirse en tributarios del de Tunte. El caserío menor, algo separado de la carretera, se encuentra situado por debajo de Las Rosas y tiene al este el barranquillo de Las Rosas, como se ha dicho con anterioridad, y al oeste el de la Audiencia o barranquillo Seco. AGUATONA, LA VEGA DE (INGENIO) Topónimo aborigen. Es la zona más amplia de cuantas conforman este territorio y comprende tierras en su mayoría de regadío. Delimitada por los barrancos de Aguatona y Guayadeque por el norte y sur respectivamente, la llamada «Acequia Alta» por el oeste, y Carrizal y Marfuz por el este. El texto que se añade a continuación describe el nombre que recibió y que perdura durante todo el s. XVI: «... y el término de la dicha Vega de Aguatona es desde el barranco de Guayadeque de esta villa y por arriba los cercados de Aguatona y por otro lado el barranco de Aguatona y por abajo la mar...». Entre los miembros más destacados de la sociedad del s. XVI sobresalen, por sus posesiones en el antiguo lugar, el deán Zoilo Ramírez y el fiscal de la Inquisición, Juan Fullana. Las tierras de regadío se destinan, en su mayoría, al cultivo de la caña de azúcar, viñedos, frutales y hortalizas, por este orden. Es en este paraje donde se ubicaría el ingenio azucarero, y en torno a él un primitivo poblado de casas y una ermita que conformarían lo que hoy es el casco del municipio. AGUAYRO, ROQUE DE (AGÜIMES) Topónimo aborigen. Relieve residual de 542 metros de altitud, desarrollo longitudinal y abruptas vertientes con desniveles de hasta 100 metros. El espacio también alberga un área al oeste del Roque donde se hallan unos grabados alfabetiformes aborígenes. Constituye un elemento paisajístico muy destacado que domina y caracteriza la zona, al tiempo que es una formación natural de interés científico. Junto a estos valores estéticos,

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histórico «Heredamiento de Agualatunte», pasó a quedar «latente» palabra que según el DRAE tiene un significado de «Oculto, escondido o aparentemente inactivo», y que fundamentaba dicha denominación.


destacan otros de carácter cultural debido a la presencia de petroglifos aborígenes en el Lomo de Los Letreros (véase LETREROS, LOMO DE LOS).

Este espacio natural engloba, además, parte del Barranco de Balos. La abundancia de un arbusto, el balo (Plocama pendula), ha determinado el topónimo de este barranco, donde se localiza un importante yacimiento de grabados rupestres que destacan por la variedad de temas que presentan (véase BALOS, BARRANCO DE). En la desamortización de las tierras que fueron de Propios del Ayuntamiento de Agüimes, antes del Cabildo General, las 450 fanegas de una «Suerte de tierra en el Roque Aguairo», que salieron a remate el 5 de junio de 1873, fueron vendidas a medias a Sebastián Martel Florido y Nicolás Ortega Martel, ambos de Valsequillo, el 20 de noviembre de 1876, por el precio de 10 072 reales de vellón. ÁGUEDA, BAHÍA DE SANTA (SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA) En la antigua carretera general del sur, GC-500, después de pasar por Pasito Blanco y antes de llegar a Arguineguín, hay una rotonda de acceso a este barrio, también llamado Playa del Pajar. El yacimiento arqueológico de El Pajar formaba parte de un poblado de grandes dimensiones situado en la margen izquierda de la desembocadura del barranco, adentrándose hacia el interior. Se contabilizaron a mediados del siglo XIX unas cuatrocientas casas en el lugar. Fue en la antigüedad una prolongación del puerto de Arguineguín Grande, entre la Punta del Perchel al oeste y la Punta de las Carpinteras al este, ya que el barranco de Arguineguín tiene un ramal secundario que desemboca en la Playa del Pajar, cuya ensenada está bien protegida de los vientos del oeste y noroeste por la Punta del Perchel. El plano de Leonardo Torriani de 1590 sobre el suroeste de Gran Canaria marca este punto como disbarcatione o punto de desembarco. Actualmente, la Punta del Perchel o de Taozo cuenta con un puerto cementero con un dique para el atraque, dedicado a dicha actividad. El primigenio poblado de Arguineguín fue indiscutible hito de incursiones históricas y de penetraciones misionales de mallorquines, catalanes, aragoneses, sicilianos, vizcaínos, andaluces, gallegos y portugueses, los cuales tuvieron su base en la histórica «Cueva de Santa Águeda» allá por 1341.

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El roque está constituido fundamentalmente por materiales basálticos antiguos. La vegetación actual está formada por tabaibas, balos y aulagas, que denotan una notoria alteración de la comunidad vegetal originaria, debida probablemente al sobrepastoreo. Igualmente resulta digna de mención la presencia de cardones y palmeras aisladas.


Antes de la Conquista, existía un poblamiento aborigen en el lugar, en la actual playa de Triana, a unos kilómetros del Pajar. Recientemente se ha descubierto un importante yacimiento arqueológico en la carretera de la costa cerca de Arguineguín. El yacimiento se encuentra a escasos metros del mar, ya que la dieta principal de los aborígenes era el pescado (véase PAJAR, PLAYA DEL). AGUILAR, CASA VERDE DE (GÁLDAR) Es un singular ejemplo de la arquitectura doméstica grancanaria de transición, de los s. XVII a XVIII. Marcos Verde de Aguilar y Trejo fue un destacado personaje en la Gáldar del s. XVII. Su casa, hoy Centro Cultural, tiene un patio interior formado por dos crujías en «L» a la que se adaptan las galerías alta y baja y sus corredores. En el espacio superior de la fachada sobresale la armadura con tirantes de viga simple que recorre la hilera que sostiene una cubierta de tejas a dos aguas, cuyo hastial deja ver un acceso lateral. El alzado principal enmarca tres huecos entre pilastras y una línea de moldura, donde despuntan los tipos de paños de los huecos altos, de perfil mixtilíneo y con repisa labrada, así como la carpintería de cojinete de los huecos altos, con tablas decoradas y vidrios superiores. No obstante, el investigador Sebastián Monzón Suárez sostiene que «… Consideramos por lo tanto que es erróneo suponer como antigua residencia del Canónigo Verde de Aguilar el hermoso edificio de la Calle Guillén Morales, denominado hoy Casa Verde de Aguilar. Esta señorial vivienda fue construida por Juan Antonio Cachazo Osorio en el primer tercio del siglo XVIII y la circunstancia de hallarse casado con Micaela de Quintana Verde de Aguilar, hija de Beatriz Trejo de Quintana, deparó ante la coincidencia de los apellidos de algunos descendientes que habitaron la vivienda en tiempos no muy lejanos todavía, la a mi juicio equivocada suposición...». AGUILAR, CASAS DE (SANTA MARÍA DE GUÍA) Este caserío se encuentra situado junto a la carretera de Guía a Moya (GC-700), entre Las Crucitas, Laderas del Palmerón, Los Gramales y Los Paredones. Muy probablemente recibe su nombre de la propietaria de dichas tierras, la viuda de Aguilar Páez, quien adquirió en el s. XIX el Cortijo de Los Paredones, topónimo que perdura para las tierras situadas en la margen sur de dicha carretera, pues en las de la margen norte se conformó este caserío.

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Más tarde, refieren las crónicas que el normando Juan de Bethencourt, al servicio del rey castellano Enrique III, llegó a Gando en 1402 y, desde el propio lugar, se dirigió al «Ganegún», al sur de la isla, como así hace constar el historiador Pedro A. del Castillo en su obra Descripción histórica y geográfica de Gran Canaria: «… en cuya rada anclaron sus naves ().... Se intentó entablar conversación con los isleños pero el mal entendimiento finalizó en una lucha feroz entre ambos bandos. La lucha fue muy desigual y enconadísima con victoria isleña. De esta victoria nació el apelativo de “grande” para la isla de Canaria, la que desde entonces se le llama Gran Canaria…».


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Agüimes

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Posiblemente el Mayorazgo de Matos, con una amplia actividad prestamista por toda la isla, se hiciera con la propiedad al adjudicársela por deudas no pagadas por el anterior propietario. AGÜIMES Topónimo aborigen. La colonización aborigen del antiguo territorio fue intensa. Se inició en los primeros años de esta era y dio origen a una diversidad de asentamientos (cuevashabitación y cabañas) localizados a lo largo de la extensa red de barrancos que configuran el relieve del territorio. Los núcleos prehispánicos de la zona eran muy importantes, particularmente Temisas (véase TEMISAS), con importantes vestigios arqueológicos encontrados en los Barrancos de Balos y Guayadeque. Esta riqueza en hombres y bienes atrajo a los primeros navegantes atlánticos desde mediados del s. XIV, interesados en el comercio esclavista y en intercambiar con los jefes indígenas orchilla y sangre de drago por utensilios de hierro. Abreu y Galindo cita una tribu que compartió con otras la explotación de la comarca del sureste, en un sistema de agrupación-población que explotaba agrícolamente los escasos recursos en el fondo del barranco, con poblados de costa y de enlace con la zona cumbrera. Inmediatamente después de la conquista de la isla, nace el núcleo de la Villa en torno a la Plaza de San Sebastián. Este territorio era bastante apetecible, entre otros motivos, por sus puertos y pesquerías; por sus prados, viñas y cañaverales; por sus dehesas y ejidos; por sus pastos, molinos y aguas estantes, manantes y corrientes. Tras su fundación en 1487, por concesión real de 10 de abril de 1491, el territorio fue cedido por los Reyes Católicos a la Iglesia devolviendo el favor del dinero con que contribuyó el obispo Juan de Frías a la conquista, pasando a ser Señorío Episcopal hasta el s. XIX. Ante los continuos conflictos de jurisdicción con el Cabildo General, al ser un señorío mixto, disponía de dos alcaldes: uno, ordinario, elegido por el obispo, con autoridad para asuntos de carácter civil; y otro, alcalde real, con jurisdicción criminal en todo el Señorío.

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Se encuentra documentado, con motivo de las leyes de desamortización, que los bienes del Mayorazgo de Matos, que fundara en 1680 el Regidor y Capitán Juan de Matos, uno de los grandes prestamistas y censualistas del siglo XVII, fueron vendidos por su octavo poseedor, Pedro Matos Matos, Caballero Maestrante de la Real de Sevilla y vecino de esta ciudad. Con fecha 1 de agosto de 1874 vende a Josefa González Matos, viuda de Francisco Aguilar Páez, trece fanegas y un celemín de un «Cortijo denominado Los Paredones con unas cuevas para su servicio, y dos horas de agua, un día y una noche, del Heredamiento del Palmital cada treinta y siete días de dula», por la cantidad total de 72 514 reales de vellón.


A finales del s. XIX y, de modo especial, a lo largo del s. XX, la demanda de productos hortícolas de los mercados local, nacional y, fundamentalmente, europeo ha hecho que grandes extensiones de la zona costera del sureste de la isla se hayan dedicado a los cultivos de exportación; inicialmente, a los que se practicaban al aire libre (tomateros); y, más recientemente, a los que se obtienen bajo cierre (tomates, pepinos, zanahorias, pimientos, flores).... AGÜIMES, MONTAÑA DE El espacio del paisaje protegido comprende la Montaña, con una superficie de 285,2 hectáreas, localizada junto a un tramo del cauce del Barranco de Guayadeque y el pueblo de Agüimes. Desde el punto de vista morfológico, se trata de una manifestación volcánica antigua, lo que explica su alto grado de erosión y desmantelamiento. Tanto el sector de barranco como la montaña presentan una vegetación bastante transformada, formada por matorral con frecuencia dominado por Tabaiba Morisca (Euphorbia obtusifolia), si bien también encontramos una buena representación de Tabaiba Dulce (Euphorbia balsamifera), algunos ejemplares de Cardones (Euphorbia canariensis), balos y vinagreras. En la base de la montaña encontramos ejemplares de palmeras intercaladas entre las tierras de labor. El uso tradicional de este espacio ha sido el pastoreo y, en las zonas más llanas de su base, el agrícola. También se ha explotado en el pasado como cantera, de donde se extraía la denominada «Piedra de Agüimes», de una tonalidad característica gris-verdosa, que puede verse en las fachadas del casco antiguo de Agüimes incluida su iglesia. Existen aquí vestigios arqueológicos con muestras de arte rupestre y cuevas de habitación aborígenes (véase ÁVILA, MORROS Y CUEVAS DE). El yacimiento más destacado es el llamado Morro del Cuervo (véase CUERVO, MORRO DEL), donde se localiza un singular conjunto de petroglifos. AGUJERO, PLAYA DEL (GÁLDAR) La zona de costa de la antigua Agáldar presenta una intensa utilización, lo que permite hacerse una idea del aprovechamiento aborigen de las posibilidades de la plataforma costera. Algunos poblados, como el del Agujero y Mugaretes del Clavo y, sobre todo, la singular Necrópolis de la Guancha, forman parte de este espacio que pasamos a describir. Esta playa presenta los restos de uno de los más importantes poblados en superficie de los primitivos habitantes de la isla, cuya extensión original ocuparía una superficie notablemente mayor a la hoy conservada.

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La Cámara Episcopal mantuvo así su feudo durante cuatro siglos hasta la Ley Desamortizadora en 1837, que extinguió esta propiedad de más de ciento treinta kilómetros cuadrados, desde Gando a Maspalomas.


En la actualidad, el poblado de la costa de Gáldar se encuentra formando varios grupos. El primero de ellos junto a la Playa de Bocabarranco, del que solo permanecen los restos de tres estructuras habitacionales adosadas, hoy salvaguardadas por un pequeño muro.

El tercer conjunto, el de La Guancha, se encuentra delimitado por los barranquillos de El Agujero y La Arenilla. Las estructuras están protegidas por una valla, pero puede accederse acogiéndose al programa de visitas del Servicio de Patrimonio Histórico del Cabildo de Gran Canaria. En la Guancha, además de casas, se aprecian numerosas construcciones funerarias de carácter tumular. A estas edificaciones se asocian otras estructuras de piedra, con muros y gradas. En este conjunto se localiza un área de necrópolis en la que se conservan algunos de los túmulos funerarios más relevantes de toda Gran Canaria. El mayor de estos monumentos funerarios es el conocido como Túmulo de La Guancha. Se trata de una gran construcción de piedra seca de tendencia circular, con una evidente ordenación jerárquica del espacio a partir de anillos concéntricos y muros radiales en relación con el enterramiento principal. Mediante este procedimiento, se definen diversas áreas de sepultura, hasta un número de 42, en las que se irían ubicando cada una de las inhumaciones. Estos grandes túmulos colectivos han sido interpretados como panteones familiares en los que se daba sepultura a los miembros de la casta dirigente de la sociedad prehistórica de Gran Canaria. AGUSTÍN, PLAYA DE SAN (SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA) En el mapa elaborado en 1896 por Manuel Pérez y Rodríguez, director de la Normal de Maestros de Las Palmas, hecho especialmente para las escuelas y dedicado a Fernando de León y Castillo por su autor, no se incluye este topónimo, por lo que es de imaginar que surge en el s. XX, a partir de 1961, con el comienzo de la promoción como destino turístico de Maspalomas, posiblemente cuando recibe este nombre en honor a este santo, vinculado a las onomásticas históricas del Condado de la Vega Grande de Guadalupe, promotor del proyecto de urbanización. El título nobiliario fue concedido el 23 de septiembre de 1777 a Fernando Bruno del Castillo, que era hijo del célebre historiador Pedro Agustín del Castillo y Ruiz de Vergara, Alférez Mayor de Canarias, Regidor Perpetuo y Decano de su Ayuntamiento, Alcaide del Castillo de la Luz de Las Palmas, Corregidor y Capitán de Guerra de la isla, Patrono del Convento de San Pedro Mártir. Su segundo nombre tiene este santoral.

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El segundo grupo, el Poblado del Agujero, queda dividido por la vía local de acceso a la playa desde Gáldar, muy próximo al anterior, en el que se observan numerosas casas cruciformes adosadas entre sí, definiendo estrechos callejones y accesos escalonados.


ÁLAMO, EL (ARTENARA) Hacia el oeste se encuentra este poblado, entre la Cruz del Álamo y La Candelaria. Está conformado por el imponente granero de El Álamo, en cuya base hay tres cuevas naturales, una de ellas con zócalo pintado de rojo almagre sobre blanca argamasa; y, más hacia el suroeste, por un poblado formado por catorce cuevas naturales, una de ellas una cuevahabitación con restos de almagre. El poblado está formado por dos niveles. Al primero de ellos se accede por un hueco excavado que podía cerrarse desde dentro. En el suelo hay cuatro grandes silos circulares excavados en la toba. Al fondo del solapón hay un estrecho hueco abierto al vacío por el que, parece ser, se accedía al segundo nivel. Para poder subir a la parte superior se precisa material de escalada. Arriba nos encontramos con unos diecisiete silos rectangulares. ÁLAMO, EL (TEROR) Sin duda, el nombre de este caserío responde a la presencia de numerosos ejemplares de Álamo Blanco (Populus alba) árbol originario de Europa, Asia y Norte de África. El Álamo Blanco es un árbol caducifolio corpulento de hasta treinta metros de altura, de grueso tronco y sistema radical fuerte, con numerosas raíces secundarias largas que emiten multitud de renuevos. Su corteza es lisa, blanquecina, con las cicatrices negruzcas de antiguas ramas, y la copa es ancha e irregular. Las ramillas y brotes son tomentosos (con una capa de tomentos o pelos que cubre la superficie). Las hojas, tomentosas en las dos caras y en el pecíolo, y al madurar son verde oscuras en el haz y blanco tomentosas en el envés. Las hojas mayores, normalmente palmeado-lobuladas, de base acorazonada. Las hojas de las ramillas, redondeadas o aovadas, poco lobuladas, con menos tomento. Amentos colgantes. Florece normalmente de febrero a abril y su fruto es en cápsula bivalva. El topónimo está documentado ya desde el s. XVII y así, en el año 1681, Diego Rodríguez, labrador y vecino de Teror, detentaba «… una casa sobradada en pago de El Álamo que valía 48 648 maravedís, otra casa terrera en 27 648, pajar de carpintería en 14 520, gañanía en 6672 y aposento de tabladillo en 7200».

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Pero es destacable la figura de Agustín del Castillo y Bethencourt, IV Conde, último Alférez Mayor de Gran Canaria y Caballero de Calatrava, nacido en 1805, que inició el proceso de aburguesamiento y se esforzó enormemente en superar las formas caducas de explotación de la tierra y adaptar la economía rural al triunfante espíritu capitalista. Fue miembro de las Reales Sociedades Económicas de Amigos del País de Santa Cruz de Tenerife y de Las Palmas de Gran Canaria. Promovió diversas actividades económicas, como la cría del gusano de seda y la caña de azúcar. Siendo líder significativo del Partido Canario, tuvo una gran influencia política durante el período 1843-1868, e influyó notablemente en la concesión de los Puertos Francos y en la división provincial de 1852. En las sucesiones siguientes se continúa con el uso de esta onomástica.


Finalmente, es de destacar la presencia de abundantes cruces en las orillas de los caminos y carreteras ligadas a leyendas y sucesos misteriosos. Asociados a estas, aún se conservan restos del trazado y pavimento original –empedrado– del antiguo camino denominado «De las dos Vegas», sendero que comunicaba Teror con los municipios de Santa Brígida y San Mateo. ÁLAMO, HOYA DEL (ARTENARA) Recibe esta denominación por encontrarse junto al pago del mismo nombre. Véase ACUSA y ÁLAMO, EL de este mismo municipio. ALBERCÓN, EL (INGENIO) El nombre de este lugar es un derivado de «alberca» (depósito artificial de agua, con muros de fábrica, para el riego o abasto), por lo que hace referencia al depósito allí existente. Hay una referencia histórica del lugar en un poder para tomar posesión de tierra con cañas y agua, lindante con el Albercón del Ingenio, de fecha 4 de noviembre de 1534: «… Polo de Morteo, vecino de la isla, otorga poder a Origo Rizo, genovés, y a Juan de Pastrana, estante, para que tomen posesión de una suerte de tierra con cañas y con el agua que le pertenece, en el heredamiento de Agüimes, que fue de Juan Martínez de Bilbao y linda con el albercón del ingenio, sobre el cual Francisco Sánchez de los Palacios ha situado un tributo a favor del otorgante por escritura que pasó ante el presente escribano…». Localizar el lugar exacto donde estaba el Albercón no fue ningún problema, pues quedan en la actualidad restos de las paredes del mismo. El Albercón actuaba como depósito regulador para que no le faltase agua al molino azucarero. Hay constancia de que el albercón disponía de una azada de agua. ALBERCÓN, EL (ALDEA DE SAN NICOLÁS) En los primeros decenios del siglo XVIII, para regar las primeras cadenas dedicadas al cultivo de millo, papas y otros cereales de El Cruce y Las Marciegas, se construyeron las acequias con el agua captada del interior del valle de La Aldea. La Acequia Real que llegaba hasta El Roque pudo ser anterior a este siglo. Después se construyó la Acequia de Jerez, que llegaba a La Montañeta; y más tarde, la Acequia Alta o de La Canal, que llegó hasta el barranquillo de Las Canales, llamado así por los canales de madera con que lo salvaron.

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Este barrio, cruzado por el barranco de Arbejales, situado a algo más de un kilómetro de distancia del núcleo urbano de Teror, es una zona eminentemente agropecuaria y es mencionado también en la primera mitad del s. XVIII, pues las Constituciones Sinodales del obispo Pedro Dávila y Cárdenas de 1737 mencionan este lugar, habitado en aquellos tiempos por veinte vecinos, unos cien habitantes aproximadamente.


Esta obra hidráulica era necesaria para regular mejor el riego de las «dos hojas» de La Marciega. Estas aguas regaban el valle de La Aldea, unas 300 fanegas a través de una red de acequias principales y secundarias. A lo largo de los siglos fue parte del latifundio «Hacienda Aldea de San Nicolás», propiedad conflictiva de los marqueses de Villanueva del Prado. Este latifundio era cultivado por medianeros perpetuos y, hasta finales del siglo XIX, para distribuir el agua, se empleaba un sistema de diez zonas de alternancia de cultivo, llamadas las hojas del millo y de la cebada, dividas a su vez en parcelas que cultivaba cada uno de los medianeros perpetuos del latifundio. Estas hojas se alternaban, cada año, en las siembras de los dos principales cultivos: el millo y la cebada o trigo. Cuando los «mal llamados» colonos, en 1927, acceden a la propiedad de la tierra después de un pleito de tres siglos, se constituye la «Comunidad de Regantes Aldea de San Nicolás», que gestiona todas las aguas del barranco de La Aldea-Tejeda. Decía Antonio de Bethencourt Massieu en su trabajo Colonización interior en el suroeste de Gran Canaria a fines del siglo XVIII que «… hacia 1770 había un excedente de 400 a 500 familias ociosas, sin ocupación, (…) de dos a dos mil quinientas personas condenadas a la caridad pública, y aún peor si consideramos que la mayor parte de la población campesina canaria en esta centuria solo alcanzaba un nivel de vida de mera subsistencia. (…) Que la única salida para las autoridades del s. XVIII fuera tratar simultáneamente de colocar estas 500 familias en tierras baldías, con el fin de transformarlas útiles a la comunidad, y de potenciar el campesinado depauperado, que aspiraba a acceder a la propiedad de la tierra. En otras palabras, dar una respuesta al “hambre de tierra”…». Este fue sin duda el germen del Pleito de La Aldea, como tantos otros que hubo en la isla durante el Antiguo Régimen de propiedad de la tierra, agravado por la «usurpación» de tierras públicas por los «señores», que además las ponían en cultivo bajo sistemas de medianeros, aparceros y los mal llamados colonos, que no eran otros que los que habían venido de otro lugar de la isla, incluso de Fuerteventura y Lanzarote, en busca de una prosperidad económica que difícilmente consiguieron. ALBERCÓN DE LA VIRGEN, EL (SANTA MARÍA DE GUÍA) Todavía hay gente en Guía que cuenta como cierta la tradición o leyenda de que el llamado «Albercón de la Virgen» debe su nombre a un hecho considerado siglos atrás como «milagroso» porque en este lugar se «plantó» la imagen de la Virgen de Guía cuando, «aparecida» en las

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Dice el cronista que es posible que a principios del siglo XVIII ya existiera un pequeño albercón para regular el riego de La Marciega, que luego se ampliaría, y algunas viviendas de medianeros perpetuos de la Hacienda Aldea, pues el censo de población de la Sinodal del Obispo Dávila (1735) recoge un barrio en el valle de La Aldea con el nombre de «Evercón», «albercón» sobre el que se construiría, en 1823, el actual, secuencia de albercones que dan nombre al barrio.


El «Albercón de la Virgen» debe su topónimo a unos hechos contrastados históricamente y no a la tradición que fue pasando de generación en generación, y eran que la Iglesia poseía unas cuartas del Heredamiento del Palmital, y el disfrute de sus aguas obligó al mayordomo y párroco de la iglesia de Guía, a mediados del s. XVIII, a la construcción de un albercón para almacenar el producto de esa cuarta que le fue donada con el fin de mantener con decoro el culto a Nuestra Señora de Guía. Este albercón dio origen al topónimo por el que se conoce el lugar, situado a la entrada de Guía, desde donde parte la carretera que lleva a los Pinos de Gáldar (GC-070). La venta del agua y la alberca que fueron de la Fábrica Parroquial se realizó siendo párroco de Guía Francisco Almeyda y en virtud de una Real Orden de 21 de octubre de 1800. ALCARAVANERAS, PLAYA DE (LAS PALMAS DE GC) Hasta la primera mitad del s. XX se daba dicha denominación solamente a la amplia franja de terreno pedregal y arenoso no edificado de la Ciudad comprendida entre Ciudad Jardín, o barrio de los ingleses, y las dunas de arena entonces existentes en lo que hoy es Paseo de Chil y Avenida Mesa y López. La actual playa es parte de la antigua Caleta de Santa Catalina, que se extendía desde el barrio de Arenales hasta el Castillo de Santa Catalina y muelle de Santa Catalina (también llamado Punta de la Matanza), que desaparecería después con la construcción del muelle frutero Nuestra Señora del Pino, actual Base Naval de Canarias. Su antiguo nombre tiene relación con la ermita que allí existía. Cuentan las crónicas que en 1360 partieron de Mallorca con dirección a Canarias unos expedicionarios entre los que se encontraban franciscanos, que tras atracar en Gando fueron hechos prisioneros, y para captarse la simpatía de los canarios les enseñaron a mejorar la fabricación de las casas de piedra, labrar madera y construir cuevas más amplias. Los franciscanos enseñaron los principios de su religión y construyeron dos ermitas, una en los arenales del puerto de Las Isletas, próxima a esta caleta, bajo la advocación de Santa Catalina, pues rogaron los mallorquines a esta santa que les ayudara en esta difícil situación; y otra en la Aldea, bajo la advocación de San Nicolás. En la desamortización de las tierras de baldíos y realengos que mantenían esa condición desde la Conquista, las 113 fanegas y 10 celemines del «Trozo de tierra de arenal en los arenales de Sta. Catalina» salieron a remate el 10 de octubre de 1860 y fueron vendidas el 28 de febrero de 1861 a Nicolás Apolinario Rodríguez, piloto, por el precio de 1400 reales de vellón, que a su vez se las vendió a su madre, Ana Andrea Rodríguez Nuez, el 28 de febrero de 1865.

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costas vecinas, intentaron llevarla hacia la Ciudad. Tradición o leyenda que, como se verá, queda desmitificada con los datos que aquí se aportan por el cronista.


El nombre del lugar guarda relación con el Alcaraván, que antiguamente tenía su hábitat natural en esta zona donde anidaba. Se han identificado dos subespecies en Canarias: la nominal distinctus (Lanzarote) e insularum (resto de Canarias). El Alcaraván Común (Burhinus oedicnemus) también tiene otras acepciones de su nombre en diversos puntos de la península, zonas de la vertiente mediterránea y del sur, a menudo con un claro carácter onomatopéyico. Es un ave caradriforme, de cabeza redondeada, patas largas y amarillas, pico relativamente corto y grandes ojos amarillos. De costumbres crepusculares o nocturnas, habita en terrenos descubiertos, pedregosos o arenosos. No obstante lo dicho, según cuenta Viera y Clavijo –anecdóticamente por su hondo sentimiento patriótico–, también llamaban Alcaraván en las islas al «Engañamuchachos» (Avis curricula), «… ave muy agraciada de nuestras islas, del tamaño de un perdigón...» que es llamado de otras formas en Lanzarote y Fuerteventura, y «… en Canaria, con igual error, bajo los (nombres) de alcaraván y gallinuela del mar...». El nombre vulgar, según su versión, se debe a que «… Quien no tiene conocimiento de esta avecita puede pensar que siempre corre y nunca vuela; pero sucede que cuando ella ve que ya la alcanzan, sabe muy bien levantar el vuelo y dejar burlado al que la persigue, razón por la que parece se le ha dado el nombre de engañamuchachos...». Existe otro topónimo similar en la isla relativo a los alcaravanes, ya mencionado en el s. XVI, referido a una mina de agua en el Barranco Real de Telde. En el testamento de Cristóbal García del Castillo, Conquistador y Regidor Perpetuo, otorgado el día 22 de abril de 1539, se la menciona en la descripción de una de sus fincas cuando dice «Hacienda denominada “San Antonio”, con casas, una cuarta de agua del Heredamiento de la Vega Mayor y 10 medias suertes de la Mina del Alcarabanal». ALDEA DE SAN NICOLÁS Hasta 2008 su nombre era San Nicolás de Tolentino. Algunas fuentes adjudican la advocación al santo a la primitiva ermita construida por los mallorquines en El Roque; y otros, al vínculo de Tomás Grimón Nava que tuvo en su hacienda una ermita bajo la advocación de San Nicolás. Todos los vestigios apuntan a que en la zona baja del valle de La Aldea, cerca de la costa, se asentaban varios poblados aborígenes, de los que quedan los actuales yacimientos arqueológicos de Los Caserones (véase CASERONES, LOS) y Las Gambuesillas, y otros cuyos restos han desaparecido, como el que se encontraba en la zona de El Cruce. Era posiblemente uno de los asentamientos aborígenes más importantes de la isla, distribuido a lo largo de la cuenca principal y su red de barrancos, conocido como Artebirgo.

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En la segunda mitad del s. XX, tras la construcción del segundo tramo de la Avenida Marítima, el comprendido entre el muelle de Las Palmas y el muelle de Santa Catalina, desaparece gran parte de la antigua playa de Santa Catalina y el resto de playa, la actual, pasa a denominarse «de Alcaravaneras».


En el lado sur de la playa se encuentra un entramado de elementos prehistóricos, históricos y etnográficos del mayor interés, conocido como El Roque (véase ROQUE, EL) y que es el origen del asentamiento castellano. Muy cerca hallamos el final del cauce del barranco, en el que se ha formado un charco de aguas salobres rodeado de tarajales, cañas, juncos y otras plantas propias de estas charcas de transición. Según algunas fuentes, la principal data del valle de La Aldea aparece vinculada, confusamente, a Pedro Fernández Señorino de Lugo, en los primeros repartimientos entre 1485 y 1489. Era hermano del Adelantado Alonso Fernández de Lugo, que también había recibido tierras en Agaete. Junto a esta supuesta concesión aparecen otras, también difusas, en torno a personajes como Alonso Vázquez, el escribano Cristóbal de San Clemente y Juan de Siberio; unas quizás de repartimientos hoy desconocidos y otras adquiridas por usurpación de terrenos públicos o realengos. Después, llegaron nuevos colonos que desplazaron a los aborígenes de las tierras bajo riego para reasignarlas al cultivo de los cañaverales, productores del preciado azúcar destinado a los mercados europeos, aprovechando las posibilidades que ofrecía el «puerto», en aquella época una ensenada donde se varaban los barcos. Los pleitos por el agua en la Aldea se remontan al s. XVI, motivados por la concesión de la data real de 1501 (véase MINA, BARRANCO DE LA). Las aguas son desviadas de su curso natural para ser conducidas a la Ciudad por el túnel de La Mina de La Culata de Tejeda, que se termina de perforar en 1525. Los colonos de La Aldea recurren ante la Chancillería de Granada, reclamando que las aguas que nacían en la cumbre de Tejeda discurrieran libremente hasta el barranco de La Aldea, ya que constituían la gruesa del primer heredamiento de aguas. La pérdida de este pleito afectaría a las plantaciones de cañaverales, que luego desaparecerían con la crisis azucarera por la competencia de las Américas. El antiguo puerto, situado entre la Punta de la Aldea al Norte y el Roque de la Aldea al Sur, es una buena ensenada con fondos de fango arrastrados por el barranco de la Aldea y que está protegido de los vientos del Norte, Noreste, Este y Sureste. Figura ya en los mapas de 1507 como Gran Aldea o como Aldea en Torriani (1592), dado que allí se encontraba el gran poblado aborigen de Los Caserones. Después de la Conquista, las tierras de la zona baja del valle estaban despobladas y sin cultivar. Era un paisaje de lomas, majanos y barranquillos que llegaban al barranco, un barranco muy ancho cubierto de tarahales, donde por cualquier lado brotaba algún manantial.

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En la época prehispánica era un asentamiento densamente poblado, agrupado en torno al valle y el barranco de Tocodomán, con importantes recursos agrícolas y pastoriles, que tenía su cabecera en el Lomo de los Caserones.


La gran extensión de las tierras se refleja en el Vínculo de bienes instituido por Tomás Grimón Nava, Marqués de Villanueva, en su testamento, el día 10 de junio de 1670, cuando dice que son cuatro mil ciento ochenta y cinco fanegas y seis celemines del heredamiento de tierras, aguas, casas y molinos de La Aldea; y, para ponerlas en rendimiento, promueve roturaciones de nuevas parcelas, cedidas luego al partido de medias perpetuas, generando una atracción de colonos entre 1650 y 1670. Los pleitos se multiplicaban. El aumento de las tierras labradías exigió un aumento del agua de riego. Se aprovechaban las aguas superficiales procedentes de la Caldera de Tejeda, lo que motivó el pleito con los vecinos de Tejeda por el histórico heredamiento de aguas, resolviendo siempre la Real Audiencia que las aguas deberían discurrir libremente barranco abajo. Continuaron en la primera mitad del siglo XVIII los pleitos entre los aldeanos y los propietarios de las tierras, los Nava-Grimón, que seguían aumentando su superficie a costa de usurpaciones sobre las tierras de realengos en Furel, Güygüy, Tasarte y Tasartico. Y para rematar, tenían lugar ataques de los piratas. En 1742, los milicianos de La Aldea, en los tarahales de El Charco, rechazaron a disparos de fusil a una ola de desembarco de corsarios ingleses desde cuatro navíos anclados en la playa. Según avanzaban los primeros decenios del siglo XVIII, fueron llegando a estas tierras las acequias con el agua captada desde el interior del valle, bien lo fueran superficiales o procedentes de la mina de aguas. La Acequia Real que termina en el Roque debió trazarse desde tiempos anteriores a este siglo. Luego llegó la Acequia de Jerez que acaba en La Montañeta y más tarde la Acequia Alta o de La Canal que muere en el Barranquillo de Las Canales-Los Molinos. Gracias a estas canalizaciones, comenzaron a trabajarse progresivamente las primeras cadenas que se acondicionaron en el lugar para el cultivo de millo, papas y otros cereales, dentro de la gran propiedad que en el interior del valle de La Aldea conformaba el mayorazgo de la familia noble de Tenerife, los Nava-Grimón, marqueses de Villanueva del Prado, conocida como la Casa. Y comienza el nuevo Pleito, a finales del siglo XVIII, que duraría siglos, pero que sería el definitivo. Unas 200 familias venían cultivando al partido de medias perpetuas la zona fértil

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En la segunda mitad del s. XVI, se sustituyen los cañaverales por millo, papas, hortalizas, etc., que alternaban con las sementeras, y se exportaban a Tenerife, en su gran mayoría, a través del puerto. Posiblemente esa conexión con Tenerife despertó el interés por invertir de la familia del regidor de Tenerife, Tomás Grimón, quien compró cantidad de tierras labradías, lomas y hoyas, entre el barranco de La Aldea y las Montañas de Amargar. Las propiedades fueron heredadas por el nieto del regidor, Tomás de Nava y Grimón, primer marqués de Villanueva del Prado, que ganó el primer pleito al Cabildo General y a los colonos que denunciaron la usurpación de tierras de realengo.


La raíz del conflicto agrario marqués-aldeanos residió en la carencia por parte de aquel de datas originales, es decir, de los documentos de posesión otorgados en los repartimientos, junto con la ausencia de detallados deslindes en las posteriores traslaciones de dominio así como por la acción usurpadora sobre bienes realengos anexos que agrandó el mayorazgo. El argumento de defensa del marqués es uno muy recurrente: «¡Los documentos de propiedad fueron destruidos en el incendio del archivo municipal por el holandés Van der Does en 1599!». El nombramiento de Presidente de la Junta Suprema de Canarias en la persona de Alonso de Nava Grimón, VI marqués de Villanueva del Prado, en julio de 1808, fue inmediatamente contestado por sus colonos, quienes decidieron resolver el conflicto por su propia mano amotinándose en septiembre de aquel 1808 con la toma y reparto de su hacienda. Tras la independencia parroquial de Tejeda, el territorio se consolida como municipio moderno en 1812 y, a finales de siglo, tiene un puerto en auge en su enlace con Santa Cruz de Tenerife, la ampliación del camino real, la construcción de molinos de gofio y la novedad de los primeros cultivos de tomateros que abren nuevas expectativas económicas. La vuelta del absolutismo y la sentencia del Tribunal de la Real Audiencia de Canarias en favor de la casa de Nava-Grimón el 16 de octubre de 1817 dice que «el Concejo y vecinos de La Aldea de San Nicolás no han probado bien y cumplidamente su acción y demanda». Se alcanzaba así un período de «paz obligada», que acompañó a la sequía y a la cigarra africana. A finales del s. XIX, la Casa Nava-Grimón, acuciada por el impago de sus deudas, no pudo levantar las hipotecas que gravaban su histórica Hacienda de La Aldea de San Nicolás y que, en 1892, pasó tras un largo proceso judicial a propiedad de la familia Pérez-Galdós, principal acreedor, por quinientas cinco mil pesetas, y, aunque ya era, a partir del cambio de titularidad, la «Casa Nueva», los colonos seguían en la defensa de sus derechos por la renta abusiva e ilegalidad de la propiedad. Entre 1923 y 1927, tras el traspaso de los derechos de propiedad de los Pérez Galdós a un consorcio de cuatro propietarios, la conflictividad se acentuó. En estos años, los últimos del Pleito por las tierras, en las fincas de El Albercón y Las Marciegas también se sucedieron graves conflictos de desalojos, aradas y posesiones a favor de la Casa Nueva y en contra

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del valle, dentro de los límites del mayorazgo de los marqueses de Villanueva del Prado, la llamada luego Hacienda Aldea de San Nicolás. Los colonos quedaban en posesión del dominio útil de la tierra a cambio de la entrega de la mitad de la cosecha al propietario del dominio eminente o directo; además, corrían con todos los costes del cultivo, aportando la Casa el agua y, en los casos de siembra en secano, las simientes. La mitad de la producción era recogida por un arrendatario general que anualmente satisfacía una renta global a la Casa, casi siempre en especies.


Tras la desaparición del latifundio, la dispersión geográfica de los pequeños asentamientos poblacionales que existían, respaldada por el cambio en la propiedad de las tierras y la mejora socioeconómica que comportó para el municipio el cultivo del tomate, generó un entramado urbano de continuidad, donde los distintos asentamientos se fueron aproximando entre sí a la vera de la principal vía de comunicación, la carretera general (GC-200) y la vía interior, calle Doctor Fleming, y donde las fronteras de los antiguos caseríos de El Albercón, Cuermeja, El Cruce, El Hoyo, El Lomo, El Ribanzo, Jerez, La Ladera, Las Marciegas, Las Rosas, Las Tabladas, Los Cardones, Los Caserones, Los Espinos, Los Molinos y Mederos se funden, conformando un nuevo casco urbano lineal expandido, eso sí, preservando las buenas tierras de cultivo. ALDEA BLANCA (SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA) Este pequeño pago nominaba toda la margen derecha del barranco de Tirajana antes de su desembocadura. Hasta el s. XIX estaba en la caleta, junto a las salinas de Francisco Amoreto, conocidas como «de la Caleta», más al sur del Castillo del Romeral. Hoy, cuando se habla de Aldea Blanca, se hace referencia al caserío de ese nombre, en la margen sur del barranco de Tirajana, justo enfrente de El Doctoral, que está en la margen norte. Fue a partir de 1612 cuando los vecinos de la Villa de Agüimes, Juan Alonso Romero, alcalde ordinario de dicha villa, y Lope Franco, comenzaron a trabajar las tierras que poseían en dichos lugares. Juan Alonso en las tierras de Sardina y Lope Franco en las de Aldea Blanca, propiedades que adquirieron por datas del Cabildo secular (obispado) de la isla y por compras a otros vecinos. En 1616 ambos tenían sorribada y preparada para el cultivo gran parte de los terrenos. En 1644, estos propietarios en Sardina y Aldea Blanca se vieron sorprendidos por la denuncia del Fiscal de la Real Audiencia de Canarias, quien les acusaba de que las tierras y aguas que tenían no eran de su propiedad, pero tuvieron sentencia a su favor en 1645. La Heredad Sardina-Aldea Blanca, constituida en Agüimes en 1617 para mutua defensa de los fundadores, dejó pronto de ser una sola Heredad. Ya en 1691 aparece, por una parte, la Heredad de Sardina con su propio Alcalde de aguas y, por otra, la Heredad de Aldea Blanca con el suyo. En 1712, las dos heredades discuten sobre los linderos de sus respectivas madres de agua. La Heredad de Aldea Blanca –cuyo alcalde en este momento era Sebastián León– abrió una zanja «… que está por encima de la madre de la acequia de la Aldea, de suerte que comienza

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de los medianeros. Hubo una fuerte represión y detenciones continuas de colonos. El 14 de febrero de 1927 el Ministro de Gracia y Justicia, Galo Ponte, visitó San Nicolás de Tolentino y dio solución al pleito a favor de los aldeanos.


El poblado de Aldea Blanca, con el correr de los años, fue creciendo lentamente; pero sus vecinos jamás pensaron en construir iglesia debido quizás a la proximidad de Nuestra Señora de Guadalupe, en la Casa Condal de Juan Grande. ALGUACILEJO, EL (SANTA MARÍA DE GUÍA) Este topónimo se corresponde con el lugar de tierras de cultivos situado entre Tres Cruces y Bascamao. En la antigüedad, la profesión de alguacilejo, según el DRAE, se correspondía con el «regidor o gobernador de una ciudad o comarca, con jurisdicción civil y criminal», si bien esta definición se refiere al Alguacil Mayor, pues además existían Alguaciles Ordinarios y Alguaciles de la Tierra. En Gran Canaria existían múltiples Alguaciles de la Tierra, lo que motivó una real cédula para que solo hubiese un Alguacil Mayor y otro para las restantes villas y lugares. Hay que imaginar que cualquiera de los Alguaciles de Tierra pudo ser propietario de estas tierras, y que, despectivamente, los lugareños lo llamarían «alguacilejo» por alguna intervención desafortunada que este hubiera realizado en el uso de sus limitadas funciones. Estas tierras permanecieron como propiedad eclesiástica durante siglos y fueron aprovechadas para el pastoreo. Pertenecían al Convento de San Bernardo de la Ciudad, que las había comprado a Mariana Mireles y otros. Una extensión de doscientas fanegas y tres celemines del «Cortijo El Alguacilejo, labradío y arrifes, cuatro cuevas, ocho pajares y gañanías». Estas tierras eran arrendadas conjuntamente con las que tenía el Convento en Ábalos, hasta su remate por la desamortización. Fueron vendidas el 12 de julio de 1844 a José Cristóbal de Quintana, vecino de Guía, por 817 005 reales de vellón. ALJORRADERO, LOMO (SAN MATEO) El caserío se encuentra situado en el lomo que queda en medio de la confluencia de la carretera de San Mateo a la Cruz de Tejeda (GC-811), con la carretera de Cueva Grande a Ayacata (GC-600). Para llegar a entender el origen de este topónimo, hay que recurrir a su denominación anterior al s. XVII, antes del añadido de la letra «L». Aparece documentado en la escritura del 6 de noviembre de 1699 cuando el vecino de La Vega, Blas Navarro, dice ser propietario de dos fanegas de una «Suerte de tierra en el “Ajorradero”» y también de un celemín de un «Pedazo de tierra de viña en el “Ajorradero”».

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a medio barranco con poca diferencia y va a finalizar a la misma parte donde se parte el agua con Sardina…». Al sentirse perjudicada, la Heredad de Sardina, gobernada por Mateo Lorenzo, denunció a la Heredad de Aldea Blanca ante la Real Audiencia, que sentenció el caso el 1 de junio de 1712 argumentando que la zanja abierta por esta última no perjudicaba en nada a la primera.


En el lugar hay otro topónimo confundido: el Lomo Aljorradero. El Lomo Matazano, de alguna forma, guarda también relación con lo descrito. ALMÁCIGOS, LOS (MOGÁN) Este caserío, distante de la capital municipal, al poniente de la carretera general (GC-200) en dirección hacia la Aldea de San Nicolás, era ya mencionado en 1865 en el Diccionario Estadístico-Administrativo de Pedro de Olive, con tres vecinos. Continuó su crecimiento progresivo, si bien en 1980 experimentó un retroceso poblacional debido a la emigración hacia los centros turísticos, aun cuando en 1991 ya tenía más de un centenar de habitantes. El topónimo debe obedecer a la presencia en el lugar de almácigos. El almácigo (Pistacia atlántica) es una especie nativa de las islas, arbusto que se diferencia del lentisco (Pistacia lentiscus), la otra especie del género presente en las islas, por sus hojas caducas e imparipinnadas. Forma parte de los matorrales que crecen en cotas medias, y a menudo acompaña a acebuches o sabinas. Tiene las hojas compuestas por una serie de foliolos u hojuelas elípticas. Las pequeñas flores, blancas con tonos amarillentos, brotan en racimos. Los frutos, de tipo drupa, son unas pequeñas bolitas parduscas. ALMATRICHE (LAS PALMAS DE GRAN CANARIA) El nombre del lugar aparece mencionado en un documento del 13 de junio de 1676, donde se relata una visita que se hace a la zona de Tenoya por un problema de propiedad de aguas surgido con los vecinos de Teror, que dice: «… y por entre dicho Tenoya pasa la acequia principal de dicho heredamiento que baja de hacia la parte de Teror y atraviesa todo el lugar y el dicho barranco seco por la parte alta que va a dar al Almatriche y pasa a la Hoya de doña María que va a dar al Almatriche...». Se describe la visión de una acequia, la «principal del heredamiento de Tenoya» que viene de Teror y atraviesa el lugar de Tenoya y que va a dar a la Almatriche y pasa a la Hoya de doña María. Posiblemente se trata de un ramal de la conocida como «acequia vieja» de Tenoya.

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Según el DRAE en su acepción primera, el verbo “ajorrar” significa ‘Remolcar’, ‘arrastrar’, pero su acepción más antigua, utilizada aún en Jaén y Murcia, es «Llevar arrastrando hasta el cargadero los troncos que se cortan en los montes», de donde podría concluirse que los troncos madereros talados eran arrastrados por este lomo, lo cual queda argumentado además por la presencia, en las proximidades del mismo, de otro lomo con topónimo asociado al aprovechamiento maderero de los pinos canarios, como es el Lomo de Mataasnos, que dice de los esfuerzos que realizaban los asnos para arrastrar los troncos. Posiblemente el origen del camino vecinal que en línea recta baja y pasa entre el actual asentamiento poblacional, fue marcado por el arrastre de los asnos en la antigüedad.


En el lugar existe un cubo que, en alguna época, sirvió para que, a través de él, cayera el agua en cantidad y desde la altura suficiente para producir la energía necesaria para poder mover todos los componentes de alguna maquinaria de molienda de un ingenio azucarero.

En 1792 la Ciudad dispuso, por primera vez, de aguas de abasto entubadas y, por tanto, más limpias, procedentes de Almatriche, de la Fuente de Los Morales, que apenas resistieron un año. Los pocos pilares existentes en esta época soportaban el fuerte trasiego de personas que iban en busca del líquido. Solo a comienzos del s. XIX (1818) las aguas de abasto vuelven a San Roque y, en 1853, llegarán a los pilares de la Ciudad desde la Fuente de Los Morales. Encuadrado en pleno casco urbano de Almatriche, aunque con apreciable interés etnográfico derivado de su representatividad como ejemplo de sistema tradicional de depósito y distribución de agua, se encuentra, en un borde de la carretera general (GC-308), un conjunto de cantoneras, una de cantería, otras con troneras, y otras de cemento y cantería. Es un centro de distribución de aguas muy importante. Tres casillas de agua y una acequia muy importante de entrada. Fue construida para distribuir el agua de la zona, se le han ido añadiendo cantoneras y troneras, y, por último, se ha entubado el agua. ALONSO, BARRANCO DE (SAN MATEO Y SANTA BRÍGIDA) Algunas fuentes sostienen que su nombre se debe a Alonso Alvarado y Ulloa, nombrado Gobernador de Gran Canaria el 3 de diciembre de 1594, uno de los capitanes de más relevancia en la historia de Gran Canaria, ya que dirigió la defensa de la Ciudad contra Drake en 1595, acompañado por su Teniente Letrado, el Licenciado Antonio Pamochamoso. El ataque dirigido por la escuadra inglesa simultáneamente contra La Luz, Santa Catalina y las mismas playas de la Ciudad de Las Palmas fue rechazado. Con posterioridad, en la invasión de Van der Does de 1599, aunque el ataque fue rechazado inicialmente, resultó herido de gravedad en el istmo de los arenales, y mandó retirar la fuerza insular hacia La Vega (Santa Brígida). Alonso de Alvarado no se recuperó de sus heridas y murió por estos lugares de La Vega. Los holandeses fueron posteriormente derrotados por las tropas canarias bajo el mando de su Teniente Pamochamoso en la histórica Batalla del Batán (véase LENTISCAL, MONTE). El barranco de Alonso recibe por su derecha un tributario, el Barranco del Convento, que se ramifica en la extensa vega del pueblo de San Mateo; este tributario comprende una extensa red de colectores y su cabecera está entre El Salado y Cueva Grande, dando origen a los Barrancos de Maipez y Los Charros que, junto con el de Los Castillejos, terminan en el del

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El significado de la palabra almatriche, que procede del mozárabe («almatric»: acequia madre), es reguera o canal de riego, y la vinculación del lugar a la red de conducción hidráulica es constante a lo largo de la historia.


En este barranco se encuentra un drago (Dracaena draco) muy peculiar y único en las Canarias, porque creció hace unos 230 años en un risco de unos 15 metros en la margen derecha del cauce del barranco. Este notable ejemplar es citado a menudo como «drago de Pino Santo» y en alguna ocasión como «drago de Hoya Bravo». Su potente tronco brota literalmente de las rocas unos 3,5 metros por debajo del borde superior del cantil, sobrepasándolo casi otro tanto antes de ramificarse y conformar una gran copa fungiforme muy regular. En la actualidad presenta un total de 15 ramificaciones. A partir de la comparación in situ y desde el mismo ángulo de varias ramas que resultan perfectamente reconocibles en una foto del año 1925, se comprobó que estas han florecido en cinco o seis ocasiones en los últimos 77 años, de lo que se deduce un intervalo medio de 14 años para cada periodo floral, lo cual coincide bastante con otras estimaciones hechas con anterioridad en dragos cultivados y permite fijar su edad en unos 210 años desde la primera floración. Si se admite que esta pudo ocurrir cuando el drago tenía 20 años (un tiempo razonable si se tiene en cuenta su largo tronco), su edad sería de 230 años. Por su porte y su singular ubicación se trata sin duda de uno de los dragos más bellos de cuantos crecen en el archipiélago. ALTABACA, MAJADA DE (AGAETE) Los antiguos canarios construyeron casas de superficie en varias zonas de Guayedra (Véase GUAYEDRA, VALLE DE). Entre ellas destaca el poblado de Majada de Altabaca, muy cerca de la actual carretera (GC-200) que transcurre por el margen derecho del barranco del mismo nombre. Recibe esta denominación de Altavaca o Altamaca, citada por Viera y Clavijo «… como la llamaban en el siglo pasado (se refiere al s. XVII) nuestros mayores...», a partir de una planta catalogada por él mismo como Erigeron graveolens de la que añade que «… Es planta muy común en casi todos nuestros sitios incultos y dehesas. De su raíz se levantan algunos tallos de la altura de tres pies, rectos, firmes, acanalados, por fuera vellosos, y por dentro de una sustancia fungosa...». Hoy está catalogada como Dittrichia viscosa, género dedicado al botánico alemán Manfred Dittrich (1934), y su epíteto procede del latín viscum, que significa pegajoso y se refiriere a una de las características de las hojas. Las construcciones del poblado aparecen agrupadas en un espacio que probablemente en su origen pudo ser mayor del que en la actualidad ocupan. De hecho, a finales de los años cincuenta, algunas fuentes apuntaban la existencia de una veintena de construcciones, mientras hoy en día solo quedan en pie cinco, además de los restos de un muro que antaño debió de delimitar el perímetro del poblado.

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Convento. Aguas arriba, el Barranco de Alonso, a la altura del Lomo de La Vega, se cambia en Barranco de La Mina (véase MINA, BARRANCO DE LA) que remonta fuertes cañones hasta Las Lagunetas terminando en la Divisoria de Tejeda. Aguas abajo, es tributario del Barranco Guiniguada (véase GUINIGUADA, BARRANCO).


Asociada a este pequeño asentamiento, se localiza una zona de acumulación de conchas de moluscos (conchero) que da cuenta del tipo de dieta y de la importancia de la recolección de marisco practicada por los pobladores del lugar.

En la actualidad, la ciencia conoce como altabaca, matamoscas o mosquera (Dittrichia viscosa), una planta de treinta a ciento cuarenta centímetros de altura, con hojas alternas y con capítulos amarillos, los cuales poseen flores hermafroditas; presencia de lígulas, que sobrepasan bastante al involucro y anteras con apéndices filiformes en la base. Ausencia de escamas en el receptáculo y brácteas involucrales dispuestas en más de una serie. Frutos con vilano de 5 a 7 milímetros, cuyos pelos son todos más o menos iguales y se encuentran soldados en la base. ALTAVISTA, MONTAÑA DE (ARTENARA) Es el relieve geográfico más alto del Macizo de Tamadaba con 1376 metros sobre el nivel del mar. Su nombre se debe a su altura y a la espectacular vista que se contempla de la cuenca de Tejeda y La Aldea. Véase TAMADABA, MACIZO DE. Sostienen algunas fuentes que esta montaña perdió su antigua denominación de Montaña Azaenegue, topónimo aborigen. Según el filólogo e historiador Ignacio Reyes García, que con el trabajo de campo y el análisis filológico conseguía restablecer la hipótesis de su formulación original en la lengua aborigen [ Assa-ənnəg ], que podría entenderse como «llegada del alba», tendría relación con la expresión hablada de los lugareños de que «es el primer sitio que pinta el sol por la mañana. Si se me hacía tarde, mi madre me decía “Anda, jijo, que el sol ya está pintando Altavista”», o esta otra que decía «Ya va el sol rayando Altavista», señal inconfundible de que había amanecido. ALTILLO, EL (MOYA) El poblamiento de este barrio de Moya situado en la Costa de Lairaga es de finales del s. XIX y principios del XX, conformado casi en línea paralela a la costa y limitado tierra adentro, hace años, por una finca de plataneras. Su nombre puede tener su origen en que este lugar algo elevado de la costa se encontraba antiguamente entre dos barranqueras, por las que en ocasiones de «mar gruesa» penetraba el mar (véase el comentario sobre inundaciones de mar en LORENZO, CHARCO DE SAN). Los vecinos recuerdan cómo se llevaba los animales y sus aperos allí ubicados. Ambas barranqueras han desaparecido en la actualidad por el crecimiento del barrio a ambos lados, si bien la del extremo occidental ha dado nombre a la continuidad del asentamiento (véase BARRANQUERA, LA).

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ALTABACALES, LOS (ARUCAS) Caserío situado junto a la carretera de Los Castillos a Los Chorros de Firgas (GC-240). Su nombre hace referencia a la abundancia de la altabaca.


En las oquedades de los acantilados que están en el lateral interior de la actual autovía, anida la protegida pardela cenicienta, que acompaña a los vecinos en las noches oscuras con sus vuelos y graznidos, ya que la luz diurna la ciega. La pardela cenicienta (Calonectris diomedea) es un ave marina que se cubre con un plumaje de color pardo grisáceo dorsalmente y presenta en la cabeza una caperuza del mismo color, que se funde con el blanco de la garganta y de las partes inferiores. El pico, grueso, es de color amarillo, con unas patentes narinas. El tamaño de sus alas en relación al cuerpo indica que es una gran voladora a vela. Se la puede ver planeando sobre las olas para aprovechar las corrientes de aire, en busca de alimento. Tan solo abandona el mar abierto para reproducirse. Acude para ello principalmente a islas e islotes, aunque también a acantilados costeros. Utiliza oquedades naturales (cuevas, huras, grietas)... o las excava, pero puede llegar a utilizar como refugio arbustos densos y rocas. Es una especie pelágica que realiza grandes desplazamientos para buscar alimento, que recoge de la superficie mientras vuela. Su dieta la constituyen principalmente peces pelágicos, cefalópodos y crustáceos. Normalmente silenciosa, en las colonias anuncia su llegada de manera escandalosa y es correspondida por las que están en tierra. La pardela suele desarrollar su vida en el mar y se acerca a tierra para la reproducción. Los adultos llegan en los meses de febrero y marzo para hacer un reconocimiento de los futuros nidos y prepararlos. Durante los meses de mayo y junio realizan las puestas, y permanecen en el nido hasta finales de agosto. El pollo suele abandonar el nido de mediados de octubre a noviembre, período en el cual es más vulnerable ante los predadores. Las pardelas cenicientas nacidas en Canarias migran principalmente a las costas sudamericanas de Brasil, Uruguay y Argentina, aprovechando los vientos alisios. Tras pasar por el Cabo de Buena Esperanza (Sudáfrica), llegan a su lugar de destino en las costas de Namibia para pasar el verano del hemisferio sur. El primer retorno al lugar de su nacimiento no suele producirse hasta que las aves alcanzan los cuatro años de edad. En época no reproductora se distribuyen desde el Golfo de Vizcaya y Gran Bretaña hasta las costas orientales americanas.

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Otra justificación de su nombre pudiera ser su antigua descripción como «Camino del Altillo», dando a entender que por el mismo se llegaba a un lugar conocido popularmente por La Tosca, promontorio bastante alto de piedra basáltica que estaría situado en el acceso central al barrio desde la Autovía Las Palmas-Gáldar. Parte de él fue demolido «a marrón» por los vecinos para construir este acceso y solo queda en la actualidad un pequeño resto en la esquina de las dos vías de circulación. Sobre el mismo había construida una casa.


En cuanto a su nombre, hay una denominación insólita de Telesforo Bravo en su Geografía General de las Islas Canarias de 1964, cuando describe las Cuencas entre Lomo de las Toscas y Montaña Llamadores. Las enuncia en orden de sur a norte diciendo «Barranquillo de Pino Santo entre Lomo de Las Toscas y Mesa de las Vacas, tiene laderas de 100 metros de escarpa y desemboca por el Puerto de Arguineguín. Barranquillo de La Verga y Barranquillo del Balito, entre Lomo de las Vacas y Lomo de Tabaibas. Cañada de los Canarios y Barranco de Puerto Rico entre Lomo Tabaibas y Montaña Llamadores. En el estuario de estos barrancos suele haber ricas huertas y casas de labor». Hay que llamar la atención sobre el topónimo de «Montaña Llamadores» al referirse a aquella que en la actualidad es conocida como «Montaña de Amadores», donde se han construido urbanizaciones turísticas, hoteleras y extrahoteleras. Aunque la publicación contiene errores toponímicos no advertidos en las «erratas» señaladas por el editor al uso de la época, en el párrafo arriba reproducido no se advierte ninguno. Hay que llamar la atención además sobre la utilización en la zona de los antrotopónimos que aluden a usos y oficios, como son «Solapón del Cura», «Punta de los Frailes», «Cañada de los Ahogaderos», «Lomo de Jaboneros», «Lomo de Cortadores», etc. Estas denominaciones eran así porque se trataba de tierras de realengo, que no fueron concedidas o vendidas hasta finales del s. XVIII y principios del s. XIX. Los antrotopónimos que mencionan nombres o apellidos de los propietarios de las tierras son normalmente los anteriores a estos siglos, cuando ya eran propiedad privada. De ser cierta esta hipótesis basada en la información del profesor Bravo, habría que pensar que en dicha «Montaña de Llamadores» se apostaban las gentes para dar avisos «a voz en grito» a pescadores del Petrel de Arguineguín o para otros fines. En resumen, que la montaña tendría un uso de «atalaya» a todos los efectos. No se ha encontrado fondo documental relativo a que la propiedad de la misma correspondiera a alguien apellidado «Amador» antes de la primera mitad del s. XX. AMAGRO, MONTAÑA DE (GÁLDAR) Topónimo aborigen. Macizo montañoso de 501 metros de altura máxima situado al noroeste de Gran Canaria. Aparece aislado del resto de edificio insular, está formado básicamente por materiales geológicos de los más antiguos de Gran Canaria y es hábitat de la siempreviva de

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AMADORES, MONTAÑA Y PLAYA DE (MOGÁN) Se trata de la playa artificial situada junto a la carretera de Cruce Doctoral a Playa de Mogán (GC-500), después de dejar atrás Puerto Rico, entre el morro de Los Tanquillos y la Punta del Bufadero, al sur de la desembocadura del barranco del Lechugal, construida al pie de la llamada Montaña de Amadores.


AMURGA, MONTES DE (SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA) Macizo de alto valor paisajístico situado entre los barrancos de Tirajana y Fataga, con una alta heterogeneidad en lo que respecta a su vegetación. Dentro de este sector montañoso, que desciende en forma de rampa hacia la costa, se localiza una serie muy destacada de yacimientos y conjuntos arqueológicos, sin duda, de los más peculiares de la isla. Es uno de los ejemplos de yacimientos arqueológicos más complejos y espectaculares, y ha sido interpretado como lugar de culto o almogarén. El mayor aprovechamiento que tenían estos montes era el pastoreo. Como muestra, las posesiones del Mayorazgo de Francisco Amoreto Manrique, Capitán, Regidor Perpetuo y Familiar del Santo Oficio, fundado el 17 de marzo de 1669, al que los distintos sucesores, a finales de dicho año y en 1698, 1732, 1733 y 1785, realizaron agregaciones de bienes y del título de Conde de Vega Grande de Guadalupe, que tenía en este lugar 129 fanegas y 10 celemines de una «Trozada de terreno destinado a pastos de ganados, cercado y con 150 cabezas de ganado lanar y 110 de ganado cabrío en Amurga». ANA, CATEDRAL DE SANTA (LAS PALMAS DE GC) La advocación a Santa Ana, según Abreu, fue debida a que Juan Rejón era muy devoto de la misma, y en el día 24 de junio de 1477, día de su arribada a la isla y fundación del Real de Las Palmas, tuvo entendido había sido su guía, y así hizo luego una iglesia de la advocación de Señora de Santa Ana, que fue la primera, que hoy se intitula San Antonio. Las obras fueron iniciadas en 1497 por el arquitecto Diego Alonso de Montaude, a quien le sucedieron una serie de maestros y arquitectos como Pedro de Llerena, Juan de Palacios, Martín de Narea, Pedro de Narea, Diego Nicolás Eduardo, José Luján Pérez, Laureano Arroyo, Fernando Navarro y, más recientemente, Salvador Fábregas. Estos fueron plasmando diferentes estilos a lo largo de los siglos, de ahí el empleo de elementos góticos, renacentistas, neoclásicos y eclécticos. La primera etapa de la construcción de la catedral de Santa Ana de Las Palmas se desarrolla entre 1497 y 1570. Las obras comienzan en los pies del templo, planteándose una iglesia de tres naves, con capillas entre los contrafuertes y bóvedas de crucería. En este primer momento solo se completaron los cuatro primeros tramos de los pies de la iglesia. En el s. XVIII se continuarán los trabajos, haciéndose cargo de ellos el canónigo Diego Nicolás Eduardo. Se añadieron dos tramos más a las naves, se organizó el crucero y se proyectó la

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Amagro (Limonium sventenii). Singular islote terciario, cuya genealogía geológica es anterior, en varios millones de años, a la propia Montaña de Gáldar, su hermana menor, más tardía pero también más bella.


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Andén Verde

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La catedral fue renovada a fines del s. XVIII y principios del s. XIX. En el exterior resalta el elegante cimborrio sobre el crucero de estilo Neoclásico. El edificio es una iglesia de estilo gótico con tres naves de igual altura con bóvedas de cañón. Se alzan a más de 20 metros de altura, apoyándose en columnas fasciculadas y pilastras sobre las que se elevan esbeltas bóvedas enervadas, destacando por su traza las estrelladas. La fachada inicial de piedra de arenisca fue sustituida por la actual, realizada en el s. XIX, en un lenguaje neoclásico muy habitual en la época, trabajando en ella diversos arquitectos entre los que destaca Francisco Jareño. El altar Mayor está presidido por la imagen titular de la Catedral y la Patrona de la ciudad, Santa Ana, obra de José de Armas Medina, tallada en el año 1945. El material utilizado es la cantería azul procedente de las canteras de San Lorenzo, que se utiliza para los arcos, nervios de la cubierta y soportes, con el color gris que la caracteriza. En las zonas donde predomina la cantería destacan sobre el fondo blanco del yeso de los muros o paños de las cubiertas. Estas son de poco espesor, realizadas con material volcánico, como es la piedra «pómez» o arenisca, muy porosa, ligera y de poco espesor. El muro, realizado con mampostería, tiene todavía una función de soporte. Aparece articulado en dos niveles con pequeñas aberturas y ventanales sobre los arcos formeros de las capillas laterales. Las ventanas son concebidas como huecos en el muro y no como amplios ventanales. Se aprecian dos tipos de soportes: las columnas exentas, diez en total, que separan las naves laterales y tienen forma cilíndrica; el otro grupo de soportes discontinuos lo forman la veintena de pilares adosados a los muros laterales. Son cruciformes, con capiteles corridos. Aparecen pilastras de orden clásico en el interior de las naves y columnas renacentistas, embebidas de orden corintio en la capilla de Santa Teresa de Jesús. El interior, del s. XVI, es de un gótico muy original. Ligeros pilares emparejados, sin capiteles, se lanzan hacia la bóveda, donde se dividen en una infinidad de nervaduras delicadas y de encantadora gracia. Alberga importantes obras de arte, entre las que habría que destacar el portapaz del orfebre Becerril (s. XVI), las imágenes del Cristo de la Sala Capitular, la Virgen Dolorosa, el Cristo en la Cruz y la Virgen de la Antigua, todas del taller del imaginero Luján Pérez (1756-1815). ANDÉN, BARRANCO DEL (VALLESECO) Es el llamado barranco de la Virgen, aguas arriba (véase CRESPO, BARRANCO, CUEVAS Y LLANO DE).

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cabecera, siguiendo el lenguaje goticista con el que se inició la construcción. En 1794 se acabaron de cerrar todas las bóvedas, cruceros y capillas, se concluyó la nueva sacristía y la sala del tesoro que se fabricó encima para custodiar los caudales de dicha Santa Iglesia.


ANDÉN, CUEVAS DEL (VALLESECO) Yacimiento arqueológico reutilizado, situado en el Barranco del Andén (véase CRESPO, BARRANCO, CUEVAS Y LLANO DE).

Desde el Puerto de Las Nieves en Agaete hacia el sur de la isla, el paisaje cambia. Resulta impresionante por sus perspectivas, además de ilustrativo sobre la formación geológica y evolución del relieve. Hasta la Punta de La Aldea presenta gigantescos bloques cortados del antiguo macizo en escudo que dan al mar, como los mega-acantilados de Faneque y Andén Verde, que alcanzan alturas de 200 a 800 metros sobre el nivel del mar, casi en vertical sobre la costa. Estos escarpes en la misma orilla del mar son el resultado del retroceso a que ha estado sometida la costa oeste, donde un posible deslizamiento gigantesco por gravedad y la erosión marina han desmantelado una gran porción del antiguo escudo rocoso que se extendía varios kilómetros mar adentro, dejando incluso pequeños testigos en forma de roques. El aspecto climático de este litoral es la peculiaridad del soplo del alisio sobre el arco costero comprendido entre Guayedra y el Andén Verde, cuyos acantilados son auténticos islotes subhúmedos dentro de la banda sotavento de la isla, debido a que los vientos alisios sufren, a partir de Sardina del Norte, una desviación de carácter local que les hace tomar el rumbo norte-sur o noroeste-sureste y chocan contra estas altas montañas abiertas al noroeste. Por tanto se ven favorecidas por una humedad superior a la normal de la zona, lo que hace crecer, en estos riscos, vegetaciones propias del barlovento. Por esta razón, reciben el epíteto de «Verde». Los acantilados costeros de esta comarca son muy ricos en orchilla, liquen utilizado para tintes que generó un comercio importante en Canarias desde las primeras penetraciones europeas en el s. XV. La orchilla producida en la isla era casi toda de estos acantilados. La base del Andén Verde es un accidente geomorfológico muy destacable, pues constituye un deslizamiento gigante, una playa levantada de arenas claras de origen orgánico marino, es decir, restos de moluscos que el viento ha extendido hacia adentro casi un kilómetro y hasta una altura de 150 metros sobre el nivel del mar. La formación arenosa dunar y demás aspectos geomorfológicos y botánicos bajo este acantilado de 700 metros de altura, son de gran valor científico. Más allá del Puerto de La Aldea se encuentran distintos topónimos referidos a Andenes con sus correspondientes epítetos, como Blanco, Negro, Ancho, etc.

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ANDÉN VERDE, EL (ARTENARA) Como su propio nombre indica, andén es un corredor o sitio destinado para andar. En este caso fue construido por el hombre para permitir antiguamente el paso de personas y carros entre Agaete y La Aldea.


La dote que llevaba Andrea a su matrimonio ascendía, aparte de los bienes raíces y muebles, a 150 doblas de oro de 500 maravedíes cada una de ellas de la moneda de Canaria; diez vacas mayores herradas del hierro de Juan Perdomo, que había sido su primer marido; cinco novillos y tres novillas jóvenes; cuatro bueyes de arado; seis yeguas mayores; dos potros y dos potrancas; cuarenta fanegas de tierra de sequero labradas en los Granadillares de Tamaraceite, que habían sido de Francisco de Torres y que lindaban con las tierras de Hernando de Padilla y por la parte alta con las tierras de los herederos de Luis Jiménez y por la parte de abajo con los herederos de García de Vergara. También tenía en Tamarasayte dos suertes de tierras: una de ellas la había comprado a Pedro Jiménez Casasola y la otra lindaba con la mencionada. Posiblemente se trataba de los terrenos que se conocieron por la Hoya de Andrea en honor de su propietaria. El novio, Bartolomé de San Juan, hace la promesa de matrimonio y se obliga a efectuar un recibo de dote el día 13 de agosto del referido año. Con posterioridad, el 11 de noviembre del año 1627, el capitán Alonso Pérez de Ortega, vecino de La Vega, arrendaba dos suertes de tierras «de pan sembrar» en Tamarasayte donde dicen la «Montañeta de Andrea», que eran propiedad de Isabel de Vergara, viuda del Licenciado Luis Trujillo, que lindaban con las tierras del Capitán Juan Bautista Algirolfo y, por otro lado, con las de Pedro Fernández. En un documento que data del 30 de mayo de 1841, ya comienza a mencionarse el topónimo tal cual se oye hoy, Hoya de Andrea. Aquella mujer, posiblemente a raíz de su primer matrimonio, se habría hecho con un poder económico muy importante y su nombre perduraría a lo largo del tiempo, llegando hasta la actualidad. ANDRÉS, SAN (ARUCAS) Parte de los ricos terrenos de Bañaderos y San Andrés fueron entregados por derechos de conquista al Regidor Bartolomé Páez, quien pronto los cubrió de plantaciones de caña de azúcar y, supuestamente, erigió la ermita de San Andrés en la Costa de Lairaga junto a la desembocadura del Barranco de Aumastel, frontera natural elegida para los repartimientos entre la zona de la Ciudad y la zona norte. El mayorazgo de Jerónimo Pineda, fundado tempranamente el 3 de mayo de 1543, relacionado con la familia de Fernando Guanarteme (véase PINEDA, HOYA DE) y que tuvo cuatro

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ANDREA, HOYA (LAS PALMAS DE GC) Barrio próximo a Tamaraceite de asentamiento moderno y con topónimo muy antiguo, ya que, en el año 1565, el matrimonio formado por Martín Valerón y Catalina Pérez se comprometían a dotar a su hija Andrea de Valerón, si se llevaba a cabo su matrimonio con Bartolomé San Juan, hijo de Alonso Benítez.


El caserío se encontraba junto al camino real de la Ciudad a Gáldar, situación estratégica que favoreció, además de la presencia de un fielato, que en el lugar existiera un Mesón en el s. XVII, similiar al que en Trasmontaña tenía el capitán Ponce de Godoy. El mesón, situado junto a la ermita del lugar, lo compró Antonio de Silva, a la vez que media fanega de tierra, al capitán Alonso de Vera Pacheco en 1643 por 24 000 maravedís a censo. En 1653 lo traspasa a Pablo García por 26 400 maravedís. En la segunda mitad del s. XIX, el pago demandó transformarse en parroquia, pero la oposición del pago de San Lorenzo, a pesar de la defensa realizada por el vecino Bernardino González Castellano, no fue suficiente, máxime cuando el presbítero exclaustrado Pedro Regalado Hernández, párroco de la Villa de Arucas, podría ver mermados sus ingresos (Véase LORENZO, CHARCO DE). ANGOSTURA, LA (SANTA BRÍGIDA) El topónimo es considerado un arcaísmo castellano y hace referencia al angosto, estrecho o reducido valle donde se asienta el poblamiento, que contrasta con el amplio lecho del barranco de Guiniguada (véase GUINIGUADA, BARRANCO), que en los primeros tiempos llevaba abundante agua. El Barranco de La Angostura, aguas arriba, cambia el nombre en Barranco Corralete después de recibir un tributario por su izquierda, el Barranco Piquillos. Su cabecera, un abanico de barranquillos, se establece en plena cumbre. El Barranco de Ariña es uno de los más elevados. En las cercanías de La Angostura se halla el conjunto arqueológico del Tejar. Recibe su nombre de un antiguo horno de tejas existente desde el s. XVI. En él se pueden apreciar los restos de un muro de piedra seca que sugieren la existencia de una casa aborigen o la formación de un túmulo funerario. Asimismo, se han hallado piezas de cerámica, vasijas o tallas, y curiosas pintaderas. Pasando el puente de la Angostura en dirección Santa Brígida por las Meleguinas, se localiza un gran poblado de cuevas artificiales conocido como Cuevas de la Angostura. Se trata de un conjunto de cuevas artificiales dispuestas en diversos andenes comunicados entre sí por medio de pasos y escalones que, mayoritariamente, han sido labrados en el afloramiento tobáceo que sirve de soporte natural a todo el conjunto. Las cavidades presentan dimensiones y plantas diferentes. Un porcentaje elevado de ellas se compone de una planta central a la que se adosan dos o tres estancias aledañas. A ellas ha de sumarse la presencia de alacenas o repisas excavadas en las paredes de las oquedades.

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agregaciones de bienes durante el s. XVIII, tenía en este lugar 12 fanegas en una «Hacienda de tierra labradía y “arrifes” con parras, casas de alto y bajo con alpende y pajar, y 28 días y sus noches de agua en la Costa de San Andrés».


Algunas de estas cuevas presentan, además, silos en su interior, con lo que se atestigua una vez más la presencia de áreas de almacenamiento doméstico dentro de los espacios habitacionales. Tras la Conquista, el bachiller Cristóbal de la Coba, uno de los privilegiados propietarios del agua de Satautejo (Santa Brígida), puso en práctica toda su sabiduría hídrica para asegurar sus cosechas de cañas de azúcar, que poblaban en 1519 La Angostura, cultivadas con esfuerzo por su cañaverero Gonzalo de Ocaña y los esclavos a su servicio. Allí, en la ribera del Guiniguada, emplazó poco después un ingenio para moler la caña y refinar el azúcar. Este molino fue importante y se encontraba en el camino que comunicaba con la Ciudad. Así se menciona en las Ordenanzas del Concejo de 1531 cuando regula sobre «la guarda de las sementeras y vegas sembradas», concretamente sobre el deambular con puercos por los caminos, donde dice «Otrosy que los puercos no puedan andar en todo lo defendido de estos mojones que aquí yrán declarados los quales vayan el primero desde una albarrada vieja que está encima de la Vegueta que dizen de Porras que Iinda con tierras de Castillo y de ay atravesar el barranco del agua a dar al lomo de las tierras de Caçorla y todo el lomo baxo del Gamonal a dar a unas cuevas de ganado de la de Juan de Sanlúcar e de ay el lomo abaxo a dar a los sylos al Lentiscal y de ay el camino que va a dar al yngenio del licenciado de la Coba y de ay derecho al camyno que ba desta cibdad al puerto de las Galgas…». El presbítero Juan Gregorio Bravo Laguna, en su testamento de 12 de enero de 1757, decía ser propietario de 20 fanegas en el cortijo de tierra labradía y «arrifes» denominado «Las Vizcaínas» en la Angostura; y el Deán y Canónigo de la Catedral, Manuel Massieu Monteverde, en el suyo de 29 de septiembre de 1765, decía tener una hacienda de 30 fanegas de tierra labradía y «arrifes» con sus cercas, árboles, parras, casa y lagar en la Angostura, con el agua que le corresponde de la fuente de Bribiesca, de lo que podría concluirse que entre los dos ocupaban la mayor parte de las tierras de cultivo del lugar. La antigua fuente Bribiesca que regaba La Angostura fue propiedad de Luis Briviesca, hijo del mayordomo de la iglesia de Santa Brígida, Juan Francés, casado con Bárvola González. Eran propietarios, además, de un horno de pan en el cauce del barranco en el s. XVI.

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Otro de los aspectos significativos que pueden observarse en las Cuevas de la Angostura es la presencia de cazoletas de desiguales tamaños en el suelo. Una de las explicaciones más razonables que justifican la presencia de este tipo de evidencias es su utilización como soporte para postes que servirían para la sujeción de estructuras ligeras que compartimentarían el espacio útil de la cavidad. Incluso se ha llegado a señalar que su irregular distribución por el espacio sería un indicio evidente de los cambios que podrían darse en este tipo de habilitaciones a lo largo del tiempo en el que fueron utilizadas las oquedades.


Se localizan en este edificio volcánico numerosas cuevas aborígenes de habitación y enterramiento donde se ha hallado gran cantidad de material arqueológico. Hay dos roques: la Fortaleza Grande o de arriba, y el roque de abajo o la Fortaleza Chica, que tiene menor interés. El interior de la Fortaleza Grande constituye un buen ejemplo de poblado fortificado. Su lado oriental presenta todas las trazas de una aldea tribal formada por un importante número de cuevas naturales acondicionadas y otras labradas artificialmente en la roca, entre las que se observan tanto cuevas viviendas (algunas con restos de pintura) como cuevas funerarias, así como silos para guardar cereales. En la ladera norte del roque aparecen otras casas de piedra, normalmente de planta circular, a las que, del mismo modo, puede atribuirse una funcionalidad doméstica. El conjunto se encuentra organizado a partir de diferentes niveles, comunicados entre sí por pasos y caminos, algunos de los cuales muestran restos de muros de piedra. No hay duda alguna de que Ansite fue el lugar de la rendición de los canarios ante la Corona de Castilla el 29 de abril de 1485. Tampoco hay duda de que estuviera en los términos de los Tirajanas, como afirman las Crónicas de la Conquista. Pero lo que se discutía era el lugar exacto de las Tirajanas: San Bartolomé, basándose en la afirmación de Marín de Cubas en 1687, sigue ubicando Ansite en el pago actual de los Sitios; Santa Lucía, por el contrario, sostiene que lo es la Fortaleza Titana, basándose principalmente en los vestigios históricos encontrados en ella. En la década de 1960 quiso el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tunte legalizar su escudo heráldico con el lema de Ansite y no pudo hacerlo por la oposición del Ayuntamiento de Santa Lucía de Tirajana. El Ministerio pidió ayuda a la Real Academia de la Historia, que, después de estudiar las razones de ambas partes, decidió validar y aceptar el argumento de Santa Lucía de Tirajana. ANTÍGAFO, ROQUE (AGAETE) Muy cerca del Puerto de Las Nieves, es una zona catalogada como de alto interés arqueológico, donde recientemente la escorrentía del agua de lluvia ha dejado al descubierto un enterramiento que, casi con toda seguridad, es de época prehispánica. Los restos corresponden a un individuo adulto, probablemente un varón, y queda pendiente determinar si se trata de una inhumación aislada o si, por el contrario, es parte de una nueva necrópolis prehispánica.

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ANSITE, FORTALEZA DE (SANTA LUCÍA DE TIRAJANA) Topónimo aborigen. En la época prehispánica fue una agrupación poblacional pastoril establecida en la Fortaleza, en el cauce medio del barranco de Tirajana, y en torno a la Montaña de Tederal.


ANTÓN, SAN (FIRGAS) En la antigüedad se llamaba así San Antonio. Es un pequeño caserío situado en la margen del barranco de Las Madres y en torno a un camino vecinal, que une la carretera de Firgas a Valleseco por las Madres (GC-305) con la carretera de El Zumacal a Carpinteras (GC-307), ocupando la loma alta. El nombre de este lugar debe de guardar relación con Antón de Zerpa Padilla, conquistador, regidor y escribano de Indias, que tuvo concesión por los repartimientos de 1535 en Valleseco, y aparece como propietario colindante con una concesión de tierras realizada por el Cabildo el 17 de diciembre de 1535, por cincuenta fanegas que había pedido en Valleseco el labrador Alonso de Medina. Debe tenerse en cuenta que los linderos entre ambos municipios son muy próximos, y que Antón de Zerpa Padilla aparece en 1614 como padrino bautismal en Arucas, jurisdicción a la que pertenecía este lugar en aquellos tiempos. Además, que las tierras que se entregan a Alonso de Medina están también colindantes con las de Sebastián Crespo (véase CRESPO, BARRANCO, CUEVAS Y LLANO DE), y que la data a la Virgen fue concedida en 1767 (véase VIRGEN, BARRANCO DE LA), y el Bosque de Doramas era de propiedad pública. Con posterioridad se tienen noticias del lugar, a mediados del s. XVIII, por la ocupación clandestina de tierras concejiles que en esos tiempos formaban parte de la selva de Doramas. Según la fuente consultada, el 22 de abril de 1754, Francisco José de Carvajal manifestó al Cabildo ser poseedor de un cortijo en Firgas, contiguo a Doramas, en el que por no tener casa «… experimentaba grabes perjuicios por los ganados que se le yntroducían, los sesarían teniéndola y avitando allí gente que la cuidase, además de las utilidades que se le seguirían de tener en que guardar sus frutos…» y alegaba que se le concedió «… por estar mandado se den dichos sitios para poblaciones y fábricas de edificios…». Según dice, una vez señalado el sitio, se siguieron autos sobre posible usurpación por parte de Carvajal, y entre este y algunos vecinos de Firgas «… sobre la posesión de pastar los ganados en la Montaña de Oramas donde disen los garañones, pasto común…». En el deslinde hecho en 1764 por el Corregidor Santa y Ariza, quedó acreditado que Francisco José de Carvajal había usurpado a la Montaña cuatro fanegas de tierra en la llamada Huerta de Matos y San Antón. Los vecinos de Firgas que dieron su poder fueron: Miguel y Pedro Acosta, Juan Domínguez, Antonio Ventura, Miguel y Martín de Montesdeoca, Domingo Ponce, Francisco Rodríguez, Manuel y Juan Domínguez, Juan de León e Ignacio Martín.

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El Roque forma parte de las zonas catalogadas por la Carta Arqueológica del Municipio de Agaete, por lo que este hallazgo viene a completar la información de una de las zonas con mayor potencialidad del norte de la isla.


Al final de esta vega, al pie de la montaña del Cabezo, aparece este caserío, también llamado Anzo, en el barranco del mismo nombre, que surge a partir del s. XVII con la creación de la ermita de San José de Anzofé en la hacienda vinculada de Esteban Sánchez, con escasa población. En la constitución de su patronato, Esteban Sánchez dispone que si él no construyese la ermita y colocase la imagen de San José en su hacienda de Anzofé, lo harían los poseedores del patronato. En el testamento de Marcos Verde de Aguilar y Trejo, Canónigo más antiguo de esta Santa Iglesia Catedral de Canaria y Juez del Tribunal de la Santa, que fuera también Mayordomo de la iglesia de Gáldar y que murió en 1660 a la edad de sesenta años, consta que tenía en este pago una hacienda que era su casa principal, y que fundó una capellanía dejando vinculados a la misma «… un cercado de dos suertes de tierra con dos días y dos noches de agua del Heredamiento de Anzofé que con sus dulas compré a mi prima Dña María Berde de Aguilar y a D. Luis, su marido, que hoy tengo poblado de viña nueva y vieja, bien cercado y reparado con una casa junto al camino dentro del lindero de dicho cercado, la cual dicha tierra compré a la dicha por escritura ante Mateo de Hercilla, escribano público de la ciudad de Telde el año de 1640...» y «… El Cortijo de la Cuesta, junto al lomo del Farragú, tierras de Los Palmitos y barranco de Anzo que serán doce fanegas de tierras más o menos. Además la casa de Anzo para habitación del Capellán, con veinte pipas nuevas y un esclavo para su servicio...». A expensas del considerable peculio del que disponía Marcos Verde de Aguilar, mandó hacer también la ermita que, en honor a San Marcos, se conserva todavía a orillas del barranco de Anzo, aunque cerrada al culto desde la primera mitad del siglo XIX, y fundó «… una capellanía para celebrar las fiestas de San Marcos y la de la Presentación de Ntra. Sra., por el mes de Noviembre, con sus vísperas, misa y procesión en dichas dos fiestas y por cada una se paga al Beneficio diez y seis reales por el Capellán que para lo cual tiene unas tierras que lindan por la parte de arriba con tierras de Juan Viejo y por abajo tierras de D. Alonso de Carvajal y por otra parte tierras de Los Palmitos y con camino que va a Pico Viento y con el barranco de Anzo, que están dichas tierras al lado de dicha ermita...». Existen las conocidas Cuevas de Anzofé, en las que se han encontrado vestigios aborígenes. En 1900 se descubrió y destruyó accidentalmente el Sepulcro de Anzofé. Según el informe existente en el Museo Canario, era una cueva excavada, no muy lejos del barrio. Su entrada se encontraba cerrada por una gran piedra de forma casi circular y de un metro de diámetro. El acceso estaba formado por un corredor de tres metros de longitud por uno y medio en las zonas más anchas, y de un metro de alto, al final del cual y a un nivel de medio metro

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ANZOFÉ (SANTA MARÍA DE GUÍA) Topónimo aborigen. La descripción geográfica de Gáldar dice que ocupa un altozano que domina la extensa Vega de Anzofé extendida entre las Montañas de Almagro y de Ajódar.


APOLINARIO, LOMO (LAS PALMAS DE GC) Recibe su nombre de Manuel Apolinario Rodríguez, propietario de dichos terrenos situados en una zona alta de Las Rehoyas, que ya el 21 de enero de 1894 solicitaba un permiso para ejecutar unas obras en una finca de su propiedad. ARAÑA, CERCADOS DE (SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA) Este topónimo procede de un linaje de maestros azucareros y milicianos que se asientan en Tirajana desde el s. XVI (Véase también CERCADOS, LOS). El apellido Araña está muy ligado a la historia hispana de Tirajana. Se establecieron en el Ingenio de Santa Lucía y realizaban las labores de «maestros de azúcar». En el año 1527 aparece documentada la presencia de Francisco Araña, ligado a la inmigración de población especialista necesaria para la elaboración de los distintos derivados del jugo o guarapo de la caña, que junto con los colonizadores agrícolas y esclavos, unidos a la población aborigen, constituyeron las distintas etnias que poblaron Tirajana y que crearon topónimos como Barranco del Negro, Los Moriscos y Cercados de Araña. Mateo de Araña contrajo matrimonio en 1592 con Inés González, natural de Tejeda, hija de Pedro González y Luisa Jiménez. De este matrimonio desciende el Capitán de Milicia Antonio Araña, nacido en Tejeda pero destinado en la milicia de San Bartolomé de Tirajana. Entre su descendencia destaca el Capitán de Milicia Francisco Araña, que contrajo matrimonio en la iglesia de San Bartolomé de Tunte, actual San Bartolomé de Tirajana, en el año de 1758, mediados del s. XVIII, con Constanza Bautista de los Reyes. En los deslindes de tierras realizados por el Cabildo en 1705, ya se menciona la parte de Montaña de Pinares en cuyos linderos se encontraba el trozo de tierra denominado «El Picón», en la corona de la montaña cercada de pinar. Aclara la fuente consultada que en las faldas de estas montañas estaban unos trozos de tierras labradías que poseían desde hacía muchos años Francisco Vizcaíno y otros herederos, al igual que los cercados de Araña «… que assí mismo se poseen de muchos años a esta parte y no sauen por que razón, sí sólo ven muchas haziendas plantadas en ellas, aunque hay pleyto pendiente en la Real Audiensia sobre (que) an penado a dichos poseedores…». ARBEJALES, LOS (TEROR) En 1544 se conceden tierras en Los Arbejales por un informe favorable elaborado por el letrado de la ciudad, el bachiller Fullana: «… nuestras señorías les pueden mandar título

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por debajo, se situaba una cámara con forma de elipse de dos metros de altura, con ocho sepulcros construidos con lajas, que contenían idéntico número de cuerpos colocados en decúbito lateral derecho, mirando hacia la entrada. No se encontró ajuar, salvo dos piedras muy afiladas en forma de hacha con el filo gastado por el uso.


Su antiguo nombre guarda relación con la planta llamada Alverjana (Vicia sativa) que, según Viera y Clavijo, es «… Planta leguminosa, llamada más ordinariamente alberjaca, que se cría en los campos de nuestras islas...». Y añade que «… La harina de su simiente se usa en la medicina en cataplasmas emolientes, resolutivas y fortificantes...». Se trata de una planta anual que, dentro del género, se diferencia por sus hojas con zarcillos, formadas por 3-7 pares de foliolos. Las estípulas poseen un nectario purpúreo en su lado abaxial. Las flores se disponen en inflorescencias sentadas o subsentadas de 1-2 flores, que poseen una corola con pétalos purpúreos, violeta, rojo púrpura o lila, volviéndose azules o azul-violeta al desecarse. El cáliz es actinomorfo, siendo los lóbulos subiguales. Se conoce en la actualidad como Alverjana. Vicente Hernández Jiménez y Julio Sánchez Rodríguez, en su libro Arbejales (1995), señalan que su nombre se debe a que estuvo destinada en otros tiempos al cultivo de arvejas o guisantes. Originalmente, toda esta zona se hallaba cubierta de un frondoso bosque. El historiador José de Viera y Clavijo, en su Diccionario de Historia Natural de las Islas Canarias (s. XVIII), enumera hasta 29 manantiales en la zona, lo que da idea de su riqueza en aguas y fértiles suelos. La afirmación de estos autores hay que tomarla con ciertas reservas, porque el nombre de «arbeja» para el guisante era utilizado antes en Canarias y actualmente en América, pero a pocos años de la Conquista, ya el lugar recibía este nombre, y es más probable que se debiera a la «alverjana», cuyo fruto y vaina guardan gran parecido con el guisante. Desde la perspectiva natural, la «alverjana» es nativa de las islas, y la arbeja o guisante es introducida. Lo confirma la imagen de Arbejales en primavera, que adquiere una tonalidad «púrpura de la alverjana». La actual denominación «oficial» del barrio, Sagrado Corazón, se debe a la advocación de su iglesia al Sagrado Corazón de Jesús, que se halla en el pago y paraje de Llano Roque. Se inició su construcción el 18 de mayo de 1913. No obstante, los lugareños siguen usando el topónimo arcaico. Lo más destacado e histórico de Arbejales es su tradicional Rancho de Ánimas, con rancheros como Juan Montesdeoca (1854-1939). Se trata de una reliquia cultural que ha llegado a estos días gracias a la fe, al recogimiento y a la entrega de muchas generaciones de hombres y mujeres que, desde las alturas de Arbejales, siguen manteniéndose firmes en su papel de custodios de este vestigio tan vigente, gracias a todos ellos, como lo estaba hace siglos. Los ranchos constituían una especie de agrupaciones musicales que, por el día de los difuntos en noviembre y, más tarde, por las fiestas de Pascua, salían de puerta en puerta o actuaban en las iglesias con el propósito de recaudar fondos para las ánimas.

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según que vuestras señorías los suelen e acostumbran hazer ()... y firmelo de mi nombre el bachiller Fullana...». El 10 de agosto de 1549, el Cabildo expide título de propiedad de 50 fanegas a favor de Domingo Martín Labrador.


Sobre su aspecto social, alegre y mundano, se pone de manifiesto un contrasentido con su naturaleza, pues más que la celebración de un día de finados parece un carnaval: armados de guitarras, mandolinas, panderetas, castañuelas, sonajillas y triángulos, van de vecino en vecino improvisando y componiendo letras en función del objetivo que se proponen con el canto, con un tono y aire especial y característico, para dedicarlo al Señor, a la Virgen, a los Santos, a las Ánimas o bien a familias que tienen parientes en América, a las muchachas y mozos por encargo de sus novios y novias, o unos a otros presentes en el acto. El trecho que media entre las casas lo recorren tocando y cantando malagueñas con grandísima animación, pues el vino se les brinda en las casas con gran profusión. ARCO DEL CORONADERO (SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA) Es un impresionante arco natural de piedra, el más gran de la isla, que está «coronando» un lomo al que se accede desde el Barranco Hondo y en el que existe un yacimiento arqueológico singular de ritos mágicos o religiosos aborígenes (Véase HONDO, BARRANCO - SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA). ARENA, CAMINO Y CUESTA DE LA (FIRGAS Y ARUCAS) Para conocer el origen y la historia de estos lugares, el primero, el camino que arranca en Las Pellas, pasa por La Cruz y continúa por la Caldera, pagos todos de Firgas, y el segundo en la margen del barranco de Arucas, entre el Lomo de San Pedro y el Lomo Jurgón, prolongación del anterior, hay que remitirse a la crónica de la Heredad de Aguas de Arucas y Firgas: «… Ello fue el enorme temporal de lluvias, rayos y truenos que acaeció en la noche del 5 de Enero de 1766 (temporal de Reyes). Este formidable fenómeno ha quedado por siempre grabado con caracteres en la historia isleña por su enorme violencia y por los destrozos que causó. En Arucas fueron destruidas fincas, y arrasadas las acequias. La pequeña población de entonces se congregó en la iglesia parroquial, temiendo ser arrastrada por las aguas, y allí pasó la noche en oración. Las aguas, en su gran erosión de tal noche, abrieron un profundo vallecito en el arranque del Barranco de Arucas, en el Pico de Osorios, trayendo los materiales arrancados a la Vega de esta población. Como en dicho Pico de Osorios cayeron varios rayos, la gente decía, y aún dice, la iletrada que “el Pico se derritió” (¡como si sus materiales hubiesen entrado en fusión!)...». Grandes daños causaron los materiales del Pico de Osorio o Vergara, que conformaron lo que se conoce como Camino de la Arena y Cuesta de la Arena. En este último lugar, las consecuencias fueron favorables, ya que se aligeró el manantial de las fuentes del Hierro y el Norado, aguas de las que, gracias al altruismo de la familia Gourié, de Alfonso en 1865 y

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Entonan una música claramente oriental en coplas y endechas con temas alusivos a la muerte, a la Navidad e incluso a la relación social. Además de estos de Arbejales perviven en Gran Canaria los de Valsequillo y La Aldea de San Nicolás.


En la actualidad sigue existiendo un antiguo topónimo «El Rayo» en el Pico de Osorio, que hace alusión a este evento y que es mencionado en documentos del s. XVIII, concretamente en el testamento de 9 de febrero de 1782 de Lorenzo Lugo Viña, canónigo, que dice tener 5 fanegas de una «suerte de tierra labradía en el Rayo, junto al cortijo de Osorio». ARENALES, BARRIO DE (LAS PALMAS DE GC) Desde la fundación de la ciudad, este barrio vio delimitado su espacio urbano en función de una población asentada en los barrios históricos de Vegueta y Triana, y la ocupación marginal de los Riscos por una población menos favorecida económicamente. Durante cuatro siglos, el espacio está delimitado por el mar y las murallas localizadas al norte y al sur. Salvo los asentamientos marginales de trabajadores dedicados a la agricultura y marineros, el resto, fuera de los muros, es un área dedicada al cultivo, y en este estado se encontraban las huertas de Triana, zona conocida por «las Arenas», formada por una marisma de arenas y tierras, que antes de la expansión de 1800 se consideraba «fuera de La Portada», es decir, todo aquello que quedaba al norte de la actual calle de Bravo Murillo, antiguo Camino Nuevo, donde se encontraba la muralla norte, conocida como de Triana. En 1852 se procede al derribo de la muralla de Triana y, con el aval de un momento de auge económico derivado del comercio de la grana en el que la ciudad es más un centro de distribución que de producción, será la burguesía, tanto la local como la extranjera afincada en la ciudad, la encargada de promover el desarrollo urbano de la ciudad. La grana o cochinilla (Coccus Cacti) es un diminuto insecto, parásito de la tunera (Opuntia coccinellifera), más carnosa que la tunera común, en cuyas hojas o pencas se cría y alimenta. De este insecto se obtiene un color rojo, de fijeza inalterable, muy apreciado para teñir tejidos de excelente calidad, razón por la que era muy bien pagada por los fabricantes europeos de la época. Desde 1858 comienzan las parcelaciones y repartos de sitios urbanizables, y se inician las solicitudes y concesiones de construcción en el nuevo barrio de los Arenales. Años después, la prensa de la época diría: «… En el barrio de los Arenales están concluidas y concluyéndose hasta cincuenta casas. (…) Es admirable el incremento que va tomando la ciudad por aquella parte...». En 1875, el Ayuntamiento saca a concurso la realización de un plano de la zona con la intención de establecer normas urbanísticas, que no se consolidan por la fuerte especulación que sobre el suelo hacía la burguesía enriquecida con el comercio de la grana y la implantación del puerto-franquismo, por lo que el crecimiento fue dirigido

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de sus hijos Francisco y Rosario en 1902, se hizo una donación a la entonces villa de Arucas para el abastecimiento de los vecinos, con la construcción de una fuente pública junto a los conocidos hoy como Jardines de Gourié, llamada Fuente del Pilar, ubicada en el muro este de la casa, en la calle Barranquillo.


Después de ese año, la actividad constructora decae por la situación económica, pero a finales del s. XIX recibe un nuevo empuje debido a la ampliación del desarrollo urbano de Ciudad Jardín, Barrio de los Ingleses, Guanarteme y el Puerto, que conllevaban nuevas expectativas urbanísticas. De las seis calles iniciales de 1860 (Paseo del Muelle, Alonso Alvarado, Paseo de las Victorias, Molino de Viento, Constancia y Murga) y una plaza (la de la Feria), se llegó hasta la zona de Fincas Unidas (Paseo de Lugo), en el lindero con el barranquillo de Don Zoilo, donde luego estaría el viejo Campo de España. La práctica y vinculación del fútbol histórico al barrio de Arenales es sobresaliente. Transcurría el año cuatro o tal vez el cinco del s. XX cuando destacados entusiastas e iniciadores del «juego de la pelota» en Las Palmas dieron lugar a la fundación del «Club Gimnástico» en el céntrico barrio de Triana. Un notable jugador de entonces llamado Alberto Seco y otros gestaron en el prestigioso club, dedicado a la gimnasia, un equipo del nuevo e incipiente deporte del football. Otro equipo de pioneros fue el Club Canario aunque pronto se transformó en el Sporting Club Las Palmas. Estos fueron, tras los ingleses, los primeros practicantes isleños. A principios del siglo, el «juego de la pelota» era el que más practicaban los jóvenes isleños en los arenales y descampados, de los que una ciudad como Las Palmas disponía en sus proximidades. Tanto es así, que no solo eran las apasionadas partidas en días festivos las que atraían a practicantes y seguidores, sino que pronto aparecieron otros, como Eusebio Santana Torres, carpintero de ribera que tenía su taller en unas casetas cercanas a la marea, al final de la calle Cebrián, que entusiasmaron a los demás para constituir una sociedad de recreo y deporte en el barrio de Arenales. Allí fueron arropados por los vecinos de «fuera de La Portada» fundando el Marino Football Club un 12 de mayo de 1905. Era el nacimiento del que sería, con el transcurso de los años, uno de los grandes del fútbol canario. Sus primeros colores fueron los de la «matrícula» de Gran Canaria, amarillo y azul, pero al poco tiempo cambiaron a azul y blanco, con los que orgullosamente defendió el pabellón insular obteniendo en repetidas ocasiones el título de Campeón de Canarias. Los primeros partidos en Gran Canaria se jugaron en el barrio de Santa Catalina, en los terrenos aledaños a la Compañía Escandinava conocidos como «teso del Porteño». También se jugó en los arenales próximos al Hotel Metropole que eran llamados «Campo de los ingleses». Sobre 1911 se pasó a jugar en el campo construido en la explanada del rompeolas del Muelle Grande. En el año 1916, el Marino estrenó el Campo del Sagrado Corazón de María cerca de la Plaza de la Feria y colegio de los claretianos. En los años veinte sería el Campo España el coliseo futbolístico de Las Palmas, en el que actuaron los grandes equipos que visitaron el archipiélago hasta 1936.

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administrativamente, pero descontrolado por la ausencia de arquitecto municipal y por no haberse aprobado las bases del ensanche de la ciudad.


ARÉVALO, LLANOS DE (TEROR) Caserío situado en la margen naciente del barranco de Teror, junto al Puente del Molino. Este topónimo tiene su origen en los primeros repartimientos entre 1485 y 1489, cuando Antonio de Arébalo resulta beneficiado con una caballería de diez aranzadas en el lugar.

ARGUINEGUÍN (MOGÁN Y SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA) Topónimo aborigen que, según algunas fuentes, significa «aguas tranquilas». El topónimo, en sus distintas grafías y modulaciones fonéticas es evocador de culturas ancestrales y de entronque genuinamente bereber, sobre todo por su raíz [arguin], que guarda similitud caligráfica con la de ciertos vocablos mauritanos, especialmente en el Golfo, localidad e isla de Arguín, frontera a Cabo Blanco y Bahía del Galgo, al sur del Sahara. El significado del vocablo Arguín es el nombre con el que también se conocía entre pescadores el banco pesquero sahariano. El nombre de Arguineguín se ha dado no solo a la localidad del litoral, sino a la playa, punta caleta, charca, barranco, cuenca y comarca de Arguineguín. Esta comarca de Arguineguín está dentro de una amplia, abrupta y extensa cuenca del barranco de su nombre, uno de los más caudalosos de Gran Canaria en tiempos invernales fuertes, y uno de los de mayor longitud. En la época prehispánica había dos grandes asentamientos poblacionales agrupados en torno al fértil barranco para su explotación agrícola. Uno, localizado en el cauce bajo, muy populoso, representaba, según algunas fuentes, el poblamiento típico de «oasis de barranco» y era el tercer núcleo poblacional más importante de la isla. En el cauce alto del barranco (Soria y Cercados) se localizaba un poblamiento compuesto por un grupo de casas asociadas, posiblemente dependiente del núcleo de población del cauce bajo, que explotaba los escasos recursos agrícolas de cultivos en los fondos del barranco. El asentamiento poblacional principal e histórico, verdaderamente primigenio, es el propio «Arguineguín de San Bartolomé de Tirajana», de acusado perfil rural. El «Arguineguín de Mogán» está más caracterizado como núcleo pesquero. Ambos se presentan separados en dos promontorios con sus respectivas radas o dársenas, la de «El Perchel de Arguineguín», en la margen izquierda, y la de «El Perchel de las Nieves», en la de la derecha, centros, desde tiempos remotos, de chabolas de pescadores percheros (véase ÁGUEDA, BAHÍA DE SANTA). El puerto histórico conocido como de Arguineguín «grande» se sitúa entre la Punta del Perchel de las Nieves al noroeste y la Punta del Perchel al sureste, en la desembocadura del barranco de Arguineguín, cuya boca, pegada a la Punta del Perchel de las Nieves, crea un espacio protegido

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Estos lugares pertenecieron al Convento de San Bernardo, hasta que son desamortizados por venta, el 28 de mayo de 1868, de sesenta y tres fanegas y nueve celemines del «Cortijo de Llanos de Arevalo con una cueva» con el resto de La Palma y Arévalo, a Sebastián Medina Sánchez.


de los vientos del noroeste. La ensenada de Arguineguín «chico» se sitúa a gran escala entre la Punta de los Inciensos al noroeste y la Punta del Perchel de las Nieves al sureste, aunque la Punta de la Lajita marca el límite real del puerto hacia el noroeste.

Por otro lado, dice Marín de Cubas que durante el segundo viaje de Gadifer de la Salle en 1404, cuando venía de Fuerteventura, volvió a hacer escala en esta bahía durante once días, pues no había podido recalar en Gando por el intenso viento, y considera que Arguineguín es un puerto muy bueno para navíos pequeños. Situado alrededor de la bahía, este pueblo pintoresco se originó, igual que muchos puertos españoles, como un pequeño pueblo pesquero de población local que vivía en sus playas o cerca de ellas. Los pescadores llegan diariamente con sus capturas frescas que van directamente a los restaurantes, donde los preparan para servir. Entre los siglos XVI y XVIII se los llamaba puertos, aunque se trataba simplemente de desembocaduras de barrancos o barranquillos que, debido a su configuración geomorfológica, por diferentes movimientos en la vertical de la isla y procesos erosivos, conformaban playas y caletas de arena, o callados con sus caletones y veriles anexos, al soco de los vientos. (Véase PUERTOS HISTÓRICOS). Agustín Millares narra así un desembarco en el lugar por el año 1479: «… Esta proposición fue aceptada con júbilo, y, bajo el mando del mismo Hernández (Pedro Hernández Cabrón), se embarcó una parte de la guarnición del Real con las tropas que de refresco habían llegado en las carabelas, acompañando la expedición como voluntario el Deán Bermúdez. Al día siguiente, los buques se hallaban sobre la costa S. de la isla, y sin obstáculo verificaron varios desembarcos en Maspalomas y Arguineguín, recogiendo alguna cebada, higos y mucho ganado, pero ningún prisionero, porque todos los canarios, al ver los navíos, se habían refugiado a los montes y asperezas de la Cumbre...». El mayorazgo de Francisco Amoreto Manrique, Capitán, Regidor Perpetuo y Familiar del Santo Oficio, fundado el 17 de marzo de 1669, tenía en este lugar 2618 fanegas de los terrenos de Arguineguín, compuestas por tierras de labor, montuosas para pastos de ganado y «arrifes», con casas para los colonos, graneros, pajares, establos y estanques, y todas las aguas del Barranco del Brusco Abajo y sus aguas vertientes que se recogen en la mina o represa subterránea del Barranco de Arguineguín. También edificó una ermita bajo la advocación de San José.

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Dice Abreu y Galindo que, en 1393, una armada de guipuzcoanos y vizcaínos procedente de Sevilla, mandada por el capitán Gonzalo Pérez Martel, ataca Arguineguín saqueando a la población, lo que provocará el posterior ajusticiamiento de los mallorquines residentes en la isla.


Se cuenta que el propio Comandante presenció, en el mes de marzo de 1786, la pesca de ballenas en la zona de Arguineguín, de donde regresó el día 20 de aquel mes «… con el desconsuelo de haver visto escaparse una vallena de más de catorce que en aquellas aguas avia estando ia por eso mal herida con tres harpones de los que dos se rompieron y del otro se rompio la cuerda que la remolcaba...». La autoridad real había determinado iniciar este proyecto, para lo que se dispusieron tres barcos y varios lanchones, probablemente sin la suficiente preparación técnica para aquellas novedosas faenas, ya que, a pesar de la presencia continua de cetáceos en esta zona, no se consiguieron los objetivos perseguidos y fracasó el proyecto. Se intentó de nuevo en las Calmas de la Gomera con los mismos resultados. El proyecto de la pesca de ballenas se olvidó, aunque algunos barcos balleneros americanos recalaban por estos mares, a principios del siglo XIX, para realizar capturas de cetáceos. Hoy se pueden ver algunos ejemplares en las zonas de las calmas de Gran Canaria, Tenerife y La Gomera, hecho que se utiliza como atractivo turístico. ARINAGA, BAHÍA Y MONTAÑA DE (AGÜIMES) Topónimo aborigen. Tuvo su origen en la bahía del mismo nombre, puerto histórico situado entre la Punta del Negro al Noreste y Punta de las Salinas al Suroeste, bien defendido de los vientos del Norte y Noreste por la montaña de Arinaga y la Punta del Negro. En Punta Salinas existieron unas salinas que fueron explotadas desde el s. XIX, según se desprende de la autorización dada el 24 de mayo de 1804, cuando se concede al Licenciado Santiago Verdugo, abogado, un sitio para salinas de 300 pies en cuadro, en Arinaga, «… que corresponde a la Mitra, en dominio y propiedad como terreno de señorío…», con el canon de 3 reales de vellón y 1 gallina. El principal hecho de armas del que se tienen noticias en su puerto es el desembarco de mil trescientos hombres, desde 18 navíos y 6 pataches franceses, el 22 de noviembre de 1553, que penetraron unos dieciséis kilómetros hacia el interior de la isla, sin encontrar resistencia, volviendo a reembarcarse. Otro tuvo lugar el 15 ó 16 de mayo de 1586, cuando el navío corsario inglés «El Faco» realiza aguada en el puerto y captura a un pescador de Agüimes, antes de atacar el Puerto de la Luz.

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Hacia 1785 se puso en marcha el interesante proyecto de pesca de ballenas en Arguineguín, promovido por la Sociedad Económica de Amigos del País de Las Palmas. Se trajeron marineros y las artes de pesca adecuadas de Cantabria y el País Vasco, con el objetivo de comenzar en la temporada de 1786. El gobierno del Reino encargó al corregidor Eguiluz la dirección del mismo, quien diseñó la constitución de una compañía por acciones y nombró al Comandante General de Canarias, el marqués de Branciforte, como director de la empresa. Llegaron a recaudarse fondos para la base financiera.


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Ariñez

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Se conocen también con este nombre el cono volcánico de la montaña de Arinaga y la vertiente oriental de la misma por el promontorio de Punta de Arinaga hasta el mar, incluyendo el reducido islote marino conocido por estar formado por especies adaptadas a vivir en condiciones de alta salinidad edáfica y ambiental y/o sobre sustrato arenoso, como la piña de mar (Atractylis preauxiana) y el chaparro (Covolvulus caput-medusae). Los Hornos de Cal, situados en la franja costera, en el paseo marítimo de Arinaga, han sido rehabilitados como espacio museístico, dando lugar al «Museo de la Cal de Risco Verde» que recrea una atmósfera fabril, con amplia información sobre la actividad artesano-industrial. En la desamortización de las tierras que fueron de Propios del Ayuntamiento de Agüimes, antes del Cabildo General, las 356 fanegas de una «Suerte de tierra en el baldío de Arinaga», que salieron a remate el 5 de junio de 1873, fueron vendidas a Manuel Romero Hidalgo, por cesión de Juan de la Puerta Canseco, el 26 de septiembre de 1876, por el precio de 8000 reales de vellón, quien las vendió después a Juan Monzón Benítez el 9 de agosto de 1877. En 1897, fue inaugurado en la Punta de Arinaga, próximo al Roque de Arinaga, que forma con la costa un pequeño canal solo apto para barcas de remos en la Playa del Cabrón (véase CABRÓN, PLAYA DEL), el antiguo faro de Arinaga, que es una de las escasas muestras de la arquitectura farera canaria de finales del s. XIX aún en pie en el archipiélago, con una excelente ubicación y un entorno de gran belleza. El interés principal de esta edificación es su origen histórico, pues se trata de un proyecto del ingeniero León y Castillo de un estilo clásico ecléctico, y su papel en el paisaje del litoral municipal. La Batería de Arinaga está situada al sur de la montaña de Arinaga y tiene una superficie de 75 046 metros cuadrados. Fue construida en el interior de la montaña, ocupando sus pasillos y habitaciones una gran extensión con varias salidas a puntos estratégicos donde se encontraban instaladas las baterías defensivas. Desde esos puntos se tiene una magnífica vista sobre el litoral del sureste grancanario. La antigua propiedad militar fue adquirida por el Ayuntamiento de Agüimes. ARINAGA, CRUCE DE (AGÜIMES) Lo que en un principio fue un mero cruce de la antigua carretera general del sur (GC-191) con el acceso a Agüimes o a la Playa de Arinaga en sentido contrario (GC-100), lentamente se fue desarrollando y poblando hasta que se construyó una iglesia bajo la advocación de San José Obrero, convirtiéndose en el mayor núcleo de población del municipio a partir de las dos últimas décadas del s. XX, que supera al casco de la Villa en población.

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Fue uno de los principales puertos pesqueros para las embarcaciones que faenaban en el Banco Pesquero Sahariano. Presenta dos salinas al Sur, en la Punta de las Salinas, junto al actual casco urbano de Arinaga, construidas a inicios del siglo XIX, que han continuado en actividad hasta la actualidad y que son citadas a principios de siglo.


ARÍÑEZ (SAN MATEO) Pago relativamente moderno que responde a un antiguo antrotopónimo que da también nombre al barranco junto al que está situado. Al pago se accede por la carretera GC-400, desde la de Teror a Valleseco (GC-042). Es de suponer, por la propia presa que existe actualmente, y por los precedentes y referencias documentales al aprovechamiento de las aguas de «la charca de Los Positos de Aríñez», que en la antigüedad dispuso de manantial o mina. Este pudo haber sido adquirido en el s. XVI por el todopoderoso Escribano Mayor del Cabildo de Gran Canaria, Juan de Aríñez (véase ARÍÑEZ, HOYA DE), quien obtuvo tierras en Arucas y que también adquirió los derechos por la construcción de la Mina para traer aguas a la Ciudad, todo ello próximo a este lugar (véase MINA, BARRANCO DE LA). ARÍÑEZ, HOYA DE (ARUCAS) Su nombre le viene de uno de los primeros grandes propietarios del s. XVI, el Escribano Mayor del Cabildo de Gran Canaria, Juan de Aríñez, que había sido antes Secretario particular de la Reina Isabel la Católica, y casó con María, hija de Tomás de Palenzuela. Compró en Arucas propiedades e ingenios azucareros una vez terminada la conquista de la isla. El ingenio de Juan de Aríñez se sitúa por algunas fuentes a la altura del puente sobre el barranco de Arucas, en la carretera que viene de Las Palmas (GC-300), antiguo camino real, lugar en el que hay relieves con desnivel suficiente para que el agua de la Acequia de San Juan moviera la muela. El gobernador y juez «pesquisidor» para la revisión de los repartimientos concedidos con anterioridad, Ortiz de Zárate, con el que tenía parentesco e influencia (véase PEÑONES, LOS), el 5 de febrero de 1507, en función de las concesiones hechas por el Gobernador Antonio de Torres en 1502 y Lope de Sosa en 1505, confirma a Juan de Aríñez la propiedad de 6 suertes de regadío en el Heredamiento de Firgas (4 en la Hoya de los Dragos y 2 en dicho Heredamiento) con 5 horas de agua cada 30 días por cada una de ellas. Asimismo, se le señala una suerte de riego cerca de Telde (antes se había dado a Juan Guerra), 40 fanegas de sequero en la Montaña de Arucas y otras 40 en el Heredamiento de Firgas, anulándose otras donaciones que se le habían hecho. También se le confirma, el 18 de agosto de 1507, la posesión del pedazo de tierra comprado a Francisco Bolaños a quien se le repartió en 1502.

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Su principal motor de desarrollo ha sido el polígono industrial de Arinaga, creado en la amplia cuenca hasta la costa, desarrollado por la asociación mixta de compensación, en la que participan el Cabildo Insular de Gran Canaria, el Ayuntamiento de Agüimes y la sociedad estatal SEPES (Entidad Pública Empresarial de Suelo), que no solo han ordenado el suelo industrial, sino que han ampliado el casco con suelo residencial con tipología de viviendas unifamiliares adosadas.


El lugar actual, aunque es un espacio de morfología lobular vinculado al Barranco de Arucas, recibe ese nombre porque la urbanización se construyó en los terrenos próximos a donde se encuentran unos estanques de barro para el almacenamiento de aguas de regadío, a los que se conocía popularmente con el nombre de «Estanques de Hoyaríñez», por contracción de la denominación del título, y que probablemente pertenecieran en la antigüedad al escribano Juan de Aríñez. Son tres grandes charcas de barro «masapés» de gran importancia ornitológica, por tratarse de una zona de abrevadero y descanso de numerosas aves locales y migratorias. No se puede precisar en qué momento cambió su nombre la «Hoya La Campana» dejando de ser «Hoya de Aríñez» y si pudo coincidir en el cambio de denominación que tiene forma de campana. Lo que sí está acreditado es que los ingenios de Juan de Aríñez estaban al otro lado del barranco de Arucas y necesariamente cerca de la acequia construida por Juan de Aríñez hacia 1522, que llega hasta el barrio desde la Hoya de San Juan (véase MIRÓN, EL). En este lugar se conservan algunos tramos de un acueducto de mampostería que salvaba la depresión del cauce del barranco para irrigar las tierras próximas con el agua de las acequias de San Juan. ARNAO (TELDE) Esta zona urbana de Telde, cuya denominación recibe también el parque en ella ubicado, debe su nombre al genovés Guillermo Arnao, relacionado con la conquista de Canarias que, casado con María Arnao, dejaría como herederos a los hijos de Antonio Arnao. Este último aparece en la documentación histórica relacionado con Telde. En el año de 1568, en un contrato de obra, aparece señalado el Cercado de Antonio Arnao: «… Antón de la Mar y Antón de Palma, albañiles de Telde, se obligan con Juan Chacón Dávila, alcalde mayor de Telde, Alonso de Zorita y Baltasar de Escobar, diputados de Telde, para hacer un tanque de sillería en el Chorrillo de la ciudad, junto a la pared del cercado de Antonio Arnao, en el que caiga el agua que viene del mismo para el abastecimiento...».

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El lugar actual de Arucas que responde a esta denominación es una moderna urbanización, pero no es exactamente el que responde a la antigua ubicación y denominación de Hoya de Aríñez, donde hoy llaman Hoya La Campana (véase CAMPANA, HOYA LA). Su antigua situación la aportó Francisco Caballero Mujica al reproducir la escritura de censo suscrita en junio de 1656 ante el escribano Diego Álvarez de Silva por Fray Juan Perdomo, Administrador del Mayorazgo de Arucas, a favor de Juan Afonso, vecino de Arucas, «… de unas tierras situadas detrás de los Alamos en el Cerrillo que linda por la parte de abaxo un paredón antiguo y andenes del Mayorazgo y por la de arriva los dichos Alamos del Serrillo y camino real que sale del lugar del Serrillo para el cercado de San Sebastián y Hoyas de Ariñes y por el otro camino real que sale de dicho lugar para la Cueva de la Fula y Trapiches, todo lo que hubiere debaxo de dichos linderos...».


ARRASTRADERO, LOMO DEL (ALDEA DE SAN NICOLÁS) Topónimo que tiene su origen en la explotación maderera del pinar, pues recibe su nombre del acarreo o arrastre de pinos desde los lugares de corta de los pinos hasta el barranco de Tocodomán, utilizando animales (mulas y bueyes). El lomo se encuentra situado entre el barranco de La Aldea, al norte, y el mencionado de Tocodomán al sur. ARTEARA (SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA) Topónimo aborigen. En la prehistoria de Gran Canaria, es un hecho frecuente la constatación de grandes cementerios de túmulos en zonas de malpaís, aprovechándose las piedras del entorno para su elaboración. La Necrópolis de Arteara ocupa un territorio de dos kilómetros de largo por uno de ancho. Está situada en la margen derecha del barranco de Fataga, inmediata a la localidad de Arteara, en un paraje al que el contraste entre el verde palmeral y la dureza de la roca le confiere una singular belleza. Según los expertos, los túmulos están datados en el siglo IV a. C. y se han identificado más de 800 enterramientos tubulares, construidos en piedra seca. Se componen de una cista o caja hecha de lajas donde se depositaba el cadáver, que, una vez tapada, se sepultaba bajo amontonamientos de piedras. Los materiales óseos hallados no han permitido determinar los ritos funerarios, aunque sí los tejidos de palma y junco que usaban de mortaja. También se ha podido confirmar la tipología mediterránea y cromañoide de sus individuos, así como su robustez y notable estatura. La importancia del yacimiento ha justificado la creación de un Centro de Interpretación, donde se recogen los restos más significativos de la cultura de los antiguos canarios. Un porcentaje muy elevado de las estructuras son túmulos simples, es decir, un espacio funerario protegido por un amontonamiento de piedras. No obstante, no presentan una homogeneidad total, sino que su adaptación a las características del terreno hace que existan ciertas diferencias entre ellos (túmulos exentos, adosados a afloramientos rocosos, etc)., adoptando formas troncocónicas, ovoides, etc. El depósito de un solo cadáver en cada una de estas estructuras parece ser el hecho más habitual, aunque también existen ejemplos en los que se localiza más de un individuo. Una muralla, elaborada en piedra seca y de la que aún se conservan algunos tramos, circunda toda la necrópolis. La existencia de este elemento de definición reafirma el carácter simbólico que Arteara, al igual que el resto de los conjuntos sepulcrales, debió de tener para los habitantes prehistóricos de Gran Canaria.

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Con posterioridad, Luis León Cárdenes, Capitán y Regidor Perpetuo de la Isla, y Magdalena del Castillo dicen en su testamento de 8 de enero de 1660, que tienen 12 fanegas y 3 celemines de una «Suerte de tierra labradía y parral en el “Cercado de Arnaos”».


Según los estudios del cronista de Artenara, José A. Luján Henríquez, el término Artevirgo, hasta el siglo XVII, se localizaba por Artenara y quizás abarcara la actual zona de Lugarejos. En relación con la pérdida histórica de preponderancia de este topónimo a favor de la actual denominación del municipio, al contrario de lo que ha ocurrido en los municipios colindantes, que mantienen sus topónimos aborígenes, argumenta el cronista aldeano que «la aldea» quizá se impuso por la insignificancia de la población, o porque se optó por mantener su significado en castellano. Parece más lógico que la preponderancia de «La Aldea» sobre «Artejevez» obedezca más a la norma del asentamiento poblacional aborigen en laderas y riscos, donde construían sus cuevas habitacionales, reservando los valles para el cultivo, mientras que los colonizadores preferían hacer sus asentamientos en los valles junto a sus cultivos. Hay que recordar además que perduran en la isla topónimos con esta raíz bereber, como Arteara y Artenara. Igualmente, se ha de recordar que la mejora a partir de los ochenta del s. XX de la comunicación por carretera con el nuevo enlace desde la Degollada de Tasarte-Subida de El Hoyo (GC205), facilitaba en tiempo y accesibilidad el antiguo y sinuoso trayecto de la pista de tierra que tenía que llegar al caserío, hecho que facilitó además la tecnificación de los cultivos tomateros de la zona. ARTENARA Topónimo aborigen. La traducción más aceptada según el cronista es ‘lugar o poblado escondido entre rocas’. La comarca de Artenara fue un importante asentamiento aborigen. Esta población prehispánica se localiza sobre todo en los lugares de Acusa, Artenara y Tirma. Tras la conquista de Gran Canaria y debido fundamentalmente a la inaccesibilidad a las cumbres, en Artenara pervive la raza aborigen un siglo más y se mezcla con las familias de castellanos y portugueses que se asientan en el lugar. Como en otras zonas de la isla, en Artenara también se inician los repartimientos de tierras, adjudicándose a la nueva población.

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ARTEJEVEZ (ALDEA DE SAN NICOLÁS) En relación con este caserío, situado al poniente de la carretera de La Aldea a Mogán (GC200) desde la vía de acceso al lugar (GC-203), el cronista Francisco Suárez Moreno dice que las variantes de Artejevez o Artevirgo parecen acercarse al supuesto núcleo principal del interior del valle principal aldeano, donde estuvo el asentamiento aborigen. Son dos términos de clara raíz bereber, lengua originaria de los primeros canarios, que tienen un mismo sentido semántico y significado: ‘aldea’, ‘lugar de casas’, ‘pueblo’, ‘caserío’, etc. Sostiene que debe de serlo porque, curiosamente, en Artejevez está la llamada «Montañeta del Pueblo», y el caserío que aquí se localiza a principios del siglo XVIII, según la Sinodal del Obispo Dávila, se denominaba «El Pueblo Canario», aunque luego se mantuvo el nombre de Artejevez hasta la actualidad.


Según el cronista oficial, Artevirgo era la denominación de los actuales barrios de Coruña, Las Hoyas, Lugarejos y Risco Caído. De ello existe constancia documental desde el siglo XVI, y las referencias escritas llegan hasta fines del XIX. Ya en el siglo XVI se suceden los primeros repartimientos en la zona y aparecen nombres de colonizadores, como Pedro Jaén, a quien se le otorgan tierras en la zona de Guardaya, que pasarían a su hija Constanza de Orduña; antes de 1537, Hernán García, con tierras en los alrededores; en 1537, Pedro Malena, con tierras en Huerta Chica, debajo del Risco; en 1589, Jerónimo González, casado con María Rodriguez, con tierras en el Caiderillo y Los Lavaderos; y en 1589, Martín Xuárez, con cuevas. La población, agrícola y ganadera, se irá asentando en torno a las ermitas, dando origen a los lugares de Acusa y Artenara. A principios del s. XVII se nombra el primer alcalde real, Antonio González del Río, único para ambos lugares. Posteriormente, en 1734, nace Artenara como municipio independiente. La iglesia en la zona de Artenara se remonta al s. XVII, fecha en la que se llevan a cabo acciones evangelizadoras que hacen necesario dotar a la comarca de lugares donde acudir a los cultos religiosos. De esta forma, se construyen las ermitas de la Candelaria en Acusa, y la del Rosario, llamada con posterioridad de San Matías, en Artenara, que dependían de la Iglesia Parroquial de Gáldar. La iglesia de San Matías se constituye en Parroquia en 1839. La ocupación de la comarca será un proceso lento, debido a que la mayor parte de la mano de obra de la isla está centrada en la producción azucarera. A finales del s. XVI, esta situación varía, produciéndose un fuerte crecimiento demográfico. Durante el s. XX, el municipio sufre el éxodo rural, debido a las condiciones socio-económicas y a las características propias del lugar. Es de señalar que hasta la década de los años 30 del s. XX apenas unas pocas casas se situaban junto a la actual iglesia, mientras que la mayoría de la población vivía en casas-cueva situadas al borde de las abruptas laderas que forman parte de la caldera de Tejeda.

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Estos pobladores, al igual que los aborígenes canarios, se dedicarán al pastoreo, desarrollando al mismo tiempo tareas agrícolas de subsistencia, basadas fundamentalmente en el cultivo del cereal. Es difícil conocer los nombres propios de la primitiva población. No obstante, a fines del siglo XV y a raíz de la conquista de la isla, aparece el nombre de un guaire residente en Artevirgo denominado Artenteifac. En fechas posteriores recibe el ya castellanizado Juan Martín de Artevirgo y, según Abreu y Galindo, acudió en 1476 a Lanzarote para firmar, junto con otros guaires de la isla, un pacto de alianza con Diego García de Herrera.


ARTEVIRGO (ARTENARA) Antiguo poblado aborigen cuyo topónimo ha desaparecido, ubicado en las proximidades de Coruña (véase CORUÑA).

En la época prehispánica era un asentamiento de población agrícola agrupado en torno a su fértil vega, que tenía su cabecera en la falda de su montaña y poblados de costa, comprendiendo las tierras entre los barrancos de Azuaje y Tenoya-Teror, con importantes recursos de explotación agrícola intensiva y de regadío. La antigua población fue aniquilada en la primera incursión que hizo Juan Rejón en 1479. Dos años después, el célebre caudillo Doramas perdía la vida en la conocida «Batalla de Arucas» a manos de Pedro de Vera, sucesor de Juan Rejón (véase CRUZ, CAMINO LA Y LA). La conquista de Gran Canaria terminó en 1483 y, ese mismo año, comenzaron los repartos de tierras y aguas en la comarca de Arucas entre los conquistadores: Tomás Rodríguez de Palenzuela, Juan de Aríñez, Lope de Sosa, Juan Siberio y Hernando de Santa Gadea, entre otros. Las favorables condiciones naturales del territorio y la importante presencia de recursos hídricos determinaron el temprano éxito del cultivo de la caña de azúcar, lo que provocó la construcción de varios ingenios. En 1503, la fundación de Arucas era un hecho al configurarse el primer núcleo de población en torno a la antigua Ermita de San Juan. En 1515, la ermita fue constituida en Parroquia por el obispo Fernando Vázquez de Arce. A partir de 1572, los grandes propietarios de tierras Pedro de Cerón y su esposa, Sofía de Santa Gadea, instituyeron el Mayorazgo de Arucas, que marcaría la pauta socioeconómica del término hasta mediados del s. XIX. Esta circunstancia coincidió con la implantación del monocultivo de la cochinilla en la isla, inaugurando todo ello un período de gran prosperidad económica y de desarrollo agrícola y urbanístico. En esta segunda mitad del s. XIX, se roturan nuevas tierras y se suceden los cultivos en distintas etapas de auge económico. A la cochinilla siguió el resurgir de la caña de azúcar y, en menor medida, el tabaco. Algo más tarde se introduce el plátano, que alcanzará su mayor expansión durante el s. XIX.

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ARUCAS Topónimo aborigen. Las primeras referencias históricas de la antigua Arehuc o Arehucas se remontan a algunos años antes de la conquista e incorporación de Gran Canaria a la Corona de Castilla, a finales del s. XV.


ARUCAS, CRUZ DE LA MONTAÑA DE La cruz de tea fue instalada el día 31 de diciembre de 1899. La madera de estos palos procede de la Ermita de San Sebastián, del s. XVII, que, tras sufrir un incendio, quedó totalmente inutilizada. Sus largueros se utilizaron para construir la cruz. Fue realizada por el carpintero Bruno Pérez González, abuelo paterno del autor. El 29 de noviembre de 2005, el temporal Delta derribó esta cruz, y los vecinos y empresarios locales no dudaron en aportar donativos para su reconstrucción. Se inauguró la víspera de la festividad de San Juan del año siguiente. Su altura es de 9 metros, su anchura es de 3,80 metros y su peso asciende a 40 toneladas. Está realizada en piedra azul de la nueva cantera de Rosa Silva, y conserva tanto sus dimensiones como la inscripción de su antecesora. La forman tres tramos unidos en los que no es posible apreciar las juntas. Es hueca en su interior y está reforzada con dos estructuras: una de acero ordinario y otra de acero inoxidable. Mantiene su basamento escalonado de piedra. En su base se han incorporado dos piedras labradas: una hace alusión a la reconstrucción de la cruz como consecuencia del temporal Delta y la otra no tiene consistencia histórica. ARUCAS, PUNTA DE (ARUCAS) Es un pequeño saliente situado en la costa norte, próximo al lugar conocido como Rosa Silva, que presenta una terraza de entre veinticinco y treinta metros de altura que fue fondo del mar hace relativamente poco tiempo, por lo que posee abundantes fósiles marinos. Todas estas observaciones hacen pensar que el levantamiento ha tenido lugar durante los últimos tiempos del Terciario y que continúa en la actualidad. Al efecto acumulativo llevado a cabo por los volcanes en el resto de esta costa, realzando y construyendo la superficie, hay que unir el levantamiento, que ha añadido nuevos suelos sustraídos al mar. ARVEJAS, LAS (ARTENARA) Este caserío se encuentra próximo a la carretera general de Valleseco a Artenara (GC-021), a tres kilómetros del casco urbano principal. Es un caserío diseminado formado por los siguientes núcleos de población: Las Arvejas, Las Peñas, Umbría o Cueva de los Gatos y Cueva Nueva, con un gran número de casas-cueva.

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En esta misma época y bajo los auspicios principales de la Heredad de Aguas de Arucas y Firgas, se construye también una complejísima red de canales, acequias, cantoneras y embalses, en sustitución de las antiguas acequias de barro y argamasa. A finales del s. XIX, se produce la mayoría de las transformaciones arquitectónicas y urbanísticas del actual Casco Histórico. En el año 1894, a la Villa de Arucas se le concede el título de «Ciudad».


Con la ley de desamortización, se sacaron a remate varias suertes de tierra, en 1866, que habían sido donadas a la fábrica parroquial de Artenara, y que fueron adjudicadas y vendidas a Andrés de Silva y Pedro Almeida. ASERRADOR, MONTAÑA EL (TEJEDA) Situada entre Timagada y Ayacata, allí aserraban los arrieros los pinos que luego eran llevados en bestias hasta Tejeda, para, con posterioridad y en camiones, transportarlos a La Ciudad. Se cuenta que «... muchas puertas, ventanas y balcones de Vegueta fueron elaborados con esta madera...». Allí también, a mediados del siglo pasado, en la tienda «de aceite y vinagre» del cruce del Aserrador, junto al antiguo molino de gofio, se hacían trueques, por parte de la gente pobre, de brea, carbón y pinocha, por vales para comer. Son historias aún recientes, vinculadas al pinar canario. El pinar es la gran formación vegetal de Gran Canaria y en la actualidad existen sobresalientes pinares naturales en Inagua, Ojeda, Pajonales y Tamadaba, con una amplia gama de variación en su composición florística, sobre todo en los límites de su área, en función del contacto con otras formaciones vegetales y de su descenso a cotas bajas por el suroeste. Además, su expansión ha sido favorecida por las reforestaciones, que han permitido recuperar gran parte de las extensiones que fueron taladas y roturadas en el pasado. Antes de la Conquista, la influencia de los aborígenes canarios sobre la vegetación fue bastante limitada. No ocasionaron grandes daños en el pinar, en parte debido a la falta de herramientas adecuadas para talar los árboles y trabajar la madera. Sí realizaban una serie de objetos de madera que obtenían mediante una lenta elaboración artesanal: armas, varas, bastones de mando, peines, colgantes, gánigos, palitos para producir el fuego, antorchas para alumbrarse, tablones funerarios, etc. La madera empleada en la fabricación de los anteriores objetos, así como en la techumbre de abrigos pastoriles, procedía de diversos árboles, entre los que destacaba el pino canario. Con corteza de pino se construyeron también boyas y cucharas, así como tapas y fondos de recipientes. Los frondosos pinares llegaron bastante bien conservados al momento de la Conquista. La conquista del archipiélago supuso un duro golpe para su paisaje vegetal, pues si bien los nuevos pobladores se encontraron con que la vegetación potencial cubría la mayor parte de las islas, la elevada demanda de madera con fines domésticos e industriales, así como la de espacios abiertos para el asentamiento de núcleos de población, terrenos de cultivo

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En la zona baja se encuentra la finca El Cortijo del Solapón, de propiedad municipal. En el barranco de Los Arroyos se inicia una galería, propiedad de la Comunidad Barranco de los Arroyos y Caiderito, que alcanza una longitud aproximada de tres mil metros. Desde tiempo inmemorial existe una Heredad de Aguas que toma una parte de la procedente de la galería y que se distribuye entre los herederos.


Luego, desde comienzos del siglo XVII hasta mediados del XX, se alcanzó el máximo desarrollo agrícola y ganadero del archipiélago, así como un incremento poblacional lento pero constante. Durante esa larga etapa no se produjeron tantas roturaciones masivas como en el período anterior, pero continuaron siendo importantes los aprovechamientos forestales (leña, madera para la construcción y útiles domésticos, etc).. La última etapa en la evolución de los pinares, que comenzó en los años cuarenta del pasado siglo XX, coincide con la recuperación de la masa forestal de las islas, debida en primer lugar a la disminución de los aprovechamientos y en segundo lugar a la política de repoblación. Todo ello ha permitido una clara recuperación de la cubierta vegetal, sobre todo de las formaciones forestales de las medianías y cumbres. Dicho afán repoblador motivó que se creasen en la isla masas artificiales de pinos donde nunca los hubo, resultando un paisaje diferente al propio de cada zona insular. El conocido como «pino canario» (Pinus canariensis), símbolo vegetal de la isla de La Palma, es un árbol de hasta treinta metros, endémico de las islas, que se diferencia de otras especies del género por sus hojas aciculares, delgadas, de hasta treinta centímetros y dispuestas en grupos de tres. La corteza es gruesa y de color marrón-rojizo y los conos son oblongos o subcilíndricos y de hasta veinte centímetros de largo. ATALAYA, LA (SANTA BRÍGIDA) Recibe este nombre por su ubicación en un promontorio que domina el barranco de Las Goteras, antiguo lugar de vigilancia y defensa. Fue un antiguo poblado de cuevas y alfareros, con casas excavadas que aún continúan habitadas. Los excavadores y constructores de las actuales viviendas de este curioso barrio eran como aborígenes. Sus casas-cueva llevan protegiendo a los atalayeros de las inclemencias del tiempo desde hace cientos de años. Al menos, desde antes de 1483, fecha en la que finalizó la conquista de Gran Canaria. Hasta principios del s. XX, era uno de los poblados trogloditas más singulares del Archipiélago, del que constan muchas referencias retrospectivas fotográficas, así como relatos de viajeros famosos. La casa cueva o vivienda troglodita fue una de las primeras construcciones populares usadas con especial incidencia en el agro canario. El empleo como hábitat de la cueva natural y artificial, además de la reutilización de las dejadas por los aborígenes, se ha prolongado durante siglos debido a sus condiciones térmicas, amplitud de espacio, escaso valor económico y, en algunos casos, la marginación social de sus grupos de moradores. Entre los siglos XV

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y dehesas de pastoreo, provocó durante el proceso de colonización de los siglos XV y XVI una rápida e intensa actividad taladora y roturadora (véase CARRETERÍA y DORAMAS, MONTAÑA DE).


En los primeros tiempos, el poblado estaba prácticamente dentro del ámbito del Monte Lentiscal, con su típica vegetación de entonces, como puede apreciarse en la descripción de las propiedades que el Cabildo, el 21 de noviembre de 1664, cede a Diego Álvarez de Silva, escribano mayor del mismo Cabildo «… dos fanegas de tierras en la Atalaya que estavan llenas de monte de lentiscos mui espesos…», en 12 reales y medio de tributo perpetuo, advirtiendo que para desmontarlas tendría gran trabajo. Pero fue la actividad locera la que dio a conocer a esta población en toda la isla desde el s. XVII, actividad desarrollada casi exclusivamente por mujeres, aunque con la ayuda de los hombres para el acarreo de la leña y el barro, y otros trabajos pesados. De aquí, la alfarería se llevó a otros puntos de la geografía insular, en períodos de crisis económica que obligaban a emigrar; y, así, se establecieron los primeros alfares en Hoya de Pineda, Lugarejos, Moya, Tunte, etc. Según referencias del s. XVIII, eran más de doscientas familias las dedicadas a esta tradición industrial artesanal, al oficio de la alfarería. La primera referencia escrita del pago de la Atalaya, que se difunde en la prensa científica, de cuantas tengamos noticia es la escueta descripción que publica el conde de Poudenx en 1819. Como en toda la alfarería insular, aquí se desarrollaba una técnica manual, sin torno, con el levantamiento de las piezas por el procedimiento del urdido, consistente en el continuado añadido del churro o cordones de barro. La cocción se hacía en diferentes hornos, como el restaurado junto al alfar de Panchito, Francisco Rodríguez Santana, alfar que se ha convertido hoy en un eco-museo, la denominada Casa Alfar Panchito, donde, además, para la conservación y divulgación de este ancestral oficio canario, se han creado el Centro Locero de La Atalaya y la Asociación de Profesionales de la loza de La Atalaya. El tamaño del lugar de La Atalaya iba mucho más allá de lo que era el asentamiento troglodita y la cultura del barro, dejando muchas señas documentales en las testamentarías de la alta sociedad de entonces, que atestiguan su notable importancia siglos atrás. Una relación cronológica extensa, para entender su dimensión, sería esta: «Miguel Calderín Casares, Licenciado y Racionero de la Catedral, el 4 de abril de 1696 con una hacienda de 16 fanegas de “secano” denominada “Murcia” con sus casas y bodega; Miguel Baez Marichal, Licenciado y cura del Sagrario de la Catedral, el 14 de marzo de 1720 con una hacienda de de 27 fanegas de viña con casas, además de la ermita antes nombrada;

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y XIX, el hábitat troglodita llegó a ser la residencia de aproximadamente un diez por ciento de la población. Además del de La Atalaya, destacan los agrupamientos de casas-cuevas en Artenara, Tara, Acusa, Cendro y Barranco Hondo.


Juan Barreda Padrón, Chantre de la Catedral y Juez Apostólico del Tribunal de la Sta. Cruzada y Examinador Sinodal, el 21de julio de 1745 con una hacienda de 50 fanegas de viñas y árboles frutales con sus casas y ermita en la Majadilla de la Atalaya; Mª Inés Ramos Collado, viuda del Capitán Pedro J. Bravo, el 4 de septiembre de 1751 con una hacienda de viña con casas y lagar, cercado de tierra de “pan sembrar” y Suerte de viña;

Pedro Bravo de Laguna Bandama, Regidor Perpetuo, el 10 de marzo de 1776 con una hacienda de viña dividida en dos suertes, El Mocanero y el Macho Viejo, con su casa, bodega y lagar; Y Bartolomé Bravo Laguna, Castellano del Fuerte de Sta. Isabel y Regidor Perpetuo, el 11 de mayo de 1787 con una hacienda de 16 fanegas de viña con alguna arboleda, casas bajas, lagar de cantería, bodegas, casa del mayordomo y otros accesorios de labranza». El vínculo de Miguel Báez Marichal tuvo una ermita bajo la advocación de la Inmaculada en su hacienda. La ermita de La Concepción fue fundada por el canónigo Luis Fernández Vega y se construyó entre 1733 y 1737. Es de planta cuadrada y con cubierta de tejas a cuatro aguas y alero sobre estructura de madera. Destaca la armadura ochavada de dieciséis lados del tipo lima-bordón (véase CONCEPCIÓN, LA). ATALAYA, LA (SANTA MARÍA DE GUÍA) Está situada en la vertiente costera del municipio, lindando con el municipio de Gáldar, a las faldas de la montaña Ajódar, popularmente conocida como Montaña de La Atalaya. Partiendo del uso como baldíos de los terrenos del pico, el inicio del asentamiento tuvo lugar por el proceso de ventas de terrenos del estado que se llevó a cabo con la desamortización de Mendizábal en 1836. No obstante, hubo propiedades privadas próximas a la misma, que la utilizaban como referente en los documentos. Antón Zerpa Padilla, Regidor Perpetuo y Escribano de Indias, en su testamento de 10 de septiembre de 1562, ya decía tener 21 fanegas y 4 celemines de «Terrenos para pastos en la Atalaya», y el Coronel del Regimiento de Milicias Provinciales de Guía, Cristóbal Benítez Rojas, en su testamento de 8 de enero de 1780, al mencionar la propiedad que había comprado de 3 fanegas y 4 celemines dice «Cercado en la falda de la Atalaya (Tarazona) con 2 días y 2 noches de agua del Heredamiento del Palmital». En 1838, el Ayuntamiento de Guía le hizo una venta de 50 fanegas de tierras de arrifes, a censo reservativo, a Felipe Valdés Merino, y este lo dedicaría a cultivo de cochinilla, que era el cultivo que en aquellos años comenzaba a dar ganancias económicas. Según la documentación, además de la cochinilla, el cultivo que servía como elemento de subsistencia en aquellos

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Diego Álvarez Silva, Licenciado y Prebendado de la Catedral, el 22 de junio de 1771 con una hacienda de 19 fanegas de viña y frutales, con casa, lagar y caldera de destilar;


momentos era el millo. Consta también el dato de la existencia de un establecimiento en el que había un horno para la transformación de la cochinilla.

La descripción realizada por la británica Olivia M. Stone en su visita a Gran Canaria (1885) refleja lo siguiente: «… Es el elemento más llamativo del paisaje y es difícil poder fijar la vista en otra cosa. A sus pies se extienden verdes campos y el mar azul conforma el telón de fondo. En el extremo izquierdo y detrás de nosotros se encuentra otra montaña, una de cuyas faldas baja hacia el mar. La llanura está muy cultivada con cactus de cochinilla, maíz y caña de azúcar, y salpicada con palmeras que parecen centinelas...». En una certificación del Ayuntamiento el 12 de abril de 1907, se manifiesta el origen del asentamiento diciendo que los terrenos «… los venía poseyendo desde tiempo inmemorial, creyéndose que en virtud de Reales cédulas y Provisiones antiguas se destinaran los terrenos que constituyen esta finca y otros para pasto común y se repartieron los restantes entre los avecindados en esta isla algunos años después de su conquista, sin que estén destinados a ningún servicio público existiendo en una parte de esta finca varias casas y cuevas fabricadas para viviendas de particulares...». La tremenda realidad de este barrio es que aquellas casas construidas a finales del s. XIX y principios del XX que no realizaron el asiento registral de la titularidad, comportan la resolución de expedientes de dominios, en los que se ve incurso el Ayuntamiento, que tendrá que resolver, como mejor pueda, si existen antecedentes en los archivos municipales. Sin duda, aparte de las numerosas explotaciones agrícolas, la economía complementaria a mitad del s. XX será el eje del progreso del asentamiento. Los cultivos de cochinilla que aguantan en pequeña escala en las fincas, la pesca en Roque Prieto, el cultivo del millo y otros productos en las huertas familiares, las dos cabras en la parte de atrás de la casa… permitieron el acceso de sus habitantes a la propiedad del suelo en documentos públicos no registrados por la problemática derivada de la titularidad pública en su día. AUDIENCIA, LA (AGÜIMES) Poblado arqueológico situado en Temisas, de cuevas labradas artificialmente empleadas para distintas funciones: dormitorio, cocina, silos, granero, etc. (véase TEMISAS). ÁVILA, MORROS Y CUEVAS DE (AGÜIMES) En las cotas más elevadas de la Montaña de Agüimes se encuentra ubicado uno de los enclaves más significativos de este entorno, conocido como Morros de Ávila. Debe su nombre a la propiedad de las tierras que ocupa, que correspondían a Juan de Ávila, mayordomo de

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Aparece mencionado en el Diccionario Geográfico Estadístico editado por Pedro de Olive en 1865, en el que se lo describe como caserío situado en terrenos de Guía que lo componen once edificaciones de un piso y seis chozas habitadas.


la iglesia de Agüimes e incluso alcalde ordinario de dicha villa. Dentro de este conjunto destacan dos cuevas artificiales de grandes proporciones.

AYACATA (SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA Y TEJEDA) Topónimo aborigen. Se conoce con este nombre al pequeño barranco, pago y risco situados en la base del aglomerado basáltico Roque Nublo, emitido antes de finalizar el segundo ciclo magmático del vulcanismo grancanario, hace más de 3,5 millones de años. Situada a 1310 metros de altitud y en la cabecera de la cuenca Arguineguín-Soria, está encajonada entre potentes coladas fonolíticas, quedando protegida de los rigores climáticos de la cumbre. Es un pago compartido entre estos dos municipios, y en sus alrededores se hallan los más potentes y espectaculares mantos de la brecha volcánica del aglomerado del Roque Nublo, originada durante el segundo ciclo volcánico que dio origen a la isla. Este aglomerado basáltico está constituido por fragmentos rocosos de diferentes tamaños (entre pocos centímetros y más de un metro) y composición (tefritas, basalto, basanitas y fonolitas), compactados en una sólida pasta de tobas de color crema. Ello da lugar a una masa rocosa muy sólida cuyo enfriamiento produjo enormes disyunciones columnares e intensa figuración, y fractura en grandes bloques, cuya apariencia da nombre a los topónimos de sus riscos: la Librería o la Candelilla. Si bien el primer topónimo es una clara alusión a su apariencia manifiesta, para entender el topónimo de la Candelilla, que también da nombre a un pequeño caserío, habrá que remitirse a las Ordenanzas del Concejo de 1531, que en el título referido a la actividad «de los candeleros y cereros», ya establecía la forma en que se tenían que vender sus mercancías, es decir, como en un «manojo», cuando regula «Otrosí que los dichos candeleros hagan candelas de sebo que entren ocho en libra una más a menos e no menos y las puedan fazer de diez e doze fasta diez e seis candelas en libra e no más so la pena contenida en la hordenanca antes desta», de donde se deduce que las disyunciones columnares de la roca tuvieran la apariencia de ser «candelillas» unidas, que es como se las veía normalmente. Las características del clima y de la roca ofrecen buenas condiciones para el desarrollo de la flora rupícola como balillos (Atalanthus capillaris), endemismo de Gran Canaria, Tenerife y La Gomera. Dentro del género, pertenece al grupo de especies con capítulos muy estrechos, de hasta tres milímetros y hojas péndulas con lóbulos foliares filiformes, que le dan ese aspecto de «cabello» de donde resulta el epíteto, derivado del latín capillus.

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La primera de las cuevas se divide en dos estancias que conservan en sus paredes restos de pinturas, definiendo, en determinadas zonas, un friso de motivos triangulares en blanco sobre un fondo de rojo almagre. La segunda cueva, situada a pocos pasos de la anterior, está medio enterrada y se compone de una sola habitación; en las paredes se conservan restos de dos franjas horizontales de rojo y blanco, a modo de friso que las recorriera en su totalidad.


El topónimo está documentado, junto con otros en el lugar, alguno ya mencionado, en el testamento de 18 de noviembre de 1788 de Lázaro Herrero Montesdeoca, Presbítero de La Vega, donde este dice poseer distintas propiedades en el lugar, aproximadamente unas treinta y cuatro fanegas y doce celemines que había comprado, así como la ingeniería para el aprovechamiento de las aguas próximas: «Cortijo de tierras labradías y montuosas en la Candelilla de Ayacata, con siete días de agua de la fuente principal del barranquillo de Pedro González y ocho del Lomito. Tierras de pan sembrar y algunos “arrifes” enfrente del anterior. Tierras de sembradura en Ayacata. Suerte con dos días de agua de la fuente principal en el Pedregalete. Suerte de riego y “secano” en el Barranquillo de Pedro González. Un almatriche de argamasa construido por el fundador en la fuente principal, con dos casas para guardar los granos y vivienda del medianero, gañanía y alpendre». AYAGAURES (SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA) Topónimo aborigen. Con esta denominación se conocen un caserío y una cuenca formada por un sistema de barrancos, que constituyen un conjunto paisajístico dominado por elementos pétreos. Las condiciones de aridez a las que se encuentran sometidos y la sobreexplotación de los recursos forestales evidencian las formas de relieve, entre las que destacan las culminaciones de vertientes en formas de cuchillo, las formas residuales y el gran desarrollo de las laderas. La vegetación se concentra en los fondos de los barrancos, donde prosperan algunos palmerales entre los que destaca el situado cerca de la presa del mismo nombre. Hay escasa presencia, en lugares algo inaccesibles, como testigos de lo que pudo haber sido en el pasado, de pinos, dragos y otras especies. Los asentamientos poblacionales son escasos, subsistiendo algunos caseríos tradicionales con cultivos tropicales y subtropicales localizados en los fondos de barranco de los Vicentillos y de los Vicentes, antrotopónimos muy antiguos en tierras que eran de realengo y de los que se desconoce su origen, aunque se sabe que llamar a alguien de esa forma es una expresión coloquial «para tachar a alguien de falta de iniciativa o de personalidad, y que se limita a seguir el dictamen o la conducta de la mayoría». Aparecen algunos propietarios en el lugar, como Josefa Rodríguez Abrante, viuda de José Quintana, que en escritura de 8 de enero de 1771 decía tener una tercera parte de unas «Tierras en Ayagaures», y José Francisco López Artiles, que en escritura de 15 de febrero de 1791 decía haber heredado doce fanegas de una «Suerte labradía y montuosa de “secano” en Ayagaures». También se desamortizó en 1870 una propiedad donada al Hospital San Lázaro, consistente en una «Suerte en Ayagaures», que fue adquirida por Juan de la Puerta Cánselo.

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En el tramo superior del barranco y en los alrededores del caserío, abundan los grandes «piedros» o grandes piedras, como el Hongo o el Galeón, a pocos metros de la carretera (GC060), que algún día llegaron allí desprendidas de los riscos.


La piedra que se extrae de la cantera de Ayagaures, en sus dos variedades roja y amarilla, es muy apreciada en la construcción por su valor decorativo para fachadas y pavimentos, combinándose con piedras de otras canteras de la isla.

AYALA, CASA Y COSTA (LAS PALMAS DE GRAN CANARIA) A finales del s. XV y comienzos del XVI llegará a la zona actualmente conocida como Casa Ayala, Guillén de Ayala, con apellido de origen vasco, al igual que el de muchos otros conquistadores. No consta que este personaje estuviera relacionado con la conquista de la isla, pero sí que llegó por aquellos primeros momentos y se hizo con un considerable lote de tierras en la desembocadura del Barranco de Tenoya. Allí construyó su hacienda, justo en la ladera del Barranco, en lo que hoy en día se sigue conociendo como Casa Ayala y en su momento se conoció como la casa de Guillén de Ayala. Plantó los terrenos colindantes y sus posesiones llegaron al Llano del Mar, lo que hoy es conocido como Costa Ayala. Hay una referencia documental cuando, el 21 de abril de 1671, los herederos del Capitán Bartolomé de Muxica Lezcano y Ambrosia Serrate de Figueroa, vecinos que habían sido de esta isla, dan su consentimiento para que se puedan vender sus posesiones, entre las que se encontraban: «… una suerte grande de tierras de labradío en Tamarasaite, en la Cruz del Ovejero, otra suerte denominada Los Guirres, en el Cardonal de Tamarasaite que llaman Cuevas Blancas, lindaban con los Cercados de Guillén de Ayala, a la pared a dar al Llano del Mar...». Con posterioridad, en el testamento otorgado por José Álvarez Castro Godoy, Maestre Escuela y Dignidad de la Catedral, dice ser propietario por compra de la mitad de un cortijo de seis fanegas y seis celemines, denominado de Ayala, en Tenoya, con un día y una noche del Heredamiento del Barranco Real y otro cuarto de agua con su nombre del dicho heredamiento; una suerte de tierra situada en medio del Cortijo de Ayala por compra; otra suerte de tierra con su derecho de agua del Heredamiento de Tenoya en el Cortijo de Ayala; y otra suerte de tierra labradía en Casa de Ayala. Pero también otros lugares en el actual Tamaraceite, entre La Montañeta y Lomo de Los Frailes, recibieron desde siglos atrás otro topónimo genérico vinculado a este apellido, como lo prueba el testamento de Josefa Castillo Olivares, viuda del Maestre de Campo Antonio Trujillo Vergara, que el día 13 de junio de 1704 dice tener 68 fanegas y 10 celemines de un «Cortijo labradío con sus casas de campo denominado la Hoya de Ayala en Tamaraceite» que había comprado.

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En el Jardín Botánico Canario “Viera y Clavijo”, hay un puente realizado con piedra de este lugar, que es una réplica del antiguo Puente de Piedra que atravesaba el Barranco Guiniguada a su paso por La Ciudad, uniendo los barrios históricos de Triana y Vegueta. En uno de sus lados está labrado el escudo de la isla de Gran Canaria.


La denominación en este tramo deriva del apellido del genovés Damián de Azuaje, propietario de un ingenio, y del de Francisco de Azuaje, ambos del s. XVI. Con posterioridad, otros accedieron a propiedades en el lugar, por las aguas del mismo, como se infiere del testamento fechado el 7 de diciembre de 1658 de Matías Andrés González, Canónigo Doctoral de la Catedral, consultor y juez ordinario del Santísimo Oficio, Abogado de los Reales Consejos y de la Real Academia Las Palmas, natural de La Laguna, que dice ser propietario de una «Hacienda de tierra labradío en el Barranco de Azuaje con 5 días y 5 noches de agua de dicho Barranco», o del fechado el 29 de enero de 1669, de Luis León Afonso, Licenciado y clérigo presbítero, que ya tiene varias en el lugar o próximas, que se riegan con sus aguas: «Hacienda labradía y montuosa de 22 fanegas en la costa de Lairaga con una azada de agua continua del Barranco de Agumastel; Suerte labradía de 5 fanegas denominada “La Avecilla” con el agua que le corresponde del Barranco de Agumastel; Cercado labradío de 1 fanega con una platanera frutal y el agua que le pertenece del Molino de Azuaje; 5 fanegas de Tierras plantadas de parra y de tierra calma con media suerte de agua del Heredamiento de Moya en el Barranco de Azuaje; 2 fanegas de Tierras en la Longuera o Los Morales en el Barranco de Azuaje». Calificado como Reserva Natural Especial, es un sector encajado en el barranco con un pequeño curso de agua permanente en su fondo que propicia la instalación de una densa sauceda (Salix canariensis) y es hábitat de interesantes comunidades de insectos dulceacuícolas. El barranco también alberga especies propias del Monteverde, como la muy rara Rejalgadera (Solanum vespeertilio) y especies del hábitat rupícola como el Bejeque, exclusivo del norte de Gran Canaria (Aeonium virgineum). Tras el barrio de Buenlugar y tomando, a la izquierda, una pista que se interna pasando el puente en el barranco, se encuentran los manantiales curativos, cuyas aguas, ricas en hierro en disolución, llevaron a la construcción de un hotel balneario que fue muy frecuentado. El Balneario de Azuaje fue pionero del turismo en Canarias. Hasta él llegaba gente adinerada de las tierras frías del norte de Europa para disfrutar del clima templado de la isla y de las bondades de las aguas, que presumían de tener un alto valor curativo. El conocimiento sobre las dotes medicinales de las aguas manadas de Azuaje data de 1860. En 1882 se iniciaron las obras destinadas a la construcción de un edificio que sirviera de hospedaje y a la vez de balneario. Tras finalizar la Guerra Civil, debido al periodo autárquico, entró en crisis, fue abandonado y, tras sufrir un incendio, permanece en estado ruinoso.

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AZUAJE, BARRANCO DE (FIRGAS) Aguas arriba, este barranco recibe la denominación «del Andén» y «de Crespo» (véase CRESPO, BARRANCO, CUEVAS Y LLANO DE) y «de las Madres» o «de Guadalupe» (véase MADRES, LAS). En tiempos de la Conquista era conocido como «de Aumastel», topónimo aborigen.


Situados en los acantilados al poniente del Macizo de Tamadaba y de Inagua, presentan una espectacular exposición de las formaciones basálticas más antiguas del basamento insular, y, en las cotas medias y más elevadas, imponen su sello geológico las formaciones «traquiriolíticas», especialmente del dominio Intracaldera, materiales que han rellenado la caldera de Tejeda. Entre ambas formaciones aparecen estos afloramientos de alteración hidrotermal, los cuales establecen una clara discordancia entre las mismas y marcan el borde de la vieja Caldera de Tejeda. Los «azulejos» son fruto de erupciones hidromagmáticas, es decir, que estas tonalidades son consecuencia de la mezcla del magma de una erupción volcánica que se topó con agua. Son visibles desde la carretera (GC-200) de Agaete al Cruce de Playa de Mogán. Los primeros cuando se inicia el descenso desde el Andén Verde hacia el valle de La Aldea, en el lugar conocido como Las Tabladas, y los segundos muy próximos a Veneguera.

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AZULEJOS, LOS (ALDEA DE SAN NICOLÁS Y MOGÁN) Son los afloramientos rocosos en los acantilados del poniente de la isla, conocidos popularmente como «azulejos», que se manifiestan en los más diversos colores, desde los blancos, amarillos, ocres, rojizos o lilas, hasta azules, grises o verdes.


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B


En la zona de La Bagacera poseían los herederos del fiscal Juan Fullana unos cañaverales en compañía con el doctor Lercaro, que por aquella época era titular del ingenio azucarero: «… donde se dice el lomo de la tierra de la bagacera del Bachiller Fullana...». Con posterioridad, al cambiar de propietario y con el abandono del cultivo de la caña de azúcar, fueron destinadas estas tierras al cultivo de parrales. El cercado de La Bagacera debió de ocupar una gran superficie, como lo determinan sus linderos en una descripción que data de 1596 según la fuente consultada: «… el ingenio azucarero, las tierras que fueron de Juan Martín Castellanos, las del deán Zoilo Ramírez, el lomo donde está la ermita de Nuestra Señora de la Candelaria y el camino que va de Ingenio a Las Palmas; está atravesado por el Barranco de Ingenio, se encuentra cercado y está plantado de parras e higueras. Tiene para su riego siete días y siete noches de agua de dula (tres suertes y media)…». La venta de suerte y media de tierra con una suerte de agua que había efectuado Ana Fullana a Tomás de Aríñez en ese lugar provoca un pleito, a la muerte de Ana, entre el comprador y sus herederos, los hermanos Baltasar y Gaspar Fullana, sus respectivos cónyuges, Ana Vélez y María de Cervantes, y Jorge Grimón, por considerar que la venta se efectuó por un valor inferior al real. Se llega a un arreglo entre ambas partes consistente en elevar el precio de la compra en ciento cincuenta doblas más, de las que ochenta y cinco serían para saldar una deuda que el difunto fiscal Fullana tenía con el padre de Aríñez desde 1557 por un libramiento por azúcar, y cuyo pago dejó encargado a sus hijos a su muerte. Estos acontecimientos hacen suponer a la fuente consultada que la finca se encontraba segregada entre los hermanos. BAILADEROS (SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA) Este lugar se encuentra a unos cuatro kilómetros después de pasar el Sequero por la pista que sale desde la Casa Forestal de Cruz Grande. Sostienen algunas fuentes que este topónimo, habitual en todas las islas y principalmente en Tenerife, se corresponde con el lugar donde los aborígenes realizaban sus bailes, rituales o fiestas. Se fundamentan en la reseña que hace el dominico Fray Alonso de Espinosa (1594): «… Mas cuando los temporales no acudían, y por falta de agua no había yerba para los ganados, juntaban las ovejas, e hincando una vara o lanza en el suelo, apartaban las crías de las ovejas y hacían estar las madres al derredor de la lanza, dando balidos; y con esta ceremonia entendían los naturales que Dios se aplacaba y oía el balido de las ovejas y les proveía de temporales…».

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BAGACERA, LA (INGENIO) Lo que antiguamente era un lugar, hoy es una calle de Ingenio. Su nombre tiene su origen en las tierras inicialmente unidas al molino azucarero donde se depositaba el bagazo, que no es otra cosa que el residuo de la caña de azúcar una vez se ha extraído el jugo.


Otras fuentes, basándose en este mismo texto de Alonso Espinosa, sostienen que el topónimo es una corrupción de «baladero», en referencia al lugar donde se llevaba al ganado con el fin de separar los cabritos de sus padres y hacerlos «balar» y realizar ritos suplicatorios de lluvia. El profesor Lothar Siemens recogió, en su interesante tratado sobre el folclore canario, el caso del Baile del Gorgojo, que en un principio se ejecutaba en lugares apartados y de noche, apareciendo los danzantes desnudos. Además dice «… Se practicó también hasta principios de este siglo, en el sur de Gran Canaria, una danza fálica llamada el Baile del Pámpano Roto, cuyo recuerdo sigue todavía entre los habitantes del Barranco de Guayadeque...», aunque esta parece tener más un sentido sexual. BALLENA, BARRANCO DE LA (LAS PALMAS DE GRAN CANARIA) Algunas hipótesis dicen que hasta el s. XIX se hablaba de las aguas que tributaban al Barranco del Dragonal, los excedentes en los inviernos lluviosos de los diferentes Heredamientos como el del Laurelar y Acebuchal, Román, etc., que aguas abajo discurrían hasta Las Arenas de Guanarteme por un barranco que desaguaba en la antigua Playa del Carmelita o también de Tamaraceite, hoy Playa de Las Canteras (véase CANTERAS, PLAYA DE LAS), junto a la Cicer (véase CICER, LA) con un gran caudal. El poblamiento del Barrio de Guanarteme en los primeros decenios del s. XX con nuevos vecinos que llegaban al lugar procedentes de otras zonas de la isla (véase GUANARTEME) se realiza entre la desembocadura de los Barrancos de Guanarteme y Dragonal, conviertiéndose este último en una frontera natural franqueable para llegar al antiguo Puerto de Las Isletas, su lugar de trabajo, siempre y cuando su caudal no fuera excesivo. Según algunas fuentes, resultaba por tanto novedoso y preocupante para los nuevos residentes de Guanarteme que el barranco del Dragonal, que se alimentaba además de las escorrentías de los lomos a la entrada de Las Rehoyas, como son Los Aromeros, Fuente Morales, Lomo Cuesta Chica, Lomo de la Cruz y Lomo Blanco, llevara agua abundante. Y cuando así era, los vecinos de Guanarteme se referían al mismo con manifestaciones como: «La barranquera va llena», «El barranco va lleno» y otras más.

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Está avalado además por la investigación etnográfica relativa a que los aborígenes canarios construían círculos o plazas para realizar ciertos bailes, costumbre que podría haber llegado a los tiempos actuales. Estos bailes se consideraba prácticas brujeriles, en algunos casos asociadas a ritos cristianos. Es mencionado como tal en la Data que contiene este fragmento fechada el 16 de enero de 1506 del Libro Primero de Datas por Testimonio, recopilado por Francisca Moreno Fuentes en 1992, donde se habla, en los altos de Icod, de «… Una plaza donde bailaban los Guanches en su tiempo…».


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Caldera de Bandama

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No es lógico buscar en un cetáceo el origen del nombre de un barranco que vierte sus aguas a un arenal alejado del mar. Lo más congruente es buscar la explicación en la ya mencionada riqueza en aguas de aquel barranco que tanto impresionó, por su caudal, a los vecinos que en otra época atravesaban aquella zona de la isla. Todavía hoy se hace patente la preocupación por los aportes de aguas a este barranco, en la actualidad reducido a barranquillo acanalado, pues destruye las arenas de la playa en su desembocadura y arrastra vertidos sólidos. BALOS, BARRANCO DE (AGÜIMES Y SANTA LUCÍA DE TIRAJANA) Reside su importancia en la densa colonia de balos (Plocama péndula), de donde recibe el nombre, localizada a lo largo de su cauce y en la presencia de una estación rupestre situada en el Lomo de los Letreros. El «balo» es un endemismo canario presente en todas las islas, salvo en Lanzarote. Dentro de las Rubiaceae, se diferencia por tratarse de un arbusto con hojas filiformes y colgantes, con bordes no espinosos. Los frutos son pequeñas bayas de color negro. Según algunas fuentes, su nombre «Plocama» podría proceder del griego plochamos, que significa ‘cestería’, aludiendo a las ramillas intrincadas, y «péndula», que procede del latín pendulus y significa ‘colgante’, haciendo referencia a las ramas de esta planta. El barranco se encuentra emplazado en el sureste de Gran Canaria. Tiene su cabecera en el Pico del Majadal, a cuatrocientos metros de altura, y desemboca en la Bahía de Formas en los Llanos de Arinaga. Es la frontera natural de los municipios de Agüimes y Santa Lucía de Tirajana. De las inscripciones que se han encontrado en la zona, las más comunes han sido las antropomorfas, representaciones de seres humanos, sobre todo masculinas, en donde se resalta el atributo varonil. Por otro lado, también se han hallado varios grabados zoomorfos que parecen rememorar la estructura de los grandes lagartos. Además de los grabados antropomorfos y zoomorfos, se han localizado dibujos con formas geométricas, desde símbolos bereberes a una línea vertical con varias horizontales que la cortan, que para algunos entendidos viene a significar «la fortaleza, firmeza y fuerza de una familia». Otro hallazgo lo suponen las diversas «inscripciones líbicas grabadas en piedra», una especie de alfabeto que se cree que proviene de un idioma de algún país o tribu africana allá por el s. XIII, y del que no hay constancia en nuestra era. También hay símbolos matemáticos y elementos con carácter geométrico.

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Se cree que de aquellas manifestaciones y de la frecuencia de las aguas en el Barranco del Dragonal a su paso por Guanarteme, surgió el nuevo topónimo sustantivando «verbo y complemento verbal» en el habla canaria, que al trasladarlo a los documentos escritos pasa con los años de «Va llena» a «Ballena» siendo así protocolizado por los notarios.


Las tierras en la banda norte del barranco pertenecieron a los Propios del Cabildo General y, tras la creación de los municipios, pasaron a los Propios del Ayuntamiento de Agüimes. Con la desamortización, las 280 y 412 fanegas de dos suertes «de tierra en el Barranco de Balos» salieron a remate el 5 de junio de 1873, siendo vendidas a Luis Alemán León y Fermín Sánchez Moreno, el 30 de noviembre y el 4 de diciembre de 1876, por el precio de 4180 y 4400 reales de vellón respectivamente. BANDA DE…, LA (AGÜIMES E INGENIO) En el habla popular de Canarias, es muy común oír la expresión «a la banda de» para indicar la posición o lado en que está situada una cosa. En el s. XVI se diferencian dos zonas en el Señorío de Agüimes, que motivaron litigios para determinar quién era el responsable del repartimiento en esta parte, si era el Señorío de Agüimes o si correspondía al Cabildo de la Isla. Eran pleitos de competencias jurisdiccionales. La Banda de la Villa de Agüimes, zona «no conflictiva», según los documentos actualmente analizados, comprende desde el Barranco de Guayadeque hasta el Barranco de Balos, que corresponde a lo que hoy es el municipio de Agüimes. La Banda del Ingenio, zona en litigio, comprende desde el Barranco del Draguillo hasta el Barranco de Guayadeque, que hoy constituye el municipio de Ingenio. La superficie perteneciente al actual municipio de Ingenio, al igual que el resto de la isla, fue repartida, tras la conquista, por el Cabildo General. Por este litigo histórico entre la Iglesia y el Cabildo, han perdurado en el tiempo estas referencias históricas en documentos públicos y privados, lo que ha llevado a su utilización popular aun hoy en la denominación con la que se han rotulado avenidas y calles. BANDAMA, CALDERA Y PICO DE (LAS PALMAS DE GRAN CANARIA) El origen del nombre de Bandama es uno de los más particulares, claro ejemplo de que la transmisión del topónimo por la voz hablada puede inducir a interpretaciones distintas y apartadas de la realidad. Durante años fue considerado un topónimo aborigen, hasta que la documentación histórica puso de manifiesto que se trataba de un apellido flamenco que se hispanizó. Así, Daniel Van Damme ha pasado a la historia caracterizando el volcán más espectacular del vulcanismo reciente de Gran Canaria y, por extensión, la comarca vitivinícola de su entorno.

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Por último, los investigadores describen dos grabados de barcos de los que uno ha sido relacionado con un grabado en Wadi Draa (Sahara occidental), en el que se reconocen paralelismos con el representado en un sarcófago de Sidón, y que de alguna forma avalan las noticias de expediciones de la Antigüedad, anteriores a la Edad Media.


Pero los negocios de Van Damme no se limitaban a los viñedos. Fue uno de los mayores comerciantes de la época, y tenía negocios y pleitos por el azúcar con los señores de los ingenios. La crisis del azúcar se manifiesta claramente en el pleito iniciado en el año de 1586 contra las propiedades del doctor Lercaro: «… Diego de Tovilleja, Pedro de Caseres y Marcos de Ávila, vs. de la isla, apoderan a Juan López, procurador de causas, para que siga el pleito que tratan contra los bienes del Dr. Ángel Lercaro en razón de lo que han pagado y lastado por él Daniel Vandama y por razón de cierta fianza como parecerá por el proceso que de ello hay. Marcos Ávila y Pedro Caseres habían actuado como fiadores del Doctor Lercaro, durante el año de 1583, en un contrato de venta de azúcares, recibiendo el último, el dinero adelantado, del mercader flamenco Daniel Vandama...». El incumplimiento en la entrega de la mercancía obligó a los dos primeros al pago de la misma. Con anterioridad ya había participado en la importación de trigo, por el déficit permanente que tuvo la isla. En los años 1583 y 1584 se comprueba que en el mercado circula trigo de Flandes, según se constata por las escrituras de reconocimiento de deuda que otorgan los vecinos entre los meses de noviembre y diciembre de 1583, y entre enero y marzo de 1584. Por los pagos, se deduce que el importador había sido el mercader flamenco Daniel Van Damme, asentado en Gran Canaria, donde adquiere prestigio y solvencia en poco tiempo, aunque también figura como receptor de los pagos del grano el regidor y depositario general Alonso Venegas. Daniel Van Damme, comerciante, y su hijo Cristóbal Van Damme, que fue Capitán y Regidor Perpetuo, declararon en sus respectivos testamentos de 29 de enero de 1609 y 12 de octubre de 1677 los siguientes bienes: el padre, «Hacienda de La Caldera y tierras calmas junto a ella, casas y lagar y bodega» y el hijo, «Hacienda de 50 fanegas de viña y arboleda de almendros y otros frutales con casa que sirve de bodega denominada “Caldera de Bandama”, junto al monte Lentiscal», que aparentemente no son la misma hacienda o finca. Este monumento natural es un complejo volcánico constituido por los edificios volcánicos de Pico Bandama, cono de picón volcánico o piroclastos de 574 metros, y la Caldera de Bandama, depresión de aproximadamente mil metros de diámetro y escarpadas paredes, que alberga un importante relicto de vegetación termófila (acebuches, lentiscos, etc).. El comportamiento eruptivo de la fisura en su sector sur fue diferente que en el más septentrional. Al norte de la misma tuvo lugar una erupción de estilo estromboliano que construyó un cono de escorias y cenizas de figura muy simétrica, con un cráter orientado

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Este comerciante holandés Van Damme se asentó en la zona en el s. XVII y cosechó vinos en el fondo del cráter, donde ahora hay una granja abandonada (véase el proceso de vinificación en LAGARES, LOS SIETE).


En el sector sur de la fisura, los magmas en ascenso encontraron agua subterránea en cantidad suficiente como para interaccionar eficazmente, ocasionando una erupción muy explosiva. Los depósitos resultantes de la erupción, «surges» o brechas, oleadas dirigidas, depósitos de caída, «lahares de fondo de barranco»... muestran una gran variedad de tipos estructurales y procesos implicados, constituyendo algunos, como el de la Cueva de Los Canarios, situado en la pared Norte de la Caldera, muestras muy singulares de la vulcanología canaria (véanse también sus efectos en el relieve en HOYOS, LOS). Los resultados de las sucesivas explosiones fueron, primero, un vaciado de la roca de caja más superficial, y un debilitamiento y resquebrajamiento de la roca de caja circundante a la chimenea; después, la acumulación de los materiales resultantes de las explosiones en los bordes de la caldera explosiva; y por último, tras un tiempo de actividad, la chimenea volcánica se hundió, dejando una depresión de paredes casi verticales. El cráter de simetría tan perfecta de la caldera ha despertado la admiración y el asombro de todos los viajeros que, desde los siglos pasados, lo han podido visitar. El mismo sendero por el que bajaron en el s. XIX Olivia Stone o Charles Edwardes, atrae aún a caminantes y senderistas. «… La primera sensación es de intensa sorpresa y admiración ante el hecho de que la Naturaleza pueda haber creado algo tan perfecto...», escribió la viajera inglesa Olivia Stone (1887), que bajó con un grupo de excursionistas a caballo. Y «… Este es el cráter más perfecto de Canarias, una depresión cóncava de tierra y rocas de una uniformidad como solo la naturaleza sabe crear...», describió el otro viajero británico, Charles Edwardes (1888), que bajó animado por sus residentes para beber un vino que le pareció fuerte, pero que entusiasmó a su guía Pancho que «¡casi se bebe la garrafa él solo!». La Cueva de los Canarios, situada en la pared norte de la Caldera, era utilizada por los aborígenes canarios como granero y en ella también se hallan importantes inscripciones líbico-bereberes conocidas desde el s. XIX. (Véase CANARIOS, CUEVAS DE LOS). BAÑADEROS (ARUCAS) Es uno de los primeros topónimos que se citan en las crónicas de la Conquista de Gran Canaria (1478-1483), pero no es aborigen, sino la denominación en castellano de la utilidad que a este lugar de la Costa de Lairaga le asignaban los aborígenes, sobre todo las mujeres adscritas al estamento noble, como lugar para el baño.

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hacia el Nornoroeste, con una altura de 274 metros sobre el nivel de base. El volumen del cono y el manto de picones que depositó en el área del Monte Lentiscal lo convierten en el manto de piroclastos más extenso de la isla.


La leyenda, contada por Agustín Millares Torres, es como sigue: «… En una de estas correrías, habiendo llegado una noche sobre la costa N. de la Gran Canaria algunos buques mandados por el mismo Herrera, envió éste una lancha a tierra con algunos soldados y marineros, que, desembarcando sin ser sentidos por la plaza de los Bañaderos, se ocultaron tras unas matas, y estuvieron en acecho dos o tres horas. A este tiempo descubrieron tres mujeres, que, acercándose al mar, se disponían a bañarse; dejáronlas llegar, y cuando les pareció oportuno, se presentaron, y se apoderaron de ellas, embarcándose precipitadamente en su lancha. Al llegar a bordo supieron por medio de los intérpretes que la más joven de las tres cautivas era la sobrina del Guanarteme de Gáldar, hija del guaire Aymedeyacoam. Contaba esta isleña dieciocho años, y era notable por su hermosura y por la gallardía de su talle. Vestía un elegante tonelete de pieles perfectamente gamuzadas y cosidas artísticamente; un extraño calzado le sujetaba el pie. Su nombre era Tenesoya Vidina. De sus dos compañeras, la una, llamada Tazirga, tenía cuarenta años, y ejercía con ella el empleo de aya; y la otra, de menos edad, era sólo una criada, que respondía al nombre de Orchena...». Abreu Galindo dice que en este lugar, entre Arucas y Lairaga, junto al Bañadero, fue donde Alonso Fernández de Lugo entregó con mucho regocijo a Tenesor Semidán, el Guanarteme de Gáldar, a quien había hecho prisionero la noche anterior, a Pedro de Vera. Las costas del lugar estuvieron siempre asediadas y, después de la Conquista, en 1627, posiblemente como reacción a las cabalgadas que se hacían en la Berbería para la captura de esclavos, los corsos argelinos desembarcaron en Bañaderos y se adentraron cuatro leguas en la isla, suponiéndose que capturaron canarios para la esclavitud, probablemente para el cobro de rescates. Se estima que unos mil quinientos isleños, sobre todo de Lanzarote, serían apresados en estas invasiones de principios del s. XVII por los corsos magrebíes. Tras la Conquista, en los primeros repartimientos, se establecen en la zona varios colonos que fundan el pueblo de Bañaderos. Así, antes de 1528 ya había tierras cultivadas por los nuevos habitantes. Algo después, hay constancia documental de algunas propiedades, como las de María Laso de la Vega, viuda del capitán Juan Tejutas Cano, regidor de la isla, que en su testamento de 17 de mayo de 1674, declara ser propietaria de 10 fanegas de una «Hacienda de tierra en Bañaderos».

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Mito o realidad, leyenda o tradición, cuenta la historia que la princesa Thenesoya Vidina acudía con sus doncellas a la atracción de los remansos de cristalinas aguas del lugar que se conoce como Los Charcones. Y que, escondidas entre las rocas de la costa, las tropas venidas del lanzaroteño feudo de Diego de Herrera traman su rapto. Se crea así la leyenda que continúa con su conversión al cristianismo, nada extraña porque era un imperativo de los conquistados, y su casamiento con el noble Maciot de Bethencourt.


Según el cronista Pedro Marcelino Quintana, en 1878 los lugareños terminaron la construcción de una ermita bajo la advocación de San Pedro Apóstol, que pasó a parroquia en 1891. En su interior sobresale la imagen de San Pedro Apóstol, traída desde la villa de Arucas a esta ermita en 1878. BARRANCO, EL (VALLESECO) Es el pago que se encuentra al bajar por el Barranco de la Virgen y que aún conserva restos de lo que fue el antiguo bosque de Doramas, que se extendía por todo el Norte de la isla antes de la Conquista, especialmente por las zonas más inaccesibles, como el Barranco Oscuro (véase OCURO, BARRANCO), un tributario que alberga uno de los últimos relictos de laurisilva que quedan en todo el mundo, catalogado como Reserva Natural Integral. El bosque de laurisilva es un auténtico fósil viviente de la Era Terciaria constituido por multitud de especies vegetales (barbusanos, saucos, viñátigos, etc). exclusivas del área macaronésica, que solo se pueden observar aquí. Estas tierras eran de las más fértiles y húmedas de Valleseco, por lo que fueron pronto colonizadas. Varias fincas se establecieron a lo largo de todo el Barranco de la Virgen explotándose en régimen de medianería, como la Finca de la Peña, la Finca del Cercado o la Finca de la Marquesa. Aún pueden contemplarse las casas señoriales, testigos de un pasado floreciente. BARRANQUERA, LA (MOYA) El poblamiento de este barrio de Moya en la Costa de Lairaga tuvo lugar en la segunda mitad del siglo XX. Está situado casi en línea paralela a la costa y como continuidad del barrio de El Altillo hacia el oeste (véase ALTILLO, EL). Ocupa lo que fue antiguamente una barranquera por donde en ocasiones de «mar gruesa» penetraba el mar (véase el comentario sobre inundaciones de mar en LORENZO, CHARCO DE SAN). Antiguamente se accedía a la misma desde un arco situado en el lugar que se conocía como La Tosca y a través de un sendero. Próximo al mismo, en la caleta oriental junto a El Roque, puede situarse el histórico «puerto» de Agumastel, por donde Diego de Silva trató de sorprender al Guanarteme de Gáldar, según Abreu y Galindo, pues entre la desembocadura del barranco de Los Dragos, aquí llamado del Pagador, y donde se inicia La Barranquera, existe un lugar costero conocido como Varadero, donde hasta mediados del siglo pasado varaban allí sus barcas los pescadores del lugar.

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La primera referencia al topónimo de Los Charcones aparece en la división, el 23 de junio de 1876, del patronato de Luis León Cárdenas, al mencionarse un «Censo de 2355 reales de vellón de principal redimible, rédito 70 reales de vellón, impuesto sobre tierras en El Charco de Bañaderos».


En ese lugar, todavía conocido y documentado por el Consejo Superior Geográfico como Varadero, estaría con anterioridad el que se conoció como «Puerto de El Lance de la Madera», que se situaba por algunas fuentes en esa pequeña ensenada antes referida entre El Roque al oeste y La Laja del Lance-El Altillo al este, abierta a los vientos del Noroeste, Norte y Noreste. Parece ser que allí fondeaban las embarcaciones que habrían de llevar los troncos madereros que, supuestamente, descendían con la ayuda de los gancheros por el barranco del Drago o del Pagador (véase LANCE, EL). Entre los siglos XVI y XVIII se los llamaba «puertos», aunque constituían simplemente las desembocaduras de barrancos o barranquillos que, debido a su configuración geomorfológica por diferentes movimientos en la vertical de la isla y procesos erosivos, conformaban playas y caletas de arena o callados con sus caletones y veriles anexos, al soco de los vientos. (Véase PUERTOS HISTÓRICOS). BARRANQUILLO (VALLESECO) El pago se ubica entre el Lomo de Zamora y el del Quemado, hasta llegar a El Caserón. Sus límites se marcaron por cruces que simbolizan la fe de los mayores. Arriba, en el Lomo del Prado, se encuentra la Cruz del Siglo, que se situó a principios de centuria en este sitio de paso del camino de mar a cumbre, que comunicaba el Recinto con Valsendero antes de la apertura de la carretera de enlace con este barrio (GC-305). Más abajo, la Cruz de las Misiones, la de la Farola, la de la Herrera, la del Lomo de Zamora, del Quemado y del Lomo Enrique. Rico en agua, este «barranquillo» servía, en otro tiempo, de lavadero improvisado a las mujeres. Hoy en día manan aún algunos de los múltiples nacientes que brotaban a lo largo de todo el curso del barranco. El Zumaque, la Tanquelera, el Convento son algunas de estas fuentes que regalan su riqueza en forma de agua. BARRANQUILLOS, LOS (FIRGAS) Este lugar, donde hay un asentamiento disperso, se encuentra situado en la ladera naciente y cabecera de la Presa de Firgas, sobre lo que llaman Lomo Pelado. Esta denominación hace referencia al relieve del suelo, precisamente por ser la cabecera de la presa. Es mencionado, con alguna variable en el nombre, en la carta fundacional de 7 de septiembre de 1765 del patronato de Francisco Carvajal Aguilar, Regidor, y Bernarda Manuela de Matos Coronado, que cuenta con abundantes propiedades en Firgas. Entre los bienes incorporados al mismo se incluyen trece fanegas y once celemines en tres pedazos: «Trozo de tierra en las Barranqueras, Suerte de tierra en las Barranqueras y Suerte labradía en Las Barranqueras».

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Algunas fuentes sitúan el nombrado «puerto de Agumastel» en la playa de San Felipe, pero sus condiciones son complejas por las corrientes marinas, poco adecuadas para fondear embarcaciones, y está bastante más alejada de la desembocadura del Barranco de Aumastel o de Azuaje.


Otras dicen que es la frontera o barrera climática entre la medianía y la costa, puesto que hasta allí llegan, comúnmente, las nubes bajas o nieblas que cubren el valle, que queda separado del litoral por los ciclos despejados de este último, con la correspondiente diferencia de temperatura. Y, por último, otras dicen que en el lugar se solían realizar carreras de caballos, siendo este punto la meta de salida. Este topónimo es ya mencionado documentalmente en el s. XVIII, como se ve en la carta fundacional de 7 de septiembre de 1765 del patronato de Francisco Carvajal Aguilar, Regidor, y Bernarda Manuela de Matos Coronado, que entre los bienes incorporados al mismo incluyen tres fanegas y tres celemines de una «Suerte labradía de “secano” en la Barrera de Valsequillo». BARRETO (ARUCAS) Lugar situado al naciente de la Vega de Arucas y al pie de la Montaña de Riquiánez (véase RIQUIÁNEZ, MONTAÑA Y LADERAS DE), y próximo a Santidad. Debe su nombre actual a su suelo, formado por una arcilla conocida como «barro masapés», que era la materia prima para la fabricación de tejas y ladrillos en los numerosos hornos existentes en la ladera de esta montaña. Existen datos de un antiguo topónimo en el lugar, Masapeses, que figura en distintos documentos. En el testamento del matrimonio de Juan Tomás Cigala, Capitán y comerciante, y Ana Alvarado Espino, que fundaron una capellanía colativa de sangre el 23 de enero de 1719, se incluyen entre sus bienes cuatro fanegas y seis celemines de tierras en los «Masapeses». Igualmente, en el testamento de Antonia Álvarez Castro Godoy, mujer del capitán José Ortega Talavera, castellano del Castillo de Santa Catalina, del 27 de marzo de 1733, se incluye, entre los bienes vinculados, el Cercado del Masapes en la Santidad, de cuatro fanegas. También, siglos atrás, parte de esta zona fue conocida como El Colmenar, según figura en distintos documentos de testamentarías, como el de José Álvarez Castro Godoy, Mestre de Escuela y Dignidad de la Catedral, realizado el 21 de marzo de 1772, en el que incluye dos fanegas de tierras en El Colmenar, que había heredado, con dos horas de agua del Heredamiento de Arucas que había adquirido. Otro más explícito aún es el del Clérigo Presbítero Gregorio Borges del Manzano, realizado el 6 de junio de 1770, y que incluye

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BARRERA, LA (VALSEQUILLO) Es un nombre sobre el que se han propuesto distintos orígenes. Unas fuentes lo atribuyen a la presencia de tierras enlodadas de donde se extraía barro, utilizado posteriormente para la elaboración de piezas de cerámica.


Este documento y otras versiones dan cuenta de que en el lugar hubo una «laguna» que se formaba por las abundantes aguas que llevaba el barranco de Arucas, y que en determinadas épocas anegaba todas las Vegas de Arucas y ocasionaba grandes perjuicios a las fincas agrícolas que se encontraban al mismo nivel que el cauce del barranco. Además, desaguaba en ella el barranquillo que, procedente de Riquianez, es tributario del Barranco de Arucas. A partir del s. XVIII, el barranco se canalizó con la construcción, en ambos márgenes, de contrafuertes o grandes paredones de piedra seca y barro, de aproximadamente unos dos metros de ancho, desde la Cuesta de La Arena, próxima a La Goleta, hasta la entrada a esta zona, por donde en la actualidad se accede al Estadio Municipal de Fútbol. Lamentablemente, en algunos de sus tramos han desaparecido, borrando así la huella de la lucha del agricultor aruquense contra los elementos. Toda esta zona estuvo asociada a los recursos hidráulicos, pues a la antigua laguna le sucedieron distintos estanques de barro masapés, conocidos como Estanques de Los Alemanes, y en su acceso hubo, además del conocido pozo junto al puente del barranco (véase BRUJAS, POZO DE LLANO DE LAS), una fuente o manantial. Se conserva aún el topónimo de La Fuentecilla. En la desamortización de los bienes del Convento de Santa Clara de Las Palmas, que lo poseía de una manda pía, al sacarse a remate el 8 de mayo de 1856, se documenta una mención a este topónimo por un «Cercado con dos azadas de agua en la Fuentecilla» que fue vendido a Pablo Rodríguez Cabrera el 9 de octubre del mismo año por 45 000 reales de vellón. BARRIAL (GÁLDAR) Su nombre es derivado de la figura de Juan de Barrial, propietario de aquellas tierras que hoy llevan su nombre. Fue promotor de causas en litigios del s. XVI, época de los ingenios azucareros, por dulas, cantidad de agua, por alcantarillas, etc. Así, el 5 de octubre de 1517, Hernando de Santa Gadea con diez vecinos más, todos herederos de tierras y aguas en el Heredamiento de Firgas, otorgan poder a Juan Barrial para que actúe en el pleito que siguen contra Hernando de Bachicao y Tomás Rodríguez de Palenzuela por razón del agua de La Cantarilla, que estos señores de ingenios usaban indebidamente a juicio de los poderdantes. Por otro lado, los Protocolos de Alonso de San Clemente transmiten «… Juan de Vargas, alcalde y vecino de Gáldar, da poder a Fernán Gutiérrez, Juan de Barrial, Andrés Medina, procurador, Alonso y Luis de Vargas, sus hermanos...».

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dos fanegas de un Cercado en el «charco del Colmenar», que había comprado, con cuatro y media azadas del Heredamiento de Arucas. Curiosamente, en la actualidad siguen existiendo colmenas en el lugar.


En las Ordenanzas del Concejo de la Isla de 1531, en las normas referidas a molineros y acarreadores, donde son fijadas las características de los distintos molinos, se le cita cuando se dice «… Otrosy porque mejor sean servidos las moliendas que el molinero de los herederos de Juan Barrial tenga quatro bestias con acarreador…».

Las continuas amenazas de los piratas que acostumbraban a recalar para recoger agua potable y campaban para sus pillajes por las inmediaciones de la antigua ermita de San Nicolás, construida por los mallorquines junto al Roque, aconsejaron la decisión del obispo Hernando de Rueda el 7 de octubre de 1582 de tapiarla y trasladarla con otra construcción al fondo del valle, lo que motivó igualmente un nuevo asentamiento de los moradores en un caserío que luego sería el núcleo en torno al cual creciera el actual casco urbano, lejos de la costa, para la salvaguarda de los actos de piratería y preservación de las tierras de labradío. BARTOLOMÉ DE TIRAJANA, SAN Durante la etapa aborigen más próxima, la comarca de «Los Tirajanas», hoy bajo la jurisdicción de los municipios de San Bartolomé y Santa Lucía, se integraba en el reino de Telde y, más tarde, se convirtió en tierras de señorío o realengo. Las circunstancias que concurren en esta comarca, donde se unen lo áspero y quebrado del territorio con la altitud, la convirtieron en zona de abrigo, donde los antiguos canarios se cobijaban en circunstancias de peligro. Así, en la etapa de la conquista de la isla, Tirajana desempeñó un importante papel en las operaciones bélicas. En agosto de 1479, una importante expedición militar dirigida por el Obispo Juan de Frías y el Capitán Pedro Hernández Cabrón, sufre un serio descalabro en los alrededores de la Caldera, por obra de los indómitos aborígenes tirajaneros. Los castellanos experimentan cuantiosas pérdidas humanas y heridos, por lo que se hace necesaria una retirada. Casualmente, la batalla se produjo un 24 de agosto, festividad de San Bartolomé, cuya protección invocaron los soldados en su derrota. De esa promesa surge la ermita con la advocación del santo, que le da nombre al municipio y a la villa de San Bartolomé de Tunte en Tirajana, hoy San Bartolomé de Tirajana. Los castellanos realizaron tres incursiones más sin éxito, obligándolos en cada una ellas a emprender la retirada. En 1484, la suerte de la isla estaba decidida, pues prácticamente se encontraba bajo el dominio de la Corona de Castilla. Sin embargo, no fue una hazaña bélica la que venció a los canarios, sino una estratagema de los castellanos preparada para desmoralizar a los indígenas. Arrebatarles sus ganados y quemar sus cosechas fue lo que les llevó a la victoria.

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BARRIO, EL (ALDEA DE SAN NICOLÁS) Es el núcleo urbano situado al naciente del casco urbano, en el fondo del valle, al pie de de la Montañeta del Molina, considerado por las crónicas como el asentamiento más antiguo.


Dentro del propio casco urbano y cerca del Centro de la Tercera Edad, se localiza la conocida como Casa Canaria. Presenta una estructura de casa canaria típica, con gruesos muros, que muestra una morfología circular al exterior, mientras que el interior es de planta cruciforme. Esta vivienda, que ha seguido teniendo uso como tal hasta la actualidad, se ha adaptado a las nuevas necesidades de sus habitantes: se han encalado las paredes interiores, se ha colocado piso y se ha sustituido la techumbre por una cubierta de tejas a dos aguas. De hecho, desde el pasado siglo XIX, ha llamado la atención de personajes como Víctor GrauBassas, Rene Verneau y Olivia Stone, y se conservan dibujos y fotos de la época. Constituye la única pervivencia del antiguo poblado de Tunte, que ha permanecido en medio de otras construcciones posteriores. Casi ha perdido su importancia debido a que es una propiedad privada y ha estado sometida a cambios. La relevancia del lugar tras la Conquista ha dejado mucha información documental, entre la que destaca la fundación, el 11 de noviembre de 1736, del patronato por testamentaría de Manuel Francisco Alvarado Navarro del Castillo, Comisario del Santo Oficio de la Inquisición y cura rector de la parroquia de San Bartolomé de Tirajana, cuya descripción de bienes, por su extensión y por su riqueza en topónimos próximos, resulta de mucho interés, tanto por su condición, como por su significación social. Aparte de sus otras propiedades en La Vega de Santa Brígida, sus propiedades en las Tirajanas eran las siguientes: «Casas de alto y bajo con granero, alpende y otros accesorios, por compra. Casa de alto y bajo, 2 terreras y un lagar con todos sus pertrechos junto a la acequia que corre por la plaza de San Bartolomé, por compra. Huerta de viña, frutales y tierra colma con un homo de teja en Tunte, por compra. Dos días de agua sin sus noches del Heredamiento de Tunte, por compra. Cortijo de 35 fanegas de tierras labradía y montuosas con media fanega plantada de viña y frutales, casa terrera, cocina, alpende, mitad de un estanque, con quince días de agua todos los meses de la fuente de Rosiana, en las Lagunas de Tunte, por compra. Suerte de tierra labradía de 2 fanegas y 6 celemines denominada “La Hoya Grande” en la Hoya de la Cueva de Las Pulgas (Vega Castaña). Suerte de tierra labradía de 3 fanegas en Ingenio –actual pago de Santa Lucía– donde llaman Hoya del Pastel, por compra. Suerte de 7 fanegas y 6 celemines plantada en su mitad de parral y frutales con cinco días de agua del Heredamiento de la Fuente del Corral o Higueral de Taidía (Tunte), por compra. Casa terrera con alpende, horno, medio celemín de tierra a su puerta con cuatro horas de reloj de agua del Heredamiento de Tunte, por compra. Suerte labradía de 2 celemines de riego y “secano” junto a la huerta de Tunte. Cuatro horas de agua del Heredamiento de Tunte desde las 8 hasta las 12 de la mañana, por compra».

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Acorralados, los aborígenes se guarecieron en la Fortaleza de Ansite (véase ANSITE, FORTALEZA DE), último bastión de la independencia. Los isleños, diezmados por la superioridad de las armas y abatidos por la miseria y el hambre, capitularon el 16 de marzo de 1485. La Conquista había terminado.


BASCAMAO (SANTA MARÍA DE GUÍA) Viera y Clavijo, bajo el subtítulo de Idea de la población de la Gran Canaria, al referirse a Guía, dice que está a media legua de Gáldar y que su feligresía es de 2551 personas, muchas en los pagos, entre los que cita «Vascamado». Además de esta referencia en las crónicas, están las menciones en las Constituciones Sinodales de los obispados, concretamente los «… hechos por el Ilustrísimo Señor Don Pedro Manuel Dávila y Carnenes. A las que hizo el ilustrísimo Señor Don Cristóbal de la Cámara y Murga (de gloriosa memoria) en la que celebró en el año pasado de 1629. En Madrid. En la Oficina de Diego Miguel de Peralta. Año de 1737», cuando se citan los cuatrocientos cincuenta vecinos de los pagos, es mencionado de nuevo Vascamado con ocho vecinos. Al margen de estas referencias censuales, no se conocen otras citas referidas a este topónimo. Unas fuentes opinan que es aborigen, otras sostienen que es un antrotopónimo. Consultadas las genealogías española y portuguesa, no se encuentra que este apellido coincida con alguna de las variables, salvo que se hubiera extinguido el linaje. Este caserío, situado cerca de la carretera de San Juan a Montaña Alta (GC-070), entre Tres Cruces y Verdejo, asentado en gran parte en la vertiente de poniente de la Montaña de Verdejo, supone un pequeño enigma histórico, pues siendo relativamente importante en la primera centuria tras la Conquista, hasta llegar a la actualidad, cuando se registra un relativo asentamiento, pocas o escasas son las noticias de interés histórico del lugar. Muy próximo a este lugar, en el camino vecinal que desde Bascamao conduce al barrio de Montaña Alta o Piedras de Molino (véase MONTAÑA ALTA - PIEDRAS DE MOLINO), están las antiguas Cuevas Bermejas y la Fuente Bermeja, todas en la ladera poniente de la antigua Montaña Bermeja que recibe su nombre por el color rojizo de la tierra, hoy conocida como Lomo de Tristán, que no es otra que la que se encuentra al norte de la «Montaña Alta» que da nombre al último barrio. El Estudio y recopilación histórica para la denominación de origen del «Queso de flor de Guía», realizado por Sergio Aguiar Castellano, sostiene que es el lugar referido en 1678 por Fray José de Sosa en su obra Topografía de la Isla Afortunada de Gran Canaria, cuando dice «Después que los españoles trageron y enseñaron el modo de quesear se fabrican en esta isla Gran

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Son curiosas las condiciones impuestas en este patronato, al establecer una pensión de «… cincuenta misas rezadas anuales, que fueron redimidas el 14 de diciembre de 1857, e invertir cincuenta reales anuales en la reedificación de los bienes del patronato. (…) Como sucesor nombró a Bartolomé Navarro del Castillo, hermano y cura de Agüimes, con facultad de nombrar sucesor en uno de sus tres sobrinos, prefiriendo el varón a la hembra y el que se aplicase al estado sacerdotal».


Otra artesanía que ha hecho historia durante tres generaciones de madres en el lugar es el celebrado «pan de papas», en la actualidad confeccionado artesanalmente en el horno casero de leña por Carmela Ríos Pérez, que lo aprendió de su madre Anselma Pérez Moreno, que a su vez recibió el testigo en el pago de casas y cuevas del Alguacilejo, vecino de Bascamao, de su madre que ya lo horneaba. BATÁN, EL (LAS PALMAS DE GRAN CANARIA Y SANTA BRÍGIDA) El nombre de estos asentamientos hace alusión a una máquina hidráulica llamada «batán» compuesta de gruesos mazos de madera, movidos por un eje, para golpear, desengrasar y enfurtir los paños, y, por extensión, hace también referencia al edificio en el que se encuentran estos artefactos. Los molinos bataneros tenían unas características semejantes a las de los molinos de granos y sus brazos se movían por la fuerza del agua. Servían para abatanar la tela de lana o hacer su trama más densa. Eran edificios de dos plantas, cubiertos por azotea plana o tejado a una o dos aguas. En el piso inferior se encontraban el aspa y la zona del agua, con un engranaje adecuado que transmitía la fuerza motriz al piso superior, donde se encontraba el batán, conformado por dos brazos o mazas, elaborados en madera, cuyos acompasados y alternativos movimientos caían sobre una mesa batanera en cuya zona central existía una cavidad donde se depositaba la tela que se iba a abatanar. Cuando se quería que los paños tuvieran una mayor resistencia o un mayor grosor, al salir del telar se los llevaba a los batanes, donde se sometían a todo un proceso. Se colocaban en el interior del recipiente o «imina» bien doblados en zigzag, en una cantidad determinada de metros o varas, según se decía, y allí se remojaban durante todo el tiempo que duraba el golpeteo o abatanado. A lo largo de la operación se hacían algunas paradas para cambiar de posición los paños y que el desarrollo resultase uniforme. Los canales de agua hacían mover los mazos. Una vez secados los paños, los que estaban destinados a mantas pasaban por la cardadora para sacar el pelo con la llamada percha de cardos. Esta operación se llamaba perchar. Aunque fue frecuente en la sociedad insular de los siglos XVI al XX, la importación de los textiles desde finales del s. XIX acabó paulatinamente con esta actividad, de tal forma que sus senos y asientos constituyen hoy, en el caso de Santa Brígida, materiales de gran interés para la arqueología industrial. La mención de ambos lugares está documentada y, así aparece, entre los bienes vinculados de las hermanas María, Juana y Francisca Cabrejas Bethencourt, citados en su testamento de 18

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Canaria de la leche de ovejas quesos de regalado genero y en particular los que se hacen en los términos de Cueba Bermeja y Barrancohondo que es cierto exceden de los mas estimados de Flandes…».


BECERRIL (GÁLDAR) El nombre del lugar tiene su origen en la figura de Alonso de Becerril, conquistador de Gran Canaria, a quien pertenecieron las tierras donde actualmente se encuentra ubicado este barrio. Este personaje figura a principios del s. XVI como cultivador de caña de azúcar. Casó con Mariana Ximénez, de la cual tuvo varios hijos: Ginés, Aldonza, Juana, Antonia, Catalina y Juan de Becerril, que continuaron con el cultivo y venta de azúcar. En los Protocolos de Alonso de San Clemente puede leerse «… Francisco Ruiz, vecino de Gáldar, como deudor, y Juan de Becerril, como fiador, reconocen que deben pagar a Lorenzo Pérez, mercader genovés estante en Gran Canaria, diez mil maravedíes por tanta ropa que le compró. Los cuales se han de pagar antes de finales de julio de 1524...». En 1526, tras la muerte de Alonso de Becerril, su viuda aparece como uno de los otorgantes de poder a Francisco de Agüimes para que se oponga a la creación de Santa María de Guía respecto de la entonces Villa de Gáldar. BENTAYGA, ROQUE (TEJEDA) Topónimo aborigen que, según algunas fuentes, recibe su nombre del caudillo aborigen Bentaiga. Otras fuentes, por el contrario, defienden que es el caudillo quien lo recibe del Roque. Hay claras referencias a este topónimo en las distintas historias de la conquista de Canarias, y la de Abreu y Galindo dice: «La montaña bentaiga, que es de tierra muy roja, a modo de almagra, y encima tiene una fábrica admirable de la naturaleza que es un peñón de riscos muy altos y pendientes en torno, con una subida a lo alto muy peligrosa». Fue en el Roque en donde Pedro de Vera quiso sitiar a Bentejuí, algo que no consiguió en su primera incursión. Relata Viera y Clavijo que, ante las exclamaciones de Tenesor Semidán que instaba a Bentejuí y a los suyos a que abandonasen las armas y se rindieran, el Faycán de Telde, aliado con Bentejuí, le contestó negativamente y dijo: «Todavía Canarias no ha desaparecido del mundo y aquí la tienes toda sobre estos cerros». Los relatos históricos narran que, tras este hecho, Bentejuí, al frente de un importante contingente de canarios, partió hacia el oeste de la isla buscando el amparo en una zona que aún no ha podido ser identificada con exactitud, si bien algunos historiadores apuntan lugares concretos. (Véase HORGAZALES, MONTAÑA).

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de mayo de 1769, cuando incluye una «Hacienda de 14 fanegas labradía y “arrifes” con viña, árboles, casa, bodega y lagar con un día y una noche de agua del Heredamiento de Satautejo en la Hoya del Batán», y en el testamento de Francisco Manrique Amoreto de 31 de marzo de 1748, que incluye entre sus bienes el «Molino harinero de máquina movida por agua, cubo y casa para el molinero denominado “El Batán”, en el Barranquillo de San Roque», cuando el mismo ya se había transformado en sus usos.


La rodean varias docenas de graneros, silos de difícil acceso y varias cuevas de habitación de menor tamaño. Lugar de hábitat y enterramiento para los aborígenes, también está asociado a la celebración de ritos religiosos. Cerca de la cima se localiza el llamado Almogarén del Bentayga, aunque, según otras fuentes y los últimos descubrimientos, no es de finalidad religiosa y son dos casas aborígenes superpuestas. Este monolito de piedra basáltica situado a una cota de 1404 metros de altitud es también interpretado como un lugar para la observación de las estrellas y la Luna. Aficionados a la arqueología y a la astronomía entienden que puede tener relación con rituales realizados en los equinoccios de verano, a la salida del Sol. Otros sostienen que pudo ser un observatorio que cumplía también funciones de calendario para los antiguos canarios. Justo al comienzo de la primavera o del otoño, el Sol se encuentra cruzando el ecuador celeste. Precisamente en esos días, el Sol sale por el entrante superior del observatorio, visto desde una plataforma excavada en la roca. Tras este entrante se encuentra un orificio que soportaría un poste, un gnomón, de tamaño apreciable, cuya sombra terminaría justo en el punto central del observatorio. En el lunástico mayor, la salida más al sur de la Luna, en junio y en julio, se produciría otro interesante fenómeno. Cuando esta sale, llega un momento en que se oculta totalmente por unos instantes tras el Roque Nublo, que tiene su mismo diámetro aparente. Este fenómeno ocurriría cada dieciocho años. BERLANGA, LA (INGENIO) El nombre de esta calle procede del almojarife o cobrador de impuestos Fernando de Berlanga que tenía tierras en el lugar. BERMEJA, CUEVA O CUEVAS (AGÜIMES) Es un núcleo de población formado por cuevas habitadas y casas-cueva. Está situado a quinientos metros de altitud, en la margen derecha del Barranco de Guayadeque. El nombre proviene del color rojo de la tosca en la que excavaron las cuevas. BERMEJA, MONTAÑA (TELDE) También llamada Montaña de Cuatro Puertas o de Humiaga (topónimo aborigen). Según cuenta Sabino Berthelot en su obra, la Montaña Bermeja, que recibe este nombre por el

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Esta zona arqueológica del Bentayga esta formada por el roque, Los Roques del Andén del Tabacalote o Camello, El Roquete y Las Cuevas del Rey (véase REY, CUEVAS DEL). Se trata de asentamientos fortificados, en los que se encuentra el mayor número de graneros colectivos de la Sierra de Tejeda. La importancia de Las Cuevas del Rey viene dada por sus dimensiones, once metros de ancho por veinte de largo. Es una amplia planta rectangular excavada.


Berthelot, animado por las observaciones de su amigo Millares, por las suyas propias y por el convencimiento de que se trataba de uno de los recintos sagrados de los antiguos aborígenes, la describió en profundidad. Cuenta Berthelot que la montaña se eleva entre Ingenio y Telde, en medio de una planicie desolada cuyas ondulaciones en el suelo volcánico le dan aspecto de mar petrificado. En la cima, hacia el sur, hay una pequeña explanada, una especie de pequeño circo guarecido de los vientos gracias a un corte vertical de la montaña de unos diez metros sobre el suelo, donde se hallan unos signos grabados en la roca. En las proximidades de la cima de la Montaña Bermeja se localiza un complejo yacimiento aborigen formado por varios elementos entre los que se encuentran diversos grupos de cuevas, un recinto ceremonial muy singular, silos, caminos y pasillos, pero sin duda el más espectacular de estos espacios lo constituye la cueva que le da el otro nombre con el que se conoce al conjunto, Cuatro Puertas, una cueva de amplias dimensiones de diecisiete por siete metros excavada a mano en la toba volcánica. El rasgo más característico de dicha cavidad es que presenta cuatro grandes puertas orientadas hacia el norte, que dan paso en el exterior a una plataforma horizontal en la que también se excavaron en torno a una veintena de agujeros destinados presumiblemente a sostener una techumbre o sombrajo. A escasa distancia de la cueva, en dirección al naciente, aparece una curiosa estructura en cuya superficie se labraron diversos canales y cazoletas. Algunos autores defienden que tal emplazamiento correspondería a un almogarén, es decir, un lugar de culto a las divinidades. De este modo, tanto la cueva como los canales y cazoletas asociados a ella se han vinculado al ámbito de las prácticas mágico-religiosas de los aborígenes canarios. Cerca del llamado almogarén, siguiendo en dirección naciente, hay un camino aborigen tallado en la toba que recorre el morro por el lado sur y lleva a la denominada Cueva de los Papeles, que corresponde a una cavidad artificial con una planta de tendencia circular, en cuyas paredes aparecen grabados varios triángulos púbicos, tradicionalmente asociados a ritos propiciatorios de la fertilidad. Siguiendo por el sendero, en las cercanías del complejo anteriormente descrito, se encuentra el grupo de cuevas conocido como de Los Pilares. Corresponde a un poblado troglodita formado por numerosas cuevas artificiales de habitación, comunicadas por pasillos y túneles, así como por graneros y otros recintos a los que resulta difícil atribuir una funcionalidad específica. Muchas de las cuevas artificiales suelen presentar una estancia central, a la que se adosan, en un número variable, otros recintos de menor entidad, lo que permite suponer la existencia

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color rojizo de la toba volcánica de la que está formada en gran parte, fue bien estudiada por Agustín Millares Torres en una exploración llevada a cabo a fines de noviembre de 1877.


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Los Berrazales

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De la Cueva de los Pilares sale otro camino que baja a través de un pequeño túnel en dirección naciente, hacia una cueva-granero denominada «de la Audiencia», a la que se llega por una estrecha «chimenea» casi imposible de localizar si no se lleva un guía experto, y más allá aún, sobre el lado oriental, existe una cantera de molinos muy interesante, pero de difícil acceso, pues el camino está borrado y lleno de puntiagudas tuneras indias. BERMEJAL, MONTAÑA DEL (SANTA BRÍGIDA) Su nombre es clara referencia a la tonalidad rojiza natural de los suelos. En esta montaña el modelado presenta formas alomadas de vertientes abruptas, diaclasadas y tafonizadas con especial belleza. Las cuevas confluyen en «ojeros» que atraviesan la roca como si de un calado se tratase. En la cima del interfluvio, zona de terreno más alta que separa dos barrancos de la misma cuenca de drenaje, las Tres Piedras constituyen una escultura, un caso particular y único en la isla. Estos bolos pétreos de más de un metro y medio de diámetro, son residuos de un manto de aglomerados del Roque Nublo que, a través de los procesos descritos, se ha reducido hasta presentar la forma actual. BERRAZALES, LOS (AGAETE) El lugar da también nombre al barranco, situado al pie de los Caideros (véase CAIDERO, SAN JOSE DEL) y frente al macizo de Tamadaba, en el final ascendente del Valle de Agaete. Posiblemente deba su nombre a las tanquetas llamadas «berrazales», compuestas de muchas «berreras» donde se cultivaban los berros con las aguas de los caideros. El berro (Rorippa nasturtium-aquaticum) es una planta herbácea introducida en las islas y asilvestrada en lugares húmedos, que es utilizada para ensaladas y para cocinar el renombrado «potaje de berros». Se diferencia dentro de las Brassicaceae por ser una planta glabra o laxamente pubescente, enraizante en los nudos, cuyas hojas son pinnatisectas, con 3 ó 9 segmentos ovados u oblongo-lanceolados. Las flores poseen pétalos de color blanco y se disponen en inflorescencias racemosas. Los frutos son silicuas pedunculadas, algo comprimidas y arqueadas, torulosas y con valvas que poseen un solo nervio. Las semillas se disponen en dos series en cada cavidad del fruto. Su denominación científica responde al epíteto que combina el término nasturtium, nombre latino del berro y aquaticum (acuático), que alude al hábitat de la planta.

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de emplazamientos diferenciados para el desarrollo de las numerosas actividades cotidianas llevadas a cabo por estas poblaciones. Muy posiblemente, las cuevas estarían cerradas en parte por muros de piedra seca y, en algunos casos, el espacio interior podría haberse compartimentado por estructuras ligeras, elaboradas a partir de ramas y pieles, o por alineaciones de piedras.


En el mismo lugar hubo también un balneario hasta donde, no hace mucho tiempo, muchos adinerados ciudadanos del centro y norte de Europa viajaban para tomar baños en aguas medicinales. Durante la segunda mitad del s. XIX, el turismo de balnearios se consolidó como una de las fuentes de riqueza más importantes de la isla. Hoy, aquellos edificios están en desuso, pero las aguas siguen fluyendo con las mismas propiedades terapéuticas de siempre. BERRIEL, BARRANCO Y CASERÍO DEL (SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA) Este antrotopónimo se corresponde con un apellido francés cuya primera aparición en Canarias data de cuando, el día primero de mayo de 1402, Jean de Béthencourt y Gadifer de La Salle salieron de La Rochelle a conquistar las Canarias. Venía, como cronista de la expedición de conquista, el clérigo o capellán Jean Le Verrier, cuyos manuscritos originales fueron publicados en Le Canarien y que luego sería el cura de la ermita de Santa María de Betancuria, la primera población de Fuerteventura. Fue nombrado en 1419 administrador apostólico del Obispado de Rubicón en la isla de Lanzarote y luego, en 1421, promovido a obispo. Como es improbable por su condición que tuviera sucesión, aparece nuevamente el apellido en la segunda expedición de Jean de Béthencourt, que salió de Honfleur el día 6 de mayo de 1405, pues entre sus hombres de armas venía Jean Le Verrier, que probablemente era pariente del anterior. Con posterioridad, se documenta la presencia del apellido en Canarias, pero ya castellanizado como Berriel o Birriel. El primero está presente en el s. XVIII, documentado en una autorización del Cabildo a Juan Berriel para exportar cereales a Cuba. Y el segundo, en una licencia para contraer matrimonio en Tetir, realizada por el Escribano Francisco Antonio de Cordova, en el año 1791, cuando recoge «En el lugar de Tetir ysla de Fuertevent.a a catorse de Sep.t de mil setecientos nobenta y uno ante mi el infrascrito Parroco parecio D.n Juan Birriel natural de la Ysla de Lanzarote y residente en esta de Fuerteventura y dixo q.e p.a mejor servir a Dios tiene tratado su casam.to con D.a Dominga Borges y respeto con la bendicion y liza de sus Padres pide p.a ello le practiquen las dil.a ord.a en cuya vista mande q.e constando el consentim.to de los Padres voluntad y libertad de ambos puestas las partidas de bautismo o vuides de ambos se proseda a su tiempo al desposario y lo firme». Posiblemente el apellido llegó a Gran Canaria en los siglos XVIII y XIX, cuando la hambruna de Fuerteventura, provocada por largos períodos de sequía, fuerza la inmigración (véase MAJORERAS, LAS).

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Las aguas ferruginosas del manantial se embotellaban y comercializaban hasta el año 1970 con dicho nombre, con una notable aceptación por sus buenas propiedades para la salud. Las sobrantes tomaban el camino de la Mareta donde se almacenaban para usos agrícolas.


BESUDO, PUNTA DE MORRO (SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA) Pasada la zona acantilada que hay en la costa de San Bartolomé de Tirajana, después de San Agustín en dirección Norte, se encuentra la playa de Morro Besudo, de ciento setenta metros de largo y treinta y cinco de ancho medio. Es una playa muy frecuentada para las dimensiones que tiene y muy apreciada por los pescadores de caña. De fina arena negra, soporta un oleaje moderado. Para acceder a ella hay que bajar por un paseo de escalinatas desde el acantilado formado por el Morro. Algunas fuentes sugieren que este morro toma su nombre de la forma que dibuja a la altura del nivel del mar, sugiriendo una boca con dos grandes labios, si se contempla a cierta distancia la parte donde interrumpe la pequeña playa y baten las olas. En sentido figurado, en el habla canaria, al labio se lo llama «beso». La Real Academia Española dice «Bezudo (de bezo).- Dicho de una persona: De labios gruesos y pronunciados». Otras fuentes dicen que el nombre le viene de que, al ser contemplado desde el aire y en toda su extensión, se dibuja la forma de un labio por las dos pequeñas cuencas o cañadas a ambos lados del mismo: la del barranco del Agua y la de su propio nombre. Dado que hay referencias históricas del topónimo anteriores al s. XX, parece más apropiada la primera de las hipótesis, ya que la cartografía aérea es posterior y que su aspecto en siglos anteriores, cuando el morro carecía de toda construcción, acentuaba aún más su forma identificativa. Entre la Punta de Tarajalillo al Noreste y la Punta de Morro Besudo al Suroeste, que algunas fuentes también llaman Besugo, se forma una bahía con las playas de Tarajalillo, del Águila y Morro Besugo, solo citadas por Antonio Riviere en Descripción Geográfica de las Islas Canarias (1740-1743), quien resalta el buen fondo y la presencia de agua en Tarajalillo, junto a las posibilidades de fondeo en las Playas de Morro Besugo y Pozo Lentisco, esta última, posiblemente, la actual playa de San Agustín. BETANCOR, LOMO (SANTA MARÍA DE GUÍA) Caserío situado junto a la carretera de San Juan a Montaña Alta (GC-070), entre Santa Inés y Tres Cruces.

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En el mapa de la isla realizado por Manuel Pérez y Rodríguez en 1896, destinado especialmente a las escuelas, menciona el topónimo como Bco. Birriel. Atraviesa por el poniente los Montes de Amurga y, junto a la desembocadura del barranco, se encuentra un aeródromo. Aguas arriba se construyó una presa que recoge el agua procedente del Barranco Hondo, al Este, a través de una galería construida.


Este topónimo aparece documentado en el siglo XVIII en una expresión femenina que permite saber con cierta seguridad que el antropónimo de la propiedad de las tierras, si no correspondía a la mencionada Ana Lorenzo Betancurt, sí correspondería a una mujer. En escritura de 25 de enero de 1753, Jacob Zaz y Jerónima de Aguilar decían ser titulares de cuatro fanegas y seis celemines de «Suerte de tierra en el Lomo de la Betancora». En otros documentos aparece con una denominación más generalista, aunque se desconoce de cuándo datan, al referirse a José Rodríguez Castrillo, Alférez de Guía, quien dice ser propietario de cinco fanegas y siete celemines de una «Suerte de tierra de “secano” en el Lomo de Betancort». Se sabe que el Alférez fue un mediano propietario, rematador de rentas eclesiásticas, en el s. XVII. BISBIQUE, CUEVAS DE (AGAETE) Nombre que algunas fuentes han asociado por su similitud con el barrio aruquense de Vizvique, aunque no se ha podido argumentar su relación. Este conjunto arqueológico consta de una treintena de cuevas que conforman el poblado situado al término del Valle de Agaete, en el camino que sube de San Pedro a Tamadaba, y que se erige en un emplazamiento de control visual sobre el territorio circundante, lo que, unido al difícil acceso de la zona, proporcionaba ventajas defensivas. Con el paso del tiempo, los desprendimientos han hecho desaparecer la mayor parte de los senderos transitables, pero aún es posible entrar en algunas de las cuevas de este asentamiento. Estas muestran, en general, plantas rectangulares o cuadrangulares, algunas de ellas con silos u hornacinas así como con numerosos huecos en el piso, lo que revela la existencia de mamparas para distribuir el espacio interior. Asimismo, hay indicios de la existencia de una necrópolis en las inmediaciones del poblado. BLANCAS Y NEGRAS, CUEVAS (VALSEQUILLO) Son dos caseríos, situados ambos en el lateral del Barranco de San Roque, dentro de una rica zona agrícola variada. Su epíteto de blancas o negras alude al color de la roca del risco donde se han abierto.

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El vínculo de Ana Lorenzo Betancurt tenía propiedades en el Lomo del Ingenio Blanco, relieve geográfico que tiene su continuidad ascendente hacia el sur en este Lomo Betancor, de donde podría concluirse que estas tierras también pertenecieron al mismo vínculo, prevaleciendo en su parte el topónimo del Ingenio Blanco (véase INGENIO BLANCO), por corresponder con el lugar donde tuvieron el ingenio azucarero los Riverol, una de las familias de mayor renombre en Guía en el s. XV, e imponiéndose el antrotopónimo en este lugar con posterioridad.


En la dirección de las aguas, de arriba abajo, primero se encuentra el caserío denominado Cuevas Negras, topónimo que hace referencia a las viviendas de la zona, cuevas horadadas por el hombre, de alto valor etnográfico.

BLANCO, LO (TEROR) El caserío se encuentra, según el cronista Vicente Hernández Jiménez, a unos centenares de metros del lugar que ocupaba la desaparecida ermita de San José del Álamo, lugar donde la panorámica es diferente, y donde «… la impresión para el caminante o viajero procedente de Las Palmas es de sorpresa, de un paisaje un tanto seco y de cara al mar, se pasa a otro más humanizado y alegre de casas blancas. Lo Blanco es un mirador del valle de Teror; si el día está claro la visión de todo el diseminado de la villa terorense con las montañas al fondo, es de las más atractivas de Gran Canaria…». Una de sus calles principales conserva el trazado y pavimento original de uno de los tramos del antiguo Camino Real de las Palmas a Teror, vía que fue escenario de las cuarenta y cinco ocasiones en las que la Virgen del Pino fue bajada a la capital, desde los años 1607 hasta 1815. La contracción del topónimo se produce con el paso de los siglos y, así, en el s. XVII, Miguel Ramos, en su testamento de 18 de febrero de 1681, dice ser propietario de 12 fanegas de «Suerte de tierra labradía denominada “Llano del Prado” en el Lomo de Blanco», fijando en su capellanía una pensión de ciento cincuenta y cinco misas rezadas anuales en la iglesia de Teror con responso sobre su sepultura. En el siglo siguiente, Diego Sánchez Sarmiento y Antonia de Arencibia, en escritura de 6 de febrero de 1715, dicen tener cuatro fanegas de una «Suerte de tierra en Lo de Blanco». BLANCO, LOMO (MOYA) Una vez más, se trata de un topónimo que responde al color del sustrato con gran contenido de cales que compone el territorio de este barrio, que es nombrado ya en el s. XVII. En determinadas ocasiones se lo menciona con la contracción del primer vocablo «Lo Blanco», nombre que recibe el barranco a su paso por el barrio. El asentamiento se ha realizado linealmente a lo largo de todo el lomo, de donde recibe el nombre genérico. En el lugar, en la margen izquierda del barranco de Azuaje, en la cornisa rocosa que está debajo del barrio, existe un yacimiento arqueológico consistente en un grupo de cuevas, tanto naturales como artificiales, que funcionarían como recinto habitacional y también como necrópolis.

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Más abajo encontramos el caserío de Cuevas Blancas, bastante despoblado y próximo al palmeral de San Roque. Estas cuevas están prácticamente en la rampa de la margen del barranco. Existe otro topónimo igual junto a la Presa de Cuevas Blancas, entre la Montaña del Pocillo y el Morro de la Caldera de los Marteles.


El transporte del agua fue una necesidad imperiosa para los cultivos en la zona, como aparece documentado por Josefa Betancourt Correa, viuda del capitán Agustín Bautista de la Barreda, que, en su testamento de 25 de julio de 1741, dice poseer por compra una «Hacienda de viña y tierra labradía con frutales, casas y 12 días de agua del Heredamiento de Moya en Lomo Blanco», pues sin las acequias difícilmente podría hacer uso de sus dulas para sus tierras. BODEGUILLA, LA (SAN MATEO) Su nombre no ofrece duda, pues hace mención a la existencia en dicho pago de una bodeguilla o bodega pequeña, que se refiere al recinto o lugar donde se guarda y cría el vino para su maduración en condiciones especiales de frescor. Para situar su antigüedad nos basamos en documentos, como el testamento del Licenciado y Presbítero Blas Marrero Betancort de 16 de enero de 1751, en el que dice ser propietario de treinta fanegas de «Tierras en la Montaña y Llano de la Bodeguilla» y cinco fanegas de una «Suerte de tierra en el Cercado de Cristo Suárez, junto a la Bodeguilla», ambos adquiridos por compra. Hay que deducir, por tanto, que es anterior a estos años. BOTIJA, LLANOS DE (GÁLDAR) Según se dice, recibe este nombre por haberse encontrado en el lugar algunos gánigos, la alfarería más característica de los aborígenes grancanarios. Según el DRAE, la botija es una «vasija de barro mediana, redonda y de cuello corto y estrecho», definición que se asemeja a lo que se entiende por «gánigo», salvando su específico diseño. Este emplazamiento se corresponde con un poblado aborigen, bastante bien conservado en el arranque de sus muros, a la orilla del mar y en las inmediaciones del Puerto de Sardina y de Juncal. Se trata de un eslabón de la cadena de asentamientos ribereños que se inician en el sector de La Guancha-El Agujero y acaban en el sitio real de Guayedra. El yacimiento de los Llanos de Botija está integrado por diversas construcciones de piedra seca, tanto de planta cuadrangular como cruciforme, cuyos muros aún conservan una parte significativa de su altura originaria. Se han identificado en este lugar un mínimo de cuatro construcciones de carácter doméstico y otra a la que se le ha asignado, por comparación tipológica, la funcionalidad de tagoror o lugar de reunión. Existe, del mismo modo, un muro de grandes piedras que, partiendo de una de las casas, se prolonga hasta el barranquillo cercano. Como en otros casos, a los ambientes domésticos se asocian estructuras funerarias.

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El Acueducto de Los Canales es una de las huellas de la importancia del agua para el municipio. Uno de los escasos vestigios de un sistema de construcción donde los canales se fabricaban con madera que se sustentaba sobre una estructura de pilares realizados con toscas, arena y cal.


BRAVO, HOYA (SANTA BRÍGIDA) En el s. XVIII, estas tierras ya eran propiedad de la familia Bravo. Se sabe que Francisco Bravo Laguna, Capitán, Regidor Perpetuo y Decano de la isla, y Castellano de los de la Marina de Las Palmas, en su testamento de 25 de noviembre de 1775, incluye la «hacienda denominada “Hoya de Bravo” compuesta de un cercado de tierra labradía con siete días y sus noches de agua del Heredamiento, y sobras del Barranquillo de Toronjo con sus casas de alto y bajo», que había recibido por herencia. Este accidente del relieve, situado en un ensanche del Barranco Alonso (véase ALONSO, BARRANCO DE), tiene una génesis controvertida. Existen dos teorías sobre su formación. Una considera que el ensanche del barranco y sus laderas es consecuencia de una erupción violenta, causada por la interacción eficaz del magma con las aguas subterráneas. Un «maar» semejante al de Pino Santo (véase PINO SANTO, CALDERETA DE). Otra teoría defiende que el ensanche es previo a la erupción y está causado por la erosión, y que esta erupción freatomagmática no hizo sino tapizar las vertientes previas y contribuir a una apertura mínima de las laderas. El Mapa Geológico y las laderas del barranco en esta localización muestran que aquí terminaban los mantos de aglomerados Roque Nublo. Es la discontinuidad entre estos materiales y las coladas de basaltos que los recubren, una de las causas de este mayor retroceso de las vertientes, al ofrecer una franja de debilidad petrológica a la erosión. Este edificio de Hoya Bravo está hoy casi desaparecido por la erosión hídrica y enmascarado por eventos volcánicos posteriores, pero sus restos, fragmentados en diversos puntos a lo largo del barranco, constituyen lugares del máximo interés geológico y natural. BREÑAS, LAS (TELDE) Topónimo muy frecuente en Canarias, especialmente en la isla de La Palma y Gran Canaria, que hace alusión a las abundantes rocas que se encuentran en su suelo. En el municipio de Telde, el pago se localiza accediendo por la carretera GC-130, antes de llegar a Cazadores. Breña significa tierra quebrada entre peñas y poblada de maleza. Es esta característica, con el relieve abrupto, el origen del topónimo. El barrio está situado sobre los 700 metros de altitud, entre los barrancos que descienden de la cumbre de Gran Canaria.

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Existen otros topónimos similares y próximos entre sí, como Lomo de Botija y Solana de Botija, situados muy cerca de Cueva Blanca y Las Breñas, en Valsequillo y Telde, que pueden responder al mismo significado, más aún cuando muy cerca hay un lugar llamado Los Palomares, topónimo muy al uso de los conquistadores para identificar los poblamientos aborígenes en casas-cueva. También está el Morro de Botija en Mogán, muy cerca de la Presa de Soria.


El Mayorazgo del Buen Suceso (véase BUEN SUCESO, HACIENDA DEL), fundado el 3 de mayo de 1788 por Domingo Hernández Naranjo Nieto con el capital que devengó como párroco durante muchos años en América, tenía en su patrimonio el Cortijo de La Breña, con una cabida de 178 fanegas, 8 celemines y 57 brazas que compró su cuñado por mandato del fundador. BREZAL, EL (SANTA MARÍA DE GUÍA) Recibe su nombre del «brezo» (Erica arborea), especie arbustiva que puede llegar a ser arbórea y que se diferencia de la conocida como «tejo» (Erica platycodon), la otra especie del género en las islas, por sus flores de color blanco y por sus hojas revolutas más o menos erectas. Se encuentra en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas. Es la mayor reserva de monte verde de Gran Canaria, poblada principalmente por laureles (Laurus azorica), acebiños (Ilex canariensis), fayas (Myrica faya), brezos (Erica arborea) y granadillos (Hypericum canariense). Como especies más escasas, pero de gran interés, están el delfino (Pleiomeris canariensis) y el lentisco (Pistacia lentiscus). Su utilización como finca recreativa de la burguesía canaria permitió su conservación hasta hoy en día. Actualmente, la propiedad de esta reserva reside en el Cabildo de Gran Canaria, que, con una gestión activa, trata de recuperar áreas de monte verde ocupadas en la actualidad por especies foráneas. En la antigüedad, prácticamente no existía diferenciación entre la vegetación de este lugar y la del próximo pago del Palmital, y formaban un conjunto prolongado, como manifiesta el Alférez de Guía, Amador Espino Peloz, cuando en su testamento de 16 de julio de 1701 dice tener nueve fanegas de una «Suerte de tierra de monte en el Brezal o Palmital». BRÍGIDA, SANTA Las tierras del municipio han conocido distintas denominaciones a lo largo de la historia. En la época prehispánica era Satautejo, y algunas investigaciones apuntan que, tal como se cita en el s. XV, puede ser una trascripción errónea por parte de los castellanos de la palabra Sataute o Tasate, que en tal caso haría referencia a «palmital» o «palmeral», nombre, este último, que perduraría en un caserío del municipio. La propia fundadora del pueblo, Isabel Guerra, en la capellanía que fundó ante el escribano Tome Solís, de fecha 5 de agosto de 1545, declara entre sus bienes «… un parral en la Vega de Tasaute, linda por una parte el camino real que va a la Vega Vieja y por otra parte el barranco del Gamonal y la otra parte tierra de su hijo Juan Guerra...».

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La explotación de las tierras en el lugar siempre guardó relación con el aprovechamiento pastoril, como lo prueba el testamento de 12 de diciembre de 1722 del Alférez Alonso Falcón, quien, además de doscientas setenta y cinco fanegas, decía tener un «Cortijo de tierra en su mayor parte montuosa en la Breña con 50 ovejas».


Los aborígenes canarios sobrevivieron en estos lugares utilizando el bosque como medio de subsistencia, para obtener leña para sus hornos de cerámica y sus hogueras, y madera para sus herramientas y utensilios. Así se refleja en los yacimientos arqueológicos La Atalaya y Cueva de los Canarios. La Villa pasó a formar parte de la historia de Gran Canaria cuando se convirtió en capital y cuartel general de la isla durante una semana, tiempo que se tardó en derrotar y expulsar al ejército holandés capitaneado por el almirante Pieter Van Der Does cuando éste atacó La Ciudad. Tras la conquista de la isla, la Vega es uno de los primeros municipios que procede al repartimiento de tierras y aguas, pues disponía de aguas abundantes y buenas tierras, y estaba situada cerca de La Ciudad. Estas condiciones resultaron muy atractivas para los demandantes en el momento de colonizar sus terrenos. Muy pronto se produce la gestación de un nuevo paisaje. La producción vitivinícola, con sus bodegas y lagares, se irá convirtiendo en la protagonista de la economía del lugar. A pesar de la hegemonía de la viña, se plantaron en menor extensión otros cultivos, como el cereal, base fundamental de la dieta alimentaria de los siglos modernistas, o la caña de azúcar, producto que en el s. XVI ocupó gran parte de los campos de cultivo. En el s. XVII se produce un importante aumento de la población, tendencia que se mantiene durante los siglos posteriores. BRISTOL, LOMO (TELDE) Este lomo, que en la actualidad es un núcleo de población que forma parte del barrio de Valle de los Nueve, fue también conocido como «Lomo Listón» por corrupción. Situado al norte de la carretera de Telde a Lomo Magullo por el Valle de los Nueve (GC-131), tiene su origen hacia la segunda mitad del siglo XVI, cuando Luis Bristol, según algunas fuentes hijo de Pedro Mayor y Catalina Ramírez y, según otras, de origen inglés, se hace dueño de grandes extensiones de tierra. Se casó con María de Solís con la que tuvo siete hijos entre el año 1547 y 1555. Posteriormente, en 1560, se casó con otra mujer llamada Juana, con la que no tuvo descendencia. Muy pronto se convierte en topónimo documental y aparece en la capellanía colativa de sangre de María León, fundada el 20 de mayo de 1597, con una agregación de bienes de Alonso de León, Racionero del Santo Oficio el 21 de enero de 1649, cuando dice que disponía de una suerte de tierra de centeno de doce fanegas en el lugar. Con posterioridad, Femando Sánchez y Beatriz Gutiérrez, en su testamento de 14 de diciembre de 1732, dicen poseer allí un cercado de tierra labradía de veintiséis fanegas, adquiridas por compra.

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Otros nombres que igualmente ha recibido, cronológicamente, son: El Lugar de la Vega, La Vega, Vega de Abajo, Vega de San Antonio y, por último, Santa Brígida o Villa de Santa Brígida.


BRUJAS, CUEVA DE LAS (TEJEDA) Grupo de cuatro cuevas situado en la cara norte de la Mesa del Junquillo (véase JUNQUILLO, MESA), a lo largo de un andén de color claro, una de las cuales presenta restos de decoración en rojo y blanco en las dependencias laterales y en la puerta, a la que según los lugareños le adjudicaban antiguas prácticas brujeriles. BRUJAS, DEGOLLADA DE LAS (ARTENARA Y TEJEDA) La más llamativa de todas las leyendas sobre «luces» es la historia de la luz del Bentayga, una luminaria que mostraba un aspecto de bola de fuego y que sembraba con algo más de misterio las mágicas y estrelladas noches de Tejeda. La luz recorría parte de Tejeda y sus barrancos, acercándose incluso a las inmediaciones del Roque Bentayga. La zona principal de aparición de la luz era entre el Bentayga y el Roque Nublo, hacia las zonas conocidas como La Culata y el camino que conduce a la Cruz de Timagada. Este último lugar es también conocido como Degollada de las Brujas, topónimo que se interpreta por sí mismo. La ya mencionada Cruz de Timagada tiene capilla y fiesta propia, y los lugareños de mayor edad recuerdan el incidente de la sorprendente rotura de un brazo de la Cruz, que fue después repuesto. BRUJAS, POZO DE LLANO DE LAS (ARUCAS) Este pozo, según los que lo conocen, no dio nunca agua, pues se excavó en un lugar de suelo calcáreo, no idóneo para este tipo de extracción, en Montaña Blanca, y es un símbolo del «sonoro silencio». El pozo, que se emplaza a unos 185 metros sobre el nivel del mar, data de finales del siglo XIX, y su estructura es la típica construcción tradicional canaria. Hasta 1936 era conocido como el Pozo de Don Paulino, respondiendo al nombre de su propietario Paulino Granados Marrero, que lo fue hasta 1945. Es a partir del año 1936 cuando el «silencio popular» empieza a llamar Llano de Las Brujas al lugar próximo que ahora le da nombre, porque en los tiempos del silencio obligado el nuevo topónimo hacía referencia a la única historia que podía contarse en relación con las «… misteriosas luces, ruidos, gritos y lamentos que se observaban y escuchaban desde la próxima Montaña de Cardones en las noches oscuras…» en los últimos meses de 1936 y primeros de 1937. Estos acontecimientos se atribuían a supuestos aquelarres de las Brujas en los comentarios entre

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Los hermanos Lucas y Rafael Bethencourt Cabrera, el primero Clérigo presbítero, prebendado de la Catedral, y el segundo Hacedor de las Rentas Decimales de Tenerife y Doctor en Sagrados Cánones, Abogado de los Reales Consejos de Su Majestad en Las Palmas, en su testamento de 20 de julio de 1763 en el que crean un patronato, dicen poseer cinco suertes de distintas tierras en las que ya son conocidos y mencionados distintos topónimos de las proximidades, como son Bristol, Pedro Paso, Jerez, Guinea, Capellanías y Silva, suertes que dicen han recibido por herencia.


Muchos años han tenido que pasar para que se rompiera el silencio y se conociera que «… las misteriosas luces eran las de los faros de las camionetas…» de los salvajes intolerantes que llevaban por carga a aquellos seres humanos, que sin tener delito de sangre alguno en sus manos, simplemente por tener otros ideales, o por estar cansados de tener las espaldas dobladas de tanto trabajo mal pagado, o por no atender a oscuros derechos de pernada, o por trabajar en días de guardar, eran condenados sin juicio previo por esa moderna inquisición que se dio en aquellas fechas, arrojados en el pozo de noventa metros y cubiertos con cal viva, en el mejor de los casos, después de ser tiroteados. Muchas son las palabras escritas para describir el lugar: horror, barbarie, crueldad, represión, tortura, dolor, infamia, ignominia, vileza, ruindad, repugnancia…, pero no existe un vocablo que defina tanta intolerancia, tanto odio. Pesa aún el desconocimiento de cuántos lugares de estos mal llamados aquelarres quedan por descubrir para acabar con el silencio por dignidad, justicia, vergüenza, decoro, respeto, reparación… El 29 de julio de 2008 fueron declarados Bienes de Interés Cultural los Pozos de Los Desaparecidos en la Guerra Civil Española localizados en el municipio de Arucas, con la categoría de Sitio Histórico. Este Sitio está integrado por cuatro pozos: el Pozo del Puente del Barranco de Arucas, construido con anterioridad a 1924, que ya en 1937 se encontraba seco; el Pozo de la Vuelta del Francés, en barranquillo de la Calva en Visvique, que ya se encontraba construido en 1933; el Pozo del Barranco de Tenoya, cuya construcción se remonta a 1924; y el descrito Pozo del Llano de las Brujas. BUEN SUCESO, HACIENDA DEL (ARUCAS) La antigua Hacienda es el mayor patrimonio con el que se constituyó el Mayorazgo del mismo nombre. Fundado sin licencia real basándose en la Ley 27 de Toro el 3 de mayo de 1788, ante Juan Reyes Cabrera, escribano de Las Palmas, es una de las fundaciones de mayor relieve, incluyendo en su dotación el título de Marqués del Buen Suceso y los bienes adquiridos por Domingo Hernández Naranjo Nieto con el capital que devengó como párroco durante muchos años en América. Corre a cargo de Juan Domingo Hernández Monasterios, que vincula el título de Marqués del Buen Suceso concedido a su padre, Bartolomé Francisco Naranjo Nieto, por Real Cédula de Carlos III de 14 de marzo de 1783, y de Domingo José Hernández Naranjo Nieto, tío presbítero, quien funda el mayorazgo de sus bienes para cooperar a la solidez de la vinculación de dicho título y a que sus poseedores pudieran tener suficiencia económica para mantener la dignidad y honor de su casa y de su familia.

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vecinos, pretendiendo que el lugar no fuera olvidado por los extraños sucesos acontecidos, pero en la intimidad de las familias de bien se custodiaba la verdad de la historia. La tradición oral mantuvo, en la memoria colectiva, la esperanza entre los familiares y vecinos de los ausentes.


Los bienes que integran la dotación patrimonial del mayorazgo habían sido adquiridos con un caudal consistente en 86 724 pesos, 3 reales, 16 maravedíes corrientes de las islas, enviados desde Indias por Domingo Naranjo Nieto a su cuñado Marcos Isidro Falcón Servantes, quien lo invirtió en la adquisición de tierras y en otras disposiciones encomendadas. La Hacienda del Buen Suceso se valoró en 46 687 reales y 22 maravedíes, y consistía en labradía, viña, arboleda, casas, lagar y bodegas con su portada «… en que está el escudo de armas de que usa la casa…». Tiene tres albercones y trece azadas de agua del Heredamiento de Arucas y Firgas. Adjudicada por deudas de un tributo de su padre (53 fanegas y 9 celemines), y por compra y permutas (15 fanegas y 3 celemines). La hacienda se localiza junto al lugar de la Hoya La Campana, donde hoy se publicita un hotel rural, en lo que fueron las antiguas vaquerías del Marquesado de Arucas. Ha sido rehabilitada para el nuevo oficio. El mayorazgo disponía también de otras importantes propiedades en Telde y Gáldar, si bien la Hacienda de Arucas era la más significativa por su coste. BUENAVISTA (GÁLDAR) Véase el caserío unido en SILOS, LOS. BUENLUGAR (FIRGAS) Este barrio es mencionado como pago de Firgas desde el s. XVI y citado conjuntamente con otros antiguos: «… Buen Lugar, San Antón, la Cantarilla…». El topónimo no ofrece duda de su significado, pues además de ser estratégicamente importante por encontrarse a medio camino y en el límite de la demarcación de los repartimientos de la Ciudad, marcada por el antiguo Barranco de Aumastel, después conocido por el nombre del propietario de sus tierras, Damián Azuaje, está asentado en el interfluvio de barrancos, a 362 metros de altitud, contemplando el cauce situado a 162 metros del que fuera el barranco más caudaloso de la isla, con una posición geográfica privilegiada que no pasó desapercibida para los primeros conquistadores, que así lo reconocieron en su topónimo. Esa posición en lo alto de un interfluvio limitaba la amplitud de sus tierras de labradío, pero pese a ello está documentado ya a finales del s. XVII en el vínculo de bienes, al que pertenecía también el molino harinero de Firgas, perteneciente a Luisa Antonia Trujillo Figueroa, viuda del Sargento Mayor Alonso Olivares del Castillo, constituido el 29 de abril de 1705. En el

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Según la fuente consultada, el origen del nombre parece arrancar de la madre de Domingo, Josefa Micaela Nieto del Castillo, que tenía una especial devoción a celebrar la fiesta de la Virgen, el 15 de agosto, con el título de Buen Suceso, cita en el lugar de San Lorenzo. Al emigrar a Caracas en 1738, dejó a su hermana Antonia Naranjo las alhajas de plata y aseos de dicha imagen para que se hiciese y costease dicha fiesta con el producto de la Hacienda en Arucas.


El censo de 749 reales de vellón lo era en su condición y actividad de prestamista. De la lectura de los distintos censos que acredita este vínculo –existen varios de igual importe– podría entenderse que los préstamos eran concedidos por igual importe y tenían una baremación estimativa por módulos, en función del valor del bien gravado. Al sur del antiguo núcleo de población de este barrio, ascendiendo por el antiguo camino hacia Firgas, ha surgido un pequeño caserío, prácticamente de autoconstrucción, cuyo nombre La Palmita hace honor a un viejo palmeral del que aún quedan algunos ejemplares. BUFADERO, SALINAS DEL (ARUCAS) Las salinas del Bufadero datan probablemente del s. XVII y forman parte de un conjunto de seis salinas ubicadas en este litoral, siendo estas las que más han perdurado por su ubicación y morfología. El Patronato fundado por el Coronel Francisco Manrique Amoreto el 31 de marzo de 1748 incluye entre sus bienes siete fanegas de «Tierras labradías y “arrifes” denominadas las Salinas o El Cardón, en la costa del Bañadero». Reciben ese nombre por estar situadas en un área del acantilado donde surge un chorro de agua y espuma, producido por la acción del mar en la parte baja de la roca. En realidad, en una grieta de la misma, el aire es comprimido repentinamente y, cuando retrocede el agua, esta se libera súbitamente con fuerza explosiva emitiendo un sonido de ventosidad que en Canarias es mal llamado «bufo». Están sobre una amplia y escalonada plataforma lávica, y en ella se produce un doble sistema cristalizador: los charcos de captación o maretones en el nivel inferior y los cristalizadores, con cordones de piedras y barro, denominados maretas. Los maretones están muy cerca de la orilla para que en la pleamar las olas lleguen a ellos. Aquí, aparte de captar el agua, esta se va saturando. El agua, ya más condensada, se trasladaba a hombros desde los maretones hasta la mareta donde se produce la cristalización. Las salinas sobre roca constituyen un endemismo etnográfico por su primaria tecnología y modelo de asentamiento. Son un valioso ejemplo de una actividad económica tradicional muy antigua, con estructuras inalteradas hasta hace poco tiempo, por lo que están catalogadas como Bien de Interés Cultural.

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momento de su división, el 23 de junio de 1876, declaraba ocho fanegas y seis celemines de una «Trozada de tierra labradía y en su mayor parte de “arrifes” en el Buen Lugar de Firgas» y un censo de 749 reales de vellón de principal redimible, rédito de 23 reales de vellón, impuesto sobre unas casas en Buen Lugar. Este vínculo de bienes fue repartido a medias entre su poseedor, Agustín del Castillo Bethencourt, y su sucesor, Fernando del Castillo Westerling, condes cuarto y quinto de la Vega Grande.


BURRERO, PLAYA DEL (INGENIO) Enmarcada al norte por la punta del Burrero o Utigrande, y al sur por el Barranco de los Romeros o Aromeros, se sitúa entre las bahías de Gando y Arinaga en un punto casi intermedio entre las mismas. Sin embargo, en la práctica, constituye una prolongación natural de la bahía de Gando, de la cual forma parte, por lo cual esta playa ha pasado prácticamente desapercibida. Se encuentra en la margen septentrional de la desembocadura del Barranco de Guayadeque, uno de los principales de la isla desde época aborigen. En un plano de 1849, esta playa es denominada Caletones de Utigrande. Según algunas fuentes, su nombre guarda relación con el transporte de productos a lomos de burro desde las Bandas de Ingenio y Agüimes, sin que se precise más sobre ello. En 1866, cuando se produce la desamortización de los bienes eclesiásticos, salen a remate quince fanegas y siete celemines que conforman la «Finca denominada “El Burrero” con un día de agua del Barranco de Las Majoreras con un estanque y casa terrera», que pertenecían al Seminario Conciliar de Las Palmas por donación del Obispo Juan Servera, fundador del Seminario, que fueron vendidos a Pablo Padilla Padilla de Las Palmas por 81 000 reales de vellón.

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BURRAS, LAS (GÁLDAR) Este lugar, mencionado desde muy antiguo como pago de El Burrero y citado en los linderos de las propiedades rústicas como lugar frente a la abadía, con vecinos como Juana Guerra, quien disfrutaba el 25 de marzo de 1763 de una casa terrera en el mismo, debe posiblemente su nombre a que era un amarradero de burros.


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C


CABALLERO, CUESTA (INGENIO) En la actualidad es el barrio que ha surgido en el desarrollo hacia el este del casco de Ingenio, en la margen norte de la carretera de El Carrizal a Ingenio (GC-196).

Considera la fuente consultada, que este cercado estaba entre la huerta del Obispo y la Montaña de Marfú, por lo que la acequia estaría entre Los Moriscos y Ojos de Garza, según se aprecia en la solicitud de las tierras que se reproduce a continuación. «… Muy magníficos señores, Llorente González como conjunta persona de Luis de Cabrera e Françisco Taborda como marido de Mençia de Cabrera e Maria de Morales todas tress hijas de Juan Martinez de Bilbao difunto por nuestras parte e Catalina Vaez muger que fue de Gonçalo Vaez por mi e Luis Vaez mi hijo, paresçemos ante vuestras señorias e dezimos que a los susodichos fue hecha merçed y data de çient hanegadas de tierras en Aguimez por el año pasado de quarenta e dos años linderos el albarrada del çercado de del caballero e de la parte de Agando un barranquillo que viene de dos montañas e por arriba el açequia vieja del tiempo de Grand Canaria que viene del çercado del cavallero...». CABALLERO, CUEVAS DE (ARTENARA) Conjunto arqueológico de cuevas de habitación asociado con un lugar de elevada significación mágico-religiosa para los aborígenes canarios. El yacimiento arqueológico es también conocido con el topónimo de Las Machas, debido a la creencia popular de que el lugar estuvo habitado por mujeres que practicaban la brujería. Está formado por un conjunto de doce cuevas artificiales, algunas de las cuales fueron utilizadas como vivienda. Sin embargo, en las paredes de la gran mayoría aparecen unos grabados, a modo de triángulos púbicos, triángulos de tendencia equilátera con el vértice superior invertido, en muchos casos junto a cúpulas, que han sido identificados como vulvas femeninas o signos de la fertilidad, imprimiendo a estas cuevas el carácter de sitio sagrado o centro ritual. Esta finalidad ritual viene apoyada por la presencia de unos hoyos o cazoletas excavados en el suelo de las cuevas e intercomunicados con canalillos, manifestación rupestre que aparece muy extendida entre los restos de la cultura prehispánica de la isla y que se identifica también con la búsqueda de la fertilidad de las tierras y la demanda de agua. CABALLO, LOMO (INGENIO) Es una amplia llanura con suave pendiente de tierras de sequero, comprendida entre el Barranquillo de la Sierra por el norte y el de Guayadeque por el sur, y que llega hasta la falda del Mojón, al que se accede por la GC-121.

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Sus antecedentes históricos, de 1557, están en la data recibida por los hijos de Juan Martínez y los de Gonzalo Vaez, en el «Cercado del Caballero», que describe también la existencia de una acequia aborigen.


CABO VERDE (MOYA) Recibe su nombre del especial relieve donde, desde los primeros años de la Conquista, se asentó la población, en una pequeña mesa elevada sobre la franja costera aproximadamente a unos 170 metros de altitud, como si de un cabo se tratara, que ha sido drenada por ambos lados: por el pequeño barranquillo de Las Monjas al naciente, que desagua junto a El Roque (véase ROQUE, EL de Moya), y por el poniente, por la cuenca del Barranco de Moya. Aunque toda la mesa es conocida como Cabo Verde, los lugareños distinguen tres sectores: la punta del norte, que se concreta como Cabo Verde; el lateral del poniente, llamado La Cordillera; y el lateral del naciente, llamado Las Monjas (véase MONJAS, LAS). Todas estas tierras son excelentes para el cultivo, de ahí que el color dominante que les da nombre sea el verde. La calidad de las tierras ha posibilitado a lo largo de la historia una buena producción agrícola que motivó que fueran muy estimadas. En dos agregaciones efectuadas a los bienes del vínculo de Fernando Pineda, constituido en 1643 en Gáldar, se incluyen, en 1715, por Teodora Westerling Amoreto, pariente de aquel, una Suerte en Cabo Verde; y en 1738, por José y Francisco Bethencourt, también parientes, otras tierras en Cabo Verde. En el barranquillo de Las Monjas se localiza una explotación de piedra natural, conocida con el nombre del barrio, de la que se obtiene una piedra basáltica de color gris-pardo bastante apreciada para la decoración de fachadas de inmuebles. El Sargento Mayor Salvador Cayetano Manrique Osorio incluye, en su testamento de 27 de noviembre de 1740, una amplia relación de bienes vinculados próximos al lugar cuando dice «Finca de tierra labradía, bajo de riego, denominada “Las Canterías”, de cuatro fanegas y seis celemines», que podrían ser las tierras próximas a la actual cantera. CABRÓN, PLAYA DEL (AGÜIMES) Lugar por donde desembarcó el conquistador Pedro Hernández de Cabrón, de cuyo apellido recibe este nombre la playa cercana a Arinaga. Está situada al norte de esta pequeña localidad, hoy prácticamente dentro de la ampliación de la misma, concretamente entre Punta de la Sal y Punta de la Monja. Tiene alrededor de trescientos metros de largo y un ancho medio de veintisiete metros.

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El Lomo era una zona cerealera, si bien la lejanía y el relieve del terreno dificultaban sus labores. Aparece en varios repartimientos y ventas. El Licenciado y Presbítero de Agüimes, Juan Bautista Espino Peloz, en escritura de 9 de febrero de 1667, dice ser propietario de veinticinco fanegas de unas «Tierras labradías con su asiento de colmenas y pedazo de viña en el lomo del Caballo».


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San José del Caidero

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CAIDERO, SAN JOSÉ DEL (GÁLDAR) El pago debe su nombre a la antigua ermita edificada en advocación a este santo y al nombre del fundador, que cuelga delante de un gran caidero que forma el barranco frente al pueblo. Se llama «caidero» al tabuco o salto de agua con algún tipo de obra sencilla destinada a desviarla. Estos caideros cuelgan sobre el Valle de Agaete, donde los riscos están erosionados por los torrentes de agua de lluvia que, en los tiempos históricos, caían por el lugar y que pueden ser contemplados desde la carretera que conduce a la Presa de Los Pérez o Barranco Hondo (GC-223). En el llamado «Caidero el Viejo» está la antigua ermita dedicada a San José, que fue una fundación del capitán José de Medina González (1694). De la misma se conservan los muros de mampostería, revestidos de mortero de cal, con sillería en las pilastras de las esquinas y la cantería que enmarca la portada, a base de dos jambas sobre basamento de las que arranca un arco de medio punto. La economía de estos pueblos de medianías se basa en la agricultura y la ganadería, en especial ovina, por lo que, al llegar el verano, tienen lugar en esta zona «las trasquilás», que despejan a las ovejas y reúnen a los ganaderos de la zona. El 30 de mayo se celebra en este pueblo la Fiesta de la Lana. CALABOZO, BARRANCO Y CASERÍO DE (SANTA MARÍA DE GUÍA) Como caserío se lo menciona en las Constituciones, y nuevas addiciones Synodales del Obispado de las Canarias de Pedro Manuel Dávila y Cárdenas, del año de 1737, a las que hizo Cristóbal de la Cámara y Murga en el año 1629, cuando al describir Guía menciona el pago de El Calabozo con ocho vecinos, aproximadamente unos cuarenta habitantes. Igualmente es mencionado en su descripción de Guía por Viera y Clavijo. Situado entre el Lomo Betancor y la Dehesa de Tamara, junto al barranco del mismo nombre, el topónimo de este lugar empieza a documentarse a finales del s. XVII. También es conocido un antiguo topónimo igual en La Culata de San Bartolomé de Tirajana. Las tierras en este lugar fueron propiedad del Convento Dominico de Las Palmas, teniendo su origen posiblemente en una donación. Con la desamortización de los bienes eclesiásticos, salen a remate las seis

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Sin duda es un lugar que constituye una excepción con respecto al resto del litoral de la isla, con más de un centenar de especies en la zona, de las cuales al menos setenta y seis se consideran estables en el lugar, y treinta son ocasionales o raras. Destaca la presencia del caballito de mar (Hippocampus ramulosos), el pez trompete (Aulostomus striosus) y el tamboril espinoso (Chilomycterus agringa). Otros peces más comunes, pero que forman ya parte del paisaje submarino, son los roncadores (Pomadasys incisus), las barracudas (Sphyraena viridensis), los sargos (Diplodus), meros (Epinephelus marginatus), abades (Mycteroperca fusca), las morenas (Muraena helena) y las viejas (Sparisoma cretense).


El topónimo puede tener su origen en el apellido Calabozo, que tiene escudo heráldico, pero también lo podría tener en ese aparejo agrícola que, según el DRAE, es un «Instrumento de hoja acerada, ancha y fuerte, para podar y rozar árboles y matas» muy utilizado en la antigüedad, pues ya desde 1531, las Ordenanzas del Concejo obligaban de alguna manera su utilización, para que el árbol no muriera, diciendo «… se podía cortar leña por parte de los vecinos de Las Palmas y Telde usando hacha o calabozo sin arrancar de raíz el lentisco…». Aproximadamente al pie del Cenobio de Valerón, cuando desemboca en San Felipe, confluye con el mismo el Barranco de Valerón, conformando una gran superficie de drenaje que ha sido aprovechada para el cultivo tras la construcción de dos presas. CALDERA, LA (FIRGAS) La denominación de este caserío situado en el camino vecinal del Lomo San Pedro de Arucas a La Cruz de Firgas, antiguo camino de herradura conocido desde el siglo XVI por «camino que va de los engeños de Arucas», se debe a la próxima ubicación de esta depresión del terreno entre el Lomo de San Pedro y el Lomo Tomás de León, aproximadamente como a unos doscientos metros bajando, en la margen derecha del antiguo camino. Esta histórica denominación es mencionada en la relación de Bienes Fundacionales del Mayorazgo de Arucas de 1572, y sus dos agregaciones siguientes de los años 1576 y 1577, por Pedro Cerón y Sofía de Santa Gadea, al describir una de las fincas, cuando dice: «… Yten otras dos suertes en tres pedazos que se dizen del albercon, que lindan por dha. parte con el sercado de la Caldera de Costansa Suarez muger que fue de Hernando de Bachicao, y con el Albarcon grande de la Hazienda de nos los sussodhos., y por la otra parte con tierras de los herederos de Juana de Ossorio y por medio de las dhas. dos suertes el Camino RI. que va a Firgas...». El 13 de octubre de 1889, la Heredad de Aguas de Arucas y Firgas se interesó por su compra para la construcción en ella de una presa, pero desistió ante las condiciones de coste y condominio que pedían los propietarios, los herederos de Santiago Bravo, optando por la compra del suelo en el Barranco del Pinto, donde luego se harían las dos presas del mismo nombre. CALERO, EL (TELDE) La presencia de los caleros para producir cal, después de la conquista de la isla, está bien reflejada en la documentación histórica, derivándose de esa actividad el topónimo de este populoso barrio de Telde, adonde llegaban también las piedras de cal para quemar de Fuerteventura y Lanzarote, a través del puerto de Melenara.

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fanegas y seis celemines el día 26 de agosto de 1841, siendo adquirida la «Suerte en Calabozo con una cueva» por Francisco Tobar, vecino de Guía, por 8500 reales de vellón.


De la cal mezclada con barro se hacía el antiguo cemento. No se trata del cemento tal como lo conocemos en la actualidad, que es el fabricado a partir de las rocas o piedras conocidas como pucelanas. Antiguamente, en los enterramientos, la cal se espolvoreaba sobre la tumba orada en la tierra para evitar posibles enfermedades derivadas de la descomposición de los cuerpos. Precisamente, la mezcla de la cal con el barro en la tumba daba lugar al cemento, circunstancia de donde surgiría la denominación «cementerios» para los campos santos. Este topónimo es un referente desde los primeros años de la conquista. Así, en una data perteneciente a Telde, entregada por el Cabildo a Diego Ramírez y Francisco López en 1550, se conceden cuarenta fanegas de tierras en La Calera. En la isla existen topónimos iguales o similares en diferentes lugares, y todos guardan relación con el antiguo negocio de la cal. CALETA DE ABAJO (GÁLDAR) Es la ensenada situada entre la Punta de Gáldar y La Caleta, y se encuentra abierta a los vientos del este, noreste, norte, noroeste y oeste, lo que impedía habitualmente atracar en él, sirviendo como puerto complementario y alternativo de atraque al Puerto de Sardina que está bien protegido de los vientos del noroeste, norte y noreste, cuando soplaban los vientos contrarios. Separados por algo más de un kilómetro, la Caleta de Abajo es el último puerto en la fachada norte de la isla y el Puerto de Sardina es el primero en la fachada occidental. El Pico de la Atalaya, junto al casco urbano de Gáldar, servía como puesto de observación para su defensa. En la antigüedad fue un pequeño puerto, en muy malas condiciones, que según parece fue utilizado solo para casos extremos, como ocurriera cuando arribó un barco con contagiados del cólera morbo a los que se impidió desembarcar por otros puertos de Gáldar. Entre los siglos XVI y XVIII se los llamaba puertos, aunque constituían simplemente las desembocaduras de barrancos o barranquillos que, debido a su configuración geomorfológica por diferentes movimientos en la vertical de la isla y procesos erosivos, conformaban playas y caletas de arena, o callados con sus caletones y veriles anexos, al soco de los vientos. (Véase PUERTOS HISTÓRICOS).

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La extracción del producto de las minas de cal, llamadas «caleros», se realizaba para su tratamiento en los hornos que se empleaban para quemar el carbonato cálcico, llamado caliche, de donde se obtenía la cal, siendo esta empleada como elemento básico en la construcción. Servía para albear o dar color blanco o alba. Del uso de la cal en la construcción para el recubrimiento de los paramentos verticales deriva la palabra «encalar», que significa ‘enfoscar con cal’.


En la actualidad existen un pequeño caserón y un espigón, construidos con argamasa, prácticamente abandonados y de escasa utilización, por su falta de abrigo de los vientos dominantes. Casi han desaparecido los asentamientos en el lugar. CALETA DE ARRIBA (GÁLDAR y GUÍA) Situada entre la Punta de Jandía y la Punta de Guanarteme, es también denominada Caleta de Soria. Su ubicación en los límites de los municipios de Gáldar y Guía ha sido motivo de históricas disputas jurisdiccionales entre ellos. El desarrollo del caserío no es antiguo y está mucho más poblado que la Caleta de Abajo, que está situada más al poniente. Fue primero de pescadores, pero en su espíritu acogedor ha ido recibiendo a otras gentes que la han elegido como lugar de residencia o de descanso. Entre los siglos XVI y XVIII se los llamaba puertos, aunque constituían simplemente las desembocaduras de barrancos o barranquillos que, debido a su configuración geomorfológica por diferentes movimientos en la vertical de la isla y procesos erosivos, conforman playas y caletas de arena, o callados con sus caletones y veriles anexos, al soco de los vientos. (Véase PUERTOS HISTÓRICOS). Fue fondeadero natural para acoger, a finales del s. XV y principios del s. XVI, las naves que embarcaban los productos agrícolas de la entonces Villa de Guía, por su mayor proximidad respecto del Puerto de Sardina, que pertenecía a la jurisdicción de Gáldar, y a la que no querían beneficiar por sus múltiples diferencias. Los litigios jurisdiccionales entre Gáldar y Guía siguen aún estando vivos. En 1802 se estableció un deslinde oficial por el Corregidor Aguirre, igualando la demarcación civil a la religiosa, delimitación que no fue aceptada por ninguna de las dos partes. Este pleito afectaba a la costa, pues las ensenadas de El Río, Puerto Nuevo y Caleta de Soria se utilizaron para embarques de productos de Guía, pero el «alcalde de mar» de toda la comarca estaba en el puerto principal de Sardina, controlado por Gáldar, que reivindicaba la Caleta de Soria. En 1839 se crea la figura del «alcalde de mar» en Guía, pero colisiona con las atribuciones del de Sardina y la Diputación Provincial resuelve que pertenece a Guía. Las mejores condiciones de la Caleta de Abajo y Sardina diluyen en algo el pleito con la implantación de las franquicias portuarias en 1852. En el s. XX volvió a resurgir el pleito

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El hecho más importante desarrollado en su entorno será, tras una incursión en el puerto de Aumastel, un segundo desembarco de Diego de Silva hacia 1466 en la Caleta de las Vacas o Caleta de las Barcas, según otra fuente, que presumiblemente debe corresponderse con la Caleta de Abajo. Allí, doscientos hombres, transportados en dos carabelas, avanzarán para atacar Gáldar donde acabarán siendo cercados por ochocientos canarios al mando del Guanarteme.


de delimitaciones, sin arreglo entre las partes, cuestión que puede volver a reproducirse en cualquier momento.

Los del lugar hacían guelderas con aparejo para pescar gueldes y algunas fulas. Los barquillos se alejaban en busca de los erizos que se echaban como carnada en las nasas. CALMAS, LOS PUERTOS DE LAS (ALDEA DE SAN NICOLÁS Y MOGÁN) A partir del s. XVIII, las desembocaduras de los barrancos de Güygüy, El Asno (Tasartico), Tasarte, Veneguera, Mogán y Arguineguín también constituían puntos de embarque por la importancia de la riqueza forestal y pecuaria de sus montes y cortijos, aunque con menos frecuencia. Entre los siglos XVI y XVIII se los llamaba puertos aunque constituían simplemente las desembocaduras de barrancos o barranquillos (véase PUERTOS HISTÓRICOS). Se llama Mar de las Calmas a la franja marina junto a la costa que está protegida por las montañas de los vientos Alisios que actúan con fuerza desde el norte. Se extiende aproximadamente desde la Punta del Descojonado hacia el sur, aunque su amplitud abarca desde la Punta de la Aldea hasta la desembocadura del Barranco de Tirajana, arco de costa suroeste (véase DESCOJONADO, PUNTA DEL). Este efecto de los Mares en Calma se localiza en todas las islas del archipiélago con alto relieve, en el brazo de mar de separación entre islas, donde los vientos Alisios actúan con fuerza desde el norte, haciendo que el mar presente un aspecto rizado, a excepción de estas zonas de las Calmas al abrigo de las montañas. En 1764, el navegante escocés George Glas, médico y comerciante, que había llegado a Canarias por motivos prácticos relacionados con el comercio y la navegación, escribe un libro publicado en Londres con una descripción de las islas, su historia, sus usos y costumbres. En él incluye además distintas observaciones, y entre ellas menciona por primera vez el «efecto isla» refiriéndose a los mares en calma y a las fuertes y peligrosas turbulencias que se forman en sus límites, conocidas desde muy antiguo por los marineros que las llaman «los barbascos». Estas particularidades tenían consecuencias sobre los veleros de entonces que, partiendo del puerto de Mogán hacia Santa Cruz de Tenerife, tenían primero que salir de las calmas, y luego superar los barbascos haciendo bordadas, derrotas que hace entre dos viradas el barco que navega, voltejeando para ganar o aventajar hacia barlovento, y siempre sin perder de vista la tierra. El «efecto isla» genera, por la aceleración del flujo que forma remolinos ciclónicos y anticiclónicos, un fenómeno de gran importancia oceanográfica, porque influye en la formación y transporte de materia orgánica. Es decir, que provoca el bombeo de nutrientes

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En la actualidad se tienen recuerdos de la llegada de los barquillos, cargados de pescado fresco, del que gran parte era vendido en la propia orilla, y el resto lo llevaban las mujeres en bañeras a la cabeza por el camino de Roque Prieto hasta La Atalaya y Guía, para venderlo allí.


y el ascenso de la clorofila profunda hacia la superficie, con la consiguiente mayor presencia de fuentes de producción primaria para la cadena trófica.

CALVA, LA (ARUCAS) Caserío situado junto a un pequeño barranquillo del mismo nombre, en el antiguo camino que va de Visvique a la Cuesta de La Arena, al pie del Lomo Jurgón. Sostiene el cronista aruquense que debe su nombre a María Calva, matriarca de los Zuritas en el lejano s. XVI. Hace referencia a María Fernández Calva, mujer de Bartolomé Martín Zurita. En la escritura de 1 de febrero de 1538 en la que su marido relaciona sus bienes, todos se sitúan en el municipio de Telde. En el testamento realizado por ella el 8 de enero de 1552 no se da información de propiedades, pero podría ser que alguna estuviera en este lugar y se creara este curioso topónimo. Sí está documentado con posterioridad que Pedro Cerón, Capitán General de las islas y Regidor, y Sofía de Santa Gadea, en escritura de 10 de julio de 1572, vinculan a su patronato un «Cercado de la Calva de cinco suertes y media con su albercón». CALVARIO, EL (SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA) Según la Guía Informativa de Tunte, el nombre de este lugar se debe al difícil camino que se tenía que recorrer cada vez que se trasladaba a un difunto desde algunos de los diversos pueblos hasta el cementerio de Tunte, y surgió de la exclamación «¡un verdadero calvario!» de los lugareños, pues era el único existente en aquella época. El acceso al pueblo del cortejo fúnebre dependía de la procedencia del difunto. Si se trataba de los pueblos de La Montaña, Hoya Grande, Hoya de Tunte, Taidía o Los Sitios, la entrada era por la parte sur de la villa. Si, por el contrario, venían de Risco Blanco, Perera, La Culata, La Plata, Cercados de Araña y Ayacata lo hacían por el norte. En ambos casos existía un pequeño descansillo y una cruz donde se depositaba el ataúd, lugar conocido popularmente como «descansadero de los muertos» (véase MUERTOS, CAMINO DE LOS). En este punto se esperaba la llegada del párroco, que lo hacia cinco o diez minutos antes del entierro portando los elementos del rito cristiano: la cruz, los cirios, el incienso y el agua bendecida. El cura recibía oficialmente al cortejo y juntos se trasladaban en procesión hasta la iglesia, donde se procedía al responso o rezo, y al posterior traslado al cementerio.

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Por este efecto, en las Calmas abundan muchas especies que atraen a gran cantidad de cetáceos, escuálidos y otros peces mayores, de lo que da cuenta el ilustrado Viera y Clavijo en su Diccionario de Historia Natural. Asimismo, se sabe de proyectos de pesca de cetáceos emprendidos en 1778, arponándose algunos en Arguineguín, aunque escaparon por la inexperiencia de los pescadores (véase ARGUINEGUÍN).


La primera afirmación que hace este autor resulta un tanto sorprendente, salvo que se deba a una errata, pues, consultado el santoral, aparece tan solo Santo Domingo de la Calzada, y no se menciona la fuente o bibliografía utilizada. Sí está acreditada la existencia del vínculo de Jerónimo del Río Loreto (1760), que construyó una ermita bajo la advocación de San Jerónimo y Nª.Sª. de Candelaria en su hacienda. Las propiedades aportadas al vínculo le fueron reconocidas por sentencia de la Audiencia por auto de 22 de mayo de 1750 que aprueba la concesión de un sitio en el Lentiscal a favor de don Jerónimo del Río. También se sabe de la antigua existencia de la Hacienda del Convento de Sto. Domingo, próxima a este lugar, y pudiera ser que estos dominicos le dieran el nombre. Uno de los lugares que muestran el pasado aborigen próximo a este lugar es la Cueva de los Frailes, excavada en el volcán de la Caldereta que se encuentra junto al puente de La Calzada. Debe su nombre a dos frailes, Juan de Lebrija y Diego de las Cañas, los cuales pidieron permiso a Pedro de Vera para que les dejase interceder con los aborígenes, con escasos resultados y un final bastante dramático. Formado por 37 cuevas naturales, este yacimiento fue descubierto en 1933. En el lugar existían otras propiedades y otras ermitas, como resulta del testamento de Matías Lorenzo Fernández, Licenciado y Capellán de Santa María en la Catedral, que con fecha 17 de septiembre de 1711 dice tener 15 fanegas compradas de «Cercado denominado “Hidalgo”, plantado de malvasía y árboles, en La Calzada. Cercado de malvasía y vidueño, tierra calma, casa, bodega, lagar, una casa alta, dos casas terreras y la ermita de Nuestra Señora de la Concepción en La Calzada. Cercado de pan sembrar con un día de agua del Heredamiento de Tafira y ocho horas de agua del Heredamiento de la Fuente de Bribisca». CAMARETAS, CASERÍO Y HOYA DE (SAN MATEO) Este caserío y su nombre no son recientes, pues se mencionan en documentos públicos del s. XVIII, como queda acreditado en los bienes vinculados de Bartolomé Navarro del Castillo en su testamento de 25 de noviembre de 1717, que incluye las siguientes fincas en Camaretas: siete fanegas de Suerte de tierra labrada; cuatro fanegas de Suerte de tierra labradía, dentro del Cercado Grande, con cien brazas de pared. Diez años después,

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CALZADA, LA (SANTA BRÍGIDA) Dice Claudio de la Torre Millares (1895-1973) en su obra Las Canarias Orientales: Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura que «… El poblado de La Calzada se llamó anteriormente de San Jerónimo de la Calzada. En él establecieron algunas familias importantes, de las que aún quedan sus casas solariegas. Entre estas familias estaba la de O’Shanahan, de origen irlandés, que erigió la ermita de la Concepción en el siglo XVI. Esta familia acogió en su época a los fugitivos irlandeses que llegaban a Canarias, perseguidos por el fanatismo de Isabel I de Inglaterra, facilitándoles la emigración a América…».


En el habla canaria su significado es ‘cueva en la que hay un naciente o formada por el naciente’. Puede también que guarde relación con la belleza de las formaciones geológicas del lugar próximo al caserío por el capricho de la naturaleza, siendo por tanto un geotopónimo. Se mantiene la teoría de que las aguas, discurrentes durante un período de al menos tres millones de años en este lugar que constituye una de las cabeceras del Barranco Guiniguada, han cortado verticalmente las formaciones geológicas, que se hallan atravesadas por «diques» que mantienen normalmente una dirección perpendicular a los torrentes. Por esta belleza del lugar, se ha creado allí el Aula de la Naturaleza de Camaretas, con fines educativos y medioambientales, a una altitud de 1350 metros y en el interior de un pinar junto a la Hoya. La belleza y el olor de los retamales y magarzas compiten con los pinos, castaños y pastos en dar vistosidad a la Hoya, que merece ser considerada un lugar de alto valor paisajístico y estético, lo que, unido a sus enormes posibilidades como área experimental para la regeneración del bosque subtropical de laurisilva, le confieren un gran valor recreativo, científico y educativo. Tiene gran valor florístico y se encuentran en ella especies de vital interés científico. Predominan la flor de piedra, endemismo canario considerado como raro en esta isla, así como el Pastel de Risco, también llamado porpularmente Verol o Bejeque (Aeonium) y especies arbustivas como el Tajinaste Azul, la Flor de Mayo leñosa, en peligro de desaparición, elementos de laurisilva, como el folao o follado canario, y ejemplares arbóreos de laurel. El Tajinaste Azul (Echium virescens) es un endemismo que pertenece al grupo de especies arbustivas ramificadas, con varias inflorescencias densas y cilíndricas. Se distingue por que la corola de las flores no se encuentra comprimida lateralmente y es de color rosado a azul pálido. Las inflorescencias son cilíndricas y las hojas son lanceoladas, con pelos similares por ambas caras. La Flor de Mayo leñosa (Pericallis webbii) es un endemismo de la isla de Gran Canaria. Se diferencia del resto de especies por tratarse de una hierba perenne, con hojas orbiculares e inflorescencias que poseen entre 10-20 capítulos. Las lígulas son de color blanco a carmín y los flósculos centrales, de color morado. La Flor de Mayo fue señalada en 1984 por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza como una de las doce especies de flora y fauna más amenazadas del mundo. Se trata de una planta de porte arbustivo de casi dos metros de altura que únicamente crece en los riscos más inaccesibles de Tenteniguada y en las hoyas del Camaretas y de Gamonal. En la actualidad ha mejorado sensiblemente y se localiza en otras zonas húmedas de la isla pero de menor talla.

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entre los bienes vinculados de Margarita Leiba Herrera Medraño, el 6 de julio de 1727, incluye cuarenta fanegas de un «Cortijo labradío y de “arrifes” con una cueva y gañanía en Camaretas».


La avifauna del lugar es rica en variedad y en algunos casos en cantidad. La variada presencia de aves en esta zona, muy modificada en lo que debió de ser su estado natural, se explica por la nueva colonización del lugar por especies que teóricamente no deberían estar allí. CAMBALUD (FIRGAS) El nombre del caserío, que por el crecimiento poblacional reciente es ya barrio, situado en la carretera de Arucas a Moya (GC-300), tiene su origen en las tierras que fueron de Domingo González Cambalud. Próxima al mismo se encuentra la Presa de la Marquesa de Arucas, limítrofe con la Villa de Firgas, construida a principios del s. XX para el riego de las tierras que el marquesado tenía en Las Hoyas. En este lugar, la Capellanía de Francisco y Gaspar Quintana Ayala tuvo tierras que fueron divididas y vendidas el 3 de junio de 1871 por su poseedora Nicolasa de la Torre Navarro, una suerte a Manuel González Medina y la otra a Santiago Guerra González, cada una por 4500 reales de vellón. CAMPANA, HOYA LA (ARUCAS) También llamada Las Hoyas, su antigua denominación como «Hoya de Ariñez» y ubicación, las aporta Francisco Caballero Mujica al localizarla en la escritura de censo suscrita en junio de 1656 ante el escribano Diego Álvarez de Silva, por Fray Juan Perdomo, Administrador del Mayorazgo de Arucas, a favor de Juan Afonso, vecino de Arucas, cuando se dice «… de unas tierras situadas detrás de los Alamos en el Cerrillo que linda por la parte de abaxo un paredón antiguo y andenes del Mayorazgo y por la de arriva los dichos Alamos del Serrillo y camino real que sale del lugar del Serrillo para el cercado de San Sebastián y Hoyas de Ariñes y por el otro camino real que sale de dicho lugar para la Cueva de la Fula y Trapiches, todo lo que hubiere debaxo de dichos linderos...». La finca descrita fue una de las adquiridas en la segunda mitad del siglo XIX (1859) con la venta del Mayorazgo de Arucas, en cumplimiento de las Leyes de Desamortización, por Bruno González Castellano, que se incorporará años más tarde al Marquesado de Arucas concedido a su yerno en 1911, y que en la actualidad sigue perteneciendo al patrimonio del Marquesado. El camino real que sale del Cerrillo hacia el antiguo cercado de San Sebastián, hoy Parque Municipal, y Hoyas de Ariñez es el callejón hoy asfaltado llamado Molino o Puesto Escondido y su prolongación natural hasta la carretera de Arucas-Bañaderos (GC330), después de

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El «follao canario» (Viburnum rigidum) es un endemismo de las islas. Se trata de un árbol de hasta siete metros de altura, con ramas marrón-rojizas por abajo erectas. Hojas coriáceas, vellosas por ambas caras, con bordes enteros y ápice agudo. Flores blancas, de unos seis milímetros de ancho, dispuestas en umbelas. Frutos carnosos, ovales de color marrón oscuro, morado o negro.


El territorio de la Hoya La Campana, sin que se pueda precisar cuándo cambió su nombre, nace prácticamente en el oeste del casco urbano de Arucas, exactamente en la antigua finca de San Sebastián, hoy Parque Municipal, descendiendo en rampas abancaladas hasta alcanzar la gran depresión del Barranco de Los Palmitos. Se trata de una extensa zona de buenas fincas de plataneras, frutales y huertas, con edificaciones de gran valor arquitectónico, atravesada por la Carretera General del Norte (GC-330). Entre los múltiples caminos que se abren en medio de las cercas, se encuentran abundantes muestras de la arquitectura hidráulica, el escudo heráldico del Marquesado del Buen Suceso, el Jardín de Las Hespérides en donde se exhibe un amplio muestrario de flora especialmente foránea, la Casa-Palacio y La Hacienda de los Marqueses de Arucas, así como el recién inaugurado hotel rural. CANALES, LAS (TELDE) Lugar situado entre Malpaís y El Pastel, que en la antigüedad se hallaba en el Valle de los Nueve (véase NUEVE, VALLE DE LOS). CANARIO, EL (VALSEQUILLO) Lugar situado al sur de Los Llanos de Valsequillo y al poniente de Los Llanos del Conde. Posiblemente, sus propietarios fueron aborígenes bautizados, por la denominación dada a la finca con la que se fundó un vínculo para la obra pía del Hospital de San Martín. Estas «Tierras denominadas del Canario, en el Llano de Valsequillo y Era cercada (Valsequillo)» fueron objeto de desamortización y salieron a remate el 25 de febrero de 1807 por la cantidad de 62 250 reales de vellón, es de suponer que con ciertas pujas por ser apetecidas por varios interesados, pues fueron vendidas el 29 de agosto del mismo año a Pedro Martel por 77 400 reales de vellón. El comprador pertenece a una de las familias más importantes de Valsequillo y ya antes había sido su primer alcalde por Real Orden de 1802. CANARIO, RISCO DEL (INGENIO) En los tiempos de la conquista e inmediatamente posteriores, los castellanos convirtieron en topónimo la expresión «canario» para reconocer la posesión o uso de un lugar, camino, etc., habitado o frecuentado por los aborígenes canarios. Situado en el Barranco de Guayadeque, este conjunto consta de una treintena de cuevas artificiales horadadas por los aborígenes. Por su difícil acceso era fácil de defender en caso de ataques. (Véase PALOMAR, CUEVAS DEL).

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atravesar la Carretera Nueva a Moya, que se llama hoy en día Lugar Las Cuevecillas. La nombrada Hoya de Ariñez es lo que se conoce por el Lugar de Las Hoyas u Hoya de la Campana, sector comprendido entre la carretera de Arucas a Bañaderos y la finca del Marquesado junto al Hotel Rural de la Hacienda del Buen Suceso.


CANARIOS, CUEVAS DE LOS (LAS PALMAS DE GRAN CANARIA) Este conjunto arqueológico situado en La Isleta está formado por dos grandes cuevas artificiales de habitación y otras más pequeñas con silos, excavadas en dos niveles, bajo una gran arcada natural que las protege.

CANARIOS, CUEVAS DE LOS (SANTA BRÍGIDA) Uno de los yacimientos arqueológicos más singulares de la isla, situado en Bandama (véase BANDAMA, CALDERA Y PICO DE), consiste en un grupo de habitaciones y granero colectivo ubicados en la ladera interior de la Caldera. Su rasgo más significativo es la existencia de grabados rupestres. Reiteramos nuevamente lo referente al hecho de que en los tiempos de la conquista e inmediatamente posteriores, los castellanos convirtieron en topónimo la expresión «canario» para reconocer la posesión o uso de un lugar, camino, etc., habitado o frecuentado por los aborígenes canarios. CANDELARIA, LA (ARTENARA) Es el pequeño núcleo urbano surgido a partir de la década de los sesenta del s. XX en torno a la nueva ermita situada al borde norte de la Mesa o Vega de Acusa. La creación de este núcleo de población es consecuencia de la construcción de la presa de Candelaria, que afectó a la antigua ermita del s. XVII, que quedó anegada por las aguas del embalse (véase VENTANIEVES). Ello motiva que el Cabildo Insular de Gran Canaria, que adquirió la propiedad para la construcción de la presa, en 1965 apruebe un presupuesto para la construcción de una nueva iglesia, adquiriendo el solar el Ayuntamiento en 1966, que será construida con bocetos del pintor y aparejador Santiago Santana Díaz, abriéndose al culto en 1968, con un altar de piedra de Arucas. Junto a la nueva ermita de Candelaria, se construye una escuela, y en el entorno comienza a producirse el nuevo asentamiento poblacional. Próximo al nuevo núcleo, se encuentra un yacimiento aborigen formado por unas veintidós cuevas artificiales distribuidas en cuatro niveles, entre las que hay que destacar dos cuevas, por contener manifestaciones rupestres relevantes. La cueva pintada, identificada con el número 7, que está localizada en la base de la parte central del poblado, tiene planta cruciforme, en la que se aprecian las dos estancias artificiales pintadas de almagre. Al fondo de la cueva existe un altillo.

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Reiteramos lo referente al hecho de que en los tiempos de la conquista e inmediatamente posteriores, los castellanos convirtieron en topónimo la expresión «canario» para reconocer la posesión o uso de un lugar, camino, etc., habitado o frecuentado por los aborígenes canarios.


El granero de La Candelaria, hoy inaccesible, está formado por siete cuevas en cuyo interior se excavaron uno o varios silos. Hay que destacar que en una de estas cuevas se encontró un sello pintadera triangular que se encuentra en el Museo Canario. CANDILES, CUEVA DE LOS (ARTENARA) Cueva artificial que ocupa un lugar de honor en la arqueología de Canarias, cuyo interior se distribuye en seis pequeñas hornacinas excavadas y cubiertas por decenas de triángulos invertidos, grabados o en bajorrelieve, que se suponen relacionados con la fertilidad. Está enclavada en la Montaña de Artenara. Su nombre probablemente se deba a los candiles situados en la misma para su aprovechamiento posterior. La acepción que da el DRAE dice que el candil es una lamparilla manual de aceite, usada antiguamente, en forma de taza cubierta, que tenía en su borde superior, por un lado, la piquera o mechero, y por el otro, el asa. CANO, HOYA DEL (ARUCAS) Es una diminuta cuenca hidrológica independiente que transcurre por el barranquillo del mismo nombre. Tiene su cabecera a unos tres kilómetros de la costa, en las proximidades de El Trapiche. Hace su recorrido a través de un pequeño valle, casi todo cubierto de cultivos de plataneras, entre las lomas de La Palmita y de Quintanilla, para desembocar, finalmente, junto a Los Charcones de Bañaderos. En sus inmediaciones sobresalen los núcleos habitados de El Risco, El Cementerio y Escaleritas. CANTERA, LA (VALSEQUILLO) El nombre de este barrio, situado entre la carretera de Telde a Valsequillo (GC-041) y la de San Roque a Valsequillo (GC-810), es mencionado por primera vez en el segundo cuarto del s. XVII como Hoya de La Cantera. El nombre tiene su origen en la existencia de una antigua extracción de piedra de cantería. Según las crónicas, una de las torres de la Iglesia de San Juan de Telde se construyó con piedra de esta cantera. Se trata de una de las nuevas torres neogóticas diseñadas en el año 1889 por el arquitecto diocesano Laureano Arroyo Velazco, que sustituirían a la anterior llamada del reloj y a la de la conquista, convertida por Benito Lucero en campanario en el año 1672.

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La denominada Cueva de Las Estrellas está situada en medio del granero de La Candelaria. Es una cueva artificial con un aposento excavado en el fondo de la pared izquierda. Las paredes presentan un punteado blanco sobre un fondo ennegrecido intencionadamente. Es la única cueva pintada del granero. En el suelo aparecen varias cazoletas excavadas en la roca. Parece ser que estamos ante un granero que, a la vez, tuviera que ver con rituales relacionados con la agricultura, habida cuenta de que se halló un hueco taponado con una piedra porosa en cuyo interior se encontraron varias espigas y semillas de cebada. Las marcas blancas que decoran su interior tendrían que ver más con semillas que con estrellas.


Posteriormente, fue explotada como cantera para extraer la roca arenisca que se destinó, entre otros usos, a numerosas construcciones de la ciudad, como la primera fachada de la Catedral de Santa Ana y las anteriores Casas Consistoriales destruidas por un incendio, así como a la construcción de las típicas «pilas canarias» o piedras destiladeras. En recuerdo a esta práctica, ya abandonada, pervive hoy el nombre de playa de Las Canteras. Pedro Maffiotte Arocha (1816-1870), uno de los fundadores de la Academia de Bellas Artes y un febril aficionado a la arqueología, ya decía que «… una de las propiedades de la citada arenisca es la de endurecerse a la intemperie, circunstancia que la hace muy propia para emplearla en las construcciones civiles. Se puede citar como ejemplo el antiguo frontis de la Catedral de la Ciudad de Las Palmas en Canaria que se ha destruido recientemente con motivo de la reforma que ha sufrido este edificio. Las puertas y ventanas de los torreones, los peldaños de las escaleras y los escudos y adornos conservaban sus aristas tan vivas como en el momento en que fueron labradas...». Hasta la desaparición del Ayuntamiento de San Lorenzo en la primera mitad del s. XX (véase LORENZO, SAN), una parte de la playa era conocida, primero popularmente y después oficialmente, como Playa del Carmelita o también como Playa de Tamaraceite, y su lindero estaba en la caseta de amarre del cable telegráfico que conectaba con la isla de Tenerife, justo enfrente de la denominada Peña la Vieja. Tuvo su aprovechamiento como antiguo puerto, llamado El Arrecife. Esta bahía está protegida por una barra natural formada por el arrecife de La Barra con tres entradas al norte, que apenas alcanzan los tres metros en bajamar. En el s. XVI, aunque el fondeadero fue definido como muy bueno, la falta de conocimiento del emplazamiento del arrecife podía hacer el acceso muy peligroso. La bahía está protegida de los vientos del sureste, sur y suroeste, por lo que se puede fondear en el exterior del arrecife, donde se dispone de fondos de arena. Sin embargo, en aquella época, cuando se levantaba viento del norte o noroeste había que abandonarlo, porque podía acabar hundiendo los navíos. No obstante, las embarcaciones pequeñas podían penetrar dentro de los arrecifes, donde quedaban protegidas de cualquier temporal, de ahí que también se

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CANTERAS, PLAYA DE LAS (LAS PALMAS DE GRAN CANARIA) El nombre de la playa siempre ha estado vinculado a La Barra, una roca sedimentaria de arenisca y deposiciones calcáreas, que discurre en paralelo a la orilla, proporcionándole abrigo frente al oleaje del norte y confiriéndole una personalidad propia. Antiguamente se la conocía como playa del Arrecife, debido a que La Barra emergía del agua como un arrecife. La Barra es producto de la lava arrojada en su momento por la erupción de los volcanes de La Isleta. El aprovechamiento extractivo del basalto de este arrecife durante siglos pasados motivó que la playa recibiera la denominación de Las Canteras.


CAPELLANÍA, LA (INGENIO) El lugar recibe este nombre porque las tierras que lo conforman pertenecían a la capellanía fundada el 18 de noviembre de 1578 por Juan Dávila o de Ávila, que establece en su testamento que su fundación con ciertos bienes quedan sujetos al cumplimiento de misas y otras cargas pías. Juan de Ávila nombra patrones de esta capellanía a dos de sus hijos, Marcos y María Ávila. Los hijos primogénitos de sus descendientes serán los encargados de heredar la capellanía. Una vez fallecido Juan de Ávila, el 22 de junio de 1579, sus dos hijos patrones de la capellanía, conciertan el arrendamiento a perpetuidad de varias propiedades vinculadas. Sebastián García y Juana de Herrera deben pagar cuatro doblas anuales, justo la mitad del pago anual por las misas semanales en la ermita de Nuestra Señora de La Candelaria, por una casa que antes fue la bodega de Juan de Ávila y un terreno de frutales, que antes fue plantado de parras por Francisco Martín. El pago debía efectuarse el día de San Juan, el 24 de junio, posiblemente porque coincidiría con el enterramiento del fundador. CAPELLANÍA, LA (SANTA BRÍGIDA) Lugar situado junto a la carretera de La Angostura (GC-320), antes de llegar al puente pequeño del barranco del mismo nombre, que cruza hacia Las Meleguinas. Este lugar es contiguo al barrio de «El Santísimo», y posiblemente conformaba con La Capellanía la misma propiedad que fue sacada a remate (véase SANTÍSIMO, EL). CAPELLANÍA, LA (SANTA LUCÍA DE TIRAJANA) Según algunas fuentes, el Alférez Alonso Pérez Magas y su mujer, Jacinta Domínguez Rodríguez, constituyeron una capellanía con algunos de sus bienes y se reservaron otros para su aprovechamiento, según escritura de 15 de junio de 1652, por el que constituyeron un patronato. Las treinta y seis fanegas que mantuvieron consistían en «Una viña con sus arboles contigua a la casa con siete días con sus noches de agua del Heredamiento de Sta Lucía». Cuando se dividen sus bienes vinculados, el 16 de diciembre de 1882, a partes iguales entre sus descendientes, Gabriela Magas y Francisca Romero, ya habían dejado de cultivarse las viñas y dicen que es una «Trozada de tierra labradía y “arrifes” con casas de labranza, dos estanques y un manantial, denominada La Capellanía». CAPELLANÍA GRANDE, LA (ARUCAS) Es el lugar situado a la entrada de Arucas, en la trasera de la iglesia, junto a la calle Osario –pues allí, antiguamente, antes de la construcción del cementerio en el s. XVIII, se enterraba a los

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utilizase como zona de reparación para los barcos pequeños. Por el contrario, si se trataba de grandes embarcaciones, el oleaje inutilizaba la zona como fondeadero.


muertos de la villa–. En la actualidad se utiliza como «recinto ferial» y existe un aparcamiento municipal en superficie, que, según se dice, puede recuperar su antigua denominación.

La llamada Capellanía Mayor vinculaba los siguientes bienes: «… Ytem otra casa baja con una cueba que e y tengo en la dicha Billa de Arucas que linda por una parte con la calle y camino de la ermita de señor san Sebastián y por otra parte con casas de Caterina Garsía y por la parte de arriba con casas de el capitán Fernando Domínguez de Godoy y por otro lado con casas de Clemente Jordán, con el sitio que le toca y pertenese y con todas sus entradas y salidas, usos y costumbres y serbidumbres en presio de sien ducados…». Una de las servidumbres que atraviesa dichas tierras es la Acequia de San Juan, que llevaba el agua a los ingenios de Juan de Ariñez (véase ARIÑEZ, HOYA DE) y del Gobernador López de Sosa (véase LÓPEZ, LOS), de enorme valor etnográfico. En la remoción de tierras en el aparcamiento municipal, apareció un importante yacimiento arqueológico, próximo al camino que baja hasta la Acequia de San Juan y al supuesto lugar donde se situaba la antigua ermita de San Sebastián (véase MIRÓN, EL). El 26 de septiembre de 2008 se iniciaba expediente del sondeo para crear un Parque Arqueológico en la zona, que fue suspendido en 2009 por las necesidades de aparcamientos públicos, sin despejar las dudas sobre la magnitud de este yacimiento que podría alterar las referencias prehispánicas de Arucas. CAPÓN, LOMO DEL (LAS PALMAS DE GRAN CANARIA) En el Antiguo Régimen, por su situación en el comienzo del Monte Lentiscal, fue objeto de conflicto permanente por las demandas de agricultores y ganaderos, al tratarse de tierras de Propios del Cabildo, según su criterio, o de tierras de realengo por jurisdicción. En esta situación se mantuvieron, sin entrar en los repartimientos, hasta la segunda mitad del s. XVIII. El 17 de febrero de 1768, el Teniente Capitán Fulgencio Arturo Brito, del Regimiento principal de la isla, por servicios en Milicia sin sueldo, Administración Real de Correos y Temporalidades que pertenecieron a los Jesuitas, y alegando, además, tener cinco hijos pequeños, solicitó le fueran concedidas estas tierras en pago de dichos servicios. En 1769, el Cabildo General discute la concesión o no de la denominada data del Lomo del Capón. Surgió el primer conflicto cuando José Hidalgo, como representante de los intereses ganaderos, se opuso a la data, porque los pastos no serían sustituidos por la paja y la hoja de

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En 1617, Francisco Parrado de León otorga su testamento, que se abre tras su fallecimiento el 29 de julio de 1619, por medio del cual funda tres capellanías vinculando distintos bienes con cargos a favor de que se paguen unos tributos perpetuos al cura de la iglesia de San Juan de Arucas. Estos bienes formaron parte de la dote de Úrsula de Troya, esposa de Juan Mateo Truxillo, padres del presbítero Juan Mateo de Castro y de Anastasia de Troya.


La data fue concedida por Real Orden de 22 de septiembre de 1773, y el Teniente Capitán obtuvo doscientas fanegas, que se enmarcaban en los siguientes linderos que mencionan distintos topónimos del lugar: «Lindaba de la Barranquera que llaman de Fuentesillas de los Morales, Barranquera abajo de la Hoya del Parrado a dar al Barranquillo del Sabinal, Barranquillo abajo a dar al Camino Real de Telde, Camino arriba a dar a la Cruz de la Cuesta Grande, a dar al Lomo arriba, a las tierras del Pagano, enfrente del Corral Calvario, Barranquillo del Capón arriba a dar al Camino de las Cuevas del Sacramento y Barranquera de las Fuentecillas». Según la fuente consultada, la reacción del Cabildo ante la data otorgada por la Corona es un acuerdo del 12 de marzo de 1770 para recurrir a la Audiencia demandando que quien tenía que recibir los réditos por la concesión era el Cabildo General y no los militares. Fulgencio Arturo Brito, por el conflicto jurisdiccional planteado, como no podía tomar posesión de las tierras, cambió de estrategia y ofertó el 19 de noviembre de 1771 que se le concediese la data aunque fuese a cambio de un censo. El 31 de marzo de 1772 se le conceden 1600 fanegas que, tras una nueva oposición del Cabildo, quedan en 200 fanegas con una pensión de 300 reales anuales a favor de los Propios del Cabildo General. Pero los conflictos no acabaron con esta concesión definitiva, pues supuso un precedente que fue utilizado por otros solicitantes de datas dispuestos a adoptar igual fórmula para evitar la oposición del Cabildo. Así lo hicieron, entre otros, Francisco Fernández Vilchez en La Matanza de Marzagán (véase MATANZA, LA), y el Marqués de Acialcazar (véase HOYOS, LOS) en el Monte, que originaron en el Cabildo, entre ganaderos y agricultores, nuevos debates que se recrudecían cada vez que se concedía una nueva data. Por otra parte, muchos agricultores medianeros, viendo como se ponía fin a la protección que había tenido el Monte Lentiscal, iniciaron una ocupación de tierras roturándolas ilegalmente, hasta el punto de que fueron muchas las detectadas cuando acababa el s. XVIII: Francisco González, de la Vega; José Batista; José Gil, de la Vega; José González, de San Lorenzo; José González, de la Vega; Domingo Silvestre, de Tafira. Esta práctica llegó a tal extremo que el propio titular de la Data de Capón tenía roturados clandestinamente en el Monte Lentiscal dos pedazos, uno de siete y otro de treinta y tres fanegas, teniendo que restituir el primero y adquirir a tributo perpetuo el segundo. En la actualidad, el Lomo tiene un pequeño núcleo de población y una moderna urbanización que abarca también parte de la Hoya del Parrado, pendiente de construcción, que ha sustituido los antiguos parrales.

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parra que se pusiesen en dicho Lomo. A favor de la data estuvo Francisco León Molina, por considerar que el Capón fue monte pero no se evitó su ruina, señalando que el «… terreno inculto que tiene Canaria es quien nos hace sufrir las calamidades presentes ya que la agricultura es la felicidad de los pueblos…».


CARABALLO, CUESTA DE (SANTA MARÍA DE GUÍA) La reseña histórica dice que, terminada la Conquista, en 1483, comienza el reparto de las tierras. Pedro de Vera da a Sancho de Vargas y Machuca unos terrenos ubicados en la vega de Agáldar, los cuales estaban situados en el predio conocido como Loma de Caraballo, por donde pasaba el antiguo camino que llevaba a los altos de Guía.

CARBONERO, LOMO (SAN MATEO) Situado en la carretera de Teror a San Mateo, probablemente deba su nombre a la existencia de una antigua hoya carbonera o espacio habilitado para quemar la madera de pino y obtener carbón, próxima al mismo. Este proceso de quemado de los troncos para la obtención de carbón exige varios días y se realiza con poco oxígeno y a altas temperaturas, para evitar la pérdida de la madera. CARDONAL, EL (TELDE) El nombre de este pago obedece a la presencia del cardón, planta típica del piso basal que, por las condiciones climáticas de Canarias, con la existencia de distintos pisos bioclimáticos, se caracteriza por su mayor sequedad, con una serie de plantas xerófilas, que soportan la sequía. El cardón (Euphorbia canariensis) es un endemismo del archipiélago canario que se caracteriza por sus tallos de aspecto cactiforme, con espinas cortas y curvas saliendo a lo largo del tallo, que posee de cuatro a cinco lados. Es el símbolo vegetal de la isla de Gran Canaria según Ley 7/1991, de 30 de abril, de Símbolos de la Naturaleza para las Islas Canarias. El topónimo, presente en otros lugares de la isla, tuvo su reflejo en los documentos públicos. Como ejemplos, Manuel Suárez Gómez y Tomasina López, en escritura de 10 de noviembre de 1687, declaraban la propiedad de 14 fanegas que habían comprado de un «Cercado de tierras labradías y montuosas de “secano” con una cueva en el Cardonal»; Lázaro García, que estaba ausente en Indias, en su testamento de 26 de junio de 1747, decía tener 10 fanegas de una «Suerte de tierra labradía y riscos en El Cardonal»; y José Mederos, en el suyo de 23 de septiembre de 1773, manifestaba ser propietario de 5 fanegas de «Suerte denominada las Romeras en el Cardonal», que había heredado. CARDONAL, EL Y LAS HOYAS DEL (ARUCAS) Es un poblamiento de múltiples y pequeñas agrupaciones de casas, vinculadas a las antiguas labores agrícolas y ganaderas, que recibe su nombre de la antigua presencia de «cardones» en la zona. Allí nació y murió el presbítero, poeta, ensayista e historiador Juan Francisco González (1863-1937), autor de un poemario titulado Ecos de mi Tierra y de un Extracto de

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Posiblemente esta denominación corresponda al antrotopónimo de este apellido, si bien no es mencionado en las distintas crónicas de la conquista consultadas.


Historia de Canarias, pensado como libro de texto para los alumnos del Colegio de La Salle de Arucas, en donde ejerció de capellán.

El 31 de mayo de 1859, el Estado sacó a remate unas tierras que se habían adjudicado por deudas consistentes en cuatro fanegas de «Dos suertes de tierra denominada del “Cardonal” y “Longueras” en Bañaderos», que serían adjudicadas y vendidas el 13 de marzo de 1860 a Manuel González Castellanos por 6665 reales de vellón. CARDONES, MONTAÑA DE (ARUCAS) El nombre de Cardones se cree que proviene del s. XVII, tal vez incluso de mucho antes y, al igual que los topónimos similares de la isla, hace referencia a la vegetación existente en la zona, el cardón, que se extendía por la falda de la montaña que domina la localidad. Aparece mencionado en documentos del s. XVII, como en la fundación de la capellanía de las hermanas Rufina Travieso y Beatriz Riberol el día 15 de enero de 1687, cuando incluyen entre sus bienes tres fanegas de un cercado de tierra en el Valle de Montaña Cardones, cuatro fanegas más de cercado de tierra bajo de riego en la Montaña de Cardones, con dos días y dos noches de agua del Heredamiento del Barranquillo del Pino. Dicen las crónicas que el primer poblamiento de la zona lo constituyeron pastores que, en el pernoctar de sus ganados en la Dehesa del Común, se cansaron de su trashumar y se establecieron junto al manar de su fuente y a la vera de su montaña. La primera piedra de la ermita de Cardones la bendijo el canónigo José López Martín el 8 de agosto de 1897 y, terminadas las obras a principios de 1904, se inauguró la capilla el 14 de abril de ese año. Fue bajo la advocación de San Isidro, por la histórica vinculación de sus pobladores a la agricultura. A lo largo de casi toda su historia, la población de este pueblo se dedicaba, eminentemente, a la agricultura y a la ganadería, uso que se prolongó hasta la década de los años setenta del s. XX, con el cultivo de la platanera. CARNEDAGUA (SANTA MARÍA DE GUÍA) Es un pequeño caserío surgido en las inmediaciones de La Dehesa de Tamara, junto a la montaña del mismo nombre, poblado desde hace unas décadas y situado en las márgenes de la Carretera de Guía a Moya (GC-070), próximo a la ermita de San Juan. Según algunas fuentes, debe su nombre al propietario de dichas tierras en 1529, Salvador Fernández de Carne de Agua.

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Las Hoyas son una pequeña hondonada cercana a la costa, entre los desniveles de los Lomos de Ramírez y el caserío de El Cardonal junto al barranquillo del mismo nombre.


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Pinar

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CARPINTERAS (VALLESECO) Posee esta denominación por la existencia en otro tiempo de algunas carpinterías en la zona. El topónimo es ya mencionada en el s. XVIII cuando, en la escritura de 7 de septiembre de 1765, el Regidor Francisco Carvajal Aguilar y Bernarda Manuela de Matos Coronado declaran la propiedad de doce fanegas de un «Cortijo con sus huertas de árboles frutales y casas de moradas nuevas y reedificadas en las Carpinteras permutadas por una Hacienda labradía en el Tabuco de Valleseco». Desde lo alto se divisa una multitud de casitas que se dispersan por todo el Barranco de Carpinteras, que más adelante va a desembocar en el del Rapador por el Caidero de los Levantiscos, salto con una caída de más de cincuenta metros. CARREÑAS, LAS (VALSEQUILLO) Lugar situado al sur de la carretera de Telde a Valsequillo (GC-041), junto al barrio de La Barrera, que se rememora en la actualidad con el nombre de una calle y de un reciente polígono industrial. Según el cronista, el nombre de este lugar tiene su origen en el asturiano afincado Diego Suárez Carreño, que se supone obtuvo tierras en los repartimientos tras la conquista. Estas tierras las heredaron luego sus hermanas y de ahí que se las conozca en género femenino. El topónimo ha perdurado durante siglos, como se aprecia en la fundación, el 7 de septiembre de 1765, del patronato del matrimonio de Francisco Carvajal Aguilar, Regidor, y Bernarda Manuela de Matos Coronado, que incluye entre los bienes incorporados al mismo una «Suerte de cuatro fanegas labradía de “secano” en las Carreñas (Valsequillo)». CARRETERÍA (MOYA) Las primeras noticias ciertas que se tienen del lugar son del 30 de mayo de 1612, de cuando el regidor Gil de Quesada dotaba la Casa de la Carretería para la creación de un convento dominico en Moya, casa que había heredado de su padre Jerónimo Viñol quien la había comprado a Alonso de Mendoza. El convento, que debería estar dotado con dos frailes, no llegó a fundarse, por lo que la casa probablemente volvió a ser propiedad del regidor. El Diccionario de la Real Academia Española cita una acepción de esta palabra: «Lugar donde antiguamente pernoctaban al aire libre las carretas de transporte, en los arrabales o afueras de una población».

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Con posterioridad, en el s. XVIII, aparece documentado en la fundación, el 7 de septiembre de 1765, del patronato del matrimonio formado por el Regidor Francisco Carvajal Aguilar y Bernarda Manuela de Matos Coronado, incluyendo entre los bienes vinculados al mismo veintitrés fanegas de una hacienda con riego denominada «Carne de agua».


Más de quince ingenios azucareros se instalaron en la zona norte de la isla, y todos se abastecían, para su funcionamiento, de la madera proveniente del Monte de Doramas. Tanta leña consumían aquellas tareas de cocción que para la elaboración de la caña de azúcar hacían falta grandes cantidades. Esta había de ser cortada y transportada desde la Montaña hasta el lugar de su elaboración. Cuando «un señor de ingenio» compraba la leña, tenía que pensar en el transporte. Entonces aparecía la figura del «almocrebe», dueño de varios animales de carga y jefe de los correspondientes arrieros. Las modalidades de los contratos de transporte de leña o de caña son diversas. Hay quien fija el precio de cada carga en una cierta cantidad de maravedíes. Otros piden un real de plata por bestia y día. Varios contratos de las primeras décadas del s. XVI hablan de transporte de leña para el consumo de los ingenios, de tala de árboles en la montaña de Doramas, de acarretos de madera para la construcción de edificios y transporte de madera a puntos costeros. Cuando el negocio de los ingenios decayó, la tala de árboles y su aprovechamiento respondieron a las exigencias de los nuevos asentamientos urbanos, en lo que se refiere a contar con materiales para la construcción de viviendas y de edificios públicos, muebles y utensilios de uso agrícola, carretas, etc. A ello se unió la pequeña construcción y reparación de embarcaciones. El pinar también tuvo un intenso aprovechamiento: se talaba para obtener carbón (carboneo). Existe una curiosa mención documental en el deslinde hecho en Doramas por el Corregidor Santa y Ariza (s. XVIII). Antonio del Pino, natural de Moya, tenía veinte celemines en el pago de Grieta y Caidero de Doramas, y una fanegada y nueve celemines en la Carretería, de las que resultó ser usurpador, así llamado el ocupante clandestino, teniendo como base la proximidad de sus propiedades a la Montaña. Es curiosa la utilización del artículo determinado cuando se menciona Carretería, dándose a entender que es más un lugar de oficios que de asentamientos humanos, aun cuando esté probada la existencia de alguna hacienda aislada, como se ha visto al principio, así como su total «proximidad» a la Montaña de Doramas. Pero posiblemente, en los primeros tiempos de la Conquista, allá por los siglos XV y XVI, la estratégica situación de este barrio –junto a la entrada al bosque de Doramas y próximo al barranco del Pajarito, que aguas abajo, a partir de El Lance (véase LANCE, EL), será el de Los Dragos y después del Pagador– es el segundo eslabón de una cadena que tiene el primero en el bosque, y que comportaría el mayor negocio maderero, con transporte por las mansas aguas de este barranco, que pudo haber promovido el Marquesado de Moya, con negocios

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Si así fuera, la ubicación del barrio en las «afueras» de Moya y el fácil acceso a la antigua Montaña de Doramas por la carretera de Fontanales (GC-160), una de las puertas de entrada al bosque, argumentarían suficientemente una página de la historia del acarreo de leña procedente de la montaña hacia la costa para su transporte por mar y para los ingenios azucareros (véase DORAMAS, MONTAÑA DE).


CARRIL, EL (ARUCAS) Este pequeño caserío, en la margen izquierda de la carretera de acceso a Arucas desde la Autopista del Norte (GC-020), frente a Trasmontaña y junto a la rotonda en el lugar de acceso a Montaña de Cardones (GC-301), debe su nombre a los rieles de las vagonetas dedicadas a las tareas agrícolas e industriales en 1891, utilizadas por el importante ingenio azucarero allí establecido que revitalizó la comarca. Próximo a este lugar se encontraron vestigios aborígenes, concretamente un ídolo con forma de cabeza de perro, denominado tibicena, diverso material lítico (morteros y recipientes), cerámica variada y sellos-pintaderas de múltiples formas. Los «tibicenas», sostienen algunas fuentes, eran espíritus demoníacos con forma de perros lanudos que a veces los guanches relataban que salían del mar. Los aborígenes también creían en seres maléficos y en fuerzas negativas que se manifestaban en este perro lanudo que atacaba a la gente o a sus animales, y que solía aparecer, de noche o de día, de improviso. Para evitar este temor y como adoración, les ofrecían dádivas de comida y miel en las grietas elevadas del suelo, donde vivían estos cánidos altivos. La creencia en los tibicenas estaba extendida entre los aborígenes de casi todas las islas, sobre todo en Tenerife y Gran Canaria. Así, Gómez Escudero decía «… Muchas i frequentes veses se les aparecía el demonio en forma de perro mui grande i lanudo de noche i de día i en otras varias formas que llamaban Tibisenas…». Posteriormente, el ingeniero cremonés Leonardo Torriani volvía a citar a los tibicenas, pero aportando más información al respecto «…Entre estos canarios hubo hombres valentísimos en la guerra. Uno de ellos se llamaba Atazaicate, que quiere decir “animoso” y de “gran corazón”; pero, por ser feo, las mujeres les decían Atabicenen, es decir, “salvaje” o “perro lanudo”; porque Tabicena en su lengua significa “perro”; de donde algunos han pensado que antiguamente entre estos canarios la isla se haya llamado Tebicena, que significaría lo mismo que Canaria…». Según el cronista aruquense, en 1780 ya estaban arraigados los topónimos de El Carril y de El Hornillo, caseríos próximos entre sí en el camino de herradura que conducía de Arucas a Montaña de Cardones, como se puede apreciar en el testamento de Andrés Marrero. Otras fuentes dan referencias de otros protocolos, como el testamento de Juan González Travieso, Familiar del Sto. Oficio de la Inquisición, y de su mujer Ana Suárez Fleitas, que el 8 de abril de 1763 constituyen un patronato en el que declaran poseer un cercado labradío en el Carril de cinco fanegas; y también, Ambrosia Déniz, viuda de Eugenio Hernández

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similares en la España de los Monarcas que tanto los favoreció con prebendas (véase MOYA). Sería esta la única razón que justificara la probada vinculación del topónimo de la villa con este marquesado.


Zumbado, que en su testamento de 8 de mayo de 1785, constituye una capellanía, colativa de sangre, sobre cercado de tierra en la Montaña del Carril.

Se da la circunstancia de que es una de las dos capellanías cuyos bienes fueron declarados «bienes mostrencos», lo que quiere decir que no tenían dueño conocido en el momento de la aplicación de las Leyes de Desamortización. Fueron aplicados al Estado, porque no fueron reclamados por nadie, y por tanto quedaban sujetas a su enajenación por subasta, al igual que el resto de bienes pertenecientes al clero. La capellanía de Francisco Carrión, fundada en su testamento de 22 de mayo de 1527, se adjudicó al Estado el 10 de junio de 1835 y sus bienes se pusieron a la venta por Real Orden de 13 de noviembre de 1844. Las tierras que incluía en el lugar eran «Dos y media suertes de tierra con dos días de agua en La Vega Mayor de Agüimes». CARRIÓN, EL (TELDE) Lugar situado entre El Barrillo y Lomo Magullo, que en la antigüedad se encontraba en el Valle de los Nueve (véase NUEVE, VALLE DE LOS). Debe de tener alguna relación con el mismo topónimo en Ingenio, pero la ausencia de herederos de Francisco Carrión ha borrado las huellas del mismo. CARRIZAL, EL (INGENIO) Según la versión más completa, heredada y transmitida de los antepasados del lugar, se sitúan sus orígenes en los inicios del s. XVII. Esta loma costera recibió su nombre por la flor a la que llamaban «carrizo», flor que es la del cañaveral y que llenaba todo el barranco de Guayadeque que en ocasiones era imposible cruzar. Aquellos inmensos cañaverales se debían a la abundante agua de muchos nacientes y fuentes que discurrían barranco abajo hasta su desembocadura en el mar, cercano a la actual playa del Burrero y las salinas de Vargas. Los cañaverales no son las plantaciones de la «caña de azúcar», como eran llamadas en aquella época. Estos pertenecen a la familia de las gramíneas dentro del orden de las glumiflora. Al despuntar el cogollo o flor de la planta, la denominaron carrizo, de donde surgió el nombre de este populoso barrio, al que se llamó Carrizal por la abundancia de carrizos. El origen del topónimo está documentado en la división el 30 de abril de 1869 del patronato de Lucrecia Espino Peloz, cuando se incluye su «Hacienda de regadío y frutales denominado

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CARRIÓN, EL (INGENIO) Este lugar, que es hoy un barrio en el casco de Ingenio, recibió su nombre por corresponder estas tierras a la propiedad de Francisco Carrión, quien fundó una capellanía. Algunas fuentes sostienen que se llamaba Juan Carrión, que en todo caso pudo haber sido antepasado de Francisco, pues la capellanía figuraba a nombre de este último.


En el s. XVIII, las tierras que abarcaba el topónimo alcanzan una superficie mayor que la que denomina en la actualidad, alcanzando por el norte Las Majoreras y la Mar Pequeña, por el este Balos, y por el sur hasta Las Rosas, como puede apreciarse por distintos documentos de propiedad, como la escritura de 7 de agosto de 1746, de Francisco Miguel Montesdeoca Cabrejas, que dice ser propietario de distintas tierras en el lugar y vincula el topónimo a otros, como puede apreciarse: «Heredad de tierras en el Carrizal denominada “La Laguna de Balos”; Suerte de tierra en el Carrizal denominada “La Florida”; y Tierras en el Carrizal denominadas Mar Pequeña». En dirección sur, lo documenta Luis Aguiar Espina, Sargento General de Batalla y Gobernador de Newport, Condado de Flandes, que en escritura de 10 de noviembre de 1701 dice tener «un cercado de riego con un día y cuatro horas de agua del heredamiento de la Mina del Carrizal, en Las Rosas del Carrizal». Está documentada también una gran propiedad de Juan Bautista Espino Peloz, Licenciado y Canónigo doctoral de la Catedral, que en su testamento de 27 de abril de 1616, al fundar una capellanía, entre sus bienes vinculados incluye ciento quince fanegas y dos celemines de su «Hacienda en el Carrizal de Ingenio, y dos días y tres noches de agua del Heredamiento del Carrizal», fijando una pensión de cuatro misas rezadas semanales con responso. Se menciona otro topónimo del lugar por el capitán Juan Matos y María González, en su patronato fundado el 26 de julio de 1680, al que se agregaron otros bienes por sus poseedores en los años 1714, 1719 y 1730. Dice poseer una fanega y siete celemines de «Cercado de tierra labradía, “arrifes” y riscos denominado el Seminario, en el Carrizal». Con la desamortización de los bienes eclesiásticos, salieron a remate muchas horas de agua del heredamiento y mina del Carrizal, que siglos atrás habían sido donadas al Curato del Sagrario de la Catedral, a la Cofradía de Las Ánimas del Carrizal, a la ermita del Buen Suceso del Carrizal de Agüimes y a la fábrica parroquial de Agüimes. CARRIZAL, EL (TEJEDA) Topónimo genérico por la existencia de carrizos en el lugar situado cerca de la Degollada Honda, donde se ubica el caserío tradicional con muy pocas casas, pero con un gran encanto, al que se llega por la carretera de Acceso al Carrizal de Tejeda (GC-606), comunicado con la Aldea de San Nicolás a través de la conocida carretera de Las Presas (GC-210), que enlaza junto a la Presa del Parralillo. Las distintas comunicaciones con el noroeste de la isla, aunque algo difíciles en su tránsito, ya propiciaron que, en el año 1656, el capitán Alonso Imperial, alcalde real de Agaete y

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El Carrizo, con 2 casas de labor y alpende», de siete fanegas y cinco celemines, si bien las distingue de las que están en la lomada y dice de seis fanegas más que son una «Suerte de “secano” en el Lomo del Carrizal».


Dos siglos después, otro vecino de Agaete adquiere tierras en el lugar. El 19 de julio de 1850, Ana Mª Charboniers, vecina de Las Palmas, vende a Francisco Armas Reina, de Agaete, dos fanegas de «Dos suertes labradías y “arrifes” unidas con dos horas de agua, un día y una noche, del Heredamiento de Arriba del Carrizal, en El Carrizal de Tejeda», que habían pertenecido a la capellanía que Antonio Tapia fundó por escritura de 9 de septiembre de 1687. CASARES, VALLE DE (TELDE) A este pequeño caserío se llega por la carretera GC-803 de acceso a Las Gavias, desde el barrio de La Solana en la carretera GC-810 de la Higuera Canaria a Valsequillo por San Roque. Este caserío, que en la actualidad ha perdido entidad, fue lugar muy nombrado desde los primeros años de la Conquista. Juan Inglés «el viejo», en 1537, otorga testamento en el que sobresale la fundación de una capellanía que cuenta, entre sus propiedades, con tierras y agua en el «Valle de Joan Casares». A partir de aquí, algunas fuentes sostienen que su nombre se debe al conquistador Juan Casares, que obtuvo tierras en el lugar. El apellido Casares está presente en la conquista de Canarias, pues Juan Tello Xuárez, Regidor perpetuo de Gran Canaria, casó con María de Casares y Calderín, matrimonio del que nació Francisco Xuárez Tello, capitán, que se casaría con Juana Van de Walle y Maroto. Las familias Tello y Casares entroncaron con los Castillo, sucesores de Juan Inglés, quienes establecieron un vínculo, conocido como el «Vínculo de Casares», que fue fundado por Juan Suárez Tello y Francisca Hernández, vecinos de Telde, el 18 de noviembre de 1580, en cabeza de su hijo Antón Suárez Tello, el cual se dotó de bienes. Como se ha dicho, en el s. XVII el Valle de Casares tenía mayor entidad y tamaño que el que actualmente conocemos, ya que en este siglo se consideraba que su extensión iba desde la actual Higuera Canaria hasta la cumbre o el Valle de Oreste, aunque luego algunos de los vecinos rechazaron quedar incluidos en la parroquia de Valsequillo, dividiéndose al constituirse Valsequillo en Ayuntamiento independiente al de Telde. El vínculo de Cristóbal Ignacio Castrillo, capitán de Infantería, y Ana Hernández de Quintana, fundado el 30 de agosto de 1765, incluye distintas propiedades en el lugar, con una ermita bajo la advocación de María y José en su hacienda, como aquí consta: «Patronato de la ermita de los Santos Desposorios de María y Jose que han fabricado de nuevo en la hacienda del Valle de Casares en la que está colocado un cuadro grande de dichos Desposorios con su marco dorado y demás ornamentos de la ermita».

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rentista de la zona, tuviera cuevas de morada en el cortijo del Carrizal de Tejeda, de las que posiblemente obtenía sus censos.


La titularidad de las tierras cambia con las leyes de Desamortización. Andrés Cabrera León, escribano, rematador de la hacienda del Valle de Casares, propiedad de la capellanía de Juan Inglés, a quien se otorga escritura el 28 de febrero de 1805; el 18 de mayo de 1808, declara que el remate lo hizo por encargo y con dinero de Julián Perdomo, capellán real, quien la estaba poseyendo desde el momento del remate. CASAS DEL CAMINO (AGAETE) El «Camino Real» del norte, así llamado por ser propiedad del Rey que representaba al Estado, salía de la Ciudad, discurría por Tamaraceite, y pasaba por Tenoya, Trasmontaña, Bañaderos, San Felipe y Guía, hasta llegar a Gáldar. A partir de esta última, se convertía en Camino de Herradura hasta Agaete, de aspecto parecido a los «reales». Comunicaba los principales enclaves agrícolas con los núcleos de población secundarios, que se empedraban para facilitar el tránsito de los animales de carga. En Agaete se dividía en dos caminos menores o veredas. Uno de ellos, el del interior, saliendo de Agaete llegaba a Artenara y Tejeda. Este pequeño pago recibe su nombre por encontrarse en ese camino menor, en el tramo comprendido entre el Valle de San Pedro y Los Berrazales (GC-231). Parte de él se conserva como camino y el resto ha sido asfaltado en los tramos en que coincide con distintas carreteras. Seguiría a los pagos de El Sao y a partir de ahí por una vereda o sendero al Hornillo, ambos construidos en los riscos y caideros que cuelgan sobre el valle. Desde este último, con bancales de cultivo construidos en el risco, asciende pasando por lugares donde sus nombres custodian muchas historias de ayer como Barranco Hondo, Barranco de Lugarejos, Cruz de las Mentiras, Lomo de las Pilas, Cruz de Cazadores, Barranco de Las Cuevas, Lomo de la Eretilla, Barranco de Chajunco y Degollada del Puerto, para terminar en la carretera de Tamadaba a Artenara (GC-216 y GC-210). Hoy es un típico recorrido de senderistas, en sentido descendente para los menos atrevidos, en el que se pueden contemplar, además del bello paisaje del Valle, el centro locero de Lugarejos y antiguas ermitas. CASA BLANCA (GRAN CANARIA) En la isla existen lugares con este nombre cuyo topónimo obedece exclusivamente a la histórica existencia de una «casa blanca», referente en documentos públicos y privados, que concreta su localización con la identificación de los barrancos, lomos o valles más próximos a la referida casa enjalbegada con cal.

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También incluyen las diecinueve fanegas de tierras productivas en dos pedazos que habían comprado: «Hacienda del Valle de Casares plantada de viña, vidueño malvasía, olivar y otros frutales con ocho días y ocho noches de agua y derecho de albercón del Heredamiento del Valle de Casares. En ella fabricaron casas, bodegas, lagar y molino e ingenio de aceite. Y hacienda frente a la anterior plantada de viña, vidueño, malvasía, olivar y otros frutales con once días y sus noches de agua y derecho de albercón del barranquillo de Juan Inglés».


La cal se medía para su venta en fanegas, quintales y sobre todo en «cahices», equivalente a doce fanegas, y se especulaba mucho con su precio. En el s. XVIII, con la llegada de los ingleses y sus modas, las familias «adineradas» pintaban con «rojo inglés» sus paramentos, para distinguirse de las menos pudientes. CASABLANCA (FIRGAS) El nombre de este populoso barrio debe su origen a la presencia en el lugar de una «Casa Blanca» que servía de referencia de ubicación de tierras trapiches y acequias (véase CASA BLANCA - GRAN CANARIA). Se tienen noticias de que el edicto Nuestro pastor y prelado, publicado en Santa Cruz de Tenerife el 21 de mayo de 1673 y recibido en Arucas el 4 de agosto del mismo año, se leyó en la ermita de la Santísima Trinidad en la Casa Blanca. Desde 1769, la subacequia de Casa Blanca se surtía del cauce general por dos cantoneras. Los Alcaldes de Aguas habían considerado esto excesivo y desusado, y habían mandado quitar una de tales cantoneras, lo que motivó que los vecinos de la Casa Blanca presentaran una queja ante la Audiencia. La Audiencia, al principio, falló a favor de Casa Blanca, pero la Heredad de Aguas de Arucas y Firgas, dando la razón a los Alcaldes de Aguas, en la sesión de 12 de Abril de 1769, acordó alzarse de tal fallo, encargando del asunto al Licenciado José de Hidalgo, acuerdo confirmado en la sesión de 14 de Enero de 1770, que decidió recurrir nuevamente. La Audiencia debió de acceder a lo recurrido por la Heredad, por cuanto la cantonera quedó definitivamente suprimida. Hay otras fuentes documentales que aportan titularidades de tierras en este lugar y dan otras referencias toponímicas. En la fundación, el 7 de septiembre de 1765, del patronato del matrimonio del Regidor Francisco Carvajal Aguilar y Bernarda Manuela de Matos Coronado, entre los bienes incorporados al mismo se incluyen una fanega y tres celemines de un «Cercado labradío en el Hinojal o Casa Blanca» y otras cuatro fanegas de una «Suerte labradía denominada “El Paso” en Casa Blanca».

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Debe tenerse en cuenta que, en los siglos XVI y siguientes, las paredes o paramentos en zonas rurales se hacían generalmente «a piedra seca» o de piedra vista, por ser más económicas, y en las zonas urbanas se enjalbegaban, es decir, se enfoscaban las paredes con cal, ya que al margen de la motivación estética, la cal refracta el calor y contribuye a crear un ambiente fresco, si bien al poco tiempo adquirían un color amarillo ocre si no eran repintadas con frecuencia, por lo que puede atribuirse un «monocromatismo» del amarillo ocre de la cal envejecida.


Había en el lugar varios latifundios con terrenos, dados en régimen de medianías, y casas señoriales de los siglos XVII y XVIII, que aún perduran en la actualidad. Descendiendo hacia El Molinete, se encuentra una casa que guarda las estructuras tradicionales de la casa canaria, una de cuyas habitaciones se convirtió en una pequeña pero encantadora ermita. La Ermita de la Virgen de la Silla, que es así como se llama, data del s. XIX y perteneció a la familia Rodríguez Pérez. La imagen está pintada en un cuadro y refleja a la Virgen María sentada con el niño en su regazo. En ella oían misa los peregrinos que por el camino iban a las fiestas del Pino de Teror. Este era también el lugar por el que se transportaban las mercancías desde Moya y Fontanales, y uno de los lugares por donde se sacaba la madera de los bosques de la montaña de Doramas. Todo el lugar es una importante zona de paso del Camino de mar a cumbre que viene desde Moya y llega a Teror. En el pasado se situaban aquí dos molinos, el Molino del Molinete o el Molino de Abajo, de los que hoy en día quedan vestigios de incalculable valor etnográfico. Quedan también las estructuras hidráulicas para transportar el agua de la Acequia Honda. Estos molinos, que se movían con la fuerza del agua, se colocaban estratégicamente en las rutas de las acequias y en las zonas de tránsito, ya que además solían tener pequeñas tiendas de víveres. En la parte trasera de este puede observarse la acequia perteneciente a la Heredad de Aguas de Arucas y Firgas, así como los peldaños que le servían al «acequiero» para acceder a ella. CASERONES, LOS (ALDEA DE SAN NICOLÁS) En el margen derecho del barranco de La Aldea, se localizan varias casas cruciformes y algunos túmulos, que constituyen los restos visibles de lo que fue uno de los poblados de mayor envergadura de toda la isla. Esto no ha sido impedimento para que, durante décadas, el poblado indígena fuera objeto de deterioro sistemático, debido a la roturación agrícola de los terrenos en que se asentaba el poblado y a la reutilización de sus piedras para hacer nuevos muros, provocando una alteración considerable. No obstante, en los últimos años se están desarrollando acciones encaminadas a recuperarlo a fin de posibilitar su visita, y así, paulatinamente, van saliendo a la luz las antiguas estructuras. Recientemente, se han acometido trabajos de consolidación, restauración y limpieza de los puntos de mayor interés.

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CASERÓN, EL (VALLESECO) Es uno de los barrios de la parte más baja de Valleseco, cuyo nombre proviene de algún caserón aborigen (véase el topónimo genérico) en los alrededores, que posiblemente siguió siendo utilizado como vivienda y reformado, perdiéndose su huella.


A este poblado, como sucede en otros conjuntos, se asocia una zona de necrópolis. En los años ochenta se llevó a cabo una serie de excavaciones arqueológicas en dos construcciones tumulares de este complejo, el propiamente dicho de Los Caserones y Lomo de Caserones. Dichos trabajos pusieron de manifiesto diversos depósitos primarios de gran interés y que aportaban nuevos puntos de vista en torno a las prácticas funerarias prehispánicas de la isla. A tal efecto, en dichos túmulos pudo comprobarse la reiteración de ciertas pautas en lo que a la ordenación del espacio sepulcral se refiere. En los dos casos, el área central del recinto mortuorio se encuentra ocupada por un individuo adulto masculino. A esta cripta principal se asocian otras que acogían a sujetos femeninos adultos, así como individuos infantiles. Esta ordenación jerárquica no solo fue documentada en lo que respecta a la posición ocupada por cada uno de los enterramientos, sino también a partir de los sistemas constructivos de cada uno de los espacios destinados a esta finalidad. Algunos de estos enclaves proporcionaron fechas de carbono 14 que permiten su ubicación temporal. El túmulo de los Caserones arrojó una fecha de 810 años d.C. Sin embargo, son los espacios habitacionales los que han aportado un conjunto de dataciones que ponen de manifiesto la amplitud cronológica de este asentamiento, ya que van, al menos, desde el 60 d.C. hasta, posiblemente, fechas inmediatamente anteriores a la Conquista hispana. CASERONES, LOS (TELDE) El nombre de este barrio de Telde responde perfectamente al topónimo genérico, pues, en el mismo lomo donde hoy se ubica, se localiza el próximo poblado de Cendro (véase CENDRO), asentamiento aborigen formado mayormente por casas construidas con piedras sin componente alguno de argamasa, que fueron llamadas por los conquistadores «caserones», además de algunas cuevas artificiales, que son las que dominan el diferente asentamiento de Tara (véase TARA). Parte del complejo fue reutilizado en épocas históricas, pues ya en el s. XVI eran estos los lugares donde vivía la población más humilde de Telde.

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Como se decía, el poblado debió de constituir uno de los asentamientos costeros de mayores dimensiones de toda la isla. La densidad de casas debió ser bastante elevada, lo que lleva a considerar la existencia de al menos un cierto entramado que organizara o distribuyera los diferentes ámbitos que integraban el poblado. En él no solo hay constancia de recintos habitacionales, sino también de otras construcciones como la descrita por Grau Basas: «… Entre estos goros aparece uno más notable que llaman los naturales la Yglesia y consiste en dos goros reunidos y precediendo a sus entradas una gran cerca con su entrada mirando al mar...». La mayor parte de las casas muestra una planta circular u oval en el exterior, mientras que la morfología interior más frecuente es la cruciforme.


CASILLAS, LAS (SANTA BRÍGIDA) Este antiguo caserío, en una situación próxima a la carretera general de Santa Brígida a San Mateo (GC-015), se encuentra en el inicio del también antiguo Camino Gordo que, pasando por el Gurugú, llegaba hasta Los Silos, próximo al Barranco de Alonso, posiblemente de trazado aborigen desde sus inicios. El topónimo es anterior al s. XVII y está documentado entre los bienes que tenía el gran Mayorazgo de Matos (véase SECUESTRO, EL), fundado el 26 de julio de 1680 por el capitán Juan Matos y María González. Se trata de una propiedad de ocho fanegas y seis celemines consistente en una «Finca de tierra labradía y erial con algunos frutales denominada “Las Casillas”, con una cuarta de agua por la noche del Heredamiento de Sta. Brígida y una casa terrera». CASTAÑO, EL (SANTA BRÍGIDA) Este lugar, situado en la carretera de San Lorenzo a la Casa del Gallo (GC-308), muy próximo al Dragonal y al Jardín Botánico, es un enclave relacionado con árboles introducidos. La aislada presencia de un castaño es referente importante para las gentes del lugar. El ejemplar alcanzó un enorme tamaño. Sobre este ejemplar, Olivia Stone señala a su paso por Santa Brígida lo siguiente: «… Un gigantesco castaño atrajo nuestra atención, se alzaba cerca del borde de la carretera, muy solo en medio del campo, por lo que nos bajamos a inspeccionarlo, descubriendo que era un ejemplar magnífico. Como no tiene ningún otro árbol cerca de él, ha crecido uniformemente, y desde luego es un castaño frondoso. No es tan grande como el de La Orotava, pero aún está en su mejor momento. Tiene tres ramas principales, que se subdividen, cerca de su punto de unión con el tronco, en muchas otras ramas grandes...». CASTILLEJOS, LOS (ARUCAS) El nombre de este lugar debe su origen a unos castilletes o baluartes de naturaleza volcánica que los aborígenes habían acondicionado para protegerse de las incursiones bélicas y con finalidad defensiva. El lugar se encuentra en una pendiente situada en la prolongación de la calle Fray Tomás de Berlanga.

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En las tierras próximas junto al barranquillo, resultó beneficiado en los repartimientos de 1551 Miguel Alonso, con siete fanegas, tiempos en que ya el lugar comienza a documentarse con este topónimo, donde progresivamente va asentándose una población más estable, como queda acreditado en los diferentes documentos públicos. En una venta de aguas del Heredamiento de la Higuera Canaria, que pertenecieron al vínculo de Alonso Falcón, el 2 de octubre de 1851, José Falcón Vega vende cuatro horas a José Mederos que dice ser vecino de Caserones.


Aunque en la actualidad están muy transformados por las edificaciones realizadas, en este lugar destacaban dos prominencias o morretes orográficos junto al sendero por donde se accede al llano del Camino de La Cruz (véase CRUZ, CAMINO LA Y LA).

CASTRILLO, HOYA DE LOS (GÁLDAR) Este topónimo, según algunas fuentes, tiene su origen en la propiedad de las tierras que pertenecieron a la familia de Gregoria Castrillo, quien disfrutaba de un «pedazo de tierra» el 6 de agosto de 1798, aunque con posterioridad pasó a diferentes manos. CATALINA, BARRIO DE SANTA (LAS PALMAS DE GRAN CANARIA) El barrio recibe su nombre de la primitiva ermita edificada por los mallorquines bajo la advocación de esta santa (véase ALCARAVANERAS, PLAYA DE), nombre que luego recibiría también la Fortaleza o Castillo de Santa Catalina, que estaba situado junto al istmo de la península de La Isleta, en la costa este de la ciudad. Fue diseñada por el ingeniero militar Próspero Cazorla como uno de los apoyos principales del Castillo de La Luz. Actualmente se encuentra sepultada bajo la actual Base Naval, antes muelle frutero Virgen del Pino, aunque los arqueólogos creen que puedan quedar los restos de sus cimientos bajo esta. En la planificación del arquitecto municipal Laureano Arroyo, encargada en 1888, cuando programa el sector de Santa Catalina-Las Canteras, que ocupa lo que realmente es el istmo que une a la Isleta con la isla, traza una amplia vía de naciente a poniente, que coincide con la actual Avenida de Mesa y López, diseñando cinco manzanas en cuadrícula en la dirección hacia el Puerto, y ampliando el jardín de Santa Catalina, el actual Parque, y concibe otras plazas arboladas que no se materializaron, incluyendo un paseo ribereño desde la Puntilla hasta Guanarteme, lo que hoy es el Paseo de Las Canteras. Años más tarde, al culminar la primera década del s. XX, todo el sector de Santa Catalina y Las Canteras se hallaba urbanizado y parcialmente edificado de acuerdo con un plan municipal de ensanche, ocupando prácticamente todo el litoral de Las Canteras, en donde había alineadas desde tiempo atrás un cierto número de casas de veraneo, reservando la ribera del puerto para el equipamiento de industrias portuarias. Desde el muelle frutero Virgen del Pino, que sepultó al antiguo Castillo de Santa Catalina, hasta el comienzo del dique del puerto, se estableció un cinturón de factorías portuarias en concesiones otorgadas por la Junta de Obras a un alto número de compañías que disponían de muelles o diques, almacenes de carbón, varadero y oficinas como: Wilson Sons y Cía.; Elder, Dempster y Cía.; Elder y Fyffes Ltd.; Woermann Linie; Miller; Blandy Brothers

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Su antigüedad está acreditada en distintas fuentes documentales, encontrándose por ejemplo en la testamentaría de Petronila Cabrera Vargas, del 24 de octubre de 1767, que incluye entre sus bienes «Cercado de los Castillejos, bajo de riego con “arrifes”».


Salvo la renovación casi total de las construcciones en la ribera portuaria, por el traslado de la actividad industrial a otras zonas por la reconversión urbana, algunas de las construcciones de la ribera de playa continúan en la actualidad. La primera edificación realizada entre el Castillo de Santa Catalina y la actual Avenida de Mesa y López fue la iglesia del Pino en 1921. En 1932, el ingeniero Antonio Artiles Gutiérrez redactó el proyecto del Muelle Virgen del Pino, lo que hoy es la Base Naval, que arrancaba desde la costa en el inicio del istmo, a la altura del Castillo de Santa Catalina. Consistía en un muelle en forma de “L”, que habría de proporcionar 800 metros más de línea de atraque, con calado de ocho a nueve metros y una explanada de seis hectáreas para zonas de servicios. Las obras se inician en 1935 y se terminan dos años después. Este debía ser el muelle frutero para los plátanos y tomates, y se había previsto que su coste sería sufragado con un impuesto a estas mercancías. La construcción de este muelle supuso el “enterramiento” del Castillo de Santa Catalina, como se comentó al principio. La demolición del castillo fue parcial. Eliminaron la parte superior y dejaron la inferior, donde se instaló la grúa que ponía los prismas de hormigón. Con las piedras de la mitad derruida del castillo se completó el relleno del muelle; la otra mitad se quedó donde estaba, hasta la rasante del muelle frutero (la Explanada de Martinón). El relleno con arena «se hizo con vagonetas remolcadas con la Pepa», la popular locomotora que tras la guerra tiraba de unos tranvías que no disponían de electricidad para funcionar. Los raíles de las vagonetas se cruzaban con los del tranvía. Concluidas las obras e iniciada la Guerra Civil, sin haber recibido ningún barco, el muelle fue confiscado por el Gobierno de Franco para uso del ejército y después convertido en la Base Naval de Canarias. CATELA, LOMO (TELDE) Este actual núcleo de población integrado en el barrio de Las Medianías debe su nombre a la propiedad de las tierras por Bastián Catela, que en 1558 aparece como vecino de Telde. El topónimo ya aparece en el testamento de Andrés Ortega, Clérigo presbítero, realizado el 2 de agosto de 1602, quien dice ser propietario de un pedazo de tierra de ocho fanegas denominado los Majanos, en la Cabezada del Lomo de la Catela.

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y Cía.; Grand Canary Coaling; Las Palmas Coaling; Cory Brothers; y otros de menor tamaño, como fábricas de hielo o frigoríficos y modestos talleres de carpinteros de ribera. Todos estos nombres están ligados a la historia mercantil y portuaria de la ciudad. Algunas denominaciones o instalaciones perduran en la actualidad, bien sea la edificación original o el nombre recibido por el nuevo edificio allí construido.


Hay otras informaciones que dicen que Duarte Catela obtuvo una concesión en 1539 de unas cuevas para bodega en sus tierras del Valle de la Chocha, aunque pudiera haber un error de transcripción. CAZADORES (TELDE) Pago situado a 1300 metros de altitud, en el límite de las medianías con las cumbres de la isla, conocidas en la antigüedad como la Sierra, próximo a la Caldera de los Marteles. Es un lugar de paso, a mitad de camino, que, según algunas fuentes, recibe su nombre de ser lugar de «cazadores». En el entorno se encuentran topónimos que responden perfectamente a su localización. En el sentido de las agujas del reloj, en el norte La Asomada, La Degollada, La Montañeta de Cazadores, La Fuente Bermeja, El Roquete, El Laderón, y La Lajita, todas ellas se describen por sí misma. El Mayorazgo del Buen Suceso (véase BUEN SUCESO, HACIENDA DEL), fundado en el s. XVIII por Domingo Hernández Naranjo Nieto con el capital que devengó como párroco durante muchos años en América, tenía en su patrimonio el Cortijo de Cazadores, con una cabida de doscientas sesenta y nueve fanegas, un celemín y medio y cincuenta y dos brazas que compró su cuñado por mandato del fundador. Dado el plano inclinado de las tierras, en el lugar abundaban las «cadenas» o escalonamientos del terreno con la construcción de bancales o muros de piedra seca para su nivelación. En ellas se cultivaban almendros, cereales –sobre todo cebada– y frutales. Estas tierras en la actualidad han abandonado los cultivos casi de forma generalizada. CEBOLLA (ARUCAS) En los viejos documentos del Concejo de Gran Canaria, con motivo de la subasta celebrada el 23 de febrero de 1728, aparece, por primera vez, una compraventa por la cual el vecino de Arucas Antonio Marrero Cardoso adquiere dos sitios, uno en el lugar conocido por la Boca del Barranco y otro en Las Tinochas. El primero lindaba con el frontón que la gente de entonces conocía por «Sevollas», y el segundo, con el lugar llamado «Huérfanos» del Barranco de Tenoya. Este lugar, al que se accede por un veril y que en el propio documento público se reconoce que es un «frontón», se encuentra en la desembocadura del Barranco de La Dehesa, que aguas abajo es llamado Barranquillo de El Caidero, muy cerca de la Finca Experimental del Cabildo Insular de Gran Canaria.

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Otras fuentes sostienen que se debe a Duarte Catela, sin que pueda precisarse si son la misma persona por la proximidad de sus tierras, y que este era propietario de grandes extensiones de tierra en «… el Valle que dicen de La Rocha…». Según la información, en dichas tierras tenía unas cuevas para guardar pajas y dar de comer a sus bueyes, y había plantado parrales, por lo que solicitó autorización para labrar una bodega en las cuevas y otros aposentos para guardar el pan y otros aperos. Casó con Juana González con la que tuvo tres hijos, el último en 1534.


CENDRO (TELDE) Topónimo aborigen. Este antiguo poblado troglodita aborigen, horadado en una ladera de toba volcánica, está formado por un conjunto de cuevas-habitación, realizadas unas veces de forma artificial, y otras aprovechando cuevas de origen volcánico. Han sido reutilizadas por la nueva población hija del mestizaje a partir de finales del s. XV y principios del XVI. Aún hoy, muchas de ellas se siguen utilizando como hogar de los actuales teldenses, dadas sus inmejorables condiciones de habitabilidad. Está situado en la antigua carretera de Las Palmas a Telde (GC-100), por Jinámar, junto al ya centenario Puente de los Siete Ojos, muy cerca del yacimiento de Tara, dentro de las antiguas tierras concejiles. En el s. XVII, las casas-cuevas de Cendro y Tara son el refugio de pobres de solemnidad, pequeños propietarios, aparceros, medianeros y marginados sociales, como extrarradio de la ciudad de Telde. El 6 de febrero de 1702, para regularizar una ocupación clandestina, el Cabildo vende a Juana González, viuda de Marcos Díaz, un sitio en el barrio de Sendro, que linda arriba (detrás) con sitio de Juan Pérez, delante José Fortuna, lado Ana Rodríguez, de sesenta pies en cuadra y con casa fabricada, por el precio de 3 reales. También compró una gran propiedad, parte en las proximidades y parte en el lugar, el Mayorazgo del Buen Suceso (véase BUEN SUCESO, HACIENDA DEL), fundado el 3 de mayo de 1788 por Domingo Hernández Naranjo Nieto, con el capital que devengó como párroco durante muchos años en América, pues declaraba en su patrimonio setenta y siete fanegas y nueve celemines de un «Cortijo de Gallego con el derecho de huerta para pastar doscientas ovejas con cueva de vivienda y otra para el ganado en el Sendro». CERCADO GRANDE (INGENIO) Su primitivo nombre, Valle de Aguatona (véase AGUATONA, VALLE DE), pasa con el tiempo a ser Cercados de Aguatona, y después, a finales de siglo acaba siendo Cercado Grande. CERCADOS, LOS (SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA) Desde 1511 fueron muchas las datas de tierras, molinos, cuevas y salinas, que continuaron a lo largo del s. XVI, realizadas por el Cabildo General de Gran Canaria de forma elitista entre personas y cargos influyentes como canónigos, escribanos, regidores, alcaldes, etc., que motivan una ocupación clandestina de realengos por los campesinos establecidos en ellas o en sus inmediaciones.

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El lugar de la costa es también conocido como Punta de Cebolla, pero no se ha llegado a determinar cuál es el origen de este singular topónimo.


Para hacerse con las propiedades de tierras de realengo o concejiles, se dieron muchos casos en que los peticionarios al Cabildo para su «venta a tributo» hacían alegatos basados en las construcciones realizadas por ellos en las mismas, por ejemplo argumentaban que «… por haber levantado en ellas muchas paredes, hecho desmontes y cercas para evitar la entrada de ganados…». Según las fuentes, en las zonas de predominio ganadero, los beneficiarios no podían «correr» ni «penar» los ganados, so pena de su pago por el infractor o los vecinos más cercanos. A fin de evitarlo, los poseedores venían obligados a cercar sus tierras. Esta ocupación continuará a lo largo del s. XVII, sobre todo por el suroeste de la isla, enfrentados los intereses entre agricultores y ganaderos. Los nuevos propietarios inician la roturación de las tierras y el «cercado» de las mismas, para impedir el acceso de los ganaderos que pastaban su ganado libremente por las tierras de realengo y concejiles. Esta cultura del «cercado» tenía además una finalidad jurídica en la pretensión de defender los derechos de su propiedad ante posibles reclamaciones de terceros, o del propio Cabildo, pues los «visitadores» que comprobaban las ocupaciones clandestinas venían de forma muy ocasional y procedían de la Península por mandamiento real cuando se trataba de realengos. Y cuando lo eran en tierras concejiles, se conocía la postura de la Audiencia de no admitir las demandas del Cabildo no documentadas, alegando «… muchos de sus privilegios no puede haser exhivición de los títulos porque desde la intrucción de los olandeses y saqueo que hicieron en el año de quinientos noventa y nuebe le faltan muchos papeles y libros de importancia que, hallándose en el archivo y sin hauer havido lugar de sacarlos, se llevó el enemigo, no obstante que sé celebraron algunos acuerdos ya hecha la paz para su recobro…». Si no obtenían la propiedad, forzaban al menos la obtención del derecho de «venta a tributo» mediante el pago de un canon a los Propios del Cabildo. De esta cultura surgen distintos topónimos en el suroeste de la isla, unos de forma genérica como este, otros con el nexo de su antiguo propietario y otros empleando el diminutivo de «cercadito» por la menor cabida de las tierras. La indefensión del Cabildo en los litigios y la extrema necesidad de obtener recursos económicos para atender a sus gastos, castillos, guarnición, armas y municiones lo lleva a solicitar autorización o Cédula Real, y así se lleva a cabo el deslinde de los baldíos y sobras de montes y montañas, practicándose la diligencia entre 1706 y 1708, para proceder a su reparto y venta, como medio de obtener recursos económicos.

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Estas ocupaciones se hacían a sabiendas de que los libros oficiales del Cabildo donde se anotaban las datas desaparecieron durante el saqueo del almirante holandés Pieter van der Does, cuando decide quemar la ciudad y las fortificaciones, y retirarse a sus barcos (véase LENTISCAL, MONTE).


CERNÍCALOS, BARRANCO DE LOS (TELDE) Recibe su nombre por la abundancia de ejemplares de esta especie, pues está en un hábitat en el que tiene a su alcance, con cierta facilidad, todos los animales que componen su dieta alimentaria. Sus presas suelen ser pequeños mamíferos, fundamentalmente roedores, pequeños pájaros, reptiles, grandes insectos, gusanos y ranas. El cernícalo común (Falco tinnunculus) es un ave de presa perteneciente al género Falco de la familia Falconidae. El cernícalo es relativamente pequeño comparado con otras rapaces, pero más grande que la mayoría de las aves. Tiene alas largas de color bermejo con manchas negras, así como una larga cola muy distintiva, gris por la parte superior y de borde redondeado y negro. El plumaje de los machos en la cabeza es azul-grisáceo. Mide de treinta y cuatro a treinta y ocho centímetros de cabeza a cola, y de setenta a ochenta centímetros de envergadura de alas. El macho adulto medio pesa cerca de ciento cincuenta y cinco gramos, y la hembra cerca de ciento noventa. El verdadero interés de este barranco reside en su alto valor ecológico y paisajístico, ya que en sus laderas se encuentra uno de los mejores acebuchales de la isla y, en su cauce, de agua corriente durante todo el año, una importante sauceda. El área del barranco ocupa unos doce kilómetros de espectacular relieve, por donde discurre el agua labrando cascadas y desfiladeros durante todo el año. Posee gran riqueza botánica con tajinastes, salvias, lavandas, bejeques, malvas, bicácaros, cruzadillas, malfuradas, berros, culantrillos, etc. Además se pueden encontrar rapaces, reptiles, anfibios, pájaros pintos, capirotes y otros. CERRILLO, EL (ARUCAS) En los repartos de tierras tras la Conquista, por los años 1545 y 1546, correspondieron a Juan de Maluenda terrenos en este lugar de Arucas, que tuvo un ingenio que se movía con el agua de la acequia del Heredamiento de Arucas y Firgas que venía desde el Barranco de la Virgen por Las Madres, si bien se tienen reseñas históricas de que Alonso de la Barrera ya tenía su ingenio en 1526.

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En uno de estos topónimos, en los Cercados Altos de Fataga, existe el conocido como molino de Cazorla, construido en 1880, que es movido por la acción del agua y representa un elemento etnográfico excepcional por el importante carácter artesanal de su ingeniería, que mantuvo usos y costumbres a lo largo de los siglos. Cuenta con un cubo de doce metros de altura, el molino factoría y la vivienda del molinero, formando todo ello una de las estampas más representativas de esta arqueología industrial. Madera de tea, columnas de cantería, acequia de argamasa, techos de tejas, etc., constituyen el armazón de la maquinaria de madera, hierro y piedra.


Como topónimo genérico es el diminutivo de cerro, una elevación de tierra aislada y de menor altura que los siguientes barrios ascendentes de La Goleta y Lomo de San Pedro, todos ellos prácticamente unidos en la línea trazada por la Acequia del Heredamiento de Aguas. En la cima de este pequeño cerro, conocida con el nombre de Calvario, fue edificada hacia 1720 por sus vecinos una pequeña ermita que presidiera luego el Santo Cristo de la Salud, traído hasta Arucas por el devoto indiano Juan de Quintana y Castro por aquellas fechas. Tradicionalmente, la procesión del Cristo crucificado del Viernes Santo de Arucas llegaba hasta este lugar, distante de la iglesia parroquial aproximadamente unos dos kilómetros, y regresaba a continuación, recorrido que antiguamente era seguido por muchos feligreses devotos. De la docena de canteras que tenía este municipio, las más importantes estaban en El Cerrillo, en La Fula, de fractura rugosa y color blanquecino, y en El Lomo de San Pedro, de granos cristalinos y color gris azulado. Recientemente se ha descubierto otra cantera conocida como «corea» en el lugar de Rosa Silva (véase ROSA SILVA), además de las ya desaparecidas de El Mirón y la que estaba situada junto a la antigua ermita de San Pedro, cerca de la fábrica de azúcares, después del ron, entre las carreteras a Moya y a Bañaderos. La cantería de Arucas es conocida desde los primeros siglos de la colonización europea y generó, a lo largo del tiempo, una vieja tradición, centrada en los barrios de El Cerrillo y La Goleta, y técnicas transmitidas de padres a hijos. Antecedentes históricos de la profesión los tenemos en los libros de bautismo consultados por la fuente, donde aparece la condición de los padres. Así, en 1603, Jerónimo de Mendoza es «menestrado», algo así como oficial de cantería; en 1653, Antón Pérez es llamado «maestre de cantería», y un año después es «maestro de San Juan», posiblemente por realizar alguna obra importante para la iglesia antigua; en 1657, Luis Báez es «maestro mayor de canteros»; en 1682, Cristóbal Déniz es cantero. Una profesión perfectamente organizada con responsabilidades definidas según su función.

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Este histórico topónimo genérico es mencionado además en la escritura de censo suscrita, en junio de 1656, ante el escribano Diego Álvarez de Silva, por Fray Juan Perdomo, Administrador del Mayorazgo de Arucas, a favor de Juan Afonso, vecino de Arucas: «… de unas tierras situadas detrás de los Alamos en el Cerrillo que linda por la parte de abaxo un paredón antiguo y andenes del Mayorazgo y por la de arriva los dichos Alamos del Serrillo y camino real que sale del lugar del Serrillo para el cercado de San Sebastián y Hoyas de Ariñes y por el otro camino real que sale de dicho lugar para la Cueva de la Fula y Trapiches, todo lo que hubiere debaxo de dichos linderos...»; y asimismo, en la relación de Bienes Fundacionales del Mayorazgo de 1572 y sus dos agregaciones siguientes de los años 1576 y 1577.


Esta hermosa piedra azul, antes de la mecanización actual, era extraída de la tierra en las históricas vetas, muchas ya desaparecidas, con el esfuerzo y la maestría del cabuquero para no romper la hebra de la piedra, utilizando cuñas hasta encontrar el quiebre de la hebra. Después, con herramientas como el marrón, la barra y el pico de recalar, el bloque se desprendía de la veta para pasar a las manos del entallador, quien, sabiamente y conociendo el destino de cada uno de sus imaginarias partes, utilizando más cuñas, el pico y la mandarria –ese pequeño marrón o gran mazo–, con la ayuda de las escuadras, realizaba el despiece en diferentes trozos. A partir de aquí, el cantero empezaba a dibujar con su lápiz, en los cartones, qué forma habría de tener y qué función tenía que prestar. Definido el destino y la prestancia que tendría, el labrante la tallaba extrayendo del alma y cuerpo de la piedra la belleza en las múltiples formas que había abocetado el cantero, fueran seres humanos, animales, flores o simplemente dibujos geométricos. Y para ello se valía de compases, escuadras y metros, cinceles, punzones, trinchantes, fiadores, plomadas, y escoplos. La alusión a la emblemática piedra gris-azulada de Arucas es constante en cualquier guía histórica del municipio y de la isla: arquitecturas domésticas, religiosas, públicas e hidráulicas, obras de ingeniería, tallado artístico, etc. Una piedra que desde El Puertillo se embarcaba en veleros hacia otras islas y que llegó hasta el Nuevo Mundo. En Canarias son muchas las obras arquitectónicas que utilizan la cantería de Arucas, el ejemplo más notable lo constituye la obra neogótica de la iglesia de San Juan en esta ciudad. Conocidas son otras canteras que existen en la isla, que han destacado por el distinto cromatismo: la de piedra roja de Tamadaba, la de piedra verde de Tirma, la de Ayagaures, en sus tonalidades amarillo-ocre y rojiza, la de piedra de amarillo-ocre de Teror, la de piedra blanca de la Presa de Pinto de Arucas, la veta de la Cantera de Gáldar, la de piedra gris oscura de San Lorenzo, la del Monte, y otras de menor cantidad. En la actualidad, muchas de ellas tienen restringida su extracción. CIUDAD JARDÍN, BARRIO DE (LAS PALMAS DE GRAN CANARIA) Se trata de un barrio ubicado en pleno centro de la ciudad, entre los barrios de Alcaravaneras y Arenales; un barrio que, pese a estar en el centro geográfico de la ciudad baja, es un importante núcleo residencial de La Ciudad y cuenta con amplias zonas verdes. Entre los puntos más representativos del barrio destacan el Parque Doramas y el Parque Romano.

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La labor de los artesanos de la piedra fue ampliamente demandada en momentos de gran dinamismo constructivo, siempre en función de la estética arquitectónica dominante. Un ejemplo de ello se puede encontrar a inicios del s. XX, cuando en las canteras de Arucas podían estar trabajando más de mil personas, cuya función específica, desde la extracción a la terminación, tiene distintas especialidades y herramientas poco conocidas.


Fue así como nació la idea de los ingleses de experimentar con los cultivos de plátanos, tomates y papas para su exportación a Europa en los barcos que volvían vacíos. De esta forma, se establecieron muchos más comerciantes y navieros británicos en nuestras principales ciudades portuarias, algunos de ellos de carácter multinacional, como fue la firma de ElderFyffes. Con los ingleses vinieron comerciantes de sus colonias en Oriente Medio, por lo que se explica la presencia en Canarias de los indios y árabes. Olivia Stone (1887), durante su visita a Gran Canaria, escribe: «Quizá lo que más sorprende a uno es que aquí, y en menor grado en Tenerife, el comercio está principalmente en manos de ingleses». Cuenta también el ingeniero Cirilo Moreno (1841-1916) en su obra De los Puertos de la Luz y de Las Palmas y otras historias sobre el primer inversor inglés «... Que el señor Mister Arturo Doorly, representante de una casa comercial de Inglaterra, muy importante, trataba de construir unos almacenes para traficar en carbón mineral; que en Santa Cruz donde pensó hacerlo, le presentaron una porción de dificultades; que aquí, si le allanaban todo se establecería, y que de no, iría a la Madera o a las Azores…». Realizó los planos con mucha urgencia para gestionar las licencias e iniciar con rapidez las obras, quedando muy satisfecho el «inglés» con él, y con las gestiones realizadas por los hermanos Fernando y Juan León y Castillo. Sigue narrando que, terminada esta obra, la relación existente es profesionalmente muy satisfactoria para ambos: «… Ni antes ni después ha venido a esta tierra un inglés ni extranjero alguno que se hiciera tan simpático y popular como Mister Doorly (Maestro Dule, que le decía cariñosamente la gente del Puerto). Mucho tengo, por parte mía, que decir bueno de él. Yo era el Arquitecto de todos sus trabajos. El Hotel Metropole, con las construcciones fronteras, excepto la Iglesia, y el Hotel Santa Brígida, los proyecté y dirigí por encargo suyo…». En este nuevo contexto comercial y portuario de finales del s. XIX y principios del XX se encuentran las primeras promociones turísticas desde Londres. Canarias, con su fama de islas paradisíacas con balnearios de aguas medicinales para la salud, se consolida como centro receptor de turistas europeos. Fue un turismo de calidad, de gente adinerada que deseaba disfrutar tanto de sus paisajes como del saludable clima y sus aguas medicinales. Alrededor de sus fuentes surgieron los balnearios de Azuaje, Teror, Berrazales…

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Cuando comienza a consolidarse el modelo político económico del neocolonialismo, las islas se encuentran en el paso obligado de la ruta de los vapores ingleses y alemanes hacia ultramar, teniendo además en sus puertos francos, desde 1852, una serie de comerciantes británicos que acondicionan carboneras, talleres, comercios, telégrafos, sede de navieras, etc., y que se dieron cuenta de que los barcos, cuando regresaban vacíos de las tierras de ultramar, podían cargar productos agrícolas en los puertos canarios para llevarlos a Londres.


Ocupado hasta entonces por huertas, y algunos hoteles y chalés de corte europeo ideados por el arquitecto Eduardo Laforet, los primeros asentamientos de la franja costera de la antigua Caleta de Santa Catalina, hoy sepultada en gran parte por el segundo tramo de la Avenida Marítima en el lugar más próximo al Puerto, fueron de parte de la colonia inglesa, que dominó la economía de la isla a finales del s. XIX. El Hotel Santa Catalina es inaugurado en enero de 1890 con todo lujo de detalles, respondiendo a las exigencias de la distinguida sociedad inglesa. Su construcción no estuvo únicamente vinculada a la pretensión de completar la oferta turística de la ciudad, sino más bien estaba motivada por la carrera de los barcos ingleses que, en busca de fortuna y en su camino hacia África, arribaban al puerto de la Luz para descansar. Más tarde, en 1922, el arquitecto canario Miguel Martín Fernández de La Torre, hermano del pintor Néstor, recibe el encargo del Ayuntamiento de un plan de ordenación urbana para el conjunto de la ciudad. De su amplio estudio destacaron fundamentalmente dos importantes aportaciones: la urbanización del barrio de Ciudad Jardín, y la introducción y desarrollo de la arquitectura de estilo racionalista en la ciudad y también en el Archipiélago Canario. El mismo arquitecto, años más tarde, sería quien dirigiera los trabajos de reconstrucción del Hotel Santa Catalina con un evidente estilo canario. Y próximo al mismo sería construido también el Pueblo Canario. En una extensa franja de terreno que desde el parque Doramas iba hasta el barrio de Alcaravaneras, Miguel Martín proyectó una urbanización residencial de viviendas unifamiliares de una, dos y hasta tres plantas, y pequeños apartamentos, todo ello rodeado de jardines. La urbanización general del barrio está constituida por calles estrechas, con esquinas en chaflán cóncavo en algunas de las intersecciones, solución viaria nunca antes aplicada en la ciudad. Tal desarrollo dio como resultado pequeñas placetillas en las esquinas de calles como Pío XII o Maestro Valle. Tiene un carácter exclusivamente residencial, destacando el recogimiento y carácter intimista de sus calles. En la corriente urbanística denominada «Ciudad Jardín» destaca la idea de la Ciudad Jardín inglesa, la contribución más temprana y tal vez más significativa para replantear los modelos de vivienda colectiva en un contexto desplazado del centro de la ciudad, influenciada por

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Toda la zona del actual barrio era entonces un feudo de los ingleses, de ahí que lo llamaran el «barrio de los ingleses». Allí tenía Mauricio Blandy un gran chalet con una finca que llegaba hasta la calle de León y Castillo. Allí estaban las huertas de los herederos de Word, cercanas a la finca de Lugo. Y también los extensos terrenos de la sociedad propietaria del Hotel Santa Catalina, la compañía inglesa Gran Canaria Island Company Limited, una amplia franja que desde la carretera del Puerto alcanzaba hasta las colinas de Altavista; las amplias propiedades de la compañía Elder, etc.


La presencia extranjera contribuyó a que se experimentase un gran progreso en el nivel de vida, y los isleños se beneficiaban de los modernos adelantos que los británicos iban introduciendo y de las nuevas fuentes de riqueza que estos promocionaban. El mayor número de negocios y negociantes británicos de la capital grancanaria explica que la colonia británica fuera aquí más numerosa que en el resto de las islas. El censo de 1910 indica que el número de residentes británicos en Las Palmas había ascendido a cuatrocientos treinta y siete, y parece lógico, pues, que el inglés y lo inglés estuvieran presentes en muchos detalles de la vida diaria de los canarios de aquella época. Seguramente sus puestos de trabajo pertenecían a algún ramo de las numerosas empresas británicas: consignatarias, varaderos, astilleros, almacenes, bancos, hoteles, bares, etc. Influyeron también en el habla canaria con la creación de vocablos o expresiones formados a partir de la corrupción de vocablos ingleses. Así, se llamaba chony a todos los turistas que arribaban a la isla, apelativo que tuvo su origen en el nombre propio Jhonny; chinche por chinche es una expresión con la que se invitaba al trueque, derivada de change for change; otro ejemplo es el sustantivo, que aún se conserva muy popularizado en la zona portuaria y que nace del mestizaje de ambos idiomas, cambullón o carbullón, proveniente de la expresión «cambia Jhon» que identificaba el negocio de trueque a pie de barco, por el que se entregaban productos de la tierra a cambio de los productos que traía la marinería, y que generó incluso la forma verbal cambullonear o carbullonear. CICER, LA (LAS PALMAS DE GRAN CANARIA) Este lugar de la Playa de Las Canteras recibe este nombre convertido en topónimo urbano del acrónimo y anagrama de la antigua Compañía Insular Colonial de Electricidad y Riegos, que ubicó en el lugar la segunda «fábrica de luz» de que dispuso la ciudad. Esta empresa mercantil, fundada por una sociedad alemana y dirigida en sus inicios por Gustav Winter, buscó para la instalación de su fábrica un lugar lejano a la entonces Ciudad, en amplios terrenos, unos 16 000 metros cuadrados, próximos al mar, y en los que no existieran viviendas cercanas, circunstancias que se daban por aquel entonces en lo que hoy es el Barrio de Guanarteme, junto a la Playa. Su finalidad era competir con la otra «fábrica de la luz», la Sociedad de Electricidad de Las Palmas, auspiciada por Eusebio Navarro Ruiz, que convenció al conde de Pradere, e instalada

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los escritos del taquígrafo Ebenezer Howard para la prensa londinense. La primera Ciudad Jardín (First Garden City) de Letchworth (1904), de Raymond Unwin y Barry Parker, fue organizada con el objeto de descentralizar la metrópoli y así atender a la preocupación social por la salud y la higiene, vistas como alternativas a las condiciones de hacinamiento e insalubridad de la ciudad industrial de las postrimerías del s. XIX.


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El Colmenar

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Inaugurada el 21 de octubre de 1928 con la presencia del General Primo de Rivera, su objetivo era distribuir electricidad a los vecinos de la ciudad, y, progresivamente, llegar a otros pueblos del interior de la isla. Pero en 1932, los dos competidores de la luz se fusionaron para constituir la Unión Eléctrica de Canarias (UNELCO), desmontándose la primera fábrica de la luz de la Plaza de la Feria. En los años 40 tendió sus cables hasta el sur para dar servicio a Telde y otras poblaciones cercanas. Años más tarde llegaría a Guía y Gáldar, puesto que Arucas disponía del primer generador que se instaló en la isla para dar suministro a la fábrica de azúcares de los Gourié. Sus turbinas de vapor se alimentaban de carbón, generando una potencia de 9000 kilowatios, hasta que el progreso los llevó a quemar fueloil, siendo sustituido posteriormente por gasoil. En los años 50 arriban dos técnicos suizos, Federico Osterwalde y Enrique Hurter, que se hacen cargo del mantenimiento de la central, bajo la dirección del ingeniero Rafael Hernández, a quien le sucede en 1958 el ingeniero Antonio Marrero Bosch, que ocupa la dirección hasta 1966. Por estas fechas surge el primer embrión de lo que luego será el sistema dual o generación de electricidad y desalación de agua de mar para su potabilidad, pues se inician los trabajos para la instalación de agua salada, que se usa como elemento para enfriar las turbinas y que, tras cumplir su función, es devuelta de nuevo al mar. Se cuenta por los antiguos del lugar que, en el vertido del agua a la playa, se originaba a los pies de la fábrica un enorme hoyo al que popularmente se le daba el nombre de el chupadero, donde los chiquillos se metían en grupo cuando ya caía la tarde para darse un baño de «agua calentita» y volver a sus casas tiritando. Para la toma de agua de la playa se construyeron un canal y un dique de escollera, que provocó un aumento de arena, que venía a sustituir a las piedras y a la arena negra. COLMENAR, EL (VALSEQUILLO) Con este nombre se conocen los caseríos de Arriba y de Abajo, donde está el Cuartel, que recibe igualmente dicho nombre, posiblemente por la antigua existencia de asientos de colmenas de abejas. En el de Arriba hay un conjunto aborigen de enterramientos en cuevas. Se compone de cuevas naturales y artificiales labradas en toba volcánica que han quedado semienterradas con las obras de construcción de la carretera. En ellas se documentaron una serie de inhumaciones infantiles en muy mal estado de conservación que, al parecer, hacían uso de envolturas de pieles.

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junto a la Plaza de la Feria, hoy del Ingeniero León y Castillo, que el 10 de junio de 1899, cuando se inauguraba por el alcalde de la ciudad Fernando Delgado Morales, según cuentan las crónicas, hizo tan fuerte impulso al entonar en latín el fiat lux! (aproximadamente ‘¡hágase la luz!’), que rompió la palanca de encendido, quedándose con ella en la mano, lo que costó un retraso de dos horas. Su director fue Clement Dantine, ingeniero belga (véase FERIA, PLAZA DE LA).


Está compuesto por varias edificaciones en torno a un gran patio central y fue residencia militar. Los bloques principales son dos edificios de dos alturas y cubierta a dos aguas, con huecos verticales en la planta alta, tanto en los laterales como en el hastial, además de otros menores en la planta baja. Ambos cuerpos paralelos se unen por una alta tapia en la que se abre el acceso al patio, bajo un arco de medio punto. Permaneció activo hasta la década de los años treinta del siglo XX. Aquí estuvo destinado, como Comandante de Armas de Milicias, el subteniente Antonio Pérez Gutiérrez, abuelo del celebrado escritor canario Benito Pérez Galdós. COLORADAS, BARRIO DE LAS (LAS PALMAS DE GRAN CANARIA) Este pequeño barrio situado en el norte de La Isleta recibe su nombre de la montaña junto a la que se asienta, que es el pico más alto de la ciudad. Posee diez calles y quince manzanas de la segunda mitad del s. XX, escasos servicios públicos, colegio y campo de fútbol. Ha agotado todas sus posibilidades de crecimiento por el relieve donde se ubica, una pequeña meseta casi cuadrangular donde los lados norte, oeste y sur son las rampas de la meseta y el este es la frontera, por la zona de seguridad y el perímetro de la zona militar. A ello hay que sumar la declaración de Paisaje Protegido de La Isleta. CONCEPCIÓN, LA (SANTA BRÍGIDA) Por encima del barrio de La Atalaya se alza la antigua ermita de Nuestra Señora de la Concepción y San Francisco de Paula, fundada por el canónigo Luis Fernández de Vega, arcediano de Fuerteventura, que la erigió a partir del 1733 para celebrar en ella. Junto a la fachada principal de esta sencilla ermita, de una sola nave, se conservan todavía siete lápidas de otras tantas víctimas del cólera morbo que en el verano de 1851 sembró de lágrimas y luto todos los rincones de la isla. Las gruesas paredes y el suelo del edificio están hechos con cantería azul, procedente de la cercana cantera de La Atalaya, cuyas piedras sirvieron también para una parte de los muros de la Catedral de Las Palmas en 1559, entonces en construcción, y los pavimentos de muchas casas de Santa Brígida. En el interior de esta ermita destaca un bello techo artesonado, de estilo mudéjar, un antiguo púlpito de madera y las imágenes, en madera policromada, de San Francisco y la Inmaculada Concepción de María, que ha dado nombre a la urbanización residencial que rodea al recinto.

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Durante la conquista de Gran Canaria, los castellanos se adentraron por el Barranco de Tecén, donde existía una importante población aborigen. En 1530 se construiría en este mismo lugar de Colmenar de Abajo, un cuartel de caballería, conocido como el Cuartel de El Colmenar, levantándose en torno a él varias edificaciones vinculadas a la vida castrense. Las Haciendas del Conde son un conjunto constructivo que encierra entre sus dependencias una ermita y las viviendas próximas al Cuartel.


La ermita fue declarada el 19 de agosto de 1977, por el Cabildo Insular de Gran Canaria, Monumento Histórico Artístico, refrendado dos años después por el Ministerio de Cultura.

CONFITAL, PLAYA DEL (LAS PALMAS DE GRAN CANARIA) Se encuentra situada al suroeste de la península de La Isleta y es una prolongación natural de la playa de Las Canteras. La zona habitualmente utilizada para el baño, pequeños caletones entre los tableros de confites con una capa de arena gruesa al final de los mismos, abarca aproximadamente dos kilómetros, aunque la franja litoral es mucho mayor. Parte del suelo es de dominio público, propiedad municipal, y otra menos conocida, propiedad del Patrimonio del Estado, del Ministerio de Defensa. El «Confital» hace referencia a la acumulación de tableros de rocas con aspecto de confite, por tener incrustadas o fosilizadas algas calcáreas costeras, normalmente de pequeño tamaño. Algunos autores dicen que el confital da nombre a las zonas de las riberas isleñas que, en lugar de arena o cantos rodados, están cubiertas de cierta piedrecilla menuda en forma de confite, de color blanquecino con leves visajes dorados. Tiene también alguna semejanza con ciertos pequeños caracoles. Según el DRAE, «Confite es pasta hecha de azúcar y algún otro ingrediente, ordinariamente en forma de bolillas de varios tamaños». Este topónimo no puede considerarse contemporáneo, pues ya figuraba en mapas del s. XVI. Figura, entre otros, en la carta de Leonardo Torriani de 1590, en la Carta Topográfica de 1829 del botánico inglés Phillip Barker Webb (1793-1854) y del botánico francés Sabin Berthelot (1794-1880), publicada en París en 1838. Pudiera entenderse también de dudosa credibilidad por estimarse que es un término afrancesado, lo cual está muy lejos de la realidad de la época. Así lo ilustran las propias Ordenanzas del Concejo de 1531, cuando se regula la actividad «de los confiteros y confituras», al preocuparse por la calidad de la materia prima diciendo «Otrosí que todos los confites e confituras que hizieren sean de buen acúcar e rrefinado syn ninguna ley ni mestura de espumas so la dicha pena». A finales del s. XVIII, se solicita una data por Cristóbal Vicente Mújica para establecer en la misma Isleta unas salinas y factoría con destino a la pesca de la ballena. La opinión de la Sociedad Económica sobre la salina era que la experiencia había demostrado que no se podía obtener sal en un lugar que «… recibe el viento inmediatamente de sobre el mar…». Ya en esos tiempos se justificaban las salinas «… por ser la sal de la isla absolutamente necesaria para curar el pescado que en ella se pesca y que por experiencia se save que la sal extrangera es inútil o perjudicial para dicho fin…».

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CONCHEROS, LOS (AGAETE) Véase NEGRO, PLAYA DEL.


En el primer cuarto del s. XX, junto a la explotación de salinas, que ocupaba una amplia extensión en la que el agua de mar era bombeada por un gigantesco molino, hubo un gran «secadero» de pescado, para su transformación en el derivado conocido como «jarea». Jarear es una corrupción de airear, y es un sistema que permite conservar el pescado en seco después de haberlo expuesto al sol y al aire salino de nuestros mares. Es técnica que tiene procedencia mediterránea y consiste en coger el pescado fresco y desviscerarlo, limpiarlo muy bien, descamarlo y lavarlo con agua de mar. Después de mantenerlo un corto periodo de tiempo en un recipiente o cacharro con agua de mar, se vuelve a realizar la misma operación de lavado para colocarlo en los tendederos o secaderos junto a la costa, en los cuales cuelgan trozos de tela que, mecidos por la brisa, espantan a las moscas. Hasta hace algunos años, a pie de playa se levantaba un pequeño poblado de chabolas, pero recientemente ha sido erradicado, dando paso a unas obras de conservación y mantenimiento «… bastante polémicas por las dudas de algunos movimientos ecologistas y los vecinos de la ciudad, sobre la legalidad de las actuaciones». Después de cuarenta años de negociaciones, el Ayuntamiento adquirió en el s. XXI la propiedad de los 433 630 metros cuadrados de El Confital y Punta Salinas, erradicando «el chabolismo de ocio», con el fin de constituir un foco de desarrollo de actividades y deportes ligados al mar con localización de usos asociados a dichas actividades, siempre con una máxima integración en la naturaleza, acorde con sus valores paisajísticos y medioambientales. CORCHO, CUEVA (VALLESECO) Su nombre no parece obedecer a la presencia histórica en el lugar de alcornoques o de explotaciones para el aprovechamiento de su corteza, llamada corcho, pues no es el hábitat de esta especie, y los ejemplares que existen han sido importados. Ya Viera y Clavijo resalta indirectamente su escasez cuando dice «… Existen algunos pies de este apreciable vegetal en una hacienda del distrito de la Vega, pago de San José en Canaria...», circunscribiéndolo a una sola finca en esta isla, después de haberla recorrido totalmente. Parece más probable que deba su nombre a que antiguamente la denominación «Cueva de Corchos» hacía referencia a la existencia de colmenas de abejas para la obtención de miel

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En febrero de 1865, el doctor Domingo J. Navarro arrendó a Juan Studdy Leigh, comerciante y vecino de Londres, por espacio de nueve años y en precio de 30 000 reales de vellón, pagaderos por mitad cada seis meses, los cultivos de nopales y las salinas. Sobre este arrendamiento hubo un litigio, y en 1867 se llega a una transacción por la que se da por finalizado el contrato de arrendamiento, si bien Studdy continuaría usando las salinas durante 8 años y al precio de 7500 reales de vellón. El 7 de agosto de 1867 las subarrendó por el mismo precio a Máximo Perdomo Vallejo.


También es destacable el aprovechamiento de las colmenas para la elaboración de cera para velas de alumbrar, actividad que se desarrolló prolíficamente en los siglos XVI y XVII en Canarias, donde el Cabildo autorizaba a solicitantes particulares el «asiento de colmenas o abejeras» en los suelos públicos. Las Ordenanzas del Concejo de 1531, por lo preciadas que eran, ya regulaba su venta en el título «… de miel, cera y sebo» estableciendo «Otrosy que la dicha miel se venda por las medidas desta ciudad e la cera se pese por las pesas desta ciudad que sean buenas medidas e pesas afinadas por el almotacén e que de otra manera no se puedan vender so pena de perdido e lo mismo se faga en el sebo labrado». La voz «corcho» para designar la «colmena» la recoge el diccionario académico, que con esta acepción la registraba en la segunda edición (1780, corcho: ‘Lo mismo que colmena’). En la última edición se le da el significado ‘colmena’ con dos acepciones: una es «habitación natural de las abejas», y otra «recipiente para habitáculo de las abejas». Desde tiempos remotos las mejores colmenas se han elaborado con el corcho de los alcornoques. Ya Virgilio hace mención de ello cuando aconsejaba el uso de esta corteza para fabricar las colmenas «… seu corticubus tibi sita cavatis...». Fray José de Sosa (1678), en su Topografía de la isla Afortunada Gran Canaria, cabeza del partido de toda la provincia comprensiva de las siete islas llamadas vulgarmente Afortunadas dice «… Tenían abundancia de miel de abejas silvestres, que en los riscos más eminentes y peligrosos melifican, y en los árboles más subidos dulcísima se criaba, y hasta hoy se cría en mucha cantidad...». La apicultura en Canarias fue desde tiempos remotos una actividad tradicional con arraigo familiar, y es habitual ver en los campos las colmenas o los corchos situados en riscos, solapones y entradas de cuevas bastante inaccesibles. La mención de este topónimo es muy antigua, como se puede apreciar. En una venta de una propiedad eclesiástica procedente de una capellanía, el convento de la Concepción o San Bernardo vende la mitad de un cortijo denominado Crespo o Cueva Corcho en el pago de Valleseco, jurisdicción de Teror, que había pertenecido a Bartolomé Suárez, y cuya otra mitad, de doscientas cincuenta fanegas, había sido adquirida por el capitán Lorenzo Manrique Trujillo.

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y cera, pues es conocido que «corcho» es la segunda voz por extensión y frecuencia para designar la colmena. Todavía hoy es utilizada esta voz en las islas de Tenerife y El Hierro, siendo esta última donde más se conservan las expresiones lingüísticas de siglos pasados, como es sabido.


Igualmente, el Patronato fundado por el coronel Francisco Manrique Amoreto el 31 de marzo de 1748, cuyos poseedores eran Agustín del Castillo Bethencourt y su sucesor, Fernando del Castillo Westerling, declaraba, en su división por la Ley de Desvinculación el 23 de junio de 1876, la propiedad de un cortijo de tierras labradías de doscientas veinticuatro fanegas y «arrifes», y parte de monte arbolado y pastos de ganado, en el lugar denominado «Cueva de Corchos», con varias cuevas para vivienda de los colonos y doscientas cabezas de ganado lanar, finca que había aportado su fundador. CORRALES, LOS (ARTENARA) Véase ACUSA. CORRALILLOS, LOS (AGÜIMES) Es un pequeño pago que recibió su nombre de los corrales existentes en el lugar para el pastoreo. Otras fuentes sostienen que es una corrupción de Cornadillos o Corradillos. El topónimo «corralillos» ya es mencionado en fuentes documentales del s. XVIII, como el testamento de Juan González Estupiñán e Isabel de Ortega, realizado el 5 de septiembre de 1754, en el que incluyen «Tierras en los Corralillos». Entre los pastores que siguen con el oficio está Fermín Guedes, que tiene sus animales en Corralillos. En verano y en diciembre, época de vender los cabritos y los corderos, tiene el ganado junto a su casa, en donde comparten espacio cabras y ovejas. Según cuenta el pastor, a principios de noviembre, sube las ovejas preñadas al cortijo de Pajonales donde, por las mañanas, tras dormir en una cueva, sale a pastorear llevando a los animales más hacia el interior, a las Mesas de Morales. Después de Navidad, vuelve a subir a Pajonales hasta abril o mayo, donde cocina en un viejo horno junto a la cueva en la que duerme, a la espera de poder bajar a los invernaderos de tomateros de la costa en el verano. CORREA, LOMITOS DE (VALSEQUILLO) Al pie del interfluvio que separa el Barranco de San Roque de Los Llanos de Valsequillo, en su contacto con esta última zona, se sitúa la entidad de población más populosa de dicho sector, la aldea de Lomitos de Correa, nombre que tiene su origen, según algunas fuentes, en el antiguo propietario de las tierras, Luis Correa, oriundo de Salcedo en Pontevedra.

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El medio cortijo se adjudicó a dicho convento por ejecución seguida «… contra los bienes de Bartolomé Suárez, vesino de Teror en Cueba de Corchos, por los réditos de quatro tributos...» y el 27 de octubre de 1701, el convento lo vende al capitán Manrique, propietario de la otra mitad, porque «… dicho medio cortijo de tierras no es de utilidad quedarse el monasterio con el, respecto que su terrasgo no es de pan sembrar y solo sirbe para vuelta de ganado...» sin llegar a rentar lo suficiente para pagar los réditos de los censos que tenía impuestos.


El arco cóncavo que describe el hábitat de este caserío refleja el máximo aprovechamiento del pie de monte y el respeto por la vega de cultivo. Su mayor desarrollo tuvo lugar entre los años de 1960 a 1981, tal y como refleja la tipología constructiva de las viviendas.

El ratonero común es una rapaz de amplia distribución paleártica que también habita en todos los archipiélagos macaronésicos, pero está ausente en el norte de África, donde es sustituida por el Buteo rufinus. En Canarias sí está presente esta subespecie que antiguamente ocupaba todas las islas. En las islas centrales y occidentales, es una de las rapaces más comunes y mejor distribuidas. Ocupa una gran diversidad de hábitats, desde zonas costeras hasta de alta montaña, y especialmente bordes inferiores de zonas boscosas de pinar y laurisilva, pero también barrancos, riscos de interior e incluso acantilados marinos. Tiene una longitud en torno al medio metro, de alas anchas y cola corta, ancha y redondeada. Dorso de color castaño; pecho y vientre de coloración muy variable, con estrías y bandas oscuras sobre fondo crema o blanco. Se alimenta de insectos, reptiles, pequeños mamíferos, como ratas y conejos, algunas aves y carroña. CORTIJO, EL (FIRGAS) Lugar situado en la carretera de Arucas a Moya, donde en el s. XX se ha realizado un asentamiento poblacional como prolongación del barrio de Rosales. Recibe este nombre por la proximidad de un antiguo Cortijo que dominaba toda la zona. El Cortijo era propiedad en el s. XIX del matrimonio formado por Pedro Quevedo Espino y Rafaela Ferrera González, abuelos maternos del escritor y cronista oficial de Arucas Teodoro Rosales Quevedo (1889-1966), y primer profesor de Geografía de la Escuela de Comercio de Las Palmas, así como Secretario de la Heredad de Aguas de Arucas y Firgas de 1930 a 1945, autor de una de las bibliografías consultadas. CORTIJO, EL (TELDE) Lo que en la actualidad se conoce con este nombre, Hotel Rural y Campo de Golf, es la finca que en las últimas décadas del s. XVII era propiedad de la Orden de los Jesuitas, conocida con el nombre de Cortijo de San Ignacio y anteriormente como Cortijo de Jinámar. La presencia de los religiosos jesuitas en las Islas Canarias se inició con la fundación de colegios de primeras letras, donde impartían la enseñanza gratuita y los niños eran admitidos sin discriminación de ningún tipo, respecto de su condición social u origen.

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Prácticamente en los Lomitos se encuentra la montaña denominada la Abejera Alta, frecuente lugar de anidamiento de los escasos ejemplares del aguililla o ratonero común (Buteo buteo insularum) en los solapones y oquedades de las grandes rocas prácticamente inaccesibles.


En el interior de esta finca construyen una casa con una capilla, donde impartían el oficio religioso y la docencia a los residentes del lugar. Esa casa originaria posteriormente fue reconstruida y ampliada hasta llegar a ser la mansión solariega que en la actualidad ha pasado a ser un hotel rural. Esta orden era ideológicamente más renovadora que las otras, por lo que también trajo consigo nuevas formas arquitectónicas e ingenieros militares propios, que levantaron la pequeña iglesia de San Francisco de Borja en la Ciudad. El modelo de esta iglesia se basaba en su templo romano de Il Gesú, de planta de cruz latina de una sola nave, cubierta de bóveda de cañón en el interior, cúpula en el crucero y fachada de base clásica. La iglesia jesuita de Gran Canaria plasmó este inusual modelo en un edificio planificado por P. Vicentelo, que comenzó su construcción en 1722. La dirección y supervisión de la obra se deben, no obstante, al ingeniero Francisco de la Pierre. Con la expulsión de la orden por Carlos III, Real Cédula de 2 de abril de 1767, todas sus propiedades fueron confiscadas y subastadas, y adquirió la propiedad Cristóbal del Castillo Ruiz de Vergara y Manrique de Lara. CORUÑA (ARTENARA) Es un pequeño caserío escasamente poblado en el antiguo lugar de Artevirgo, en el que destacan algunas viviendas con tejado a dos aguas. Está situado en el borde sur de la meseta o Vega de su nombre. En 1531 Simón Gil disponía de tierras en Artevirgo, actual Vega de Coruña. Se cree que el nuevo topónimo está vinculado al primitivo colonizador García de la Coruña, quien en 1545 dirige una petición al gobernador Alonso del Corral para que se le haga merced de un pedazo de tierra de sequero de diez fanegas de sembradura en el barranco de la villa de Santiago de Gáldar. La ubicación del antiguo poblado Artevirgo de los aborígenes aparece documentada también cuando Gil Afonso, en escritura de 11 de febrero de 1654, funda una capellanía entre cuyos bienes vinculados se encuentran siete fanegas de una «Finca de riego y “secano” con frutales y 2 cuevas en Artevirgo o Coruña con veinticuatro horas de reloj de agua del Barranco de las Cuevas». Con la desamortización de los bienes, esta propiedad es adjudicada al amanuense Isidoro Torres Melián, quien, el día 8 de marzo de 1871, la vende al labrador José Rodríguez Guerra

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El cortijo en sí no era una buena zona de cultivo, pero con el trabajo, tenacidad e inteligencia que los jesuitas imprimían en todas su obras, desarrollaron con ingenio y racionalidad una obra de ingeniería hidráulica, poniendo en cultivo las tierras de La Majadilla y el valle de Jinámar, lo que les permitiría obtener rendimientos para sufragar el mantenimiento de sus escuelas.


Se deduce que el antiguo topónimo aparece documentalmente hasta el s. XVII. Así, es mencionado en «el censo de 1562 reales de vellón de principal redimible, rédito 46 reales de vellón, impuesto por Melchor Ramírez sobre tierras en Artevirgo el 2 de junio de 1600, incluido en la escritura de división del patronato de Isabel Báez el día 1 de septiembre de 1866 entre Josefa Puerta y, su hijo, Juan Tabares Puerta». No se puede precisar si se trata de un antiguo e idéntico topónimo ya desaparecido en los llanos de Gáldar o si corresponden a este mismo lugar las tierras concejiles que aparecen en la siguiente transacción de venta: el 18 de julio de 1708 vende a Juan Rodríguez, de Gáldar, una fanegada y 7 almudes de tierra para dos sitios, cuarenta pies de frente y cincuenta de fondo. Linda por todas partes con sitios concejiles y cuevas de Coruña, cuyo precio fue de 10 reales. Once días después, el 29 del mismo mes y año, vende al mismo Juan Rodríguez Mújica, cinco sitios más en Coruña de iguales medidas. Lindan por todas partes con tierras concejiles, por el precio de 7 reales y medio. Eran tiempos en que el Cabildo resolvía mediante ventas de Propios, a cambio de un censo anual, las tierras ocupadas clandestinamente. CORVO (MOYA) Según cuenta José Miguel Alzola en su obra Don Chano Corvo, este pago situado a medio camino de Fontanales recibe su nombre de los antiguos propietarios de tierras en este lugar de la antigua montaña de Doramas: «… Saltando de rama en rama en el frondoso árbol familiar, y también de siglo en siglo, llegamos al año 1812. En el libro de Repartimiento de los baldíos de la jurisdicción del Pueblo de Moya aparece un asiento, al folio 35 v. (vuelto), en el que se le señala una suerte de cinco fanegas de tierra a don Miguel González Corvo como premio a los trabajos de agrimensura realizados en la propia Montaña y a sus desvelos en la defensa de los derechos del pueblo y en el fomento de las Artes, de la Agricultura y de la Enseñanza. No le fue difícil al don Miguel el ser generoso con los moyeros desde sus puestos de contador en la Oficina de Rentas Nacionales y, luego, de oficial mayor de la Secretaría del Gobierno Político. Este fue el primer Corvo que disfrutó de tierras en Doramas. Las disfrutó y también las padeció porque en el motín de 1823 los revoltosos le incendiaron la casa y arrancaron los mojones que delimitaban el predio. (…) Tres Corvo pasaron por esta data de la Montaña: el abuelo, Miguel, que la recibió y defendió como ya se ha narrado, y la acrecentó adquiriendo cinco fanegas más de los pusilánimes colindantes; el hijo, Enoch, que la mantuvo con grande amor, y el nieto, Chano Corvo, que la hizo parte de su vida, que la convirtió en consuelo de su existencia...».

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por 14 585 reales de vellón. En esta fecha ya no se menciona el antiguo topónimo al describir la finca como «Finca de riego y “secano” con frutales y dos cuevas de vivienda en Coruña, y veinticuatro horas de reloj de agua del Heredamiento de Coruña (Barranco de Las Cuevas) todos los domingos de dula».


CRESPO, BARRANCO, CUEVAS Y LLANO DE (VALLESECO) Probablemente reciben esta denominación por atravesar las tierras con las que resultó favorecido en los repartimientos Sebastián Crespo. En una data del 17 de diciembre de 1535, el Cabildo concede al labrador Alonso de Medina cincuenta fanegas de las ciento cincuenta que había pedido en Valleseco, y menciona que están junto a las del regidor Antón de Zerpa y Sebastián Crespo. Considerando el barranco como colector principal y central, que recoge los recursos generados en la Degollada de las Palomas, Llanos de Crespo e inmediaciones; aguas abajo este barranco recibe otras denominaciones que en el orden descendente son: del Andén, de la Virgen (véase VIRGEN, BARRANCO DE LA), de Guadalupe o de las Madres (véase MADRES, LAS) y de Azuaje (véase AZUAJE, BARRANCO DE), hasta desaguar en el barrio de San Andrés de Arucas. En tiempos de la conquista era conocido como del Aumastel, topónimo aborigen. El barranco es uno de los más largos de toda la isla y también uno de los más húmedos, y es el preferido entre los senderistas para alcanzar el centro de la isla desde el norte. Conserva un importante bosque de laurisilva, desde su nacimiento, en el macizo de la Cumbre Central hasta poco antes de su desembocadura. Esta primera parte tiene muchos pequeños tributarios que se le unen y aportan sus aguas al cauce principal. A partir del Caidero de Los Navarros o del Andén, y hasta llegar a Valsendero, recibe el nombre de Barranco del Andén, presentando una exuberante vegetación boscosa muy densa. Las Cuevas del Andén y Las Hoyas son dos conjuntos de cuevas naturales y artificiales muy reutilizadas como hábitat y para guardar ganado. Se encuentran muy alteradas y, aunque pudieron ser aborígenes, no se posee ninguna evidencia material de ello. Se hallan muy próximas unas de otras en la zona del Barranco del Andén. Son mencionadas como casas-cueva en el testamento otorgado por José Álvarez Castro Godoy, Maestre Escuela y Dignidad de la Catedral, cuando dice tener un cortijo de tierras labradías de noventa fanegas y «arrife» con tres cuevas de moradas, denominado «Cueva de Crespo» que había comprado, con ciento cincuenta ovejas y dos carneros padres.

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En el pago hay una finca privada que se conoce por Jardín de Corvo «… oculto entre eucaliptus, castaños y zarzales; silencioso, como un templo vacío; cubierto, en gran parte, de cristales como urna que guarda reliquias veneradas; rodeado de cipreses, como un cementerio; y en toda estación, lleno de bellísimas flores, como si fuera una corona, siempre viva, nunca marchitada, puesta sobre una inmensa sepultura...», hoy en día con muchos naranjeros, cuyos frutos son recolectados y entregados por la propiedad a entidades benéficas.


La altísima humedad de este barranco en sus primeros tramos, sobre todo en invierno, es tal que todos sus árboles aparecen recubiertos de las características «barbas de capuchino» y sus troncos se muestran de un tono verde muy refulgente debido a la presencia de musgo en sus cortezas. La denominada acequia de Crespo, que bordea la carretera de La Laguna de Valleseco y Osorio, construida de piedra y cal, y con la piedra desnuda en su parte exterior, tiene su referencia histórica documental cuando Cristóbal Manrique de Lara y Conte, en 1893, solicita autorización para pasar una acequia que arrancaría desde las galerías de agua situadas en su cortijo de Crespo hasta Teror, pasando por La Laguna de Valleseco. CRISTINA, SANTA (SANTA MARÍA DE GUÍA) El nombre de este pago tiene su origen en la decisión del Brigadier Ruperto Delgado de llamar su hacienda con el nombre de la reina consorte y posteriormente regente, María Cristina. Emulaba así a su suegro, el Mariscal de Campo Francisco Tomás Morales, último Capitán General de España en Venezuela, que ostentó el mismo cargo en el Archipiélago, quien en agradecimiento al monarca, bautizó su hacienda San Fernando de Moya con el nombre del Rey Fernando VII (véase FERNANDO, SAN). Se sabe que toda esta zona estaba en el antiguo bosque de Doramas (véase DORAMAS, MONTAÑA DE), que abarcaba desde Guía hasta Teror. Hoy es una rica zona agrícola en la que se cultivan hortalizas y desde donde se pueden divisar, en los barrancos cercanos, restos del antiguo bosque de laurisilva. Muy cerca se encuentra el relicto de fayal-brezal más importante de la isla, en el lugar conocido como El Brezal (véase BREZAL, EL). A partir del s. XVIII, y especialmente en el XIX, se produjo en la zona un nuevo reparto de tierras, aguas y otros bienes, que pasaron a formar parte del patrimonio de grandes propietarios. Se tiene constancia de la existencia de repartos en la Montaña de Doramas por los ayuntamientos constitucionales de Guía y Moya en 1812, pero no se ha conservado expediente de reparto. Fueron muchas las tierras repartidas en todo el bosque de Doramas en estos dos siglos, siendo las más importantes cronológicamente las siguientes: 396 fanegas por Datas Reales en el s. XVIII; 334 de repartos en Guía, Moya y Firgas en el año 1805; 1335 en Guía y Moya en el año 1812; 15 de tierras ocupadas clandestinamente en 1818; y 1505 fanegas de repartos de

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El llamado Maipey es un túmulo situado en la pista que sube desde Valsendero por el Barranco del Andén al Cortijo de Crespo, cerca de la Montaña Pajarita. La información que proporciona el Ayuntamiento está basada en referencias orales que transmiten que, al abrir una pista en la zona, se localizaron restos óseos humanos al destruir un mojón. Actualmente no se localizan ni estructuras ni restos arqueológicos, ya que es una zona muy alterada.


Casi hasta mediados del s. XX, con la agricultura de secano en la que se apoyaba la economía de estos pagos, los campesinos vivieron prácticamente como vasallos de los grandes propietarios, los señores, o como se decía entonces, los amos. Los grandes propietarios dominaban la tierra y el agua, por lo que la dependencia de ellos por parte de los campesinos era casi absoluta. Muchos campesinos de estos pagos se convirtieron en «medianeros». Los medianeros debían llevar diariamente a los amos la parte de la leche, el queso y los productos hortofrutícolas que les correspondía. Pero los medianeros no solo ponían al servicio del propietario de las tierras los aperos, los animales y las yuntas para arar y trillar el grano, sino que ponían su trabajo y el de toda la familia, con la que residían en las viviendas que las fincas solían tener habilitadas para ellos. Aquella situación creaba tal vínculo de dependencia y de fidelidad al amo que convertía al campesino en un auténtico sirviente. Actualmente, los agricultores de Santa Cristina pueden decir aquello de «la tierra es de quien la trabaja». Hoy, la agricultura que se desarrolla en estos llanos es de las más prósperas de la zona, pues ha sabido adaptarse a los tiempos, abriéndose a nuevos cultivos que generan mayor rendimiento, y se ha convertido en el mayor proveedor de hortalizas para toda la isla. En el lugar hay un área recreativa pública, en la que familias y grupos escolares se reúnen para disfrutar del día en un ambiente tranquilo. En su momento, el Cabildo de Gran Canaria compró la finca, conocida popularmente como del Cura, que pasó a llamarse a partir de ese momento del Presidente, por la actuación decidida del primer mandatario insular. CRISTÓBAL, SAN (LAS PALMAS DE GRAN CANARIA) El fondeadero de San Cristóbal disponía de buenos fondos, por lo que los barcos solían permanecer anclados allí en tiempo de borrasca, apartándose más o menos de la costa según soplase viento del noreste o del sur. Este barrio con puerto pesquero era conocido en tiempos de la conquista como Caleta de San Pedro Mártir, donde se construyó una torre, bautizada con el mismo nombre, para la defensa de la ciudad por el sur, posteriormente denominada de San Cristóbal. Esta torre o castillo, como se lo conoce hoy en día, fue construido por el gobernador Diego Melgarejo en 1578 dentro del plan integral de fortificación de la ciudad que emprendió el Rey Felipe II. Debido a los daños sufridos tras los ataques a la ciudad en 1595 por Francis Drake y en 1599 por Pieter van der Does, fue reconstruido en el año 1638. Hasta 1878 siguió recibiendo un uso militar, año en el que se ordena su desartillado.

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baldíos en Doramas para amortizar la deuda pública entre 1831 y 1836. Pero, como era lo acostumbrado en la época, los beneficiados fueron los privilegiados.


Según algunas fuentes, en este barrio tuvo lugar una reunión considerada histórica para los privilegios de los aborígenes canarios. El 5 de julio de 1514, en la época conocida como el ocaso de los Fernández de Lugo, se reunieron en San Cristóbal los vecinos de la isla, entre los que se encontraban los canarios Fernando de León y Fernando Guadarteme, que al final firmaron la denuncia para apoderar a Michel González y Juan Cabello, que habían de comparecer ante la reina y su consejo, denunciando, en nombre de los «hombres y mujeres» de las Canarias, la frecuencia con que les obligaban a ir «en tropa de guerra», a la «mar y tierra de Castilla» o provincias de Indias, «… e así a otras partes cualesquiera...», cuando estaban exentos de servir para esos menesteres por privilegios, ganados en la conquista de las islas «… e tierra de moros…». Dicen las crónicas que, durante la ausencia en esas tareas, murieron tantos, que la población mermó, a más de arruinarse, pues estando los varones continuamente ausentes, no podían velar «… por sus mujeres, casas e hijos e faciendas...». Fue deseo confesado de los reyes que prosperasen las Canarias, «… no es bien sacar a los vecinos de las islas, más antes traellos para la dicha población...», preservando su forma «… de vivir e trato, que es muy bueno...» a más de mantenerse firmes en la «… Santa Fe Católica...». Acusando de racismo al rey, pero racistas también ellos a su manera, recordaron a la corona la obligación de protegerlos en «… su ventura (…) de manera que no se entienda que por tener nombres de canarios, pierdan nuestras personas, que no tienen que facer con los naturales de las otras islas, es a saber guanches e palmeses e gomeros, llevándoles como les llevamos muchas ventajas en todo, e hablamos e somos habidos por propios castellanos...». Tras protestar de su lealtad a Dios y al Rey, advirtieron la intención de pleitear, defendiendo sus derechos. Siguiendo las normas de la época, la condición de «hombres libres» requería que se hubieran bautizado y respetaran al Rey, de ahí las repetidas menciones que hacen de tal condición, pues de lo contrario no les amparaba derecho alguno. Este barrio fue adquiriendo un tamaño importante y, en el s. XIX, ya se aproximaba a lo que es en la actualidad, como lo describe Domingo J. Navarro en su artículo «El parrandista» en el año 1850: «… Compónese este barrio de una reunión de pequeñas casas que lindan con el camino que va desde esta Ciudad a Telde extendiéndose luego hasta la orilla misma del mar, que por aquella parte forma una extensa playa con diversos fondeaderos. Las casas pasarán de ciento, y están fabricadas con tierra y piedra sin mezcla alguna de cal. Angostos pasadizos por donde apenas cabe una persona las separan entre sí, y sirven de calles a este

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Su forma es la de una torre redonda, construida mar adentro sobre una gran roca. Esta roca fue revestida de argamasa tomando la forma actual y dejando apenas espacio en su interior. Su superficie es de 219 metros cuadrados, y después de la restauración de 1999 su estado de conservación es bueno. Fue declarado Monumento Histórico Artístico el 22 de abril de 1949.


barrio que estoy seguro desconocen muchos de mis lectores por no cuidarse como debieran de las curiosidades de su patria.

Las tierras que hoy ocupan la parte sur del Polígono de San Cristóbal y el área sanitaria formada por el Hospital Insular y el Materno Infantil, así como la Ciudad Deportiva Martín Freire, e incluso el suelo de la Autopista del Sur en dicho lugar, recibían el nombre de Las Filipinas, topónimo que hoy se recuerda con el nombre de una moderna urbanización. Se encuentra documentado en los bienes vinculados de Pedro Ruiz Vergara Salazar, Caballero de Santiago y Familiar del Santo Oficio de la Inquisición, vínculo fundado el 30 de julio de 1699, y al que se hicieron distintas agregaciones: la primera, su nieta Di Alejandra Ruiz de Vergara (1714); y a continuación, Pedro Ruiz Vergara, presbítero (1733), Francisco Ruiz Vergara, Familiar del Sto. Oficio (1742) y Diego Ruiz de Vergara (1774), que incluye las ciento sesenta y seis fanegas de «Tierras de las Filipinas, frente a la ermita de San Cristóbal, labradías de riego y montuosas con cuatro horas de agua del Heredamiento de la Mina», así como las diez fanegas situadas más al norte: «Cercado de tierra labradía denominado “La Palma”, fuera de la Portada de Vegueta, con ocho y media horas de agua del Heredamiento de Barranco Seco». CRUCES, CUEVAS DE LAS (GÁLDAR) Caserío situado en el Barranco del Juncal, también llamado Las Cuevas de las Toscas, cuyas características se describen en Piso Firme (véase PISO FIRME). El topónimo se origina por pertenecer esta zona al «Cortijo de tierra de “secano” con varias cuevas en San Isidro, denominado de “Las Cruces”», de doscientas doce fanegas y ocho celemines que declara su propiedad en escritura de 5 de septiembre de 1719 el Licenciado y presbítero de Gáldar Juan Verde Aguilar. CRUZ (MONTAÑAS DE LA ISLA) La colocación de «cruces» en las cimas de las más importantes montañas de las islas es costumbre adquirida a partir del Papa León XIII, quien recomendó recibir el nuevo siglo, en el tránsito del s. XIX al s. XX, con la colocación de la Cruz del Redentor en las cumbres más altas, como símbolo de la cristiandad. CRUZ, CAMINO LA Y LA (ARUCAS) Algunos historiadores sostienen que en el lugar que ocupa este barrio, en la ladera naciente de la Montaña de Arucas, fue enterrado el caudillo aborigen Doramas, muerto en la Batalla de Arucas, según cuentan los cronistas de la Conquista.

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Este barrio, si tal nombre merece, se halla habitado en su totalidad por un pueblo de pescadores que pasan su vida en el mar, surtiendo a la población de todo el pescado fresco que se necesita para el consumo diario. Su vestido y su lenguaje forman una parte muy curiosa de sus extrañas costumbres, dignas por cierto de que todos las conocieran si encontrasen una pluma elegante que las hiciera pasar a la posteridad...».


CRUZ, LA (FIRGAS) La simbología católica utiliza la denominación de cruz para marcar un cruce de caminos, sendas o propiedades. Este barrio de Firgas fue, en los años inmediatos a la Conquista, cruce de caminos, todos ellos relacionados con el aprovechamiento del agua: el que lleva a Los Chorros, conocido como Camino de La Arena, el que lleva a Las Madres y el que lleva al Lomo de San Pedro, o el que venía por Padilla, llamado Camino del Norao, que constituía la Vega de Arriba de Arucas, donde se iniciaba la ruta de los ingenios azucareros. Posiblemente en tiempos remotos tuvo que haberse marcado con una cruz de madera, como se hacía entonces. Se menciona este camino de alguna forma en las Ordenanzas del Concejo de 1531 cuando regula de «la guarda de las sementeras y vegas sembradas», y, concretamente, el deambular con puercos por los caminos, cuando dice: «Otrosy que los puercos no puedan andar en todo la defendido de estos mojones que aquí yrán declarados los quales vayan el primero desde (…) e al Barranco del agua a dar a la huerta de Nuestra Señora y el camino adelante a los sylos de Terore linde las tierras de Baeça que van por las cabecadas de Baeça a dar a la fuente de los Laureles y toda la dicha vereda hasta el camino que va de los engenos de Arucas a dar a la madera del barranco de Firgas que es en la montaña e coman en toda la montaña de Doramas…». CRUZ DE PIEDRA (LAS PALMAS DE GRAN CANARIA) Este barrio urbano, conocido también por polígono al haberse construido en su suelo edificios de promoción pública, recibe su nombre de una antigua cruz ubicada en las proximidades de este lugar que constituía un punto de referencia a la entrada de la Ciudad. Toda esta amplia zona, que hoy ocupa tanto este barrio como los otros de Schamann, Escaleritas, Miller y Lomo Apolinario, fue conocida hasta principios del s. XX como Las Rehoyas, denominación que es conservada en un pequeño sector del territorio, cuando las distintas urbanizaciones allí surgidas, tanto para uso residencial –en su mayoría de promoción pública–, como comercial o industrial, fueron rebautizadas ante su menor tamaño para su mejor localización.

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Dice Agustín Millares que, estando herido de muerte Doramas «… Sabido del caso por Vera (Pedro de) y sus oficiales, se dispuso inmediatamente hacer alto y bautizarle, para cuya ceremonia, que él no podía comprender, llevaron agua de una fuente cercana en el casco de un soldado. Quiso entonces ser su padrino el mismo General y darle su propio nombre, todo lo cual, verificado sin el menor obstáculo y recibida el agua santa, el héroe expiró. Abriéronle un sepulcro en aquella montaña de Arucas, testigo de sus triunfos y de su derrota, y, entre canarios y españoles, levantaron un cerco que rodease su fosa, señalándola a las futuras generaciones con una humilde cruz...».


Según la información que facilita el blog Cruces de Gran Canaria, la Cruz de Piedra, que primitivamente pudo haber sido de madera, era un punto de referencia en la linde del desaparecido municipio de San Lorenzo. Se situó en la divisoria del lomo, en la actualidad Lomo Apolinario, en la calle Cruz de Piedra, prolongación de la calle Carmen Quintana, en las proximidades del Castillo de San Francisco, siendo punto estratégico para el descanso de los cortejos y caminantes en su camino hacia la Ciudad. En el s. XVIII no existía aún la entrada junto al Castillo de Mata, donde desemboca en la actualidad la antigua carretera general del norte, hoy uno de los accesos de la Ciudad Alta a la Baja, ya que todo eran fincas privadas y quedaban por «fuera de La Portada» y de la Muralla de Las Palmas (véase MURALLA DE LA CIUDAD). Toda esta zona pertenecía a los bienes vinculados de Francisco Hernández de Quesada, que no fueron divididos hasta 1853. Las once fanegas y diez celemines comprendían «Cercado labradío con árboles y erial junto a la fortaleza de Mata, dividido en dos trozos por el Barranquillo de Las Rehoyas, un estanque, casas y establos». Aunque la fuente referida sostiene que diversas calamidades llevaron a situar una cruz de cantería en 1737, si se tratara de la documentada Cruz de Castrillo, sería la colocada por el Alférez, pues aunque no es legible la inscripción de su base, parece entenderse el año 1721, que coincide con la fundación de su capellanía. CUARTERÍA UNO (AGÜIMES) El nombre de este pago tiene su origen en las «cuarterías» utilizadas para alojar temporalmente a las familias aparceras que se contrataban para la zafra del tomate. Pese a que este lugar continúa siendo zona tomatera, en la actualidad las cuarterías han desaparecido, y en el último censo la población es casi inexistente. Una cuartería es un grupo de pequeñas edificaciones destinadas a vivienda temporal, cuyas condiciones de habitabilidad y salubridad son precarias. Normalmente están dispuestas en línea, en torno a patios o huecos interiores, con formas cuadrangulares. En el portón central se ubican las pequeñas cocinas, separadas por pequeños tabiques. A ambos lados del portón

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Hay una antigua referencia documental, cuando Feliciana Perdomo, mujer del alférez Luis Castrillo Salgado, constituye una capellanía Colativa de Sangre el 31 de marzo de 1721, incluyendo una propiedad de dieciséis fanegas: «Cortijo de pan sembrar en las Rehoyas dividido en tres trozos, que denominan la “Cruz de Castrillo”, de San Lorenzo». Utiliza, según se aprecia, un topónimo que se refiere a la Cruz, aunque lógicamente la reconoce con el apellido de su marido, Castrillo. Al ser una capellanía y establecer una pensión de misas en la ermita de Ntra. Sra. de los Reyes o de San José, la propiedad pasó a ser eclesiástica y posiblemente objeto de desamortización en el s. XIX, pero cien años después, se perdería la vinculación con el fundador de la capellanía.


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Montaña de Cuatro Puertas

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se hayan los cuartos, con unas dimensiones de quince a veinte metros cuadrados cada uno, y en los extremos se encuentran situados los baños: en un extremo, los destinados a los hombres; y en el otro extremo, los destinados a las mujeres. En las proximidades de los baños estaban las piletas para lavar la ropa.

La expansión del cultivo del tomate en regadío en los antiguos secanos litorales de las islas y, sobre todo, en el sotavento de la isla, se realizó mediante una fórmula de aparcería denominada cultivo del tomate «a la parte». Ha sido, sin duda, una de las relaciones de producción más estudiadas, debido a la conflictividad a que dio lugar en la segunda mitad de los años sesenta del pasado siglo, al ser considerada un sistema semifeudal. CUARTO, EL (INGENIO) La denominación de este pago proviene de las Cuartas, que se refiere a las partes o fragmentaciones de terrenos. Según dice el DRAE, es cada una de las suertes, aunque no sean cuatro, en que se divide una gran extensión de terreno para vender los pastos. Este topónimo, con algunas pequeñas variables, existió también en otros municipios de la isla, como Firgas, Santa Brígida y Telde, y figura en distintos documentos. En Firgas, entre los bienes vinculados de Josefa del Castillo Olivares, en escritura de 23 de junio de 1876, había una «Trozada de tierra de “secano” denominada Las Cuartas». En Santa Brígida, Catalina de Quintana, en escritura de 2 de marzo de 1822, entre sus bienes tenía una «Hacienda con árboles y seis cuevas en Los Cuartos». En Telde, Pedro Ruiz de Vergara, en escritura de 23 de agosto de 1876, tenía entre sus bienes vinculados una «Trozada de terreno labradío con viviendas para el colono, establos, pequeño estanque y accesorios de labranza denominado Los Cuartones o El Roque, en Arnaos». CUASQUÍAS (TEJEDA) Antiguo poblado troglodita, de casas-cueva, por encima de la carretera que lleva a La Culata de Tejeda. Su nombre procede de «Cuevas Caídas». Según Claudio de la Torre Millares (1895-1973) en su obra Las Canarias Orientales: Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura, su población estaba formada por gentes que llamaban colingos, de piel oscura, posiblemente descendiente de la etnia gitana. Otras fuentes los califican además como «gente rara», posiblemente por sus costumbres y su especial dialecto o vocabulario. Según los mayores de los barrios vecinos, eran famosos sus bailes de Taifas, que se celebraban en una cueva. Los asistentes al baile tenían que llevar consigo alguna botella de coñac, ron o anís, que era guardada en una caja de cedro, para brindar en algún momento.

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Las cuarterías estuvieron vinculadas en su origen a los cultivos de exportación de tomates en régimen de aparcería, que era un tipo de contrato agrícola en el que el dueño y el aparcero se reparten a porcentaje fijo los medios de producción agrícola y los beneficios.


En algunos sitios existía la costumbre de que las mujeres solteras se sentaran al lado de sus madres, y cuando al hombre le tocaba su taifa y quería bailar con alguna, se dirigía a la madre y le preguntaba: «¿Es usted gustante?». Si daba el sí, es que aprobaba el baile con su hija. Cuando se bailaba con una mujer «que gustaba» y se quería seguir bailando con ella, los muchachos daban con picardía unas pesetas al mandador, y cuando este tenía que dar paso a la siguiente taifa, decía: «Los mesmos con las mesmas» por lo que no se producía el cambio de tandas. En ocasiones, si el mandador se pasaba con estas prácticas, acababa mal parado y se producían las naturales quejas de los que esperaban. Existe otro topónimo igual en Valsequillo, cerca de El Rincón, aunque se desconoce si existe vinculación de este pago de Valsequillo con el de Tejeda. CUATRO PUERTAS, MONTAÑA DE (TELDE) Véase BERMEJA, MONTAÑA pues también se llama así, como también Montaña de Humiaga. CUERMEJA (ALDEA DE SAN NICOLÁS) Tiene su origen en la corrupción del cromo-topónimo Cuevas Bermejas, que hace referencia al color rojizo de la roca en la que se hallan. Con el paso del tiempo se contrajo en «cuermeja». Algunos siguen utilizando también la voz «cormeja» para denominar el lomo donde está el asentamiento. Más al sur se encuentra el Peñón Bermejo de igual composición morfológica. En el s. XIX, la población de esta zona era muy escasa y posiblemente habitaba casas-cuevas. El asentamiento actual se encuentra situado en el Lomo de Cormeja, al sur de Las Marciegas y El Albercón, al que se accedía por un antiguo camino empedrado que conducía al Andén Ancho, y a las Montañas de Amurgar y Los Cedros, donde acababa la Acequia de la Canal o Acequia Alta. Estas montañas eran muy transitadas por los orchilleros, recolectores centenarios de la orchilla, que se vendía a altos precios en los mercados europeos, para acceder a los peligrosos veriles y cantiles marinos. Según la Carta Etnográfica de Gran Canaria (FEDAC), el «canal» es una acequia de grandes dimensiones. Se realizaba en mampostería, y su finalidad es el transporte de un volumen considerable de agua con el fin de transportarla entre distintos puntos. Se distingue de las acequias casi exclusivamente por ser de recorrido más largo y encontrarse recubierto.

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La denominación «Baile de taifas» tiene su origen en que normalmente acudían más hombres que mujeres, y también en que el espacio era insuficiente y, para que todos pudieran bailar, se hacía por «tandas». Normalmente los tocadores utilizaban instrumentos de cuerdas como la guitarra, el laúd, la bandurria y algún acordeón. Había un mandador, que tenía la responsabilidad de ir dando los turnos a las tandas o taifas, concediendo entrada y salida a las diferentes tandas que concurrían en la fiesta.


Las representaciones más abundantes son las figuraciones humanas. Entre ellas destaca el conocido como Hombre de Guayadeque, que corresponde a un grabado antropomorfo de grandes dimensiones y que se ha convertido en logotipo o símbolo de identidad. CUEVA GRANDE (SAN MATEO) En este pago pervive la actividad agraria, aunque con menor intensidad que en el pasado, convertida a menudo en una fuente de ingresos complementaria de las rentas familiares. La ganadería, que hoy en día es meramente testimonial, sigue produciendo exquisitos quesos de cabra y de oveja. El frío y las bajas temperaturas del invierno aportan una visión peculiar de este pago. El mar de nubes lo cubre durante esta estación de manera casi permanente, mientras que sobre él puede contemplarse el manto de nubes. Esta zona se caracteriza por las tradicionales infraestructuras de recogida del agua que alberga, particularmente originales en la isla, que están representadas por los estanques en cuevas y por los aprovechamientos de las madres del agua o nacientes. De aquí recibe su nombre. Geológicamente, el lugar es una composición casi exclusiva de lo que se llama material Roque Nublo, sobre todo de aglomerado, aunque también se formaron capas de suelo que luego fueron compactadas al mismo tiempo que quemadas por coladas posteriores, conformando los denominados paleosuelos o almagres. Estos cuentan con una gran importancia en la captación de agua, pues, al comprimirse, se han vuelto impermeables. El agua que atraviesa las fisuras del complejo conocido como «Roque Nublo», al llegar a la altura de estos suelos antiguos, no encuentra posibilidad alguna de seguirse filtrando. Es entonces cuando sale a la superficie por la cueva formada entre esta capa de paleosuelo y la colada superior, conformando las llamadas madres del agua o nacientes. De esta manera, el agua que rezuma de la roca se aprovecha, siendo primero recogida en un estanque y, con posterioridad, trasladada hasta los destinos habituales de consumo mediante canales y acequias, que se dirigían hacia las zonas donde se concentran las poblaciones y los principales cultivos de exportación.

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CUERVO, MORRO DEL (AGÜIMES) En una de las zonas más elevadas de la Montaña de Agüimes, en el lugar conocido como Morro del Cuervo o Morro Chico, se ubica una de las estaciones rupestres más destacadas de esta zona. Se han identificado al menos seis paneles de grabados, ejecutados, como en otros casos, mediante un picado continuo y/o abrasión. Están declaradas Bien de Interés Cultural, con la categoría de Zona Arqueológica.


La desamortización de bienes eclesiásticos liberó también otras propiedades que salieron a remate, como la Suerte de tierra labradía en el Lomito de Cueva Grande, con seis horas de agua del Heredamiento del Castaño, que estaba en posesión de la Cofradía del Rosario de San Mateo y fue adquirida por Antonio Rodríguez Suárez el 5 de enero de 1869 por 4000 reales de vellón. CUEVA PINTADA, LA (GÁLDAR) El poblado de la Cueva Pintada es uno de los yacimientos más importantes de todo el Archipiélago Canario, no solo por sus dimensiones e interés científico, sino por albergar uno de los más singulares ejemplos del arte aborigen. Este yacimiento se localiza en el mismo casco histórico de Gáldar y se presenta a través de un atractivo Museo y Parque Arqueológico. El poblado está integrado por un grupo de cuevas artificiales junto a casi medio centenar de casas de piedra, construcciones de superficie, con espacios domésticos situados al aire libre. Estas agrupaciones, según varios autores, han merecido el calificativo de protourbanas, dada la complejidad estructural y organizativa que muestran. Dentro del conjunto troglodita destaca especialmente la cueva que da nombre a todo el conjunto, descubierta en 1873 a raíz de unos trabajos agrícolas. La Cueva Pintada presenta una «decoración» a base de pinturas en rojo y blanco, sobre fondo negro. Los motivos representados son exclusivamente geométricos, entre los que destacan los círculos concéntricos, triángulos enfrentados por su base, líneas quebradas y horizontales, etc. Las interpretaciones dadas a este espacio son muy dispares: cueva funeraria, lugar sagrado, vivienda, etc.; lo que viene propiciado por la escasez de datos arqueológicos, ya que el interior de la cueva fue arrasado al descubrirse. Enterradas a varios metros de profundidad bajo los bancales de plataneras, las excavaciones sistemáticas desarrolladas desde finales de los años ochenta han exhumado numerosas estructuras habitacionales en piedra seca, de diversa tipología. Las plantas más frecuentes siguen la tónica descrita para otros yacimientos: presencia de una planta cuadrangular principal a la que se adosan otras estancias, una o dos, normalmente, de dimensiones más reducidas.

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Desde muy antiguo hubo posesiones en el lugar, pues a la alta valoración de la tierra se unía la del agua. La zona disponía además de un heredamiento que fue conocido con el nombre de Meseta Alta, como lo acredita, en su testamento de 24 de octubre de 1760, Jerónimo Río Loreto, Arcediano de Fuerteventura, Dignidad de la Catedral y Juez Subdelegado de la Sta. Cruzada, que decía ser propietario de una fanega de una «Suerte de tierra con un día y una noche de agua del Heredamiento de la Meseta Alta, en Cueva Grande». También Ana Suárez, en su testamento de 3 de octubre 1782, dice tener una «Suerte de tierra labradía en Cueva Grande».


Algunas de estas paredes muestran en su interior enjalbegados de almagre, así como enlucidos en los que se aprecian restos de pinturas. También se han encontrado áreas al aire libre interpretadas como cocinas colectivas, que muestran en el suelo evidencias directas de fuegos, así como gran cantidad de fragmentos de cerámicas, algunas de ellas prácticamente completas. En las excavaciones de este interesantísimo yacimiento, se ha recogido una ingente cantidad de materiales. Así, el repertorio de recipientes cerámicos, por ejemplo, es sumamente elevado, como también lo es el conjunto de «pintaderas» o «ídolos» de diversa tipología recuperados en este entorno. Del mismo modo, los trabajos arqueológicos han puesto al descubierto numerosas semillas, trigo y cebada, molinos, etc. Destacan además, en el registro carpológico –de las semillas y los frutos–, los restos de dátiles que, por primera vez, demuestran la recolección de estos frutos por los canarios. CUEVAS, LAS (ARTENARA) Este barrio está constituido por los caseríos de Caidero, Chajunco, Las Cuevas del Lomo, Las Cuevas, La Crucita y La Majada. La mayor parte de las viviendas, construidas en cuevas que aparecen dispersas sin llegar a constituir núcleo urbano, le dan el nombre al barrio. Las tierras de labor, dedicadas exclusivamente al cultivo de productos ordinarios, se sitúan en las vertientes del barranco, y el agua proviene principalmente de la Heredad del Barranco de la Madre, propiedad que reparte el agua según la antiquísima costumbre de las dulas. En este barrio existen artesanas dedicadas a tejer traperas y mantas de lana. Esta composición diseminada del barrio, sin continuidad entre sus viviendas, comporta la dificultad añadida de la pervivencia de los topónimos, que evolucionan y son acompañados por el antropónimo de los anteriores propietarios para que no se pierda su localización e identificación en los documentos públicos, como es el caso de las posesiones de Manuel Antonio González, que en escritura de 14 de octubre de 1768 decía tener dos fanegas y seis celemines de «Tierras en el Cercado de Las Cruces o de Cabrera». CUEVAS BLANCAS (LAS PALMAS DE GRAN CANARIA) Este caserío, muy próximo al moderno barrio de Los Giles, cuyo topónimo hace referencia a los terrenos calcáreos, fue muy conocido en la antigüedad, pues se encontraba en el trazado del Camino Real del Norte. Este camino arrancaba en la Plaza Real de la Ciudad, atravesaba el puente para subir por el risco de San Francisco (junto al Castillo del Rey o de San Francisco) y llegaba por Las Rehoyas hasta Tamaraceite.

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Uno de los rasgos más singulares del poblado lo constituyen las técnicas constructivas documentadas casi con exclusividad en las casas de este enclave. Por ejemplo, hay recintos cuyas paredes están formadas casi íntegramente por cantos de basalto, a las que se añaden otros elaborados a partir de sillares labrados.


La extensión de los territorios denominados con este topónimo era mucho mayor a la actual, según las descripciones documentales en las que se nombran. El 23 de febrero de 1551, Pedro Ximénez Casasola y Juan de Ribera piden a la Audiencia que se les asignen cien fanegas de tierras en Tamarazaite, que lindaban con el caminillo de atajo a Tenoya que iba hacia las Cuevas Blancas, que son hacia la parte del mar y, por la otra parte, lindaban con el Barranquillo de Jacomar. Dicen que las querían para «… sembrar e aprovechar en pan y desmontar los cardones y leñas...». La progresiva colonización de las tierras obligará a sus nuevos propietarios a incorporar los topónimos que van surgiendo. El 21 de abril de 1671, los Herederos del Capitán Bartolomé de Muxica Lezcano y Ambrosia Serrate de Figueroa, vecinos que habían sido de esta isla, dan su consentimiento para que se puedan vender sus posesiones, entre las que se encontraba «… una suerte grande de tierras de labradío en Tamarasaite, en la Cruz del Ovejero, otra suerte denominada Los Guirres, en el Cardonal de Tamarasaite que llaman Cuevas Blancas, lindaban con los Cercados de Guillén de Ayala, a la pared a dar al Llano del Mar...». En su contorno se plantará después la Hierba de Guinea que creará nuevos topónimos (véase GUINEA). Más tarde, sigue siendo mencionado en documentos de propiedad, como la escritura de 8 de abril de 1763 de Juan González Travieso, Familiar del Santo Oficio de la Inquisición, y Ana Suárez Fleitas, que dicen tener una fanega y cinco celemines de una «Suerte labradía denominada “Cuevas Blancas” en San Lorenzo», municipio al que perteneció hasta 1936. Con posterioridad, el camino fue condenado a desaparecer cuando el ingeniero Juan de León y Castillo redactó el proyecto de la carretera de Las Palmas a Guía, e incluyó, en el tercer tramo, el túnel que se llamó del Machicao y el puente sobre el barranco de Tenoya, obras ejecutadas por el que luego fuera alcalde de la Ciudad, Antonio Matos y Moreno. Se adjudicaron por el precio de 1 679 000 reales de vellón y se iniciaron a partir del 15 de febrero de 1864. Tras la terminación del túnel del Machicao, de ciento veinte metros de longitud, y del puente de Tenoya, de catorce metros de altura, el tradicional trazado del camino real fue olvidado por el uso de la nueva carretera del norte, quedando este lugar de Cuevas Blancas algo olvidado en medio de La Cazuela y la Atalaya de Guinea, lugar donde, en la segunda mitad del s. XX, nacería el barrio de Los Giles.

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En este lugar se desdoblaba en dos: uno seguía en dirección al centro-norte de la isla, por San José del Álamo y Teror; y otro en dirección norte, por Jacomar, Cuevas Blancas y Tenoya, donde volvía a desdoblarse, aproximadamente en la Dehesa de Arucas, en uno que llevaba a Arucas, Firgas y Moya, y otro que, por Trasmontaña, Bañaderos, San Andrés, San Felipe y Guía, llevaba hasta Gáldar.


Aunque existe otro árbol también llamado vulgarmente de esta forma, por su ubicación parece más probable que este fitotopónimo corresponda con la antigua existencia en el lugar del lirio hediondo o amarillo (Iris pseudacorus), planta herbácea perenne de la familia de las Iridáceas, parecida al lirio cárdeno o cultivado, pero de mayor talla, hojas más verdosas y flores intensamente amarillas, con un tallo vegetativo que es un rizoma subterráneo de crecimiento horizontal. Las hojas son planas y estrechamente triangulares, partiendo del mismo rizoma, y los frutos son cápsulas alargadas que contienen abundantes semillas, algo carnosas cuando jóvenes, y de color anaranjado o parduzco. Forma parte de la vegetación palustre, viviendo entre las eneas, carrizos, etc. en las proximidades o vertientes de los barrancos, y se localiza en la Macaronesia y cuenca mediterránea. El rizoma contiene sustancias vomitivas y purgantes. CUEVAS CAÍDAS (TEJEDA) Véase su nombre histórico CUASQUÍAS. CUEVERAS DE TENOYA, LAS (LAS PALMAS DE GRAN CANARIA) El conjunto de cuevas artificiales de habitación denominado hoy Las Cueveras en Montaña Blanca, en la margen izquierda del barranco de Tenoya, constituye el poblado más importante del tramo final de este barranco. Se trata de un poblado troglodita situado en alto, lo que permite el control y dominio de una amplia vega en las que los antiguos canarios ejercieron su principal actividad económica, la agricultura. De distinta tipología, amplitud y funcionalidad, apunta a la existencia de una importante población aborigen en la zona. El conjunto está integrado por numerosas cuevas artificiales de dispar morfología, cuyas plantas y organizaciones internas responden, a todas luces, a los diversos usos que se confirió a cada uno de los ámbitos excavados en la toba. En varios casos es posible observar las ranuras labradas en torno a la boca de las cuevas, que debieron de servir como soporte al cierre de las mismas. Seguramente las puertas estarían confeccionadas en madera, resistente a las inclemencias del tiempo, y serían encajadas en estos canales labrados al efecto. Las cuevas se encuentran asociadas a espacios de almacenamiento que también fueron acondicionados, mediante su excavación, en el mismo soporte natural en el que se enclava el poblado. Pueden observarse silos realizados en el suelo y alacenas que ocupan algunas de las paredes de los espacios domésticos.

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Al poniente de Cuevas Blancas, existen unas tierras cuyo antiguo topónimo ha perdurado como Finca del Jediondo, hacienda de quince fanegas y diez celemines que perteneció al vínculo de Jerónimo de Pineda, que las describía así en escritura de 3 de mayo de 1543: «Hacienda en Tenoya dividida en dos partes denominada El Hornillo y la Ladera del Hediondo con dos casas terreras y veinticuatro días de agua con sus noches del Heredamiento de Tenoya».


CULATA, LA (TEJEDA) Su denominación, que es el genérico de «lugar apartado» respecto de Tejeda, se ve reforzada al encontrarse este lugar en un estrecho valle en la prolongación hacia el sur de la Caldera de Tejeda, donde se inicia el enorme socavón abierto en el centro de la isla, cabecera de barrancos que se fue ampliando por la erosión de las aguas. Podría llamar a engaño la ubicación geográfica de este barrio en relación con la hasta hace muy pocos años carretera de la Cruz de Tejeda a Tejeda, pues pudiera entenderse que está antes de llegar y por encima del casco de Tejeda, en la base del macizo del Roque Nublo. Hay que advertir que las referencias en la antigüedad eran otras, y los caminos de acceso a Tejeda serían posiblemente los que provienen de La Aldea o Artenara por el norte, y los que provienen del sur por los diferentes pasos existentes en las proximidades de Ayacata. Debido a los profundos barrancos y a las fuertes pendientes de la zona, el agricultor ha tenido que adaptarse modelando el relieve. Los derrubios de ladera y coluviones son casi las únicas zonas aprovechables para desarrollar la actividad agrícola. En estos lugares se han tenido que levantar muros de piedra seca, reconvirtiendo así las laderas en terrazas de cultivo fácilmente visibles. Otro elemento destacable es la arquitectura popular de las viviendas, algunas de dos plantas, en el barrio, hoy en día más poblado, de Tejeda. En la planta superior, unidos por una galería exterior o corredor, antiguamente se situaban la cocina, un salón comedor y las habitaciones. La planta inferior, además del baño, albergaba otros espacios de uso cotidiano, como el almacén, la quesería y el alpendre o la cuadra para animales. Generalmente existía, cerca de la casa, un horno para hacer pan. Evidentemente, muchas de estas antiguas viviendas han sido remodeladas y, aunque siguen manteniendo su fisonomía externa, por dentro han variado su uso y distribución. Gracias a la presencia de nacientes de agua, entre los que se cuenta el del histórico Barranco de la Mina (véase MINA, BARRANCO DE LA), La Culata es, sin duda, uno de los barrios de Tejeda más favorecidos para el desarrollo de la agricultura, destacando sus cultivos de papas, millo, judías y frutales. Hay que recordar que los aprovechamientos de aguas de La Culata fueron pasados de la cuenca del Barranco de Tejeda a la del Guiniguada para su conducción a los centros urbanos y de consumo de La Ciudad. Para ello se construyeron túneles de mina en tiempos en que los explosivos no se empleaban.

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Como en otros poblados de cuevas artificiales, el espacio de hábitat se organiza mediante pasos, accesos y escalones también realizados en la toba. La ordenación de las áreas de residencia de esta población es una muestra de la capacidad de estos grupos humanos para transformar el entorno en función de sus necesidades, especialmente en espacios, como podría ser el caso descrito, en los que se puede suponer la existencia de un número elevado de ocupantes.


La pipa del fruto, lo que se conoce como almendra, tenía que estar separada de su cáscara antes de la llegada de la Navidad, por lo que en invierno se organizaban grupos de vecinos que se empleaban en descascarar la almendra y en partirla para extraer la pipa. A partir de este fruto se elabora una extensa repostería, bienmesabe, mazapanes, turrones, mantecados, etc., muy afamada en toda Canarias. Algunas escrituras públicas antiguas dan noticias de tierras de cultivo en la zona. Así, el patronato de Juan González Estupiñán e Isabel de Ortega, instituido en escritura de 5 de noviembre de 1754 con una hacienda de viña y arboleda, y tierras de pan sembrar, de tres fanegas con «arrifes» en la Culata, que había comprado, y que constituyó con el fin de que le dijeran doce misas en el año. Bartolomé Bravo Laguna, Castellano del Fuerte de Santa Isabel y Regidor Perpetuo, en escritura de 11 de mayo de 1787, manifestaba ser propietario de dieciséis fanegas de una Hacienda labradía, viña y arboleda con un día y la mitad de media noche de agua, manantiales y estanque, casa terrera y cocina en la Culata, que había comprado. En dicho vínculo fundado por el regidor se le permite «… que se pueda hacer cambio o permuta de alguna de las piesas menos princípales con el preciso fin y obgeto de que se estienda mas alguna de las otras propiedades de mayor estimación con la incorporación de aquella otra piesa que se resiva en permuta, y también permito que si alguno de estos bienes que están en el lugar de Texeda, sumamente remoto de la Ciudad, se necesitaren vender a justa y legitima tasación para comprar otros en sitios y parages colindantes con los demás que dejo referidos o que estén mas próximos...». Esta licencia de permuta o venta solo afecta a una de las haciendas del vínculo situada en Tejeda y pago de La Culata, pero no a las restantes fincas. El 14 de febrero de dicho año vende a José J. Navarro, Teniente de Milicias del Regimiento de la Vega y vecino de San Mateo, la hacienda de La Culata en 6000 reales de vellón. CUMBRE/S, LA/S (VARIOS MUNICIPIOS) Se conoce popularmente por Cumbre, Cumbres o Cumbre Central de la isla lo que en la

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Entre los productos agrícolas de la zona, hay que hacer especial mención del almendro. Es en invierno cuando los almendros florecen llenando de color el paisaje, pero es al final del verano cuando se recolecta su fruto. Los hombres, golpeando con una vara o caña las ramas, lo hacen caer y, posteriormente, mujeres y niños lo recogen del suelo. Antaño se recogían primero los frutos más visibles, que eran guardados y llevados en cestas, dejando para una segunda ronda los que quedaban más escondidos. Con la ayuda de cabras, que iban limpiando el matorral, se iniciaba la tarea de «espigar», es decir, rebuscar entre los matos y hierbajos aquellos que habían quedado ocultos.


Presenta una densidad de población relativamente baja en el contexto insular. Sin embargo, esta área ha sido tradicionalmente explotada desde los asentamientos vecinos de San Bartolomé de Tirajana, Ayacata, La Culata de Tejeda, La Culata de Tirajana, Cueva Grande, Camaretas, Hoya del Gamonal, El Rincón, Risco Blanco, Juncal y Toscón de Tejeda, y otros pueblos y barrios de menor entidad poblacional. Estos núcleos registraron un notable incremento del número de sus habitantes entre 1900 y 1960, triplicándose sus efectivos; pero a partir de 1960, coincidiendo con el boom turístico, se produce un paulatino despoblamiento. La vocación tradicional de este territorio ha sido el pastoreo de carácter ovino, especialmente a partir del primer tercio del siglo XIX cuando ya la isla se encuentra prácticamente deforestada. Hasta la mitad del s. XX, según algunos autores, fue la zona más rica en pastos de toda la isla. En ella se integran reservas, parques, monumentos y paisajes naturales protegidos como Inagua, Los Marteles, Tamadaba, Nublo, Montañón Negro, Riscos de Tirajana, Roque Nublo y el que lleva este mismo nombre, Las Cumbres. Los topónimos son claros en cuanto a los antiguos aprovechamientos que el hombre les daba: Corral de Los Juncos, Cortijo de Pargana, Cortijo de Los Hornos, Cortijo del Nublo, Cortijo de Huertas, Cañada de los Gaspares, etc. Nuevos centros de esparcimiento son los Llanos de la Pez y las Mesas de Ana López. Aulas de la naturaleza son el Llano del Garañón y el Cortijo de Huertas. El ámbito geológico y geomorfológico lo componen básicamente materiales del tipo «Roque Nublo», de la misma naturaleza y antigüedad que el propio monolito del que reciben su nombre. Generalmente presentan formas de mesetas o plataformas cortadas por fuertes escarpes o planchas aglomeráticas, Juncal y Toscón de Tejeda o el propio Tablón del Nublo, a veces resaltadas por roques como El Fraile y La Rana, los más singulares en torno al Roque Nublo. Este tipo de materiales del ciclo Roque Nublo genera los relieves locales más enérgicos, donde es muy frecuente la caída de grandes bloques ciclópeos, llamados por los lugareños «piedros», en las vertientes de los pagos de Ayacata, Timagada y Guardaya, y la formación de imponentes escarpes en los bordes de las coladas ignimbríticas, generadas por colapsos de las columnas eruptivas en las erupciones, calderas de Tirajana y de Tejeda. Junto a estos procesos erosivos de mayor envergadura, también se producen otros más superficiales que originan la característica desagregación de la capa exterior de estos materiales.

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antigüedad era conocido como La Sierra, un amplio territorio aproximadamente en la cota de los mil quinientos metros de altitud perteneciente a distintos municipios. En este territorio se incluyen lugares que se mencionan individualmente en el índice de esta publicación y que, según la descripción realizada por Agustín Naranjo Cigala del Departamento de Arte, Ciudad y Territorio de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, reúnen muchas excelencias paisajísticas, ambientales y antropológicas.


La vegetación está representada fisionómicamente por la extensión del pinar de repoblación (Pinus canariensis) y del matorral de leguminosas, donde la retama amarilla (Teline microphylla) es la especie dominante. Es preciso resaltar que esta homogeneidad es solo aparente, ya que la vegetación está claramente influida por las condiciones orográficas, climáticas y de explotación zooantrópica secular, que se materializa en su estructura, composición florística y distribución actual. Hay que destacar la gran densidad de endemismos vegetales canarios y grancanarios, y la presencia de especies muy vulnerables, como los cardos de cumbre (Carlina texedae), o peligrosamente amenazadas de extinción, como la flor de mayo leñosa (Pericallis hadrosoma). En cuanto a la fauna, hay que hacer mención de los distintos grupos de invertebrados presentes en esta área, que apenas han sido estudiados. La fauna vertebrada está representada por las aves. Destacan en la zona los picapinos (Dendrocopos major ssp. thanneri), vencejos (Apus unicolor unicolor) y algunas rapaces como la aguililla (Buteo buteo insularum), los cernícalos (Falco tinnunculus) y los cuervos (Corvus coraxtingitanus). También aparecen algunos paseriformes como el herrerillo (Parus caeruleus) entre otros. Los reptiles se hallan representados por el lagarto endémico de la isla (Gallotia simonyistehlini), la lisa de Gran Canaria (Chalcides sexlineatus) y el perenquén (Tarentola boettgeri). Entre los mamíferos, cabe destacar la presencia más que probable de quirópteros y musarañas, además de los conejos y ratones de campo. CURA, BARRANCO DEL (MOGÁN) Este barranco nace a unos 675 metros altitud, al sur de los Llanos de Gamona, y desemboca entre la Punta del Montañón y la Punta del Bufadero, discurriendo entre las cuencas de los barrancos de Tauro y de Taurito. Su recorrido, en dirección norte-sur, es perpendicular a la costa, desembocando en la playa del mismo nombre. En los Llanos de Gamona, junto a edificaciones y torretas aborígenes, se encontró una gran laja con una de sus caras cubierta por una maraña de líneas incisas. Además, aparecieron grabados rupestres del tipo alfabéticolíbico-bereber.

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Otro tipo de relieves caracterizados por algunas manifestaciones volcánicas que generan rupturas puntuales en la topografía de la zona, son edificios piroclásticos y freatomagmáticos aislados, como Morro de la Salvia de 1806 metros, La Calderilla de 1750 metros, Morro de la Caldera de 1696 metros, etc., relativamente bien conservados. Predominan las áreas con pendientes comprendidas entre el 30 y 50 por ciento, que contrastan con los sectores llanos, como Llanos de la Pez y Pargana, Llano del Garañón, Mesa de Las Vacas, Llano de Sardina, etc.; y con los grandes escarpes que conforman las cabeceras funcionales de los principales barrancos de la isla, de Tejeda, Guiniguada, de Tirajana, de Ayacata, del Chorrillo, de Guayadeque, de Telde, etc.


Además de las modernas urbanizaciones turísticas, existe también un pequeño caserío, con esta misma denominación, que en el año 2008 albergaba una población de 51 habitantes. En la desamortización de las tierras que se había adjudicado el Estado por deudas, el 19 de septiembre de 1871 son vendidas en la cabecera del barranco las ciento quince fanegas que habían salido a remate de una «Suerte de tierra montuosa y “arrifes” de mala calidad en el Llano de las Gamoneras, con cuarenta pinos y una servidumbre pública». Fueron adquiridas por José Antonio Betancor Rodríguez por 4675 reales de vellón.

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El topónimo de los Llanos de Gamona ya aparece en el mapa de la isla de Joseph Ossavarry de 1806 y está documentado, como se verá a continuación. Sin embargo, el topónimo de este barranco no es mencionado hasta avanzado el s. XX. Hay distintos topónimos similares en la costa de la isla que guardan relación con la costumbre que en esta época tenían algunos religiosos de tomar baños de mar en lugares algo distantes y poco frecuentados, creando los lugareños el topónimo de Playa o charco del cura.


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CH


El barranco es un tributario por la margen izquierda del Barranco de Arguineguín. La presa está emplazada a una altitud de 875 metros sobre el nivel del mar en su cauce y 907 en su corona. Se terminó de construir en 1964, según proyecto del ingeniero Alfonso Caballero de Rodas, redactado en 1947. Cuenta con 10,93 kilómetros cuadrados de superficie de cuenca y 45,21 hectáreas de superficie de embalse. Su aliviadero cuenta con 42,50 metros de longitud total por medio de un canal abierto en la roca que desagua directamente aguas abajo del muro de presa, por lo que tarda al menos unos veinte minutos en salir desde que se abre en su toma hasta la salida de la primera bocanada de agua. Este aliviadero puede trasvasar agua a la Presa de Soria (véase SORIA, CASAS, BARRANCO, MESA Y PRESA DE) con una velocidad del caudal libre inicial de sesenta litros de agua por segundo hasta alcanzar la capacidad total, que se cifra en ciento cincuenta litros de agua por segundo en el trasvase. En la zona se pueden encontrar tres especies exclusivas de reptiles de Gran Canaria: el lagarto gigante de Gran Canaria, la lisa y el perenquén. El lagarto (Gallotia stehlini) es grande, con el dorso pardo grisáceo, garganta anaranjada y escamas dorsales pequeñas. A diferencia de los lagartos gigantes de El Hierro y de la Gomera, los lagartos gigantes de Gran Canaria no han sufrido declive tras la llegada del hombre a la isla. Parece haber respondido mejor a la llegada de depredadores introducidos por la combinación de mayor velocidad de carrera, mayor agresividad y comportamiento defensivo. La lisa grancanaria (Chalcides sexlineatus) tiene cabeza y cuello bien diferenciados, sobre todo en los machos del norte, pero menos en el sur. Cuerpo de sección aplastada. Garganta y vientre de coloración clara; parte inferior de la cabeza, cuello, cola y vientre de color naranja en algunas zonas del norte, vientre azul en algunas zonas del sur. Parte dorsal de la cola parda, azul o verde. El perenquén (Tarentola boettgeri) posee una banda longitudinal clara a lo largo del centro del dorso. Ojos de color gris azulado claro, tiene de 13 a 19 hileras de tubérculos dorsales pequeños, lisos en el dorso y débilmente aquillados en la región sacra.

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CHIRA, CASERÍO, BARRANCO Y PRESA DE (SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA) Topónimo aborigen. El caserío tuvo su origen posiblemente en las ocupaciones clandestinas de baldíos que se realizaron en los siglos XVIII y XIX, y en las distintas adjudicaciones, como la efectuada en 1874 cuando salieron a remate dos fanegas y ocho celemines de una «Suerte de tierra en la Mesa de Chira» que fueron vendidas a Pedro Almelda Bravo por 1200 reales de vellón.


Aunque muchos de estos antiguos poblados trogloditas fueron usados de forma continuada, otros solo lo fueron temporalmente. Esta hipótesis subraya la importancia de la actividad ganadera entre los antiguos habitantes de la isla. Una excavación en dos de las cuevas reveló que, a causa de un desprendimiento en el techo, una de ellas fue reutilizada como espacio funerario para alojar los cadáveres de un adulto y dos niños de corta edad. CHORRERAS, LAS (ARUCAS) Caserío situado en la carretera de Arucas a Montaña Cardones por Trasmontaña. Según el actual cronista aruquense, en el Padrón Parroquial de 1886 a 1895, aparece el topónimo La Chorrera referido a la pérdida de agua o chorrera que sufría la acequia de Alta, a la entrada de Trasmontaña viniendo desde Arucas, aproximadamente en la denominada Vuelta de Benita, antes de Donato. Otras fuentes sostienen que se debe a las aguas que, en época de lluvia, chorreaban por la falda de la montaña. La ermita erigida en el lugar a partir de 1960 está bajo la advocación de San Patricio por un hecho anecdótico, como si de un cuento de Pepe Monagas se tratara. Se cuenta que por 1932, los vecinos y amigos del barrio cercano de Trasmontaña, Pedro Saavedra y José Ravelo, el primero marchante y carnicero, y el segundo dedicado a la maduración y venta de plátanos, decidieron hacer una fiesta en honor de algún santo y realizaron una cuestación entre los vecinos para la compra de una imagen, desplazándose para tal fin a Las Palmas de Gran Canaria en sus burros. Se narra que, durante la recaudación, se acordó que se comprara un San Pancracio, patrono de lo imposible. Ya en la Capital, los dos vecinos, después de varios días de «copas», se acercaron con «resaca» a la tienda de santos en la calle Reyes Católicos para comprar el San Pancracio, pero seguramente por estar algo traspuestos, la monja entendió que pedían un San Patricio. En Las Chorreras todos veneraron equivocadamente dicha imagen como la de San Pancracio, que sacaban en procesión sobre un burro, pues carecían de trono. Años después y tras unos cuantos celebrando la fiesta de San Pancracio, se descubrió que la imagen era de San Patricio y, por si era poca la anécdota, la autoridad eclesiástica envió a la Guardia Civil para que fuera requisada, pues se profanaba la imagen sacándola en procesión sobre un burro, y todo ello en los años inmediatos a la Guerra Civil.

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CHIRIMIQUE, RISCO DEL (TEJEDA) Topónimo aborigen. En este risco a 1549 metros de altitud frente a la Montaña del Aserrador, en los límites del municipio de Tejeda con el de San Bartolomé de Tirajana, se encuentra un singular espacio doméstico de un poblado troglodita. La ocupación de estas cavidades naturales por parte de los aborígenes, según algunas fuentes, guarda relación con la antigua trashumancia que realizaban por su actividad pastoril, pues, cuando llegaba la época estival, trasladaban a estos lugares sus ganados para el aprovechamiento de los pastos cumbreros.


CHORRILLO, EL (TEJEDA) Pequeño caserío que recibe su nombre del barranco cercano al asentamiento (véase SÁNDARA, CADENA DE). Se accede al mismo desde la carretera Tejeda-Maspalomas (GC-060). Bajando por la carretera de Cuevas del Rey, tras pasar el pago de La Solana, a unos dos kilómetros aproximadamente, se encuentra este caserío, apiñado núcleo de casas tradicionales asentado sobre un pequeño lomo, entre parcelas de cultivo y estanques. El caserío es un conjunto compacto de casas que originalmente estaban vinculadas a explotaciones agrícolas. En el interior del asentamiento todos los recorridos son peatonales, desarrollándose de forma sinuosa entre las viviendas, a veces siguiendo curvas de nivel y otras sorteando la aleatoriedad de la posición de las casas. La tipología predominante es la vivienda tradicional rural de un cuerpo construido, de planta rectangular o cuadrada, con cubierta a dos aguas. El topónimo está documentado desde principios del s. XVIII, cuando Águeda Gutiérrez, vecina de Tejeda y solicitante de tierras en el valle de Mogán, suscribe testamento en abril de 1706 y dice poseer, por herencia de su hijo Pedro García, unas viñas, árboles, tierras con derecho de aguas y vivienda en El Chorrillo. CHORROS, LOS (FIRGAS) Lugar situado en el barranquillo del Lance que pasa junto al cruce de carreteras donde se une la carretera de Los Castillos a Los Chorros (GC-240), con la de Firgas a La Laguna de Valleseco (GC-0030). En el repartimiento de aguas de la Heredad de Arucas y Firgas aprobado el 4 de octubre de 1710, de las diez azadas en total a repartir (cada azada se compone de 62 horas, es decir, 620 horas en total que se reparten en el término de 31 días y 31 noches), una de ellas procede del agua de la Cantarilla, naciente de Los Chorros. En la fundación, el 7 de septiembre de 1765, del patronato del matrimonio de Francisco Carvajal Aguilar, Regidor, y Bernarda Manuela de Matos Coronado, entre los bienes incorporados al mismo se incluyen cincuenta y siete fanegas y once celemines de una «Hacienda con casas denominada Los Chorros y Barranquillo del Lance con un manantial de agua». Posiblemente sea esta la que hoy se conoce como Finca Los Chorros, que, según parece, la había comprado a Antonio Barrera y a su mujer, Ana Montesdeoca.

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En 1954, veintidós años después, el caserío, con los permisos eclesiásticos oportunos, consagró el barrio a San Patricio en recuerdo a la imagen anterior y, por recaudación popular, se compró una nueva imagen que «se alojó» en la iglesia de San Juan Bautista de Arucas hasta la construcción de la ermita.


La característica principal de su suelo son las «tierras rojas». Dice el geólogo Telesforo Bravo que es una «… formación superficial que destaca en Gran Canaria por su color rosa o rojo, está situada entre las cotas 700 y 1200 en las laderas de las vertientes del norte de la isla. Es una tierra arcillosa, esencialmente inorgánica que procede de tobas y arenas volcánicas profundamente alteradas. (…) Estas tierras rojas, son producto de un régimen climático del tipo templado húmedo, que reina precisamente en las cotas ya citadas. Estas formaciones se encuentran no solamente en Gran Canaria sino en todas las islas del archipiélago que sobrepasan los mil metros de altitud, quedando por tanto excluidas Lanzarote y Fuerteventura. (…) Todas estas zonas se encuentran en las cotas donde la niebla del alisio se pone en contacto con el suelo y durante casi todo el verano permanecen húmedos aquellos suelos con lluvias muy moderadas pero persistentes. (…) Estas tierras cuando no contienen ningún componente orgánico es cuando presentan su más encendido color. (…) En Gran Canaria, toda la zona comprendida entre los 700 y 1200 metros de altura, con conos de ceniza o tobas del final del Terciario, presentan estos caracteres visibles solamente donde la erosión ha practicado, al faltar la cubierta vegetal, cárcavas y barranquillos. Su composición es la de una laterita arcillosa, rica en hierro, a lo que debe su encendido color, pero pobre en aluminio». A tenor de lo que explica el recordado geólogo, hay que anotar que todos estos lugares estarían dentro del antiguo Bosque de Doramas. La desaparición del mismo favoreció la erosión, que provocó que afloraran estas tierras rojas, hoy conocidas por los arquitectos como suelos de «arcilla expansiva», a las que les tienen mucho respeto por su movilidad estacional.

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Si bien el barranquillo del Lance atraviesa un espacio con abundancia de castaños, laureles y álamos, en este lugar, cuyo naciente sigue manando agua potable continuamente y en el que se pueden ver un lavadero y la acequia de la Heredad de Aguas de Arucas y Firgas, la vegetación más abundante es la del importado eucalipto cuya repoblación se hizo en la zona en el s. XX.


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D


En el s. XVII se inicia un proceso de ocupación legal de tierras como continuación del de concesiones del s. XVI, proceso que discurre teniendo como fondo la pugna entre agricultores y ganaderos. Los primeros estaban interesados en la ocupación legal de las tierras de realengo, y los segundos, que las ocupaban clandestinamente desde hacía años, motivaban en ocasiones tumultos y motines. El origen de este topónimo debe de estar vinculado sin duda a la conocida Data Real de Maspalomas, cuya historia ha investigado Vicente Suárez Grimón y que se reproduce resumidamente por su valor histórico, dado que refleja los conflictos de la propiedad pública entre aquellas tierras llamadas «concejiles» cuya titularidad correspondía al Concejo o Cabildo General de Gran Canaria, y las tierras producto de la conquista, llamadas «realengos», cuya titularidad correspondía a la Corona. Además, subyacen, en toda la historia, litigios y favores que reflejan los distintos poderes influyentes del Antiguo Régimen. En diciembre de 1624, el Cabildo, estimando que eran tierras «concejiles», concede la «venta a tributo» (por pago de un censo a perpetuidad a los Propios) al Capitán y Regidor Simón Lorenzo de Acosta de unas tierras en Maspalomas, que lindaban por un lado con el Barranco de Atíguares, por otro lado con las Casillas de Lezcano, abajo con el mar, y por arriba con Casillas de Merentega y las tierras del Llano de Ajulagal, con el agua que de dichas tierras se pudiese aprovechar. En 1630, el capitán Lorenzo vende dichas tierras a Baltasar y Juan Pérez de Villanueva en precio y cantidad de 500 reales de plata y, aunque entraron en su posesión, el 29 de julio de 1635 el Visitador Luis Henríquez declaró nula la citada data al tiempo que prohibía a los Pérez de Villanueva el uso de dichas tierras consideradas realengas y no concejiles. Por otro auto de 23 de septiembre de dicho año, se permitió el cultivo de dichas tierras por temor a la escasez de granos; y así, los Pérez de Villanueva continuaron en la posesión de las tierras de Maspalomas, sucediendo en ellas el Licenciado Mateo Pérez de Villanueva, cura beneficiado de los lugares de Tirajana y Agüimes, y Capellán Real de Su Majestad. Esta posesión se vio perturbada por el Fiscal de la Audiencia, quien pretendió que se declarasen públicas y realengas por carecer aquel de título legítimo. Ante esta pretensión, el Licenciado Mateo acude al Rey Carlos II, quien por Real Cédula expedida en San Lorenzo el 14 de octubre de 1680, se sirvió confirmar la data hecha por la Ciudad, concediéndole

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DATA, MONTAÑA LA (SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA) Esta moderna urbanización situada, como su nombre indica, en una pequeña montaña, toma su nombre del antiguo caserío de La Data situado un poco más al norte, junto al Canal de Ayagaures.


La Real Cédula fue presentada en la Audiencia el 21 de enero de 1681 y esta, por auto de 15 de febrero, mandó se diese posesión de las tierras concedidas a Villanueva. De este cometido se encargó el Teniente General Fernando Peraza Ayala. El día 26 empezó por las Casillas de Merentaga, agua del Charco de Maspalomas por donde paseó y con cuyas aguas se roció Villanueva, tierras y aguas del Barranco de Ayagaures hasta volver a las casillas de Lezcano; y el día 27 de febrero, las Casillas de Merentaga hacia el mar, en las que abrió y cerró puertas. El mismo día de la toma de posesión, el 27 de febrero de 1681, el Licenciado Pérez de Villanueva vende parte de las tierras concedidas al Capitán Gotardo Calimano, vecino de la Ciudad, si bien la fuente consultada duda de si esta venta fue real, porque los bienes del Licenciado en su testamento siguen siendo los mismos. A finales del s. XVII, el Licenciado Villanueva sostuvo pleito con los vecinos de Fataga, por la contradicción que estos le hicieron del lindero superior de la data, «… en unas casillas que antiguamente se llamavan Merentaga y porque con el tiempo se mudan los nombres de las casas y propiedades, los pasados déstos las quisieron llamar de Artedara…», fallando la Audiencia a favor de los vecinos de Fataga. Villanueva recurrió al Rey y su Consejo, quienes mandaron que el lindero quitado por la Audiencia se restituyese en conformidad con la primera cédula. Se mandó que esta se cumpliera en todo y por todo, incluyendo los derechos de aguas. En su testamento de 21 de octubre de 1710, el cura Licenciado Pérez de Villanueva deja las tierras de Maspalomas a sus sobrinos Isabel Suárez y a Juan Pérez de Villanueva. Pero por su codicilo de 22 de abril de 1711 manda que, de la parte del segundo, se den doce fanegas a sus sobrinos Pedro y Catalina Pérez y a Mateo de Quevedo, que divide en principio la propiedad de todo el territorio. Luego es adquirido, en distintas fechas y a las distintas partes, por el Sargento Mayor Francisco Amoreto Manrique, que en 1717 ya tiene la totalidad de la finca, que luego se integraría en su sucesión en el patrimonio del Condado de la Vega Grande de N.ª S.ª de Guadalupe. (Véase también FERNANDO DE MASPALOMAS, SAN). DEÁN, LLANO DEL (INGENIO) En estos lugares, el deán por excelencia no es otro que Zoilo Ramírez, quien tuvo una dilatada carrera dentro del Cabildo Catedral de Santa Ana y acreditó, en su propio testamento de 4

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despacho en forma «… para que las tengais por propias vuestras y para usar de ellas y del agua que os tocare desde su nacimiento con toda seguridad…» sin que nadie pudiese perturbar dicha propiedad.


Su trayectoria dentro del Cabildo Catedral, tiempo durante el cual adquirió muchas propiedades, le llevó al nombramiento como deán, del que toma posesión el 14 de octubre de 1545. En noviembre de 1549, el deán y canónigo Zoilo Ramírez efectúa la compra de una esclava ladina, así llamada quien habla con facilidad el castellano además de la propia lengua, de treinta años, llamada Águeda. Antes de su muerte, que aconteció el 2 de abril de 1558, crea una capellanía u obra pía a favor de la capilla de Nuestra Señora de La Antigua. Algo más de un año después, el 20 de junio de 1559, el Obispo Diego de Sa vende su más importante propiedad en la Vega de Aguatona, la que hoy se conoce con este nombre, según el documento aportado por la fuente: «Alonso Sánchez, est. en la isla, en nombre de D. Diego de Sa, obispo de Canarias, en virtud de su poder otorgado ante el presente escribano público en 17 del presente mes, da a tributo por tres vidas a Juan Alimán, v.º de la villa de Agüimes: una cuarta de tierra de riego que la iglesia de San Sebastián de dicha villa, cámara episcopal, tiene en la Vega de Aguatona, que linda de una parte con tierras de Francisco Sayago, difunto, de la otra con tierras que fueron del Deán D. Zoilo Ramírez y ahora de Alimán, y por los lados tierras de Martín de Mireles; y un pedazo de tierras de sequero en la Vega Castaña, en que hay seis fans. de tierra, que lindan por la cabezada de arriba con tierras que fueron del Deán D. Zoilo Ramírez, por un lado con un barranquillo [roto] sale de unas tierras de Martín [roto] y va a dar a las cuevas de [roto], y por otro lado con [roto] que va a dar a dichas cuevas y viene de la sierra, las cuales tierras están incorporadas con otro pedazo de tierra que fueron del dicho Deán, que se han de partir por mitad entre Alimán y Diego Rodríguez y Francisco Díaz, que fueron a tributo la mitad de todas esas tierras del Deán. El tributo anual es de 1 db. por la tierra de Aguatona y 4 dbs. por las tierras de la Vega Castaña, pagaderas al mayordomo de la iglesia de San Sebastián en dos pagas, a contar desde el 4 de junio de este año, día en que las tierras se remataron en Alimán como mayor ponedor». DEHESA DE ARUCAS, LA (ARUCAS) Su situación aproximada estaría en la zona nororiental del municipio, entre las cuencas de los barrancos de Tenoya y Arucas. Son mayoritariamente viejos suelos sedimentarios drenados por la pequeña cuenca del Barranco de La Dehesa. Se ramifica aguas arriba por la concurrencia de distintos lomos situados en San Francisco Javier, Lomo Grande, Lomo Chico, Santidad Baja, Lomo de Arucas y Montaña Blanca. Este barranco, cuando es llamado Barranquillo de El Caidero, desemboca en el lugar conocido por Cebolla.

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de abril de 1552, los distintos cargos que ocupó: racionero, canónigo, maestrescuela, chantre y deán. Tan arraigado estaba en la isla, donde tenía sus posesiones, que, según la fuente consultada, «cobra los dos cargos de canónigo y deán» para evitar la renuncia y marchar a la Península, problemática muy acusada en esa época.


Como todos los territorios denominados «dehesas» en la isla, eran tierras de propiedad pública, del Cabildo General de Gran Canaria, que eran arrendadas a particulares mediante subastas públicas para, con las rentas obtenidas, sufragar distintos gastos públicos como milicia, médicos, maestros de primeras letras, etc. Inicialmente, como todas las tierras tras la conquista, eran tierras de realengo, para que después el Consejo de Gran Canaria solicitara su concesión justificando la necesidad de obtener recursos para hacer frente a sus obligaciones para con los vecinos de la Ciudad. En cuanto al sistema de arrendamiento, con respecto al establecido para otras dehesas, la única variación sensible, manteniendo el sistema de subasta y remate público, era que en este caso el pago de la renta era en especie (trigo) y solo en uno de los remates estudiados por la fuente, el remate del alférez Antonio Bilbao en 1725, se establecía que, de no haber trigo, se pagaría el valor de la renta de las setenta fanegas en numerario, al precio de 18 reales la fanega. El trigo debía ser bueno, limpio y a recibir puesto en la Ciudad al tiempo de la cosecha. El producto de la Dehesa se destinaba al pago de los médicos de la Ciudad. Dando cumplimiento a leyes de desamortización, se subastó entre particulares la propiedad de estas tierras. Según la fuente, su superficie de doscientas veintiséis fanegas y cinco celemines en el momento de la subasta tuvo que haber sido superior, pues hubo ventas con anterioridad al s. XVIII, como lo atestigua una, fechada el 12 de marzo de 1657, donde el Capitán Tomás Ponte del Hoyo, regidor y procurador mayor de la isla, vende por comisión del Cabildo al Licenciado Gregorio Rodríguez un cercado de pan sembrar en la dehesa de Arucas por el precio de 65 reales de tributo perpetuo. El cercado se denominaba Cercado de la Herradura y tenía una cabida de diez fanegas. Lindaba por tres de sus lados con la Dehesa. Tras la aparición de los ayuntamientos constitucionales, pasa a los Propios del Ayuntamiento de Arucas, que en 1838 subasta la propiedad de las doscientas veintiséis fanegas, con la justificación de no haber cobrado nada de los «propios» y menos de los «censos». Son adjudicadas a los siguientes rematadores: Tomás del Pino Marrero, Domingo del Toro, Domingo Déniz, Gregorio Domingo Barbosa, Andrés Marrero, Juan Antonio Marrero, Tomás Pérez Marrero, Antonio Ponce Ponce y Domingo Rodríguez.

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Se estima que antes de la conquista tenía una abundante vegetación de palmeras, cardones, lentiscos, dragos, almácigos, tarahales, tabaibas dulces y amargas, guaydiles, balillos y balas, vinagreras frondosas, acebuches, salvia roja, ahulagas, salados, tajinastes, esparragueras, aeonios, beroles y bejeques, magarzas, así como toda clase de hierbas que cubrían en gran medida sus suaves laderas, con fuentes y manantiales en el valle de Cardones y en el que llaman El Caidero, por lo que recibe este nombre.


DEHESA DE TAMARA, LA (SANTA MARÍA DE GUÍA) Sin duda, el territorio de la antigua Dehesa de Tamara-Gáldar, con el crecimiento poblacional y los nuevos asentamientos rurales, se fue restringiendo espacialmente desde los primeros años de la Conquista hasta la subasta pública del s. XVIII, en su localización física y ubicación en las márgenes de la carretera de Guía a Moya, en el entorno superior de la ermita de San Juan. Los límites antiguos son imprecisos, no se conocen con exactitud, pero las distintas fuentes estiman que su superficie era muy grande, aunque ya los primeros repartimientos fueron acotando su primitivo límite con Carnedeagua, Ingenio Blanco, San Juan, El Gallego, Calabozo y Paso María de los Santos, Ábalos, etc. De los beneficiados con esas tierras, no todos eran conquistadores, pues se incluye a las familias genovesas que financiaron la conquista, como Riverol, Carrasco o Sopranis, que recibieron tierras en lo que en esa época se denominaba Tierras Blancas. Uno de los primeros documentos que hablan de este topónimo es de 1503, cuando el Gobernador de Gran Canaria denuncia a Batista de Riverol por exceder sus propiedades el valor de 200 mil maravedíes. La real cédula de los Reyes Católicos, que se pregonó en Gran Canaria el 14 de junio de 1498, prohibía a todos los extranjeros tener propiedades de valor superior a la cantidad citada. En la denuncia se acusa a Batista de Riverol de tener «… una fuente y un pedazo de la Dehesa de Gáldar, que posee sin titulo justo, sino que no estando gobernador en la isla hizo un convite a los labradores y a un escribano y dejáronle más un pedazo de la dehesa, que valdrá con la dicha fuente quinientos ducados de renta...». También el conquistador Sancho de Vargas y Machuca recibe repartos en Tierras Blancas. Por su testamento hecho en Tenerife el 21 de marzo de 1509, se conoce que poseía «… una suerte de tierra en Tamara-Gáldar, con el cuarto de las aguas que le corresponde y la mitad de las cañas que están en la ladera de Batista de Riverol…». Igualmente, quedaron fuera de la propiedad concejil unas tierras que ocupaban ochenta y cuatro fanegas y siete celemines, que antes de la privatización de la Dehesa ya formaban un «Cortijo labradío y “arrifes” denominado “La Dehesilla” con cuatro horas de agua del Heredamiento del Palmital», y que, en escritura de 29 de enero de 1704, declaraban los hermanos Francisco Golfos de la Puerta, Licenciado, Canónigo de la Catedral y Juez Subdelegado del Tribunal de la Sta. Cruzada, y Petronila Golfos de la Puerta, viuda del Capitán Francisco Espinosa Montero.

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En la actualidad, en el territorio de la antigua Dehesa han surgido distintos asentamientos como El Valle, Las Palmeras, Lomo Chico, Lomo Grande, Lomo de Arucas, Lomo Espino y Los Guirres.


Cuando los «propios» del Cabildo General pasan a los Ayuntamientos, se subastan las sesenta y seis fanegas por el Ayuntamiento de Guía, en 1837, con la justificación de no haber cobrado nada de los «censos». Son adjudicadas a los siguientes rematadores: Antonio Ariñez Martínez, Sebastián García Bolaños, Hipólito Godoy, Juan Herrera Martín, Vicente Padrón Miranda y Felipe Suárez Valdés. DEHESA DE TAMARACEITE, LA (LAS PALMAS DE GRAN CANARIA) En 1590 había llegado a la isla la Infantería y, por no habérsele dado alojamiento, se registraron algunos desórdenes y excesos. Para evitarlos, Felipe II consideró que el remedio estaba en darle alojamiento en las casas de los naturales de la isla, hasta que hubiese gente de guerra en ella. A partir de esta decisión real, se inicia el litigio entre los cuarenta soldados que estaban de guarnición en esta isla y el Cabildo «… sobre el darle servicio y alojamiento…». Los soldados apelaron a la Audiencia, que resolvió se les alojase entre los vecinos de la Ciudad. El Cabildo, para redimir a los vecinos de las vejaciones que se les ocasionaban, tranzó ofertando la entrega del usufructo de esta Dehesa y unas casillas junto a la iglesia de los Remedios, según escritura que otorgaron los regidores, el capitán Antonio Lorenzo y Tomás Pinello el 20 de octubre de 1600. Las casillas de los Remedios se las llevó la crecida del barranco en 1615 y, ante la nueva reclamación de la Infantería, se resuelve que el Cabildo pague 50 ducados por dichas casas, señalados sobre las rentas de «guaniles y abejeras salvajes». A pesar de las demandas, del poco trabajo de la Infantería y de que todos eran ya vecinos, esta mantuvo su disfrute hasta mediados del s. XVIII y las rentas de la Dehesa, los 50 ducados y el beneficio fueron secuestrados por los Comandantes Generales. A partir de 1775, la Dehesa se saca a remate en renta ente los vecinos del lugar, momento en el que sus rentas ya eran percibidas por el Cabildo. En el momento de su subasta comprendía cuatrocientas cincuenta y una fanegas y diez celemines de tierras labradías y eriales, de regadío y sequero, reseñándose sus linderos como sigue: «… lindaba por arriba con el Camino que

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En los remates de la subasta de las tierras, que seguían siendo de los «propios» del Cabildo General, restaban sesenta y seis fanegas. Era frecuente que los rematadores en los arrendamientos cediesen luego el remate a otra persona. Así, en 1714, Vicente Romero Jaraquemada lo cede al capitán Juan Manuel de Matos; en 1719, el capitán Francisco Martínez de Escobar a Luis González; en 1720, el capitán Matos al Capitán Diego Gritón; en 1724, Juan de Quintana lo comparte con Bartolomé Verde Aguilar; y en 1796, José Padrón Castrillo lo cede a José Almeida. La renta se fija en numerario y se paga durante la primera mitad del siglo XVIII en un solo plazo; posteriormente, se hace por tercios.


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Punta del Descojonado

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va a San Lorenzo hasta dar a las tierras de Urquía, cogiendo el Barranquillo abajo a tomar el Barranco de Tamaraceite y volver al Camino Real que viene a la Ciudad...».

Debido a los gastos causados en la guerra con Inglaterra y la insuficiencia de los donativos voluntarios para la manutención, sueldos y vestuarios de la tropa, se acuerda, el 5 de enero de 1809, su venta, para sufragar los gastos de la tropa y otras urgencias o deudas. Después de la valoración por los comisionados del Cabildo, respetando la división en cincuenta y seis suertes que estaban ocupadas en régimen de arrendamiento por otros tantos vecinos de San Lorenzo, concluidos los remates de la puja, el de 16 de febrero se autoriza a otorgar las correspondientes escrituras de venta a los particulares, proceso que se alargó hasta la mitad del s. XIX por la disolución del Cabildo General en 1826 y por las reclamaciones habidas. DEHESA DEL PRADO DE PICO VIENTO, LA (AGAETE, GÁLDAR Y SANTA MARÍA DE GUÍA) La dehesa, conocida como Prado de Pico Viento en el s. XVI, la conforman las tierras situadas al pie de dicha montaña, en el lateral oriental de la carretera de Gáldar a Agaete. Es inconfundible porque el macizo rocoso ha quedado a la vista por la erosión eólica y aproximadamente a ambas márgenes del Barranco del Juncal, sin que pueda precisarse exactamente, pues entre Las Quintanas al naciente y Las Rosas y Piso Firme al poniente, se encontraba el conjunto de la Dehesa y las tierras comunales que se separaron de la primera. El aprovechamiento de las tierras comunales, no incluidas en el Prado, correspondía a los vecinos de Agaete, Gáldar y Guía, por sentencia de la Audiencia en los años 1655 y 1656, resolviendo los pleitos suscitados. El arrendamiento del Prado a particulares no difiere del formato seguido en las otras Dehesas de subasta y remate público, por plazos determinados. El carácter de erial de estas tierras, veinte fanegas, aconsejaba el remate anual por no necesitar de mejoras. Estaba destinado a hierbas y no a cultivo. Sus arrendatarios debían obligarse a no arar, ni cavar, ni romper las tierras, ya que solo podían aprovechar los herbajes, y aunque por sequedad o fuego no los produjese, debían pagar la renta. Este uso particular generó muchos conflictos entre el arrendador y los labradores que supuestamente usurpaban las tierras para su pastoreo. La intervención del Corregidor ratificó las antiguas fórmulas de aprovechamiento, por las que la hierba verde o pasto de invierno sería consumido por los ganados del arrendatario o de aquellos a quienes lo vendiese, y el pasto de secano lo sería por todos los ganados comunales sin que por ello se tuviese que pagar nada al arrendatario: «… consumido y disipada la

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Dada su extensión, las tierras fueron divididas para el subarriendo en suertes. Abarcaba lugares como: Lomo de los Dragos, Hoya Andrea, la Herradura, Lomo de las Garrapatas, Cuesta Blanca, Pedregal, los Llanos, el Deviso, Lomo de los Regidores, el Barranquillo, La Zarzuela, Mesta Chiquita, el Tablero, la Cobranza, el Fraile, etc.


primera yerba por los dueños que la compran y comen, dexan los referidos terrenos libres sirviendo de pasto común entre tanto produce nueva yerba verde…».

En 1838, el Ayuntamiento de Gáldar se opone a la venta solicitada con el respaldo de la Diputación, y ordena no proceder ni a su venta ni a su arriendo «… por estar destinado al abrigo de todos los ganados de la isla, en época, que las lluvias no les permite permanecer en las cumbres…», y que los terrenos comunales destinados como dotación de las escuelas de Guía, Gáldar y Agaete «… puedan continuar arrendados por las ventajas que de ellos reportan los referidos establecimientos…». Tras la creación de los Ayuntamientos, los Propios del Cabildo General pasaron al Ayuntamiento de Gáldar, y las diecisiete fanegas y siete celemines de «Terrenos de pastos denominados “El Prado” en Pico Viento», y las setenta y seis fanegas y cuatro celemines de «Tierra para pastos en Pico Viento denominadas “El Ejido”» salieron a remate el 22 de junio de 1859, siendo vendidas a Salvador Martín Bento, propietario de Guía, el 21 de diciembre de 1861, por el precio de 86 000 y 62 000 reales de vellón respectivamente. Las tierras que del Cabildo General pasaron a la Instrucción Pública del Ayuntamiento de Guía, ciento ochenta fanegas y once celemines de «Tierras de “secano” para sembradura y pastos en Pico Viento de la instrucción pública de Guía» salieron a remate el 30 de julio de 1859 y fueron vendidas el 12 de octubre de 1860 a Felipe Valdés Merino, propietario de Guía, por el precio de 44 095 reales de vellón. DESCOJONADO, PUNTA DEL (ALDEA DE SAN NICOLÁS) Situado junto a la Playa del Asno en Tasartico se encuentra este gran acantilado que recibe este nombre tan particular por ser una marca o seña para los antiguos mareantes, y para los nuevos que carecen de tecnología, pues es una referencia que señala el llamado “pasillo” entre las islas de Gran Canaria y Tenerife, donde las impresionantes olas de varios metros de altura, casi siempre reinantes, provocan vuelcos y hundimientos si no se tiene la experiencia debida o no se conoce tal circunstancia. En el brazo de mar que separa las dos islas, el alisio actúa también con fuerza desde el norte, por lo que presenta un aspecto rizado con fuertes y peligrosas turbulencias, a excepción de la zona más al sur, sometida al abrigo de las montañas en lo que se llama el Mar de las Calmas (véase CALMAS, LOS PUERTOS DE LAS).

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Pese al dominio público de las tierras, en sus proximidades ya existían algunas propiedades privadas, como la de Andrés Felipe Ramos, Licenciado y Beneficiado de Agaete, que en su testamento de 5 de junio de 1730 decía ser propietario de veintiséis fanegas y tres celemines de un «Cortijo de tierras de “secano” en el Pico de Gáldar».


El 21 de abril de 1875, a una o dos millas aproximadamente de la Punta, se produjo la tragedia del naufragio del Esperancilla, que venía cargado de «leñabuena». Un temporal lo hundió con toda su tripulación, trece marineros y un pasajero, quedando para siempre en la memoria del lugar. El 26 de septiembre de 1879, en Los Canalizos, muy cerca de la Punta, cerca de Güygüy, un golpe de mar se lleva a Benito Casas. Se cuenta también que el 23 de agosto de 1895, por el mismo acantilado, en la caleta de Calladitos de Macías, se produce otra tragedia en la misma orilla de la playa, cuando un gigantesco desplome del acantilado cayó sobre tres pescadores de una misma familia de Agaete que se hallaban pescando sobre su barquillo. El gigantesco desprendimiento del terreno, que aún se puede observar, sepultó al padre, Alejo Suárez García, y a su hijo menor, Juan Suárez Martín, mientras que el otro hijo se salvó milagrosamente y, enloquecido, para salir del lugar, trepó, no se sabe cómo, por el acantilado arriba, según la tradición oral «detrás de una mariposa», y pudo llegar a Tasartico, a la Playa del Asno, e informar del suceso al resto de la familia que allí se hallaba. Todavía la tradición oral marinera cuenta que allí «… hay un barquillo enterrado con una familia…» y que el muchacho superviviente descubrió una nueva senda de Calladitos de Macías a El Asno conocida luego como El Paso Nuevo. DINERO, LA CUEVA DEL (ALDEA DE SAN NICOLÁS) Desde Güygüy a Tasarte se cuentan muchas leyendas de sonidos extraños, de brujas, de tesoros ocultos como el de Barranco Oscuro en Tasarte o la Cueva del Dinero en la Playa del Asno en Tasartico. La realidad es que en las sombras de roques, rocas y cuevas se dibujan mil formas extrañas que parecen dar rienda suelta a la imaginación. En 1980, un trabajo de investigación recogió de los mayores de Tasartico la siguiente versión del cuento de la Cueva del Dinero: en La Playa existe una cueva y cuenta la leyenda que en ella se encontraron un cofre lleno de dinero. Pero existía la creencia de que todo lo encontrado estaba maldecido y, por tanto, no se podía coger hasta que fuese bendecido. Quien lo descubrió corrió en busca del «agua bendita», y cuál sería su asombro cuando «… al ir de nuevo a buscar su tesoro, ya este no se encontraba allí y en su lugar había un enorme lagarto...».

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Este accidente geográfico, terror de navegantes, que “acojona”, como vulgarmente se dice haciendo honor a su nombre, tiene ya muchas tristes referencias históricas modernas, pero las antiguas del naufragio del Esperancilla y otras de desaparecidos en la mar o por desprendimientos son las más recordadas por los lugareños.


Los vecinos del Señorío de Agüimes, que pertenecía por aquel entonces al Obispado, fueron defendidos por el doctoral Mendoza, canónigo experto en leyes, que demostró la falsedad de la venta de las tierras al conde, tierras que eran de titularidad realenga y habían sido otorgadas a los vecinos en propiedad mediante el pago de los pertinentes tributos. Todavía en 1735 los vecinos no habían pagado al doctoral Mendoza por su defensa en el pleito, por lo que procedieron a segregar una parte de las tierras de Vecindario como pago. Las tierras segregadas fueron este lugar, conocido a partir de esa fecha como El Doctoral, donde se construyó la casa de la Pinta. El Doctoral Mendoza dejó estipulado que una parte de lo que se produjese en una parcela segregada a tal fin fuese destinado a la ayuda de la Casa Santa de Jerusalén, tomando dicho lugar desde entonces el nombre de Casa Santa. En 1815 se crea el nuevo Ayuntamiento de Santa Lucía de Tirajana, por el que se segregaban pagos del interior del municipio de San Bartolomé de Tirajana y los pagos del Doctoral, Vecindario y Sardina de la costa de Agüimes para conformar el nuevo municipio. DOLORES, LOS (FIRGAS) Situada en el Lomo Gordo, recibe su nombre de la antigua Hacienda que dispone de casa de alto y bajo, habitación de los dueños; casas de colonos; lagar y una ermita de uso privado para la propiedad. Con motivo de la destrucción de la vieja ermita del Ángel Custodio que databa de 1670, los caseríos cercanos de El Trapiche se quedaron sin iglesia hasta la edificación del nuevo templo por la vecindad en 1913. En los primeros tiempos, algunos servicios religiosos, como enterramientos, casamientos y otros, se tenían que celebrar en Firgas, en el antiguo convento dominico de San Juan de Ortega, o en la Ermita de Nuestra Señora de Los Dolores de esta hacienda. Sin embargo, la mayor parte de estos servicios religiosos se realizaban en la parroquia de San Juan Bautista de Arucas. Sus propietarios disponían, desde el primer momento, de dulas de agua de la Heredad de Arucas y Firgas; y en 1772, ya existía una acequia denominada del Vínculo y antes, también, de la Chantría, que conducía las aguas desde la cantonera del Repartimiento hasta el albercón particular de Los Dolores, acequia que pasaba por Padilla y Rosales, paralela al Camino

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DOCTORAL, EL (SANTA LUCÍA DE TIRAJANA) El nombre de este barrio guarda relación con los hechos conocidos como «Motín de Agüimes» del año 1719, y más concretamente con el pleito seguido por los vecinos de Agüimes contra Francisco Amoreto, suegro del que sería el primer Conde de la Vega Grande, ante el Consejo de Castilla y el Rey para que decidieran sobre el conflicto (véase VECINDARIO).


La acequia del Vínculo o de la Chantría era llamada así porque el beneficiario de las aguas del albercón de la hacienda era el Chantre D. García de Manrique, quien en distintas ocasiones elevó quejas a los Alcaldes de Agua de la Heredad de Arucas y Firgas porque no llegaba el caudal de las dulas que le correspondían, hecho del que se culpaba a los vecinos, que la desviaban. El Chantre es una dignidad del Cabildo Catedralicio que se corresponde con el Responsable del Coro. Un siglo después, el vínculo de Luisa Trujillo Figueroa, en el momento de su división por desamortización el día 23 de junio de 1876, incluía entre sus bienes tres fincas con esta denominación, de un total de treinta y seis fanegas y trece celemines «Trozada de tierra labradía y “arrifes” denominada El Cortijo; Trozada de tierra al Sur de la anterior; Trozada de tierra labradía y “arrifes” en dicho Cortijo», correspondiendo la mitad de todos los bienes vinculados a su poseedor, Agustín del Castillo Bethencourt, y la otra mitad a su sucesor, Fernando del Castillo Westerling. En las inmediaciones, en el interfluvio basáltico de Lomo Grande, al norte de La Hacienda, ya en el s. XX ha surgido un nuevo núcleo de población que tiene su acceso por un camino vecinal, conocido como «Camino de Los Dolores», que conecta con las carreteras ArucasMoya y Cambalud-Bañaderos. DOÑANA (ARUCAS) Este pequeño caserío se localiza en la ladera de la Montaña de Riquiánez, en la zona sur, en lo que llaman actualmente Los Picachos, junto a la carretera de Los Castillos a Santidad. El nombre de este lugar resulta de la contracción de «Doña Ana», nombre de la hacienda allí ubicada, que es de suponer tuvo relación con la antigua propiedad de las tierras, según puede apreciarse en el documento constituyente del Vínculo de Juana María Bravo Laguna, constituido por su testamento, el día 7 de octubre de 1766, donde declaraba tener una hacienda de tierra labradía con riscos y «arrifes» denominada «Doña Ana» o «El Palmar», que lo recibió por herencia. Según la fuente consultada, los poseedores y sucesores de vínculos se ven amenazados por los créditos, y sus bienes desmantelados por las ventas. Así ocurre con Bartolomé Bravo de Laguna, sucesor del vínculo de Juana María Bravo, que para liquidar sus créditos y deudas, en 1875 vende al Licenciado Laureano Hernández, abogado de Las Palmas, la hacienda denominada «Doña Ana» (Arucas) en 30 040 reales de vellón que tuvieron el siguiente

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del Repartimiento, alguno de cuyos tramos existe aún en la actualidad. La cantonera del Repartimiento era la que canalizaba el agua hacia distintos lugares. La de mayor caudal era la que iba con destino a El Trapiche.


DORAMAS, CASERÍO DE (MOYA) Este pequeño pago de Moya está situado en la profunda rampa del poniente, formada por la cuenca del barranco de Azuaje, el antiguo Aumastel de los aborígenes, que aguas arriba llega a las Cumbres de la isla (véase AZUAJE, BARRANCO DE y MADRES, LAS). Algunas fuentes sostienen que muy próximo a este lugar, en el umbral del antiguo bosque de Doramas (véase DORAMAS, MONTAÑA DE) y en unos solapones, existen unas cuevas que eran la morada del caudillo canario que dio nombre a todos estos contornos y que moriría en la Batalla de Arucas (véase DORAMAS, CUEVAS DE y CRUZ, CAMINO LA Y LA) a manos de Pedro de Vera en 1480. Asimismo, muy cerca estaría la ermita de Nuestra Señora de Guadalupe (véase MADRES, LAS) y el lugar donde se situaría después el ingenio de moler caña de azúcar que perteneció a Pedro Cerón y Ponce, Capitán General de Canarias desde 1533 hasta 1577, con grandes vínculos tanto él como otros miembros de su familia, al implantarse la industria azucarera en la isla. DORAMAS, CUEVAS DE (MOYA) Entre los poblados prehispánicos del barranco de Azuaje cabe destacar el conjunto de cuevas habitacionales llamadas de Doramas, al abrigo de un enorme solapón rocoso. Estas cuevas están situadas en la ladera del barranco, antes de llegar al ya histórico Balneario del mismo nombre y próximas a un antiguo camino que conducía del Caserío de Doramas al lugar de Guadalupe, donde se supone estuvo la antigua ermita que levantara en 1541 Alonso de la Barrera y que resultó destruida por un temblor de tierra. Algunas de estas cuevas están excavadas de forma artificial, y han sido ocupadas y reutilizadas para viviendas y alpendres, con muros de cerramiento y puertas. Existe incluso un horno de pan. Lo que se ha transmitido a lo largo de los siglos es que estas cuevas fueron la residencia del caudillo Doramas, y a partir de ahí surgen todas las leyendas sobre las mismas. El caudillo Doramas encontraba en la selva de laurisilva un refugio natural para él y su ejército, y desde allí organizaba salidas para atacar a sus conquistadores. Según las crónicas, era Doramas un guerrero valiente y genial, por eso lo honraron, en su muerte gloriosa, vencedores y vencidos, como el último de los canarios. Con él acaba y desaparece aquella constancia y resistencia invencibles con que se lo define.

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destino: 4533 se rebajaron por un censo; 14 200 para saldar un crédito a favor del propio comprador por unas diligencias; 1559 por otro crédito a favor de Miguel Ojeda pagado por el comprador y 9748 por otro crédito a favor de Domingo Solís Vázquez pagado por el comprador, aunque ascendía a 13 024 reales.


Cuando llegó a la edad de la razón, y se encontró desheredado de los beneficios que disfrutaban otros hombres inferiores a él en cualidades morales y físicas, comprendió que con valor y perseverancia podía él mismo enmendar esta injusticia social, tanto más, cuanto que, en el período de perturbación que atravesaba la isla, las divisiones de raza iban a desaparecer ante la igualdad que establece siempre una desgracia inevitable y general...». DORAMAS, MONTAÑA DE (MOYA) «… Entre las cosas dignas de mencionarse está la montaña de Doramas, que, mirando hacia el Norte, tiene aguas fresquísimas, cerros amenos, y sitios extraños y cuevas toscamente hechas, y varias clases de árboles en número infinito, que con sus excelsas cimas parecen rebasar el término de su crecimiento; los cuales crían sombra a los prados, a las yerbas y a las fuentes que allí se hallan, de tal modo, que no sólo parece ser la famosa montaña de Ida, sino que parece como si reuniese en sí a todos los dioses del Parnaso y de la Arcadia. Digna de resonar al dulce caramillo de Títiro mantuario y del Sincero napolitano, hoy día es de feliz memoria por la suave Musa del afortunado Cairasco, nobil planta provenzal cultivada en los elíseos terrenos de Canaria...». De esta forma, Leonardo Torriani, en 1588, en la descripción de la isla, ya destacaba su grandeza sobre todo el territorio recordando a Bartolomé Cairasco de Figueroa y el entusiasmo del poeta canario por el bosque de Doramas, que manifestó también Abreu Galindo. La demanda de madera y leña para la construcción inmobiliaria y naval, y para los ingenios azucareros ocasionó su tala descontrolada y una alta degradación hasta el año 1531, año en que se aprobó en las Ordenanzas del Consejo de Gran Canaria la prohibición de cortar madera sin autorización en la montaña de Doramas, prohibiéndose incluso la entrada de ganado. A pesar de la protección y de los distintos intentos de repoblación, lo cierto es que en los siguientes años prosiguió la destrucción de las masas forestales. El Plan Rector hace una descripción histórica de los sucesivos impactos que soportó a lo largo de cuatro siglos: «… El impacto causado por los aborígenes de esta isla sobre el paisaje, fue ínfimo, siendo el mayor causante de su deforestación, la conquista de la isla y, por consiguiente, el reparto de tierras y aguas entre los nobles y participantes en la batalla. Por tanto, se comienza todo un proceso de ocupación desde la costa hacia el interior, causando un vertiginoso retroceso de la masa boscosa.

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Agustín Millares lo describía así: «… Entre la clase despreciada y envilecida de los villanos, había nacido un hombre de carácter osado y emprendedor, de hercúleas fuerzas, de grande agilidad, y de genio guerrero y político a la vez. Este hombre se llamaba Doramas.


La tala y destrucción del Monte Doramas se produce durante los siglos XVI y XVII debido a la utilización por parte de aquellos beneficiados de las reparticiones, como eran: - Leña para su conversión en carbón vegetal, para utilizar como combustible, fundamental en las áreas rurales en aquellos momentos. - Otras veces para ocuparlas y dedicarlas al cultivo de cepas de vides, pues se entendía que eran tierras de gran productividad. - Y la necesidad de madera para la construcción de barcos y navíos, de gran auge en esta época en las islas. Aunque la actividad que en estos momentos necesita mayor consumo de madera y la principal causante de la deforestación es el azúcar, tanto para el combustible de los ingenios, como para construir aparatos y embalajes para los panes de azúcar. Desde este momento Doramas se erige como el principal abastecedor de maderas y leña. Ésto unido al aumento y diversificación de la cabaña ganadera y el nacimiento de caseríos, repercute de forma negativa sobre la masa boscosa del Monte de Doramas. Durante el siglo XVIII continúa aumentando la población al mismo tiempo que se produce una mayor demanda de alimentos, produciéndose un aumento de los precios. Esto conlleva más presión demográfica y más ansia de beneficio derivada del alza de la producción agrícola, acentuando así el voraz aumento de captar más tierras, siguiéndose las acciones impunes e irracionales contra el bosque, más la disputa entre ganaderos y agricultores, que aún mantenían sus rencillas. Sobre la segunda mitad de este siglo, el descenso del bosque es causa también de nuevas actividades como la elaboración de aceite, producido por la baya del laurel, usado en su momento tanto para el alumbrado como para medicina, aunque sigue siendo la obtención de carbón la práctica más común que mayor cantidad de bosque consumía y la causa de numerosos y descontrolados incendios. A lo largo del siglo XIX, sobre todo en la 1ª mitad, el poco arbolado que quedaba termina desapareciendo siendo totalmente privatizado, pues por un lado, la necesidad de tierras de los jornaleros y el campesinado, sobre todo los de Moya, y los intereses especulativos de terratenientes por otro, terminan definitivamente con el Monte Doramas.

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Finalizada la conquista, bajo el patrocinio de los Reyes Católicos, éstos ofrecieron a sus gobernadores, para hacer repartimientos de sus riquezas. La desaparición de la montaña de Doramas fue una continua y progresiva sobreexplotación y degradación. Los asentamientos no eran nada homogéneos, pues una vez ocuparon las zonas bajas y las proximidades de las desembocaduras de los barrancos (recurso del agua), se avanza hacia las medianías, repercutiendo de forma especial en el bosque, degradándolo hasta llegar a su completa desaparición.


La tercera década de este siglo marca el fin definitivo del Monte Doramas y su desaparición total. Sobre 1831 unas 900 fanegas se entregaron al Mariscal Morales, como pago por sus servicios a la corona, en las zonas conocidas como San Fernando y Lomo Del Peñón.

También en esta centuria, otra de las causas que hizo retroceder el bosque fue el fuego. Pues según cuenta el cronista isleño D. Isidro Romero y Ceballos (1783-1813), durante los meses de Agosto y Septiembre de 1802 se propagaron tres grandes incendios que destruyeron la mitad de la Montaña. Este continuo proceso de la desaparición del Monte de Doramas es un ejemplo de cómo un bosque comunal, bajo un sistema de leyes que regulaban su uso, ha sido sobreexplotado hasta desaparecer…». En la actualidad, Doramas es uno más de los topónimos grancanarios que se esconde en las faldas de una antigua montaña, cubierta en su día de un extenso bosque. Dado el tamaño de su espacio y las múltiples referencias a la misma que se hacen, es conveniente conocer sus límites conforme establece el citado Plan Rector: «… al Norte las desembocaduras de los barrancos de Azuaje y Moya, más concretamente en Azuaje a partir del borde superior del acantilado de El Pagador mientras que en Moya comienza a partir del enlace de la carretera C-813 en el Morro de San Felipe, descendiendo en línea recta por la ladera hasta el cantil del talud derecho del Barranco de Moya, uniéndose ambas en el Lomo de Moya y el Lomo de Don Julián. En el límite Este Montaña del Cabezo, Huertas del Palmar y Osorio hasta enlazar con la Laguna de Valleseco y Barranco del Caserón. A lo largo de la parte más meridional del espacio se localizan Montaña del Lentisco y Montaña de Pajarito así como Lomo de Roque, de La Madrecilla y el Barranco del Chorrillo. Por último el límite Oeste recorre los distintos lomos y barrancos de la zona, entre ellos Loma del Bermejal, Barranco del Pinar, Lomo de las Quemadas, Barranco del Laurel y Lomo del Pino para enlazar con la carretera que lleva al núcleo de Montaña Alta.

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Sobre 1832 otra vez el Estado concede 480 fanegas al Brigadier Ruperto Delgado en lo que hoy es Santa Cristina. Tanto estos repartos, como la gran explotación a la que es sometido el resto del bosque a lo largo de varias centurias ha causado un enorme cambio en el paisaje, desapareciendo totalmente el bosque espeso y denso (…)


DOS ROQUES (GÁLDAR) Este pequeño pago, próximo al litoral, es denominado con un topónimo que describe el relieve que se encuentra en el entorno donde surgió y que está documentado con una antigüedad de más de tres siglos. En una venta del Cabildo de fecha 14 de enero de 1715 a Francisco Cabral, de Gáldar, de cinco sitios de tres celemines cada uno en el Barranco de Gáldar, al describirse su ubicación, se dice: linda abajo camino que va al mar, arriba tierras de Ana Mayor, lado hacienda del comprador, otro lado paredilIa canaria y BarranquilIo de los Dos Roques. La venta a tributo se hace por el precio de quince reales de vellón. La mención de «paredilla canaria» hace referencia probablemente a algún antiguo vestigio aborigen, uno de los tantos que existen en la zona conocida como El Agujero, próxima a este lugar. DRAGONAL, EL (LAS PALMAS DE GRAN CANARIA) Recibió su nombre por la presencia de numerosos dragos (Dracaena draco) en el lugar, en un valle por el que discurre el barranco del mismo nombre, y siempre aparece relacionado con su riqueza en aguas y con sus Heredamientos. Aparece recogido en actas de repartimientos y protocolos notariales en los primeros años del s. XVI; concretamente, se mencionaba en 1522 en protocolo notarial del escribano Cristóbal de San Clemente (1514-1536). Con la mitad de la data del agua del Barranco de la Mina vendida a Juan de Aríñez, escribano, se da origen al Heredamiento del Dragonal (véase MINA, BARRANCO DE LA). Finalizada la conquista de la isla, la importancia económica de la zona lleva consigo que el asentamiento de población sea una constante; y junto a sus casas y lagares, sintieron la necesidad y el deseo de tener lo más cerca posible una ermita en donde poder oír la misa y recibir los sacramentos. Ya el vínculo de Inés Padilla Manrique tuvo en su hacienda una ermita bajo la advocación de San Cristóbal. A lo largo del s. XVIII se van a tener las primeras noticias de dos oratorios particulares en El Dragonal, pero no sería descabellado afirmar la existencia de una ermita desde muchísimo antes. Tiene que llegar el año 1732, con ocasión de la visita del obispo

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Este territorio constituye un ejemplo importante de las actividades agrarias de las medianías del norte de la isla, desde la desembocadura de los Barrancos de los Tilos de Moya y el de La Virgen-Azuaje hasta Montaña Alta y Lomo de las Quemadas (Guía), pasando por Las Carboneras y el Maipey (Moya), y La Gambuesilla y Montaña Lentisco (Valleseco), con altitudes que oscilan entre los 75 metros hasta los 1471 metros de Montaña de Pajarito…».


Pedro Manuel Dávila y Cárdenas al Lugarejo de San Lorenzo, para que se hable por primera vez de la existencia de una ermita.

El primero data del 11 de noviembre de 1692, cuando Domingo Albiturria Orbea, Licenciado, Arcediano de Canarias y Dignidad de la Catedral, Juez Subdelegado de la Santa Cruzada, dice tener un Cortijo de tierra calma de setenta fanegas, bodega, lagar y siete días de agua. Y el otro data del 6 de noviembre de 1736, en el que Cristóbal Alarcón Peña, Mestre de Sagradas Ceremonias de la Catedral, y su hermana Ana María Peña dicen tener veinte fanegas donde llaman La Peña. DRAGOS, LOS (MOYA) El caserío de los Dragos, en la carretera de El Pagador a Moya (GC-075), está enclavado actualmente en un frondoso palmeral junto al barranco del mismo nombre, que aguas arriba denominan del Pajarito y aguas abajo del Pagador, y que desagua en la caleta oriental de El Roque. Dice Telesforo Bravo que las cuencas hidrográficas de la isla, con toda la red de colectores, no son permanentes, sino que cambian constantemente con el tiempo tendiendo a ensanchar sus límites, estableciéndose una lucha entre cuencas. Pone como ejemplo el barranco del Drago. Dice de él que tiene una larga cuenca pero muy estrecha, que nace al sur de la Montaña de Doramas y con una longitud de unos nueve kilómetros, pero que no llega a tener más de 800 metros de ancho. Está materialmente aplastada entre dos potentes cuencas, la del Barranco de Azuaje y la del Barranco de Moya, ambas mayores y más poderosas. Sostiene que un pequeño avance de cualquiera de estos dos barrancos capturaría el cauce del Barranco del Drago, pues cuando este cruza la cota de los 475 metros de altitud, el Barranco de Moya la cruza a una cota de 375 metros y el Barranco de Azuaje a 300 metros, y la divisoria del primero y del segundo está a veinticinco metros, de donde cualquier desprendimiento haría que el barranco del Drago desaguara en uno de estos, y progresivamente quedaría absorbida su cuenca. La preocupación por la protección del drago existió desde la promulgación de las Ordenanzas del Concejo de 1531, que prohibían la tala de dragos y palmeras cuando establecía «Otrosy que nynguno sea osado de cortar palmas ny dragos sin licencia de la justicia e regimiento en cualquier parte de esta ysla so pena de seyscientos maravedís por cada palma o por cada

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Son innumerables las haciendas, derechos de aguas y otras propiedades que se mencionan en los documentos públicos de constitución de patronatos, vínculos y capellanías. Entre ellos pueden citarse dos ejemplos.


drago demás de la pena de perder la tablazón o qualquier obra que hizieren del drago e que la tablazón e obra del drago sea para los propios». Pese a la norma, la vegetación que debió de crear este topónimo prácticamente ha desaparecido en este lugar.

Más concreto aún es el testamento fechado el 7 de diciembre de 1658 de Matías Andrés González, Canónigo Doctoral de la Catedral, consultor y juez ordinario del Santísimo Oficio, Abogado de los Reales Consejos y de la Real Academia de Las Palmas, natural de La Laguna, que dice ser propietario de treinta fanegas de una «Hacienda de tierra labradía y “arrifes” en los Dragos con quince días de agua del Heredamiento del Laurel y los Propios y una casa de alto y bajo». Posteriormente, en 1743, Vicente Andrés Castro Ocaña, sobrino y poseedor sin hijos del vínculo de Matías Andrés González (1658), agrega al mismo una hacienda con agua en Los Dragos, de treinta fanegas. DRAGUILLO, EL (INGENIO Y TELDE) Se trata de un yacimiento arqueológico situado en los Volcanes de Rosiana (véase ROSIANA, VOLCANES DE) donde se pueden contemplar grabados, silos, cuevas funerarias y cuevas-vivienda.

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El topónimo es muy antiguo y es mencionado en documentos públicos desde los primeros años posteriores a la Conquista. Se recoge en actas de repartimientos y protocolos notariales en los primeros años del s. XVI, concretamente en 1532, en protocolo notarial del escribano Cristóbal de San Clemente (1514-1536).


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E


EJIDO, EL (TELDE) Topónimo muy usual en España y América relacionado con el uso del suelo. El «ejido» es el terreno común de un pueblo, lindante con él, que no se labra, y donde suelen reunirse los ganados o establecerse las eras. En la antigüedad hubo iguales topónimos en otros lugares de la isla, pero el que más se ha mantenido es el de Telde. Como indica el topónimo, eran tierras de aprovechamiento comunal, baldíos propiedad del Cabildo General que fueron repartidos en 1787. ENAMORADO, HOYA DEL (LAS PALMAS DE GRAN CANARIA) En el año 1635, Francisco González Enamorado fue una de las partes implicadas en la venta de una casa en la Ciudad. Además, tenía tierras en el lugar que tomó su apellido, topónimo que se ha encontrado en mucha documentación de los siglos XVII al XX, aunque en este último sufriera un olvido. Con ocasión de la reciente urbanización de la zona de Siete Palmas, se ha vuelto a recuperar su nombre, rotulándose así una de sus calles. Hay un escrito en el que Diego Gallego de Mendoza, Alguacil Mayor de la Real Audiencia, arrendaba a Baltasar de Cabrera, vecino de la Ciudad, por un período de nueve años, todas las tierras labradías y montuosas que tenía en el término de Tamarasayte. Las mencionadas tierras lindaban con las de Francisco González Enamorado por la parte de arriba, dividiéndolas de aquellas una vereda, y por la parte de abajo se encontraban las tierras de Pedro Ramos y el mar. El arrendamiento se pagaba en especies con cinco fanegas de trigo «limpio bueno» cada año. ESCALERITAS, LAS (LAS PALMAS DE GRAN CANARIA) Al igual que Los Llanos del Polvo en Vecindario, en la antigüedad este lugar también fue conocido como «El Polvo», por ser una gran explanada de arena y tierra, pero han desaparecido ambos topónimos. Con posterioridad, este lugar, perteneciente al antiguo municipio de San Lorenzo, fue conocido con distintos nombres como Las Escaleruelas, Escaleras, Escalerillas y la actual Escaleritas, también llamada La Escalerita, referencia clara a la morfología del relieve, al estar ubicado en la rampa ascendente de una loma. En el año 1836 se hacía mención a la Cuesta de las Escalerillas y dos años después se habla de la casita de alojamiento en El Cordón de las Escalerillas, que se utilizaba para el alojamiento de los comisionados y para custodiar la correspondencia oficial del Municipio de San Lorenzo.

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EDÉN, EL (AGÜIMES) Es un barrio que surge a finales del s. XX como resultado de la acelerada expansión urbanística en la costa, y apenas guarda vinculación productiva con el entorno, salvo los servicios. Está situado junto a la Playa de Vargas. A principios de la década de los noventa contaba con un centenar de habitantes.


Y en la desamortización de los bienes que fueron del Hospital de San Martín, procedentes de una obra pía, aparecen tres trozos de un cortijo, uno de ciento ochenta y tres, otro de cuarenta y cuatro, y el último de diez fanegas «… de Escaleritas con casa para pastores, casa de labranza, un estanque y frutales», que salieron a remate entre 1859 y 1860, fueron vendidos a José de la Rocha Lugo y Julián Felipe Torón, el primero y el tercero (se desconoce el comprador del segundo), por el precio de 52 000, 75 000 y 2841 reales de vellón respectivamente. ESPARTERO, EL (TEROR) Posiblemente este nombre procede del oficio que desempeñaba una de las personas que vivió en aquel lugar en el s. XVI. Concretamente, hay noticias, hacia la mitad de aquella centuria, de Luis de Moya, conocido como «el espartero». El espartero era un industrial artesano que hacía sogas, esteras y la base de las alpargatas utilizando las hojas del esparto (Stipa tenacisima), planta de la familia de las Gramíneas, con las cañas de unos siete decímetros de altura, hojas radicales de unos sesenta centímetros de longitud, tan arrolladas sobre sí y a lo largo que aparecen como filiformes, duras y tenacísimas, con hojas en el tallo más pequeñas. Tiene flores en panoja espigada. Por la ausencia de plantas de esparto en Canarias, la introducción en el s. XVI de la «pita» (Agave americana), procedente de América, que se adaptó perfectamente por su carácter invasor y era usada como linde de tierras, facilitó al espartero otra materia prima más asequible, muy utilizada antiguamente para la fabricación de cuerdas o sogas. La elaboración de estas sogas es el fruto de un proceso consistente en machacar las hojas de la planta hasta hacer que se desprenda su parte verde y húmeda. Así se logran las fibras que hay en su interior. Luego se encuerdan y trenzan estas hasta fabricarse cuerdas de textura áspera de varios grosores y de un color casi blanco. Con estas cuerdas o sogas se construían las bases de las tradicionales «alpargatas». Aunque cambió de materia prima, el artesano siguió llamándose espartero. Las Ordenanzas del Concejo de 1531, cuando regulan de «la guarda de las sementeras y vegas sembradas» y concretamente el deambular con puercos por los caminos, mencionan el lugar cuando dicen «Otrosy que los puercos no puedan andar en todo la defendido de estos mojones que aquí yrán declarados los quales vayan el primero desde (…) e de ay travesar el dicho barranco por una linde de tierras de Fernando de Torres e de Denys Afonso a dar al almogade y de ay a una vereda que sube por las tierras de Cristóbal Ramírez a dar a las tierras del Espartero a dar a la Caldera a dar al lavreal y a las tierras de Porras que son en Terore y…».

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Con la subasta de tierras con motivo de las leyes de Desamortización –pues eran tierras concejiles propiedad del Cabildo General–, figura una adquisición por Ana Rodríguez de tres fanegas y seis celemines de «Unas tierras en Escaleras» tasadas en 7776 reales de vellón, rematadas el 10 de junio de 1854 y adjudicadas el 16 de julio de 1855.


ESPIGÓN, EL (VALSEQUILLO) El caserío recibe su nombre por el edificio volcánico próximo al mismo que tiene esa forma geométrica. El edificio de El Espigón destaca en el aspecto geológico por su origen volcánico con apilamiento de coladas procedentes de emisiones, a superior altitud, situadas en torno al circo de la Caldera de Tenteniguada. Se localiza en la parte alta del escarpe erosivo de Tenteniguada, al sur de la localidad, a unos 1270 metros. Aunque en la actualidad se encuentra desmantelado y sin cráter aparente, son detectables sus emisiones de piroclastos, que tapizaron las laderas del barranco de La Capellanía. ESPINO, CERCADOS DE (SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA) Es un pequeño asentamiento o caserío situado cerca del cauce del Barranco de Arguineguín, que separa los municipios de San Bartolomé de Tirajana y de Mogán, al que se accede por la carretera que sube desde la costa hasta la Presa de Soria (GC-505). La única referencia documental encontrada y que podría tener relación con este topónimo es el lugar llamado Huerta Espino en San Bartolomé de Tirajana, que hay que suponer que es un antrotopónimo del antiguo propietario que fundó una capellanía, posiblemente por no tener descendencia, y que a su fallecimiento donaba esta propiedad a la Cofradía del Rosario de la parroquia, que por proximidad debiera de ser la de Tunte. Las Cofradías del Rosario, en la antigüedad, existieron en prácticamente todas las parroquias de la isla, promovidas, de alguna forma, por el presbítero o cura del lugar. El documento se refiere a la adjudicación por subasta de los bienes objeto de desamortización por pertenecer a lo que se llamó «manos muertas» en el Antiguo Régimen, y dice «Trozo con almendros de cuatro celemines y 2 horas de agua del Heredamiento de Tunte, en Huerta Espino. Perteneció a la Cofradía del Rosario. Se remató la subasta por desamortización el 29 de septiembre de 1843, y fue vendida el 6 de febrero de 1847 a Francisco Tomás Morales de Las Palmas por 2251 reales de vellón».

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La ubicación de este caserío, en el camino real de la Ciudad a Teror, hizo que el lugar fuera muy estimado desde los primeros años tras la Conquista. Andrés Romero Suárez, Doctor e Inquisidor Apostólico, en escritura de 14 de enero de 1680, decía ser propietario de diez fanegas y tres celemines de una «Suerte de tierra labradía y mancha en el cortijo de la Caldera, en el Espartero», que serán vendidas por Francisco Navarro Peñate, heredero del último poseedor, el 13 de marzo de 1851, a Manuel Mariano Navarro, Capitán y sucesor del vendedor, que al especificar las suertes del Cortijo de La Caldera, da señas de otros topónimos en el lugar: El Hoyo, Laderón, Espartero y La Huerta.


El nombre aparece documentado desde principios del s. XVIII, cuando Ana Mª Vergara, mujer de Julián Bosa, ausente en Indias, en escritura de 16 de enero de 1715, al fundar una capellanía a favor de la iglesia de Santa Brígida, dice ser propietaria de doce fanegas de unas «Tierras labradías con viña, árboles y casas en varias suertes en Lomo Espino y Hoya de los Orobales en Pino Santo». Las tierras propiedad de esta capellanía fueron adjudicadas a tres vecinos, quienes procedieron a su venta con posterioridad. Una parte es vendida el día 12 de diciembre de 1849 por Francisco Benítez y Ángela García a José Miguel Rodríguez. Se da mayor detalle de las suertes que las componían cuando dicen de una fanega de una «Suerte labradía con su huerta y una tercera parte del agua de un manantial en Lomo Espino», tres fanegas de otra «Suerte labradía con casa terrera, de “Secano”, en Lomo Espino» y otras tres de otra «Suerte de tierra en el Barro». Una fanega y cinco celemines fueron vendidos el 16 de mayo de 1850 por Tomasa García, viuda, a Brígida Pérez, también viuda, en dos pedazos: «Suerte labradía con casa terrera, de “secano”, en Lomo Espino» y «Suerte labradía de “secano” en Lomo Espino». Y el 29 de enero de 1851, las ocho fanegas restantes son vendidas por Francisco García Castrillo a su hijo Cirilo García. Su descripción es «Trozo de tierra labradía con “arrifes”, de “secano”, en Lomo Espino». ESTRELLAS, CUEVA DE LAS (ARTENARA) Es parte del yacimiento arqueológico situado en La Candelaria (véase CANDELARIA, LA).

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ESPINO, LOMO (SANTA BRÍGIDA) El caserío se ubica junto al camino vecinal que discurre por el Lomo del mismo nombre, situado entre Cruz de Morales y El Palmarejo, y entre Las Haciendas de Pino Santo y Los Silos. Se accede al mismo desde la carretera de Las Meleguinas a Pino Santo (GC-324) y desde Santa Brígida a Lomo Carbonero (GC-151).


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La tradición sitúa aquí la vivienda de Gumidafe, consorte de la reina Attidamana, según Leonardo Torriani, o Andamana, según Viera y Clavijo, y míticos fundadores del linaje de los Guanartemes. No obstante, su interés histórico estriba en el hecho de que aquí se convocaba el Sabor, especie de Consejo que reunía a los guayres o jefes de las distintas tribus o cantones de la isla junto con la jefatura máxima, el Guanarteme o Guadarteme. Por esto último también se las llama Cuevas del Patronato. Los reyes fundadores de la monarquía reunificadora de la isla de Tamarán (Gran Canaria) en los tiempos previos a la invasión castellana, cuyos nombres ha transmitido la historia precolonial, fueron Andamana y Gumidafe. Ella, mujer de extraordinaria inteligencia y él, conocido también como el Caballero de Facaracas, el más valeroso caudillo de armas de la isla. Deciden instalar su corte en Gáldar, donde anualmente se celebraba el gran Sabor, Consejo o Audiencia General a la cual asistían todos los representantes de los distintos cantones. Desde ese momento queda constituida Gáldar como la primera capital de Tamarán. Cuando el último guanarteme de la isla, Tenesor Semidán, hizo entrega de su persona a los Reyes Católicos, los castellanos entraron en la ciudad prehispánica; y fue el primer Obispo de Canarias residente, Fray Juan de Frías, quien, el 25 de julio de 1481, celebró la Santa Misa en el propio palacio de los Guanartemes, que fue destruido en el s. XVIII para dejar paso al templo parroquial bajo el patronazgo del Señor Santiago. Una variante de este topónimo fue aplicada, en determinadas épocas, a la Vega de Gáldar. Aparece documentado cuando Juan Verde Aguilar, Licenciado y presbítero de Gáldar, en escritura de 5 de septiembre de 1719, dice ser propietario de treinta fanegas de «Trozo de tierra labradía en la Vega de Facara» que había comprado. FAGAJESTO (GÁLDAR) Topónimo aborigen. Situado entre la Montaña Gorda y Lomo el Palo, las casas-cueva del lugar se dispersan por las laderas, entre fértiles tierras de cultivo y remansos para el ganado. El caserío principal se sitúa en el entorno de un viejo camino pastoril hacia Lomo del Palo, donde un día alguien situó una «cruz» que es un referente toponímico. Muy próximo a este lugar, existe un pequeño accidente geográfico de origen volcánico conocido con el nombre de «Calderilla de Fagajesto», situado entre las distintas lomas descendentes y que conforma un paisaje impresionante.

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FACARACAS, CUEVAS DE (GÁLDAR) Este topónimo aborigen designa un conjunto de grandes cuevas situadas en el barranco de Gáldar labradas en la toba que, a pesar de su avanzado deterioro, no dejan de manifestar la existencia de amplias estancias comunicadas y vinculadas entre sí.


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Fagajesto

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Todavía quedan en esta zona numerosos pastores que cuidan de sus ovejas, obtienen leche con la que se elaboran quesos artesanalmente, y trashuman con sus ganados hacia la cumbre en el período estival.

FARAILAGA (SANTA MARÍA DE GUÍA) Topónimo aborigen. Se trata en realidad de dos caseríos, de Arriba y de Abajo, situados en el Morro Verdugado, en una desviación del naciente del antiguo «camino de herradura» que, partiendo de El Hormiguero, conducía hasta El Palmital y al Bosque de Doramas. Existen algunos yacimientos arqueológicos en el lugar: en el de Arriba, hay nueve solapones naturales funerarios, con restos de muro de cierre, donde han aparecido restos óseos humanos, como fémures y tibias. En el de Abajo, hay un área de grandes dimensiones formada por solapones, cuevas naturales de índole funeraria, y muros de cerramiento. Se han recogido restos óseos muy fragmentados y de malacofauna (de moluscos). En el Morro Verdugado existe también un conjunto de grandes dimensiones compuesto por cuevas funerarias, estructuras de piedra diversa, estructuras tubulares, solapones y restos óseos en importante cantidad, así como restos de cerámica y fauna. En el extremo sur del mismo Morro se encuentra otro conjunto, en el lugar conocido como El Ojito y La Lapa, compuesto por varios solapones y una zona donde se aprecia material cerámico aborigen en superficie. Tres de ellos mantienen restos humanos. Es un conjunto de notable interés científico. Por último, en el Lomo Vergara, que junto con el Morro Verdugado conforma el vaso de la presa de Los Verdugos, se encuentra una cueva artificial orientada al naciente y con una planta ovalada. Asociada a ella hay una escalera excavada en la roca igualmente orientada al naciente y algunas cazoletas de desiguales dimensiones. Hay que tener en cuenta que toda esta zona está en lomos y morros entre las cuencas de los barrancos de Moya y los barranquillos de Calabozo y Valerón que desaguan por San Felipe, siendo este último el que da nombre a los famosos silos del Cenobio de Valerón (véase VALERÓN, CENOBIO DE), sobre el que se sitúa también el «sabor» de El Gallego (véase GALLEGO). Se llega a la conclusión de que es una zona muy rica en yacimientos arqueológicos vinculados unos a otros por proximidad, a los que habría que unir las cuevas de diferentes dimensiones situadas en El Peñonal del Palmital Bajo, a muy poca distancia, en la que existen grabados,

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El licenciado y presbítero de Gáldar Juan Verde Aguilar, en escritura de 5 de septiembre de 1719, dice ser propietario de nueve fanegas de «Trozo de tierra labradía y “arrifes” con una cueva en la Rehoya y Cruz de Fagajesto» que había comprado.


unos longitudinales en la entrada norte y otros históricos. Lamentablemente, muchos de estos yacimientos se encuentran en mal estado, con vertidos incontrolados de basuras y escombros, y carecen de protección. Solo se mantienen estables los de difícil acceso.

En el s. XIX, con las experiencias y los capitales adquiridos por las continuas idas y venidas de los indianos, emigrantes canarios llegados de Cuba, se intentó implantar en Canarias un nuevo sistema productivo, introduciendo el denominado modelo cubano, que tenía como eje los cultivos de la caña de azúcar y del tabaco. En estos lugares, dada la bondad de sus tierras, se plantó tabaco. Ahí están, como testigo, las ruinas del secadero de tabaco construido en este caserío. Véase información de los cultivos del tabaco en la isla en SECADERO, EL. FARO, EL (TEROR) Situado en la zona del naciente del municipio, según el cronista Vicente Hernández Jiménez en Apuntes terorenses, la denominación de este lugar es de uso relativamente reciente y no se conoce exactamente su origen. Está en un enclave o cruce de caminos entre Teror, Santa Brígida y el antiguo municipio de San Lorenzo. Es el punto más elevado del antiguo camino en el que se encuentra, a 843 metros de altitud, y aunque hay otros pequeños promontorios elevados, pudiera ser que este punto sirviera de «guía» de los caminantes, y posiblemente de ahí proceda el topónimo. Sin duda, uno de los principales atractivos de este caserío es su abundancia en bienes etnográficos tales como bancales, alpendres, eras, fuentes, acequias, cantoneras, estanques, etc., muchos de los cuales se encuentran en desuso debido al progresivo abandono del sector primario iniciado en la década de los sesenta del siglo XX. FATAGA, CASERÍO Y BARRANCO DE (SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA) Topónimo aborigen. En la época prehispánica fue una agrupación poblacional vinculada a la explotación de los recursos del barranco del mismo nombre y la rampa de Amurga. La base de su economía es la actividad agropastoril, con un importante núcleo agrícola en las proximidades de Maspalomas y asentamientos agropastoriles en Amurga. Hay una referencia de Abreu y Galindo que dice: «… Después de Ajodar marcharon sobre Fataga. Fueron a un lugar que es de las sierras, que se llama Fataga, donde los canarios decían que ningún cristiano podía llegar y allí se entró por la fuerza...».

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Uno de los terratenientes de Guía en el s. XVIII, el Alférez Amador Espino Peloz, en escritura testamentaria de 16 de julio de 1701, decía ser propietario de cuatro fanegas de una «Suerte de tierra denominada “Lomo de Vergara”».


Aunque las canteras existentes en su límite meridional causan un fuerte impacto, a medida que se asciende hacia el interior entre arriscados espacios, es posible contemplar uno de los paisajes más sobrecogedores de la isla. Tabaibales y cardonales de las zonas bajas dan paso a hermosos palmerales. Incluso algunos pinos se cuelgan de las verticales paredes, o el escaso drago, mientras que a lo largo del cauce la presencia de agua favorece la existencia de un denso cañaveral. Dice Telesforo Bravo que la cuenca del barranco de Fataga fue prácticamente capturada en su cabecera por la Caldera de Tirajana en su continuo avanzar, hasta el extremo de que la cabecera desagua por ambos. La importancia de las aguas del barranco de Fataga, muy continuo, fue motivo de pleitos de los vecinos de los distintos pagos, que acudieron a la Audiencia hasta que la ratificación de la Data Real a favor del Licenciado Pérez Villanueva (véase DATA, MONTAÑA LA y FERNANDO DE MASPALOMAS, SAN) agotó legalmente las reclamaciones de los vecinos. Después de la venta de los bienes a Francisco Amoreto Manrique, Capitán, Regidor Perpetuo y Familiar del Santo Oficio, este consolida en su Mayorazgo fundado el 17 de marzo de 1669, al que los distintos sucesores, a finales de dicho año y en 1698, 1732, 1733 y 1785, realizaron agregaciones de bienes y del título Conde de Vega Grande de Guadalupe, la propiedad de las mismas para el riego de Maspalomas: «Toda el agua que descurre por el Barranco de Fataga, parajes de “Macho Gorrín” y “Ortigones” con las charcas y manantiales que se forman y nacen desde Artedara y Gitagana. La gruesa de esta agua forma un total de treinta días con sus noches». FELIPE, SAN (SANTA MARÍA DE GUÍA) Barrio situado en el extremo occidental de la Costa de Lairaga. El ilustrado Viera y Clavijo en su obra Historia de Canarias menciona la existencia de la ermita de San Felipe Neri en la Costa de Lairaga, situada en la hacienda de Felipe Sosa Navarro. Felipe Sosa Navarro, capitán, y sus hermanas, en la constitución de su patronato el 4 de mayo de 1677, recomiendan a los poseedores el cuidado de la ermita que, junto al camino real que lleva a Guía, «… emos fabricado nuevamente de nuestro propio caudal... a la advocassion

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La clasificación como Paisaje Protegido incluye parte del barranco, de gran belleza paisajística, cuyo cauce, a veces encajado hasta conformar un auténtico cañón, discurre a lo largo de dieciséis kilómetros desde su cabecera, que ha sido arrebatada por el mayor poder erosivo de la cuenca de Tirajana, hasta su desembocadura en el delta de Maspalomas. El barranco alberga un hermoso palmeral en su fondo, plantas endémicas refugiadas en los riscos y paredones e importantes restos aborígenes entre los que destacan la necrópolis tumular de Arteara (véase ARTEARA) y el pintoresco caserío de Fataga.


El drenaje en la confluencia de los barranquillos de Calabozo y Valerón conformó un espacio agrícolamente rico. El uso de tierras para viña, pero sobre todo para otros frutos de labradío, se atestigua perfectamente en la fundación del patronato de la ermita. Además de las casas, bodegas y lagar, dicha hacienda contaba con un pedazo de viña de unas seis fanegas más o menos frente a unas cuarenta fanegas de labradío, entre otros bienes. Decían que su hacienda de tierra labradía y viña tenía también cocina, pajar y gañanías, y la mitad del agua del Barranco de Moya. Muy pronto comienzan a cultivarse los plátanos en esta franja costera, donde en 1662, el capitán Cristóbal de Bethencourt y Franquis, gran hacendado y vecino de Guía, dice poseer casas sobradadas en la Villa que sirve de «cilla». En la costa de Lairaga, donde detentaba «… cuatro cercados de tierra y trece días y medio de agua, tenía residencias altas y bajas de su morada con cocina y aposento bajo, además de casa para los plátanos…», según comenta la fuente consultada. También por este lugar María Aguilar, viuda de Juan Palacio Cachupín, al otorgar patronato por su testamento el 10 de septiembre de 1679, declara tener una hacienda de tierra labradía de veinticuatro fanegas y «arrifes» con catorce días y sus noches de agua del Barranquillo de Valerón, en la Costa de Lairaga junto a la Cuesta de Silva. En el siglo siguiente, el Familiar del Santo Oficio de la Inquisición Diego Ruiz Vergara, que casó dos veces con Josefa Saz y Rosalía Navarro y no tuvo hijos, en su testamento de 20 de julio de 1774, decía poseer doce fanegas de una «Hacienda de tierra labradía y “arrifes” en la costa de Lairaga, al pie de la Cuesta de Silva, quince días de agua cada mes que discurre por el Barranco de San Felipe y dos días de agua de doce horas de reloj cada uno del Heredamiento del Palmital». Su playa, llamada popularmente de Vagabundo, más allá de la desembocadura del Barranco de San Felipe o del Calabozo y Valerón, al pie de los acantilados que llaman los mármoles de San Felipe, aunque bastante peligrosa por sus corrientes marinas y la fuerza del mar en este lugar, es uno de los mayores atractivos para los deportes de relativo riesgo: son asiduos los desafiantes practicantes del surf y los que saltan en parapente desde los encrespados acantilados. FERIA, PLAZA DE LA (LAS PALMAS DE GRAN CANARIA) La plaza que actualmente lleva el nombre del Ingeniero León y Castillo, sigue siendo popularmente conocida con el antiguo nombre de plaza de la Feria. Según algunas fuentes,

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del glorioso San Felipe Nery y ponemos en ella el santo de la misma advocación hecho de bulto y obra descultura, y tenemos reparada la dicha hermita del ornamento necesario para la selebrassion del culto diuino...».


Según cuenta Sebastián Hernández Gutiérrez en la biografía del ingeniero Juan de León y Castillo, este redactó un gigantesco proyecto para su Cárcel de Las Palmas apoyándose en los postulados de la filosofía de Jeremy Bentham (1748-1832), famoso legislador y pensador, en la búsqueda de una solución humanitaria para reprimir a los antisociales, que se construiría en este amplio solar. Fue tal su entusiasmo que además no se resistió a mejorar el sistema benthamiano aportándole su particular perspectiva de ver las cosas de este mundo terrenal como proyección del otro espiritual. Después del intento fallido protagonizado por Oraá para dotar de una cárcel moderna a la Ciudad, la sociedad grancanaria reaccionó de forma unánime al reiterar una petición en la fórmula de una Cárcel para la Audiencia de la Provincia. Así consta en la resolución de 15 de junio de 1860 por la que Madrid autoriza la redacción del proyecto de la institución penitenciaria denominado «Depósito municipal. Cárcel de Audiencia y Presidio correccional». Con esta propuesta de pomposo nombre, el problema inicial suscitado en la mente del ingeniero Juan de León y Castillo fue la elección del modelo a desarrollar, entablando su propio dilema entre la encarcelación en común, o la encarcelación individual. Optó por el individualismo porque era el sistema carcelario más avanzado y progresista de su tiempo. En sus referencias están las cárceles de Aubum o de Filadelfia. De acuerdo con la legislación en la materia, inventarió la población reclusa en ciento setenta y nueve reclusos, y estimó un crecimiento nulo al creer que descendería, persuadida por la nueva cárcel. Proyectó un edificio gigantesco para la época, que por sus dimensiones no podía ser incluido en el contexto de la trama urbana del momento. Tampoco había en los barrios de Vegueta y Triana un solar de este tamaño, y las condiciones de seguridad le obligaban a buscar un lugar fuera de la Portada, eligiendo este terreno que en 1864 era tan solo el extremo norte del barrio de Arenales y que no tenía ni nombre. La planta del edificio proyectado era, según lo acostumbrado, un cuadrado que recogía una distribución radial, de tres radios que concluían en el cuerpo de inspección, un cuerpo circular situado en el centro geométrico del solar. La variable al sistema estaba en la crujía perpendicular al cuerpo circular que servía de parapeto-fortaleza para mostrarse al exterior como la fachada monolítica del conjunto. Era de tres plantas e incluía distintas áreas de servicios novedosos: inspección central, encarcelación, culto y enseñanza, paseos, visitas, talleres, administración y asistencia judicial.

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recibió este nombre porque hasta el s. XIX era el lugar por «fuera de La Portada» (véase MURALLA DE LA CIUDAD) donde se realizaba la «feria del pescado» para subasta y venta del mismo, época en la que el atraque era en el desaparecido Muelle de San Telmo, en la prolongación de la calle de Bravo Murillo, donde se asentaba la Muralla de Las Palmas.


En el lugar, en 1866, es edificada la Comandancia de Marina de estilo neoclásico, con planos de Laureano Arroyo, sobre terrenos que se ganaron al mar. Años más tarde, lo que sí prosperó fue la «fábrica de la luz», la Sociedad de Electricidad de Las Palmas, auspiciada por el abogado teldense Eusebio Navarro Ruiz, que fuera secretario de Fernando León y Castillo, hermano del ingeniero, cuando fue destituido este último de su cargo de Ministro de Ultramar y repuesto una vez más en su cargo de Embajador, pero ya residente en Francia. Después de unos cuantos años en París, en los que conoció al nuevo Embajador que sustituyó a León y Castillo, Eusebio Navarro, cansado de la política, se volvió a Las Palmas y fijó su domicilio en una casa de la ya llamada Plaza de la Feria, entonces polvorienta y sin vegetación. Ya residente en la Ciudad, valiéndose de su amistad con Daniel Carballo Prat, Conde de Pradera, le presentó, para su financiación, la iniciativa de la «fábrica de la luz» que sacaba a concurso el Ayuntamiento. Se vino a Las Palmas con el técnico belga Clement Dantini para hacerlo director de la fábrica, de prosperar la iniciativa. El 10 de junio de 1899 se inauguraba por el alcalde de la ciudad, Fernando Delgado Morales, que, según cuentan las crónicas, hizo un impulso tan fuerte al entonar en latín el fiat lux! (aproximadamente ‘¡hágase la luz!’), que rompió la palanca de encendido quedándose con ella en la mano, lo que costó un retraso de dos horas. En 1915 se construyó la actual Delegación del Gobierno, y en 1932 se fusionaron, para constituir la Unión Eléctrica de Canarias (UNELCO), los dos competidores de «la luz» (véase CICER, LA), desmontándose la primera fábrica de la luz de la Plaza de la Feria. FERNANDO, SAN (MOYA) El nombre de este pago situado en la carretera de Moya a Fontanales, que primero se llamó San Fernando de Fontanales, responde al agradecimiento al rey Fernando VII por parte del militar nacido en el Carrizal de Ingenio, el Mariscal de Campo Francisco Tomás Morales, último Capitán General de España en Venezuela, que ostentó el mismo cargo en el Archipiélago, quien bautizó su hacienda con el nombre del Rey.

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Constituía una novedad en favor de la modernización del uso carcelario en el que no solo la celda por sexo era una innovación, sino la inclusión de talleres o zonas de visita y paseos para el disfrute del recluso. Estos conceptos llamaron la atención en su día a la Junta que comisionaba la construcción de la cárcel, quedando hoy como el sencillo reflejo de un modo de proyectar que se relaciona con la obra de este ingeniero. Planificaba hasta el impacto estético de la obra en medio de la trama, cosa nada común en los constructores de la época que veían su obra como un hecho aislado no ligado a los valores del urbanismo. Al final, no se le adjudicó el proyecto, según parece, por razones económicas.


El 7 de noviembre de 1821 fue ascendido a mariscal de campo, y el 7 de junio de 1822 derrotó de nuevo al general Carlos Soublette en el combate de Dabajuro (Venezuela). El 4 de julio del mismo año fue investido con el cargo de Capitán General de Venezuela, encargándose del mando de las fuerzas realistas en Venezuela. Tan pronto asumió el mando, reinició operaciones destinadas a recuperar el territorio perdido por el ejército español y a tratar de restablecer la autoridad del Rey de España. Perdió distintas batallas contra los independistas bolivarianos, y en 1823, después de la derrota de la escuadra española en el Lago de Maracaibo, Morales capituló ante el general de brigada Manuel Manrique y se marchó a Cuba, desde donde prosiguió hacia España. En 1827 fue nombrado comandante general de las Islas Canarias y presidente de la Real Audiencia. En 1834 regresó a la Península, donde permaneció en cuartel hasta que volvió a Canarias en 1837, ya retirado de la vida pública. El Rey le concedió una data de novecientas fanegas como pago por sus servicios a la corona. Con su capitulación, Morales se convirtió oficialmente en la última autoridad de gobierno al servicio de la corona española en Venezuela. Su yerno, el Brigadier Ruperto Delgado, denominó con el nombre de la reina consorte y posteriormente regente, María Cristina, su hacienda de Santa Cristina, en el actual municipio de Guía, siguiendo la estela de su suegro. FERNANDO DE MASPALOMAS, SAN (SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA) En los primeros años siguientes a la Conquista, estas tierras fueron de realengo y también zonas roturadas ilegalmente, lo que en aquella época era calificado como «usurpación». Así se cuenta en el reconocimiento de «baldíos de Tiragana» (Maspalomas, Sardina, y Aldea Blanca) hecho en 1655 por el Visitador Luis Henríquez y en 1680 por la Real Audiencia, aunque acabaron siendo legalizadas, bien por concesión real de datas o bien por sentencia de la Real Audiencia, mediante el establecimiento de un canon a favor de los Propios. Sin embargo, en la práctica, muchos de estos censos impuestos no llegan a cobrarse. En los baldíos del sur, el Visitador encontró usurpadas las tierras de Maspalomas, que las cultivaban los hermanos Baltasar y Juan Pérez de Villanueva. Este hecho tiene su origen en una data concedida por el Cabildo en 1624 al Capitán y Regidor Simón Lorenzo de Acosta,

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Hijo de los canarios Francisco Miguel Morales y María Alonso Guédez, nacido en el Carrizal sobre 1781, llegó a Venezuela el 19 de marzo de 1804, estableciéndose en Píritu (Anzoátegui), donde trabajó como pulpero. Cinco años después contrajo nupcias en Barcelona con Josefa Bermúdez. En 1813, se unió a José Tomás Boves, convirtiéndose en poco tiempo en su segundo al mando, en la lucha contra las tropas de Simón Bolívar. El 12 de octubre de 1814 atacó al general de división José Félix Ribas, quien con mil quinientos hombres se había organizado la defensa de La Victoria, que impedía el paso hacia Caracas de las fuerzas realistas.


El Licenciado Pérez Villanueva acude al rey Carlos II, quien por Real Cédula expedida en San Lorenzo el 14 de octubre de 1680 se sirvió confirmar la data hecha por el Cabildo en 1624, otorgándole despacho en forma «… para que las tengáis por propias vuestras y para usar de ellas y del agua que os tocare desde su nacimiento con toda seguridad…». Presentada esta en la Audiencia, por auto de 15 de febrero de 1681, se mandó dar posesión a Villanueva de las tierras de Maspalomas. El día 27 del mismo mes y año, el Licenciado Pérez de Villanueva vende parte de las tierras concedidas al Capitán Gotardo Calimano, vecino de la Ciudad, estando unas cultivadas y otras montuosas y de arrifes, con las casas y cuevas existentes debajo de los linderos de la data y la mitad de los estanques que estaban hechos. Según la fuente consultada, esta compraventa era simulada o no terminó de ejecutarse. Las tierras de la data, sin duda, no estaban roturadas, ya que Villanueva hace constar que, de no ser por el dinero recibido de Calimano, no habría podido proceder a su desmonte y fábrica por ser casi todas ellas montuosas y no servir sino para ganado. Entre fines del s. XVII y principios del XVIII, el Licenciado Pérez Villanueva se ve envuelto en un nuevo pleito y por ello recurre otra vez al Rey quien resuelve nuevamente a su favor. Las tierras «usurpadas» en Maspalomas y legalizadas por la data de 1680 acabarán formando parte, en el siglo XVIII, de una de las fortunas más importantes de la isla: la Casa de Amoreto, que pasaría a ser el Condado de la Vega Grande de N.ª S.ª de Guadalupe. En su testamento, Mateo Pérez Villanueva deja estas tierras a sus sobrinos Isabel Suárez y Juan Pérez de Villanueva, pero por su codicilo de 22 de abril de 1711, manda que, de la parte del segundo, se den doce fanegas a sus sobrinos Pedro y Catalina Pérez, y a Mateo de Quevedo. Al mismo tiempo, deja el Charco, después de su muerte, a Francisco Amoreto Manrique por la gran amistad que a él le unía. Isabel Suárez vende sus dos partes el 27 de mayo de 1716 a Fernando Vélez de Valdivieso, escribano de Cámara de la Real Audiencia, en 7333 reales corrientes, y este, a su vez, las vende a Francisco Amoreto el 22 de noviembre de 1717, juntamente con veinte días de agua, casa y usufructo del Charco. En el testamento del Licenciado Mateo Pérez de 21 de octubre de 1710, se incluye entre sus bienes «… un cortijo que se llama Maspaloma que e avido y tenido por zedula real de Su Magestad, que serán doscientas fanegas, todas las mas llanas, con el charco que se llama Maspaloma, debajo de los linderos que contiene la dicha real zedula que presente en la Real

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incluyendo en ella el término de Maspalomas y Llano del Ajulagal con el agua que de dichas tierras se pudiese aprovechar. En 1630, el Capitán Lorenzo vende estas tierras a los hermanos Pérez de Villanueva en 500 reales de plata y, aunque entraron en su posesión, por auto de 29 de julio de 1635, el Visitador Henríquez declara nula la data del Cabildo al tiempo que les prohíbe el uso de dichas tierras por considerarlas como públicas y realengas.


Audiencia, en virtud de la qual me mandaron dar posesión con el agua de Maspaloma que tiene su origen en Fataga…».

Con posterioridad se ampliaron las posesiones. En la desamortización de las tierras de baldíos y realengos que mantenían esa condición desde la Conquista, las mil veinticinco fanegas de la «Suerte de tierra en Los Llanos de Maspalomas» salieron a remate el 26 de junio de 1873 y fueron vendidas el 18 de mayo de 1875 a Fernando del Castillo Westerling, conde de la Vega Grande, por el precio de 6400 reales de vellón. El lugar, hasta ese momento bastante despoblado, inicia la historia anterior a la primera mitad del s. XX de este importante núcleo de población, antes de la promoción turística de sus playas, ligada a la Casa Condal del mismo nombre, más conocida popularmente como La Casa de doña Candelaria, una de las herederas del Condado de la Vega Grande. La casa, aunque solo se usaba ocasionalmente con motivo de la visita del Conde a Maspalomas, estaba ubicada estratégicamente, y en sus alrededores se construyeron otros edificios y se desarrolló el primer poblamiento a lo largo del Camino del Conde, donde se encontraban las casas de los medianeros, jornaleros, labradores, obreros, etc., que, con la llegada del turismo y la especulación del terreno, fueron desapareciendo. La casa, al igual que la ermita, se estima que es un edificio del siglo XVIII que sufre diferentes intervenciones hasta el siglo XX. En 1985 fue declarada Bien de Interés Cultural. La casa principal del condado en Maspalomas disponía de otros edificios anexos y otros lugares de interés etnográfico. Esta ermita responde a las características de una capilla familiar de estilo franciscano que forma parte de la casa señorial. Desde el siglo XVIII hasta el siglo XX, sirvió como lugar de oración para los trabajadores del cortijo de Maspalomas y para los dueños del mismo en sus visitas al lugar. En su interior se encuentran las imágenes de San Isidro Labrador y San Fernando el Chico, que da nombre a la ermita y al pueblo. En 1961, el conde Alejandro del Castillo convocó el Concurso Internacional Maspalomas Costa Canaria, que significaría el comienzo de la promoción como destino turístico de Maspalomas y la consolidación del pueblo de San Fernando como lugar de residencia de los trabajadores del sector turístico. Con su gran crecimiento absorbió los caseríos y casas dispersas, como el Lomo, Buenavista o La Corte, llamada así por la presencia de la familia Reyes, algunos de cuyos nombres aún perduran en zonas urbanas del lugar. FILIPINAS, LAS (LAS PALMAS DE GRAN CANARIA) El nombre de esta urbanización recuerda las antiguas tierras de igual nombre situadas frente a la Ermita de San Cristóbal (véase CRISTÓBAL, SAN).

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Según la fuente consultada, entre los bienes que se contienen en la memoria testamentaria se incluyen dos casas terreras, otra a medio hacer y otra para ermita, que no se llegó a terminar.


En 1484, por los repartimientos de tierras y aguas otorgados a Tomás Rodríguez de Palenzuela, ballestero de origen burgalés experimentado en las luchas contra los árabes, le correspondieron terrenos por la zona de Arucas y se estableció en este lugar. Allí se iniciaron los trabajos para talar el bosque, construir las viviendas, iniciar el cultivo de la caña de azúcar y construir un ingenio azucarero y una capilla. En 1506 funda la ermita de San Juan de Ortega, en torno a la que se irá poblando el lugar, y en 1517 funda una capellanía sobre la misma con su hijo Gaspar Rodríguez de Palenzuela como patrono, que existe hasta 1613, fecha en la que sobre la ermita se construye el convento de San Juan de Ortega. La ermita contaba con terrenos propios y otras donaciones que permitían costear sus necesidades, pero la lejanía de la iglesia parroquial de la que dependía, la de San Juan Bautista de Arucas, planteaba problemas a los vecinos por no disponer de un sacerdote de modo continuado. Esto hizo que, en 1613, la asamblea de vecinos solicitase a Pedro Espino de Brito, arcediano de Canarias y Vicario General del Obispado, que diese licencia a la Orden de Predicadores de los Dominicos para que fundara un convento al que apoyarían con sus limosnas. En un Auto de 27 de noviembre de 1613 se otorga esta licencia y, hasta 1836, el Convento de San Juan de Ortega forma parte de la historia de la localidad. En 1616 existía ya un próspero convento dominico ubicado en la actual Plaza de San Roque, que promovió la devoción por este Santo que ostenta el patronazgo de la villa. El convento fue clausurado en 1835 con motivo de la desamortización de Mendizábal, siendo sus antiguos muros sede de la Casa e Iglesia Parroquial actuales. Los «Dos cercados de dos fanegas, uno frente a la Plaza y otro en el canal que conduce agua al Molino» fueron vendidos por adjudicación el 27 de julio de 1854 a Pedro Martín García y Manuel Hernández Marrero por 11 352 reales de vellón. Firgas constituye una excepción entre los pueblos que en 1766 disponían de alcalde real y rango jurisdiccional, pues en lo eclesiástico carecía de parroquia y seguía, a estos efectos, dependiendo de Arucas. También cuenta, después de la reforma administrativa de Carlos III, con diputados y síndico personero. Las distintas menciones que se hacían por diferentes fuentes referidas a que era un pago de Arucas, han quedado sustanciadas más recientemente por otras fuentes en el sentido de que el vínculo de Firgas con Arucas era eclesiástico y no administrativo. Posiblemente el error de interpretación se debió a que no dispuso de parroquia hasta 1845.

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FIRGAS Topónimo aborigen. Algunas fuentes apuntan que este término tiene el significado de lugar alto, por encontrarse en un promontorio que domina prácticamente la costa norte de la isla.


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Fontanales

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El vínculo de Luisa Trujillo Figueroa en el momento de su división por desamortización el día 23 de junio de 1876 incluía entre sus bienes el «Molino harinero con una máquina de agua, cubo, casa terrera con su cocina y patio en Firgas», que fue valorado en 21 050 reales de vellón. La mitad de todos los bienes vinculados correspondieron a su poseedor, Agustín del Castillo Bethencourt, y la otra mitad a su sucesor, Fernando del Castillo Westerling, cuarto y quinto Condes de la Vega Grande de Guadalupe respectivamente. FIRGAS, CRUZ DE LA MONTAÑA DE Esta cruz de madera se erigió el día 31 de diciembre de 1900 a instancias del párroco de Firgas, José Santos González. Al parecer, en el mismo lugar donde se instaló la cruz, se enterró una botella con los nombres de las personas que la colocaron o que contribuyeron económicamente en su fabricación. Su base era de cemento, cuadrada y escalonada en dos niveles. Se mantuvo en pie hasta que el vendaval del 2 al 3 de enero de 1970 la derribó. Los vecinos la repusieron rápidamente, y el 3 de Mayo del mismo año, día de La Cruz, ya estaba otra vez en pie. En su base y en la propia cruz lleva la siguiente inscripción: «… Cristo, Dominus, Vivit, Reginat, Imperat. XXXI Decembris MCM...». En 1977 se trasladó más abajo, unos cien metros desde la cima, perdiendo quince metros de cota, debido a la construcción del Parador Turístico de Firgas, hoy denominado DoramasFondas de Gran Canaria. En el año 2005, el temporal Delta derribó de nuevo la cruz, pero se consiguió su restauración. Si se observa de cerca la cruz, pueden leerse sus inscripciones. En su brazo horizontal se distribuyen, de izquierda a derecha, las cuatro palabras latinas centrales del texto antes citado, quedando el resto para el larguero vertical, grabadas en sentido descendente. Actualmente, la inscripción de su base ha desaparecido, probablemente como consecuencia de su traslado. La cruz de tea es la original, salvo el extremo superior, que es reciente y está reforzado con hierros. En el fragmento desaparecido debería estar grabada la palabra «Cristo» que tampoco figura. FONTANALES (MOYA) El pequeño núcleo de San Bartolomé de Fontanales se sitúa a 990 metros de altitud, en las medianías del municipio moyense. Tanto su antigua denominación «Fontanal» como la actual, responden a la definición dada por la lengua española al lugar donde abundan los

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El Molino del Conde, molino de gofio del s. XVI, está situado en el inicio de la carretera que conduce desde Firgas a Valleseco. El edificio, que también incluye un antiguo almacén de grano y tostador, y la casa del molinero, se halla situado sobre la acequia de la Heredad de Aguas de Arucas y Firgas, con el fin de aprovechar la acción del agua para poner en movimiento las piedras trituradoras del grano.


Entre los beneficiados por repartimientos de tierras en el lugar aparecen cronológicamente Pedro Sánchez en 1527, Arriete de Bethencourt en 1542, y Pedro Jiménez Casasola y Diego de Carvajal, ambos en 1545. Ya desde muy antiguo es un lugar privilegiado y pretendido por estar dentro de la Montaña de Doramas, donde los límites de las tierras eran un tanto aleatorios por las continuas usurpaciones. La creación de la ermita de San Bartolomé es probablemente de fecha de 1635 por Juan Mateo Trujillo. En torno a ella prosperó el vecindario. En escritura de 1653, el citado Juan Mateo Trujillo, labrador acaudalado estante en Arucas, tenía en su cortijo de Fontanales, de aproximadamente cien fanegas, dos casas terreras, dos gañanías y la ermita de San Bartolomé. En Arucas vivía en una casa alta y baja con dos sobrados. También entre los bienes vinculados de Juan Mateo Álvarez Castro, Bachiller y párroco de Arucas, se incluye el cortijo de Fontanales, de setenta fanegas de tierras labradías y «arrifes» con casas, huerta y gambuezas, concedido por Real Cédula de 6 de octubre de 1645, confirmada por otra de 14 de agosto de 1648. Con posterioridad, aparece en escritura de 8 de marzo de 1681 cuando constituyó el vínculo sobre sus bienes. También los hermanos Lucas y Rafael Bethencourt Cabrera, Clérigo presbítero, prebendado de la Catedral; y Hacedor de las Rentas Decimales de Tenerife, Doctor en Sagrados Cánones y Abogado de los Reales Consejos de Su Majestad, respectivamente, en la fundación de su patronato de 20 de julio de 1763, dicen ser propietarios de un «Cortijo con arboleda, casas y doscientas ovejas y carneros padres en Fontanales». Su mención en las crónicas aparece en la descripción que hace de Moya el ilustrado Viera y Clavijo en su obra Historia de Canarias de 1763, cuando entre sus pagos nombra el de «Fontanal». En el diario de la visita a la isla del Corregidor y Capitán a Guerra Nicolás de la Santa Ariza y Castilla, en el otoño de 1764, escrito por fray Esteban de Acevedo, capellán y cronista de la expedición, se dice: «… Y por sus frondosos prados que en su ámbito contiene, sirve a toda especie de animal de nutritivo alimento por lo que abundan los confines de aquel terreno en leche, manteca y queso, siendo el mas exselente assí para nuestros isleños, como para muchos nacionistas, (sic), el de Fontanal, pago contiguo a dicha montaña...». Más tarde aparece documentado por Diego Álvarez Silva, Licenciado y Prebendado de la Catedral, en su testamento de 22 de junio de 1771, cuando dice que era dueño por compra de setenta y dos fanegas y ocho celemines de un «Cortijo de tierras labradia y “arrife” con cuevas en Fontanales».

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manantiales o a la zona muy húmeda con varios fontanales, circunstancias que concurren, dada la gran cantidad de pozos y galerías existentes en el barrio, unos activos y otros abandonados, que dieron lugar al topónimo.


FORTAMAGA (ARTENARA) Este yacimiento arqueológico con topónimo aborigen se encuentra en el suroeste de la Mesa de Acusa y está constituido por nueve cuevas, de las cuales seis parecen vivienda. Aún no ha sido estudiada su importancia arqueológica por ser de propiedad privada y tener otros aprovechamientos. FRAILE, ROQUE DE EL (TEJEDA) Monolito de piedra muy próximo al Roque Nublo que recibe este nombre porque su silueta recuerda un fraile con sus hábitos y las manos en posición de oración. FRAILES, CUEVA DE LOS (SANTA BRÍGIDA) Véase CALZADA, LA. FRAILES, LOMO LOS (LAS PALMAS DE GRAN CANARIA) Desde tiempos muy lejanos, ya se conocía esta zona con el actual topónimo, debido a que eran tierras que pertenecían al Monasterio de San Bernardo. En el año 1644, se redacta un documento en donde el matrimonio formado por Luis Pérez y Francisca González «… vecinos en donde dicen Tamarasayte, término de la Ciudad, imponen un tributo a las monjas abadesas sobre sus tierras en Tamarasayte, en el Lomo de los Frayles, que lindan con el Lomo del Cardonal por la parte de arriba y por la parte de abajo tierras de Francisco López y Francisco Deniz...». Los vecinos de Tamaraceite y de los alrededores, antes del s. XVII, viendo que eran tierras que pertenecían a los Monasterios de Santa Clara y al de San Bernardo, las empezaron a nombrar como las tierras o el lomo de los frailes, pues sus poseedores eran religiosos. El topónimo se consolidó así documentalmente. FRANCISCO, CASTILLO DE SAN (LAS PALMAS DE GRAN CANARIA) Al final del camino real por el que se accedía a la Ciudad desde el norte, se levanta el Castillo de San Francisco o Castillo del Rey, que fue construido por petición del Cabildo General en 1595, tras el ataque de Francis Drake en octubre de ese mismo año. El emplazamiento es elegido después de comprobarse la buena defensa que ofrecía el Risco de San Francisco del que recibe su nombre. Tardó décadas en terminarse y en 1625 todavía seguía en obras.

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La panorámica de Fontanales evoca el más tradicional pueblo de montaña. Es de marcado carácter agrícola (se cultivan sobre todo papas, millo y frutales, como castaños y manzanos) y también ganadero, si bien en los últimos años se ha experimentado un fuerte retroceso en este sector. Junto a las construcciones modernas, todavía pueden observarse numerosas edificaciones de tipo tradicional, entre las que destaca la iglesia parroquial de San Bartolomé de Fontanales que permanece en pie a pesar de que la nueva iglesia se construyó a escasos metros.


«… a proveer auto para suspender que los vezinos de essa isla dexasen de acudir a la fortificación del Cerro de San Francisco y todo lo demás que sobre esto apuntáis y como tenéis entendido, la principal caussa que mobió a dar orden de esta fortificación y aplicar a ella de mi Hazienda los cinco quentos y quinientos mill maravedís, que dezís fue la oferta que hizieron los naturales della de servir con materiales y jornales, pues de otra manera siendo la obra tan grande y de tanta costa no se podía acabar con la brevedad que combenía ()..., entendiendo que los regidores fueron los primeros que empecaron a acudir a esta fortificación para que su exemplo lo hiziesen los demás ()..., que se execute la orden que está dada y que los vezinos y naturales de essa isla acudan a travajar a la dicha forticación los días y los tiempos que no les impidan sus labores…». En 1898 se mandó demoler por Real Orden, pero debía mantenerse mientras no se construyera una nueva fortificación de similares características en la zona, lo que ha hecho que se haya mantenido hasta la actualidad. Hasta finales del s. XX se utilizó como prisión militar. Forma parte de una fortaleza edificada en la meseta del Risco de San Francisco con una superficie de de 222 910 metros cuadrados, de los cuales solo 5750 los ocupa el Castillo. Contenía dos pequeñas cámaras o alojamientos y una escalera comunicaba con la «plaza de armas», que estaba terraplenada, cubierta de baldosas y rodeada por un pretil de piedra. El exterior, de sillares y mampostería, tenía la puerta a media altura, con puente levadizo y en contacto con las escaleras aisladas de piedra. Solo se conserva el área del antiguo castillo, luego prisión militar, definido por un recinto amurallado con sillares regulares, de planta triangular con baluartes en punta de diamante en los ángulos nordeste y sudeste. El 22 de abril de 1949 fue declarado Monumento Histórico Artístico. Aunque se encuentra semiabandonado, su estado de conservación es bueno. FRANCISCO, SAN (TELDE) El actual barrio de San Francisco, al ser un lugar un poco alto, recibió el nombre de Altozano. Fue un lugar de asentamiento de campesinos, trabajadores al servicio de los señores que vivían en el noble barrio de San Juan. Al construirse una ermita, se lo llamó el altozano de Santa María de La Antigua, de ahí el barrio de Santa María. El barrio tomó el nombre de San Francisco a partir de 1610, cuando la orden franciscana construyó el convento y la iglesia, justo en la zona más alta del barrio.

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El Cabildo de la isla propuso a la Corona que la construcción de las fortalezas se hiciera con aportaciones en trabajo de los vecinos. El sistema elegido y la disconformidad de los vecinos, pues este trabajo les impedía realizar el que les proporcionaba su sustento, alargó tanto los años de construcción que la Real Audiencia intercedió por el vecindario ante el rey, con la siguiente demanda:


FRANCISCO DE PAULA, SAN (LAS PALMAS DE GRAN CANARIA) Pequeño barrio situado en la carretera GC-800 de Tafira a Marzagán, muy próximo a la Finca Las Magnolias situada en la cabecera del barranco de Gonzalo, en contacto con Tafira Alta. Esta antigua finca agrícola tradicional construida durante el s. XIX es de gran extensión. Una gran parte de la misma se encuentra ocupada por palmeras y existen algunos cercados en bancales abandonados. Hay una mención particular a los pobladores de las casas-cueva, las gentes más humildes del barrio, con respecto al desarrollo de una enfermedad, en el artículo del Doctor Chil y Naranjo, en la publicación del Museo Canario del que era fundador y presidente, número de enero-julio de 1901, donde, bajo el título de “Estudios climatológicos de la isla de Gran Canaria”, se dice: «… En la misma época de mis experimentos, en el verano de 1862, se padecía en toda la comarca del Monte, Tafira, Marzagán, Dragonal y La Atalaya muchas fiebres tifoideas, algunas meningitis y una que otra hepatitis, salvo algunas enfermedades crónicas de carácter nervioso. Cuando se presentó aquella forma atmosférica, los enfermos que ocupaban el fondo de los pequeños valles donde más se hacían sentir los efectos del calórico sufrieron una depresión general en Los Hoyos y Marzagán-Jinámar donde las tifoideas de forma cerebral sintieron sólo una ligera perturbación, al paso que los que ocupaban las alturas de San Francisco de Paula y los que habitaban en los vértices de las lomas ofrecieron todos síntomas alarmantes, y en varios de esos mismos se complicó la tifoidea con hepatitis y meningitis acompañadas de delirio tan intenso que pusieron en grave cuidado a las familias que acudieron a mi auxilio repetidas veces. No sucedió otro tanto con los habitantes de los valles más espaciosos, en los que si bien la enfermedad no siguió los trámites regulares. Tampoco hubo atraso notable, permaneciendo casi estacionaria mientras duró aquella perturbación meteorológica. Un fenómeno extraño pero que se explica fácilmente por la electricidad noté en aquella época: todos los enfermos que vivían en cuevas, especialmente los de La Atalaya, donde hay un pueblo enteramente troglodita, y en algunos puntos de Marzagán y San Francisco de Paula, donde hay muchas familias que prefieren abrirse cuevas en las rocas a fabricar casas,

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Desde los primeros años, en su espacio no existían prácticamente tierras de cultivo, pero sí muchas casas propiedad de la «alta sociedad» de Telde. Antonio Piris, en su codicilo de 20 de junio de 1613, decía que poseía casas bajas con su solar y corral junto al convento de San Francisco; Catalina Rodríguez, viuda de Bartolomé Ortega, en escritura de 11 de abril de 1729, dice de una casa terrera en el barrio de San Francisco; y el Regidor Perpetuo Pedro Bravo de Laguna Bandama, en su testamento de 10 de marzo de 1776, dijo ser propietario de dos casas terreras en la Plaza de San Francisco; referencias documentales de dos siglos que confirman su temprano poblamiento urbano.


El nombre de este lugar ya aparece a principios del s. XVIII en el testamento de Alonso Espinosa Peraza, Bachiller y presbítero, que con fecha 19 de abril de 1704 dice ser propietario de treinta y una fanegas y seis celemines de la «Hacienda de viña, arboleda y tierras de sembrar denominada de San Francisco de Paula. Casa de alto y bajo, cocina, lagar, y bodega en dicha hacienda». FRANCISCO JAVIER, SAN (ARUCAS) Barrio situado en la carretera de Las Palmas a Arucas, por Tamaraceite, que toma su nombre de la antigua ermita que bajo la advocación de dicho santo construyera, hacia 1690, el capitán Francisco Javier Hernández de la Vega en su hacienda. Cuenta alguna fuente como anécdota, por demás veraz, que, por error en la prioridad de encargos de imágenes para la misma, se entronizó inicialmente una imagen de San Nicolás de Bari, constando eclesiásticamente como dedicada a su advocación. En 1717 llegó la talla del titular, San Francisco Javier, deshaciéndose el entuerto y pasando la de San Nicolás a la parroquia de San Juan de Arucas. Esta apreciación que hace la fuente consultada parece no responder correctamente a la realidad, pues Manuel Álvarez Castro Godoy, Licenciado y Canónigo de la Catedral, en su testamento de 8 de mayo de 1719, cuando funda el patronato de «la Capilla de San Nicolás de Bari, inmediata a la del Rosario, construida por el fundador en la iglesia de Arucas y concedida por el Obispo Lucas Conejero Molina» da a entender que imagen y capilla fueron donadas por el mismo, y fija una pensión con la obligación de hacer la fiesta de San Nicolás de Bari, para lo que se destinarían 25 reales. FREGENALES (SANTA MARÍA DE GUÍA) Pequeño pago surgido dentro de La Dehesa de Tamara, que se encuentra en los altos de Guía, en las márgenes de la Carretera a Moya. Según algunas fuentes, debe su nombre a que eran tierras de Alonso de Fregenal hacia 1513. No obstante, hay que considerar que, al estar dentro o próximas a la Dehesa, eran tierras concejiles de propiedad pública que fueron subastadas en el s. XVIII. Uno de los adjudicatarios fue Vicente Romero Jaraquemada, que en 1714 lo cede al Capitán Juan Manuel de Matos (véase DEHESA DE TAMARA, LA). El segundo apellido del adjudicatario, vinculado a la conquista de Gran Canaria, es oriundo de Fregenal de la Sierra (véase LLANOS, LOSTELDE), de donde pudiera recibir el lugar este nombre.

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no sufrieron alteración de ningún género, ni en los síntomas ni en el curso del mal. Esto se explica muy sencillamente: verificándose los fenómenos eléctricos en la superficie terrestre y con mayor fuerza en los puntos más culminantes, en nada afectaba el organismo de los que vivían en cuevas y las acciones y reacciones seguían su marcha ordinaria…».


Pese a ello, aún es posible reconocer abundantes evidencias del fondo de las estructuras de almacenamiento excavadas en el soporte rocoso para los silos. Algunas se conservan todavía indemnes y se observa incluso la ranura de crecimiento en la boca del silo. El conjunto de Cuevas del Fregenal está integrado por más cuevas artificiales, que han sido reutilizadas hasta fechas recientes, como suele ocurrir en estos casos por desconocimiento de sus propietarios. De ahí que, además de su valor arqueológico, el granero posea interés etnográfico, pues al conjunto de cuevas se asocia una interesante construcción histórica de habitación, y a esta, un lagar y una era, así como abundante cerámica popular. Según parece, el venerado en su ermita San Sebastián de Guía contó con una primera imagen hallada hace algunas décadas en estas Cuevas de Fregenal, cuya altura aproximada era de ochenta centímetros, con rasgos arcaizantes propios del estilo gótico. Cuenta con una perilla y chivo, y tiene mutiladas las manos. Fue sustituida por otra de Luján Pérez FRÍO, BARRANQUILLO (SANTA MARÍA DE GUÍA) Su situación en la frontera suroeste de El Brezal (véase BREZAL, EL), la mayor reserva de monte verde de la isla, favoreció que los vientos alisios crearan en este lugar el microclima que motivó este topónimo, que lleva implícito la humedad del lugar. Sus condiciones climatológicas y geográficas facilitaron la aparición de manantiales de agua. Se funda un heredamiento que está documentado por uno de los mayores propietarios, el Alférez Espino Peloz, que en escritura de 16 de julio de 1701, decía tener once días y sus noches con siete horas de aguas. La utilización de El Brezal como finca recreativa de la burguesía canaria permitió su conservación hasta hoy en día, al igual que los ambientes húmedos de este topónimo, que conforman un microclima en la zona. FRONTÓN, EL (MOYA) Es un ejemplo del uso de este topónimo genérico del habla canaria, cuya denominación no responde exactamente a la acepción que da la Real Academia de la Lengua, «parte escarpada de una costa», pues su distancia de la costa es bastante significativa.

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En dicho lugar se encuentran las conocidas Cuevas de Fregenal, de alto interés arqueológico. Destacan los abundantes silos o graneros aborígenes en las rocas y su cerramiento. El granero aborigen ofrece un nuevo atractivo científico para un municipio que tiene en el Cenobio de Valerón uno de sus principales reclamos. El granero colectivo sufre, a pesar de todo, alteraciones como consecuencia de las extracciones de picón volcánico llevadas a cabo en su interior.


Sin embargo, se ubica en un relieve que desciende suavemente en la dirección norte, a trescientos metros de altitud aproximadamente, pero que al poniente acaba en los riscos de un acantilado aquí llamados frontones. Desde ellos se contempla una gran panorámica sobre el Barranco de Moya. Las casas construidas en primera línea conforman una terraza o balcón sobre el mismo.

Si continuamos el descenso de la loma, alcanzamos un caserío más pequeño llamado El Andén, que toma su nombre por ser más reducida la loma y estar colgando sobre el mismo barranco a modo de «andén». FUENTES, MONTE DE SIETE (SAN MATEO) Así llamado porque allí nacen las aguas de la zona de Camaretas (véase CAMARETAS, CASERÍO Y HOYA DE). FUENTE AGRIA (TEROR) Ya en el siglo XVIII decía Viera y Clavijo «… En la jurisdicción de Teror se pueden contar casi doscientas fuentes y manantiales...» y menciona esta por antonomasia como la principal. Es el manantial que mayor fama ha dado al municipio a lo largo de su historia por sus excelentes aguas minero-naturales. Está situado en el Barranco de Teror, a menos de un kilómetro del casco histórico, y en el mismo camino de mar a cumbre. Durante siglos, el agua de la Fuente ha abastecido a varias generaciones de terorenses, y ha sido una de las principales riquezas naturales del municipio. Todavía son muchos los vecinos de Teror que se acercan al manantial a buscar agua con sus garrafas y botellas. Sin embargo, también son muchos los que por comodidad prefieren comprarla embotellada por la empresa municipal, que desde 1982 gestiona directamente la comercialización de los sobrantes de agua para beneficio de las arcas municipales. En varias ocasiones, el agua de la Fuente ha recibido importantes distinciones por sus propiedades, y en 1928, fue declarada de Utilidad Pública dentro del grupo de aguas minero medicinales. En 1916 se acondicionaron los exteriores de la Fuente con el frontis de cantería, que muestra el manantial como un monumento de la naturaleza. FUENTE DE SANTA MARÍA (TEROR) Otra de las fuentes terorenses con historia es la de Santa María. Este naciente estaba ubicado en la esquina entre la Calle Aldea Blanca y Santa María, y abasteció de agua potable a los vecinos del casco durante siglos.

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La ampliación de la superficie construida en dicho caserío, en la prolongación naciente, ha desvirtuado en cierta medida el topónimo para ese nuevo espacio.


FUENTE DEL LAUREL (ARUCAS) Este lugar es más conocido en la actualidad por una moderna urbanización cuya construcción se inicia en el s. XX en la margen sur de la carretera de Los Castillos a Los Chorros de Firgas (GC-240), en la ladera de Las Cabezadas, junto a la montaña de Osorio. El lugar histórico se encuentra en la margen norte de dicha carretera, donde en la antigüedad se supone hubo una fuente o manantial, donde se inician Los Altabacales (véase ALTABACALES, LOS). El topónimo es conocido desde los primeros años tras la Conquista, y así aparece en las Ordenanzas del Concejo de 1531, cuando se regula el título referido a «… la guarda de las sementeras y vegas sembradas», donde se prohíbe que los puercos puedan andar por determinados caminos. Se dice «… Otrosy que los puercos no puedan andar en todo la defendido de estos mojones que aquí yrán declarados los quales vayan el primero desde (…) al Barranco del agua a dar a la huerta de Nuestra Señora y el camino adelante a los sylos de Terore linde las tierras de Baeça que van por las cabeçadas de Baeça a dar a la fuente de los Laureles y toda la dicha vereda hasta el camino que va de los engenos de Arucas a dar a la madera del barranco de Firgas que es en la montaña e coman en toda la montaña de Doramas…». (Véase PEÑONES, LOS). FULA, LA (ARUCAS) En las cercanías del barrio de La Montañeta, se encuentra este pequeño caserío, localizado en una lomada cortada por los barranquillos de El Pinto y La Pollina. La denominación de este pago, ubicado en la margen izquierda de la Carretera de Arucas a Moya, se debe a la antigua existencia en el lugar de una casa-cueva cuyo nexo de posesión correspondía a «Fula». En la antigüedad, la mención de una «cueva» en un documento público tenía lugar solo cuando la misma estaba habitada, añadiéndose a continuación el nombre de quien la moraba. Esta histórica denominación aparece en la escritura de censo suscrita en junio de 1656 ante el escribano Diego Álvarez de Silva, por Fray Juan Perdomo, Administrador del Mayorazgo de Arucas, a favor de Juan Afonso, vecino de Arucas, cuando dice «… de unas tierras situadas detrás de los Alamos en el Cerrillo que linda por la parte de abaxo un paredón antiguo y andenes del Mayorazgo y por la de arriva los dichos Alamos del Serrillo y camino real que sale del lugar del Serrillo para el cercado de San Sebastián y Hoyas de Ariñes y por el otro camino real que sale de dicho lugar para la Cueva de la Fula y Trapiches, todo lo que hubiere debaxo de dichos linderos...».

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Actualmente, el aprovechamiento de sus aguas está canalizado y en el lugar cercano a donde estuvo el manantial se encuentra una placa en recuerdo de lo importante que fue este naciente para los habitantes de Teror.


El último camino real que se menciona es la actual Carretera de Arucas a Firgas (GC-300) que, llegando al cruce de Cambalud, da acceso al pago del Trapiche (GC-331). Antiguamente fue enclave para el control sanitario preventivo de la posible introducción de epidemias, tan frecuentes en otras épocas, que pudieran portar los que accedieran por el noroeste de la isla.

Por lo expresado en el primer párrafo, hay que descartar que su nombre guarde relación con los peces llamados popularmente Fula Blanca (Chromis limbatus) o Fula Negra (Abudefduf luridus), ambos habituales en las costas y de unos diez centímetros de tamaño, aun cuando el vocablo fue adquirido de los portugueses y estos estuvieron presentes en la conquista de Canarias. Viera y Clavijo tampoco incluye estas especies en su Diccionario escrito en el s. XVIII, de donde puede desprenderse que el nombre vulgar es posterior a dicho siglo. Es muy posible que el topónimo obedezca a que esta casa-cueva correspondiera en el s. XVI a alguna familia subsahariana de la etnia fula o fulani, de los capturados y traídos de la Berbería, zona comprendida entre el cabo de Aguer y el Río de Oro, que no fue el único punto adonde los isleños dirigieron sus miradas con objeto de obtener esclavos, ganado, oro, cueros, marfil, ámbar, etc., sino que rebasaron los límites impuestos por la Corona. Dicha casa-cueva pudo haber desaparecido por la construcción de la Presa del Pinto de la Heredad de Aguas de Arucas y Firgas. Dice también la investigación sobre la esclavitud en Canarias que «… Los moros se reseñaban como blancos, moriscos o berberiscos. Los negros como prietos, fulos o morenos, bozales o ladinos, según hablaran su primitiva lengua o la de nueva acepción. Estas dos etnias formaban dentro de la sociedad canaria dos grupos diferentes, en cuanto a comportamiento, religión, costumbres y trabajos...» y continúa manifestando que «… De la zona cercana al río Senegal, Sanaga o Cenaga (tal como se cita en la documentación de la época) nos llegan los fulos, de los cuales se contaban en Gran Canaria, unos pocos...». Los fulani, también llamados fula, peul y fulbé, son un pueblo de origen desconocido que vive en África occidental. La mayoría habita en el norte de Nigeria donde, junto con los hausa, suman alrededor de treinta millones. Estableciendo un orden por el número de individuos estimados, también se encuentran en otros países como Malí, Guinea, Camerún, Senegal, Níger, Burkina Faso, Guinea-Bissau y, en número menor, en Ghana, Mauritania, Sierra Leona, Togo y Chad. Hay dos tipos de fulani: los ganaderos nómadas y los urbanos, que son comerciantes. Hablan el idioma fulfulde, también llamado peul, fula, fulani, fulbé y pulaar, y estuvieron entre los primeros grupos africanos que abrazaron el islamismo.

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El caserío se formó a partir de unas pocas casas de jornaleros de la tierra y guardianes de las presas de La Heredad de Aguas de Arucas y Firgas a principios del siglo XIX. Se desarrolla, sobre todo, a partir de los años setenta del siglo XX.


Este lugar de tabaibales tuvo muchos pretendientes y algunas «ventas a tributo» acabaron en litigios ante la Audiencia. La particularidad de las «ventas a tributo» era que el Cabildo establecía como obligación del comprador el desmonte, fábrica y amojonamiento de las tierras de forma que diesen fruto y se pudiese cobrar el tributo, llamado «censo de Propios», y si en el plazo de dos años no las desmontaba, las perdía. También se perdía la propiedad si durante dos años seguidos no se pagaba el tributo o renta estipulada. Las tierras así adquiridas no podían venderse a la Iglesia, Hospital, Cofradía, Caballero, doncella, ni otra persona religiosa sino a persona legal sana y abonada, es decir, que ofreciera garantías reales de pago del tributo al Cabildo. Así, el 30 de septiembre de 1666 se dan a Antonio González del Río, alcalde pedáneo de Acusa, unas tierras de riscos y laderas montuosas de tabaibales y otros montes donde dicen «… Venafurel y las Arenas…», para cría y término de ganados. La solicitud se hizo al Cabildo el 29 de enero, y el 12 de febrero, Lorenzo Sánchez, de Agaete, y Andrés Pérez, de Acusa, pidieron dichas tierras alegando que tenían derecho a ellas, aunque no presentaron título alguno. El primero señaló que hacía muchos años que había comprado «… la marca de ganado salvage del término que dizen de las Arenas…» a los herederos de Juan Jorge, de la Ciudad, en 300 reales, y anualmente pagaba 15 reales por guaniles al arrendador mayor del Cabildo. Entonces se llamaba guanil al ganado salvaje, principalmente la cabra salvaje, que abundó en la isla. El segundo, Andrés Pérez, alegó que desde hacía más de cuarenta años vivía en «… Benafurel, donde tenía un asiento de colmenas, cueva con su llave y ganado cabrío, con sólo cuatro o cinco fanegas susceptibles de cultivo…». Tanto uno como otro contradicen la petición de González del Río que señalaba que dichos terrenos «… nunca los ha poceido, ni es criador de ganado cabrío y sólo pocee el término que dizen de Tirma que es de los mejores que tiene la Isla…», pretendiéndolos para echar sus ganados por lindar con Tirma. Ambas solicitudes se vieron en el Cabildo General abierto el 19 de febrero de 1666, y Antonio González alegó que no debían darse a los otros «… por ser Propios del Cavildo... que traen los ganados ellas…» y «… los traen como los demás vezinos por ser de pastos comunes…».

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FUREL, EL (ALDEA DE SAN NICOLÁS) El topónimo primitivo de Benafurel es aborigen. El barranco del Furel es un tributario del barranco de La Aldea por la margen norte, separado del cauce principal por el relieve residual de Las Tabladas que bifurca el barranco.


En la desamortización de las tierras de baldíos y realengos que mantenían esa condición desde la Conquista, las tres fanegas de «Tierra en Furel denominada “Carrizos”» salieron a remate en 1873 y fueron vendidas a Antonio de Armas, propietario de Agaete por 160 reales de vellón. FURNIA, LA (GÁLDAR) Topónimo aborigen. Tiene en el habla canaria el significado de «precipicio». Es aplicado a este lugar galdense, notablemente conocido en la actualidad por su pequeña cala, un paraje prácticamente virgen por encontrarse entre riscos que le conceden cierta inaccesibilidad, de donde procede su nombre. Se encuentra situada entre los Dos Roques y la Caleta de Abajo. El topónimo genérico se encuentra también en Las Palmas de Gran Canaria, concretamente en el Lomo de Furnia, situado próximo a Los Giles, acantilados que caen sobre la Bahía del Ricón (véase RINCÓN, BAHÍA DE EL). También se encuentra, en una variable corrupta, en Artenara, donde llaman la Fusnia. En este lugar de Gáldar existe un yacimiento arqueológico conocido como Cueva de Furnia pendiente de ser estudiado.

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Dice la fuente consultada que, finalmente, la del alcalde de Acusa fue la oferta preferida, y no por subir el tributo de 15 a 40 reales, sino por ofrecer bienes seguros a la hipoteca y seguridad del tributo, pues lo garantizaba con el Cortijo de la Montaña de Tirma con más de treinta fanegas, una suerte en Verga de Artevirgo, en la Montaña de Cabrera, libres de tributo.


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La mesa o montes de Galaz, frontera inmediata a la Cruz de Tejeda, ha sido adquirida progresivamente, en el s. XX, por el Cabildo de la isla, que ha procedido a su repoblación con pino canario. Su denominación es un antrotopónimo, apellido que tiene su origen en la villa de Torme en Burgos. Está documentado que un Juan de Galaz, nacido en 1516, pudo recalar por esta isla de paso para América, encontrándose en Chile en 1541, donde dejó descendencia. Este u otro Galaz ha dejado una notable presencia del apellido en Sudamérica. Ya en los siglos XVII y XVIII está documentada la presencia de otros propietarios de tierras en el lugar, como Andrés Romero Suárez, Doctor e Inquisidor Apostólico de Las Palmas, que el 14 de enero de 1680 dice tener «Tierras con agua en la Cumbre de Galaz de la Vega», o como Diego Suárez Santiago, vecino de La Vega, que el 24 de marzo de 1702 dice ser propietario de trescientas fanegas de «El cortijo de la Fuente de Galaz», y también el Clérigo Presbítero de La Vega, Gregorio Álvarez Hidalgo, que en su testamento de 5 de abril de 1732 acreditaba ser propietario de tres fanegas de una «Suerte de tierra en La Hoya de Galaz». Estas descripciones de fincas trazan y dibujan un territorio desde lo más alto, en la Cumbre, pasando por la Fuente, hasta llegar a La Hoya, que en la actualidad es conocida por los lugareños como Hoya de la Cruz. GÁLDAR Topónimo aborigen. Se dice que es la derivación directa de su fórmula original AGALDAR, cuya raíz etimológica contiene el morfema G-D relacionado con el radical [GDAR] que a su vez tiene dos cabeceras semánticas: fortaleza, prominencia que se relaciona con el sitio aludiendo a su montaña; y regia, real donde esta la tienda o la casa del rey o del Guanarteme. Al margen de su significado, sí puede cumplirse aquí lo que apuntaba Abreu y Galindo en cuanto al paralelismo existente entre lugares de las islas con lugares del norte de África. Recordaremos tan solo que, cuando Diego de Herrera desembarcó en Bohío, rada que se ubica en Marruecos, dice la crónica que levantó torre en Galdar, que llamó Santa Cruz, dejando por alcaide a un Alonso de Cabrera.

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GALAZ, CASERÍO Y MESA DE (SAN MATEO) El caserío se encuentra situado en la carretera de Acceso a Aríñez (GC-400), que parte desde la carretera de Teror a San Mateo (GC-042) hasta su cruce con la carretera de Acceso a Cueva Corcho (GC-230). Muy cerca de esta última intersección se encuentra un mirador natural conocido por Mirador de El Talayón, que ofrece una panorámica de los municipios de Teror, Valleseco, Santa Brígida, Las Palmas de Gran Canaria y parte de la costa norte de la isla.


Esta agrupación poblacional ocupaba toda la plataforma costera de la comarca noroeste con recursos muy altos entre los barrancos de Guayedra y del Aumastel, en la actualidad Azuaje, explotando una agricultura intensiva de regadío y secano, con ganadería extensiva y explotación del ecosistema costero. La antigua Agáldar fue capital de la Tamarán o Gran Canaria por iniciativa de Andamana y Gumidafe, primeros monarcas de la isla, que la eligieron como su corte. En Gáldar residieron todos los reyes o guanartemes: Artemi, Tagoter, Soront, Guayasen y Tenesor Semidán, que fue el último de los de Gáldar y se convirtió al cristianismo recibiendo el nombre de Fernando Guanarteme. Hasta la Conquista, era el lugar de reunión del gran Sabor o asamblea consultiva de los doce guaires o jefes de cantón de Gran Canaria (véase FACARACAS, CUEVAS DE). La primera iglesia estuvo ubicada en los mismos palacios del guanarteme. Fue tanta la importancia de la capitalidad y de los afincados en el lugar, que en la iglesia se regularon los asientos. Resulta curioso que la primera fila de bancos era así ocupada, según la fuente consultada: «… Se encontraba la Justicia Mayor, Corregidor o Gobernador, de la isla como representante del Rey. Y junto a él, la familia de origen real de los Guanartemes, igualándose el rango a la de los representantes de los Reyes castellanos. En la familia de los Guanartemes se incluían por los enlaces de la culturización, las familias de apellido Béthencourt, Herrera y Carvajal. Es de destacar que los enlaces que se van produciendo con la familia del Guanarteme, en muchos casos se formalizan buscando adquirir mayor preeminencia social; nunca se produce una situación a la inversa, ya que el status de los reyes indígenas se encuentra consolidado, acompañado incluso de los suficientes bienes inmuebles...». De la época prehispánica destaca especialmente la Cueva Pintada (véase CUEVA PINTADA, LA), manifestación más destacada del arte rupestre de Canarias, las cuevas prehispánicas de Barrio Hospital y Facaracas (véase FACARACAS, CUEVAS DE), así como el yacimiento de

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En la época prehispánica puede considerarse como el más importante asentamiento o agrupación agrícola en una fértil vega, conformado por su «capital» con un complejo habitacional que comprendía varias entidades en cuevas y casas, y poblados, unos costeros y otros de enlace con la comarca central de la isla. Según se desprende de las investigaciones realizadas por Celso Martín de Guzmán en el entorno de la Cueva Pintada, parece que pudo existir un posible comercio o contacto de su población con las grandes civilizaciones medievales en torno a los siglos X y XI, por el descubrimiento de cerámica tardorromana, árabe y bajomedieval. Este poder económico pudiera, según algunas fuentes, sustentar la preeminencia del Guanartemato de Gáldar sobre el Faycanato de Telde.


Sede de varios de los órganos del poder social y político de la isla, fue la población más destacada del territorio insular antes de la conquista castellana. Reconocidos sus dirigentes como Reyes de Canarias por los monarcas castellanos, gozó de un reconocimiento tácito como capital prehispánica, como cuna y corte de la dinastía gobernante en la isla. La creación de la parroquia de Santiago de Gáldar a finales del s. XV convierte el municipio en uno de los principales focos de los orígenes del cristianismo en Canarias, consolidando la continuidad de la Villa como cabecera político administrativa del tercio noroccidental de la isla, de la cual se segregarían con el tiempo las unidades territoriales de Guía, Agaete y Artenara. Gáldar, que conservó muchos de los vestigios de su noble pasado hasta finales del s. XVIII, vivió a finales de esta centuria una época de esplendor económico y social que daría paso, al fin, a un periodo de remodelación urbana de casi un siglo, a la que se debe buena parte de la actual fisonomía de la ciudad. En 1778 se procede a la construcción de un nuevo templo. El prestigio de la Villa de Gáldar en el s. XIX lo atestiguan la elección de la misma como Sede Provisional de la Audiencia en 1812, la erección en cabeza del partido judicial en 1837, la emotiva instauración de la Comisión Provincial de Gobierno en 1843, la Fundación Real del Teatro en 1847, la creación de la Ayudantía de Marina en 1859 y la obtención del título de Ciudad en 1894. En el s. XX, tras unas primeras décadas de gran actividad mercantil y el trauma de la Guerra Civil, destacó, en sus últimos años, por una intensa recuperación económica y demográfica, configurando un centro histórico rico y extraordinariamente variado, donde coexisten parques arqueológicos, y edificios públicos y privados de los más variados estilos desde el s. XVII a la actualidad. GÁLDAR, PUNTA DE (GÁLDAR) El caserío existente en este lugar, en el nivel del mar, se encuentra en la carretera por la que se accede al mismo desde la de Sardina (GC-202), y después de pasar la Caleta de Abajo, siendo los restantes asentamientos en la conocida Punta muy dispersos, salvo una moderna urbanización en lo alto del acantilado del faro. Geográficamente es el cabo donde acaba el Norte de la isla y da comienzo el Occidente. En realidad, la Punta está formada por dos puntas. Toda la costa de la Punta, precisamente por esta situación, es abrupta y, desde los primeros años de la Conquista, las únicas ensenadas naturales para fondear eran las situadas en sus

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El Agujero (véase AGUJERO, PLAYA DEL) con el célebre «Túmulo Real de la Guancha», el más complejo de los de su tipo. Otras construcciones prehispánicas son la Cueva de la Furnia (véase FURNIA, LA), Mugaretes del Clavo y el yacimiento de Botija (véase BOTIJA, LLANOS DE).


La simple enumeración de los topónimos de esta costa pinta un cuadro que dice de la peligrosidad de su costa. De norte a poniente se encuentran: Los Hoyos, Bufadero de Caleta, El Romancillo, Los Picachos, La Campana, Baja de Ortiz, Espaldar de Claca, Peñón Alto, El Puentillo, El Sobradillo, Las Maravillas, Charco del Espejo, Punta del Banco Gordo, El Faro, El Hoyo del Mediomundo, Las Palomas y Los Abrigos. El hombre puso todo su ingenio para describir con topónimos un territorio costero solo apto para peces y aves, salvo El Sobradillo, que es un término antiguo referido a la característica de las tierras de labradío y que puede encontrarse también en Agüimes y Teror. Y dejando la franja costera, en el interior de la Punta se encuentran otros topónimos que dan señas del atrevimiento de los hombres que llegaron al lugar y que tenían que volver por donde habían venido: Plaza Perdida, Barranquillo del Vino y Media Vuelta, sin olvidar el más moderno de Los Condenados. GALERA, LA (LAS PALMAS DE GRAN CANARIA) Se trata de una pequeña y moderna urbanización que empezó con tres o cuatro calles, surgida por proximidad al importante barrio de Tamaraceite, como alternativa más relajada al mismo, donde prácticamente todo ha sido autoconstrucción respetando las alineaciones. Según algunos, este topónimo ha sufrido modernamente una corrupción que ha afectado incluso a la pérdida de su significado, por el cambio de la «c» inicial por una «g». El mal llamado término de La Galera, muy cerca de Tamaraceite por la carretera que va a Arucas, con el paso del tiempo y la tradición oral, ha alterado su primitivo nombre de las Caleras de Tamaraceite, que recuerda la gran importancia que tuvo la cal para la isla. Sin embargo, salvo que esa corrupción del nombre fuera temprana, no parece sostenerse este argumento, pues en un testamento del s. XVIII de Francisca San Nicolás de Tolentino, religiosa del convento de San Bernardo, de fecha 7 de marzo de 1737, se mencionaba el topónimo cuando declara la propiedad de «Tierras de las Galeras en Tamaraceite con una casa terrera». Llama la atención la utilización del topónimo en plural, que induce más a pensar en otros orígenes. Otra alternativa podría ser asociar el topónimo al castigo que se infligía a los esclavos. Es conocida la proximidad a este lugar de los diferentes ingenios que hubo en el cauce del barranco de Tenoya, donde trabajaban esclavos capturados en la Berbería. La galera era una especie de casa particular existente en los ingenios para los que observaban mal comportamiento.

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extremos: preferentemente el Puerto de Sardina (véase SARDINA DEL NORTE) orientado al poniente; y cuando el viento era contrario, la Caleta de Abajo (véase CALETA DE ABAJO) orientada al norte.


Las obligaciones de los esclavos y la ausencia de derechos de los mismos estuvieron reguladas por las Ordenanzas del Concejo de 1531. La galera está asociada al castigo desde muy antiguo, pues en las galeras turcas y berberiscas remaban los cautivos cristianos, y en las cristianas remaban esclavos turcos y berberiscos. GALGA, LA (LAS PALMAS DE GRAN CANARIA) Topónimo prácticamente desaparecido por el despoblamiento del lugar, próximo a los Llanos de María Rivera (véase MARÍA RIVERA, LLANOS DE). GALLEGO, EL (SANTA MARÍA DE GUÍA) Caserío surgido dentro de la antigua Dehesa de Tamara que recibe este nombre, según algunas fuentes, por haber sido tierras de Gonzalo Gallego en 1513. Está situado en la margen izquierda, subiendo, de la Carretera a Moya (GC-700). También se sabe que Juan Gallego se encuentra entre los beneficiados en los repartimientos de 1501 en el distrito de Gáldar. Se le conceden cuatro aranzadas de tierras, equivalentes a unos dieciséis mil metros cuadrados aproximadamente. Millares Torres considera que una aranzada es igual a una fanega, unas mil seiscientas brazas cuadradas. De esta manera, cinco aranzadas forman una suerte, cuatro suertes una caballería o veinte fanegas. El pago es muy conocido por El Tagoror del Gallego, yacimiento aborigen situado en la vertiente que da al mar, de la misma montaña, en lo alto del Cenobio de Valerón, compuesto por un área de forma semicircular en el que se aprecian cuatro asientos o tronos realizados en piedra excavada en la montaña y rodeados por lo que pudo ser una especie de gradas. Se cree que pudo ser un consejo o lugar donde se administraba justicia. Se cree que en este Tagoror fue juzgado Diego de Silva, conquistador portugués que desembarcó por la Costa Lairaga (véase BARRANQUERA, LA) y al que, tras ser apresado por los canarios, el Guanarteme Tenesor Semidán le perdonó la vida con la condición de que no volviera a intentar la conquista. Fue declarado Zona Arqueológica el 2 de julio de 1993.

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Desde el momento de la compra de los esclavos, el comprador y futuro dueño tenía muy en cuenta que no fueran demasiado aficionados al juego ni haraganes, que no saltearan caminos ni fueran ruines, bellacos, indómitos, revoltosos ni mentirosos. Pero, sin lugar a dudas, dice la fuente consultada que era la sodomía la tacha que más rebajaba el valor del esclavo. Los compradores recelaban de los que la practicaban, ya que, si tal costumbre no impedía al esclavo realizar trabajos, sí podía por el contrario provocar que fuera juzgado por un tribunal civil o eclesiástico, que lo podía condenar a galeras o a la hoguera, con lo que su dueño veía esfumarse ante sí eI capital invertido en él.


GALLEGO, LOMO DEL (SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA) Este largo lomo conforma la margen sur del ancho cauce del Barranco y Caldera de Tirajana. Se sitúa en su alto el lugar de Los Sitios (véase SITIOS, LOS) frente a la Fortaleza de Ansite (véase ANSITE, FORTALEZA DE). Está próximo también al «almogarén» de Amurga. A comienzos del s. XVIII, hubo muchas ocupaciones clandestinas de tierras que dieron lugar a los deslindes de tierras de baldíos que se iniciaron por el Cabildo General de Gran Canaria el 26 de mayo de 1706 en presencia del escribano Pedro Alejandro de Medina, del Alférez Francisco Sánchez Balvoa, alcalde de Tirajana, y de los deslindadores Francisco Suárez y Antonio de Quintana. La información que facilita la fuente consultada reproduce el deslinde en el que concurren una serie de topónimos de estos lugares, muchos de los cuales son reconocidos aún en la actualidad. Se encuentran dentro de una superficie de forma triangular, cuyo vértice superior es la Montaña de Amurga (véase AMURGA, MONTES DE). En las laderas denominadas de Gallego decían poseer tierras, diferentes hermanos de Antón Pérez Cabeza, por título de la data que tenían y que a los deslindadores no les constaba, según expresan en su declaración. En el año de 1605, la familia de «negros libertos», constituida por Antón Pérez Cabeza y su mujer Juana García, vecinos del Señorío de Agüimes, por la compra de terrenos efectuada, se trasladó al Barranco de Tirajana (véase NEGROS, BARRANCO DE LOS). Por la parte del Bermejo, declararon, había otro Cortijo de Tierras que poseían otros herederos de Fataga «…que son tierras realengas, sobre que hubo pleito con el Lizenciado Matheo Pérez Villanueva y se declararon de realengo…». Debajo de los linderos de Amurga se podían cultivar las tierras que iban desde las Cabezadas del Gallego, Barranco de las Palmas, a dar a los Guinchos y al Lomo de la Madera, cruzando al Solapón de la Majadilla de Guerra al paso de los Machos, a la Atalayuela y punta de la Hoya de Toledo, Vuelta de Antón González, Dormidero del Drago hacia el Corral de Garañones cruzando Cueva del Cañizo, y paso de la Laja hacia el mar.

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Después de la Conquista, aparece la propiedad de estas tierras en la fundación, el 7 de septiembre de 1765, del patronato del matrimonio de Francisco Carvajal Aguilar, Regidor, y Bernarda Manuela de Matos Coronado, cuando, entre los bienes incorporados al mismo, se incluyen ciento once fanegas y siete celemines de «Cortijo labradío y de riego denominado “El Gallego” con una cueva y dos solapones», superficie bastante extensa que cubriría prácticamente toda la extensión del caserío.


En la primera mitad del s. XVIII, tras el terrible ciclo de sequía de la década de 1720, se hizo necesario mantener la continuidad de los caudales para riego, y los heredamientos próximos de Sardina y Aldea Blanca decidieron la construcción conjunta de una mina de agua en la zona de El Gallego, terminándose el primer tramo de la mina hacia 1743, con una longitud de ciento cincuenta metros, y un canal o galería de sesenta centímetros metros de ancho por el doble de altura, que se ampliaría a finales del s. XIX con nuevos tramos subterráneos filtrantes, zigzagueantes de un lado a otro del barranco, con sus correspondientes campanas de ventilación, algunas de hasta treinta metros de profundidad, hasta sobrepasar toda la zona de El Gallego, con una longitud total de unos seiscientos metros. Esta gran obra hidráulica, única en Canarias, permitió irrigar los extensos llanos de Sardina y parte de la hacienda de Juan Grande, moviendo también cuatro molinos harineros. En la desamortización de las tierras de baldíos y realengos que mantenían esa condición desde la Conquista, las cuarenta fanegas de «Tierra en Gallego» salieron a remate en 1873 y fueron vendidas a José Ruiz Delgado por el precio de 800 reales de vellón. GAMONAL, EL (SANTA BRÍGIDA) Este topónimo, que se encuentra igualmente en los municipios de San Mateo y Telde, obedeció a la presencia en el lugar de la especie llamada vulgarmente gamón o gamona (Asphodelus ramosus), también conocida popularmente como «vara de San José» por florecer en marzo y parecerse a la vara en flor que presenta la imaginería de ese santo. Es una especie de amplia distribución, nativa probablemente en todas las islas. Se trata de una planta que puede alcanzar un metro y medio de altura y que se diferencia de otras especies del género por sus frutos y por sus hojas planas. Los segmentos florales son blancos, con una línea roja en el centro. En la actualidad, en este municipio perdura el topónimo en un caserío y en una amplia zona de tierras que acaba en los límites con San Mateo, conocidas como Gamonal Bajo y Gamonal Alto. Al pequeño pago, situado aproximadamente al norte de las tierras del Gamonal Bajo, se accede por un camino vecinal existente frente a la iglesia de El Madroñal. Desde los primeros momentos de la Conquista eran tierras del Cabildo, y ya se establecía la protección y salvaguarda de esta «dehesa» en las Ordenanzas del Concejo de 1531, cuando se dice «… huerta por el cantón de los riscos hasta dar a Santa Brígida se acotó para que no

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Dentro del Pinar de Amurga también había dos vegas de tierra labradía que se podían sembrar: una estaba entre el Barranco de las Vueltas de Antón González y Cabezada de la Vega de Amurga, y el Barranco de la Cueva de la Negra; y la otra, llamada de «Malnombre», estaba entre el Barranco de Antón González y el Barranco del Chaví del Toro. En el mapa de la isla confeccionado por el Dr. Chil a finales del s. XIX, se incluía el topónimo de B. del Malnombre, aproximadamente donde en la actualidad está el Barranco del Toro.


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Hoya del Gamonal

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Menciona la ordenanza tres propietarios de tierras en el lugar, y se sabe de dos de ellos que recibieron tierras en los repartimientos habidos entre 1485 y 1489. Los conquistadores Alonso de Albayda y Juan de Siberio resultaron beneficiados con una suerte de tierras, el primero, y con una caballería de diez aranzadas, el segundo. Pero no todas estas tierras que correspondían a la dehesa se mantuvieron como públicas, pues algunos años después ya habían sido roturadas y conformaban lo que fue conocido en la antigüedad por la Vega Vieja, cuyo topónimo puede encontrarse fácilmente en los protocolos notariales de principios del siglo XVI, como por ejemplo, en el reconocimiento de deuda que Cebrián de Torres y Francisco de Torres, su hijo, vecinos, firmaron el 9 de noviembre de 1560 ante el escribano Alonso Hernández estando «… en el asiento de las casas de Cebrián Torres, en el término de la Vega Vieja de Las Palmas...». Allí tenían grandes propiedades Francisco de Maluenda e Isabel Guerra, que en 1524 habían construido la primera ermita de Santa Brígida, en la zona conocida por El Espolón. Y también el Conquistador, Capitán de Infantería y Regidor Perpetuo de la Isla Álvaro Herrera Álvarez decía, en su testamento de 18 de mayo de 1538, que tenía veinte fanegas de «Tierras de pan sembrar en la Vega Vieja de la Vegueta que dicen de Porras», no dejando sucesores. Es de suponer que el nexo de posesión de Porras responde a Fernando de Porras, personero de Pedro de Vera, y que habrá de remitirse a los primeros repartimientos de Pedro de Vera no localizados, pues figura tal antrotopónimo en las Ordenanzas del Concejo de 1531 cuando regula de «la guarda de las sementeras y vegas sembradas» y menciona el lugar cuando dice «… desde una albarrada vieja que está encima de la Vegueta que dizen de Porras que Iinda con tierras de Castillo y de ay atravesar el barranco del agua a dar al lomo de las tierras de Caçorla y todo el lomo baxo del Gamonal…». El mencionado personero Fernando de Porras fue el encargado años atrás de trasladar las reclamaciones de los nuevos colonos de la isla, sustentadas en la facultad que se les concedía en una de las cláusulas de la Real Cédula de 20 de enero de 1487, cuando se decía que «… si por alguna persona o personas de los dichos vecinos e moradores de la dicha isla de Canaria de la tal partición fueren agraviados, visto los tales agravios se desfagan…».

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entren cabras ni ovejas ni puercos e ansimismo en las tierras del Gamonal se acotaron por dehesa todas las tierras labradas desde las primeras tierras que son de los herederos de Juan de Sanlúcar hasta en fin de las tierras de los herederos de Alonso de Albayda que lindan con tierras de los herederas de Juan de Siberio donde están hechos ciertos mojones e por parte de arriba para mojón el lomo a unas vertientes a las tierras del Gamonal. Gamonal e desde el camino que sube al dicho lomo…».


Estas reclamaciones dieron ocasión a que se expidiese por los reyes una nueva cédula el 26 de septiembre de 1491, disponiendo en ella que el juez de residencia oyese las quejas de los solicitantes, especialmente las de aquellos a quienes se debiera aún el todo o parte de sus sueldos como conquistadores, haciendo información y pagándoles una tercera parte en dinero y las dos restantes en tierras y aguas. La demanda de tierras en el lugar fue como un mandato generacional, de padres a hijos, y así, Juan Siberio de Múxica, hijo del conquistador Juan Siberio, obtuvo la concesión o confirmación de una data de tierras en la Vega Vieja del Barranco del Gamonal el 15 de mayo de 1549. Y conforme pasan los siglos, este lugar sigue apareciendo en distintas fuentes documentales, como en el testamento de Luis Fernández de Vega, Arcediano de Fuerteventura y Dignidad de la Catedral, que declara el 26 de mayo de 1730 un cortijo de dieciocho fanegas de tierra labradía con eriales. Muy cerca del cruce del Gamonal Alto se emplaza la presa de Santa Brígida, cuyas obras se iniciaron en 1953, con capacidad para 236 710 metros cúbicos o aproximadamente 548 azadas, aunque nunca se llegó a culminar. El embalse está ubicado en el comienzo del barranco del mismo nombre, en donde pueden contemplarse algunas de las reliquias de la arquitectura del agua: dos curiosos acueductos, especie de yugos de agua, que se alzan desde el cauce y que eran utilizados para transportar el agua de la Comunidad de Regantes de Tafira que bajaba de las cotas más altas de la Cumbre. Estas estructuras forman un conjunto patrimonial inigualable de gran valor etnográfico. Los acueductos del Gamonal conservan los tres arcos de medio punto de cantería azul procedente de la cuenca del Guiniguada, con argamasa de arena y cal, y se encuentran sobre un antiguo barranquillo que dio paso a las acequias de piedras, cantoneras y otras construcciones para el aprovechamiento del agua. GAMONAL, HOYA DEL (SAN MATEO) Situada en el sur del término municipal, por encima de Las Cuevas, entre Camaretas y Risco Prieto, es una enorme depresión que acaba donde se construyó la Presa de Las Hoyas. El topónimo alude a la antigua presencia de la especie llamada vulgarmente gamón o gamona (Asphodelus ramosus). Véase información sobre la misma en GAMONAL, EL.

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El alegato interesado del personero al consejo era que la isla se hallaba poblada de un número excesivo de canarios libres, cuya actitud era sospechosa y podía comprometer la tranquilidad del país, conviniendo a los intereses de la colonia su apartamiento, y buscando para ello algunos medios secretos y eficaces.


Contemplando esta posibilidad de error, aparecen algunos documentos vinculados a los lugares del entorno en el s. XVIII, como el testamento del Licenciado y Presbítero Blas Marrero Betancort, de 16 de enero de 1751, quien menciona distintos topónimos de interés en el lugar, cuando relaciona algunas suertes entre sus bienes: «Suerte de tierra de una fanega en el Roque del Gamonal, heredada; Suerte de tierra de cinco fanegas en el Gamonal denominada “Suerte de Garabus”, comprada; Dos suertes de tierra de siete fanegas en el Gamonal, heredadas y compradas; Suerte de tierra de una fanega con dos casas en el Lomito de Chaforico, en el Gamonal, comprada». También el de Ana María Marrero, mujer del Alférez Luis de Vega, de 7 de enero de 1744, donde dice ser propietaria de «Pedazo de tierra en Lagunetas, una Suerte de tierra en Gamonal y un Pedazo de tierra en el Roque». Las especiales características climáticas de esta zona, con presencia del alisio, ligadas a su relieve, proporcionan un ambiente fresco de manera permanente, incluso durante el verano. Se presupone que existió en la hoya un bosque de laurisilva especialmente frondoso gracias a estas condiciones de humedad continua y a los importantes aportes de agua de lluvia en la zona. Tales condiciones climáticas han favorecido la alteración de las coladas existentes, facilitando la formación de suelo (edafogénesis) y originando así una tierra rojiza y disgregable. Gran parte del territorio es de propiedad pública. Se reparten su titularidad el Ayuntamiento de la Vega de San Mateo y el de Las Palmas de Gran Canaria. Este último recoge parte de las aguas que nacen en la zona de Siete Fuentes. A principios del siglo XX, una compañía inglesa realizaba extracciones de agua destinadas a cubrir las crecientes necesidades de abastecimiento de la ciudad por entonces (véase INGLESES, LOMO DE LOS). El agua de estos nacientes era conducida por tuberías de hierro desde la Hoya del Gamonal hasta el Llano de las Brujas, en Las Palmas de Gran Canaria. El Barranco de Santa Brígida establece su cabecera en la Hoya, entre Montaña Cruz Santa y El Salado, que aguas arriba recibe los nombres de Barranco de La Higuera y Barranco de Mirelos, hasta unirse aguas abajo al Barranco Guiniguada. En estas zonas de cumbres realizaban su tarea los neveros, quienes desarrollaban el que quizás represente el oficio artesanal menos conocido de la isla. Recibían este nombre tanto los trabajadores que acudían esporádicamente a los pozos de las nieves, para la recolección y la compactación de la nieve, como los arrieros que bajaban la carga a la Catedral y el

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Resulta compleja la identificación de tierras en el lugar, pues siglos atrás, el territorio que hoy es de la jurisdicción de San Mateo, lo estuvo bajo la jurisdicción de La Vega, después Santa Brígida, y al concurrir dos topónimos iguales en ambos municipios, se hace precisa su identificación por las señas que se dan de otras tierras del propietario.


A diferencia del suelo de la hoya, que es cultivable, el resto del paisaje es impresionante y de una belleza extraordinaria, habiendo contribuido a ello su difícil accesibilidad. Aquí se encuentra la «cresta de gallo» (Isoplexis isabelliana), un endemismo exclusivo de la isla. De porte arbustivo, esta planta se encuentra ligada a las formaciones de pinares, situándose en sus bordes, entre los 600 y 1700 metros sobre el nivel del mar. Llega a alcanzar hasta un metro y medio de altura, con hojas de hasta quince centímetros de largo, estrechamente lanceoladas, de color verde oscuro, brillantes y con el borde serrado. Sus flores se presentan en racimos terminales que sobrepasan los veinte centímetros de largo, de color rojo anaranjado y muy vistosas. Florece de abril a julio y fructifica de junio a agosto, y es normal ver sus flores visitadas por insectos y pájaros. Se trata de una especie heliófila, es decir, adaptada a la vida a pleno sol y que en la sombra tiene dificultades para crecer. Requiere humedad del suelo y es habitual verla buscando refugio en grietas de paredes de cierta pendiente. GANDO, BAHÍA, PENÍNSULA Y ROQUE DE (INGENIO) Topónimo aborigen. Aunque son varios los accidentes geográficos que responden a este topónimo, según algunos filólogos, el significado «roque» se refiere al pequeño roque, marino refugio de aves marinas y reptiles que está calificado como Sitio de Interés. La Península de Gando, en el sureste de la isla, tuvo su origen en un volcán que creció en los bajos fondos y que el mar ha carcomido en gran parte de su masa, y es hoy en día parte de una larga sucesión de dunas de arena, azotada seis meses al año por los vientos alisios, los vientos que llevaron a Cristóbal Colón a América. Esto hace que esta zona de la isla sea un terreno estéril, donde a la vida le cuesta trabajo surgir por métodos naturales. Toda su vegetación es endémica: tamarix canariensis, lotus macrocarpa, lotus verdeloti y otras especies completamente adaptadas a crecer entre la sal, la arena y el fuerte viento, con ausencia de agua dulce, siendo por consiguiente rastreras en su mayoría, salvo el tarajal (tamarix canariensis), que es un arbusto de mediano porte. Es la península la que da abrigo a la bahía y playa del mismo nombre, sobre la que se dan las más antiguas reseñas históricas. Este es el mejor fondeadero histórico de la isla, situado entre la punta de la península al noreste y la Punta de Arinaga al suroeste, formando una excelente bahía con fondos de arena y fango. El punto más protegido es su extremo noroeste, defendido por la península, que actúa de barrera para todos los vientos salvo los del este, sureste, sur y sur-suroeste.

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encargado de venderla en la nevería (véase NIEVES, PICO Y POZO DE LAS). Muchos de estos hombres procedían del municipio de la Vega de San Mateo, de Camaretas y de Hoya del Gamonal.


Por sus buenas condiciones, dada la mansedumbre de sus aguas, se decía que podían llegar a estar fondeados más de doscientos navíos, muchos de los cuales venían a invernar y otros a carenar aprovechando sus playas a lo largo de unos nueve kilómetros. Según Marín de Cubas, esta ensenada parece haber sido el punto donde desembarcaron los primeros dieciocho frailes agustinos mallorquines que llegaron en dos navíos en el s. XIV. También dice que hacia 1403 llegaba Gadifer de la Salle procedente de Fuerteventura, y que recibió sangre de drago a cambio de herramientas de hierro, agujas y anzuelos metálicos. Dice el Padre Las Casas en su Historia de las Indias que, en 1492, con motivo de habérsele saltado el «gobernario» a la carabela Pinta y ante la necesidad de arreglarlo, Colón fondeó en la Bahía para reparar las averías del timón a la Santa María y las velas a la Pinta. La ensenada o puerto de Gando estaba bajo la jurisdicción o el señorío de Agüimes, y lo siguió estando al menos hasta 1778, según documento firmado por José de Medina Raymon, que transcribe Pedro Cullen: «… Cuatro leguas distantes de la Ciudad en el puerto de Gando, jurisdicción de Agüimes en la rivera de aquel mar, está situada la Torre de Gando, cuya torre vemos existente en la margen izquierda del barranco de Aguatona, que es la continuación del barranco del Charquillo…». Según la fuente consultada, a partir de 1779 fue parte integrante del territorio de Telde, y los soldados que hacían las rondas en la torre estaban en el padrón parroquial de Telde. El 13 de febrero de 1885, la Baja de Gando iba a ser, una vez más en pocos meses, el verdugo de un vapor trasatlántico de las mayores dimensiones de aquellos que por entonces frecuentaban el puerto grancanario de Las Isletas. El trasatlántico Alfonso XII, hundido con un cargamento de oro y plata en sus bodegas, había sido construido por la «Wm Denny, Hermanos» en el astillero escocés de Dumbarton. Tenía algo más de ciento diez metros de eslora, once metros de manga y cerca de nueve de puntal, con 3000 toneladas de arqueo, y desarrollaba una marcha de catorce nudos. Su coste de 14 millones de reales daba una idea de lo colosal de aquella máquina que hoy yace bajo las aguas de Gando, y explica por qué despertaba la admiración popular, además de por la vistosidad de sus tres palos y un mascarón de proa con una alegoría al monarca del que tomaba el nombre.

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El principal peligro que presenta es que, a unos novecientos metros de la punta de la península y en dirección nordeste, se encuentra la Baja de Gando, la más peligrosa de la isla, que en bajamar presenta uno de sus dos picos de medio metro de profundidad, y fondos medios entre veinte y treinta metros. La presencia de rompientes a su alrededor con mar agitada permite distinguirlo a distancia, pero la corriente tira hacia la baja y, cuando hay mar en calma, puede resultar mucho más peligrosa, ya que pasa más desapercibida. Se han producido varios naufragios en su entorno.


En las tierras llanas, antes de pistas de aterrizaje, hubo otros aprovechamientos agropastoriles, como lo prueba el testamento fechado el 11 de mayo de 1759 de Juan Naranjo Quintana, Receptor jubilado del Santo Oficio de la Inquisición, que dice de trescientas veinte fanegas de un «Cortijo de tierra labradía y montuosa con dos casas terreras, cocina, alpende y doscientas noventa ovejas y unas cabras en Gando», que había comprado. Un siglo después, en 1852, se acuerda construir un lazareto en la península, que se utilizó también para la cuarentena sanitaria de los viajeros de los barcos sospechosos de enfermedades. En 1919, los aviadores franceses Paul Vachet, Hamm, Roig y Delrier hicieron un viaje de estudio en aviones Breguet para proyectar una posterior travesía al Atlántico Sur, y toman tierra en el páramo de Gando. En 1933, se realiza el primer vuelo con pasajeros, y en 1935, esta ruta se convierte en la línea Madrid-Canarias. Las primeras ayudas a la navegación se instalan a finales de 1934. De esta manera se autoriza el funcionamiento de una estación radioeléctrica para servicio del aeropuerto de Gando. El 6 de julio de 1936, Juan Ignacio Luca de Tena, director de ABC, llama desde Biarritz a Luis Bolín Bidwell, corresponsal de su diario en Londres, y le hace el siguiente encargo: «Necesito que contrates en Inglaterra un hidroavión capaz de volar directamente desde las Canarias a Marruecos, si es posible a Ceuta. Un español llamado Mayorga te facilitará el dinero preciso; trabaja en la City, en la banca Kleinwort. El aparato tiene que estar en Casablanca el sábado próximo, 11 de julio». Con este objetivo, Bolín se reúne en Simpson’s, tradicional restaurante del Strand londinense especializado en rosbif y solomillo, con Juan de la Cierva, inventor del autogiro. Bolín y Juan de la Cierva se ponen manos a la obra, pero no encuentran ningún hidroavión de esas características. Tendrán que contentarse con un de Havilland DH-89A Dragon Rapide, un avión de siete plazas que la Olley Air Service opera desde el aeropuerto de Croydon.

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El vapor de la Compañía Trasatlántica tenía capacidad para doscientos cuarenta y cuatro pasajeros además del espacio de la tripulación, y en el momento de su hundimiento transportaba a doscientas ochenta personas. La rápida intervención de los pescadores de la zona hizo que no hubiera que lamentar desgracias personales. Sin embargo, la leyenda rodearía el Alfonso XII por una cuestión que llenó de sueños a los habitantes de esta isla. En el momento de su hundimiento, el barco transportaba diez cajas de oro de las que posteriormente se recuperarían nueve a cargo de los buzos contratados por la compañía.


A las 14:33 horas, el Dragon Rapide despega de Gando camino de Casablanca con Franco vestido de paisano. Lleva un pasaporte falso, cedido por el diplomático José Antonio de Sangróniz. Con él van otros dos hombres también de paisano. Su primo, el teniente coronel Francisco Franco Salgado, es uno de ellos, y el otro, un oficial de Aviación. Después de una primera escala en Agadir y una segunda en Casablanca donde pernocta, el 19 de julio de 1936 a las siete de la mañana, Franco llega a Tetuán, donde nuevamente viste su uniforme de general con fajín rojo y borlas doradas. Toma el mando del Ejército de África y la noticia llega a todos los rincones de España. Para unos, había comenzado el Alzamiento Nacional. Para otros, se trataba de la Sublevación y el Golpe Militar. Y para todos, había empezado la Guerra Civil Española. Entre 1944 y 1946 se construye el edificio de la Terminal de Pasajeros. Allí se trasladan las oficinas de las compañías aéreas ubicadas en las instalaciones de la Base Aérea de Lanzarote. De esta manera, se consiguen separar las actividades civiles de las militares. Un decreto de julio de 1946 declara el aeropuerto abierto a todo tipo de tráfico nacional e internacional, y lo califica como aduanero. En la actualidad, el aeropuerto internacional construido en Gando es conocido con el nombre de la isla: Aeropuerto de Gran Canaria. GANDO, TORRE DE (INGENIO) La bahía natural (véase GANDO, BAHIA, PENÍNSULA Y ROQUE DE) influyó grandemente en el desarrollo de la economía de la zona a finales del s. XV, y durante los siglos XVI y XVII. Para defender esta bahía y proteger los navíos que a ella se acogían huyendo de los piratas y corsarios, o para transportar a las Indias o a Europa los productos de la tierra, en especial los del ingenio de Cristóbal García del Castillo, se edificó, después de la conquista de la isla, una nueva fortificación, la cuarta, que era una torre bien pertrechada, junto a la bahía y playa de Gando. La historia de la Torre se extiende desde el s. XIV hasta el XVIII. Según diferentes historiadores, Luis de la Cerda, príncipe de la Fortuna, una vez investido por el Papa Clemente VI en Aviñón como rey de las Canarias, envió a la isla dos bajeles con tripulantes mallorquines y aragoneses que pasaron por diferentes peripecias y que al final arribaron a la bahía de Gando.

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El 18 de julio a las tres de la madrugada, tras recibir noticias del general Solans haciéndole saber que la sublevación militar ha triunfado en Melilla, Francisco Franco Bahamonde, entonces Capitán General de Canarias, exige al gobernador civil de Las Palmas la rendición incondicional y toma el control de los aeródromos. Para evitar la posibilidad de un atentado en carretera se requisa el remolcador España Dos para llevar a Franco de la ciudad de Las Palmas hasta Gando.


La segunda torre, construida por Diego de Herrera entre 1457 y 1459, en la arribada del Señor de Lanzarote acompañado del Obispo del Rubicón, que realizaron un pacto para la compra de la orchilla con los aborígenes, se edificó con gran rapidez con la ayuda de los canarios, y se dejó como alcaide a Pedro Chemida, pero los soldados de la guarnición cometieron frecuentes tropelías, raptando a algunas mujeres nobles aborígenes, por lo que fue también incendiada y arrasada. Reconstruida por el propio Herrera, fue asaltada y conquistada por Diego de Silva, general del infante Enrique de Portugal. Por su parte, el rey de Castilla protestó enérgicamente ante el de Portugal, pero ni esta ni otras gestiones más severas dieron por entonces resultado, hasta que en 1461, ya muerto el infante Enrique, impulsor de todas las aventuras marítimas, el rey Alfonso V dio una provisión conminando a Silva a devolver la fortaleza. En aquella época la política era de negociaciones, astucias y compromisos, así que se pactó el matrimonio de María de Ayala, hija de Herrera, con Diego de Silva, y este quedó en 1462 como alcaide de la Torre, en nombre y representación del señor de las Canarias. En 1741, por encargo del Capitán General Andrés Bonito Pignatelli, los Ingenieros Coronel La Riviere y Teniente Coronel La Pierre construyen la actual torre en forma circular y de dos plantas. Recién construida la torre y con ayuda del barco El Canario, derrotan una balandra inglesa que entró en la Bahía con intención de saqueo. GARITA, PLAYA DE LA (TELDE) Dice el DRAE que esta palabra, de procedencia francesa, que en la antigüedad se decía garite y en la actualidad, guerite, tiene diferentes acepciones: «Torre pequeña de fábrica o de madera fuerte, con ventanillas largas y estrechas, que se coloca en los puntos salientes de las fortificaciones para abrigo y defensa de los centinelas» y «Casilla pequeña, para abrigo y comodidad de centinelas, vigilantes, guardafrenos, etc.». Algunas fuentes sostienen que el lugar fue un puesto de vigilancia del antiguo Puerto La Madera, ligado a la actividad del desembarco de las maderas necesarias para las construcciones de viviendas e ingenios azucareros durante el s. XVI, de gran desarrollo en la vega mayor de Telde. Un documento de la misma centuria menciona el desembarco de maderas por el Puerto de Melenara o por el Bañadero. Los puertos naturales cercanos a Telde utilizados en ese tiempo eran el Puerto de Melenara y la actual playa de La Garita o Puerto Madera, ensenada natural protegida al norte por la Punta de la Mareta y al sur por la Punta del Bufadero.

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Esto ocurría en el año 1360 y, seguramente, fueron los constructores del primer fuerte de los cinco construidos en la playa, de los que hablan con mayor o menor precisión los diferentes historiadores. Apoyados en él, penetraron hasta Telde y Agüimes, y sufrieron los terribles ataques de los canarios, que mataron o hirieron a la mayoría e hicieron prisioneros a los restantes. Es de suponer que también arrasaron aquella primitiva y rudimentaria fortaleza.


GATOS, LOMO LOS (MOGÁN) Este conjunto arqueológico, conocido desde el s. XIX, está situado en la margen naciente del barranco de Mogán, cerca ya de la playa, y está integrado por varios núcleos: un pequeño poblado de casas de piedra seca en la zona denominada Cañada de los Gatos, una necrópolis de túmulos, algunas pequeñas cuevas naturales de enterramiento llamadas Las Crucecitas, donde se recogieron restos de al menos doce individuos, de los que dos eran niños; y, separada del resto, la casa de las Siete Esquinas. Fue visitado por Víctor Grau-Basas, quien dejó varios dibujos de los túmulos y de otras extrañas construcciones macizas que interpreta como monumentos funerarios, algunas de ellas coronadas por tres piedras rojas. A ellos se sumaban varios túmulos de mayor complejidad, conformados a partir de gradas y torreón central. En la Cañada de los Gatos aparecen varias casas cruciformes agrupadas, sin techumbre pero en buen estado de conservación. En sus proximidades y en la misma ladera, hacia el interior, se localiza la necrópolis de Las Crucecitas, una cista osario que es descrita como «una cámara sepulcral de formación pétrea, de aproximadamente dos metros de largo por un metro de ancho». La denominada Casa de las Siete Esquinas o El Caserón pone de relieve el dominio por parte de los aborígenes canarios de las técnicas constructivas, nada toscas ni primitivas, así como la diversidad de soluciones arquitectónicas que desarrollaron a fin de adecuar estos espacios habitacionales a sus necesidades cotidianas. GAVIA, LA (TELDE) A este pequeño pago o caserío se llega por la carretera GC-803 de acceso a Las Gavias, desde el barrio de La Solana, en la carretera GC-810 de la Higuera Canaria a Valsequillo por San Roque. Según algunas fuentes, el nombre de este caserío tiene su origen en una gavia muy antigua existente en el lugar, y de la que se da fe en la descripción de un pleito por aguas de 2 de septiembre de 1809. Como se describe en los autos del pleito, existía un tanque de paredes de barro desde tiempo inmemorial. Sin duda alguna, es la gavia que da origen al topónimo del lugar: «… unos terrenos situados donde llaman El Hoyo, en dicho pago en que nacen dos fuentecillas con cuya agua se recoge en una charca o tanque antiguo que se halla formado de barro...».

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En el plan configurado por Pedro Agustín del Castillo para la defensa de la isla, en su condición de Gobernador de Armas de la Gran Canaria, ordenó la presencia de ciento cincuenta milicianos entre la Torre de Gando y la desembocadura del Barranco Real de Telde. Algunas fuentes sostienen que esta referencia puede argumentar la antigua existencia de garitas para vigilancia del pequeño embarcadero.


En la desamortización de las propiedades eclesiásticas en 1870, se rematan diez celemines de «Tres suertes de tierra en la Gavia», que eran de titularidad del Hospital San Lázaro y que fueron adquiridas por el maestro de Santa Cruz de Tenerife Juan de la Puerta Canseco, por 3420 reales de vellón, compra que resulta curiosa por la personalidad del adquirente. Juan de la Puerta Canseco (1827-1902) es el educador, el maestro tinerfeño más representativo de la segunda mitad del siglo XIX. Consigue aunar su tarea educativa con la realización de obras didácticas aplicadas a la realidad canaria y con su labor de divulgación pedagógica. Publicó varias obras entre las que se encuentran las relacionadas con la geografía e historia de Canarias, las de gramática y lectura, de aritmética, de pesos y medidas, etc. Fue periodista y defensor de la enseñanza, además de fundador y director de los periódicos de instrucción primaria El Instructor y El Auxiliar; y miembro de número de la Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife. GIGANTE, CUEVAS DEL (AGÜIMES) En las proximidades de la carretera que lleva de Temisas a Santa Lucía (GC-550) se encuentra este conjunto habitacional que ostenta este singular nombre de Cuevas del Gigante por las grandes dimensiones de las cuevas que lo conforman. Desde este lugar se tiene una magnífica panorámica del Risco Pintado, lo que permite una visión de conjunto que facilita la interpretación de los yacimientos descritos. Se trata de un grupo de tres cuevas artificiales, de grandes dimensiones y que dan cuenta de la capacidad de los canarios para la transformación del entorno en el que habitaron. Dentro del conjunto cabe destacar la cámara principal de grandes luces, abierta hacia el abismo exterior, que presenta dos salas comunicadas entre sí, a la que se llega desde una abertura en el techo y una especie de escalera de caracol labrada en la toba. GOLETA, LA (AGÜIMES) Pequeño barrio situado entre el Cruce de Arinaga y la villa de Agüimes. Su nombre no debe de tener su origen en esa embarcación que en el s. XVIII realizaba actividades mercantes de cabotaje, pues todos los lugares así conocidos están tierra adentro. Dice el DRAE que es una «Embarcación fina, de bordas poco elevadas, con dos palos, y a veces tres, y un cangrejo en cada uno». Dado que existen, además de este, otros lugares con el mismo topónimo, uno en Arucas y una degollada próxima al Roque Nublo, encrucijada de los caminos de la cumbre, puede que su nombre no tenga nada que ver con esta embarcación y sea un diminutivo de «gola», que como

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El cultivo en gavias está muy extendido en la isla de Fuerteventura. Estos terrenos allanados, con sus paredes de tierra, facilitan que, en tiempos de lluvias, el agua se estanque y se filtre manteniendo el suelo húmedo y facilitando el desarrollo de cereales. En el pasado, la isla constituía un granero para el archipiélago, salvo en las épocas de sequía, que provocaban las hambrunas y la emigración de los majoreros a otras islas.


indica el DRAE tiene dos acepciones militares: «Entrada desde la plaza al baluarte, o distancia de los ángulos de los flancos» y «Línea recta, imaginaria cuando no tiene parapeto, que une los extremos de dos flancos en una obra defensiva». Tiene además otra acepción al uso de los antiguos conquistadores: «Pieza de la armadura antigua que defendía la garganta».

GOLETA, LA (ARUCAS) La Ciudad de Arucas tiene dos polos de nacimiento y desarrollo urbanos: la Villa de arriba, actualmente La Goleta y Lomo de San Pedro, donde se instalaron algunos ingenios azucareros y donde estaba la casa de los Mansel y la Ermita de San Pedro; y la Villa de abajo, habitada por operarios de los ingenios que ocupaban unas pocas casas junto a la ermita de San Juan Bautista. Más tarde surgirían en la Villa de Abajo los ingenios de Lope Sosa y Juan Aríñez. En el año 1521, Juan Mansel, comerciante francés, de Ruan, llega a la isla procedente de Lanzarote donde había participado en la conquista y se convierte en yerno de Hernando de Santa Gadea por su primer matrimonio con María de Santa Gadea, de la que tuvo una hija, Sofía de Santa Gadea. Sobre el año 1525, construye a la entrada de su ingenio azucarero en La Goleta, al pie del Lomo de San Pedro, una ermita bajo la advocación de San Pedro Apóstol, de donde recibe el Lomo su nombre. En los primeros años del s. XVI, el asentamiento poblacional estaba en el Lomo de San Pedro, junto al antiguo Albercón; y en lo que hoy es La Goleta, tan solo existía la principal propiedad de Juan Mansel adquirida a Tomás Rodríguez de Palenzuela: «… Ingenio de moler caña de azúcar, con sus casas de prensa y calderas, y casas de pulgar y refinar con todos sus cobres, prensas y bancos, y todos los demás pertrechos a el anejas y pertenecientes, y con todo su sitio y casas de morada y huerta, y molino que está sobre dicho ingenio,… y asimismo una Hermita de la advocación de San Pedro Apóstol…». Para Francisco Caballero Mujica, el origen de este topónimo situado entre El Cerrillo y el Lomo San Pedro, tiene un significado de lugar de castigo para los trabajadores del ingenio que allí existió. Parece más apropiado que sea un diminutivo de «gola» (véase GOLETA, LA - AGÜIMES). Con motivo de la escasez y extracción de granos, tiene lugar el histórico motín de Arucas en 1800. En este año Juan Salí, administrador de las Reales Rentas y Aduanas, contrata con Pedro Russell, apoderado del administrador del mayorazgo de Arucas, la compra de doscientas fanegas de trigo para la tropa. Antes de que el trigo fuese sacado del lugar, los vecinos se reúnen al toque de caracolas la noche del 5 de mayo de 1800 en el pago de la Goleta para dirigirse al granero del mayorazgo y ordenar a su encargado que al día siguiente procediese a vender el trigo entre los vecinos.

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Resulta probable que la etimología de este topónimo esté vinculada a estos significados, e incluso a la última de las acepciones, porque «degollada», en el habla canaria, es asimilable a «garganta» en su acepción geográfica.


El 27 de agosto, una vez pasada la escasez, se llevan a la Ciudad las doscientas fanegas de trigo para la tropa y se decreta la prisión para los reos. Como cabeza del motín se acusa a Gregorio del Manzano a quien se condena el 1 de julio de 1801 a seis años de presidio en Ceuta juntamente con Antonio Henríquez. GORO, EL (TELDE) Algunas fuentes sostienen que el topónimo puede ser aborigen. Las tierras de este barrio eran, desde antes de la conquista de la isla, tierras de pastoreo. Existían corrales de piedra seca llamados «goros» para la protección del ganado y sus crías, o que servían de refugio o abrigo a los propios pastores. De ahí el origen de su topónimo. También se los llamaba «goretes». Como tierras de aprovechamiento comunal, eran baldíos propiedad del Cabildo General que fueron repartidos en 1787. GOTERAS, BARRANCO Y CASERÍO DE LAS (SANTA BRÍGIDA Y TELDE) Su nombre proviene de las múltiples fuentes que en el mismo existieron y que daban lugar a grandes escorrentías. En las laderas del barranco de Las Goteras, tanto en la vertiente de Santa Brígida como en la de Telde, crecen un buen número de Dragos, varios de ellos ramificados, de hasta cinco periodos florales. Este barranco, que desemboca por Jinámar, conserva su nombre hasta su nacimiento a mil metros de altura en las laderas del Montañón. Aguas arriba, a partir de la desembocadura, conserva la dirección oeste, pero al llegar al barrio de Jinámar cambia bruscamente de dirección y se dirige al norte. En este ángulo recibe un tributario compuesto de dos ramas, Barranco de Los Cascajos, que procede de Hoya de La Caldereta y base del Lomo del Viento, y Cañada de Los Perros, que desciende de las laderas de Montaña Pelada. El Barranco de Las Goteras conserva la dirección norte durante un pequeño trayecto para de nuevo torcer hacia el oeste y dirigirse hacia el centro de la isla, rodeando Montaña Pelada por el norte y la Caldera de Bandama (véase BANDAMA, CALDERA Y PICO DE) y Lomo de La Atalaya por el sur. Su cauce superior presenta rápidas pendientes con márgenes escarpadas. Un tributario importante de este barranco es el Barranco Bacanal, que drena los suelos situados al norte del Pico de Bandama y de La Atalaya. El Barranco del Lentiscal forma parte

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La Audiencia pasó oficio al Gobernador de las Armas para que enviase a Arucas varias compañías de soldados, pero habiendo circulado en la Ciudad la noticia de que otros lugares de la isla se sumaban al movimiento de Arucas, la Audiencia cambia de táctica y dicta providencias más suaves. Solo entonces, los amotinados entregaron las llaves de los graneros a sus dueños. Se produjo la calma al tercer día de iniciarse la revuelta, el 7 de mayo, cuando ya se habían repartido setecientas fanegas de trigo.


El asentamiento urbano se ha realizado en las dos márgenes escarpadas del barranco, de modo que los vecinos pertenecen a los dos ayuntamientos, separados por el puente que cruza el mismo. Ya el 6 de febrero de 1718, el Licenciado, Canónigo de la Catedral y Fiscal del Tribunal de la Santa Cruzada, Esteban Manuel Gómez, decía en su testamento tener una «Hacienda de viña, arboleda frutal, zumacal, tierras labradías, lagar, bodega, caldera de hacer aguardiente, agua y canales en las Goteras», que situaba en Telde. Y Catalina Naranjo Quintana en el suyo de 24 de julio de 1758, decía tener «Hacienda de dieciocho fanegas de viña, árboles y zumacal con casa terrera, parte de otra de alto y bajo y lagar donde llaman “El Escorial”, en las Goteras», que situaba en La Vega. GRAMA, CUESTA DE LA (SANTA BRÍGIDA) Según algunas fuentes, este nombre está relacionado con la «grama» (Cynodon dactylon), planta medicinal de la familia de las Gramíneas, con el tallo cilíndrico y rastrero, que echa raicillas por los nudos. Tiene hojas cortas, planas y agudas, y flores en espigas filiformes que salen en número de tres o de cinco en la extremidad de las cañitas de dos decímetros de largo. En la desamortización de los bienes eclesiásticos, el 1 de julio de 1842, salen a remate nueve fanegas y diez celemines que eran del Convento Dominico de Las Palmas, consistentes en «Terrenos en Cuesta de La Grama con una y media cuarta de agua», que son vendidos el 13 de febrero de 1847 a Jacinto Bravo Laguna, Licenciado de Guía, por 30 100 reales de vellón. GRAN PARADA (SANTA BRÍGIDA) El nombre de este caserío ubicado en la carretera de Santa Brígida a San Mateo (GC-015) está unido al progreso de las vías de comunicación y de los servicios de transporte de personas por los incipientes caminos habilitados para las cocheras, tartanas y calesas tiradas por caballos. Es sabido que la Vega de Santa Brígida fue uno de los lugares elegidos por la alta clase social desde finales del s. XVIII, y más aún en los inicios del s. XIX, para establecer su residencia, y que asistió también al inicio del turismo en la isla. La elección de estos lugares como residencia de una clase adinerada auspició que se introdujeran mejoras en los caminos que comunicaban la Vega con la Ciudad, y favoreció la aparición de empresarios «emprendedores» que prestaban los servicios de transporte de personas. Esta actividad requería un notable esfuerzo, tanto para los animales de tiro como para arrieros y pasajeros, por la especial orografía isleña, y se tenían que realizar paradas intermedias para facilitar el descanso de los arrieros, atender a los caballos con comida y agua, sustituir las herraduras, e incluso, cambiar de animales para continuar el camino.

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de la cabecera de este tributario que nace en los contrafuertes de Lomo Bermejal. Otro barranquillo, el de Hoyo Oscuro, baja entre Los Toscones y Lomo de La Atalaya.


Llegado el s. XX, con la aparición de los «coches tirados a motor», varios satauteños fundaron, en 1920, la Compañía de Automóviles de Santa Brígida. Su primer coche fue carrozado en la isla con un chasis de un Renault, y llegó a tener cuatro más, todos pintados de amarillo, que trasladaban personas y la saca de correos con unos rigurosos horarios de salida, por lo que fueron llamados «coches de hora». Seis años después, los vecinos del pueblo Francisco Melián Rodríguez, dueño de la fonda del pueblo, y Salvador Rivero se hicieron con la compañía, que cambió su nombre por el de Melián y Compañía. Unos años más tarde ya estaba prestando sus servicios por toda la isla, tras la unión de un nuevo socio. En 1940 empezaron a surgir pequeños vehículos, llamados «fotingos» (pretendido anglicismo, aunque es un vocablo del habla canaria que se refiere al automóvil Ford Type o Ford T), que cosecharon un éxito sin precedentes en la industria automotriz. El grupo de estos vehículos empezó a conocerse con el nombre de «piratas», porque iniciaban el mismo recorrido que los «coches de hora» pero saliendo unos minutos antes de la hora fijada por aquellos, de forma que «pirateaban» los viajeros que encontraban por la carretera. No era una compañía, sino un grupo de propietarios individuales de automóviles, que se unían solo a los efectos de repartirse el negocio y hacer la competencia. La Compañía no pudo resistir la competencia y el cansancio de su organización, y fue adquirida por Aicasa (Autobuses Interurbanos de Canarias, S. A)., que hasta 1970 estuvo compitiendo con los «piratas»; pero, nuevamente, los problemas económicos que no afrontaban los socios los llevaron a un conflicto laboral con sus trabajadores, que fueron protegidos en sus demandas por el Obispo de Canarias José Antonio Infantes Florido. Para su resolución se promulgó el Decreto-Ley del Transporte Interurbano de la isla, que asignó las rutas del norte y centro a la nueva compañía Utinsa (Unión de Transportes Insulares, S. A)., formada por los «piratas»; y las rutas del sur, a la nueva sociedad laboral Salcai (Sociedad Anónima Laboral Canaria de Autobuses Interurbanos), formada por los trabajadores de Aicasa. En el s. XXI se fusionan en Global Salcai-Utinsa. GRANDE, LA CRUZ (SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA) Este lugar es el paso natural por el que discurre la carretera de Tejeda a San Bartolomé de Tirajana (GC-060), punto de la Cumbre en el que puede decirse que se pasa del norte al sur de la isla, o viceversa, situado entre el Lomo de La Plata y Los Lomitos, en la intersección con el camino rural que conduce a Los Bailaderos (véase BAILADEROS) y al Morro de La Cruz Grande y Morro del Pinar de Tirajana.

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Según las fuentes, había tres paradas importantes en La Vega: una en El Monte, en las inmediaciones de los hoteles Bella Vista o Santa Brígida (véase LENTISCAL, MONTE); otra en La Alcantarilla, en el casco de la Villa; y la última, en este lugar denominado la Gran Parada.


GUANARTEME (LAS PALMAS DE GRAN CANARIA) En tiempos del conquistador y gobernador Juan Rejón se decía que «… los canarios venían en sus cuadrillas sobre la montaña, a vista del Puerto...». Aquella zona que se nombraba en las crónicas hacía referencia a los lomos o altos del Guanarteme. En la antigüedad se utilizaba el nombre común de guanarteme en esta isla para denominar al rey de la tribu o cantón. En el denominado Barranco del Guanarteme o de Tamaraceite se encuentran unas cuevas llamadas Cuevas del Rey, que posiblemente fueron la residencia de aquel guanarteme de Tamaraceite, de donde recibirían su nombre. Una de las primeras actividades productivas que surgieron en el lugar fueron Las Salinas, necesarias para la salazón de pescado y el consumo doméstico. Son construidas entre 1669 y 1670, siendo su propietario el organista mayor de la Catedral Juan González Montañés, que había solicitado en el año 1668 el permiso de construcción de los tajos al rey con el siguiente ofrecimiento «El propietario ofrece al rey 48 000 maravedís o lo demás que ajustase sin que pasara de los 105 600 maravedís, satisfaciéndoselos en la isla a la persona que designase». Ya en 1672, según la fuente consultada, están en pleno funcionamiento, y su propietario las arrienda: «Juan González Montañés impone a favor del castellano don Diego Cejudo Hidalgo 52 800 maravedís a renta sobre las salinas, tajos, cocederos y casas en Guanarteme». Las salinas poseían ya 72 000 maravedís de gravámenes establecidos a favor del convento de San Bernardo de Las Palmas. Aparte de este aprovechamiento en la franja costera, una muestra del grado de ocupación de estas tierras resulta del testamento realizado el 20 de julio de 1771 por Cristóbal Abreu, canónigo de la Catedral, al fundar su patronato, que declara setenta y siete fanegas de un cortijo de tierras labradías y de pastos en Guanarteme, por el que pagaba un rédito o cargo de 90, 45 y 93 reales de vellón al Convento de Santa Clara, al de San Ildefonso y al Hospital de San Martín, respectivamente. Está documentado, por los permisos de licencia de construcción solicitados por diferentes vecinos al desaparecido Ayuntamiento de San Lorenzo, que hasta la década de los años veinte del s. XX no se inician los asentamientos urbanos en el lugar situado entre la zona de la desembocadura de los Barrancos de Guanarteme y de La Ballena (véase BALLENA,

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A mediados del pasado s. XX, la Cruz Grande era lugar de encuentro para los caminantes. El camino tenía mucha afluencia debido a que el apóstol Santiago es el santo patrón de Tunte. Los peregrinos venían de diferentes partes de la isla para venerar la figura de Santiago el chico, así llamado por su reducido tamaño, que en aquellos años se encontraba en la Ermita del Pinar. Según cuenta la tradición, el peso de la pequeña estatua aumentó después de haberla llevado por primera vez desde la ermita a la iglesia de San Bartolomé de Tirajana.


Este incremento de la población, la proximidad de los linderos del municipio de Las Palmas de Gran Canaria y el agotamiento del suelo en la capital se convertirán en motivo de grandes conflictos entre municipios, con un sinfín de encuentros y negociaciones que no llevaron nunca a acuerdo alguno y sí a muchos desencuentros y a la absorción del ayuntamiento de San Lorenzo (véase LORENZO, SAN), que se justificó por la falta de recursos económicos de este para atender las necesidades de la población. La parroquia de Nuestra Señora del Pilar fue fundada en enero de 1938. La numerosa población que se asentó en el lugar era eminentemente obrera y estaba relacionada con la oferta de trabajo en el Puerto de la Luz y con las grandes salinas que aportaban el elemento para la salazón del pescado capturado en las costas africanas, así como con las industrias conserveras que allí se instalaron. GUANCHA, LA (GÁLDAR) Por su tratamiento en el conjunto, véase AGUJERO, EL. GUANCHÍA (TEROR) Este caserío se llama así por la existencia en el lugar de un yacimiento aborigen, siendo por tanto «un lugar de guanches». Las crónicas hablan de la antigua Aterura como una de las principales aldeas aborígenes, pero no se conoce a ciencia cierta su localización, aunque se cree que se trata del yacimiento de La Guanchía, un conjunto integrado por más de una veintena de cuevas artificiales ubicado en la cota más elevada de la margen izquierda del Barranco de Teror, en el llamado Lomo de Los Silos, pues algunas de las cuevas eran graneros. Hay que destacar que su orientación al naciente facilitaba su exposición al sol de la mañana que contribuía a la conservación de los granos. Es un lugar de tránsito, en el camino algo dificultoso que unía La Peña Horada (véase PALMAR, EL) con Teror, a través del Lomo de los Silos. Este camino era utilizado por los sacerdotes que desde Teror se acercaban a la Ermita de La Peña cuando llegaban las fiestas de las Nieves, incluso después de crearse la parroquia. El trazado, justo al borde del Lomo de Las Caldereras y de Los Silos, subía penosamente hasta llegar a los linderos de la finca de Osorio, donde se unía al camino de herradura que llegaba desde Arucas a través de El Palmar. Las Ordenanzas del Concejo de 1531, cuando regulan de «la guarda de las sementeras y vegas sembradas» y concretamente el deambular con puercos por los caminos, mencionan el lugar cuando dicen «Otrosy que los puercos no puedan andar en todo la defendido de estos mojones que aquí yrán declarados los quales vayan el primero desde (…) y a las tierras de

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BARRANCO DE LA). Hay un notable aumento del número de habitantes hacia el año 1924, lo que motiva muchos asentamientos en aquellos primitivos arenales, entonces llamados Las Arenas. En 1930 se alcanza una población de 1263 habitantes.


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Valle de Guayedra

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El topónimo está documentado notarialmente siglos atrás, y se menciona también en una venta de bienes vinculados el día 28 de agosto de 1872, cuando Juan Jiménez Miranda, agrimensor de Teror, adquiere catorce fanegas y siete celemines de una «Trozada de tierra perteneciente a la Hacienda de Las Caldereras en Guanchía» por 37 500 reales de vellón. GUAYADEQUE, BARRANCO DE (AGÜIMES E INGENIO) Topónimo aborigen. En la época prehispánica fue el complejo habitacional-funerario más extenso de la isla, que se localiza en las escarpadas paredes del tramo medio del barranco, paso natural en el tránsito cumbre-costa del este de la isla. Es una agrupación poblacional eminentemente pastoril. Como zona más poblada de la isla en la antigüedad, en Guayadeque se encuentra el cementerio prehistórico más importante, constituido por cuevas inaccesibles que luego fueron utilizadas como viviendas, lugares de almacenaje de comida o para practicar rituales de fertilidad. Durante el s. XIX se expoliaron estos yacimientos para vender los restos al Museo Canario. En un intento por prevenir un mayor destrozo de la zona, esta fue declarada Monumento Nacional. El barranco es uno de los valles más espectaculares de la isla, con profundas laderas, más de ochenta especies de flora endémica y el arroyo que provee de agua a los municipios vecinos de Agüimes e Ingenio. En el barranco se encuentra una peculiar infraestructura hidráulica gestionada por la Mancomunidad de Aguas de Ingenio Agüimes, conformada a su vez por la Heredad de la Acequia Real de Aguatona de Ingenio, y las heredades de Santa María y de Los Parrales, ambas de Agüimes. Las aguas se captan del subsuelo a través de dos profundas galerías y una mina que se encuentran en su curso medio. La mina lo secciona diagonalmente, unos doscientos metros, con una obra de fábrica de 0,7 x 1,5 metros y dos campanas, obra denominada La Cuarta Mina. Las tierras de sus márgenes eran escasas por los escarpes erosionados por el barranco, si bien hay algunas documentadas en las compraventas de bienes vinculados, como es el caso de la finca de cuatro fanegas y seis celemines de higueral, viña, frutales y tierra calma de la capellanía de Ntra. Sra. de Los Remedios de la parroquia de Agüimes, fundada por Cristóbal Hernández Jiménez y María de Serna Umpiérrez, el 24 de octubre de 1697, consistente en una «Hacienda labradía junto al Barranco de Guayadeque con una gañanía

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Porras que son en Terore y por encima de las dichas tierras a dar al Parral de Juan de Troya e al Barranco del agua a dar a la huerta de Nuestra Señora y el camino adelante a los sylos de Terore linde las tierras de Baeça que van por las cabecadas de Baeça a dar a la fuente de los Laureles y toda la dicha vereda hasta el camino que va de los engenos de Arucas …».


GUAYEDRA, VALLE DE (AGAETE) Topónimo aborigen. Se cree que en este lugar tuvo su residencia el Guanarteme de Gáldar antes y después de la Conquista. El mejor testimonio es la petición que hizo de su propiedad a los Reyes Católicos. Dice Abreu Galindo: «… A Fernando Guanarteme, le hicieron bautizar los Reyes Católicos y le prometieron, lo que pidió, que a su vuelta a Gran Canaria le hiciesen merced de un valle y asiento que tenía que se llamaba Guayedra, de muchos higuerales y no sirve más que para pasto de ganado, que era principal hacienda de canarios…». Dice también Viera y Clavijo: «… Guayedra no es más que una ladera de montañas y riscos escarpados que corren hasta la ribera del mar…». Fernando Guanarteme dio en dote a su sobrina, Masequera de nombre aborigen, Margarita Hernández Guanarteme ya bautizada, en su casamiento con Miguel de Trejo Carvajal, la finca del Valle de Guayedra, cuyo deslinde se hizo el 11 de octubre de 1512 por orden del gobernador Lope de Sosa, y que luego esta vendió, el 21 de agosto de 1523, a Fernán Sánchez Bentidagua, quien su vez la vendió antes de 1529 a Antonio Cerezo El Joven. Con posterioridad, en el vínculo entre distintos bienes constituido el 29 de marzo de 1704 por las hermanas María, Juana y Francisca Cabrejas Bethencourt, se declara la propiedad de diez mil seiscientas cuarenta y cuatro fanegas y siete celemines del «Cortijo de Guayedra de tierras labradías, riscos y “arrifes” con aguas, casas, ovejas, cabras y colmenas, además de casas de alto y bajo». Declaran heredero al hijo y sobrino José Montesdeoca Cabrejas y sus descendientes, con la obligación de firmar después del primer apellido del padre con el de Trejos, Cabrejas o Quintana, y la curiosa particularidad de que los descendientes mudos y locos no son excluidos de la sucesión. La zona arqueológica del Valle está conformada por los conjuntos de Guayedra Baja, Majada de Altabaca, El Roque y Guayedra Alta. El conjunto de Guayedra Baja está compuesto por Las Casas de Guayedra y por el Conchero de la Playa del Negro. Las Casas de Guayedra están asociadas a las estructuras aborígenes conformadas por construcciones de tradición popular, casas canarias con tejas, posiblemente reutilizando viviendas de los antiguos canarios. Es la zona más fértil del valle cercano a la costa. Al otro lado de la carretera se encuentra La Majada de Altabaca (véase ALTABACA, MAJADA DE) compuesta por estructuras habitacionales de piedra seca y de planta cruciforme, ovaladas y

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y pajar, y un día y una noche de agua, veinticuatro horas de reloj, del Heredamiento de la Acequia de Los Parrales cada treinta días de dula», que fue vendida el 26 de marzo de 1866 por Manuel y Fernando Cabrera a Juan Lorenzo García, de Agüimes, por el precio de 61 165 reales de vellón.


circulares, espacios caracterizados por la presencia de construcciones de tradición popular y viviendas conocidas como caserones canarios.

El valle de Guayedra aparece como una cuenca hidrográfica, en cierta medida de tipo original, dentro de la diversidad de formas fluviales de la isla. Si bien su sistema hidrográfico ofrece una organización de afluentes o tributarios casi simétrica, lo destacable reside, primero, en que, morfológicamente, el valle parece pertenecer sólo al tramo superior de una cuenca mayor donde hoy estarían ausentes el curso medio y el bajo; y segundo, en que sus perfiles longitudinal y transversal culminan en cortaduras o andenes de desniveles fuertemente verticales. Ello es consecuencia del cambio de la litología a partir del contacto entre los basaltos inferiores y las traquitas suprayacentes. Una de sus curiosidades consiste en la existencia de unos gigantescos bloques traquíticos, llamados popularmente «piedros», alojados a lo largo del cauce del barranco, que corresponden a desprendimientos desde las cornisas, a veces muy distantes, y cuya peculiar forma redondeada resalta aún más su originalidad. De cualquier modo, corresponden a fenómenos erosivos en los que la gravedad ha sido el agente decisivo. La desembocadura del Valle está formada por depósitos sedimentarios aluviales con depósitos de origen marino. GÜIGÜI, BARRANCO DE (ALDEA DE SAN NICOLÁS) Topónimo aborigen. Dice el cronista Francisco Suárez Moreno que cuando se pretende transcribir el primitivo Guguy, en el siglo XVIII, se pone la diéresis sobre la u y, en la relectura del pretendido Guguy, sale el Güigüi, que es un término canario relacionado con precipicios como Taguy, que se encuentra en el barranco de Siberio, en Los Galgares; o los dos barrancos de Guguy y Guguillo, en El Risco de Agaete; o el Guro que se halla en la cabecera de Furel. Calificado como Reserva Natural Especial comprende un macizo de abruptos relieves en el oeste de la isla. Más allá está el Peñón Bermejo y, a partir de aquí, las cuatro playas: la del mismo Peñón Bermejo; Güigüi Chico, que en realidad es más grande; la playa del Medio, donde está la famosa duna; y, Güigüi Grande, donde desembocan los dos caminos que llegan por tierra, uno de dos horas y otro de tres. El área alberga cortos y encajados barrancos, y escarpados acantilados en todo el perfil costero. Acoge una interesante muestra de cardonal-tabaibal e importantes restos de bosque termófilo.

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A este conjunto se suma la concentración de material arqueológico entre el que destaca la cerámica aborigen, la industria lítica tallada, moluscos marinos y restos de fauna terrestre, asociados a alineaciones de piedra que podrían corresponder a varias estructuras en la actualidad enterradas.


También incluye la única muestra que existe en la isla del «cedro canario» (Juniperus cedrus) y un elevado número de plantas endémicas, como el «cabezón» (Cheirolophus falcisectus).

El Cabezón es una planta arbustiva perenne que llega a alcanzar el metro de altura. Tallo erecto, subleñoso y cilíndrico cuya corteza de color marrón posee cicatrices escamosas y prominentes en su parte inferior; las ramas jóvenes tienen un color verde-violáceo. Las hojas, de dos a cinco centímetros de ancho y de nueve a quince de largo, son pecioladas enteras y con abundantes glándulas. Inflorescencias con dos a siete capítulos de trece a dieciocho milímetros de diámetro y color purpúreo. Florece de junio a julio y fructifica en agosto. Todo el macizo del suroeste fue desde el principio de realengo. Los valles fueron ocupados poco a poco por familias que cultivaban cereales y frutos en lo que, según cuentan las crónicas, era un vergel con distintos nacientes de agua y caminos serpenteantes que comunicaban unas playas con las otras. Así, en los valles de Güigüi Chico y Güigüi Grande, en 1785 se contabilizan uno y cuatro vecinos respectivamente, en viviendas dispersas, aunque en el verano, con la recogida de las sementeras y las frutas, entraban unas ocho familias de La Aldea. El censo parroquial de 1820 recoge un total de ocho familias con veinticinco miembros. Es en este contexto en el que nace el Registro de la Propiedad de Guía. Gran parte del macizo del suroeste, desamortizado o no, aparece desde el 24 de enero de 1867 como Propios del Ayuntamiento, hecho en el que la corporación basa su defensa en el litigio que mantiene con un particular sobre la propiedad. Estas tierras realengas fueron desamortizadas y vendidas, una parte a distintos propietarios, y otras, traspasadas al Ayuntamiento, que las consideró públicas por ser de realengo. En la desamortización de las tierras de baldíos y realengos que mantenían esa condición desde la Conquista, las cuatrocientas noventa y nueve fanegas de «Tierras para pastos en Güigüi el Grande», las trescientas setenta y dos de «Tierras para pastos en Güigüi el Chico» y las cuarenta de «Tierra en las Estanquillas de Güigüi» salieron a remate en 1873 y fueron vendidas, la primera a Juan B. Quintana Rodríguez, jornalero de San Bartolomé de Tirajana, por 360 reales de vellón, y las otras dos a Antonio de Armas, propietario de Agaete, por 2400 y 300 reales de vellón respectivamente.

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El Cedro Canario es un endemismo macaronésico, que vive en Canarias y en la isla de Madeira. Se trata de un arbusto o árbol de hasta quince metros, con ramas más o menos colgantes. Hojas aciculares, planas, y conos globosos axilares, de color marrón rojizo al madurar. Esta especie se incluye en el Catálogo de Especies Amenazadas de Canarias, como en peligro de extinción en la isla de Gran Canaria.


Es un espacio cuya denominación proviene de la presencia del águila pescadora o Guinchete, que debió de abundar en épocas pasadas. Esta denominación se aplica más específicamente a unas cuevas de la costa, a unas pequeñas salinas, a unas vías principales, a un sector agrícola y al camino que accede a estos lugares. Dicho camino ha sido revestido, por lo que ha permitido el poblamiento, recientemente, desde Trasmontaña hasta la carretera del norte de la isla. El topónimo aparece documentado en la venta de bienes vinculados el 20 de julio de 1870, cuando Magdalena Valdea Acedo, de Gáldar, vende a Ricardo Suárez Guerra, de Arucas, una propiedad procedente de una capellanía fundada por Bartolomé Navarro Ortega el 9 de marzo de 1718, consistente en una doceava parte de cuatro fanegas de una «Suerte de tierra en La Majadilla del Guincho», adquiriendo por tanto cuatro celemines por el precio de 1000 reales de vellón. La inclusión, en la descripción de la suerte de tierras, del topónimo Majadilla lleva a la conclusión de que, en la antigüedad, el lugar daba protección a los pastores con sus rebaños de cabras y ovejas. GUINEA (ARUCAS, LAS PALMAS DE GRAN CANARIA, TELDE Y VALSEQUILLO) El lugar, compartido por Telde y Valsequillo, es mencionado en la antigüedad como Cabezón y Lomo, más recientemente como Guinea y Nueva Guinea. Se encuentran, el primero, en el camino hacia la Montaña de Rosiana, al sur del Lomo de en medio; y el segundo, en su continuidad hacia el poniente, próximo a Las Medianías, donde hay un núcleo de población. Es mencionado desde los primeros tiempos después de la Conquista. Se cita, por ejemplo, cuando en 1568 Luis Inglés obtiene tierras en Guinea que lindan con otras de su propiedad. Dado que no existen referencias de conquistadores o colonos con ese apellido, hay que remitirse a otros orígenes vinculados con Guinea.

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GUINCHO, EL (ARUCAS) Es uno de los cuatro pequeños caseríos llamados El Guincho, Lomo de Ramírez, La Hondura y El Tanasio, situados junto a la costa de naciente a poniente, que surgieron como asentamientos en donde se localizaban las viviendas de los jornaleros del campo, en medio de las fincas que cuidaban. Estas fincas estaban antes bastante aisladas, pues se llegaba a ellas a través de caminos muy rurales desde El Cardonal, Cruz de Pineda o Montaña de Cardones, que las comunicaban con el camino real, que luego sería la carretera general que va de Las Palmas al norte de la isla pasando por Tamaraceite (GC-300 y GC-330), dado que la carretera de la costa, la hoy conocida como Autovía del Norte (GC-002), acababa en Casa Ayala.


Según la fuente consultada, se sabe que el rescate de moros de alta fortuna no se hacía exclusivamente por la entrega de oro, pues se hacían canjes por negros de Guinea que los moros obtenían a lo largo de la ruta del oro. También los navíos negreros o mercaderes portugueses recorrían las islas ofertándolos en venta para los ingenios y plantaciones de cañaverales. Y por último, se tienen noticias también de las expediciones organizadas por inversores locales en barcos y aparejos para la captura de negros en Guinea, entre los que se encuentran apellidos vinculados a Telde como Medina, Palenzuela, García del Castillo, etc. Su importancia como «patrimonio» lleva al extremo de incluirlos en los testamentos. Así ocurre en el de Cristóbal García, donde, entre lo que adjudica a su hijo Juan Inglés, consta el ingenio de Telde con treinta y siete esclavos. Es así como surgen en Telde y sus proximidades muchos topónimos vinculados a los esclavos: Mar Pequeña, Bervería, Moriscos, Barranco del Negro, etc. Pero además de los esclavos negros capturados en Guinea, los castellanos se trajeron de allí la Hierba de Guinea, planta de la familia de las Gramíneas, que crece hasta cerca de un metro de altura, con hojas ensiformes, radicales, abrazadoras y en macolla, tallo central, y flores hermafroditas, en espiguilla, que forman panoja, con semillas abundantes. Es planta muy apreciada para pasto del ganado. Aunque también se la llama maíz de Guinea, no debe confundirse con el maíz (Zea mays) llamado en Canarias «millo», con el que se hace el gofio, Gramínea anual originaria de México y cultivada para su consumo alimentario, tanto humano como animal. Fue introducida en Europa en el siglo XVI, y en la actualidad es el cereal con mayor volumen de producción mundial, superando al trigo y el arroz. La denominación común de maíz deriva de la palabra taína mahís con que los indios del Caribe llamaban a esta planta. Este topónimo de Guinea estuvo muy al uso en la isla en la antigüedad, posiblemente porque identificaba lugares plantados con la Hierba de Guinea, como los comentados de Telde. En Las Palmas son varios y están situados en las proximidades del barrio de Los Giles. Son conocidos como Guinea, Llanos de Guinea y Atalaya de Guinea. El llano ocupa una superficie de unas setenta hectáreas que posiblemente estuvieron, en los primeros tiempos de la Conquista, dedicadas al cultivo de la Hierba de Guinea.

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Es sabido que hubo viajes desde Canarias a Guinea, para la captura de esclavos, que originaron protestas portuguesas, porque eran las áreas que le correspondían a la Corona de Castilla, y más concretamente a Ríos de Guinea y Margarabomba. Según la fuente consultada, las primeras noticias que se tienen sobre la trata de negros en Canarias se remontan al año 1494, fecha en que un navío castellano, pilotado por un portugués vecino de Gran Canaria, se dirigió, violando los tratados con Portugal, a la costa de Guinea, donde fue cautivado un buen número de negros que luego se vendieron en Canarias y Andalucía.


La toponimia de Arucas se localiza en las proximidades del Trapiche, cerca del Barranco de Los Palmitos, y se la conoce simplemente por Guinea. Consolidado el topónimo, continúa apareciendo en los siglos posteriores en los testamentos relativos a Telde y Valsequillo. El Canónigo de la Catedral Esteban Cabrera Bethencourt, el 12 de marzo de 1714, incluye una «Suerte en las tierras de Guinea»; el Licenciado, Canónigo de la Catedral y Fiscal del Tribunal de la Sta. Cruzada Esteban Manuel Gómez, el 6 de febrero de 1718, dice de catorce fanegas de «Tierras labradías con algunos “arrifes” en Guinea». Otro documento en el que aparece el topónimo es el de Fernando Sánchez y Beatriz Gutiérrez, del 14 de diciembre de 1732, donde dicen poseer una suerte de tierra labradía de ocho fanegas en las Cabezadas de Guinea, adquiridas por compra; y otro, el del Regidor Francisco Carvajal Aguilar y Bernarda Manuela de Matos Coronado, el 7 de septiembre de 1765, donde incluyen treinta fanegas de una Hacienda de viña, arboleda y tierra calma dividida en dos por el camino que va de Telde a los cercados de Juan Tello y se denominan Montes de Santidad (viña) y cercado de Cubas (labradía) en los Montes de Santidad y Cabezadas de Guinea, que habían adquirido, y siete fanegas y once celemines de una «Suerte labradía de “secano” en Guinea». El topónimo también aparece documentado en el término de Las Palmas, pues entre los bienes desamortizados propiedad del Convento de las Trinitarias Descalzas de San Ildefonso, se remataron el 6 de julio de 1840 y vendieron el 12 de marzo de 1847, a Bernardo Doreste, empleado de Las Palmas, por 30 450 reales de vellón, cuarenta y tres fanegas y dos celemines del «Cercado Guinea o Las Soberanas», que se menciona ante la curiosidad toponímica por la proposición negativa que se hace. También aparece la consolidación del topónimo en las otras tierras de la Ciudad, como se ve cuando Francisco Díaz Armas, Teniente Capitán de Milicias, y Ana López de Castro, en la fundación de su capellanía Colativa de Sangre el 23 de noviembre de 1781, aportan a la misma tres fanegas de tierras que habían comprado en «Suerte de tierra “de secano” en Los Llanos de Guinea (Tamaraceite)».

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Hay una referencia documental, con motivo de la ley de Desamortización de 1836, a los bienes vinculados del Mayorazgo de Matos, que fundara en 1680 el Regidor y Capitán Juan de Matos (véase también LLANOS, LOS - TEROR), que fueron vendidos por su octavo poseedor, Pedro Matos Matos, Caballero Maestrante de la Real de Sevilla. La referida transacción es del 25 de abril de1841, cuando vende a José Antonio Naranjo, vecino de San Lorenzo, la finca de siete fanegas «Suerte labradía y “arrifes”, de “secano” en Guinea de San Lorenzo» por 3750 reales de vellón.


GUINIGUADA, BARRANCO (LAS PALMAS DE GRAN CANARIA Y SANTA BRÍGIDA) Topónimo aborigen. Es un topónimo que hace referencia a aguas corrientes. En concreto, el científico austriaco Dominik Josef Wölfe (1888-1963), autor de Monumenta Linguae Canariae, cree estar seguro de su ascendencia bereber. Aporta dos posibles significados: ‘allí en el mismo nivel’ o ‘aquello en el mismo nivel del mar’. Frontera entre los dos guanartematos de la isla, este barranco era una puerta natural y un pasillo hacia el interior. Por allí se retiraron los aborígenes canarios tras intentar abortar la fortificación de los invasores en la Batalla del Guiniguada. Posteriormente, junto a las aguas de este «río», se asentó el Real de Las Palmas, que pasó en poco tiempo de ser un campamento guerrero a convertirse en una floreciente villa. Agustín Millares narra el primer enfrentamiento bélico entre las tropas de Juan Rejón y los aborígenes, basándose en la crónica del conquistador: «… Diósele el mando de las tropas a Doramas, el cual las dividió en dos cuerpos, confiando uno a Adargoma y otro a Maninidra, guerreros ambos de justa y merecida fama...», lo que luego daría lugar a la conocida como la Batalla del Guiniguada, que narra así: «… Al día siguiente, 29 de junio (1478), desde que el sol asomó por el horizonte, los canarios, divididos como ya hemos dicho en dos cuerpos, bajaron con rapidez por las montañas de San Francisco y de San Juan, y se dispusieron a atacar el Real de Las Palmas...», de donde los canarios se retiran rechazados por los castellanos. «… En esta primera batalla quedaron muertos treinta isleños, y heridos un gran número, de los cuales perecieron la mayor parte por no saber curarse. De los españoles sólo murieron siete, quedando veintiséis heridos...». A finales del s. XV se efectuaron los primeros repartos de agua y tierras en los márgenes del Guiniguada. Entre 1485 y 1489 resultaron beneficiados el Gobernador Pedro de Vera, con tierras en la margen derecha del barranco; el Alférez Mayor Alonso Jaimez de Soto Mayor, con tierras y agua en la margen izquierda; y Juan de Siberio, con un pedazo de tierra junto al mismo. Posteriormente, tuvo lugar la apertura de minas y acequias, y la tala de los bosques del Monte Lentiscal. Pedro de Vera trajo de las islas de Madeira tallos de caña dulce y construyó un primer ingenio junto a San Roque, iniciándose así la progresiva transformación del territorio de esta cuenca. Con el transcurso del tiempo, más de la mitad del territorio de la cuenca del Guiniguada ha sido cultivada, en su mayor parte mediante el sistema de terrazas.

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La costumbre de plantar Hierba de Guinea para el alimento del ganado ha perdurado en el tiempo, pues hasta hace dos generaciones, en lugares del interior de la isla, aquel que tenía un «cachito de tierra» y alguna que otra cabra en el «traspatio» que daba leche y queso para la familia, acostumbraba a plantar la Hierba de Guinea para tener diariamente comida fresca que darle. Eso contaban los mayores.


Estos molinos sufrirán las crecidas del barranco que obligan a sus propietarios a realizar las obras de reposición. En 1669, el oficial de cantero Bartolomé de Sosa se compromete a restaurar «… un cubo de molino viejo en el Barranco de Las Palmas que se lo llevó la avenida de 1615. Lo arreglará de cantería y cal además de la casa junto a éste. Su propietario, el clérigo Francisco Bravo, le entregará al finalizar la obra 28 800 maravedís». En el siglo siguiente, muchos todavía se mantenían productivos. Juan González Travieso, Familiar del Santo Oficio de la Inquisición, y Ana Suárez Fleitas, en su escritura testamentaria de 8 de abril de 1763, dicen poseer dos molinos en el lugar: «Molino harinero con máquina de agua denominado de “Padilla” en el Barranco Guiniguada con dos estancias para la máquina y habitación del molinero» y «Molino harinero con máquina de agua denominado “Caja del Agua del Repartimiento” en dicho Barranco con dos estancias», propiedades que, tras la división de los bienes vinculados el 27 de mayo de 1864, pasarán a sus sucesores. También, tras la desamortización de los bienes eclesiásticos, entre los que estaban los pertenecientes a los Comunales de la Catedral, el 4 de octubre de 1856, se vendió a Juan Hernández Talavera un «Cercado de tierra en el Barranco Guiniguada con medio día de agua del Heredamiento de Triana», por el precio de 60 600 reales de vellón. La cuenca del barranco, aguas arriba comenzando por la desembocadura, recibe por su margen derecha su primer afluente, frente a San Roque, el Barranco Seco, que junto con su tributario, el Barranco de La Laja, drenan el suelo desde las vertientes orientales de la Montaña de Tafira. El lecho del Guiniguada en su tramo inferior es sinuoso, aunque sus márgenes, principalmente la izquierda, son escarpadas. No recibe, hasta pasada Tafira, más tributarios salvo alguna torrentera que se precipita a sus lados. Frente a Tafira alta, la cuenca presenta su mínima anchura, de algo más de un kilómetro. Al nivel de los Llanos de María Rivero recibe un tributario importante, también por su margen derecha, el Barranco del Colegio, que desciende desde La Florida. Frente a Santa Brígida se divide en tres ramas, tres barrancos importantes de los cuales ninguno conserva ya el nombre de Guiniguada. El brazo de la izquierda es el Barranco de La Angostura (véase

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En el s. XVII, una actividad importante vinculada al curso del agua es la de los molinos, casi todos localizados en los márgenes del barranco Guiniguada, que fueron acaparados por los miembros más destacados de la comunidad, según dice la fuente consultada. Su número se presupone que fue suficiente para el abastecimiento de harina y gofio para los vecinos de la Ciudad. Para aumentar su producción, la gran mayoría fue sometida a ampliaciones y mejoras en sus piedras de molienda y mecanismos. (Véase también ROQUE, SAN LAS PALMAS DE GRAN CANARIA donde estuvieron instalados algunos). La energía hidráulica del barranco se utilizó también más tarde para mover las máquinas bataneras (véase BATÁN, EL).


ANGOSTURA, LA), el del centro, el Barranco de Alonso (véase ALONSO, BARRANCO DE) y el de la derecha, el Barranco de Santa Brígida (véase GAMONAL, HOYA DEL).

En cuanto a las alteraciones en su cauce natural, el desaparecido geólogo Telesforo Bravo sostenía que «… La cuenca del Barranco Guiniguada en su tercio inferior presenta anomalías, ya que fue obligado a abandonar su primitivo cauce (el Barranco de Gonzalo) cuando tuvo lugar la erupción del Volcán de Tafira que lo taponó. El nuevo recorrido lo desvió hacia la actual área urbana de Las Palmas. También este barranco fue obstruido (aguas arriba) por la erupción (muy reciente y casi histórica) situada entre Monte Lentiscal y Siete Puertas. Los materiales emitidos formaron un “dique” originándose un embalse natural, hasta que una vez relleno de sedimentos, cortó y corrió por sobre una colada de 70 metros de espesor con grandes “peñones” a la deriva en su superficie. En un pozo de investigación de aguas subterráneas, se hallaron maderas y huesos de cabra…». La referencia que hace del Volcán de Tafira no es otra que la Caldera de Bandama. GUIRRES, BARRANCO DE LOS (ARUCAS) Este lugar, parte del barranco próximo al Lomo de Arucas, recibe su nombre por ser lugar de «guirres» que anidaban en sus paredes con oquedades, solapones y grutas, donde hoy subsiste un pequeño palmeral, en el cauce del barranco. Quedan también los restos de los muros de piedra seca de las antiguas explotaciones agrícolas. El guirre o Alimoche Común (Neophron percnopterus) es un pequeño buitre endémico del Archipiélago Canario, que representa la más pequeña de las rapaces carroñeras europeas. En Canarias se distribuía, hasta mediados del siglo XX, por todas las islas, pero en la actualidad, la población ha quedado relegada a las islas orientales, Fuerteventura y Lanzarote, y al islote de Alegranza. En la isla majorera se concentra el noventa y tres por ciento de la población total reproductora, agrupada en el sector central del territorio, que no llega al medio centenar de parejas. La razón de esta alarmante extinción es compleja. Por un lado se encuentra la falta de recursos alimenticios, provocada por la estabulación del ganado y desaparición de los muladares o sitios donde se echaba el estiércol y la basura doméstica. Además está la alteración y destrucción del hábitat, el expolio de nidos, y principalmente, el uso de venenos para combatir las plagas de distintos animales, letal para las aves carroñeras. El Gobierno de Canarias elaboró un Plan de Recuperación que pretende garantizar una protección adecuada de esta especie en las islas orientales del Archipiélago Canario, de forma que se mantenga una población sana y estable, con unos efectivos reproductores y un área de distribución suficientes para garantizar su viabilidad genética y demográfica a medio plazo.

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La cuenca del Guiniguada tiene una superficie de setenta y dos kilómetros hasta sus cabeceras que alcanzan alturas de 1850 metros sobre el nivel del mar.


Magdalena de la Cruz, viuda de Juan Pérez Bonales, junto con Juan Hernández Castellano con el que se había casado, vendió en el año 1641 unas treinta fanegadas de tierra «… en donde dicen Los Guirres…» que habían pertenecido al difunto Juan Pérez Bonales, a Pedro Suárez, que era labrador y vecino de Tamaraceite. Estas tierras lindaban con las de Francisco González Rapadura, a las que a su vez dividía el Barranquillo de la Ermita de Machicao, y por abajo, se encontraba el Camino Real que iba a Arucas. José Álvarez Castro Godoy, Mestre de Escuela y Dignidad de la Catedral, en su testamento de 21 de marzo de 1772, creó un vínculo con sus bienes, entre los que decía poseer un censo de 500 reales de principal perpetuo, con un rédito de 24 reales, por la venta de dos fanegas de tierra en los Guirres el 16 de noviembre de 1744. Y también consta en el testamento de Juan González Travieso, Familiar del Sto. Oficio de la Inquisición, y de su mujer Ana Suárez Fleitas, que el 8 de abril de 1763 constituyen un patronato en el que declaran poseer una «Suerte labradía denominada “Los Guirres”, junto a “El Cercado” en Montaña Cardones» de una fanega. Con posterioridad y tras las leyes de desamortización, en un protocolo de 2 de diciembre de 1864, Francisco Guerra González, de San Lorenzo, vende a Manuel del Toro Sánchez y Justo Hernández Hernández, ambos de Arucas, entre otras, esta finca que fue de Juan González Travieso. GUITARRILLA, LA (ARUCAS) Lugar situado entre Santidad Alta y Barreto, en la falda naciente de la Montaña de Riquianez, donde a finales del s. XX se construyeron viviendas de promoción pública. Aunque pudiera sorprender, este topónimo no es moderno y aparece documentado, en el s. XVIII, cuando Agustín González Zambrana, Presbítero, Abogado de los Reales Consejos y Fiscal del Tribunal de la Sta. Cruzada, en escritura de 17 de mayo de 1770, decía haber comprado en Arucas cinco fanegas y seis celemines de «Tierras de pan sembrar denominadas las Guitarrillas». GURUGÚ, EL (SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA Y SANTA BRÍGIDA) Según algunas fuentes, este lugar de Santa Brígida, cerca de El Gamonal, parece tener relación con un macizo montañoso de Marruecos situado al suroeste de Melilla. Piensan que algún vecino de la zona podría haber conocido esta área geográfica o haber vivido en ella. Fue una posición militar de primer orden durante la Guerra de Melilla y la de Marruecos, tanto en 1909 como en 1921.

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Del guirre en Gran Canaria solo han quedado distintos topónimos en recuerdo de su antigua existencia, entre los cuales está este lugar que es mencionado en distintos documentos del s. XVIII.


Al margen de que pudiera tratarse de un topónimo nacido entre los esclavos moriscos que tuvieron presencia próxima a ambos lugares, montes con esta misma denominación se encuentran en la localidad de Soano del municipio Arnuero en Cantabria, entre las elevaciones situadas al sur de la localidad madrileña de Alcalá de Henares y, como entretenimiento o monumento, en el Parque de María Luisa de Sevilla, donde es una pequeña elevación de unas decenas de metros. Los dos últimos parece que tienen su origen en la presencia del ejército español en Marruecos o en la proximidad de Melilla. Existe además una playa en Castellón de la Plana con esta misma denominación.

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La hipótesis de la fuente referida al lugar situado en Santa Brígida habría que matizarla o analizarla más profundamente, dada la existencia de igual topónimo en San Bartolomé de Tirajana, situado muy cerca del Barranco de Berriel.


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HELECHAL, EL (VALSEQUILLO) Esta zona se encuentra en la parte baja de Los Roques y debe su nombre a la abundancia de helechos, ya que, aún en 1546, estaba cubierta de ellos. El «helecho común» o «helechera» (Pteridium aquilinum) es un helecho de amplia distribución, probablemente nativo en las islas, de treinta centímetros a dos metros y que se diferencia por sus soros, que se disponen en conjuntos lineares protegidos por los bordes foliares replegados, formando unas manchas pequeñas en el reverso de las hojas que son un conjunto de esporangios para su reproducción. Las Ordenanzas del Concejo de 1531 contemplaban dos actuaciones distintas en cuanto a la quema de helechales y granillares. La primera era drástica en su protección: «Otrosy que qualquier caçador o pastor o otra qualquier persona que pusiere fuego en helechales o en qualquier parte para sacar conejos o para yerba o para otra qualquier cosa que por la primera vez que pusiere el tal fuego le sea cortada la mano e por la segunda muera por ello». La segunda permitía otorgar licencia para favorecer la roturación de tierras, es decir, para promover la agricultura, y decía: «Otrosy que si alguna o algunas personas que rrompieren tierras quisieren quemar algunos helechales o granadillares o otro qualquier monte para hedificar tierras que con licencia de la cibdad lo puedan hazer y no de otra manera so pena que demás de pagar el daño pague myll maravedís de pena e por la segunda vez la pena doblada». Dice Escobar y Serrano, en el siglo XVIII, que la desaparición de la abundante masa arbustiva y boscosa de esta zona fue debida a las cuantiosas roturaciones producidas por el ansia de tierras cultivables y tierras de sembradura, que fueron prácticamente ganadas en su totalidad «… al monte de helechos, de altabacas o de granadillos, a golpe de azada y a fuerza de bueyes…». El lugar se encuentra documentado incluso cuando aún se cataloga como de tierras «montuosas», que todavía no habían sido «rochadas». Miguel Hernández, en su testamento de 8 de agosto de 1696, dice ser propietario de ocho fanegas y once celemines de «Tierras labradías y montuosas en la Cuesta del Helechal de la Vega de Valsequillo», que incluyó en una capellanía, siendo luego desamortizadas. El 10 de agosto de 1863, los herederos de José Macías y Josefa Rodríguez las venden a Francisco Rodríguez Macías, labrador, por 3818 reales de vellón. En esta zona se encuentra la montaña de El Helechal, montaña sagrada para los aborígenes, donde se reunían los faycanes y guayres de Telde para ofrecer sacrificios a Alcorac. Al parecer, según la tradición oral, se encontraba en la parte alta de esta montaña sagrada un Almogarén, hoy en día desaparecido. Este lugar de culto o de ofrenda va a estar definido en la mayoría de

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HACIENDAS, LAS (SANTA BRÍGIDA) Lugar de Pino Santo que recibe su nombre por la existencia de una gran hacienda desde el s. XVIII (véase PINO SANTO).


Su situación era privilegiada, quedando al noroeste Los Lomos de Correa, al naciente Los Llanos de Valsequillo y los Valles de Casares y San Roque, y al poniente la Caldera de Tenteniguada y Las Vegas. Al pie o sur de este cono volcánico está el pueblo de Valsequillo, donde se supone había otro Almogarén. HERRADURA, LOMO DE LA (TELDE) La forma que dibuja el lomo donde se asentó la población y el obligado trazado urbanístico de este nuevo barrio, con una alineación caprichosa que respeta la forma de «herradura» del propio lomo, confirman su nombre. La antigüedad del topónimo está documentada, ya que aparece en el testamento de Lorenzo Lugo Viña, Canónigo y Dignidad de Prior en la Catedral de Las Palmas, natural de La Orotava, otorgado el día 9 de febrero de 1782, en el que incluye cuatro pedazos que había comprado en el lugar: «Dos pedazos de tierra plantados de viña en su mayor parte y tierra calma en el Lomo de la Herradura; Dos pedazos de tierra plantados de viña malvasía con sus latadas en el Lomo de la Herradura», uvas que lleva a su lagar y bodega con doce pipas útiles que tenía en Telde. En el testamento de Diego Romero Tello, Presbítero y Comisario del Santo Oficio de la Inquisición de Telde, y su partido, hecho el 29 de noviembre de 1703, hace una descripción de los linderos en la que ubica la finca que había comprado en el entorno: «Tierras denominadas de la Longuera que van desde los Alamos de la Herradura hasta el Molino del Medio y la ermita de San José». HERRERA, PASOS DE (TELDE) El nombre de este lugar, situado entre el llamado Paso del Barranco del Tundidor y la Vuelta del Moral, se remonta a los primeros intentos por conquistar la zona. Según algunas fuentes, es el lugar en el que los soldados de Diego de Herrera, bajo el mando de su yerno Diego de Silva, cruzaron el entonces caudaloso Barranco Real. Según cuentan las crónicas, desde la Torre de Gando (véase GANDO, TORRE DE) se adentraron por Telde, lo que se estima que tuvo lugar entre los años 1466 y 1470. En la actualidad es un núcleo de población que forma parte del barrio de Valle de los Nueve. HIGUERA CANARIA, LA (TELDE) De los frutales existentes antes de la conquista de las islas, destaca la higuera canaria. Sus frutos están presentes en los yacimientos arqueológicos y en las crónicas de la época.

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las ocasiones por estructuras excavadas en el suelo conformando cazoletas y canales, donde, según diferentes fuentes, vertían leche o manteca como ofrenda para pedir la lluvia. En el lugar donde se encuentra el mirador hay una cruz que, según se cuenta, ha reemplazado a otras dos, la primera de ellas puesta por los conquistadores cuando tomaron la zona.


Con esta argumentación, algunas fuentes sostienen que el topónimo haría mención a la presencia de higueras que ya existían antes de la Conquista, de ahí el topónimo La Higuera Canaria. Las crónicas de los primeros exploradores que arribaron a las islas y las de aquellos que posteriormente documentaron su conquista, dejaron constancia de la presencia de higueras y de su aprovechamiento por parte de la población aborigen de la isla. En ellas, se menciona incluso la existencia de diferentes términos para distinguir los higos: arehormaze cuando la fruta se encontraba fresca y tehaunenen cuando ya estaba pasada. Hoy, los hallazgos arqueológicos han confirmado la veracidad de estas informaciones tempranas. En excavaciones realizadas recientemente en la isla, se han recuperado carbones y semillas de higueras cuya antigüedad llega a superar en algunos casos los 1500 años. Excepcionalmente, se han recuperado semillas en los dientes cariados de algunas momias que demuestran, sin lugar a dudas, su ingesta. El volumen de tales hallazgos y los estudios sobre la dieta prehispánica, en la que se constatan elevados porcentajes de caries, indican que los higos fueron un recurso indispensable dentro de la alimentación de los aborígenes canarios. En el s. XVI, las tierras próximas se destinaban al cañaveral, y los grandes propietarios de Telde tienen tierras en este lugar, como el cosechero de azúcar Bartolomé de Medina, que poseía suertes de cañas en Las Higueras y en otros lugares de Telde como en El Palmito de la Vega Mayor, en La Hoya de Xaraquemada, en La Fuente y en el Mal país, propiedades que fueron heredadas por su mujer, Leonor González Camacho, quien vendió, en 1552, a su hija Ana González Camacho la suerte de La Higuera con dos horas de agua de la Vega de la Fuente. HINOJAL, EL (ARUCAS) Caserío situado en el antiguo camino real, hoy carretera de Arucas a Bañaderos (GC-330), que, según el cronista aruquense, debe su nombre a las plantaciones de Pedro de Hinojosa, convertidas, por la voz popular, en El Hinojal. Otras fuentes sostienen que su nombre alude al «hinojo». A su lado se encuentran los predios, antaño del conquistador Pedro de la Fuente y más recientemente, hacienda de los Hernández Guerra, cuya fábrica azucarera, titulada El Rosario e instalada en 1885, vigorizara poblacional y económicamente la zona.

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En las fuentes primarias del s. XVI, para mencionar cualquier pared, camino, obra o casa construida por la población aborigen, al referirse a las mismas los protocolos las citan añadiendo el nexo del origen «de los canarios», o «del tiempo de los canarios». Así se mencionaban «cuevas de los canarios», «acequias de los canarios», «caminos del tiempo de los canarios», «paredes de los canarios», etc.


Muy próxima a este lugar se encuentra la zona conocida en la antigüedad con el topónimo Corral de Manuel, que es mencionado en distintos documentos siglos atrás. José Alvarez Castro Godoy, Mestre de Escuela y Dignidad de la Catedral, en escritura de 21 de marzo de 1772, decía ser propietario de dos fanegas y seis celemines de un «Pedazo de tierra labradía bajo de riego, en el Corral de Manuel» que había comprado. También aparece en la escritura de división del vínculo de Manuel Massieu, de 24 de abril de 1821, incluyéndose veinticuatro fanegas de una «Hacienda del Corral de Manuel de viña y pan sembrar, manchones y “arrifes”», sin que se sepa a quién corresponde el antropónimo de Manuel. Junto a las luchadas en el Teatro-Circo aruquense, hicieron su aparición, a partir de 1909, una serie de luchadas celebradas en el denominado Corral de Manuel, sito en el pago aruquense de Cruz de Pineda. Este corral era propiedad de Ricardo Suárez, rico hacendado de Arucas amante de este tradicional deporte. Una de estas luchadas pasó a la posteridad por la pluma de Luis Morote y Greus, diputado a Cortes por Gran Canaria, que llegó a la isla en 1909 para conocer sus problemas de cerca. En su visita recorrió diferentes lugares de la geografía insular. De estos viajes tomó unas notas en forma de crónicas que luego fueron publicadas bajo el nombre de La tierra de los Guanartemes, ya que también era periodista. En una de estas crónicas realiza una visita a Arucas para presenciar una luchada que se celebró en el Corral de Manuel y en la que estaba acompañado por el también político José Franchy Roca. HONDO, BARRANCO (GÁLDAR) No ofrece dudas que la denominación del lugar se debe al enclave geográfico de ambos pagos, de Arriba y de Abajo, ubicados en la margen bastante escarpada de una depresión entre montañas. En ellas se construyó la Presa de Los Pérez, y colgando sobre el Valle de Agaete, el pago de Abajo fue declarado conjunto histórico. En él se pueden visitar la ermita de Ntra. Sra. de Fátima, labrada en la roca, así como otros ejemplos de arquitectura rural excavada y un museo etnográfico, con interesantes muestras de cultura popular. En 1678, Fray José de Sosa, en su obra Topografía de la Isla Afortunada de Gran Canaria, ya mencionaba la calidad de los quesos del lugar, cuando decía «Después que los españoles trageron y enseñaron el modo de quesear se fabrican en esta isla Gran Canaria de la leche de ovejas quesos de regalado genero y en particular los que se hacen en los términos de Cueba Bermeja y Barrancohondo que es cierto exceden de los mas estimados de Flandes…», que posiblemente diera pie a que Viera y Clavijo en el s. XVIII lo ratificara cuando dijo que «… el queso del pago de Barranco Hondo puede contarse entre los mejores del mundo...».

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El caserío se compone de una treintena de viviendas, algunas muy vistosas y valiosas desde el punto de vista arquitectónico, de los estilos tradicional canario y neoclásico. Destaca en especial la conocida como la Casa de Los Quesada, inspirada en la arquitectura de las regiones del sur de Francia.


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Barranco Hondo

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La erosión del agua en una de las zonas más antiguas de la isla deja a la vista grandes paredones de más de cien metros, mostrando toda la majestuosidad y el mayor de los caprichos de la naturaleza. La escasa huella negativa del hombre está en la cantera de extracción de áridos que se halla en el inicio de sus paredes rocosas. Olvidando esta herida al macizo de Amurga, en su recorrido, el barranco es un muestrario de toda la vegetación del sur de la isla. En el sedimento de su desembocadura, formado de los materiales aluviales, vive una vegetación con predominio de salados, espinos y aulagas. Aguas arriba, en el profundo cauce del barranco, surgen por doquier gran cantidad de tabaibas y cardones, de un tamaño superior al normal. Más arriba, en su final, se contemplan los taginastes, tasaigos, vinagreras, balos, etc. Después de los inviernos agradecidos, se forman «pilancones» de aguas cristalinas en su fondo, que se mantienen hasta muy avanzado el verano. Guarda muchos vestigios de su pasado ganadero y de una amplia red de canalizaciones de agua, así como la galería construida para el trasvase de aguas a la presa del Barranco del Berriel que está al oeste. No solo las aves se aprovechan de las cuevas en las altas rocas. Los pastores las ahondaron para convertirlas en refugio para el ganado y para ellos. En el lomo al oeste del cauce del barranco formado por enormes paredes, existe gran cantidad de cuevas excavadas de manera natural por la tenaz acción del viento a lo largo de millones de años. En estas cuevas y grietas nidifican diferentes especies de aves, como vencejos, palomas, aguilillas, etc. Cuando se llega a lo alto, se contempla, coronando todo este espectacular paisaje, el arco de piedra natural más grande y más hermoso de la isla, conocido con el nombre de Arco del Coronadero. Salineros o Alto del Coronadero es un yacimiento arqueológico muy bien conservado, dado su difícil acceso. Consta de treinta y seis torretas de forma cilíndrica, construidas por apilamiento de lajas, que son rematadas con una piedra hincada, orientadas en diferentes direcciones. Se les atribuyen orígenes mágicos o religiosos. HONDURA, LA (ARUCAS) Es uno de los cuatro pequeños caseríos llamados El Guincho, Lomo de Ramírez, La Hondura y El Tanasio, situados junto a la costa de naciente a poniente, que surgieron como asentamientos en donde se localizaban las viviendas de los jornaleros del campo, en medio de las fincas

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HONDO, BARRANCO (SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA) Su propio nombre lo dice todo. Es un corte espectacular a la rampa de Amurga, donde sus laderas moldeadas por la erosión han creado las formas más caprichosas imaginables. Está encajado en uno de los grandes cortes que la erosión ha realizado al macizo de Amurga, del primer ciclo volcánico de la isla, con una antigüedad de cinco a catorce millones de años.


Se trata de un geotopónimo alusivo al imponente accidente geológico cercano al Club de Tiro junto a la Autovía del Norte (GC-002), constituido por un elevado acantilado en semicírculo que origina una pequeña y abrigada ensenada. Entre los siglos XVII y XIX se pensó en su acondicionamiento para utilizarlo como embarcadero, pero el difícil acceso al mismo y las fuertes pendientes del cantil desaconsejaron el proyecto. En la actualidad está enclavado dentro de un espacio costero más amplio, calificado de especial protección por su interés paisajístico, y por los valores ambientales y geológicos que encierra. HORGAZALES, MONTAÑA (ALDEA DE SAN NICOLÁS) En las proximidades del Barranco de Tocodomán se localiza uno de los enclaves de más interés para la prehistoria de la isla en esta montaña. El acceso al yacimiento arqueológico presenta un elevado grado de dificultad, por lo que resulta recomendable tan solo a aquellas personas en buenas condiciones físicas. En las cercanías de su cima se localiza un conjunto arqueológico de gran valor para el conocimiento de las formas de vida de los antiguos canarios. El conjunto, conocido como Minas de Hogarzales, constituye un exponente excepcional de la capacidad de las poblaciones prehispánicas de Canarias para aprovechar y transformar el medio en el que habitaron, obteniendo de él los elementos imprescindibles para el desarrollo de sus quehaceres cotidianos. Las minas consisten en una treintena de estrechas galerías artificiales, de longitud desigual, cuyo fin es la extracción del vidrio volcánico llamado obsidiana. La mayor parte de las minas muestran acondicionamientos para garantizar la seguridad de las tareas de extracción. Así, se construyen paredes en el interior de las galerías a fin de evitar posibles derrumbes. La excavación de las vetas se llevaría a cabo con la ayuda de «picos» elaborados en piedra, probablemente de naturaleza basáltica, cuyas huellas aún se observan en las paredes de los corredores aludidos. Con los trozos extraídos de Hogarzales se fabricaban útiles de agudo filo con los que poder llevar a cabo cortes, raspados, etc. Su importancia económica, así como la escasez de vidrios volcánicos, convirtió a la obsidiana en una materia prima de sumo valor. Esta circunstancia explica el esfuerzo humano, económico y social que se adivina en las minas de la montaña.

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que cuidaban. Estas fincas estaban antes bastante aisladas, pues se llegaba a ellas a través de caminos muy rurales desde El Cardonal, Cruz de Pineda o Montaña de Cardones, que las comunicaban con el camino real, que luego sería la carretera general que va de Las Palmas al norte pasando por Tamaraceite, dado que la carretera de la costa, la hoy conocida como Autovía del Norte (GC-002), acababa en Casa Ayala.


Su nombre obedece, posiblemente, a la existencia de gran cantidad de solapones naturales y cuevas, situados en el Morro Verrugado, Farailaga y La Lapa (véase FARAILAGA), muchos de ellos aprovechados por los aborígenes con fines funerarios, que tienen el aspecto de «hormiguero». Se encuentran muy próximos a este caserío, que constituye el único acceso desde la costa; todos ellos en los «caminos de herradura» que conducían hacia los Pamiltales y al bosque de Doramas. HORNILLO, EL (AGAETE) Situado en la carretera de Fagajesto a Barranco Hondo, colgado en el risco sobre el valle de Agaete, está este singular caserío donde todavía pueden encontrarse vestigios del pasado, ya que posee uno de los núcleos de cuevas y terrazas colgadas habitadas que mejor estado de conservación presentan. En el lugar hay también una pequeña ermita. Constituye uno de los poblados trogloditas más interesantes y singulares de la isla por su enclave, aunque actualmente solo está habitada media docena de cuevas. La entrada es un estrecho paso desde el que se accede a una privilegiada visión de las cuevas habitacionales en la pared vertical del risco, donde se aprecian los intrincados accesos a estos habitáculos, conectados entre sí por veredas en las que, a tramos, hay escalinatas labradas en la roca. Llaman también la atención los escalonados bancales para el cultivo de millo y papas, y en las orillas, de naranjeros, cañas e higueras, donde llegan los hilos de agua procedentes de pequeños tanques adosados a la roca. HORNILLO, EL (ARTENARA) Este yacimiento aborigen está situado entre La Cruz de La Esquina y Fortamaga. Se encuentra distribuido en cuatro niveles, los tres superiores sin acceso actualmente. La mayoría de las cuevas se concentra en el primer nivel, en total veintinueve, de las cuales dieciocho eran viviendas. Fueron reutilizadas hasta no hace mucho y, junto con Acusa Seca, era uno de los poblados más habitados. En el segundo nivel se encuentra uno de los conjuntos más destacados, formado por dos cámaras principales comunicadas entre sí. Una de ellas presenta una compleja planta formada por un espacio central en el que se abren cuatro aposentos con tendencia cuadrangular, con sistemas de cierre en las entradas. Tres de estos aposentos presentan, en la entrada, una banda de rojo almagre a modo de marco, además de un zócalo del mismo color que recorre las citadas estancias. Pudiera tratarse de un granero.

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HORMIGUERO, EL (SANTA MARÍA DE GUÍA) Pequeño caserío situado al inicio del antiguo camino que conduce al Palmital y a los altos de Guía, junto al antiguo puente de la vieja carretera de Bañaderos a Guía (GC-291), sobre el Barranco de San Felipe, que aguas arriba recibe el nombre de El Calabozo, y más arriba, de Verdejo.


Francisco Suárez, vecino de Acusa Verde, volvió de Cuba a finales del s. XIX e invirtió sus ahorros en la finca de La Vica en este lugar, donde plantó caña de azúcar. Instaló un alambique para elaborar ron y azúcar que posteriormente se vendían en Agaete. Hoy en día se conservan las pozas donde se hacían el azúcar y el ron. HORNILLO, EL (ARUCAS) En el borde izquierdo del Barranco de Arucas, en la orilla oriental de Los Llanos del Melero, entre la Hoya de San Juan y Montaña de Cardones, se encuentran, junto al viejo camino, dos caseríos conocidos por los nombres de El Hornillo Alto y El Hornillo Bajo. En su origen era un modesto caserío, en el que se encontraban las viviendas de los jornaleros del campo, en medio de las fincas que cuidaban. Pero, en la actualidad, la desvinculación de estas residencias de las funciones rurales se evidencia en la mayor prestancia y funcionalidad de las mismas. Según el cronista aruquense, en 1780 ya estaban arraigados los topónimos de El Carril y de El Hornillo, caseríos próximos entre sí en el camino de herradura que conducía de Arucas a Montaña de Cardones, como se puede apreciar en el testamento de Andrés Marrero. Debe su topónimo genérico a los fuegos que distinguían antiguamente a las viviendas campesinas, dotadas casi siempre de horno propio para amasar pan o hacer todo tipo de guisos. Sin embargo, para otros autores, la denominación de Hornillo puede hacer alusión a la presencia de una concentración de relativas altas temperaturas, producto de la acumulación del calor por el relieve del lugar. HORNILLO, EL (TEROR) Caserío rico en bienes etnográficos, entre los que destaca la cantera situada en las inmediaciones del llamado Puente del Molino, de la que salieron cantos, losas y baldosas que se llevaron en veleros hasta Cuba y Santo Domingo. En este caserío trabajaron labrantes, que pulían la piedra de la cantera, tan buenos como los de Arucas: Maestro Pancho Matías, Maestro Bernardo Ojeda y Maestro Marcial Herrera. La Piedra de esta cantera también se empleó en la construcción del Monasterio del Cister, tal y como señala el cronista Vicente Hernández Jiménez. Junto a esta, es necesario señalar el ya citado Puente del Molino, obra de ingeniería que permitió salvar el desnivel y lo intransitable para personas y animales, durante buena parte del año, del Barranco de Teror, realizado entre los años 1823 y 1828 gracias a la prestación personal de los vecinos de Teror, y especialmente al dinero aportado por la Mayordomía del Pino, según Vicente Suárez Grimón.

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En el mismo nivel se encuentra otra importante cueva que forma parte de un granero que está afectado por un fuerte desprendimiento. En el techo se conserva una composición pictórica compleja realizada con pigmento blanco sobre el fondo negro ahumado del techo. Está compuesta por una serie de dibujos geométricos: triángulos, rectángulos y círculos con puntos en el centro.


En la descripción de Teror realizada por el Obispo Cámara y Murga (1629) se decía: «… Hay en este lugar una fuente agria, dicen es muy sana, y hace muy buenos efectos…».

Entre los siglos XVI y XIX existió en Gran Canaria una prolífera actividad maderera. Ligada al desarrollo de la construcción y a la reparación naval, la brea o pez se convirtió en un producto muy demandado para el calafateado o impermeabilización de los barcos. La madera resinosa del pino canario, la conocida por «tea», era quemada en estos hornos. De esta combustión se obtenía un líquido denominado brea, que se deslizaba desde el horno superior por efecto de la gravedad a través de la canalización que unía las dos estructuras. Una vez enfriado y solidificado, era metido en cajas y llevado a la costa sobre animales de carga. La brea es un producto de color oscuro, viscoso, sólido, fusible y aglomerante como un alquitrán que se produce a consecuencia del residuo por evaporación parcial o de la destilación fraccionada del petróleo, alquitrán u otras materias orgánicas. Resultaba necesario el desnivel de la montaña, pues el horno en realidad era de dos módulos: un horno y un vaso receptor. Estas dos estructuras tronco-cilíndricas se situaban a diferente nivel y estaban separadas entre sí por unos dos metros, aunque comunicadas a través de un conducto. HORNOS DEL REY (LAS PALMAS DE GRAN CANARIA) Caserío situado entre Marzagán, Las Goteras y Los Hoyos, en la rampa exterior del sur de la Caldera de Bandama, en la margen del Barranco de Las Goteras. Recibe su nombre de la localización en el lugar de hornos de cal de titularidad real o pública. De especial relevancia fueron los caleros gracias a las calidades de los terrenos calizos localizados en las cercanías de este lugar, donde a principios del s. XVII se registraba un centenar de hornos cuya producción se dirigió primordialmente a la reconstrucción de la Ciudad y sus fortalezas, tras el ataque de la flota holandesa bajo el mando de Van der Does. Queda aún alguno de dichos hornos, realizado en piedra y argamasa con algunas partes en ripio. La estructura principal es circular, y de ésta parte un escalonamiento que conduce a la boca del horno de cal. La altura del horno era de cinco metros.

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HORNOS, MONTAÑA DE LOS (ALDEA DE SAN NICOLÁS) Esta montaña, que está dentro del sector cumbrero denominado Inagua, recibe su nombre por la antigua existencia en el lugar de abundantes hornos de brea o pez, que aprovechaban el gran desnivel de la montaña, algunos de los cuales mantienen su estructura a pesar de no haber sido restaurados.


HOSPITAL, EL (INGENIO) Recibe este nombre porque las tierras fueron primitivamente propiedad del Hospital del Señor San Martín, institución benéfica, cuyas rentas eran destinadas a sufragar los gastos de la misma. En un documento de compromiso de matrimonio de 13 de Marzo de 1573 se menciona a uno de los arrendatarios de dichos terrenos: «… Juan Alemán, v.º de la villa, estando concertado el matrimonio entre Juan López, v.º de la villa, (…) y María Hordones, (…) le promete en dote los siguientes bienes: media suerte de parral de una suerte que tiene de parral en el término de la villa, que linda por arriba con tierra del Hospital de San Martín que posee Pedro de Escobar...». El topónimo está documentado y así aparece en la escritura de testamentaría, de 11 de noviembre de 1692, de Domingo Albiturria Orbea, Licenciado, Arcediano de Canarias y Dignidad de la Catedral, Juez Subdelegado de la Santa Cruzada, cuando dice tener ocho fanegas y seis celemines en el «Cercado labradío en el Valle del Hospital». Además de la casa terrera que tenía en el cercado que llamaban del Hospital, el Licenciado y Arcediano de Canarias Domingo Albiturria Orbea es, junto al capitán Matos (véase SECUESTRO, EL), el máximo propietario de bienes inmuebles, según la fuente consultada. «El eclesiástico poseía una casa alta en su cortijo de El Dragonal, compuesto de sesenta fanegas, casas terreras en diversos cortijos localizados en torno a Las Palmas, así como de vivienda del mismo tipo en una huerta junto a la ermita de San Roque en Las Palmas. En la ciudad tenía tres residencias altas en la calle de la Herrería, otra en La Pelota, dos en la calle Mayor del barrio de Triana y dos más en Vegueta. Las viviendas terreras se repartían así: dos en la calle de los Moriscos, otra en la calle Peregrina, dos en la Mayor de Triana, una en la calle de la Arena, otra en la calle de San Bernardo y otra en la vía que iba hacia la ermita de San Antón, y casa alta con granero cercana a la iglesia de Agüimes». HOYAS, LAS (ARTENARA) Caserío situado frente al Macizo de Tamadaba, que recibe su nombre por la existencia de dos hoyas, una conocida como Hoya Grande y la otra como Hoya Chica. Con viviendas en cuevas dispersas, tiene en la actualidad escasos habitantes que cultivan sus pequeñas propiedades.

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Este topónimo se mantiene en el tiempo, aun cuando se trate de tierras concejiles que luego son privatizadas por venta a los ocupantes clandestinos de las mismas. El 10 de junio de 1763, el Cabildo vende a Francisco Anselmo Rodríguez, de la Ciudad, un sitio para fabricar casa para el mayordomo frente a los Hornos que llaman del Rey en el Barranco de las Goteras y Serrillete de la Montañeta, por el precio de 5 reales.


HOYO, EL (LA ALDEA) Este barrio se encuentra en la salida sur del municipio, a la sombra del Macizo de Inagua, y frente al barrio de Tocodomán, aunque ambos se consideran uno solo. Existe un pequeño caserío formado por varias edificaciones entre las que destaca una vivienda, edificio de arquitectura tradicional formado por dos crujías en paralelo a dos alturas. Tiene un balcón de madera cubierto por la caída del alero del tejado. El resto de las construcciones son para almacén y alpendre. Es interesante la disposición de la casa en una pendiente y entre palmeras. Importante en su cultura son los bailes de taifa, así como el silbo tradicional de los pastores, que, aunque tiene mayor relevancia en la isla de la Gomera, en este paraje todavía se conserva. El salto del garrote es un exponente de la cultura en este lugar. Todavía se conservan vestigios del Beñesmén (véase TIRMA, MONTAÑA DE) en el escarpado macizo del pinar de Inagua, que surtió al municipio de la madera necesaria para la construcción de los techos de las casas de piedra y del carbón para la lumbre. En las cuevas de dicho macizo todavía se pueden observar los palos que tan diestramente colocaron los aborígenes, compitiendo para ver quién lo ponía en la cueva menos accesible. En este lugar se han encontrado numerosos vestigios aborígenes entre los que destaca el llamado Corral Canario, uno de los más emblemáticos, donde se encuentran casas cruciformes, y numerosos restos de vajilla y conchas de lapas. HOYO, EL (TEROR) Este barrio de El Hoyo se encuentra entre El Roque, la Huerta Peña, el Barranquillo del Castaño, y el Hoyo de Arriba, en el entorno de la Fuente del Borbollón, nombre que se da a la erupción que hace el agua de abajo para arriba, elevándose desde el subsuelo sobre la superficie. El cronista Manuel Pícar y Morales describe en su obra de 1905 a uno de los personajes que en aquel entonces habitó este caserío: «… En Teror, como en todos los pueblos, hay entes legendarios perpetuadotes de la jocosidad burlesca, infortunados que nacieron para blanco de las iras infantiles: entre ellos está Juan el del Hoyo, andrajoso y macilento, prototipo de la mansedumbre y de la equidad, por nada se enfada, y por una perra gorda hace todo el servicio de carga y transporte y trae una botella de agua de la Fuente Agria…».

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En la zona de Hoya Grande se encuentra la más reciente de las tres presas construidas en esta zona por la Comunidad de Regantes del Norte de Gran Canaria. En el camino vecinal hacia la Hoya Chica se encuentran los muros originales de una antigua era circular donde se llevaban en lazos y mantas los cereales, se trillaban con animales; y después se aventaba y se recogía el grano.


HOYOS, LOS (LAS PALMAS DE GRAN CANARIA) Este pequeño caserío está inmerso en el área de la Caldera de Bandama. Su topónimo viene dado por los numerosos «hoyos de lapilli» existentes en el lugar que le dan una identidad particular al relieve del mismo. El desaparecido geólogo Telesforo Bravo explicaba así los efectos de la erupción volcánica de la Caldera en sus aledaños y los «pequeños focos» de expulsión de gases que formaron «los hoyos»: «… El borde superior está ocupado por numerosas y delgadas capas de lapilli mezclado con granos y fragmentos pequeños del aglomerado, que fue pulverizado por las explosiones originales y posteriormente en el curso normal de la erupción. Algunas capas de lapilli aparecen muy claras cuando los elementos arrancados superan en volumen a los piroclastos. Todo este material del borde está en delgadas capas buscando hacia el exterior periclinalmente. La erosión eólica y el agua de lluvia han eliminado gran parte de estos depósitos. Estos materiales, en la ladera exterior, han sido explotados con destino a construcciones de bloques. (…) La fisura eruptiva con emisión de magma basáltico (ankaramítico) que “escogió” esta área, se iniciaría, como la mayor parte de los volcanes canarios recientes, como una alineación de pequeños “focos”, con expulsión de gases a alta velocidad. A medida que se intensifica la emisión los diferentes focos van siendo absorbidos por uno o dos principales. Debió existir doble “pico” en los estadios iniciales. Las lavas emitidas no se observan. Los dos “picos” debieran actuar simultáneamente hasta que el pico sur intensificó su violencia, con expansión gaseosa en el inmediato subsuelo, con voladura de la cima. El magma basáltico que llegaba a la superficie encontró dificultades para salir libremente. Las dobles capas de aglomerado Roque Nublo, compactas, flexibles y poco dadas a romperse o fracturarse, se “abombarían” y se levantarían sin agrietarse al inyectarse el magma bajo ellas, por lo que la acumulación alcanzó o irrumpió en depósitos de agua subterránea, gasificándose, aumentando la presión agresivamente y respondiendo con la voladura del cono y apertura de La Caldera. En este caso, el “pico” con su relativamente pequeño cráter, cerró parcialmente su actividad ya que desde el fondo de La Caldera, libre de obstáculos continuó la erupción. Cesaría bruscamente como la mayor parte de las erupciones canarias, que en el término de pocas horas finaliza al cerrarse y obstruirse la comunicación con los centros profundos de emersión aliviada la presión magmática…».

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El cronista Vicente Hernández Jiménez dice que también fueron vecinos del barrio Maestro Miguel León y José del Pino Herrera. El primero fue un gran maestro mayor de obras, que dirigió la construcción de la Iglesia del Corazón de Jesús en Llano Roque y la muralla del Monasterio del Cister. José del Pino Herrera fue uno de esos emprendedores que tuvo la primera empresa de transportes de viajeros de Teror a Las Palmas, primero con coches de caballos y después con vehículos a motor.


La referida data real fue concedida a finales del s. XVIII para saldar las deudas que tenía la Corona con el Marqués de Aciálcazar, Baltasar de Vergara Grimón, que ascendían a 25 000 escudos. Su concesión ocasionó muchas quejas tanto por pretendientes de otras datas no concedidas, como por ganaderos que utilizaban estas tierras de realengo del Lentiscal para el pastoreo. También se encuentra su mención en un testamento del mismo siglo, de Baltasar Calzadilla que dice tener un «Pedazo de tierra de doce fanegas y diez celemines de “pan sembrar” y “secano” con árboles frutales en Los Hoyos (Jinámar)», que es vendida por su hermano, Domingo Calzadilla, Teniente de Granaderos de La Laguna (Tenerife), el 17 de marzo de 1822, a Juan Gaspar de Torres, vecino de Marzagán. HUESAS, MONTAÑA LAS (TELDE) El nombre de este moderno barrio se corresponde con un topónimo igual o similar recurrente en diversas localidades de la isla y que, en la mayor parte de las ocasiones, hace referencia a la existencia de espacios destinados a prácticas funerarias aborígenes. El enclave arqueológico más significativo de esta comarca es el lugar conocido como Las Huesas, en lo alto de la montaña, donde se localiza una plataforma de grandes dimensiones dentro de la cual existe una amplia cueva artificial de quince por cinco metros, orientada al sur, que posee planta de tendencia rectangular y cubierta plana. En su zona frontal presenta cuatro accesos, que recuerdan en gran medida a los de Cuatro Puertas, solo que estos están orientados en la dirección contraria, es decir, mirando al sur. En el extremo izquierdo de la plataforma se abre una pequeña oquedad de unos siete metros cuadrados, a la que se accede a través de unos escalones labrados en la toba. A esta gran cueva se asocian otras de menores dimensiones que muestran unas plantas de tendencia circular u oval y alacenas excavadas en sus paredes, y un muro de piedra seca que, según todas las evidencias, fue construido en época histórica, posiblemente por los pastores que emplearon estos espacios como rediles para los animales.

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El topónimo está documentado siglos atrás y se encuentra, por ejemplo, en la descripción de los linderos de la data de Aciálcazar, que se reproduce íntegramente por la información toponímica que trasmite: «… empezaba en el “Tanque de Tafira”, tomando el camino que va a dar a la Caldera, y empieza por encima de la Hacienda del Convento de Sto. Domingo, tierras de José Suárez y herederos de Juan Martín a dar a las de Josefa Válido, y de aquí al lomo del lance y continúa al de Piletas, corriendo la Cordillera adelante hasta los Hoyos; siguiendo el Barranquillo de Dios hacia arriba en que queda comprendida, toda, la Hoya, que dicen del Hediondo y finaliza dicho Barranquilo en el Rodadero a dar a la que dicen de los Vicácaros, continuando hasta el final de los canales de la Acequia de Tafira y de aquí hasta llegar a la Calderetita, cogiendo todo el lomo de Batista a lindar con la acequia y Hacienda que fue de Jerónimo del Río, continuando todo el borde de la Hacienda de don Agustín Manrique hasta terminar en el “Tanque de Tafira”».


HUMIAGA, MONTAÑA DE (TELDE) Topónimo aborigen. Véase BERMEJA, MONTAÑA pues también se la llama así, como también Montaña de Cuatro Puertas. Otros historiadores sitúan Humiaga en los Riscos Blancos de Santa Lucía de Tirajana, basándose en que fue destruida por Pedro Hernández Cabrón durante la conquista de esa zona. HUMO, MONTAÑA DEL (TEJEDA) Dice el filólogo Maximiano Trapero que en esta isla los topónimos marcados por la frecuente existencia en el lugar de «nieblas» o «mar de nubes» son las voces genéricas «humo», siendo esta la más común. Aparece sustantivado en esta Montaña de Tejeda, como en la Cañada del Humo y Cueva del Humo en San Nicolás de Tolentino, la Degollada del Humo en Artenara y el Morro del Humo en San Bartolomé de Tirajana. Alternativamente, se usan otras como «bruma», usada para la Majada de la Bruma en Guía o la Fuente Bruma en Gáldar; y «brisa» en Tejeda. La Montaña del Humo es un yacimiento arqueológico formado por un poblado de cuevas naturales y excavadas que incluye, en la zona más alta, un granero. Está situado en las proximidades del Bentayga, entre los barrancos de El Toscón y El Juncal, lo que, según los especialistas, da cuenta de la significativa ocupación prehispánica de esta comarca.

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La tradición habla de multitud de «momias» encontradas en este lugar, lo que hace presumir que se trata de una cueva funeraria, con la particularidad de que se ha excavado artificialmente para destinarla expresamente a sepultura, lo que no suele ser frecuente.


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I


El área alberga especies de plantas y animales de gran interés, algunas escasas y protegidas. Cabe mencionar, entre los animales, el pinzón azul (Fringilla teydea polatzzeki), subespecie de ave endémica de Gran Canaria, que tiene en Inagua sus mejores poblaciones (véase PAJONALES, MORRO DE), y el picapinos (Dendrocopos major thanneri) ave frecuente en este pinar; y entre los vegetales, la jarilla (Helianthenum bystropogophyllum y Helianthemum inaguae), ambas exclusivas del área descrita, recientemente descubierta para la ciencia. En Canarias viven dos subespecies de pico picapinos o pájaro carpintero, el de Tenerife (Dendrocopos major canariensis) y el de Gran Canaria (Dendrocopos major thanneri). Su hábitat –pinares canarios bien conservados– se ha visto reducido a consecuencia del aprovechamiento forestal que tuvo lugar en el pasado, quedando las poblaciones relegadas en zonas dispersas. Asimismo, la extracción de madera muerta, los incendios forestales y la canalización de las aguas afectan también al pico picapinos. El pico picapinos es un pájaro carpintero que se distingue por el color rojo intenso de la parte posterior de la cabeza en los machos y por la mancha de color rojo bajo las alas en ambos sexos. Su dorso es de color negro con grandes manchas blancas en los hombros. Posee un pico robusto que le permite taladrar la madera de los árboles, y su cola es corta y de plumaje robusto para apoyarse en ella mientras se posa en las paredes de los troncos. Su dieta es variada. Aunque principalmente se alimenta de insectos, también se alimenta de frutos secos y bayas. Al igual que el pito real, come insectos xilófagos de la madera. La reproducción se produce entre los meses de mayo y junio, realizando un nido, normalmente en el tronco de un árbol seco, de unos cinco centímetros de diámetro, que servirá para incubar de cuatro a seis huevos. Normalmente es el pico picapinos el que construye su nido, aunque puede ser que utilice alguno ya realizado en años anteriores. Tanto el macho como la hembra alimentarán a sus poyuelos durante unos veinte días. En la antigüedad, la mayor extensión jurisdiccional de tierras realengas las posee el pueblo de la Sierra de Tejeda, que comprendía La Aldea y Mogán, por lo que contaba con las mejores condiciones para su ocupación, sobre todo en los Valles de Mogán, Veneguera y Arguineguín, límite con la jurisdicción de Tirajana. La necesidad de tierras labradías y de pastoreo motivó de alguna forma a los vecinos de Tejeda a ocupar los valles de Mogán, por los márgenes del pinar de Pajonales, como el Juncal.

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INAGUA (LA ALDEA DE SAN NICOLÁS) Topónimo aborigen. Sector cumbrero situado al suroeste insular formado por materiales geológicos de los más antiguos de la isla y cubierto por un hermoso pinar de Pino Canario (Pinus canariensis). Está calificada como Reserva Natural Integral.


Los aldeanos, huyendo del sistema de medianeros impuesto por la Casa Grimón Nava en su valle, roturan en lugares de Linagua, Pino Gordo, Salados y Vigaroe.

INCIENCIAL, EL (GÁLDAR) Este pequeño pago, situado entre Saucillo y Caideros, camino de las medianías, en un lugar interior al que se accede por un camino rural, recibe su nombre por la abundante presencia de incienso canario (Artemisia thuscula), endemismo canario que se diferencia del resto de especies del género en las islas, por sus hojas con lóbulos planos, alternas y pecioladas y sus capítulos globosos de color amarillo. Thuscula es el nombre latino antiguo del incienso. Cuando llega la primavera, el agradable aroma del mismo, que lo embarga todo, es característico del lugar. INGENIO La palabra ingenio es de origen portugués, engheno, y designaba el conjunto de instalaciones necesarias para la elaboración del azúcar, en especial el molino. Parece oportuno describir cómo funcionaba un ingenio azucarero, la mayor industria que hubo en Canarias terminada la Conquista. La caña, al ser molida en el trapiche, soltaba parte de su jugo, pero después tenía que ser «prensada» hasta que era exprimida totalmente y quedaba reducida a fibra seca o bagazo, que se utilizaba como pienso y abono. El jugo obtenido del molino y la prensa era cocido en calderas de cobre, sobre fuego de leña, hasta darle la densidad deseada. De la primera cocción se extraía el «azúcar blanco». El producto se vertía en unos recipientes de barro de forma cónica o formas, donde se solidificaba y se limpiaba o «purgaba» de las mieles que escurrían por el orificio abierto en el vértice. El proceso repetido varias veces daba lugar a las diferentes clases de azúcar. Luego se sacaba el azúcar de los moldes y se dejaba secar hasta que fuese examinado por el lealdador. De los residuos que quedaban en el caldero se obtenía el «azúcar de espumas». Los azúcares que se obtenían en los ingenios estaban muy sujetos al control del Concejo, pues proporcionaban ingresos al Cabildo. Así, las Ordenanzas del Concejo de 1531 limitaban los negocios para que no escaparan a su control. En el título «de mercadores y regatones de las mercaderias», establecía determinadas prohibiciones, como la que sigue: «Otrosí que ninguno mercader e de los que a esta ysla vinieren y en ella estobieren estantes no sean osados

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Así fueron surgiendo los primeros propietarios de tierras en el lugar. José Bernardo León, en escritura de 11 de febrero de 1789, decía tener cuatro fanegas de un «Pedazo de tierra con el agua correspondiente en La Inagua», ocho fanegas de un «Pedazo de tierra de “secano” en la Inagua», cinco fanegas de un «Pedazo de tierra labradía en la Entablada» y dos fanegas de un «Pedazo de tierra en la Cañada Gorda».


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El Ingenio

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Desde 1576, para localizar y situar las tierras en diferentes documentos, se utiliza la expresión «a la banda del ingenio», y también, «en el término de la villa de la banda del ingenio». En el año 1588, ya aparece «en la banda de ingenio», observándose progresivamente que la referencia era el «ingenio», que terminaría por dar nombre al lugar y después al municipio. Durante la colonización de la isla y el reparto de tierras entre los estamentos implicados en la conquista, el Señorío de Agüimes quedaba en la práctica bajo la jurisdicción de la Iglesia, surgiendo muchos conflictos jurisdiccionales con el Cabildo General en todo el territorio formado por las extensas tierras de cultivo a ambos márgenes del Barranco de Guayadeque, regadas por los manantiales de este barranco. En la margen izquierda del barranco de Guayadeque se situaba el pago que fue llamado del Ingenio, que se dedicó inicialmente al cultivo de la caña de azúcar, impulsado por los colonos portugueses que se asentaron en la isla, entre los cuales estuvo Alonso de Matos, comerciante portugués, quien construyó el primer ingenio azucarero en el Valle de Aguatona (véase AGUATONA, LA VEGA DE). En torno a este complejo industrial se fue asentando en la zona una población que ya a mediados del s. XVI propició la construcción de una ermita, antecedente de la actual Iglesia de La Candelaria. Entre los miembros más destacados de la sociedad del siglo XVI destacan, por sus posesiones en la Vega de Aguatona, el deán Zoilo Ramírez y el fiscal de la Inquisición Juan Fullana. El fuerte desarrollo agrícola del lugar impulsó el asentamiento de una mayor población por la oferta de trabajo en los cañaverales e ingenios. A finales del s. XVII, con la crisis del azúcar, se inicia una gran migración de los núcleos más importantes. En 1735, por recomendación del obispo Dávila y Cárdenas, al contar con ciento setenta y dos vecinos la pequeña ermita de La Candelaria, se intentó la creación de una parroquia, pero el párroco de Agüimes se negó porque vería disminuir sus ingresos. Las gestiones se iniciaron nuevamente el 24 de abril de 1804, cuando los vecinos eran ya quinientos sesenta, lo que condujo a su creación el 20 de febrero de 1815 por el obispo Verdugo. En 1816, Ingenio se constituye en municipio y jurisdicción independiente de la Villa de Agüimes, siendo su primer alcalde el subteniente José Ramírez.

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de comprar açúcares para otra nynguna persona syno para sí solo e que los açúcares que qualquier persona comprare no pueda dar parte dello prestado ni vendido ny por el tanto ny en otra manera a otra persona ny mercader so pena de perder el açúcar que para otro comprare o lo diere o emprestare en qualquier manera e que se le pueda pedir e demandar la dicha pena dentro de un año cumplido».


En el lugar se localizaba la Casa de Purgar y Refinar, donde era blanqueado el pan de azúcar, obtenido el azúcar refinado y los tanques de mieles. Desde aquí eran transportados en cajas de madera hasta el puerto natural más cercano para ser trasladados en barcas de cabotaje a los almacenes de Las Isletas. Ya en los años y siglos siguientes, el topónimo se incorpora a distintos documentos. El más antiguo es el testamento de 1576 de Pedro Báez, donde, además de las ciento cincuenta fanegas que tiene en el lugar próximo de Los Sitios, dice tener en este lugar «Tres casas tejadas en Ingenio». Después, Juan Magas Pérez, Alférez, y María de las Nieves, en su testamento de 4 de junio de 1698, dicen ser propietarios de dos fanegas y seis celemines de «Hacienda de viña y frutales en el Ingenio con un día de agua del Heredamiento de la Acequia Real y siete del Barranco Real», una fanega de un «Cercado de higueral en el Ingenio» y «Tres casas dentro de dicha hacienda y cercado». En el siguiente siglo, Manuel Francisco Alvarado Navarro del Castillo, Comisario del Santo Oficio de la Inquisición y cura rector de la parroquia de S. Bartolomé de Tirajana, en escritura de testamentaría de 11 de noviembre de 1736, dice tener tres fanegas que había comprado en «Suerte de tierra labradía en Ingenio donde llaman Hoya del Pastel». Es conocido que los molinos aceiteros sobresalieron en el pasado en la zona de Los Olivos de Telde (véase OLIVOS, LOS), Temisas y en el casco de Agüimes. En la actualidad, existe en este pago un moderno molino propiedad del Ayuntamiento de Santa Lucía de Tirajana, de donde se obtiene el aceite de la Mancomunidad del Sureste con su oportuna denominación de origen. INGENIO BLANCO (SANTA MARÍA DE GUÍA) Dicen las crónicas que, cuando el juez pesquisidor licenciado Ortiz de Zárate navegó a la Villa Real de las Palmas para ultimar la reforma administrativa de las islas, pues traía instrucciones de revisar y confirmar los primeros repartimientos de Pedro de Vera, estableció relación con Juan de Aríñez, escribano del Cabildo, a través de una cuñada con la que contrajo matrimonio. Asociados los contra parientes, inscribieron las propiedades de los pobres como bienes mostrencos, sin dueños conocidos, adjudicándose la mejor y mayor parte de la tierra y repartiendo el resto entre genoveses, pese a estar prohibido darla a extranjeros.

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INGENIO, EL (SANTA LUCÍA DE TIRAJANA) Está situado junto al Barranco de Tirajana y recibió ese nombre por el ingenio de azúcar que se construyó en el lugar en la primera mitad del s. XVI. Según algunas fuentes, Lorenzo de Palenzuela, que poseía abundante agua en 1547, solicitó al Cabildo General cien fanegas más de tierra «de las Madres del Agua de la Fortaleza» para plantar caña de azúcar. Concedida la data, se plantaron los cañaverales y, años después, está ya construido un ingenio en las Tirajanas. Según la fuente consultada, hay referencias documentales de este devenir histórico en un cuaderno del Cabildo con mandatos de los años 1536 a 1572.


Riberol ya estaba establecido en el noroeste de la isla, pues el 28 de agosto de 1487 compraba «… dos suertes de tierra de huerta en Gáldar…». En realidad las compraría en una zona de Gáldar que, a partir de 1526, sería de la jurisdicción de Guía: «… la principal hacienda de Batista se hallaba situada en el valle de las Garzas y alcanzaba el nuevo poblado de Guía, con alcalde propio que quedó enclavada en la nueva jurisdicción…». Debe entenderse la razón por la que Batista de Riberol levantó su «ingenio blanco» en aquella zona, Barranco de las garzas arriba, en el aprovechamiento del enorme caudal que propiciaban las aguas del heredamiento del Pamital, pues para la elaboración del azúcar en aquellos tiempos era imprescindible contar con abundancia de agua, así como para el regadío de las plantaciones de caña. Con posterioridad, el cercado pasó a integrarse en el patrimonio de los Soria y Pimentel, vecinos de La Laguna, según la fuente consultada, que disfrutaban del vínculo de Ana Lorenzo de Betancurt, cuya propiedad se localizaba en el callejón que salía de la villa hacia la Montaña de Guía, lindando con la cordillera de la Montaña y con el barranco que baja al almatriche. En la actualidad, este lugar donde se sitúan las tierras de Batista de Riberol, detrás de la montaña de Carnedeagua, en el Barranco de las Garzas, no es otro que el barranco que pasa por debajo del puente cercano a la ermita de San Sebastián. En el paso de este barranco por el hoy conocido barrio de San Juan existe el todavía conocido como Ingenio Blanco, topónimo resultante de aquel «ingenio blanco» que se vincula a las actividades azucareras de Batista de Riberol entre finales del s. XV y comienzo del XVI. INGLÉS, BAHÍA, LLANO Y PLAYA DEL (SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA) Hay que imaginar que la bahía y la playa –por su ubicación, a resguardo durante gran parte del año del fuerte oleaje–, la soledad de los arenales, y el verdor de la Charca de Maspalomas y su entorno permiten dibujar un paisaje privilegiado para el descanso y el abastecimiento de navegantes. Así debió de ocurrir cuando, durante su cuarto y último viaje en 1502, Cristóbal Colón se detiene en el lugar: «... El mismo día nos hicimos a la vela y llegamos a la Gran Canaria el 20 de mayo, surgiendo en las Isletas. El 24 pasamos a Maspalomas, que está en la misma isla, para tomar el agua y la leña que eran necesarias en el viaje. De aquí partimos la noche siguiente hacia la India con próspero viaje…», según cuenta Hernando de Colón en su Historia del Almirante.

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Una de las familias genovesas que financiaron la conquista eran los Riberol. A ella pertenecía Batista de Riberol, que recibió estas tierras. Las aguas del Palmital tuvieron que ver en el desarrollo de la industria azucarera de la zona, a la que uno de los famosos Riberol se dedicó, teniendo como vecino a Sancho de Vargas, el fundador de la Villa de Guía, que tenia cañaverales en aquel mismo lugar donde Batista de Riberol instaló su ingenio, quien plantó los cañaverales en un lugar por donde pasaba el caudal de estas aguas que fueron aprovechadas para mover las rudimentarias máquinas.


Esta gran urbanización turística recibe su nombre de los distintos desembarcos ingleses y también, equivocadamente, de la creencia de que la armada atacante era inglesa cuando correspondía al holandés Van der Does (véase INGLÉS, CRUZ DEL y LENTISCAL, MONTE). A finales de mayo de 1586, el navío corsario ingles El Faco intentará un desembarco en la playa de Maspalomas, tras ataques previos a Las Isletas, La Luz y Arinaga, pero será rechazado por vecinos de Agüimes que capturaron un prisionero y liberaron a un pescador. En junio de 1596 volverán cinco navíos y una fragata ingleses para hacer aguada, desembarcando una columna de soldados; pero, según cuentan las crónicas, cinco vecinos les tendieron una emboscada matando a uno y capturando a otro, por lo que la columna opta por retirarse. Después de la pérdida de la Batalla de El Batán en el Monte Lentiscal y de arrasar e incendiar las fortalezas de la Ciudad, tras permanecer la armada holandesa cuatro días más en la bahía de Las Isletas, en las primeras horas del día 8 de julio de 1599 abandonaron el puerto e hicieron una escala técnica en Maspalomas, en la llamada desde entonces Bahía del Inglés, con el fin de buscar agua dulce y enterrar a sus muertos. La flota partió entonces hacia La Gomera y posteriormente al Caribe para atacar las colonias españolas de la zona. Allí murieron el almirante Van der Does y muchos de los combatientes holandeses. Finalmente, en esta bahía desembarcó un grupo de corsarios ingleses el 24 de abril de 1797, pero volvieron a reembarcarse, mientras se movilizaban soldados en Las Palmas y Telde, capturando dos barcos isleños el 25 de abril y otro más el 29 de abril, entre los puertos de Maspalomas y Arguineguín. Semejantes razones bélicas traerán a estas costas a náufragos y combatientes, como los que, siglos después, arribarán, en penosas condiciones, durante las dos guerras mundiales. El desarrollo turístico del sur de la isla es relativamente reciente, aun cuando en los años treinta del s. XX era imaginado por Néstor Martín Fernández de la Torre. Sin embargo, no será hasta 1963 cuando se produzca el verdadero lanzamiento, impulsado por el Condado de la Vega Grande, propietario entonces del amplio territorio que se extiende entre los barrancos

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La bahía se sitúa entre la Punta de Maspalomas y la Punta de las Burras, en el espacio que ocupan las playas de Maspalomas, del Inglés y de las Burras, cuyo extremo meridional está marcado por el faro de Maspalomas. La bahía se encuentra en la desembocadura de uno de los pequeños barranquillos situados entre la cuenca de Fataga, que desemboca en La Charca de Maspalomas, y la cuenca del Toro, que desemboca en la playa de Las Burras, en el extremo nordeste.


La ejecución del proyecto no se ajustó a lo planificado inicialmente. El interés inmobiliario superó el cumplimiento de las normativas urbanísticas, y así, con el paso de los años, el desarrollo urbanístico ha crecido en todas las direcciones y ocupado la práctica totalidad de la llanura sedimentaria del barranco de Fataga, cercando progresivamente el veril, el sistema de dunas, la Charca y el Faro. De esta forma, la marca Maspalomas adquirió, desde los años sesenta, el papel de imagen turística de la isla, como reclamo para los negocios que se movían en sus alrededores. No pocos ciudadanos y organismos han mostrado, desde entonces, una creciente preocupación por las posibles consecuencias que estas actividades podrían estar teniendo en el sistema dunar. INGLÉS, CRUZ DEL (SANTA BRÍGIDA) El comienzo de la jurisdicción del municipio de Santa Brígida lo marca la vuelta de la Cruz del Inglés, que en realidad debería llamarse Cruz del Holandés, porque hasta ahí llegaron las tropas del invasor Pieter van der Does (véase LENTISCAL, MONTE). En 1595, una escuadra inglesa con los almirantes Drake y Hawkins al mando atracó en la bahía de Las Isletas e intentó el desembarco para tomar la ciudad. Los isleños defendieron bravamente la Ciudad y los ingleses tuvieron que retirarse, una hazaña que se recuerda aún hoy en la fiesta de La Naval. El ataque de los ingleses fue probablemente la causa de que a los holandeses, que atacaron la Ciudad dirigidos por el vicealmirante Pieter van der Does en 1599, se los tomara por ingleses. Es curiosa la declaración de un testigo en un pleito del propietario de unas tierras en el Mesón de Tafira, fallado el 16 de diciembre de 1707 a favor del propietario Carlos Escora, en el que declaró el testigo Francisco Lorenzo, de San Lorenzo, que señala que los poseedores antiguos habían poseído la tierra y mesón «… desde el tiempo que entró en esta ysla el enemigo, pues se dise que llegaron hasta dicho mesón y allí dudaron si cogerían por el camino de abajo o el que entra en dicho monte, y abiendo cojido por el que está por ensima de dicho monte los mataron los nuestros por debajo de la Cruz que disen del Inglés…». Para ubicar los hechos narrados, según la fuente consultada, estas tierras las había arrendado Juan de Espino, vecino de Tafira, a Escort el 13 de octubre de 1706, al precio de catorce fanegas de grano: mitad trigo, mitad millo, y por espacio de 3 años. El arrendamiento se

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de Tirajana y de Arguineguín, con un proyecto de urbanización de quinientos mil metros cuadrados en los Llanos de El Inglés. Tras la realización de un concurso internacional, resultó ganador el proyecto presentado por el equipo francés SETAP, respetuoso con el espacio natural y con la integración de la agricultura de la zona.


INGLÉS, HOSPITAL (LAS PALMAS DE GRAN CANARIA) Tuvo un precedente en el Seaman’s Institute, organización de carácter religioso que se fundó en 1890 para acoger a los marineros británicos que quedasen desembarcados en la isla, bien por enfermedad o por cualquier otro motivo. Posteriormente, funcionó como casa de reposo tanto para convalecientes como para marineros que, una vez dados de alta en el Queen Victoria Hospital, esperaban allí el momento adecuado para regresar a su país. Regentado por misioneros protestantes, era mantenido por la British and Foreign Sailor’s Society y la British Bible Society de Londres. El edificio, que tenía vistas a la Playa de Las Canteras, estaba dotado de amplias salas-dormitorio, un gran comedor, un salón de billar y una sala de estar. Esta institución funcionaba con un reglamento muy estricto que, entre otras cosas, prohibía las bebidas alcohólicas a los marineros acogidos. Fue cerrado en 1952. Los antecedentes del conocido como Hospital Inglés son de 1878, de cuando la enfermera británica Miss Hudson se dedicó al cuidado de marineros enfermos en su propia casa de Las Palmas. Al saber esto, los directivos de las casas consignatarias británicas del Puerto de La Luz se plantearon la necesidad de abrir un hospital con médicos y enfermeras que hablasen inglés. Fundado en 1891, el Queen Victoria Hospital estuvo instalado primero en el llamado Arrecife del Puerto de La Luz. En abril de 1903 se procedió a la construcción de un edificio mejor en un solar entre la calle Albareda y la Playa de Las Canteras. En el hospital trabajaron médicos ingleses, pero también varios médicos canarios que habían completado sus estudios en Londres. Tras ampliarse el edificio en diversas ocasiones, el hospital fue trasladado al Paseo de La Cornisa de la Ciudad Alta en 1966, en donde continuaría en funcionamiento hasta épocas muy recientes. En la actualidad ha dejado de existir como tal, pero su historia pervive. INGLESES, CEMENTERIO DE LOS (LAS PALMAS DE GRAN CANARIA) El British Cemetery se construyó en 1834 en unos terrenos de la ladera de San José, gracias a la iniciativa de doce caballeros británicos residentes y el Vicecónsul Austice, que aportaron la mitad del coste de la obra, corriendo el resto a cargo del gobierno británico. Ello fue posible una vez que, en noviembre de aquel mismo año, una Real Orden diera el permiso para construir en las islas cementerios para la sepultura de los súbditos británicos.

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hacía con la condición de vender en el Mesón todo el vino que Escort le pusiese, así de malvasía como de vidueño. Lindaban por arriba con el Camino que va a la Vega por el Lentiscal, abajo Camino que va a la Calzada, y por un lado Hacienda del Alférez Mayor Pedro Agustín del Castillo.


INGLESES, LOMO DE LOS (SAN MATEO) Está situado en la divisoria de dos importantes barrios de la Vega de San Mateo: La Lechucilla y La Lechuza. Pertenecía a los ingleses que tenían aprovechamientos hidráulicos para el cultivo de la vid. En 1874 vendieron las cantoneras distribuidoras del agua recogida al Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, siendo alcalde de la ciudad Felipe Massieu Falcón, y se acordó el aprovechamiento de las aguas que nacían en las cumbres del Gamonal (véase GAMONAL, HOYA DEL) y Camaretas (véase CAMARETAS, CASERÍO Y HOYA DE), para lo que era necesario entubarlas hasta la capital. La empresa encargada de las obras fue la inglesa City of Las Palmas Water and Power Company Limited. A lo largo del recorrido de la canalización del agua se fueron construyendo casas de agua y campanas, en cuyo interior están las campanas distribuidoras. Los ingenieros y capataces también eran ingleses. ISIDRO, SAN (GÁLDAR) Marcos Verde de Aguilar y Trejo, Canónigo más antiguo de la Catedral y Juez del Tribunal de la Santa Inquisición, así como Mayordomo de la Iglesia de Gáldar, murió en 1660 a la edad de sesenta años y en su testamento legó un pequeño adoratorio de siete metros por tres y medio en las Rosas de la Cruz, bajo la advocación de San Isidro, que según parece construyó en 1642. Una de las cláusulas testamentarias que hacen referencia a la fundación de la ermita dice: «… Que tiene un cortijo de doscientas fanegas de tierra labradía donde dicen las Rosas de las cruces que heredé de mis padres. Asimismo he comprado otra suerte hoy del alrededor que llaman las Rosas de Grecia al Capitán Gonzalo de Quintana Betancor, la mitad de ella y a D. Diego de Carvajal y a Dña María de Aguilar su hermana la otra mitad con usufructo y a Juan Sebastián y a su mujer María de Fuentes otras tierras...». Esta sencilla ermita no es otra que la situada junto a la carretera de Gáldar a Agaete, en el cruce con la carretera de acceso a Juncalillo, que, según la fuente consultada, se desprende de los linderos de las tierras de la familia Aguilar y de los que se señalaron en los repartos de la Vega de Amagro en 1741, y que en 1890 ya era propiedad de Ignacio Díaz Lorenzo, abogado que fue Alcalde de Las Palmas, y en 1969 de su hijo el entonces Capitán de Infantería Ignacio Díaz de Aguilar.

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El progresivo aumento de la colonia hizo que en 1912 el cementerio tuviera que ampliar su superficie a seiscientos cuarenta y un metros cuadrados. En 1993 había un total de quinientas sesenta y cuatro tumbas, de las que treinta y dos están en una sección alta, de construcción más reciente. Algunas contienen epitafios alegóricos a una entrañable relación con esta tierra, como la tumba de Sydney Alfred Jones, en la que se lee la inscripción «Sleeping on the island he loved». Hay otras no exentas de humor, como la de James Fleming Baxter, que se despide de este mundo con un simple «Hasta luego».


Juan Verde Aguilar, Licenciado y presbítero de Gáldar, en escritura testamentaria de 5 de septiembre de 1719, decía ser propietario de doscientas doce fanegas y ocho celemines de un «Cortijo de tierra de “secano” con varias cuevas en San Isidro, denominado de “Las Cruces”». Así se consolida en el lugar el topónimo de la advocación que estableció su antepasado en la localización de su gran hacienda.

La estrechez de la ermita, su privacidad, el incremento poblacional del lugar y el hecho de que, desde 1854, la talla de San Isidro de la ermita se había trasladado a la iglesia parroquial de Gáldar motivaron que el 4 de diciembre de 1877 se celebrara una reunión con el párroco de la Villa para formar una Junta responsable de la construcción de la nueva ermita. En esa primera reunión se comprometieron los vocales a hacer una petición de limosnas entre los vecinos de la Villa y a no recibir remuneración alguna por sus trabajos personales. Realizada la cuestación, se consiguieron veinte pesos, seis reales de plata y seis cuartos que, con cien pesos más que se fueron reuniendo de limosnas y rifas, importaron trescientos veintitrés pesos, seis reales y seis cuartos, equivalentes a cuatro mil ochocientos sesenta y nueve reales de vellón. El lugar elegido para su edificación fue el llano de Juan Díaz, sitio despoblado aunque bien visible desde todas partes, por lo que no resultaba difícil convocar a toque de caracolas a los vecinos del Bermejal y Taya cuando faltaba el agua en la obra. Era tan privilegiada y visible su ubicación, que se cuenta la anécdota de que muchas tardes bajaban el párroco de la Villa, José Romero, y José Galindo, Sacristán Mayor y Mayordomo de Santiago, al final de la Calle Toscas de la Villa para ver la altura que iban alcanzando los muros de la ermita. El 14 de mayo de 1878 estaba construida la iglesia de planta rectangular de dieciséis metros de largo por seis de ancho, con tejado a dos aguas, encalada la parte interior, sin sacristía y sin piso de losas pero sí arenado. Desde los primeros momentos, en torno a la nueva ermita y su plaza surgió una incipiente vecindad, cimiento del actual barrio de San Isidro. En 1929 se pavimentaba la plaza con dinero sobrante de la fiesta y era abierto el nuevo cementerio municipal. Fue declarada Parroquia de San Isidro en 1943. En 1969, la efigie de San Isidro el Viejo era devuelta en peregrinación a su primitiva ermita, la que tres centurias antes le construyera el Canónigo, tras la terminación de las reformas realizadas en dicho año.

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Estos antecedentes son suficientes para que naciera la toponimia de este populoso barrio, cuya primitiva ermita fue lugar de encuentro de los pastores de Amagro.


Siendo canónigo, construyó un caserío y solicitó permiso para levantar una ermita para decir misa a sus familiares. Se le concedió con la condición de que abriera una puerta para el camino que va a Tirajana, para que los caminantes pudieran oír misa. La ermita, de planta sencilla, se enmarca en una arquitectura rural. La campana pertenecía a la ermita de Teror. Hasta el s. XIX formó parte del vínculo de Falcón, y en la actualidad es propiedad particular y puede ser visitada con cita previa. Juan González Falcón, Canónigo doctoral de la Catedral y Juez Subdelegado del Tribunal de la Sta. Cruzada, en su testamento de 27 de agosto de 1693, además de su hacienda de doscientas noventa y tres fanegas en Tamaraceite, declaraba la propiedad en este lugar de cincuenta y cinco fanegas de la «Hacienda de árboles y tierra labradía con fuentes, casas y ermita en San Isidro». El inmueble, adosado a la casa del patrono, comparte las mismas características estilísticas del resto de oratorios del archipiélago: planta rectangular de una sola nave, cubierta de tejas a dos aguas y sencilla espadaña de cantería para la campana sobre una de sus esquinas. Ya en el interior, además de la efigie del santo titular y del resto de obras de imaginería, destaca el altar preconciliar decorado con azulejos, cuya decoración de figuras azules sobre fondo blanco induce a pensar en los elaborados en la ciudad holandesa de Delft, principal exportadora de este tipo de piezas desde hace varios siglos. En el mismo núcleo de San Isidro, junto al camino de San Bartolomé a Teror y en la orilla de la carretera general, se encuentra uno de los muchos nacientes que tuvo esta zona, conocido como el Chorro de San Isidro. A principios del siglo XX se acondicionaron los exteriores de la Fuente con un banco y un frontis de cerámica, por iniciativa de los propios vecinos. ISLETA, BARRIO Y PENÍNSULA DE LA (LAS PALMAS DE GRAN CANARIA) Hay que sobrentender que el primitivo nombre de Las Isletas se debía a que, además de la gran isleta que conforma la península, habría otras más pequeñas en su litoral del este, entre las que destacarían aquellas sobre las que se construyeron el Castillo de La Luz y el Castillo de Santa Catalina. Son diversos los vestigios que ayudan a conocer el poblamiento aborigen en este lugar. Uno de estos yacimientos se encuentra en la Cueva de los Canarios localizada en la Montaña del Confital. Es un conjunto arqueológico formado por dos grandes cuevas artificiales de

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ISIDRO, SAN (TEROR) Este pago, situado en la carretera que conduce desde Teror a San Mateo, recibe su nombre por la advocación a dicho santo de la antigua ermita, que fue construida y dotada a fines del s. XVII por el canónigo Juan González Falcón, natural de Arucas, abogado que casó, enviudó y abrazó la carrera eclesiástica. Tanto la ermita como el llamado cortijo de San Isidro constituyeron parte integrante de la dotación del Vínculo fundado en 1693.


El conjunto de cuevas organizaba su distribución mediante pasos y pasillos, algunos de ellos escalonados, de los cuales solo quedan huellas. Varias de estas cavidades presentan una serie de pequeños círculos excavados, denominados cazoletas, tanto en el suelo como en las paredes, a los que se atribuye una finalidad doméstica o de antiguos soportes de divisiones internas. También se distinguen pequeñas estancias a modo de alacenas. Se dice que en estas cuevas encontró el conquistador Pedro de Vera imágenes religiosas atribuidas a los mallorquines que arribaron en el s. XIV, y que pudieron proceder de la primera ermita de Santa Catalina, que fue destruida por los aborígenes (véase ALCARAVANERAS, PLAYA DE). No muy lejos de la Cueva de los Canarios, en la Montaña Quemada, se encuentra la Cantera de Montaña Quemada, que se ha documentado que estaba dedicada a la obtención de piedra para realizar molinos aborígenes, muelas de molino de mano que eran fundamentales en el proceso de molienda del cereal. La desaparecida Necrópolis de la Isleta estaba situada en La Puntilla, más concretamente en las calles Mari Sánchez y Prudencio Morales, en un malpaís de escorias volcánicas. Se tienen noticias de centenares de túmulos de enterramiento, donde los cuerpos no estarían momificados sino envueltos en una tela grosera. La vida de los aborígenes que habitaron en estos parajes debió de girar en torno a la pesca. Muy cerca de la Cueva de Los Canarios había concheros, hoy desaparecidos, localizados en las inmediaciones de la carretera de acceso a Las Coloradas. Todos estos hallazgos demuestran que los aborígenes ya apreciaron la potencialidad del lugar como hábitat natural por las facilidades que ofrecía para la pesca, gracias a la protección del arrecife en la Playa de las Canteras que facilitaba la captura en el litoral norte, y por los charcos intermareales que se formarían en las isletas del litoral oriental. Pero además, era una gran atalaya que les proporcionaba seguridad e integridad, al divisar todo el contorno del istmo, y los mares del norte y este, por donde podrían arribar los barcos. El único problema era la carencia de aguas en el lugar, que posiblemente obtendrían de alguna forma natural. Desde 1993, la Cueva de los Canarios está catalogada como Bien de Interés Cultural, aun cuando es propiedad de la Comunidad de Bienes Isleta Alta. Sobre la importancia del puerto o ensenada natural de Las Isletas en la conquista, destacan las múltiples referencias históricas que recoge Abreu y Galindo. El miércoles 12 de agosto de 1461, Diego de Herrera tomó posesión de la isla, en el puerto de Las Isletas, estando presentes los dos Guanartemes de Telde y de Gáldar. El 24 de junio de 1477, el capitán Juan Rejón toma puerto en el de Las Isletas para en el mismo día fundar el Real de Las Palmas.

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habitación y otras cavidades menores destinadas a silos, excavadas en dos niveles sobre una gran arcada natural, posiblemente un antiguo cráter; todas ellas están orientadas hacia el oeste, que las protege de las inclemencias temporales.


Resulta interesante que la primera estructura defensiva en la isla se construyera precisamente en Las Isletas, justo delante del refugio natural para navíos que suponía la Bahía de Las Isletas. La defensa de este enclave era estratégica, ya que el Castillo de La Luz defendía una de las mejores puertas de entrada a la isla y el acceso a la Ciudad. El territorio era tierra de realengo desde la Conquista, y a finales del s. XVIII, Dámaso Hermosilla Manrique, autor de la Descripción topográfica y militar de la isla de Gran Canaria, solicita una data para establecer una población en la Isleta de doscientos a quinientos vecinos, señalando a cada uno el correspondiente número de fanegas para su cultivo. Defendía que el terreno era de secano y en él se podían cultivar trigo, cebada y centeno; pero, con la construcción de estanques para recoger el agua de invierno, se podrían cultivar millo, judías, hortalizas y árboles frutales. También había sitios idóneos para viñas y para unas salinas, si se querían hacer por cuenta de Su Majestad, pudiéndose construir una mareta para el abasto de los vecinos y de los animales. Hermosilla expone su proyecto a Pedro Rodríguez de Campomanes, Ministro de Hacienda, justificándolo en la escasa utilidad de La Isleta reducida a «una corta porción de horchilla, distintas cargas de cardones y tabaibas para las panaderas, uno o dos hatos de cabras y una pequeña porción de sal recogida en los riscos inmediatos al mar». Todo el proyecto obligaba a disponer de agua, y para la construcción de maretas y estanques, Hermosilla pide los 80 000 pesos de la Vacante del Obispo Servera, destinando el sobrante a la compra de yuntas y herramientas para repartir las suertes. Esos fondos estaban destinados al socorro de los pobres y por lo tanto debían emplearse en dotar hospitales, cunas de expósitos (niños sin padres conocidos), cárceles, fábrica de lazareto, casas de recogidas y socorro de mendigos. La solicitud de Hermosilla fue contradicha por la Sociedad Económica, que por aquel entonces tenía un gran poder mediático y político, y por el Cabildo; pero él, con el fin de demostrar la viabilidad de su proyecto, solicitó el 30 de octubre de 1786 la concesión

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Aquí fue donde Juan Rejón venció al portugués Francisco de Almeida, que atacaba la isla con diecisiete carabelas; y aquí era también donde sus soldados cogían la orchilla para traficar con el mercader sevillano de origen flamenco Manuel Fernández Trotín. A él arribó la armada, el 17 de mayo de 1479, con la que venían el obispo Juan de Frías y el nombrado alcalde de la isla Esteban Pérez de Cabito. El 18 de agosto de 1480, arribaba Pedro de Vera, gobernador y capitán general de la conquista; y el año siguiente arribaron dos compañías de jinetes y una de ballesteros de la Hermandad de Andalucía, que llegaron como refuerzos para la conquista de la isla.


En 1790, tras los elevados gastos realizados, Hermosilla pide al Consejo la propiedad de las tierras que cultivaba, y que se le eximiera del pago del canon impuesto en 1786. Esta petición no es aceptada y la Audiencia, el 10 de diciembre de 1801, acuerda que, puesto que el plazo de cinco años lo había disfrutado durante quince, sus herederos debían sacar todo lo que de su pertenencia tuviesen en La Isleta. Fracasada la tentativa de colonización agrícola, hasta diciembre de 1855 se hablaba de que su poblamiento se reducía a media docena de míseras chozas. A partir de la terminación de la carretera de tierra de Las Palmas al Puerto en 1861, se incrementa el desarrollo poblacional del caserío, si bien ya se tienen noticias de unas cuantas casas: la de Señá Rosario, la de los Perpetuos, el Mesón, el Cuartel de Artilleros, la casa de la Virgen y la del Sargento Llagas, alcalde de mar, jefe de policía y la máxima autoridad de vigilancia de aquel lugar solitario, además de algunas chozas de pescadores. En la desamortización de las tierras de baldíos y realengos, La Isleta de Canaria, dividida en dos trozos, la del naciente de ochocientas cincuenta fanegas y seis celemines, y la del poniente de seiscientas treinta y cinco fanegas y siete celemines, sale a remate el 4 de abril de 1859 por el precio de 52 016 reales de vellón, adjudicándose en venta el 2 de agosto del mismo año al doctor Domingo J. Navarro, por cesión de Julián Bolges, a quien ya se la había cedido Miguel Martín Fernández, por la mejor oferta de 107 000 reales de vellón. Tras distintas compraventas, Pedro Bravo Joven, en 1871, se convierte en propietario de La Isleta con una cabida de mil cuatrocientas ochenta y seis fanegas. Al terminarse la carretera de la Ciudad al Puerto y con el inicio de la construcción de este en 1883, se produjo una mayor demanda de mano de obra y servicios portuarios, por lo que, de una población de un centenar de habitantes se pasa a los once mil a comienzos del s. XX. En 1917 había veinte mil habitantes en el barrio, procedentes de la inmigración desde el interior de la isla, y de las islas de Lanzarote y Fuerteventura. Pese a esta presión demográfica, la zona no dispone de alcantarillados, cuyas obras se inician en 1920. Es por ello que, en los años treinta, se producen epidemias de difterias y viruela por la falta de recogida de basuras y la escasa higiene pública. A esto hay que añadir el alto grado de analfabetismo de la población.

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por cinco años de una trozada de tierra en La Isleta para experimentar con cereales, viña, y arboleda. El 3 de noviembre la Audiencia le asigna cien fanegas con el gravamen de 2 reales por fanega a favor de los Propios del Cabildo General. En mayo del siguiente año ya había levantado algunas paredes y cercas, construido un estanque y cuatro casas de campo, y hecho algunos sembrados de trigo y cebada, ascendiendo el total de gastos a 60 000 reales.


Su condición de barrio obrero en la primera mitad del s. XX, muy convulsa por las dos guerras mundiales y la Civil Española que afectaron al tráfico portuario, hizo muy difícil la subsistencia para su población por la falta de medios y servicios de todo tipo. Desgraciadamente, aquel que más se preocupó por mejorar la situación del barrio, el médico y alcalde de la ciudad Bernardino Valle, tuvo que exiliarse con la Guerra Civil. A mediados del s. XX existía en el barrio una fábrica de muñecas que daba trabajo a muchas mujeres del lugar. Si se compara la situación actual con la que vivieron las generaciones de esa época, las mejoras han sido notables, pues actualmente cuenta con centro de salud, comisaría, escuelas, institutos, comercios, etc. Una infraestructura mejorable pero digna, si bien no iguala las condiciones del resto de la ciudad. El actual barrio se asienta en la vertiente norte de la península, al pie de las montañas. Aun siendo Patrimonio del Estado, está calificada como Paisaje Protegido. Se incluye una porción de la península de superficie casi circular, que se conecta con la isla principal a través de la tómbola de arena del istmo de Guanarteme. El espacio está constituido por un conjunto de conos volcánicos dispuestos en dos alienaciones entre las que se encuentra un valle cubierto por un malpaís de lavas escoriáceas. Destaca por tratarse de uno de los relieves más característicos de la isla, distribuido mediante un denso campo volcánico del Cuaternario que se forma en dos etapas. La primera etapa corresponde a los volcanes de las montañas Confital, Colorada y Faro. La segunda corresponde a las montañas Vigía, Esfinge (muy alterada debido a su continuado uso como cantera de picón) y cinco conos volcánicos menores. Por encima de las instalaciones portuarias y en la zona oriental del barrio, se emplaza el polígono industrial El Sebadal (véase SEBADAL, URBANIZACIÓN EL), donde tienen cabida empresas vinculadas a servicios portuarios, centros de distribución, medios de comunicación, almacenes, etc., conformando todo ello el área industrial más extensa de la ciudad. ITARA (FIRGAS) Topónimo aborigen. En este antiguo caserío, cerca de donde existe un pequeño yacimiento arqueológico no estudiado y del que se sabe muy poco, a mitad de la carretera de Buenlugar a Casablanca, se ha construido una moderna urbanización.

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En 1908 se construía la ermita de la Virgen de La Luz. No se puede determinar si su advocación obedece al nombre del Castillo o a la leyenda contada por el alcalde de mar Sargento Llagas sobre una «luz» misteriosa que vagaba de noche por estos parajes, hecho por el que la Virgen del Rosario pasó a ser la Virgen de La Luz.


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Su antigua existencia está documentada en el testamento de 6 de junio de 1770 del clérigo presbítero de Arucas, Gregorio Borges del Manzano, cuando dice tener dos fanegas de «Dos suertes de tierra en Itara», por cuyas rentas estableció una pensión de quince misas rezadas en días de fiesta y la compra de dos velas de media libra y pebetes todos los años para colocarlas delante de la imagen de San Cayetano, el día de su función, en la ermita de San Sebastián de Arucas. Nombró sucesor a su sobrino Juan Borges del Manzano, ausente en Indias (América).

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De algunas de sus voces toponímicas hemos perdido su rastro documental por la piratería o los incendios, o por ser negocio innombrable, o por voluntad de algún “santo inquisidor”. Y a pesar de esas sombras, cada una de esas voces contiene en sí misma historias hermosas y tristes, que se han vuelto bellas en su gesta, de una forma de vivir, sobrevivir o subsistir; de un modo de prosperar; de una manera de entender la vida, de echar raíces en la nueva tierra, de admirar la naturaleza; o, simplemente, un modelo de querer a su tierra y a sus gentes.

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Nuestra isla es pequeña en el mundo, pero hasta lo más pequeño es muy grande, tan grande que dentro de ella hay multitud de bellos lugares con hermosos nombres propios que suenan a melodías que han quedado guardadas para su particular historia. Por la grandeza de esta tierra y de sus gentes quedó dicho por la real orden «… y desde ahora mando que aquesta, mi ínsula de Canaria, sea llamada Grande...».

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Este libro no trata de ser un texto técnico de Historia, Ciencias, Economía, Filología, Etimología, ni de ninguna otra materia. Es algo más simple: la recopilación de una información muy dispersa en una amplia bibliografía de estas materias. Obtenida toda esta información, de aquí y de allá, sería una mezquindad no transmitir a otros lo recopilado de lo tanto que se ha escrito de nuestros lugares.


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