Boletin Municipal de Simoca

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Para tan especial acontecimiento, había que preparar una escenografía que estuviera a la altura de las circunstancias. A esa tarea se dedicaron el Secretario de Obras Públicas Raúl Villagra, que hizo el diseño y el Secretario de Gobierno Jorge Flores, que con un gran equipo de colaboradores, plasmaron en el escenario de la Fiesta, una perfecta síntesis de todo lo que representa a la tradición de nuestra gente. El escenario mostraba una casona antigua, con sus galerías y sus balcones, imagen propia de la época colonial, evocando los tiempos en que Simoca ya era reconocida como pueblo, antiguamente habitada por aborígenes, luego nutrida por los primeros españoles y los mestizos, a finales del Siglo XVI. Las casonas eran construidas en adobe o ladrillos cocinados fabricados por los aborígenes bajo la dirección de los Jesuitas o los europeos dueños de las encomiendas o los destacamentos de las gobernaciones de la época. Los techos de paja, los balcones y galerías amplias que reunían a las familias. Esta casona además mostraba muestra sus elementos propios como el mortero, el torno y la batea entre otros enseres. El mortero Tallado a mano en madera de quebracho, en el que molían los granos con lo que se fabricaban las harinas para las comidas y especialmente para el pan casero y la tradicional empanadilla con dulce de batata, amasijos que industriosamente pasaban por el torno.

El torno En el que la masa va y viene para hacer el sabroso pan casero que alimentó y sigue alimentando a las familias del nuestra tierra. Tortas, bollos con chicharrón encuentran su punto justo en este torno, que gira incansable como el mundo sinfín.

carretas cañeras, tiradas por dos, cuatro o seis bueyes, rumbo al ingenio, rumbo al destino azucarero que nuestra tierra abrazó desde la época de la conquista. Carretas cañeras que hoy evocamos en este escenario como imagen y memoria de un tiempo eterno poblado por hombres y mujeres del ayer que a fuerza de lucha y sacrificio construyeron el Simoca y la feria que hoy nos enorgullecemos de habitar. Las figuras de animales y personajes (bueyes, caballos y paisanos) fueron realizados por el artista plástico simoqueño Eduardo Romano.

La Batea Cuántos sueños de niños dormidos amasaron las manos de una madre en esta batea. Una batea infaltable en el hogar para amasar el pan, para mitigar el hambre del pelador El sulky Nuestro viejo sulky que desde el fondo de los siglos, con su idioma tal vez extraño, llegó hasta los llanos de Tucumán para afincarse en Simoca y ser hoy, uno de los símbolos primordiales de esta tierra criolla, una postal viviente que nos representa en el mundo entero. Hoy el sulky es nuestro y parte inseparable de nuestra identidad.

La Carreta Cañera tirada por Bueyes Que al decir del Chango Rodríguez mil veces cruzó la laguna del tiempo llevando a los ingenios el fruto dulce de esta tierra, con el andar lento y firme de quien como el tiempo avanza seguro de tener un destino fundamental en la historia de Simoca. Las

Sobre el cenit del escenario brillaba una original escarapela celeste y blanca, dominada por el sol de la libertad. Una Libertad que en el 2010 cumplió doscientos años, cuando todos unidos celebramos el Bicentenario de la Patria. Pero no es una escarapela común. En su imagen adquiere fuerza una rueda de sulky que pintó sus rayos de celeste para formar la bandera nacional con el fondo blanco y dejar brillar, con un mensaje de esperanza el sol de la libertad estampado sobre ella. La escarapela fue diseñada por Sergio Esquendefe, diseñador gráfico simoqueño y realizada por las manos artísticas de Natalia Nazer y fue adoptada como símbolo oficial por el Gobierno Municipal. Y fueron muchas más las manos que trabajaron y muchas las horas dedicadas a la construcción de este escenario. Todo un conjunto de voluntades para montar esta escenografía cargada de símbolos y significados


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