Entorno 18

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Pedro Martínez de Aerial/Architectural Photography, Inc. en San Juan 2000, Centro de Investigaciones CARIMAR

Fotografía aérea del desparrame urbano de San Juan, vista hacia el noroeste sobre la autopista Luis A. Ferré. c.2000

de tránsito son la novena causa de muerte entre los puertorriqueños. Los residentes de las áreas desparra madas tienen una mayor probabili dad de sufrir un accidente de carro. • La ausencia de centros urbanos y de un sentido de lugar resulta en la falta de solidaridad, reduce la participa ción cívica, aumenta la segregación social y económica, y disminuye la calidad de vida. El tiempo que se de dica a los viajes aumenta la tenden cia a que las personas reporten dolores de espalda, enfermedades cardiovasculares y estrés. También se aumenta la agresividad de los con ductores impacientes y molestos. • Los desarrollos desparramados no proveen alternativas adecuadas para peatones y ciclistas, y fomentan un estilo de vida sedentario. Sin estas al ternativas, la gente está más pro pensa a usar el carro en lugar de ir en bicicleta o caminando al trabajo, a estudiar, a hacer los recados o a recrearse. Puerto Rico tiene un 62.9% de tasa de obesidad, la cifra

más alta de todos los estados y territorios estadounidenses [9]. Solo el 4.1% de las personas caminan a su trabajo.

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¿A quién le cuesta?

Muchos puertorriqueños piensan que el desparramamiento urbano es el resultado inevitable de un sistema económico que demanda eficiencia y bajos costos, sobre todo cuando esta es la manera como vive la abrumadora mayoría de los ciudadanos, y como han vivido también sus padres. Pero esta supuesta eficiencia económica es un mito: el desarrollo desparramado nos cuesta más que si se estableciera un desarrollo ordenado y planificado de nuestras ciudades. Lo que ocurre es que el costo real del desparramamiento se diluye a través de una serie de costos que no percibimos, pero que en verdad todos los ciudadanos terminamos pagando. La Asociación de Constructores de Hogares de Puerto Rico ha planteado

de manera continua que los costos de desarrollar una vivienda en un área urbanizada es más costoso que construirla en terrenos vacantes de la periferia. Pero la realidad es que nunca se han presentado datos sobre lo que verdaderamente cuesta construir en Puerto Rico, pues implicaría revelar también cuáles son las ganancias. Los desarrolladores descubrieron que al construir casas en terrenos alejados de las áreas urbanas, logran precios más bajos de la tierra. Pero esta reducción no siempre se refleja al final sobre el precio de la vivienda para el consumidor; a veces solo se logra un aumento en la ganancia del desarrollador. El desparramamiento urbano les cuesta a la AAA, a la AEE, al DTOP, al Departamento de Educación, al Departamento de Salud, a los municipios y a cada uno de nosotros —que pagamos mayores impuestos para costear los gastos y subsidios del Estado—. Siempre escuchamos “el Estado somos todos”, pero en realidad los ciudadanos no entienden como suyos los


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