Italianización de la Iglesia, marginación del latín.

italiano latín San Pedro
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(Catholic World Report/ Peter M.J. Stravinskas ) Cuando se pensaba que las cosas no podían complicarse más en el Vaticano, lo hacen. El pasado 28 de junio (vigilia de la solemnidad de San Pedro y San Pablo), Monseñor Franco Camaldo, decano de los maestros de Ceremonias Papales y secretario de la Basílica de San Pedro, informó a los canónigos de la nueva política establecida por el nuevo Arcipreste de la Basílica, el Cardenal Mauro Gambetti, a saber, que en adelante las celebraciones litúrgicas se realizarán principalmente en italiano, en lugar de en latín.

En primer lugar, un par de datos.

Los canónigos de la Basílica son los sacerdotes responsables de todos los aspectos de la vida de la Basílica. Forman un cuerpo jurídico; no son meros titulares o testaferros, que decoran las ceremonias con sus bonitos trajes. Deciden sobre cómo se organizan todos los aspectos de la vida de la Basílica. Por lo tanto, que se les «informe» de una decisión indica que se les ha pasado por alto y que alguien se ha arrogado una autoridad que no tiene. Esto me recuerda a dos acciones del Cardenal Virgilio Noe que, sin consultar al Papa ni a los canónigos, introdujo la Comunión en la mano en la Basílica y que, igualmente, arrancó el altar original de la Cátedra en el ábside de la Basílica.

Ahora, pasemos al fondo de la cuestión.

La decisión de dejar de lado el latín se enmarca en el contexto de lo ocurrido el pasado 15 de marzo (¡los idus de marzo!), cuando un aviso sin firma informaba a todos de que las misas «privadas» quedarían prohibidas una semana después. Se armó tal revuelo que el 22 de junio el Arcipreste revocó parte de esa prohibición.

Lo primero que hay que decir es que la decisión de dejar de lado el latín va en contra del Vaticano II, del Código de Derecho Canónico y de las declaraciones de los Papas posconciliares. En Sacrosanctum Concilium, los Padres del Concilio declararon: «Quedando en vigor el derecho particular, consérvese el uso de la lengua latina en los ritos latinos» (n. 36, § 1). El Código de Derecho Canónico (canon 928) estipula: «La celebración eucarística debe realizarse en lengua latina o en otra lengua, siempre que los textos litúrgicos hayan sido legítimamente aprobados». Leído con atención, vemos que se debe dar primacía a que las celebraciones litúrgicas se realicen en latín, con la posibilidad de la lengua vernácula. San Juan Pablo II enseñó: «La Iglesia romana tiene obligaciones especiales hacia el latín, la espléndida lengua de la antigua Roma, y debe manifestarlas siempre que se presente la ocasión» (Dominicae cenae, n. 10). En continuidad con el magisterio de su predecesor, el Papa Benedicto XVI, además de desear que haya un mayor uso de la lengua latina tradicional en las celebraciones litúrgicas, especialmente en los encuentros internacionales, escribió:

«Más en general, pido que los futuros sacerdotes, desde el tiempo del seminario, se preparen para comprender y celebrar la santa Misa en latín, además de utilizar textos latinos y cantar en gregoriano; y se ha de procurar que los mismos fieles conozcan las oraciones más comunes en latín y que canten en gregoriano algunas partes de la liturgia» (Sacramentum Caritatis, n. 62)

Si el latín no se puede utilizar en la «parroquia» de todos los católicos, ¿dónde se puede utilizar?

Aparte de que esta decisión se ha tomado de forma arbitraria (como la anterior del 15 de marzo), en contra de las constantes afirmaciones del Papa Francisco sobre la necesidad de la «colegialidad» y la «sinodalidad», ¿qué está en juego aquí?

Siempre que he estado en Roma, he intentado concelebrar la misa en latín de las 17 horas (forma ordinaria). Está muy concurrida por los laicos y el clero en visita. Se celebra con gran dignidad y con plena participación de los fieles en el canto gregoriano. De acuerdo con el principio del Vaticano II, las lecturas de la Escritura y la homilía se hacen en lengua vernácula. Si esa misa se celebrara a partir de ahora en italiano, los sacerdotes que no saben italiano (que serían la gran mayoría del clero visitante) no podrían ofrecer la Santa Misa. Los peregrinos laicos de fuera de Italia quedarían igualmente marginados. ¿Es así como se hace realidad lo que simboliza la columnata de Bernini, los brazos abiertos de la Madre Iglesia acogiendo a todos sus hijos?

El Papa Pablo VI emprendió un decidido programa de internacionalización de la Iglesia: en la Curia Romana y en el Colegio Cardenalicio. Juan Pablo II continuó ese proceso. En el actual pontificado, parece que asistimos a una reitalianización de la Iglesia, así como a una marginación del latín. La Librería Editrice Vaticana (LEV) ya no imprime libros litúrgicos en latín (ni siquiera reimpresiones) y la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos niega a las editoriales el permiso para publicar los libros que la LEV ha dejado de publicar.

Hay que señalar que los libros en cuestión son para la Forma Ordinaria de la Misa y la Liturgia de las Horas.

La manía antilatina del Vaticano actual va en contra de toda la tradición de la Iglesia, que siempre ha considerado el latín como un tesoro, especialmente en la Sagrada Liturgia como lengua sacra para elevar las mentes y los corazones de los fieles. Esa manía también viola un principio fundamental de la hospitalidad cristiana y bien puede estar empujando a ciertos católicos, cansados y tristes, en brazos de los lefebvristas.

Cicerón se lamentaba de la situación de la Roma de su tiempo: «¡O tempora! O mores!». Algo que recoge el clasicista Charles Duke Yonge cuando escribió: «¡Vergüenza para esta época y para sus principios perdidos!».

Hay que dar marcha atrás a estas desacertadas decisiones, como la del 15 de marzo, para que quede claro que la nuestra es una Iglesia universal, no italiana.

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Comentarios
31 comentarios en “Italianización de la Iglesia, marginación del latín.
      1. Creo que es la condición impuesta por los obispos italianos, para acceder a celebrar un sínodo en Italia, como pide francis

  1. buen artículo felicito al autor. Al dar de lado al latina Iglesia perdió catolicidad universal. Los ortodoxos conservan el eslavónico como vinculo de unión

  2. Se habla mucho de la labor de zapa eclesial de los teólogos alemanes, los obispos belgas y demás, pero a mí me han decepcionado mucho los jerarcas y monseñores italianos, a través de los que desde mediados del siglo XX se han asestado las peores y más irreversibles puñaladas a la fe y la tradición de la Iglesia, hasta llegar a la Casa de la Troya que es hoy la Santa Sede.

    1. Cierto. Los unos son como elefantes, pero los otros son especialistas en el embozo. Enamoran a todos y a todos los fregan. A mí lo que me sorprende es que después de que se les descubra, los abducidos sigan entrampados, qué dan para tener a tanto contento y provocar tanta imitación con tanto mal evidente.

    1. Es esperpéntico oír a Francisco expresarse siempre en italiano, litúrgica, mediática y chistosamente cuando, ya puestos, su lengua materna española es hablada por muchísimos millones de católicos más. Pero, claro, en la agenda «Non serviam» del estamento eclesiástico figura en lugar destacado el odio a España por la evangelización del Nuevo Mundo.

      1. Juan Pablo II no se expresaba en Polanco sino en italiano igual que Benedicto XVI que no lo hacía en alemán…
        Que cosas que para unos esté bien y para otros no.

        1. Una pregunta: «Su Santidad San Juan Pablo II no decía las misas en latín?
          Su Santidad, Benedicto XVI, ¿no decía las misas en latín?

      2. Lector,
        Y nosotros también n el Nuevo Mundo, les estamos, en gran mayoría, “eternamente agradecidos” con la Madre Patria Española, por traernos el Evangelio y Bautismo!

        Enhorabuena por la pronta “beatificación de Doña Isabel La Católica”!

        El experto en la figura de Isabel la Católica, el P. José Antonio Calvo-Gómez, explicó que «existen motivos más que de sobra para la beatificación» de la reina, «una de las mujeres más importantes de la historia» y principal impulsora de la evangelización en América…

    1. Jesús ya habló sentenciando en la Biblia a los falsos profetas: se secarán y no darán fruto. Y éstos están más arrugados que uvas pasas. Que no se quiera ver no es culpa del Señor: avisados están/estamos.

  3. El residuo de latín que quedaba en el Vaticano era mínimo, mínimo. Las misas en general, todas siempre en italiano. Empeñarse en eliminar ese residuo indica ya un desequilibrio.
    Es como si dijéramos: » Hagamos una gran reforma, eliminemos el griego en las misas», por el Kyrie que se oye alguna vez…

    1. Porque ni saben ni quieren saber de él. Es como si todo empezara en el Vaticano I (la infalibilidad) y el II (la pastoralidad). Sin dogmas ni verdades.

      1. Es la representación de lo más parecido a una tiranía que hay en términos eclesiásticos. No será que no avisan tampoco estos. Y cuidado con enfrentarse a los poderes del mundo al que andan vendidos: te cae como la del pobre cura este americano. Ya lo dice hoy el Señor en el Evangelio: os azotarán en las sinagogas… seréis odiados por todos a causa de mi nombre.

  4. Todo esto es por puro complejo y vaguería de la casta sacerdotal general. No quiere estudiar latín ni para ser capaz de decir dos palabras entendiendo lo que dicen, y habiendo quienes se preocupan de cultivarlo (y atrayendo éstos más vocaciones proporcionalmente), no quieren sentirse menos. Es puro mal moral que indica un mal muy profundo en el alma de nuestro sacerdocio, en la formación de sacerdotes. Imagínense que algún judío dijese que se desterrase el hebreo por el yídish o el alemán o el inglés. Pues esta aberración es la que cometen los pastores supremos de la grey. Nada bueno se puede esperar de ellos ya. Cada día nos lo dejan más claro.

  5. Es una pena ir a Roma y escuchar una lectura en inglés, el salmo en francés, la letra en swahili y las preces en alemán y la misa en italiano. Alguno puede tener la suerte de hablar 3 ó 4 idiomas. Pero lo católico, es decir, lo universal, es que cada uno tenga su propia lengua y otra común a todos como el latín, que sirva en Roma, Nueva York, Varsovia, Berlín, el Cairo, Manila o Hong Kong sin necesidad de ser políglota de 16 idiomas. No es práctico.

    1. Ese es el principal motivo por el que creo que la misa debe ser en latín con pocas partes en vernáculo como, tal vez, la homilía y las lecturas. El latín nos une con el pasado y entre nosotros, al rezar en la misma lengua. Lo esperpéntico, como ha dicho algún comentario, es ver al Papa durante la pandemia haciendo misa para el mundo entero en italiano. Pero, claro, nadie se ha preocupado de enseñar el credo, el gloria, pater noster, Kyrie eleison, agnus del en latín. Eso era carca, asqueroso, retro… Aunque el Vaticano II dijo que había que hacer

  6. Lamentable es decir poco. Horrible esta demolición de la Liturgia y de la Iglesia a manos de los seguidores del conciliábulo de Pistoya, reloaded en el Vaticano II. Todas las alusiones más o menos claras a la Tradición se las han ido saltando a la torera desde el Concilio mismo, y su espíritu…. es de ruptura y demolición. A los hechos me remito.

    ¿Para qué una liturgia reformada con remiendos de Tradición, pudiendo celebrar la Liturgia de verdad, Tradicional, sin remiendos, donde todo cuadra en la dirección correcta hacia Xto? Resistir al mal implica ser perseguido, pero vale la pena ir en la dirección correcta y tomar la alternativa.

  7. Soy pecador, amo a la Iglesia de Roma, me duelen estas prevaricaciones. En mi blog subo casi todos los días la miosa en latin. Algo queda. No todo está perdido. Confiemos en el Señor.- Sagrado Corazón de Jesús en Vos confío

  8. Puestos a respetar la sana Tradición, la Santa Misa se debería celebrar en el idioma con el cual Jesús instituyó el Santo Sacramento. Así que chau Latín y chau italiano .

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