Es una escena que muchos hemos presenciado alguna vez: dos perros que se aparean y quedan unidos por varios minutos, sin poder separarse. ¿A qué se debe este fenómeno? ¿Es normal o peligroso? ¿Qué debemos hacer si vemos a dos perros en esta situación?
La respuesta a estas preguntas tiene que ver con la anatomía del aparato reproductor de los canes, especialmente del macho. El pene del perro tiene dos partes principales: el hueso peneano y el bulbo peneano. El hueso peneano es el encargado de mantener la erección durante la cópula, mientras que el bulbo peneano es una estructura eréctil que se encuentra en la base del pene, cerca de los testículos.
Cuando el macho penetra a la hembra, el bulbo peneano se hincha y se llena de sangre, quedando atrapado dentro de la vagina. Esto impide que el macho se retire y asegura que el semen sea depositado en el lugar adecuado para la fecundación. A este proceso se le llama abotonamiento o enganche, y puede durar desde unos pocos minutos hasta media hora.
El abotonamiento es una adaptación evolutiva que favorece la reproducción de los perros, ya que evita que otros machos interfieran o que la hembra expulse el semen. Además, durante el abotonamiento se produce la eyaculación en tres fases: la primera contiene fragmentos de espermatozoides y líquido prostático; la segunda contiene el mayor número de espermatozoides; y la tercera contiene un líquido con pocos espermatozoides.
Si vemos a dos perros abotonados, lo mejor es no intervenir ni intentar separarlos, ya que podríamos causarles daños físicos o estrés. Lo más recomendable es dejarlos tranquilos y esperar a que ellos mismos se desenganchen cuando el bulbo peneano se deshinche. También podemos ofrecerles agua y un lugar fresco y seguro donde descansar después del apareamiento.
El abotonamiento es un fenómeno natural y normal en los perros, que no debe causarnos alarma ni preocupación. Sin embargo, si queremos evitar embarazos no deseados o enfermedades de transmisión sexual en nuestras mascotas, lo más responsable es esterilizarlas o castrarlas, así como llevarlas al veterinario periódicamente para su control y prevención.