ADOLFO SUÁREZ GONZÁLEZ, AFRENTADO POR PABLO CASADO (26.03.2019)

Posted on marzo 26, 2019

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ADOLFO SUÁREZ GONZÁLEZ, AFRENTADO POR PABLO CASADO

Ignacio Trillo

Pablo Casado Blanco y Adolfo Suárez Illana, su número dos por Madrid.

Un Pablo Casado Blanco, en tanto anda instalado en el monte del disparate para disputarle la ultraderecha a VOX, presenta a bombo y platillo a Adolfo Suárez Illanes como su segundo por Madrid, con la vana pretensión de capitalizar para los amnésicos el legado del gran estadista que significó el padre, Adolfo Suárez González, artífice de una gran parte de la Transición y primer presidente del Gobierno constitucional que tuvo la actual era democrática.

Año 1977. Cinco de los siete exministros de Franco que formaron Alianza Popular, antecesora del actual Partido Popular, adonde dirigió su voto útil la extrema derecha en las primeras elecciones generales democráticas celebradas el 14 de junio de 1977 y que en la fase de la elaboración de la Constitución saltó por los aires entre el Sí, el No y la Abstención. Delante: Lucinio de la Fuente y Manuel Fraga Iribarne. Detrás: Laureano López Rodo, Cruz Martínez Esteruelas y Enrique Thomás de Carranza. Foto, diario El País.

Pretende que olvidemos los quebraderos de cabeza que el fundador de Alianza Popular (año 1977) y refundador del Partido Popular (año 1990), Manuel Fraga Iribarne, originó a Adolfo Suárez González para impedir el proceso constituyente que dio paso a la Carta Magna, a la que no obstante acabaría sumándose, no así su partido AP al completo que quedó hecho trizas.

Así, sus «Siete magníficos ministros de Franco» fundadores, quedaron divididos entre el Sí (Manuel Fraga Iribarne y Laureano López Rodó), el No (los diputados populares: Gonzalo Fernández de la Mora, Alberto Jarabo, José Martínez Emperador, Pedro de Mendizábal y Federico Silva Muñoz) y la abstención (Licinio de la Fuente y el asimismo diputado de AP, Álvaro de Lapuerta, el que fue posterior tesorero del PP entre 1993 y 2008 e imputado por financiación ilegal en el caso Bárcenas) que «de forma beligerante» igualmente pregonaba en aquel entonces el joven exfalangista castellanoleonés llamado José María Aznar.

Febrero del 2019. Los retratados en la plaza de Colón que osan repartir credenciales constitucionalistas.

Curioso resulta que los herederos de aquellos barrizales sean hoy los lodos que reparten las credenciales de naturaleza constitucionalista.

Pues bien, a cinco años del fallecimiento biológico de Adolfo Suárez González, mucho antes le llegó a su cerebro, el Pablo Casado del PP de hoy, que se parece al gran político de la Transición lo mismo que un huevo a una castaña, no está dispuesto a dejarlo descansar en paz.

Marzo del 2014. El féretro de Adolfo Suárez González siendo introducido en su tumba.

Ningún ser humano merece semejante ofensa instrumentalizadora tras su muerte, menos aún si el trance fue resultado del maldito y lento Alzheimer que primero extingue la memoria borrándola hasta concluir la vida en subsistencia previamente vegetativa. A la par, precedida por la angustia de haber visto desaparecer en tres años, por mor de malignos cánceres, a seres tan queridos como su mujer, Amparo Illana, con la que siempre permaneció afectivamente unida, y la primogénita Miriam concebida por ambos.

Adolfo Suárez, el protagonista del día, a la hora de votar en las primeras elecciones democráticas de junio de 1977 con su señora Amparo Illana.

Tampoco es de recibo, si con anterioridad en vida, acosado por la presión de los todopoderosos, la envidia de la mediocridad, el dolor por el desprecio de los desagradecidos a los que generosamente dio todo lo que fueron, así como ante la voraz ambición de poder de la derecha reaccionaria del ancestro liderada por Manuel Fraga Iribarne; se vio obligado -impotente, aislado y hastiado- en productiva edad, rico en experiencia y con vocación de seguir prestando servicio a la sociedad, a retirarse de su pasión vital, la política, con destino a recluirse en su residencia familiar.

Adolfo Suárez González que se confesara en 1975, un año antes de ser presidente, con el entonces íntimo amigo, Landelino Lavilla, que acabó igualmente traicionándolo.

Un Adolfo Suárez que se confesó ante el que también creyó que era su amigo de siempre, Landelino Lavilla, que asimismo acabaría con los años decepcionándole tras haberlo sacado de la carrera de jurista para poner en sus manos los destinos de la Justicia durante la Transición.

En este sentido le expresó, en 1975, un año antes por tanto de que fuera llamado por el Rey para llevar las riendas de la nación: “Preferiría un año de poder» – pensando en realizar un gran proyecto de país de cara a lograr la reconciliación de las dos Españas,- «que otros cuantos de vida”.

Año 2001. Adolfo Suárez el día del fallecimiento de su mujer Amparo Illana, con su hija María Amparo (Mariam) que tres años después también moriría de cáncer.

Nunca se imaginaría el bueno de Suárez González la macabra paradoja que esa permuta de tiempo de ese anhelado año de poder le depararía en su porvenir … ¡Cuánto y de qué forma padecida, esos otros años de vida restados, por unas u otras razones todas de distintas índoles dolorosas…!

Cuatro años y medio de Adolfo Suárez presidiendo el primer Gobierno democrático para acometer, solo en la mitad de ese tiempo, la gran transformación que España necesitaba contra viento y marea, soportando frontales insultos y amenazas por los mismos de su procedencia, porque ansiaban para sí la herencia de Franco como meritorios servidores de la siniestra etapa opaca de la España en blanco y negro dictatorial.

Otra paradoja que le deparaba el destino. Adolfo Suárez halló un único amigo leal en la política durante la Transición en su adversario situado en su diáspora ideológica, Santiago Carrillo. Claro que de ese hecho histórico nada ha de saber el desmasterizado y anticomunista visceral, Pablo Casado.

Y durante la otra mitad del tiempo de mandato hasta su dimisión, tener que soportar la soledad del poder, la desafección de los que había creído, incluso el Rey lo abandonó, y desde el lado opositor, los que en la lógica alternancia política en democracia le hostigaban, censuraban y acosaban con la impaciente pretensión de sustituirle.

Año 1981. Adolfo Suárez González ante el Golpe del 23F. Esta foto le fue sugerida posteriormente por los publicistas para la presentación de la nueva formación que creó, Centro Democrático y Social, a lo que se negaría rotundamente manifestando que ya no le pertenecía por ser titular del conjunto de los españoles.

Para rematar esa etapa, una vez dimitido y antes del traspaso de poderes, llegar el golpe de Estado del 23F y nuevas traiciones.

El nombramiento como portavoz de la UCD en el Congreso de Diputados de Miguel Herrero de Miñón, fue el golpe mortal político para Adolfo Suarez. Miñón luego traicionaría también a Leopoldo Calvo Sotelo y se iría a la AP de Manuel Fraga con otros diputados ucedeos, precipitando la disolución de la legislatura que acabó dando lugar en las urnas al gran triunfo del PSOE de Felipe González en octubre de 1982.

Renunciando a todo en la UCD hasta abandonarla, volvió a empezar de nuevo, pero a partir de aquí conocería las amargas hieles de un reinicio bien distinto al originario que había efectuado desde el poder.

Adolfo Suárez González, de la aclamación por los suyos a la más absoluta soledad política.

Me refiero a su fracasada travesía por el desierto a través del experimento político personal que desarrolló acompañado de sus ya escasos amigos leales: el CDS.

Tampoco el CDS como segunda parte fue bueno para Adolfo Suárez González

Tras su retiro, finalmente solo la muerte biológica le trajo la paz y el reconocimiento unánime, aunque incluyese a hipócritas oportunistas, apologistas de hoy y navajeros de ayer, muchos de los cuales llegaron adonde su generosidad los elevó.

El féretro de Adolfo Suárez González escoltado por un ejército tan distinto al golpista de su época.

Y hasta vimos, afortunadamente, la imagen del primer presidente constitucional de la actual era democrática a hombros de un ejército, que tantos dolores de cabeza le ocasionó en su gobernación, para entonces ya profesional, otrora golpista.

La despedida del pueblo de Madrid en olor de multitudes a Adolfo Suárez González.

Pero lo más importante y gratificante, el homenaje sentido y sincero del auténtico protagonista de esa primera y hasta ahora única Transición: el pueblo llano que tanto sufrió la Dictadura y desoyó los cantos de sirena de la provocación involucionista y terrorista, que no lo había olvidado.

Pero he aquí, que ni muerto pudieron dejar tranquilo a Adolfo Suárez.

Con su cuerpo aún caliente, yaciendo en el lugar elegido para descansar junto a su amor, Amparo Illana, groseras trompetas fatalmente desafinadas procedentes del ultratemplo catedralicio de La Almudena aportaron discordantes ruidos a su féretro.

El «guerracivilista» Rouco Varela que aprovechando el funeral de Adolfo Suárez González aventuró nuevas apocalipsis entre españoles.

Un protagonista, Rouco Varela, para quien el pasado no había sucedido, onírico heredero de la nostalgia chillona contra la Transición, increpada por la sinrazón ultramontana de aquellos `voxeros´: “¡Suárez y Tarancón al paredón!”.

Sin desfallecer, el cardenal levantó la carrasposa voz tétrica de ultratumba que le caracteriza, apercibiendo a los presentes de enemigos y demonios, esta vez paradójicamente en ceremonia religiosa precisamente dedicada al hombre de la concordia, Adolfo Suárez, de cara a fustigarnos con pesadillas del pasado, su único alimento espiritual.

Aconteció justo, además, en vísperas del uno de abril del 2014, conmemorativa del 75 aniversario en que las tropas victoriosas del franquismo en su genocidio alcanzaban sus últimos objetivos golpistas.

Así, monseñor Rouco, nos apercibió del peligro que rondaba otra vez a España: Una nueva guerra civil.

Una funeral de Estado más propia del Medievo que del Estado aconfesional a que nos había conducido la Constitución a la que tanto contribuyó Adolfo Suárez.

Prevaricador funeral de Estado celebrado en el Estado español aconfesional, otra vez contraviniendo la voluntad de Suárez, ferviente católico que se negaba a entrar al trapo cada vez que le preguntaban sobre su fe religiosa por considerar que pertenecía al ámbito privado y él representaba el Gobierno de todos: de creyentes en el credo que fuera y de los no creyentes.

El dictador Teodoro Obiang, único Jefe de Estado en el funeral, otra ofensa a Adolfo Suárez.

Y por si fuera poco, la felonía hacia la memoria de Adolfo Suárez, producto de la indecorosa diplomacia del ministro de Exteriores del Gobierno de Mariano Rajoy, José Manuel García-Margallo y Marfil, encargado para más inri de vender la Marca España en el mundo, llevando a que Teodoro Obiang, el de la no reconciliación entre guineanos e insaciable corrupto frente a la honestidad de que hizo gala Suárez, fuera el único jefe de Estado presente en esta impresentable ceremonia.

Adolfo Suárez Illana, pretendiente al duquesado con demanda contra su sobrina.

Y para rematar ese trajín consistente en no dejar de descansar en su lecho a Adolfo Suárez González, el comportamiento de su hijo, también llamado Adolfo Suárez pero Illana, el que duró en la política castellanomanchega, presentándose como presidenciable por el PP para regir esa Comunidad, lo que un dulce a la puerta de un colegio de un barrio de parados, tras sufrir una severa derrota electoral frente a José Bono que aumentó con tres diputados más su mayoría absoluta, llevándole a abandonar la política sin tan siquiera tomar posesión del escaño logrado.

Un deseoso José María Aznar de endulzar su imagen con un Adolfo Suárez que nunca quiso saber nada con Alianza Popular ni con el ulterior refundado Partido Popular, que fue aprovechado por el hijo la imagen conjunta de los dos para sus fines electorales en Castilla La Mancha. 

Ya en aquel entonces, sucedía el año 2003, Adolfo Suárez hijo había recurrido a su padre en la última aparición pública que se le conoce y cuando ya mostraba evidentes signos de la enfermedad del Alzheimer, para que le apoyase en esa campaña electoral, y de camino sacarle una foto junto a Aznar, corresponsable con su partido del abandono en 1991 de la política activa por el artífice, junto al pueblo español y demás fuerzas políticas democráticas, de la Transición.

Alejandra Romero Suárez, duquesa, preparada abogada a pesar de su juventud, junto a su hermano, en el entierro de su abuelo Adolfo Suárez.

Adolfo hijo, también tuvo sus desavenencias con la familia de su sobrina, Alejandra Romero Suárez, descendiente de su hermana mayor, Mariam, que falleció en el 2004 a la temprana edad de 41 años de cáncer. Sondeó, a espaldas de la familia, a la casa Real para que fuera él quien portase el duquesado de Suárez que el monarca otorgó en 1981 a su padre por la labor gubernamental y de reconciliación realizada entre españoles.

Y por si fuera poco, también este mismo hijo, aun en cuerpo caliente del padre fallecido le hizo polémica entrega a Pedro J Ramírez de documentos y manuscritos relacionados con la etapa política de su padre.

Inmerecidos despropósitos todos ellos dirigidos contra Adolfo Suárez González y su legado.

Por favor, Pablo Casado Blanco y Adolfo Suárez Illana, déjenles que por merecimientos propios repose digna y tranquilamente en paz.

P.D. Y la contrarreforma a la ley del aborto predicada por el PP en labios de Adolfo Suárez Illana, constituye una prueba más de que la inteligencia no se hereda.

Miguel Gila aborto

¿Está el enemigo?

gila el patriota

king kong suárez

Adolfo Suárez Illana en Nueva York denunciando su inexistente Ley sobre el aborto. Qué forma de denigrar la biografía de su padre.

adolfo adolfo suárez

¡Qué cruz!

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