Gustavo Petro sigue demostrando que solo le sirve al país lo que le gusta a él, el resto es basura, así se demuestra en las últimas declaraciones del presidente con respecto al metro de Bogotá, cuya primera línea calificó como un «esperpento» y una «chambonada».
Esperpento lo define la RAE como «persona cosa o situación grotescas o estrafalarias y chambonada como «desacierto propio del chambón».
Teniendo en cuenta lo anterior, para Petro el proyecto de la línea uno del metro es grotesca y estrafalaria y una idea desacertada de un chambón.
Aquí vale la pena destacar que la línea uno del metro de Bogotá guarda similitudes con el metro de Medellín, entonces ¿el orgullo de la capital de Antioquia, es grotesco y chambón?
Según Petro, si se hace el metro de Bogotá como está proyectado, contratado y en ejecución, las tres siguientes generaciones «nos van a maldecir».
Lo anterior deja en el limbo el futuro del nuevo sistema de transporte de Bogotá. Por fin los habitantes veían como las obras avanzaban y ahora por el capricho y ego de Gustavo Petro, las cosas de nuevo se pueden empantanar.
La Presidencia contrató una firma de abogados que dice lo que la Casa de Nariño quiere escuchar: que el contrato firmado se puede reformar, mientras la firma que adelanta la construcción advirtió que el cambiar las condiciones no es viable, generaría un alto riesgo jurídico además de un sobre costo de cerca de 17 billones de pesos.
Una ciudad como Bogotá debería tener al menos 12 líneas de metro, ¿qué necesidad hay de modificar la que se está construyendo? Si al presidente no le gusta elevado, pues que desde su cargo trabaje en la realización de las otras líneas que necesita la capital y no ponga palos en la rueda a una realidad que ya comienza a verse en las calles de la ciudad y en la esperanza de los bogotanos.
