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EL CABALLO AMAESTRADO

Un ladrn que rondaba en torno a un campamento militar, robo un hermoso caballo aprovechando la oscuridad de la noche. Por la maana, cuando se diriga a la ciudad, paso por el camino un batalln de dragones que estaba de maniobras. Al escuchar los tambores, el caballo escapo y, junto a los de las tropa, fue realizando los fabulosos ejercicios para los que haba sido amaestrado. Este caballo es nuestro! Exclamo el capitn de dragones. De lo contrario no sabra realizar los ejercicios. Lo has robado tu? Le pregunto al ladrn. Oh, yo...! Lo compre en la feria a un tratante... Entonces, dime como se llama inmediatamente ese individuo para ir en su busca, pues ya no hay duda que ha sido robado. El ladrn se puso nervioso y no acertaba a articular palabra. Al fin, vindose descubierto, confeso la verdad. Ya me pareca a m exclamo el capitn Que este noble animal no poda pertenecer a un rufin como tu! El ladrn fue detenido, con lo que se demuestra que el robo y el engao rara vez quedan sin castigo.

LA RATITA BLANCA
El Hada soberana de las cumbres invito un da a todas las hadas de las nieves a una fiesta en su palacio. Todas acudieron envueltas en sus capas de armio y guiando sus carrozas de escarcha. Pero una de ellas, Alba, al or llorar a unos nios que vivan en una solitaria cabaa, se detuvo en el camino. El hada entro en la pobre casa y encendi la chimenea. Los nios, calentndose junto a las llamas, le contaron que sus padres hablan ido a trabajar a la ciudad y mientras tanto, se moran de fro y miedo. -Me quedare con vosotros hasta el regreso de vuestros padres prometi ella. Y as lo hizo; a la hora de marchar, nerviosa por el castigo que poda imponerle su soberana por la tardanza, olvido la varita mgica en el interior de la cabaa. El Hada de las cumbres contemplo con enojo a Alba. Cmo? ,No solo te presentas tarde, sino que adems lo haces sin tu varita? Mereces un buen castigo! Las dems hadas defendan a su compaera en desgracia. -Ya se que Alba tiene cierta disculpa. Ha faltado, s, pero por su buen corazn, el castigo no ser eterno. Solo durara cien aos, durante los cuales vagara por el mundo convertida en ratita blanca. Amiguitos, si veis por casualidad a una ratita muy linda y de blancura deslumbrante, sabed que es Alba, nuestra hadita, que todava no ha cumplido su castigo...

NUEZ DE ORO
La linda Maria, hija del guardabosques, encontr un da una nuez de oro en medio del sendero. -Veo que has encontrado mi nuez. Devulvemela -dijo una voz a su espalda. Mara se volvi en redondo y fue a encontrarse frente a un ser diminuto, flaco, vestido con jubn carmes y un puntia-gudo gorro. Podra haber sido un nio por el tamao, pero por la astucia de su rostro comprendi la nia que se trataba de un duendecillo. -Vamos, devuelve la nuez a su dueo, el Duende de la Floresta insisti, inclinndose con burla. -Te la devolver si sabes cuantos pliegues tiene en la corteza. De lo contrario me la quedar, la vender y podr comprar ropas para los nios pobres, porque el invierno es muy crudo. -Djame pensar..., tiene mil ciento y un pliegues! Mara los cont. El duendecillo no se haba equivocado! Con lgrimas en los ojos, le alarg la nuez. -Gurdala -le dijo entonces el duende-: tu generosidad me ha conmovido. Cuando necesites algo, pdeselo a la nuez de oro. Sin ms, el duendecillo desapareci.
Misteriosamente, la nuez de oro procuraba ropas y alimentos para todos los pobres de la comarca. Y como Mara nunca se separaba de ella, en adelante la llamaron con el encantador nombre de 'Nuez de Oro".

LA OSTRA Y EL CANGREJO
Una ostra estaba enamorada de la Luna. Cuando su gran disco de plata apareca en el cielo, se pasaba horas y horas con las valvas abiertas, mirndola. Desde su puesto de observacin, un cangrejo se dio cuenta de que la ostra se abra completamente en plenilunio y pens comrsela. A la noche siguiente, cuando la ostra se abri de nuevo, el cangrejo le ech dentro una piedrecilla. La ostra, al instante, intento cerrarse, pero el guijarro se lo impidi. El astuto cangrejo sali de su escondite, abri sus afiladas uas, se abalanz sobre la inocente ostra y se la comi. As sucede a quien abre la boca para divulgar su secreto: siempre hay un odo que lo apresa.

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