Daños ecológicos causados al bosque xerófito del norte del Edo. Lara, por acción de los cultivadores de piña.

Un saludo cordial para todos los miembros de la prestigiosa comunidad HIVE.

Las hermosas montañas que conforman al sistema coriano, ubicadas al norte del Edo. Lara, en Venezuela, están desapareciendo paulatinamente, a un ritmo similar al que se desarrollan las plantaciones de piña (Género Ananas), en el seno del bosque xerófito de esta hermosa región.

Los factores involucrados en el cultivo de la piña, son numerosos y dinámicos, destacando la acción del hombre del campo, que, en su afán de proveerse recursos vitales para su vida y la de su familia, ha ido talando, quemando y sembrando plantas de piñas, en el suelo del bosque xerófito, sin ningún tipo de control gubernamental.

3 (2).jpg

El cultivo de la piña se realiza en muchas partes del mundo, cumpliendo protocolos agrícolas muy conocidos, como el uso de terrenos planos, a una altitud de por lo menos 300 m.s.n.m., uso de regadío por aspersión , y preparación mecanizada de la tierra.

Sin embargo, estas formas de cultivo no se aplican en la zona norte del Edo. Lara, caracterizadas por ser montañas de hasta mil metros de altitud, con una vegetación conformada por pastizales, arbustos e hiervas, y la presencia de árboles como el cují, quiebrahacho, tiama mamón, cotoperiz, cañamo, yagrumo, naranjillo y mamita, entre otros.

Estos vegetales sirven de asiento a especies autóctonas, como lombrices, grillos, termitas, arañas, caracoles, babosas, pequeñas ranas y sapos, reptiles como lagartijas, culebras y víboras, aves como el chirulí, turpial, gonzalico, guacharacas, perdices, chocolateros, saucitos, pavas, gallinetas, búhos, además de mamíferos muy diversos. que van desde murciélagos, pequeños roedores, lagomorfos como el conejo, mapurites, cachicamos, zorros, guaches, picures, lapas, cunaguaros, leones de montaña, onzas, y algunos otros, aún no reportados.

Cagarrutas de conejo, acumuladas en un espacio llamado letrina.

8 (2).jpg
Termitero sobre un árbol de quiebrahacho.

Han transcurrido unos 35 años desde mi primera visita a estos hermosos parajes del bosque xerófito del Edo. Lara, y en verdad, los cambios en la densidad de la montaña son notorios e impactantes.

Sectores conocidos como Agua dulce, Mucuragua, El toro, Mojomú, copeyal, Usera, Las chinas, Páramo Negro, La fundación y El caimito, muestran sus cicatrices en forma de rectángulos sobre la tierra, que representan cada parcela cultivada con piñas, y que han sido producto de la deforestación del terreno.

Grandes extensiones de la montaña ahora tienen numerosas plantas de piña, que paulatinamente se van agotando, dejando de producir frutos y, por ende, perdiendo rentabilidad agrícola y económica.

En el bosque xerófito del Edo Lara se cultiva la piña de forma distinta a como lo hacen en las zonas planas, iniciando por la tala indiscriminada de la vegetación, luego acumulan toda la materia vegetal y la incendian, con la finalidad de limpiar el área, y que la ceniza y el carbón resultantes, se incorporen al suelo.

Transcurren unos 15 días, después del proceso de Tala y Quema, y comienzan a despejar el suelo, amontonando los restos de carbón, y dando inicio a la hoyadura del terreno, dependiendo del número de plantas de piña que se van a sembrar.
Una hectárea de tierra puede contener hasta 8mil plantas, en hileras dobles.

Las plantas crecen durante unos 18 meses, y luego comienzan a producir frutos.

Pasados unos seis años, la plantación declina su producción y es abandonada, para repetir el proceso en otro sector de la montaña.

Las implicaciones ecológicas del cultivo de la piña, con la técnica usada en el bosque xerófito del norte del Edo. Lara, son nefastas para la fauna y flora del lugar.

Las plantas y animales de la zona quemada, y los sectores vecinos, son sometidos a un estrés térmico, sobre todo, cuando la candela supera los cortafuegos e incendia amplios sectores de la montaña.

La tala indiscriminada destruye nidos, madrigueras y elimina el hábitat de las especies que conforman estos ecosistemas.

Las especies de fauna se alejan del lugar, en la medida de sus posibilidades, sin embargo, muchos mueren por esa acción de quema.
En una ocasión, de estas quemas, en el sector Agua dulce, se encontraron nueve lapas muertas, producto del incendio generado para formar una parcela.

El suelo desprovisto de vegetación es sometido a una insolación inclemente, que elimina todo tipo de insectos, incluidos los que viven en galerías.

La creación de un monocultivo, en este caso, la piña, genera la presencia de plagas agrícolas, que antes no existían, las cuales causan grandes daños a los vegetales y pérdidas económicas a los agricultores, que se ven obligados a aplicar agroquímicos, casi siempre residuales.

Se crea un ecosistema, en el que conviven nuevas especies, y las propias del lugar que logran adaptarse, con el agravante de que ahora, tienen que luchar para superar el efecto de agroquímicos, y la perturbación del espacio natural, por la presencia permanente del hombre.

Una vez culminado el ciclo de producción de la plantación, unos ocho años después de iniciado, la parcela es abandonada, y allí, crece un rastrojo, que en nada se parece a la montaña originaria, con nuevos ecosistemas, muy empobrecidos, y carentes de las especies autóctonas.

Lo correcto, e ideal, es la reforestación del terreno, con los mismos vegetales que fueron talados y quemados, para recuperar la montaña, pero eso no ocurre, ya que no hay conciencia por parte de los agricultores, ni acciones legales por parte de las autoridades de guardería ambiental, para restituir el paisaje natural, que no solo es intervenido, sino totalmente disminuido en su potencial biológico.

En Venezuela, la legislación establece que, al deforestar un terreno, se debe planificar una reforestación a mediano o largo plazo, pero eso, casi nunca se cumple, y cada vez perdemos más espacios naturales.

Para saber más, Dale click aquí.

Queda de parte de las autoridades con competencia en el área forestal, generar políticas que eleven la conciencia de los piñicultores, instalados en el bosque xerófito, del norte del Edo Lara.