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Soy ciego, no invidente

joven platicando con un señor ciego sentados en una banca en el parque

Sin el ánimo de entrar en una discusión en cuanto a lo que el lenguaje incluyente establece en relación a la denominación correcta de las diferentes discapacidades, me pareció muy interesante el artículo que a continuación comparto con ustedes y que fue publicado en el espacio de “Diálogo en la Oscuridad”.

La mayoría de los que tenemos discapacidad visual, de manera especial quienes somos ciegos, nos hemos molestado en más de una ocasión cuando se refieren a nosotros como invidentes; incluso personas muy cercanas a nosotros, no obstante que en repetidas ocasiones les hemos pedido que es más correcto que nos presenten como ciegos que como invidentes.

Hemos escuchado incluso justificaciones como: “es lo mismo, no sé por qué te molesta”, “se oye más feo ciego que invidente”, “en España si es aceptado el término invidente”, por citar solo algunas de las justificaciones que se manejan. También la mayoría de nosotros hemos optado por aceptar las cosas como son, dejando de tratar de convencer a quien no está en la mejor disposición de hacerlo. Al final de cuentas, es factible que tengan cierta razón, nos digan como nos digan, somos ciegos

“Dígale invidente, no ciego. Es lo que alguna gente nos reclama a los integrantes de Diálogo en la Oscuridad. Incluso he escuchado que le hacen el mismo reclamo a familiares o amigos que usan la palabrota ciego”

Recuerdo que una vez hablé por teléfono a un restaurante y quería que me identificaran, les dije: «soy el cliente ciego que a veces va con ustedes». La mujer contestó algo apenada: «Ay, no se diga así oiga». A lo cual repuse: «pero es lo que soy, además ya me identificó, ¿verdad que sí?»

La palabra invidente es un eufemismo. Es como decirle pajarito al pene o bubis a los senos. Nos encanta suavizar el vocabulario para sacarle la vuelta a temas que tememos o nos hacen sentir incómodos.

Entiendo la intención detrás del término «invidente». Por un lado, trata de evitar lastimar a la persona ciega. ¿Pero sabe que? Si la persona en cuestión se ofende o resulta herida cuando usted usa «la palabrota», es problema de nuestro amigo carente de vista, pues si es un signo inequívoco de negación y falta de aceptación, que con su pan se lo coma.

Por otro lado, utilizar la palabra «invidente», le hace sentirse más seguro, que pisa un terreno firme y que no entró al retorcido mundo de las discapacidades y sus terminologías y susceptibilidades. Y no me extraña si rehúye a la palabra «ciego» y en cambio usa «invidente», pues hoy en día vivimos en un entorno hipersensible que, como consecuencia de promover y fomentar el respeto y la inclusión, cae frecuentemente en la exageración y en la alergia lingüística.

A mí mismo me costó denominarme como ciego. Hace unos 12 años, cuando pasé a formar parte de las fuerzas oscuras de Diálogo en la Oscuridad, de pronto escuchaba que mis capacitores y mis jefes usaban «la palabrota» con soltura y gracia. Cada vez que alguien decía la pecaminosa expresión, francamente sentía un piquete en el occipucio y una inconformidad terrible.

La discapacidad es uno de los tantos tragos extra amargos que podemos probar en la vida, sobre todo cuando la discapacidad es, como dicen, adquirida. Yo me quedé ciego a los 6 años y a mis 24 aún me retumbaba la palabra ciego. Yo aún no pasaba el trago amargo, seguía sin digerir la discapacidad y sin aceptarme tal y como era y comprender que mi ceguera pasaba a ser una característica más. Ahora, además de ser una persona baja, gorda y aperlada, tenía que entender que era también una persona ciega.

Finalmente y para terminar esta disertación filosófica sobre el tema, lo remito al diccionario. El vidente en efecto es la persona que ve, pero también es la persona que ostenta poderes para ver el futuro o ver las cosas ocultas al vulgar ojo ordinario. En nuestra cultura el “vidente” es esta suerte de adivino o brujo, por lo tanto, el “invidente” haría referencia al ordinario ser que carece de las dotes adivinatorias y extrasensoriales. Por lo tanto, le tengo una noticia: a menos de que sea usted madame Sassú, Mhoni vidente, el brujo mayor o cualquiera de estos personajes, usted también es invidente. ¡Bienvenido al club!

Dejémonos de eufemismos e hipersensibilidades que meten la basura bajo la alfombra. Encaremos las cosas tal y como son. Aceptemos y asimilemos. Es hora de madurar como sociedad y comunicarnos con responsabilidad. El ciego es el que no ve. El vidente es el que ve más de lo que le incumbe y cobra por ello. El invidente es el que no ve el futuro.

Comentario final

Agregar algo más al contenido del artículo tan claro y tan elocuente, sería irrelevante, por lo que solamente le pedimos sus comentarios acerca del uso de esa palabrota “ciego”.

Manifiesta tu opinión al final del artículo estando en el blog, ahí localizarás el espacio para comentarios.

4 comentarios en «Soy ciego, no invidente»

  1. Jajaja que gracioso que todos estemos en el mismo costal de discapacitados.

    Me parece muy pertinente que llamemos las cosas tal y como son y se les debe llamar correctamente, dejar los tabúes o disfrazar las cosas ya que es una manera mas real de afrontar, asimilar y adaptarse a la situación, condiciones o circunstancia de los que está presente.Saludos.

    1. Hola Erhel, muchas gracias por tu comentario que tiene mucho de cierto, el artículo es ameno y divertido pero encierra una gran verdad, las cosas se deben de llamar tal como son y decirle a una persona ciega no es ni agresivo ni insultante ni incorrecto, por el contrario es la realidad. Saludos cordiales

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